Estancias

Voces de hoy: Anna Netrebko

Desde sus inicios el mundo de la ópera ha tenido, querido e incluso necesitado de grandes figuras que ejercieran el papel de figura estelar, cantantes o compositores con la capacidad de ilusionar, crear pasiones y atraer a grandes públicos. De la misma manera que en la actualidad son los grandes cantantes de rock o pop, desde el siglo XVIII los cantantes, especialmente las sopranos, los tenores y, durante algún tiempo los castrati atrajeron al público con sus voces, su talento y, en muchos casos, con su condición de divos. 
El término Diva  es la forma femenina de la palabra latina divus y en italiano se generalizó como Divina, equiparándose al término Prima donna, y aplicándose a las cantantes que poseían una gran voz y un fuerte temperamento, que eran capaces de llenar por sí solas los teatros de ópera arrastrando a grandes masas de público y, en determinadas condiciones, unas exigencias que llegaban a lo caprichoso.
Grandes divas han sido María Callas, Renata Tebaldi, Montserrat Caballé o Ángela Gheorghiu y en siglos pasados las hermanas Giulia y Giudita Grissi, Maria-Felicia García (conocida como La Malibrán) o Adelina Patti (una cantante que se hizo millonaria porque llegó a cobrar por ¡cada nota que cantaba!).
En cuanto a voces masculinas, Divo o Primo uomo, ha habido quienes han llenado el mundo de la ópera con su voz portentosa y su carácter. Conocidos de todos son los nombres de Caruso, Plácido Domingo o Luciano Pavarotti
Es precisamente con la desaparición estelar de estos últimos que el mundo operístico necesita un divo o una diva que llene tan carismático espacio. Alguien que llene teatros, que alimente pasiones, un intérprete que sea mediático y que trascienda de su rol en los escenarios y pase al público que no es entendido en la materia.
En la actualidad, quizá no haya ningún cantante que levante tantas pasiones como Anna Netrebko, con algunos detractores y muchos seguidores. Yo me cuento, desde hace muchos años entre los que admiran su voz y su trabajo desde que la oí y vi cantar por primera vez.
Te propongo un repaso por algunos de los momentos relevantes en la carrera de Anna Netrebko que dejan ver por qué es la gran diva de la ópera en la actualidad. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!



Anna Yurievna Netrebko nació en septiembre de 1971 en Trasnodar, una ciudad de algo menos de un millón de habitantes situada en el sur de Rusia, de padre geólogo y madre ingeniera. Su afición por la escena hizo que se fuera a San Petersburgo a estudiar canto, trabajando como limpiadora en los camerinos del Teatro Mariinsky, empleo que le servía para costear los estudios a la vez que le daba la oportunidad de presenciar los ensayos y representaciones. En ese lugar y empleo la conoció el director musical del teatro, Valery Gergiev, ante quien, dos años después, se presentó a una audición. Se ha recordado hasta la saciedad el comentario que éste le hizo cuando la vio: "¡Vaya sorpresa, si también cantas!" Una anécdota que ha hecho que en algunos medios se la compare con la protagonista de la historia de la Cenicienta
En 1994 debutó bajo su dirección cantando la Susanna de Las bodas de Fígaro de Mozart, un momento del que se conserva una grabación de cuestionable calidad y publicada por el propio tenor Vladimir Samsonov, el tenor que cantaba con ella en la representación y en la que la soprano aparece sólo en la primera parte. Un documento que podemos considerar histórico.

  

Tras su debut se dedica al repertorio ruso y viaja en 1995 a Estados Unidos con Gergiev donde interpreta el papel femenino en la ópera Ruslan y Ludmila de Glinka en San Francisco.
Pero su verdadero paso al estrellato se produce con los papeles de Donna Anna del Don Giovanni de Mozart en Salzburgo en 2003 con Nikolaus Harnoncourt y La Traviata junto al tenor mexicano Rolando Villazón en 2005 también en el festival de la ciudad austriaca en la producción de Willy Decker bajo la dirección de Carlo Rizzi.



