Estancias

Pasión y seducción con Neruda y Mozart

Seducción, pasión y amor no siempre van juntos. En nuestras vidas puede llegar a haber momentos en que se reúnen, pero en muchas ocasiones transitan por distintos lugares. 
De la misma manera, en la literatura y la música podemos encontrar situaciones que reflejan los tipos de relaciones que se dan en nuestras vidas. En ocasiones, la seducción y la pasión están marcadas por el amor y desembocan en historias personales que magnifican, idealizan o muestran lo más sublime o lo más ruin de las relaciones personales. En otros casos, la seducción y la pasión no buscan ese sentido del amor, sino que se mueven con fines más concretos como la conquista inmediata. El arquetipo es la figura de Don Juan o del seductor Casanova.
En esta entrada te propongo disfrutar el placer de dar un paseo por la pasión y la seducción desde la perspectiva de dos grandes genios en su especialidad: La entrega apasionada, incondicional y seductora de la poesía de Pablo Neruda en Los versos del Capitán y la pasión seductora, amoral y desprovista de amor del Don Giovanni de Mozart. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere". 


El libro Los versos del capitán se publicó en 1952 en una edición del pintor italiano Paolo Ricci de 44 ejemplares. El prólogo consistía en una carta firmada en La Habana por Rosalía de la Cerda en la que explicaba que enviaba al editor unos poemas que le había escrito un excombatiente del bando republicano en la Guerra Civil Española. Ella había realizado una gira como artista en la frontera con Francia y habían vivido una intensa historia de amor de la que surgieron los poemas.


No fue hasta años más tarde cuando Pablo Neruda añadió una Explicación a este prólogo en el que desveló el supuesto anonimato y su autoría. En el siguiente enlace se puede seguir la gestación del libro en el blog Algún día en alguna parte, publicado por un enigmático Alguien.







Dividido en siete partes tituladas El amor, El deseo, Las furias, Las vidas, Oda y germinaciones, Epitalamio y La carta en el camino, el poema que comparto pertenece a la primera de ellas, El amor.







En 1787 propusieron a Haydn que compusiera una ópera bufa para estrenar en Praga. Rehusó la invitación, pero llamó la atención sobre las "grandes, inimitables obras de Mozart, tan intensas y de un entendimiento musical tan grande". Y añadió: "Si los hombres influyentes reconocieran su valía, los países rivalizarían para poseer tan valiosa joya dentro de sus fronteras"
Mozart y su libretista Da Ponte buscaron un tema literario interesante para una ópera a estrenar en Praga, como hicieron en Las bodas de Fígaro, según una obra teatral de Beaumarchais. Se fijaron en la figura del libertino irresistible y desalmado que al final es castigado y del que existían versiones desde al menos dos siglos antes, Don Juan. El reto fue grande y trataron cuestiones escabrosas como la violación, la blasfemia o el asesinato con el final de la condenación eterna. En Don Giovanni aparecen la insaciabilidad y los caprichos del erotismo que llegan a la agresión y la muerte, la amoralidad de un personaje falso y desafiante y la triste y patética lealtad de una amante, Doña Elvira, que cae en brazos de un mujeriego indigno de ella, asesino de su padre.
Beethoven admiraba a Mozart por sus obras, entre ellas Don Giovanni, pero se estremecía al pensar que se pudiera escribir una ópera, un dramma giocoso en el que se mezcla lo serio con lo bufo, sobe un tema tan ruin y obsceno como el de esta obra. El último día de vida de un degenerado y licencioso aristócrata no debía tener en su planteamiento ningún elemento cómico, pese a que Mozart sólo introduce al criado Leporello, un personaje vulgar, que interpreta, como ejemplo el Aria del catálogo que puedes recordar en el enlace Madamina el catalogo è questo.



