Estancias

Manipulación e incomprensión con Eco y Britten

Manipular es según la Real Academia Española, en uno de sus varios significados "intervenir con medios hábiles, a menudo arteros, en la política, en el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares"
La incomprensión, por su parte, refleja la incapacidad de comprender, en este caso los argumentos, las razones, las ideas, las vivencias de los otros. Cuando esta incapacidad se agrava con la no aceptación de las diferencias o del diferente nos encontramos con situaciones tan delicadas, dañinas e incaceptables como el bullying, la xenofobia, la homofobia o simplemente con el desprecio a quien no sigue los dictados que marcan algunos grupos en nuestras sociedades. Situaciones que se sufren y agravan cuando se padecen con cierto beneplácito social y cuando ocurren de forma soterrada y no salen a la luz.
Dos formas relacionadas con la manipulación y la incomprensión extremas vienen a esta entrada del blog. Como siempre, una de tipo literario con una reflexión extraída del último libro de Umberto Eco. La otra, de tipo musical, con la que posiblemente es la ópera más conocida del compositor inglés Benjamin Britten. Esta entrada del blog quiere ser una llamada de atención y una reflexión ante estos inaceptables comportamientos. 

Benjamin Britten

Umberto Eco saltó a la fama para el gran público con su novela El nombre de la Rosa, una obra que, según comentó, surgió cuando le propusieron que escribiera una pequeña novela negra. Apasionado por la historia medieval y, también según él, porque le apetecía asesinar a un monje, no dudó cuando se puso a escribir esta descomunal novela, mezcla de estilos, guiños y erudición. Filólogo experto en semiótica, comunicador, filósofo y escritor, la personalidad de Eco abarca tantas facetas como sus obras o los 35.000 libros que llegó a acumular en su residencia.
Autor de un sinnúmero de ensayos sobre una gran variedad de temas y varias novelas como El péndulo de Foucault, La isla del día de antes o El cementerio de Praga, su último libro publicado fue Número Cero, una honda y polémica reflexión sobre el periodismo de los últimos años, Internet, la corrupción o la mentira.


Portada de Número cero y Umberto Eco




El libro parte de la idea de un multimillonario, el Comendattore Vimercate (¿podríamos pensar en algún antiguo político italiano?), quien pretende entrar en el mundo de las finanzas y el periodismo con el fin de aumentar su poder, desacreditar a los rivales con la amenaza de lo que podría ser el periódico Domani (Mañana, hasta el nombre indica lo que puede ser en un futuro), una publicación que no tiene intención de llegar a editar.
El fin del periódico ya no es informar y publicar investigaciones impactantes, sino dirigir, tranquilizar, confirmar a cada persona en sus creencias y opiniones, con mucho deporte y temas de vida social con la llamada prensa del corazón.
Número cero se detiene especialmente en el tema de la manipulación. Los lectores no deben conocer la verdad, les haría daño, es más idóneo fabricar un mundo irreal en que las malas noticias ocurran lejos, o cerca si interesa, en el que no se pueda conocer quién miente y quién no.
Eco se detiene a explicar cómo un periódico puede dar su opinión cuando está escribiendo sobre hechos totalmente objetivos, utilizando el entrecomillado de declaraciones contrastadas. También el procedimiento para invalidar acusaciones descalificando a quienes las han formulado. O cómo convertir en sospechosa a una persona sin necesidad de poner datos en su contra. E incluso en cómo publicar noticias que denuncien comportamientos delictivos cuando no conviene enemistarse con un determinado grupo; o la forma de sugerir elaboradas teorías conspiratorias, algo muy del agrado de los lectores, aunque no tengan una base real.


Es el periódico el que hace las noticias. Umberto Eco


La novela, calificada por su autor como "de temas rápidos" reproduce el ambiente de una redacción de periódicos, con su forma de trabajo, investigaciones variadas, como la forma en que se blanquea dinero de la mafia en un negocio casi inexistente, la manipulación de los horóscopos y la gran noticia, como la supuesta muerte ficticia de Musolini, investigando si fue sustituido por un doble llevando una vida retirada en Argentina. En suma, no es el periódico el que informa de la noticia, sino quien crea las noticias que quiere publicar.