El enlace los muestra a los dos en uno de los dúos más conocidos de esta ópera. La versión escénica de La traviata de Decker posee una fuerza dramática impactante y cruda que la ha llevado a multitud de escenarios. En los dos últimos años ha tenido hueco en el Metropolitan Opera House de Nueva York y está prevista que se lleve al escenario del Teatro Real de Madrid en la próxima temporada operística con otros intérpretes. Confío en no perder la oportunidad de verla en directo.



A partir de estos momentos, la carrera de la Netrebko pasó a formar parte del pequeño grupo de los grandes intérpretes capaces de trascender los escenarios. Desde hace unos años es la reina indiscutible del Met (Metropolitan Opera House) de Nueva York, un escenario donde cada año interpreta varios roles y donde se la adora. Escuchar una ópera suya en directo o verla en vídeo o cines supone que su primera aparición en escena es interrumpida por los aplausos del incondicional público antes de que llegue a cantar. 
Por una parte, posee una voz privilegiada, con mucho volumen y una amplia tesitura (que la hace alcanzar el Mi bemol alto e incluso pasar al fa), un timbre muy personal, atractivo, con color y que se luce muy bien en las grabaciones, podríamos decir que es fonogénico (no sé si existe tal expresión). Su voz de soprano lírica la hizo triunfar en papeles más ligeros como los citados y los papeles protagonistas de La  Sonnambula, Rigoletto, Lucia di Lammermoor, I Puritani, Gianni Schicchi o la Musetta de La boheme.
Además la Netrebko tiene un innegable atractivo físico que la hace triunfar en las producciones de televisión y las retransmisiones que los teatros de ópera realizan en directo a través de las salas de cine de medio mundo. Tiene también la capacidad de meterse en la psicología del personaje que canta y lo interpreta de forma extraordinaria.



Su complicidad y empatía con el público la hace alejarse de los estereotipos de diva caprichosa y alejada de los medios que intenta preservar un glamour trabajado; antes bien, se muestra espontánea, dispuesta a aparecer en distintos medios, publica sus estancias y viajes en las redes sociales sin mucho complejo.
Después del nacimiento de su hijo su voz ha cambiado. Se ha hecho más oscura y con más volumen y se acerca más a la soprano lírica spinto, lo que la ha llevado a abandonar poco a poco el repertorio con el que comenzó de heroínas belcantistas más superficiales y reinventarse en nuevos roles más dramáticos: personajes veristas como Manon Lescaut, wagnerianos como la Elsa de Lohengrin y otros como Lady Macbeth, Adriana Lecouvreur, la Tatiana de Eugen Oneguin o la Leonora de Il Trovatore.
El enlace nos muestra una reciente interpretación de enero de 2019 en el Met en el papel de Adriana Lecouvreur.


Como la gran diva que es, los teatros de ópera de todo el mundo se disputan su participación y compiten por tenerla en sus escenarios, lo que hace que Anna Netrebko tenga la agenda cargada de interpretaciones de óperas o recitales (en los que suele cantar con su marido el tenor ruso Yusif Eyvazov) como el que dará la próxima temporada en el Teatro Real de Madrid.


Anna Netrebko y Yusif Eyvazov

Su primera grabación, Opera Arias, fue uno de los discos de música clásica más vendidos en 2003. Al año siguiente sacó Sempre Libera dirigida por Claudio Abbado en el que interpretaba también conocidas arias de ópera. Siempre para la Deutche Grammophon, Netrebko alterna los discos con las grabaciones en vídeo de algunas de sus óperas: La Traviata, I Puritani del Met, L'elisir d'amore, Anna Bolena, Il trovatore o Lohengrin.
El último enlace pertenece a la interpretación del papel de Elvira de I Puritani de Bellini en el Met neoyorkino en 2007 y nos muestran la voz e interpretación de la que quizás sea la más grande de las cantantes de estos momentos.


