expr:class='"loading" + data:blog.mobileClass'>

Omran de Alepo: No apaguemos nuestro dolor y rabia

Una imagen nos ha vuelto a sobrecoger en las últimas semanas. No podemos permitirnos acostumbrarnos a que el dolor y la rabia nos invadan y, unos días después, se mitiguen, se apaguen y desaparezcan... hasta la próxima.
Omran, niño de Alepo, en edad de correr, jugar y aprehender el mundo, como tantos de su edad, ha sido portada, ha abierto informativos en todas las televisiones del mundo provocando un seísmo en el interior de todos que ha removido nuestras conciencias. Por desgracia, no es la primera vez que ocurre y no podemos caer en la rutina con estas situaciones. 



Tenemos que (sería mejor decir debemos) rebelarnos ante lo que está ocurriendo con una parte de la humanidad, mientras la otra vivimos cómoda y tranquilamente, ajenos a problemas que, aparentemente, apenas nos influyen. Todo lo que ocurre es, en cierta medida, responsabilidad nuestra y nos afecta. No podemos permitir, ser cómplices indirectamente, mirar a otro lado, cuando ocurren situaciones que hacen sufrir a tantas personas. Los seres humanos estamos perdiendo humanidad, estamos perdiendo nuestra esencia.
En esta entrada del blog uno una poesía y una escena de ópera, ambos salidos del horror. Un horror que surge de las injusticias, los sufrimientos de los más débiles y necesitados de nuestro mundo. También con la idea de tener que profundizar en nuestros pensamientos ya que no todo es como puede parecer a la primera mirada. Ni quien disparó a Omran, ni Wozzeck pueden considerarse culpables, sino víctimas de su mundo.

Mi compañera de colegio y amiga, Teresa Guerra García, gran y sensible persona, con un corazón curtido en profundos desgarros y de un desbordante humanismo, en la página de Facebook que tiene con su nombre, ha transcrito las sensaciones y sentimientos que este suceso le han producido, rebelándose por el hecho de que vaya a pasar al olvido. Otro texto suyo nos acompañó en El desgarro del exilio y el derecho del retorno. Con estas palabras busca transcribir el dolor y la rabia para que nunca olvidemos ni dejemos que se apaguen. Como seres humanos no podemos permitirlo sobre nuestras conciencias. Cada uno desde nuestro lugar y posición debemos aportar nuestra fuerza y luchar porque así sea.



Un suceso ocurrido a comienzos del siglo XIX. En Leipzig, el peluquero Johann Christian Woyzeck fue condenado a la pena capital por haber acabado con la vida de su novia. Los periódicos y la opinión pública centraron su atención en tan horrible crimen, pero había algo que no encajaba. ¿Cómo este hombre había acabado convertido en un monstruo capaz de acabar con una vida tan querida para él? Un intenso debate se creó en la sociedad científica alemana. Existían dudas sobre las facultades mentales del peluquero y todo indicaba que los sádicos juegos con que un despiadado capitán y un diabólico médico estuvieron divirtiéndose a costa de los desequilibrios del infeliz, acabaron convirtiéndolo en un asesino.
El joven George Brüchner -su padre trabajó en el caso como forense- dejó inconclusa, al fallecer a los 24 años, un drama teatral con una treintena de escenas acerca de este "asesino inocente". Casi un siglo después, Alban Berg, en plena Gran Guerra decidió convertirla en ópera, trasladando una mirada compasiva a los marginados y débiles, víctimas de la explotación de los poderosos.
De la treintena de escenas de la obra de teatro original, Berg eligió quince que dividió en tres actos con cinco escenas cada uno. Por error cambió el nombre de Woyzeck por Wozzeck, pero decidió dejarlo así al comprobar que tenía una sonoridad más dura y adecuada a la obra.
El estreno en 1925 en Berlín mostró una ópera que oscilaba entre la música tonal y atonal, para reflejar, a grandes rasgos, con la primera los momentos de humanidad y ternura y con la segunda la brutalidad, la desesperación o el abuso. Para algunos está considerada la ópera más significativa del siglo XX.