Desde que Henry Purcell compusiera en 1689 Dido y Eneas, no se estrenó en las Islas Británicas una ópera de ningún autor inglés hasta 1945 en que Benjamin Britten llevó a la escena Peter Grimes. Más de dos siglos de ausencia operística significó para Britten que no pudo beber en las fuentes de sus antecesores: ni en los estilos, ni en la fonética de su idioma, ni en la tradición para poder componer su primera obra.
La idea de componer Peter Grimes le surgió a Britten en un viaje a California durante la Segunda Guerra Mundial tras la lectura de un poema de George Crabbe, decidiendo el regreso a su país para centrarse en la creación de la ópera en la que su compañero, el tenor Peter Pears, interpretaría el papel protagonista.
El estreno tuvo lugar en junio de 1945 en el teatro Sadler's Wells de Londres que reabría su escenario tras la guerra con una obra que quería dar continuidad a la interrumpida tradición inglesa, con un compositor novel de la tierra. El éxito fue tan grande como las expectativas y Peter Grimes se ha convertido con los años en la ópera compuesta en el siglo XX más representada en el mundo.  
Nacido en una aldea marítima, Britten quiso reflejar el mundo que tan bien conocía: "un mundo de pescadores, de hombres y mujeres que viven del mar y para la mar". Pero la grandeza de esta obra está en que trasciende este ambiente marinero para ahondar en lo esencial del comportamiento humano. 


Britten ante la maqueta de Peter Grimes. http://www.musicaltoronto.org


Obra siempre turbadora para el público, describe una sociedad que margina y desprecia al diferente, a quien no se siente completamente integrado en ella. Britten se vio muy cerca el personaje, ya que su homosexualidad le hacía sentirse muy identificado con él. Grimes es un pescador solitario, marginado, a quien accidentalmente se le mueren dos grumetes. Personaje rudo y despiadado, compra muchachos en el orfanato para explotarlos de forma cruel y miserable, haciendo que crezcan en torno a él las murmuraciones en una sociedad cerrada en sí misma.
Britten trata el drama de un marginado que se enfrenta a una sociedad hipócrita, cruel y hostil que acaba eliminándolo. Personaje con comportamientos irracionales, sumido en innumerables dudas, acosado por sus vecinos, Grimes termina con su vida. 
Otra de las grandezas de la obra reside en la ambigüedad del protagonista, héroe y antihéroe, verdugo y víctima, poeta sensible y marinero rudo, convirtiéndose en el arquetipo de la persona socialmente repudiada por su comportamiento y, sobre todo, símbolo de la opresión que la mayoría realiza sobre el diferente, conformando una ópera a la que Britten imprime un gran lirismo.
El enlace pertenece al III acto. Trascurren varios días y, al no ver al muchacho, los lugareños comienzan a sospechar que Grimes ha acabado con la vida del nuevo grumete. Los ánimos se van alterando y comienzan a exigir venganza. El texto está dividido en dos fragmentos para poder seguirlos con mayor facilidad. En el primero se van extendiendo las murmuraciones entre los habitantes de la aldea. Tras el vídeo, el texto en que el coro final que repudia a Grimes. Finaliza la escena con el VI interludio musical, La niebla, tras la que aparece la convulsa figura de Grimes.






En esta versión Sir Colin Davis dirige al Coro y Orquesta del Royal Opera House del Covent Garden de Londres.


Libreto y traducción: Kareol.es

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Memoria de una muerte anunciada

Pocos momentos hay tan dramáticos como aquellos en que nos damos cuenta que se acaba la vida de forma irremediable. Si ya es doloroso tener la conciencia de que vamos a perder a un ser querido, que una persona que nos ha acompañado en nuestra existencia va a desaparecer definitivamente en su vida y de nuestro lado, el hecho de darnos cuenta de que es nuestra propia existencia la que tiene un final próximo adquiere un mayor grado de dramatismo por encima de cualquier otra consideración, pasando todo lo demás a un lejano lugar en nuestras conciencias.
Te propongo una doble mirada a ese momento en que se adquiere total conciencia de que el final de la vida se acerca de forma inmediata y sin remedio. Un texto de Gabriel García Márquez, narrado en tercera persona y un doloroso adiós a la vida entonado en primera persona, de la ópera Tosca de Giacomo Puccini nos acercan a esta situación. 