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Contenido Extra: Si tienes curiosidad y tiempo, hay un vídeo que también podríamos considerar histórico anterior al debut de Anna Netrebko en el que aparecen tres alumnos del Conservatorio Rimsky-Korsakov de San Petesburgo grabado en 1992. La postura académica del cuerpo y, sobre todo, las manos de los intérpretes son más que simpáticas. 

Notre-Dame de París, Victor Hugo y nosotros

#NotreDameVictorHugoEtMoi

Asistimos atónitos a uno de los accidentes que más impacto ha tenido sobre todos nosotros, especialmente los europeos. El pasado 15 de abril de 2019 un incendio causaba grandes destrozos sobre los tejados de pizarra y madera de la Catedral de Notre Dame de París. No sólo se incendiaba un edificio, sino todo un símbolo de la historia y la cultura europea, la primera gran catedral gótica. 
Sus obras comenzaron en pleno siglo XII, en 1163 y, aunque estaba prácticamente terminada cien años después, no fue hasta 1345 en que quedó definitivamente finalizada. Su emblemática aguja central hubo de ser desmontada en 1786 y tras la Revolución Francesa fue expoliada y utilizada como almacén, hasta que Napoleón Bonaparte la devolvió a la Iglesia francesa pocos años antes de su coronación como emperador en ese mismo lugar. Una nueva restauración comenzada en 1845 y que se prolongó durante un cuarto de siglo devolvió la iglesia a su esplendor con la renovación de una nueva aguja central de 96 metros de altura, la incorporación de las gárgolas que conocemos en la actualidad y la desaparición de los edificios colindantes para resaltar su majestuosidad.
No fue hasta 1831 en que Victor Hugo publicó su novela Notre Dame de Paris (Nuestra Señora de París ) en que volvió a recuperar parte del prestigio que le correspondía como edificio y símbolo de la historia y la cultura de Europa.
En esta entrada sugiero hacer y sentir como Patrimonio de la Humanidad la iglesia de Notre Dame, así como un paseo por la obra de Victor Hugo y poder escuchar la última música que se interpretó allí, así como la que no se ha podido oír por los acontecimientos. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere! 





Ver cómo se destruye un edificio como Notre-Dame es dramático por su carácter simbólico, cultural e histórico. Ese dolor que lo acompaña podemos mitigarlo con algunas consideraciones. En primer lugar, porque todo apunta a que ha sido un accidente, no una muestra de intolerancia como podría haber sido un atentado. Además, la rápida acción de la sociedad francesa y europea encabezada por el presidente Macron y algunos grupos empresariales y familiares que se han comprometido a colaborar con algunas donaciones para comenzar lo más pronto posible la restauración, enfatiza la intención de que el templo parisino vuelva a ser el símbolo que era antes del suceso. En tercer lugar, porque no ha habido víctimas personales que lamentar. Y por último, porque hay situaciones y problemas más importantes en nuestro planeta a los que dedicar nuestros esfuerzos e inversiones: hambrunas en muchos lugares, situaciones de desequilibrio entre países desarrollados y otros de lo que se dio en llamar Tercer Mundo; inmigración por culpa de guerras y situaciones de opresión. 


Notre-Dame en un grabado del XIX, aún sin la aguja. Hulton Archive Getty
Cuando Olivier Latry fue nombrado en 1985 uno de los cuatro Titulaires del grands orgue de Notre-Dame de París contaba 23 años de edad. En la actualidad está reconocido como uno de los grandes intérpretes e improvisadores de órgano, habiendo llevado a más de cuarenta países del mundo su maestría, llegando a convertirse en uno de los más populares organistas franceses.
En el enlace siguiente podemos admirar su estilo interpretando la conocida Tocata y Fuga en re menor, BWV 565 de Johann Sebastian Bach. Si quieres, puedes oírla mientras continúas leyendo, aunque el vídeo nos muestra un film de Dorian & Hugo producido por Gump & La Dolce Volta para el álbum Bach to the Future grabado en Notre-Dame, que tiene el atractivo de mostrarnos la complejidad del órgano, además de hacer un recorrido por el interior de la iglesia parisina.


