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Reflexiones con un zorro

Las fábulas comienzan casi con la propia historia de la literatura. Infundir vida humanizada a los animales para obtener enseñanzas de sus comportamientos como si de personas se trataran enlaza con una de las primeras funciones sociales que tuvieron las historias: dar a conocer el mundo de valores, comportamientos y actitudes de la sociedad.
Unos de los animales que más participación han tenido en estas historias son los zorros. Animales de los que hemos tomado como característica principal la astucia, el hecho de valerse de su ingenio para conseguir lo que se proponen. La relación milenaria, actualmente casi extinguida, entre estos animales y los campesinos y granjeros han dado juego para multitud de fábulas e historias en que los zorros son protagonistas junto a otros animales. Desde Esopo o La Fontaine, pasando por nuestros Iriarte y Samaniego, todos ellos los más clásicos, la literatura de la fábula tiene un lugar para el zorro, además de contar con personajes de novelas de aventuras, algunas de los cuales han sido llevadas al cine.
En esta nueva entrega del blog te ofrezco unas reflexiones obtenidas de dos obras en que los zorros protagonizan la historia, aunque no se trate propiamente de fábulas. Su camino se entremezcla y enlaza pasando de uno a otro gracias a El Principito de Antoine de Saint-Exupéry y Leos Janácek
Las relaciones con los seres humanos, sus reflexiones sobre la domesticación, el instinto o el ciclo de la vida con el resurgir de la naturaleza son algunas de las enseñanzas que podemos obtener de ellos. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!



Uno de los talentos más tardíos del mundo de la música y la ópera en particular es el del compositor checo Leos Janácek.
Nacido en 1854, su primera ópera estrenada fue Jenufa en 1904 cuando contaba con medio siglo de edad. A ésta, siguieron Osud (El destino) de ese mismo año, pero estrenada en 1954; Katiá KabanováLa zorrita astuta, ambas de 1924, El caso Makropoulos de 1926 de la que tratamos en Praga Mágica y la eternidad o De la casa de los muertos.
Autor de una obra centrada en el humanismo, sus obras apuntan a los sentimientos más humanos y sus características más particulares, junto con una búsqueda e investigación de las formas de la música popular eslava, logrando una fusión entre la música contemporánea del este europeo y las canciones populares checas, en un idioma que aún no era abiertamente reconocido en el Imperio AustrohúngaroQuizás junto con Jenufa y El caso Makropoulos, su obra más conocida sea Príhody lisky bistrousky cuya traducción literal se aproxima a La zorrita de orejas de puntas afiladas, aunque se la conoce mundialmente como La zorrita astuta.
Janácek encontró la inspiración en el semanario Lidové noviny de Brno que en 1920 publicaba una tira cómica con dibujos de Stanislav Lolek y versos de Rudolf Tesnohlídek. A partir de ellos y su amor incondicional y no siempre recíproco hacia Kamila Stösslová, casi cuarenta años más joven que él, fue realizando un estudio de animales y convirtiendo su experiencia de casi setenta años en un libreto en que él se transfiguró en guardabosques, mientras Kamila lo hacía simultáneamente en la zorrita y Terynka, una gitana que no aparece sobre el escenario, pero que altera la vida de todos los hombres. La zorrita la representa en la escena y sus destinos están indisolublemente unidos, ya que debe morir para que la zíngara reciba su piel como regalo de boda. Lo que inicialmente era la tira cómica de una publicación se acabó convirtiendo en una mirada filosófica al ciclo de la vida en la naturaleza, muerte incluida con el sacrificio de la zorrita.
El comienzo de la ópera recrea una atmósfera en el bosque entre nocturna y etérea, muy del estilo de El sueño de una noche de verano de Shakespeare y de la versión musical de Mendelsshon.




El enlace muestra una representación celebrada en 1995 en el Théâtre du Châtelet de Paris con sir Charles Mackerras dirigiendo a la Orchestre de Paris.



En abril de 2018 se han cumplido setenta y cinco años de la publicación de una de las novelas más traducidas del siglo, Le petit prince (El principito). Una novela escrita por Antoine de Saint-Exupéry en plena Guerra Mundial mientras residía en New York que publicó el 6 de abril de 1943 por la editorial Reynal & Hitchcock en una doble versión en el original francés y su traducción al inglés.
Lo que eran simples dibujos realizados en los márgenes de las cartas que el piloto francés escribía a sus amigos acabaron convertidos en la publicación no religiosa más traducida y editada del siglo XX con versiones en más de ciento ochenta idiomas.



La prosa poética de El principito narra, en una historia para todas las edades, la relación que el protagonista tiene con una caprichosa flor y los tres volcanes existentes en el minúsculo asteriode en el que vive. Un problema con la flor le hace sentirse en soledad y decide abandonar el planeta y recorrer otros en busca de algún amigo.
En uno de ellos se encuentra con uno de los personajes más entrañables de la novela: el Zorro. La conversación que se entabla entre ambos intriga al protagonista con el concepto de domesticar.