En otra ocasión caminaron juntos ambos autores en una colaboración para El Magacín: De Gabriel García Márquez a Giacomo Puccini, ¡Que nadie duerma!





Citar a Gabriel García Márquez es hacer referencia a uno de los más grandes escritores del siglo XX, posiblemente el máximo representante de lo que se llamó El boom de la literatura iberoamericana. De orígenes periodísticos, Gabo, como le llamaban sus conocidos, fue quien dio a conocer en todo el mundo el realismo mágico, creando todo un universo, un territorio grandioso y eterno como es el Macondo de sus Cien años de soledad.
Pocos autores han sido tan reconocidos fuera del ámbito estricto de la literatura como García Márquez, cuyo estilo narrativo, su personalidad y sus ideas de tipo social hicieron de él un personaje desde antes de ser reconocido con el Premio Nobel de Literatura en 1982.
Su infancia junto a sus abuelos determinó su futuro como narrador. Fue Kafka quien le hizo decidirse por la narración ya que, según sus palabras, "contaba las cosas de la misma manera que mi abuela. Cuando leí a los 17 años La metamorfosis, descubrí que iba a ser escritor. Al ver que Gregorio Samsa podía despertarse una mañana convertido en un gigantesco escarabajo, me dije: Yo no sabía que esto era posible hacerlo. Pero si es así, escribir me interesa".
Obras como la citada Cien años de soledad, El coronel no tiene quien le escriba, junto con una extensa colección de relatos distribuidos en varios volúmenes, El amor en los tiempos del cólera o Vivir para contarla, la obra autobiográfica que publicó bajo la indicación "La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla", avalan la trayectoria de uno de los titanes de la literatura mundial.
Iniciado en el mundo del periodismo, pasó por diversas publicaciones como El Universal, El Heraldo o El Espectador antes de dedicarse de lleno a la literatura. Ryszard Kapuscinski, conocido historiador, periodista, ensayista y pensador polaco consideraba que "la grandeza de García Márquez estriba en sus reportajes. Sus novelas provienen de sus textos periodísticos. (...) Su gran mérito consiste en demostrar que el gran reportaje es también gran literatura"



Es una de las obras basadas en su estilo periodístico la que traigo a esta entrada del blog. Crónica de una muerte anunciada se publicó en 1981 y narra, con una mezcla de periodismo y literatura un acontecimiento basado, según parece, en hechos reales. El determinismo, la fatalidad y la muerte están presentes en toda la obra. Desde las primeras líneas sabemos que el protagonista va a morir, que el libro será la recreación de las horas que antecedieron a su muerte. Con esta idea, García Márquez nos muestra la trágica historia advirtiéndonos continuamente que los asesinos no quieren matar a Santiago Nasar aunque deben hacerlo; que todo el pueblo lo sabe, desea impedirlo, pero no lo hace, y que la única persona que no conoce qué va a ocurrir es la víctima. El destino y la fatalidad se presentan como un metáfora de la desdicha y la insensatez de la vida.
El hecho de contarlo en tercera persona no ahorra dramatismo ni dureza a la acción. El narrador escruta diversos puntos de vista, se hace impersonal y se aleja del protagonista a la vez que se acerca a él.





Pocos autores han cargado su obra con tantos matices de las emociones como Giacomo Puccini. Sus partituras están cargadas de sensaciones que no dejan indiferentes a los espectadores. Desde ese retrato de la vida de artistas en el París de finales del XIX que es La Bohéme, a la desesperada soledad de Madama Butterfly, la picaresca historia de Gianni Schicchi, la historia de Floria Toca o ese descomunal cuento oriental inacabado sobre La Princesa de hielo Turandot, las partituras de Puccini nos zarandean entre la ternura y el terror, lo bello y lo grotesco, los escasos finales felices y los dramáticos desenlaces.