Considerada la primera catedral gótica, Notre-Dame tiene también una vida literaria en la que destaca, sobre todas, una obra.
Victor Hugo, el gran novelista francés del siglo XIX, el hombre que llenó con sus libros más de medio siglo de la cultura de Francia, quiso ser desde pequeño escritor. "Deseo ser Chateaubriand o nada" escribió en su cuaderno con apenas catorce años. Nacido en 1802 en Besançon, en una Francia ya revolucionaria, Hugo rompió con el estilo del neoclasicismo desde sus primeras obras para proclamar el principio de "la libertad en el arte" y entrar de lleno en el romanticismo.
Poeta y dramaturgo, lo que lo ha hecho pasar a la historia de la literatura son sus novelas, marcadas por una mirada histórica y el hecho de poner el acento en las injusticias sociales, lo que le hizo renegar de su condición de político conservador para adoptar posturas críticas con su antes admirado Napoleón III y exiliarse durante dos décadas en las que continuó escribiendo.
Algunas de sus obras se adaptaron a la ópera como Lucrezia Bogia de Donizetti (basada en su Lucrèce Borgia) o Hernani y Rigoletto (inspirada en Le roi s'amuse, El rey se divierte) de Verdi.
Más de setenta obras forman su legado literario entre los que se encuentran novelas como El último día de un condenado a muerte, Notre-Dame de Paris, Los miserables o Noventa y tres, además de algunas pinturas y el hecho de construirse él mismo algunos de sus muebles, que indican la capacidad de trabajo y lo polifacético que fue.

Ciudad con puente caído. Dibujo de Víctor Hugo, 1847
En el prólogo de Notre-Dame de París, Hugo deja claro cuál fue el origen inspirador de la novela y el trágico final que no deseaba para un edificio con tanta historia. Ahora, en estos momentos trágicos, alcanzan de nuevo fuerza y sentido.



El martes 16 de abril, el día siguiente al incendio que devastó la catedral de Notre Dame, iba a tener lugar un Concierto de canto gregoriano y música medieval titulado Les sept dernières paroles (Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz) por el Ensemble vocal de Notre Dame de Paris con Sylvain Diedonné en la dirección. En él se iban a interpretar obras anónimas y de grandes compositores tanto medievales como del siglo XX: Guillaume Dufay (Vexilla regis), Olivier Messiaen (L'abîme del oiseaus, de su Cuarteto para el final de los tiempos) o Raphaël Mas (Les sept dernières paroles).
Pese a la evidente suspensión del concierto en el momento y el lugar previsto, enlazo con una grabación del himno Vexilla regis de Dufay por el grupo Musica Antiqua perteneciente a un disco publicado en 1954 en Berlín por la Deutsche Grammophon GmbH con obras de los grandes autores medievales franceses: Perotin, Leonin, Machaut y el mismo Dufay. Este Vexilla regis era la obra con la que iba a finalizar este concierto, dentro del más ortodoxo estilo del medievo francés.


Victor Hugo aprovechó un encargo que tenía de publicar una novela para posicionarse a favor de uno de los edificios medievales más emblemáticos de Europa, la Catedral de Notre-Dame, en un momento histórico en que los edificios góticos eran derribados para ser sustituidos por otros más de acuerdo con la época. 
Creó así Notre-Dame de Paris (Nuestra Señora de París), una novela que seguía los postulados del romanticismo. Los protagonistas marginales, una trama cargada de amores imposibles y una ambientación histórica que arranca en 1482, hacen que personajes como el jorobado Quasimodo, la gitana Esmeralda, el archidiácono Frollo o el capitán Phoebus de Châteaupers, junto con quienes forman la Corte de los milagros pasen a formar parte de nuestra cultura colectiva.