Tras el estreno de Il disoluto punito, ossia il Don Giovanni (El disoluto castigado o Don Giovanni) el periódico local Prager Oberpostamtzeitung publicó: "Los entendidos y los músicos coinciden en afirmar que en Praga no se ha interpretado nunca nada semejante. La aparición del señor Mozart, que dirigió personalmente la orquesta, fue saludada con un triple: ¡Viva!" 
El tema principal en todas las óperas de Mozart es el amor, que en Don Giovanni aparece de manera extraña, ya que no se culmina; no hay parejas de enamorados en el sentido habitual. Doña Ana y Don Octavio sólo cantan un dúo en el que ella promete venganza. Los campesinos Zerlina y Masetto ni siquiera cantan juntos. El único dúo de amor es entre ésta última y Don Giovanni; un dúo donde el protagonista despliega sus dotes seductoras alternando tonos persuasivos (Là ci darem la mano) con otros de efusión adolescente (Viene, mio bel diletto!), con que casi convence a la muchacha mientras ésta celebra una fiesta para anunciar su próxima boda con Masetto.
En esta pieza el compositor despliega su musicalidad logrando que Zerlina reconsidere su promesa matrimonial un poco por la persuasión de Don Giovanni, un poco por inclinación propia. Mozart es insuperable para dotar a su música de una ambivalencia extraordinaria. El personaje despliega sus artes de seducción, desde el delicado susurro a la melodía de la clase noble, hasta finalizar con una música popular y saltarina. La aparición de Doña Elvira salva a la muchacha.



El enlace recoge el recitativo previo y el dúo Là ci darem la mano con Rodney Gilfry como Don Giovanni y Liliana Niketeanu en el rol de Zerlina dirigidos por Nikolaus Harnoncourt en la Ópera de Zurich en 2001 con subtítulos en castellano. El susurro, el entusiasmo, la persuasión que despliega Don Giovanni van mermando la voluntad de Zerlina.


La calidad y fama de este dúo, una de las piezas más conocidas de Don Giovanni llevó a algunos cantantes a realizar versiones fuera del mundo de la ópera. En el siguiente enlace te propongo ver y oír una interpretación de Là ci darem la mano a cargo nada más y nada menos que de Frank Sinatra y Kathryn Grayson. El acento americano, la adaptación de la música a los intérpretes y el aspecto melódico a sus voces le dan un aire entre curioso e interesante. 


Quizás el hecho de publicar de forma anónima Los versos del Capitán se debiera a que Neruda estaba en proceso de separación de su esposa Delia del Carril y vivía una tormentosa relación con Matilde Urrutia. En alguna ocasión el poeta chileno narró que el hecho de no poner su autoría en la primera edición se debió al hecho de no querer dañar a su entonces esposa.



De todos los poemas del libro es, posiblemente, Tu risa el más conocido de todos, del que se han llegado a realizar diversas adaptaciones musicales.



La última interpretación musical nos acerca al desaparecido barítono ruso Dimitri Hvorostovski que nos dejó a los 55 años de edad. Sirva este enlace como recuerdo de su capacidad vocal e interpretativa, cantando junto a la mezzo soprano letona Elina Garança en 2015 en un concierto celebrado en Moscú. En esta versión se puede apreciar de forma más contundente la dificultad técnica de la pieza y la interpretación del dúo de cantantes.


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La Florencia renacentista

La belleza no es más que la promesa de la dicha
Stendhal

Pocas ciudades hay en el mundo que tengan la historia y se dediquen a cuidar la belleza como Florencia. Pertenece a ese grupo de ciudades que deslumbra a quienes la visitan.
Su importancia se reveló fundamental en el Renacimiento con la aparición de tantos artistas y pensadores que revolucionaron el arte y la cultura, desde la poesía a la música, la pintura, la literatura o la arquitectura. Por ella pasaron y quedaron para la historia GiottoBocaccioDanteBoticcelliMiguel ÁngelMaquiavelo o Petrarca, muchos de ellos bajo la influencia y patrocinio de la dinastía de los Medicci.


Stendhal, el escritor francés la visitó en los primeros años del XIX y, tras una de sus visitas por la ciudad llegó a escribir: "Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme". Esa sensación que causan ciertas emociones ante la presencia de obras de arte se conoce desde hace años como El síndrome de Stendhal.

En varias ocasiones han pasado por este blog personajes y obras relacionados con la ciudad de la Toscana. En esta entrada viajamos a Florencia con la vista puesta en el humor y el amor, éste último también con un tono irónicamente desenfadado.