Boceto para el estreno de Wozzeck de Frankfurt en 1931






De entre toda la obra, enlazo una de las más duras, la segunda escena del tercer acto, en la que se narra la muerte de Marie. Está recogida de una producción de 2012 e interpretada por el tenor Julian Tovey como Wozzeck y Merav Barnea como Marie bajo la dirección de David Stern.



Si te gusta... ¡Comparte!

Una tarde dramática en el circo

Con una tradición más que milenaria, el circo se remonta al menos 3.000 años con la participación de contorsionistas, malabaristas o equilibristas en las primeras civilizaciones asiáticas. 
Todos conocemos las referencias que tuvo en el Imperio Romano que fue quien le dio el nombre con el que lo conocemos actualmente, añadiendo cruentos espectáculos en los que también intervenía animales de países exóticos junto con guerreros gladiadores.
Tras la caída del Imperio Romano desaparecieron como tales para retomar una nueva vida al final de la edad media y el renacimiento. En estas épocas inician su carácter itinerante mientras añadían danza, teatro con gestos o mímica y saltimbanquis.
El primer circo moderno del que se tiene constancia surgió en 1768 en Londres fundado por Philip Astley. Con él se inauguró una tradición que ha llevado el espectáculo por muchos lugares de todo el mundo hasta mediados del siglo XX en que, con la generalización de los medios de comunicación -especialmente la televisión-, el creciente respeto hacia los derechos de los animales y la renovación, que ha llevado al nacimiento de entidades como el Circo del Soleil donde se priman las habilidades y un nuevo concepto de espectáculo, ha comenzado a mostrar su decadencia tal como lo conocíamos hasta ahora.



En esta entrada te traigo dos muestras del lado humano del circo, los sentimientos que surgen en el ánimo de sus protagonistas, el drama que puede llegar a encerrar su existencia, como la de cualquiera de nosotros, de la mano de texto extraído una novela de John Irving y una de las arias más conocidas del repertorio italiano de una obra Leoncavallo.


Desde su primera novela, Libertad para los ososJohn Irving ha creado una obra sólida entre las que podemos destacar El mundo según Garp, El hotel New Hampshire, Oración por Owen Meany o Principes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra, algunas de ellas llevadas al cine.
En Un hijo del circo, Irving se introduce en el mundo del doctor Durawalla y su interés por conocer las causas de las malformaciones que afectan a los enanos hindúes dedicados, en gran número, al trabajo circense.




Ambientada también el este mundo del circo, Pagliacci (Payasos) es la obra más conocida de Ruggero Leoncavallo. Basada en hechos reales que el padre del autor tuvo conocimiento como juez, narra la trágica historia de celos de Canio, un payaso casado con Nedda y Tonio, su amante. Se trata de una obra dentro de otra obra, en la que éste último anuncia en el prólogo que la obra que se va a representar dentro de la función es verdadera y con personajes reales. Si quieres puedes seguir una sinopsis del argumento.
Ópera en dos actos por un error de Leoncavallo que entendió que el concurso al que presentaba la obra así lo exigía, cuando en realidad se buscaba una obra de un solo acto, tuvo un triunfal estreno en 1892 en Milán bajo la dirección de uno de los grandes, Arturo Toscanini. Inscrita dentro del movimiento del Verismo de finales del XIX y debido a su corta duración suele representarse junto con otra obra fundamental de este movimiento operístico, Cavallería Rusticana de Mascagni


Su aria más conocida es Vesti la giubba. Final del primer acto, Canio ha descubierto que Nedda y Tonio son amantes. Escrita en tempo de adagio con una tonalidad triste y oscura que reflejan el dolor y la angustia del protagonista, refleja la ironía que supone tener que hacer reír al público cuando tiene el corazón totalmente roto.

De las muchas versiones que hay en la red te presento, en primer lugar, una versión de Roberto Alagna con una buena calidad de imagen y sonido perteneciente a una representación de 2006.