En estos días de conmoción ante el incendio de Notre-Dame hemos podido leer en las redes sociales que las productoras cinematográficas que han realizado películas sobre esta obra han llegado a predecir el incendio e incluso el final de esta iglesia. Nada de eso. Leerlo en la fuente original nos muestra de dónde surge la idea y lo fácil que ha sido convertir el texto de Victor Hugo en imágenes cinematográficas.



Si la música anterior no se ha podido escuchar en su momento, la que nos acompaña a continuación tiene la emoción de ser la última que se interpretó en Notre-Dame, justo el día anterior al incendio. En la celebración del Domingo deR amos, el 14 de abril de 2019, se interpretaba en la comunión el Stabat Mater de Jean-Charles Gandrille
Nacido en 1982, Candrille es uno de los jóvenes compositores franceses que escribió esta obra como una Letanía para dos sopranos y órgano en 2015, obra que se interpreta con frecuencia en los ritos de Notre-Dame, como en esta celebración del pasado Domingo de Ramos. En esta ocasión se cantó en adaptación para el Coro Infantil de La Maîtrise Notre-Dame de París.


Confiamos en que pronto podamos volver a visitar y escuchar los sonidos de Notre-Dame. Leer sobre ella, podemos hacerlo en cualquier ocasión con la obra de Hugo u otras, aunque queremos saber que el final aún no está escrito.

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Bibliografía consultada:
  • Nuestra Señora de París. Hugo, Víctor. Alianza Editorial, 2012. Traducción de Carlos Dampierre
Webgrafía:

Prodigios: Talento, esfuerzo, futuro

Con el paso del tiempo vamos seleccionando qué hacer y a qué dedicar el tiempo libre (sí, momentos casi inexistentes en que no sabes qué hacer).
La televisión, que ya hace décadas que entró en nuestras casas y en nuestras vidas, vive unos momentos tan cambiantes como todo lo que nos rodea. Vivir de lleno en la modernidad liquida, como la denominaba Zygmunt Bauman, supone aceptar que nada es estable ni seguro, que lo que hoy es no indica que lo sea mañana.
Así, la televisión se ha instalado en una búsqueda constante de formatos que se acaban quemando en sí mismos, de espectáculos constantes que sólo llaman la atención cuando se superan en la mediocridad de sus contenidos, transmitiendo la idea de que con talento puedes instalarte en la fama y la abundancia para siempre, una suerte de lotería vitalicia.
Además de formatos donde cualquier ciudadano anónimo puede asaltar la popularidad y alimentarla con realities que nunca muestran lo mejor de la condición humana, están surgiendo otros que se escudan en la búsqueda del esfuerzo, del mérito y la constancia, el poseer un talento que, en un momento afortunado, hagan el milagro del triunfo.
En estas semanas, casi por casualidad, he descubierto el programa Prodigios de Televisión Española. Se trata de un talent show con una propuesta diferente a las anteriores. 



¿Qué tiene Prodigios que lo hace diferente?
En primer lugar el interés por promocionar la cultura, algo totalmente descuidado en la televisión, especialmente en las cadenas privadas donde lo que prima es la búsqueda de la mayor audiencia a costa de lo que sea. Alentar el conocimiento de la cultura, la base de nuestro humanismo es siempre alentador y marca la diferencia, aunque hasta las televisiones públicas lo obvien. 
Saber que hay muchos jóvenes talentos en nuestra sociedad que están continuamente formándose para hacerse con un hueco en el panorama musical y que llegarán a triunfar como intérpretes es una buena noticia.