El texto de esta entrada viene de la pluma de Carlo María Cipolla, un historiador de la economía que publicó, en principio sólo para sus amigos, dos pequeñas obras, Allegro ma non troppo, que traigo esta semana, y Teoría de la estupidez, ambas cargadas de un fino sentido del humor.
Ya en el prólogo de la primera Cipolla se pregunta qué es el humor: "La vida es una cosa seria, muy a menudo trágica, algunas veces cómica. El humorismo, que consiste en la capacidad de entender, apreciar y expresar lo cómico, es un don más bien escaso entre los seres humanos. Se refiere a la capacidad inteligente y sutil de poner de relieve y destacar el aspecto cómico de la realidad. Hacer humorismo sobre la precariedad de la vida humana cuando uno está junto a la cabecera de un moribundo no es humorismo. En cambio, cuando aquel gentilhombre francés, que subía las escaleras que lo conducían a la guillotina, tropezó con uno de los escalones y, dirigiéndose a los guardianes exclamó: "Dicen que tropezar trae mala suerte", aquel hombre bien merecía que se le perdonara  la cabeza. El humorismo está tan íntimamente unido a la elección cuidadosa y específica de la expresión verbal con que se manifiesta que difícilmente se consigue traducirlo de una lengua a otra".




Como en todas las entradas, música y texto están unidos por un nexo común. En este caso, viene de la mano del compositor Giacomo Puccini. Se trata de su ópera cómica en un acto Gianni Schicchi.
La obra transcurre el día 1 de septiembre de 1299 en FlorenciaRinuccio Laureta quieren casarse, pero ella carece de recursos económicos. El padre de LauretaGianni Schicchi se presenta para ayudar a los enamorados y es rechazado por la familia del novio. En ese momento, ella suplica a su padre que les ayuden interpretando, entre pícara y zalamera, el aria más conocida de esta obra, O mio babbino caro.



La trama continúa haciendo que Schicchi acceda a la petición de su hija y se haga pasar por un pariente adinerado fallecido para modificar su herencia y pasarse a sí mismo todos los bienes del difunto.
El nombre del protagonista de la ópera aparece en el Canto XXX de la primera parte de la Divina Comedia dedicado al infierno. Para finalizar la obra, Gianni Schicchi deja la acción y, acercándose al borde del escenario, pide al público que con un gran aplauso alivie el castigo que Dante Alighieri le impuso enviándolo al tormento eterno por su capacidad de suplantar a otras personas.



O mio babbino caro es una de esas piezas que han tomado vida fuera de la obra y ha entrado a formar parte del repertorio de las grandes sopranos en sus recitales.
En esta ocasión, una interpretación impecable de Anna Netrebko la soprano que triunfa estos años en el Metropolitan Opera House de New York, en un recital que se dio en 2006 al aire libre en Waldbuhne con la Orcherter der Deutschen Oper de Berlín dirigida por Marco Armiliato.


La popularidad del aria ha sido tan grande que se la puede recordar en diversos anuncios publicitarios. También en algunas películas o series de animación. Para terminar, te dejo con una entraññable aparición de O mio babbino caro junto con Snoopy en un capítulo de Charlie Brown.


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Budapest, la perla del Danubio

Budapest es una ciudad que se presta al recuerdo, a la degustación de lo visto y vivido. 
En este nuevo capítulo de Viaje de Otoño te propongo acercarte, desde la curiosidad por la ciudad desconocida o desde el recuerdo de lo visitado, a una de las ciudades más fascinantes de Europa Central. Nos acompañan textos de Claudio Magris y música de Béla Bartók y Johann Strauss hijo.