Pocas óperas tienen un momento y unos lugares más concretos que Tosca. Su argumento se desarrolla entre las guerras napoleónicas y las revoluciones liberales y la acción transcurre entre la mañana del 17 de junio de 1800 en la Iglesia de Sant'Andrea della Valle, el Palacio Farnesio y el amanecer del día siguiente en el Castillo de Sant'Angello.
Puccini se interesó por los detalles para la composición de la obra buscando la autenticidad en la obra. Para el tercer acto, se fue a Roma para estudiar el sonido de la campana de San Pedro desde Sant'Angello, con la idea de realizar la poética descripción de la salida del sol en verano que contrastara con la tragedia que ocurrirá en la obra.




Acto III. Cavaradossi, prisionero en el Castillo de Sant'Angelo y condenado a muerte por el barón Scarpia, escribe una carta de despedida a Tosca, pero tras unas líneas deja caer la pluma y sus recuerdos dan rienda suelta a su dolor. E lucevan le stelle (Y brillaban las estrellas) es una de las arias más apasionadas y trágicas de la historia de la ópera, con un contraste entre sus dos partes. En la primera recita absorto lss palabras que acaba de escribir con una melodía de la orquesta que se apoya en un solo de clarinete. En la segunda, el tenor retoma la melodía, mientras las cuerdas ayudan a aportar el dramatismo.
Dos versiones de este aria romanza nos acompañan. La primera está interpretada por Luciano Pavarotti, quien imprime a la pieza, no sólo su maestría, sino también el sentido de adiós a la vida que Puccini quiso dar a este aria, una de las dos que el tenor tiene en la obra, frente a una que canta la protagonista que da título a la ópera.




El último enlace pertenece a la película de animación L'opera Imaginarie de la que hemos podido disfrutar en este blog algunas piezas. En esta ocasión, el aria acompaña y explica parte del argumento de la obra con la aparición de Tosca, la amante de Cavaradossi y el antagonista, el barón Scarpia.


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Cómo nace una obra

Hay obras que consideramos imprescindibles. En algunas ocasiones nos hemos encontrado con libros, músicas, películas, cuadros, o cualquier tipo de obra de arte que han tenido una influencia decisiva en nosotros, en nuestra vida. Otras han alcanzado esa misma condición sirviendo como referentes de toda una época o una cultura. Son las que llamamos obras maestras.
Hamlet, El Quijote, Ciudadano Kane, Casablanca, la Novena Sinfonía de Beethoven, La Traviata, La Gioconda o Las Meninas alcanzan esa categoría junto a muchas otras. 
Una doble mirada te traigo a esta entrada del blog. Por un lado, vamos a fijarnos en cómo nace una obra de arte, en primer lugar un texto a partir de unas ideas de Borges, y después con otro del escritor y pensador francés Tzvetan Todorov sobre Mozart, su forma de entender la composición y sus personajes. Por otro lado, un acercamiento a La flauta mágica de éste último, una de las obras maestras de la historia de la ópera, con ocasión de su puesta en escena en el Teatro Maestranza de Sevilla.




Si hay un escritor que es reconocido en la literatura de habla hispana por sus cuentos vanguardistas o por sus poemas desafiantes, ese es sin duda Borges.
Argentino, estudiante en Ginebra, residente por unos años en España, Jorge Luís Borges es uno de los autores más personales e influyentes en la literatura del siglo XX. Amante hasta el límite de los libros y las bibliotecas, sus obras narran su amor por ellos, su pasión por las narraciones crípticas, misteriosas y simbólicas como un modo de explicar sus ideas del mundo, sus confusiones sobre la vida y su filosofía vital a través de la literatura.


 De entre sus obras podemos destacar La historia universal de la infamia, Ficciones, Cuentos completos o El Aleph.
En el texto que nos acompaña, Borges describe cómo es para él el proceso de creación de un texto, cómo surge en él y desde él una obra literaria.