En Prodigios los participantes se dividen en tres grupos: Canto, Instrumental y Danza. En el primero aparecen jóvenes que trabajan con el único instrumento vivo que existe, la voz humana. Cantantes que interpretan, y nos emocionan con su voz  con complicadas arias y canciones de repertorio actual.
En el segundo grupo intervienen intérpretes de distintos instrumentos que actúan como solistas junto a una orquesta que los acompaña. En el último de los grupos son bailarines de ballet quienes nos muestran las enormes capacidades que disponen y sobre las que están trabajando.
Todos ellos muestran su talento, su esfuerzo en distintos conservatorios y muestran que serán los intérpretes del futuro. 
Un segundo punto a favor es el formado por los jueces que valoran y deciden quienes y por qué pasan a las siguientes fases. 



Tres personalidades de reconocido prestigio en estos campos forman el jurado: Comenzamos con el primero. Nacho Duato, el prestigioso coreógrafo y bailarín valenciano, uno de los mayores puntales del ballet en España en las últimas décadas y que, en la actualidad dirige el Ballet del Teatro Mikhailovsky de San Petersburgo (Rusia) es el encargado de los participantes en el apartado de Danza.


Otro de los puntales del programa es el presentador. Podemos estar de acuerdo en que Boris Izaguirre tiene una fuerte personalidad y, como tal, puede caer mejor o peor. A mí, personalmente, me gusta su forma de hacer y ser. Pero sí es importante hacer caer en la cuenta que, en este programa, el presentador está más cerca del público inexperto que de los jueces. La admiración que muestra el presentador por el mérito de quienes participan se aproxima más a los espectadores que a los expertos, lo que hace que su punto de vista se identifique con quienes están en casa. Además, la familia está presente con la participación de Paula Prendes entre bastidores, como forma de acercar público y participantes.



Pero lo que más llama la atención del programa, o a mí al menos me lo parece, es la dinámica en que estos participantes viven. Con su talento y esfuerzo han decidido que su vida está en la música, que su futuro es formar parte de orquestas, ballets, óperas o musicales; que en su vida van a pasar por muchas pruebas y filtros para llegar al lugar que desean. Y esa idea que tienen tan integrada en su trabajo hace que afronten este programa con una visión distinta a otros. Es una prueba más, importante por la repercusión que tiene, pero una más. Y aquellos a quienes encuentran en el camino son a la vez sus rivales (no dejemos de recordar que se trata de un concurso) y unos compañeros con los que se encontrarán en diversas ocasiones, con los que competirán o colaborarán según las circunstancias.
Comprobar cómo aceptan los veredictos y muestran la complicidad que les une a sus compañeros no es algo que veamos en nuestra sociedad más acostumbrada a quejas, insultos y desprecios a quienes compiten o difieren con nosotros.
Como no podía ser de otra forma, la música es siempre en directo con la participación de la Orquesta Sinfónica de Castilla León dirigida por Salvador Vázquez Sánchez.



El segundo componente del jurado es el director de orquesta Andrés Salado, una de las jóvenes batutas que ha dirigido a la mayoría de las grandes agrupaciones de nuestro país, además de otras de ámbito internacional y que en la actualidad dirige la Joven Orquesta de Extremadura, lo que le hace estar en contacto con los jóvenes intérpretes y ser el encargado de valorar a los participantes del apartado Instrumental.


Dejo para el final al tercer componente del jurado. Ainhoa Arteta, una de las grandes sopranos de nuestro país que cuenta en su repertorio con más de una treintena de óperas, es la encargada de los intérpretes de Canto. Aún guardo en la memoria la magnífica Adriana Lecouvreur que nos ofreció en el Teatro Maestranza la pasada temporada.
El programa Prodigios se puede ver en La 1 de Televisión Española la noche de los sábado, aunque está disponible para mayor comodidad en Internet en A la carta: Prodigios.
Prodigios es un oasis entre tanto desierto televisivo, una bocanada de aire fresco en un medio que no cuida la calidad.