Hablar de Claudio Magris es hacerlo de uno de los intelectuales europeos que influyen con su obra desde finales del pasado siglo. Catedrático de literatura en lengua alemana en la universidad de Trieste, su tierra natal, es un prestigioso germanista, traductor o simplemente interesado por la obra de autores como Ibsen, Joseph Roth, Musil, E.T.A. Hoffmann, Hermann Hess o Borges, además de autor de un gran número de ensayos y obras narrativas. Una de sus temáticas es la necesidad de una unión europea, una obsesión sobre la que sobrevuela su pensamiento en muchas de sus obras. El sueño de la Mitteleuropa, la Europa Central, como unificación y unicidad en lo cultural y político, en una búsqueda de la memoria del continente, la creación de un espacio que trascienda lo geopolítico y en el que en su gestación y desarrollo han participado lo germano y lo judío como elementos esenciales: "La cultura alemana, y con ella la judía, ha sido un elemento de unidad y de civilización en la Europa centro-oriental". Obras como El Danubio, Otro mar, Conjeturas sobre un sable, Microcosmos, Utopía y desencanto, A ciegas o La exposición forman parte de su obra literaria. 
Su obra El Danubio abunda en la temática de ahondar en la memoria de Europa a través de un relato que aborda un viaje que transcurre entre lo externo y lo interno, a través de los más de tres mil kilómetros que recorre el gran río europeo a lo largo de su curso, en un viaje que profundiza entre la memoria y el sueño de la creación de un espacio europeo. Según sus palabras: "La cultura europea es como el Danubio, que atraviesa fronteras nacionales, humanas y psicológicas. Es el símbolo de estas diferencias, pero también del rescate de su unidad. El viaje es una posibilidad de salvar esas fronteras, igual que las salva el río, preservando siempre la diversidad".



Este recorrido deviene entre registros variados y elementos de distinto calado, desde simples anécdotas hasta episodios de mayor trascendencia. El río surge con mayor importancia que lo simplemente geográfico: es el símbolo de un sueño de convivencia plural frente al particularismo y el enrocamiento de los nacionalismos.
Como el mismo río Danubio, la parte  central del libro está dedicada a la Panonia, esa antigua región romana que coincide con la cuenca danubiana de gran parte de Hungría y Croacia, Serbia, Eslovenia, Eslovaquia y Austria. En la sección dedicada a Panonia, Magris nos recorre la parte húngara del río en unas observaciones que lo llevan a profundizar en el alma de la capital magiar.


La música en Hungría es tradición, espectacularidad y modernidad. El gran héroe musical, la gran figura histórica de la música en Hungría es Franz Liszt, acaso el pianista más grande que haya dado la historia como intérprete y como compositor. Su figura se paseó por toda Europa, influyendo en todos los grandes compositores e intérpretes del continente. Tenía fama de poder leer cualquier partitura, por muy difícil que fuera, a primera vista. Técnicamente era de una destreza inigualable y su obra va desde las composiciones de autoría propia hasta las adaptaciones que realizaba de obras de otros compositores. Es el caso de Las Paráfrasis y Les Réminiscences, obras en las que traduce al piano temas de distintas óperas, pero en las que no se limita a la simple transcripción, sino que ahonda y avanza en la caracterización de la obra, sus personajes y la historia.
Además, hay autores que han trabajado desde esta tradición y la música popular para crear obras que se encuentran entre las más asombrosas composiciones del siglo. 
Béla Bartók se inició en la música desde su infancia. Tras completar sus estudios musicales, inició una carrera compositiva y como intérprete de piano con algunos éxitos, pero se prometió dedicarse a la investigación folclórica junto con Zoltan Kodály, llegando a completar el estudio de la música popular húngara. Su única ópera es El castillo de Barba Azul, una original obra que oscila entre el misterio y la vanguardia en la que logró unir la tradición junto al impresionismo y al expresionismo. Basada en un cuento de Perrault, el libreto fue obra de Béla Balázs, un poeta, dramaturgo y guionista del naciente cine.
La historia, con poca acción y sólo dos personajes, está más cerca de lo metafísico y lo profundo que de lo convencional. No hay números cerrados como arias o dúos. Judit acaba de casarse con Barba Azul y le pide explicaciones sobre qué hay tras cada una de las siete puertas de su tenebroso castillo. La escalofriante historia muestra cómo va descubriendo, tras cada puerta, el sangriento pasado de su esposo. 


La historia sirvió a Bártok para componer un mosaico sobrecogedor cargado de metáforas: en un universo simbolista, mientras Judit va conociendo qué se esconde en cada una de las estancias, el público se adentra con ella en un mundo de dolor, un palacio sin salida, reflejo de la huella que deja el crimen y que, tras cada promesa de redención, exige no hacer nuevas preguntas. Después de la sexta puerta se vislumbra un lago formado con las lágrimas que el esposo ha hecho derramar a lo largo de su vida. Aquí le plantea a Judit si ve necesario, con halagos y abrazos, la posibilidad de que ella no abra la última puerta, entre las dudas y arrepentimientos de los dos personajes. Tras la séptima puerta se revelan las tres esposas anteriores de Barba Azul, como fantasmas condenados al silencio y la resignación. "Tras el de la mañana, el del mediodía y el del crepúsculo, tú serás el de la noche -le dice a Judit-. Ahora no habrá más que sombra, la sombra para siempre".
El enlace nos presenta el comienzo de la ópera con el barítono Kolo Kováts como Barba Azul y la mezzosoprano Syilvia Sass como Judith con sir George Solti dirigiendo a la London Philarmonic Orchestra.