Finalizando esta entrada del blog nos sorprende a todos la noticia del fallecimiento de Tzvetan Todorov. El lingüista, filósofo y humanista búlgaro afincado en Francia, premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2008, es uno de los grandes pensadores de la actualidad.



Nacido en Sofía en 1939, pocos años después su país cayó en la zona de influencia soviética, sufriendo desde sus primeros años escolares el fuerte control ideológico que acabó atenazando a todo el país. Se decidió por los estudios literarios, no tardando en darse cuenta de que los debates sobre las ideas y los valores de la literatura estaban prohibidos y sólo se podía hablar de la materia verbal o las formas literarias. Paulatinamente se fue encaminando hacia los estudios de las ciencias humanas y, según sus propias palabras, "cuando se trata de analizar los comportamientos humanos, intentamos apoyarnos en gran cantidad de información, observaciones exactas y razonamientos rigurosos, pero eso no basta. Una vez adquirido ese saber, debemos someterlo a un trabajo de interpretación, y sólo gracias a él adquiere sentido".
Una estancia en México, donde daba clases de teoría literaria le hizo apasionarse por los testimonios de la conquista de América en el siglo XVI. En sus palabras, "Este encuentro lejano entre poblaciones que nada sabían la una de la otra me pareció una especie de parábola de lo que muchos inmigrantes y yo habíamos vivido al cambiar de país. Por supuesto, los acontecimientos eran totalmente diferentes (y mucho menos graves), pero el marco global seguía siendo el mismo". De este encuentro surgió su libro La conquista de América: El problema del otro (1983).
Su pensamiento se divulga con obras como Elogio del individuo: ensayo sobre la pintura flamenca del Renacimiento, El espíritu de la Ilustración, El miedo a los bárbaros, Memorias del mal. Tentación del bien, un tratado sobre el mal que causan los totalitarismos, pero además por quienes en nombre del bien han hecho mucho daño, Frágil felicidad o El nuevo desorden mundial.
Pero lo que trae a Todorov a este post del blog es su libro Vivir solos juntos, una obra formada por distintos ensayos en los que traza los retratos de diversos momentos o personajes que muestran los rasgos que constituyen la dignidad humana: La conquista de América, las novelas de Stendhal, el teatro de Beckett, la filosofía de La Rochefoucauld o la música y la ópera de Mozart.



Del capítulo dedicado a este último, Mozart: un ilustrado, selecciono unos textos que nos acercarán a su ópera La flauta mágica. El primero, nos acerca a la pasión que el autor de Salzburgo tenía por la ópera y su nivel de autoría en las mismas.



Tras analizar algunas de sus óperas más conocidas como Don Giovanni, Las bodas de Fígaro y Cossí fan tutte, el análisis certero de Todorov se centra en esta ópera.

Todorov finaliza su ensayo sobre Mozart con un acercamiento al personaje más entrañable de la obra, Papageno, el Pajarero.


Tengo un cariño especial por Die Zauberflöte (La flauta mágica), la primera ópera a la que me atreví a escuchar. Llevaba mucho tiempo siguiento lo que llamamos Musica clásica, siendo como muchos, iniciado por Fernando Argenta y sus Clásicos populares. Desde entonces es el único tipo de música que me gusta escuchar. Pero, la ópera..., eso era mucho pedir. No me atrevía a oírla, primero porque nunca pensé que pudiera asistir a alguna representación; luego, porque tenía la impresión de que nunca iba a llegar a captar todo lo que hay en una ópera; también estaba el asunto del idioma. Cómo iba a entender lo que se canta en otra lengua.
Hasta que mi amigo Paco Alemán me dio unas grabaciones de La flauta mágica. A toda la seriedad de la obra, sus mensajes sobre ritos masones, se le unía la música de Mozart. ¿Cómo llegar a tanto...? Hasta que apareció Papageno, un personaje que es todo lo contrario de lo anterior, que da la fuerza humana, el valor de lo simple, lo cotidiano, el amor, la comida... Fue Papageno quien me convenció de que la ópera tiene detrás un mundo maravilloso, que puedes entenderlo mejor o peor, con más o menos profundidad o conocimiento musical, pero que si te gustan la música, la historia que cuenta, el decorado, los intérpretes o cualquier otra cosa... ¡te gustará la ópera!
Desde entonces, me metí en este mundo, comprando discos y vídeos, asistiendo varias veces al año a representaciones en el Teatro Maestranza, escribiendo este modesto blog, buscando y viendo representaciones por la red, llegando a cantar (yo, que en la vida había cantado) en una coral polifónica, programando los viajes familiares, cuando se puede, para asistir a óperas (¡Teatro Real, El Liceu, La Scala!), llegando a subtitular óperas en directo en el teatro de mi pueblo... Ahora lo pienso y sé que todo viene de Papageno... y de Mozart.







