Hay mitos que perduran en el tiempo porque representan arquetipos que son fácilmente reconocibles. El personaje de Orfeo, hijo de Apolo (o de Eagro, rey de Tracia, según otros) y Calíope, la musa de la poesía narrativa, podía cantar y tocar de un modo tan admirable que conmovía el corazón de quien lo oía, ya fuera humano, dios, animal, piedra, árbol o río. Desde que acompañó a Jasón en su viaje con los Argonautas en busca del Vellocino de oro, ha inspirado a todo tipo de artistas desde poetas y escritores a pintores y escultores, sin faltar los compositores, a quienes su dominio de la música ha llegado de forma más cercana.
Orfeo y Euridice, Edward John Poynter |
La primera obra que se considera una ópera como tal está dedicada precisamente a este personaje, L'Orfeo, favola in musica de Claudio Monteverdi, a la que dedicamos una entrada en este blog: En el principio no existía el nombre, la llamaremos...
El texto de esta entrada pertenece a uno de los más grandes poetas de nuestro idioma, Lope de Vega, quien cita a Orfeo en uno de sus sonetos. La música es un aria que pertenece a una de las obras más importantes en la historia de la ópera, Orfeo y Eurídice de Gluck.
Félix Lope de Vega y Carpio, el Fénix de los ingenios como se le llamaba, o Monstruo de la naturaleza, según Miguel de Cervantes es, posiblemente uno de los más fecundos y prolíficos autores españoles que, en pleno siglo de oro, escribió varios cientos de obras de teatro y más de tres mil poemas. Entre las primeras destaca Peribáñez y el comendador de Ocaña, La dama boba, Fuenteovejuna, El mejor alcalde el rey o El caballero de Olmedo.
De toda su obra, en este post traigo un poema, el Soneto 41 en el que se hace referencia al mito de Orfeo.
El texto de esta entrada pertenece a uno de los más grandes poetas de nuestro idioma, Lope de Vega, quien cita a Orfeo en uno de sus sonetos. La música es un aria que pertenece a una de las obras más importantes en la historia de la ópera, Orfeo y Eurídice de Gluck.
Félix Lope de Vega y Carpio, el Fénix de los ingenios como se le llamaba, o Monstruo de la naturaleza, según Miguel de Cervantes es, posiblemente uno de los más fecundos y prolíficos autores españoles que, en pleno siglo de oro, escribió varios cientos de obras de teatro y más de tres mil poemas. Entre las primeras destaca Peribáñez y el comendador de Ocaña, La dama boba, Fuenteovejuna, El mejor alcalde el rey o El caballero de Olmedo.
De toda su obra, en este post traigo un poema, el Soneto 41 en el que se hace referencia al mito de Orfeo.
La pieza musical que lo acompaña pertenece a la ópera Orfeo y Euridice de Christoph Willibald Gluck. Poco valor se ha dado aún a Gluck por la importancia que tiene en la historia de la ópera.
A mitad del siglo XVIII los cantantes, especialmente las sopranos y castrati dominaban la escena operística según el estilo italiano sometiendo a los compositores a sus facultades y caprichos, debiendo éstos componer según sus exigencias vocales e incluso argumentales. Gluck se propuso reformar la ópera, haciendo que predominara la acción dramática, basada en la tragedia griega, sustituyó el recitativo habitual con el clavecín por una orquestación de gran expresividad y modificó la duración y contenido de los actos y sus escenas. Para él y sus seguidores, el héroe primaba sobre el protagonista, el argumento sobre la música, la coherencia sobre la capacidad vocal de los protagonistas. Gran parte de sus obras tiene por protagonistas a hérores y heroínas de la antigüedad griega: Artajerjes, La clemenza di Tito, Alceste, Paris y Elena, Ifigenia en Aulide, Eco y Narciso y la ópera que nos ocupa, Orfeo y Eurídice.
Estrenada en 1762 en Viena en la versión italiana y en París en la versión en francés, su argumento transcurre entre el ciclo y el infierno en los tiempos de la mitología.
Orfeo llora la muerte de su amada Eurídice, pero Amor le anuncia que Zeus, conmovido por su dolor le permite recuperarla con la condición de no mirarla mientras esté en el reino de los muertos.
Las Furias impiden a Orfeo entrar, pero las apacigua un instante con su canto al son de la lira, penetrando en el reino de los muertos.
En una gruta de los infiernos, Eurídice no comprende por qué Orfeo no la quiere mirar y comienza a dudar de su amor hacia ella. Si su amado no la quiere, prefiere permanecer entre los muertos. Orfeo, desesperado, se vuelve hacia su amada que cae muerta en sus brazos.
Orfeo quiere quitarse la vida para permanecer junto a su esposa, pero Amor vuelve a intervenir y, como premio a su amor, recibe de nuevo a Eurídice. Ambos son felices y todos elogian a los enamorados.
Buscando la pureza de la voz, el estreno vienés fue cantado por el castrato Gaetano Guadagni, mientras en París lo interpretó un tenor, Joseph Legros. Desde entonces, el papel protagonista se suele representar por la voz de tenor, aunque también se ha cantado por voces femeninas.
El aria Che faró senza Euridice? recoge el momento de desesperación de Orfeo tras la segunda muerte de su amada. Existen multitud de grabaciones a cargo de los cantantes más reconocidos del panorama musical, especialmente tenores, aunque también está interpretada por mezzosopranos y contratenores, pero te presento dos versiones bien distintas.
El aria Che faró senza Euridice? recoge el momento de desesperación de Orfeo tras la segunda muerte de su amada. Existen multitud de grabaciones a cargo de los cantantes más reconocidos del panorama musical, especialmente tenores, aunque también está interpretada por mezzosopranos y contratenores, pero te presento dos versiones bien distintas.
El primer enlace me resulta emocionante y muy expresivo, con una interpretación matizada y contenida que pertenece a un recital del contratenor Darryl Taylor acompañado al piano por Brent McMunn. Se trata de una de estas grabaciones que las ves y te llegan al fondo de tu sensibilidad.
Para finalizar, una versión en escena en el que el personaje de Orfeo está interpretado por la mezzosoprano inglesa Janet Baker.
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