Uniendo las ciudades de Óbuda, la más antigua, Buda, la ciudad oficial, la de la corte de los reyes magiares, con Pest, la comercial, la ciudad de la burguesía y el pueblo, en el siglo XIX toma entidad la nueva Budapest, una de las ciudades más hermosas de cuantas bordean las orillas del gran río europeo.
La ciudad floreció en los primeros años del siglo XX con una inquietud cultural que se planteaba qué relación existía entre lo esencial y la forma, entre el funcionamiento de las cosas tal como son y la autenticidad de como deben ser. Coincidiendo con el milenio húngaro, en 1896, la creación artística lleva al extremo la espectacularidad de sus monumentos, la creación del metro subterráneo (el segundo más antiguo del mundo tras el de Londres), los compositores hacen avanzar la música hasta colocarla entre la vanguardia europea.



Heredera de estos años es la visión que Budapest nos ofrece hoy. Badavári palota (El Palacio Real), con Várnegyed (El barrio del Castillo), el Mátyá Templom (la Iglesia de Matías, que no de San Matías) o ese impresionante balcón panorámico hacia el Danubio y Pest, el Halásbástya (el Bastión de los Pescadores) marcan el impresionante señorío de la corte húngara. 
Unida por sus monumentales puentes, al otro lado del río, Pest modificó su aspecto para surgir como la vemos en la actualidad con sus amplias avenidas y elegantes edificios, una mezcla de exuberancia y gigantismo, una mezcolanza entre el floreciente capital húngaro y el imperialismo proveniente de Viena. Se diría un eclecticismo historicista con el que la burguesía quisiera aparentar y ostentar un estilo propio húngaro.
Aquí deslumbra el edificio de Országház (El Parlamento), un espectacular monumento neogótico, casi catedralicio; Nagykörút (Gran Bulevar), con sus avenidas repletas de actividad; Andrássy út (Avenida Andrassy), la más elegante de las avenidas de la ciudad, en la que se cobija la fastuosa Magyar Állami Operaház (Ópera Nacional), un edificio espectacular por fuera y por dentro; el Vásárcsarnok (Mercado Central), impresionante edificio de varias plantas cubierto con una amplia nave de bóveda metálica; hasta la popular Hösök tere (Plaza de los Héroes).
Una deliciosa película de Ernest Lubischt de 1940, The shop around the corner, difundida en España como El bazar de las sorpresas, nos permite entrever ese ambiente de las primeras décadas del siglo. 
También abunda la tradición centroeuropea de los cafés, con algunos anodinos edificios que esconden su acogedora monumentalidad tras fachadas insospechadas, como el Café New York



Pero la música de Budapest y de Hungría en general, bebe mucho de lo popular. Sus aires, estilos y bailes han pasado a formar parte de la algunas composiciones clásicas. Originaria de los verbunkos en el siglo XVIII, ha sido popularizada por agrupaciones romanís por toda la zona circundante, llegando a ser popular en los países limítrofes.
La más popular de las danzas húngaras, las czardas se componen de dos tiempos bien diferenciados, comenzando de manera tranquila y parsimoniosa (lassú) para terminar con un tiempo muy rápido y animado (friss).
Interior de la impresionante Ópera de Budapest


En el último guiño a Budapest podemos ver una interpretación de las Czardas de Die Fledermaus (El Murciélago), una deliciosa opereta de Johann Strauss hijo, en la que se recoge el ambiente musical de finales del XIX y comienzos del XX en pleno apogeo de la dinastía de los Habsburgo cuando el imperio Austro-Húngaro formaba una de las grandes potencias europeas. La unión de este ambiente mezclado de burguesía, nobleza, militares, en un decorado de lujo, fiestas y engaños, y en la que cada personaje está interpretando un papel en la fiesta distinto al suyo, hace que esta opereta aún se represente en la época previa al fin de año en los países germánicos. En esta pieza, Rosalinde evoca con su czarda el recuerdo de su Hungría natal.