El siguiente enlace pertenece a la película de animación L'Opéra Imaginaire y pone imágenes a una antigua grabación de Franco Corelli en la que viene a representar el espíritu de la obra.



Termino con una sentida, impecable e inolvidable interpretación de Luciano Pavarotti que, aunque con una toma de imagen con una calidad a la que ya no estamos acostumbrados, canta con una naturalidad que no muestra las dificultades que tiene la pieza.


Si te gusta... ¡Comparte!

El exotismo y los viajes

En un mundo cada vez más globalizado donde la cultura, los medios de transporte, la televisión e Internet cada vez nos acercan más, no podemos dejar de pensar, con cierta desilusión que Julio Verne nos proponía la aventura de dar la vuelta al mundo en poco menos de tres meses. Por supuesto, hoy en día se puede realizar en menos tiempo, pero ese mundo que nos imaginábamos podía recorrerse y, cómo no, conocerse y entenderse, no es tan seguro y transitable como pensábamos podría serlo años después del escritor francés.
Hoy te propongo una mirada a cómo se pensaban los viajes en pleno siglo XVIII, el llamado Siglo de la Luces de la mano de un escritor inglés y una obra muy conocidos, pero sólo de referencias, ya que las aventuras del personaje pertenecen al imaginario colectivo, pero su lectura ha quedado en desuso. La música vendrá la mano de un compositor francés de la misma época, que nos ofrece un viaje a los lugares más exóticos del mundo entonces conocido.



Nacido en Dublín a finales del siglo XVI, Jonathan Swift pasa por ser uno de esos escritores que utilizó su pluma para satirizar la locura, el poder y la arrogancia humanos. Después de publicar La batalla entre los libros antiguos y modernos (una burla de las discusiones literarias de aquel momento, en el que toma partido por las obras clásicas) o Historia de una bañera (una original y divertida obra sobre los pretenciosos y los pedantes de la sociedad), su obra más popular es Viajes a varios lugares remotos de la Tierra. Conocida por todos como Los viajes de Gulliver, se publicó anónimamente en 1726. Swift la planteó como una sátira a la vanidad y la hipocresía de la vida en la corte, los partidos políticos y los hombres de estado de su época, junto con implacables reflexiones sobre la naturaleza humana. Dividida en cuatro libros, el primero ha permanecido como un clásico de la literatura infantil.
Un fragmento significativo de la obra son los artículos con que el gran soberano de los pequeños liliputienses pretende ganarse para sí al Hombre-Montaña Gulliver.







Una década después, Jean-Philippe Rameau estrenó su ópera-ballet Les Indes Galantes (Las Indias Galantes), una obra en un prólogo y cuatro entrées. En el prólogo la diosa Hébé convoca a los jóvenes de cuatro lugares exóticos (en aquella época, denominadas Indias, en general) para que se unan en el baile y expresen su amor. La primera entrée transcurre en Turquía, la segunda tiene por protagonista a Los Incas de Perú, la tercera transcurre en una fiesta Persa y la última, Les Sauvages, junta en la ceremonia a pacíficos indios norteamericanos con los intrigantes comandantes de las tropas españolas y francesas.
Pese a buscar lugares exóticos de nuestro planeta para protagonizar la obra, todos los ritmos, danzas y melodías tienen un carácter musical francés.



La pieza que enlazo es un rondó perteneciente a Les Sauvages. El rondeau o rondó es una pieza típica de la música francesa que alterna un tema principal con otros temas (couplets) reapareciendo el primero. Rameau hace interpretar esta pieza de forma orquestal, alternándose con dúos de soprano y barítono y un coro. El conjunto llega a producir un efecto hipnótico.

El enlace pertenece a una interpretación de la soprano Magali Léger y el barítono Laurent Naouri acompañados por Les Musiciens du Louvres dirigidos por Marc Minkowski en una versión de concierto.


Si te gusta... ¡Comparte!