La original historia de La zorrita astuta ha hecho que la obra de Janácek haya tardado en darse a conocer y alcanzar la popularidad. La mezcla entre personas y animales debe alcanzar un equilibrio que la haga atractiva al público. La trama argumental se basa en la renovación de las cosas, los nuevos ciclos en la naturaleza, la vitalidad con que Janácek muestra el amor por la humanidad a la vez que por los animales. 



El paso de la zorrita desde la juventud a la madurez, el sacrificio que de ella hace el guardabosques con el que pierde a su amor a la vez que al animal, anuncia la misteriosa relación entre el mundo de los seres humanos con el de los animales.
En el segundo acto se desarrolla una delicada y deliciosa historia de amor entre la Zorrita Astuta y el Zorro Pelaje de Oro, una escena de acercamiento, atracción y seducción.










El enlace de esta escena de amor pertenece a la misma representación del Theátre du Chátêlet con las sopranos Eva Jenis como la Zorrita y Hana Minutillo como el Zorro.


La idea que originó el relato de Le Petit Prince proviene de un accidente que Saint-Exupéry tuvo pilotando su avión junto a un compañero en el desierto de Libia en 1935. Sólo disponían de dos naranjas, algo de vino y uvas. La deshidratación, según él mismo relata, les hizo dejar de transpirar al tercer día.

Vagando por el desierto sufrió alucinaciones provocadas por la sed y comenzó a dialogar consigo mismo con sus dos yo, el que cree que no hay esperanza y el que la tiene y busca argumentos. Un beduino a lomos de su camello les rescató. El narrador de la futura novela es su yo de adulto, mientras El Principito es el propio autor de niño y, en plena guerra transmiten un mensaje de paz, amistad y tolerancia con algunas dosis de ecología.



Janácek no cesaba de observar y recoger sonidos de la naturaleza. En ocasiones se sentaba en su jardín durante horas para escuchar el rumor del viento en los árboles, el sonido de los insectos o el canto de las abundantes especies de pájaros, que acabaron apareciendo en la partitura.
La última escena del Acto I comienza con la Zorrita prisionera en el jardín del guardabosques, cuya esposa la aborrece y los hijos la atormentan incesantemente. Atada, recibe las amonestaciones del perro mientras el gallo y las gallinas se burlan de ella, hasta que comienza a arengarlas a rebelarse contra el orden establecido. Cuando se acercan confiados, siguiendo su instinto, los va matando uno a uno. Con la llegada de la esposa y el guardabosques escapa huyendo. El título que Janácek le puso a este último cuadro del acto es más que significativo: "Sharpears, el político, se escapa."




El enlace muestra esta última escena del Acto I con la presencia protagonista de Eva Jenis y Jean-Philippe Marlière como el Perro y Sarah Connolly como el Gallo.



Para huir de los rumores que planteaban dudas sobre su condición de héroe de guerra, Saint-Exupéry pasó su convalecencia en New York donde, entre carta y carta a sus amigos del viejo continente, escribió el relato que dedicó a su amigo Léon Werth. 


El escribir la novela fue para el Saint-Exupéry una suerte de evasión, ya que se sentía de alguna manera en una jaula dorada de la que no podía salir. Escribir y dibujar el libro fue una forma de huir mentalmente con una publicación de tipo humanista y filosófica, un libro para cualquier edad con un protagonista que rompe las lógicas barreras del tiempo, del espacio y del razonamiento. 
El zorro del capítulo XXI no nos abandona sin dejarnos la fuerza de su pensamiento.



Las óperas de Janácek no son largas y en poco tiempo condensa todo su saber hacer. La zorrita astuta, con una duración de hora y media aproximadamente, evita la comicidad de la tira cómica y el sentimentalismo de un septuagenario que en ese momento estaba enamorado de la joven Kamila de poco más de treinta años. Ciertas dosis de humor y filosofía esconden la capacidad del guardabosques -el propio compositor- de tomarse a sí mismo con poca seriedad, mientras su amor sin esperanza por una joven le lleva a resignarse al paso del tiempo, una lección de sabiduría que se alcanza con la aceptación de la edad.
Si tienes tiempo y te apetece, el último enlace muestra una reciente versión de la ópera desde el Millard Auditorium de la Universidad de Hartford, Connecticut, grabada en febrero de 2017.

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Bibliografía:
  • Alier, Roger. Guía Universal de la ópera. Ma non troppo. Ediciones Robinbook, S. L. Barcelona, 2007.
  • Batta, András. Ópera. Compositores. Obras. Intérpretes. Könemann Verlagsgesellschaft mbH. 1999.
Webs visitadas:
  • http://www.kareol.es
  • http://www.publico.es/actualidad/zorrita-astuta-deliciosa-fabula-opera.html

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