Interpreta esta Czarda Kiri Te Kanawa en una producción grabada en el Royal Opera House del Covent Garden de Londres en 1984 con la dirección de Plácido Domingo.


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Cómo acabar de una vez por todas con la cultura

¿El humor es cultura? ¿Puede ser culto el humor?
La representación que tenemos de la vida, las grandes cuestiones que nos planteamos como personas o grupos forman nuestra cultura. Esta se ve influida por las distintas artes que, con sus métodos, estilos y técnicas ayudan a representar esa visión del universo y de la civilización que nos hemos creado entre todos.
El sarcasmo, la ironía, la crítica, la parodia, la destrucción de los convencionalismos o el absurdo son utilizados por el humor para cuestionar, subvertir el orden o hacernos reflexionar sobre el concepto que tenemos de aspectos tan variados como la cultura, la política o nuestra filosofía de la vida. El humor que se basa en estos conceptos -no el soez, el escatológico o el basado en la búsqueda de defectos- nos hace replantearnos el mundo desde una perspectiva a veces ilógica e irracional desmitificando y obligando a replantearnos los conceptos que tenemos.
Te propongo un recorrido desde y por el humor para acercarnos a dos de los estilos más personales de nuestra época, con la compañía de uno de los cineastas más prolífico de la historia del séptimo arte como es Woody Allen y con el grupo argentino Les Luthiers. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!



Hablar de la obra de Allan Stewart Königsbert, su obra cinematográfica, los libros o su afición a la música de jazz, especialmente del clarinete que suele interpretar semanalmente con The New Orleans Jazz Band nos dice poco. Pero si cambiamos el nombre de pila por el de Woody Allen, nos encontramos con una de las personalidades más reconocidas del mundo del cine de finales del siglo XX y comienzos del XXI, a pesar de un turbio asunto que ha empañado su trayectoria profesional y personal.
Para los seguidores de Allen, una trayectoria de más de cuarenta años con una película en cada uno de ellos de la que suele ser guionista, director e incluso protagonista, es un lujo. Comenzó a los quince años vendiendo chistes a distintos columnistas, humoristas y periódicos, en una carrera que aún continúa y que le llevó a recibir el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 2002.



Enmarcado dentro de un estilo muy personal, con un sentido del humor muy característico, su carrera se ha mostrado muy irregular, alternando brillantes producciones con otras que han pasado inadvertidas para el gran público.
La primera película enteramente suya fue Toma el dinero y corre en la que comenzó a mostrar su original estilo en una insólita mezcla entre drama, comedia y documental. Ganador de cuatro premios Oscar, películas como Annie Hall o Manhattan le valieron el reconocimiento de la crítica y el público, aunque su sentido del humor y de la narración cinematográfica siempre ha sido mejor apreciado en Europa, como algunos de sus directores cinematográficos más apreciados, que en Estados Unidos, donde la industria cinematográfica gusta más del estilo de las producciones que de lo personal que puedan ser estas. 
En La Rosa Púrpura del Cairo introdujo ese elemento mágico que tiene el cine que hace que nos guste y, por momentos, nos aislemos de los problemas de nuestra vida y podamos sumergirnos en unas historias que nos son ajenas. Este elemento lo ha explotado como un importante recurso dramático en películas posteriores como Medianoche en París. Entre las películas de las últimas década destacan Match Point y Vicky Cristina Barcelona, rodadas en Londres la primera y la última en España.
Entre sus producciones más originales se encuentra Zelig, una película contada en forma de documental en blanco y negro (una de sus luchas ha consistido en reivindicar el uso de este formato lumínico), que con su disparatado humor, narra la historia de Leonard Zelig, un exagerado caso de inseguridad que, en su búsqueda de ser aceptado, le lleva a camuflarse inconsciente y prodigiosamente entre quienes se encuentra para pasar desapercibido. Entre judíos le crecen barbas y tirabuzones; entre negros, su piel se oscurece. La película-documental pasa por escenarios tan distintos como la Alemania nazi, la casa de Randolph Hearst (el magnate de la prensa que retrata Orson Welles en Ciudadano Kane) o la América de la Gran Depresión. Además de la originalidad de su estilo narrativo, el aspecto envejecido de la cinta se logró a base de pisotear y ensuciar las cintas originales.
Pero esta irregular carrera de Allen está acompañada de la publicación de algunos libros, la mayoría en forma de guiones cinematográficos. En Cómo acabar de una vez por todas con la cultura, publicado en 1971, se recoge una recopilación de relatos publicados en The New Yorker en su mayor parte y publicado en Estados Unidos con el título Gettin Even. Suponen una edición en tono irónico con la que Woody Allen toma elementos de la cultura occidental y la historia recientes para llevarlos a ese absurdo en el que desenvuelve como pez en el agua, con la intención de llevar a quien lo lea a replantearse la percepción que tiene de las situaciones y los personajes.
En Cómo acabar de una vez por todas con la cultura aparecen los temas que serán recurrentes en su obra: el psicoanálisis, la cultura judía, junto con ese sentido de la ironía y lo paradójico.
De este libro te traigo una selección de su capítulo Para acabar con las biografías en el que recrea, a su estilo, el invento del sándwich por el conde del mismo nombre.