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Strauss es de dominio público

Cualquier autor que pretenda expresar con su obra su mirada y su interpretación de la sociedad que le rodea anhela que su trabajo llegue al alcance de todos. Es el deseo de quien escribe, esculpe, pinta, interpreta, compone música, diseña edificios o cualquier otra disciplina artística. Pero no todos llegan a formar parte del selecto grupo de los elegidos que llegan a alcanzar el reconocimiento por su obra.
Con los derechos de autor, estos generan unos beneficios que dan soporte a la profesionalización y pasan, tras el fallecimiento del autor, a sus herederos. Algunos de estos derechos fueron prorrogados en 1998 en veinte años mas, pasando de 70 a 90 años en algunas disciplinas, por lo que, al finalizar 2018 algunos pasaron a ser de dominio público. Esto supone un cambio en la vida de las obras de los autores, ya que editoriales, teatros u orquestas, por ejemplo, disponen de esas obras sin tener que pagar derechos, lo que hace que se programen o editen de nuevo en condiciones económicamente más rentables. Lo que pierden los herederos lo ganamos los lectores y el público en general.
A partir del 1 de enero de 2019 pasan a ser de dominio público obras de escritores como Marcel Proust, Agatha Christie, Lovecraft, Hemingway, Aldous Huxley, Sigmund Freud, Virginia Woolf, Joseph Conrad, Kipling o Bernard Shaw entre otros, según se recoge en la página La piedra de Sísifo. En el mundo de la composición son tres los autores cuyas obras pasan a ser de dominio público: Joaquín Turina, Nikos Skalkottas y Richard Strauss.
En el programa de Radio Clásica de Radio Nacional de España La Dársena del jueves 4 de abril se hacía referencia a la situación de las obras de este último y se señalaban algunos estudios sobre los beneficios que estos derechos aportaban hasta el pasado año a los herederos del compositor y que se puede seguir en el enlace anterior a partir del minuto 41.
Te propongo un comentario sobre los derechos de autor y paseo por las obras de Strauss que pasan a dominio público. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!



No es la primera vez que Richard Strauss aparece en este blog. Nacido en Munich a mitad del siglo XIX fue uno de los compositores que marcaron el rumbo de la música del siglo XX, una figura reconocida como el gran revolucionario de la música entre los compositores que el público y los críticos tildaron precisamente de revolucionarios en su concepción de la música.
Próximo a la obra de Wagner en sus primeros años (su padre Franz tocó la trompa en los estrenos de algunas de sus obras), entabló amistad con su viuda Cósima y alguno de sus hijos, hasta que la relación, en paralelo con una obra que iba madurando por otros terrenos, hizo que caminaran por senderos diferentes, lo que no quita que Strauss dirigiera en ocasiones en el festival wagneriano de Bayreuth.
Alex Ross en El ruido eterno dedica algunos capítulos a la obra de Strauss, especialmente en en capítulo Richard I y Richard III, siendo el primero Wagner y el último Strauss sin que exista nadie entre ambos.



Tras sus poemas sinfónicos y varias intentos que no convencieron, Srauss alcanza notoriedad con óperas como Salomé o Elektra adentrándose en los caminos del psicoanálisis y el expresionismo, el escándalo y la provocación con el uso de las armonías y el uso de textos de escritores proscritos por la censura y tratados de anarquistas o lujuriosos.
Tras estas obras, sigue su fecunda colaboración Hugo von Hofmannsthal en una de las ópera más celebradas y que supone un paso atrás en el camino emprendido, un remanso con una cierta vuelta al clasicismo con Der Rosenkavalier (El caballero de la rosa).
Pensando en crear en la siguiente ocasión una ópera de gran éxito de público, compositor y libretista opinaban de forma diferente. Strauss deseaba una comedia entre burda y grotesca protagonizada por el barón Ochs, mientras Hofmannsthal pretendía una comedia vienesa elegante protagonizada por el símbolo de la rosa de plata, su portador Octavian y el personaje de La Mariscala. Finalmente la obra toma las dos ideas en una singular mezcolanza.