Dos enlaces vienen a acompañar el último texto de Todorov, los dos dúos de Papageno, el primero con Pamina y el segundo con Papagena.

El dúo Bei Männem, welche Liebe fühlen (A los hombres que sienten el amor) está interpretado por Kate Royal y Michael Nagy en una grabación de la Berliner Philharmoniker dirigida por Sir Raimon Rattle en 2013.



El dúo final entre Papageno y Papagena, fresco, encantador, ya apareció en el blog y representa de forma magnífica el espíritu que Mozart imprimó al Pajarero. La interpretación es de Wolfgang Brendel y Gudrum Sieber, dirigidos por Wolfgang Sawallish en la Bayerische Staatsoper de Munich en 1983.






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A nadie le han importado los inocentes.

Durante mucho tiempo la guerra vino a ser el elemento que ponía fin a las disputas entre naciones o imperios, hasta que otra volvía a cambiar o confirmar todo lo anterior. Así transcurrió durante siglos la historia de la humanidad. Afortunadamente tras la Segunda Guerra Mundial y durante la Guerra Fría comenzó a surgir la idea de que las democracias, la cooperación, la unión de países era definitivamente la forma de relación y construcción entre las distintas culturas.
Aún hoy las desigualdades e injusticias a lo largo de nuestro planeta, algunas guerras en determinados países, el terrorismo de tipo islamista, los brotes de xenofobia y la proliferación de populismos de ambos extremos hacen dudar de que no haya aún brotes belicistas y estas ideas queden en catálogos de buenas intenciones.
Casi desde que Walter Scott inaugurara la novela histórica, el ejército, los militares, las guerras fueron elementos fundamentales en la vida de las sociedades y como tales fueron reflejados en las novelas y otras manifestaciones artísticas. Cuadros, novelas, música y óperas tienen un trasfondo militar que reflejan ese protagonismo. 
En esta entrada te propongo una mirada a personajes y situaciones relacionadas con lo militar con dos puntos de vista muy distintos. Jaroslav Hasek nos presenta una visión corrosiva, demoledora, irónica a través del soldado Schwejk, mientras Donizetti ofrece una visión ingenua e idealizada con una de las piezas más espectaculares y difíciles de cantar de toda la historia de la ópera.


Contemporáneo de KafkaJaroslav Hasek es uno de los escritores checos más reconocidos en la literatura del siglo XX, un creador que influyó en autores como  Bohumil Hrabal y Milan Kundera. Inconformista, bullanguero, charlatán y pendenciero, su gusto por las tabernas, el ruido y el exceso marcaron su vida y su obra. Hijo de un médico fue vendedor de perros, soldado en la I Guerra Mundial y escritor fraudulento, ya que llegó a colaborar en una revista científica inventándose animales de los que describía sus inexistentes características o su genealogía hasta que fue descubierto y despedido.
Amante de tomar el pelo a quienes se le acercaban, su gusto por las bromas ha llegado a fijar una palabra en su idioma, algo así como schwejkear (viene de su personaje) cuyo significado es algo parecido a "charlatenaer con el ánimo de embaucar a alguien"
Con estos mimbres, Hasek publica su novela Las aventuras del valeroso soldado Schwejk una obra delirante en la que refleja su visión sobre el desmembramiento de un Imperio Austrohúngaro, un supraestado más pendiente de su crecimiento burocrático que de los ciudadanos que lo forman, en unos momentos en que el reparto entre las grandes potencias reventó en la que se llamó la Gran Guerra Mundial.
El soldado Schwejk es un charlatán inocente e ingenuo, un antiguo vendedor de perros con pedigrí falsificado que se alista en el ejercito para combatir en la Gran Guerra como si esta fuera una trifulca de taberna entre austriacos, turcos, serbios y rusos. Mientras es arrestado por alta traición, ingresado en un manicomio y se pierde en los paisajes de la Europa central antes de llegar al frente y acabar prisionero en RusiaSchwejk pasa por ser asistente de un pater y un teniente, mientras nadie es capaz de saber si se trata de un traidor, un conspirador o un idiota de los pies a la cabeza. Lo único que consigue es desmantelar en la mente del lector el imperio, el ejército, la administración del estado, las instituciones médicas y cuanto se ponga al alcance de la corrosiva pluma de Hasek.



La novela, cuya última parte fue dictada en el lecho del tuberculoso autor, no fue recibida con ningún entusiasmo por los escritores de su época, pero tuvo un calado enorme en las clases populares que la festejaron como suya, mientras se ponían de parte del protagonista y celebraron cómo derruía los cimientos de las opresivas instituciones. Hasta tal punto fue popular que se ha llevado varias veces al cine y en la televisión checa se llegó a realizar una serie sobre el personaje que tuvo cierta repercusión internacional.


El texto que nos acompaña pertenece a la parte inicial del libro en el capítulo en que Schwejk va a pasar reconocimiento por el tribunal médico donde, tras ser visto por los forenses ingresará en el manicomio, ya que nadie es capaz de apreciar si se trata de un conspirador o un completo idiota.



Junto con Rossini y Bellini, Donizetti representa la época más brillante de la ópera de la primera parte del siglo XIX, la época llamada Belcantista. El belcantismo se caracteriza por una refinada combinación tonal y la belleza del sonido sobre otros elementos. El solista ocupaba un papel protagonista, ya que tenía licencia del compositor para el virtuosismo en los adornos y la improvisación de la melodía.
Autor de obras como L'elisir d'amore, Lucia di Lammermoor (ambas han aparecido por este blog), Lucrecia Borgia o Ana Bolena, su obra La fille du regiment (La hija del regimiento) supuso el triunfo de Gaetano Donizetti en París, la capital de la ópera en aquella época. Además de la visión idealizada e ingenua que se da en la obra de la vida del soldado, su aria Salut à la France, cantada por Marie, la protagonista femenina, se transformó en un segundo himno francés tras La Marsellesa y se convirtió en tradición representar esta obra cada 14 de julio, el aniversario de la toma de la Bastilla.



Pero la pieza más conocida de la ópera es Ah, mes amis, un aria para tenor con acompañamiento de coro en la que se llega a alcanzar el famoso Do de pecho no una, sino nueve veces, lo que hace que sea una de las piezas más exigente y difícil de todo el repertorio, al alcance de pocas voces.
Tonio, enamorado de Marie, solicita su mano no a su padre, sino a los componentes del regimiento que son los que la tienen adoptada. Tras una primera negativa, será al querer enrolarse en el regimiento cuando lo acepten. Con estos razonamientos tan propios de algunas obras de la época, donde lo que predomina es la música, se monta esta pieza tan especial.




El enlace, que no recoge la pieza completa, sino la segunda parte, pertenece a una función del Teatro Real de Madrid con una memorable interpretación del tenor mexicano Javier Camarena que realizó un bis, algo muy infrecuente en este escenario.




Para finalizar, por si te has quedado con ganas de más información, enlazo un vídeo sobre dos de los grandes tenores de los últimos años que han cantado de forma magistral este Ah, mes amis y sus Do de pecho, Luciano Pavarotti y Juan Diego Flórez.




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