Desde hace cincuenta años el grupo Les Luthiers pasea su humor inteligente por el mundo hispanohablante. Si ya es difícil permanecer varios años entre los grandes de cualquier especialidad artística, cincuenta años presentándose ante el público y llenando escenarios se antoja una cifra que indica la calidad de este grupo argentino.
Nacidos en un principio para participar con el Coro de la Facultad de Ingeniería en un certamen universitario en Argentina, comenzaron pronto a destacar por su agudo sentido del humor basado en un excelente dominio del idioma con juegos de palabras, dobles sentidos, una carga crítica hacia convencionalismos y tópicos, desplegado todo con una seriedad y elegancia que hace aún mayor el contraste. 
El nombre de Luthier hace referencia a los constructores de instrumentos musicales (también lutier, laudero o violero nombraban en italiano a los constructores de laúdes y después cualquier instrumento de cuerda) y otra de las características de este grupo es la de actuar con instrumentos de la más diversa índole y procedencia: desde latas de conserva convertidas en instrumentos de cuerda, hasta cucharas y sartenes como elementos de instrumentos de percusión, pasando por cuantos objetos puedan ellos imaginar que poseen la sonoridad adecuada a sus espectáculos: el bolarmonio, a base de balones, o la exorcítara, un arpa luminosa hecha para desalentar a los demonios mientras suena.



Recientemente han recibido el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades de 2017, en cuya ceremonia indicaron que el premio recibido lo han ganado "con la ayuda de la música, extraños instrumentos y la exuberancia y las ambigüedades del idioma castellano"
Creadores de un universo propio donde quienes entran permanecen en la mayoría de las ocasiones, un personaje ha alcanzado la universalidad gracias a ellos: Johann Sebastian Mastropiero. Este compositor aparece en un gran número de sus gags, siendo aceptado con la complicidad y complacencia del público como un personaje anacrónico del que nadie sabe cuándo nació, si ha muerto o no, en qué época ha vivido y que igual compone música barroca que renacentista, boleros o tangos. En este primer enlace se realiza una breve presentación del personaje y los títulos de algunas de sus obras antes de la interpretación de La princesa caprichosa.



En la citada ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias Marcos Mundstock afirmó, como representante del grupo, que el sentido del humor sirve para "contemplar las cosas de una manera distinta..., lúdica, pero sobre todo lúcida... a la cual no llegan otros mecanismos de la razón" y que este sentido del humor "se aprende y mejora con el tiempo. Nadie nace riendo"



El esquema de los gags de Les Luthiers suele ser similar: Una presentación del autor y la pieza seguida de la interpretación de la misma, todo con la seriedad y dignidad de las grandes salas de conciertos. En el siguiente enlace presentan uno de los madrigales de Johann Sebastian Mastropiero, La bella y graciosa moza...


El juego con el lenguaje, los equívocos en las citas, los dobles sentidos son algunas de las técnicas que utilizan Les Luthiers para crear su humor. En este último enlace, el inolvidable Daniel Rabinovich sustituye a Marcos Mundstock en su habitual labor de presentación de una de las obras de Mastropiero.


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