Richard Strauss tiene la idea de que el barón Ochs interprete una melodía de vals vienés en una obra que se desarrolla en la sociedad de finales del XVIII cuando esta música aún no había encontrado la forma que le daría el otro apellido Strauss. Los Johann, padre e hijo, Joseph y Eduard Strauss llenaron el siglo XIX vienés de esta música alegre y ligera con la que la sociedad del Imperio Austro-Húngaro olvidaba los problemas, alegraba sus ratos de ocio y se divertía.
No se conforma Richard en utilizar la música predilecta de los vieneses, sino que incluso toma uno de los valses straussianos para utilizar uno de sus temas en El caballero de la Rosa. Como uno de los leitmotiv de la ópera utiliza una de las melodías del Dynamiden-Waltzer de Joseph Strauss, el segundo de los hermanos de la dinastía de músicos vieneses del siglo XIX tan relacionada con el mundo de los valses, polkas y mazurcas. 
El enlace corresponde a una interpretación de la Wiener Philharmoniker dirigida por Zubin Mehta en el Concierto de Año Nuevo de 2007 y es el primero de los temas que desarrolla tras la introducción el utilizado en la ópera.


El primer biógrafo de Strauss, su amigo Max Steinitzer, comentó que mientras se negociaba el estreno de Elektra, el compositor llegó a afirmar: "La próxima vez escribiré una ópera mozartiana". El caballero de la rosa lo es en cierto punto. El personaje de Octavian no deja de recordarnos al Cherubino de La nozze di Figaro, más cuando es interpretado en ambas por una mezzosoprano que canta un personaje masculino. El tema de la obra y la expresión de los sentimientos recuerdan las óperas de Mozart, de la misma forma que los enredos y equívocos que salpican toda la trama.
Alex Ross continúa en El ruido eterno tratando la figura y la obra de Strauss.


El barón Ochs de Lerchenau es un aristócrata venido a menos, en cierta medida grotesco y zafio que, en un primer momento iba a ser el protagonista central de la historia en la idea que tenía Strauss
En una ópera que se sitúa en Viena alrededor de 1740, en pleno reinado de Maria Teresa, situar un vals es una temeridad, en cuanto que es un consciente anacronismo, ya que comenzó a popularizarse esta música en la década de 1820. Strauss lo introduce en, al menos, tres ocasiones en la voz del barón a partir de la melodía del vals citado anteriormente. En realidad no es el barón quien se expresa con esta melodía vienesa, sino el compositor a través de su personaje.


En la parte final del Segundo Acto, tras un desplante en forma de duelo, Octavian hiere en el antebrazo al barón quien grita como un moribundo ante un rasguño superficial. Tumbado en un lecho improvisado, Sophie, su joven prometida se queja del comportamiento grosero de Ochs, mientras le dicen a Octavian que salga de la casa. Ofrecen vino al barón mientras le preparan un lecho de plumas, a lo que este se remueve ronroneando pensando en el descanso. Annina entra con una carta en que una de sus camareras le escribe enamorada aguardando respuesta. El barón se las promete muy felices con esta "conquista" gracias a sus supuestos encantos, mientras se recrea canturreando el último verso del vals: "Mit mir, mit mir keine Nacht dir zu lang" (¡Conmigo, conmigo no habrá noche demasiado larga para tí!).
El bajo Kurt Moll es uno de los cantantes que más veces ha interpretado en escena el papel de Barón Ochs de Lerchenau. El enlace corresponde a una interpretación llevada a cabo en el Festival de Salzburgo con la dirección de Herbert von Karajan.


Desde finales de 2019 las obras de Richard Strauss serán, con todas sus consecuencias, de dominio público.

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Bibliografía consultada:
  • www.kareol.es: Letras y traducciones de óperas y música vocal.
  • Batta, András. Ópera. Compositores, obras, intérpretes. Könemann Verlagsgesellschaft mbHl, 1999, Colonia (Alemania)
  • Alier, Roger. Guía universal de la Ópera. Ediciones Robinbook, S. L. 2007, Barcelona. Ma non troppo.
Webgrafía: