Estancias

Alicia y las canciones sin sentido

Hay nombres que con sólo citarlos nos acercan no sólo al personaje que representan, sino a una idea o arquetipo relacionado con nuestro mundo. 
Carmen, la gitana de Sevilla, nos muestra la fuerza del amor indómito. Don Juan es el eterno conquistador, de la misma manera que Fausto pacta con el diablo o Robinson Crusoe es el náufrago capaz de sobrevivir en una isla abandonada por la fuerza de su cultura y civilización.
Decir Alicia es evocar en nosotros un mundo plagado de historias extrañas o extravagantes, ilógicas y contradictorias, imposibles juegos de palabras e inimaginables paradojas que asociamos a la infancia, aunque en esa época no se alcanza a conocer todas las implicaciones y significados que hay tras cada una de las historias y personajes que aparecen en sus libros.
Pocas historias han sido tan llevadas a la gran pantalla como estas aventuras de Alicia a la que imaginamos y vemos rodeadas de extraños personajes y situaciones.
Te propongo un paseo por algunos textos de Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll acompañados por algunos de sus poemas con la música de Lyza Lhemann. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
Todas las ilustraciones son de John Tenniel y corresponden a la primera edición
Hablar de Charles Lutwidge Dodgson o Elisabetha Nina Mary Frederica Lehmann no nos dice nada a la mayoría de nosotros, aunque sí podemos reconocer al primero de ellos bajo el pseudónimo de Lewis Carroll, el autor de uno de los personajes clásicos más conocidos de los últimos siglos: Alicia, un nombre al que asociamos con El país de las maravillas.
En cambio Liza Lehmann, nombre con el que fue conocida la coprotagonista de esta publicación, aún sigue siendo un personaje desconocido, a quien iremos descubriendo a lo largo de esta publicación.
Encasillada en la literatura infantil, Alice's Adventures in Wonderland (Alicia en el país de las maravillas) o su continuación Through the Looking-Glass (A través del espejo) fueron escritas para uso privado tras ser narradas oralmente a unas niñas en diversos paseos en barca o por el campo. Más tarde, Carroll fue invitado a publicarlas, logrando un éxito inmediato.
El testimonio de Alice Liddell, la protagonista principal de la historia junto con sus hermanas e hijas del deán del Chirst Church de Oxford recuerda esos momentos.



Las historias de Alicia están salpicadas de absurdos juegos de palabras, conceptos matemáticos como negaciones, opuestos o inversiones o ideas cargadas de una enorme fantasía que, en muchas ocasiones, no se encuentran al alcance del conocimiento de los jóvenes lectores.
Las narraciones están salpicadas de algunos poemas de creación propia del autor, aunque en determinados casos son modificaciones de canciones o poemas populares pasados por los tamices señalados anteriormente.


En esta situación es donde aparece nuestra segunda protagonista, Lyza Lehmann, una compositora de la segunda mitad del XIX y primeros años del XX que realizó un ciclo de canciones sobre los poemas de Carroll a los que denominó Nonsense songs. The songs that came out wrong from Alice in Wonderland (Canciones sin sentido. Las canciones que salieron equivocadas de Alicia en el país de las maravillas).
Se trata de un ciclo publicado en 1908 con nueve canciones para cuatro solistas (soprano, contralto, tenor y bajo) que son interpretadas por distintas combinaciones de dichos cantantes y piano.
Los títulos de este ciclo de canciones aluden a algunos de los poemas que salpican la obra y son los siguientes:
1- ¿Cómo hace el pequeño cocodrilo?
2- Furia dijo a un ratón.
3- Eres viejo, padre William.
4- Habla con rudeza a tu pequeño (nana de la duquesa)
5- ¿Caminarás un poco más rápido?
5a- ¡Oh! Es amor.
6- Sopa Mockhurtle.
7- La reina de corazones.
8- Me dijeron que había estado con ella (en la escena del juicio).
9- Epílogo: A Alicia

Cada uno de los textos que nos acompañan finaliza con un poema en el que se basa cada una de las canciones de Lyza Lehmann.
El primero de estos textos nos sitúa en el momento en que el Conejo Blanco deja sola por primera vez a Alicia.



El primero de los temas, How doth the little crocodile (¿Cómo hace el pequeño cocodrilo?) nos acerca a la grabación que han realizado Will Clothier (barítono), Maddie Jones (soprano), Matthew Cooke (tenor) y Sophia Lyons (soprano) con el piano de Daniel Harding y que ha sido subido al canal de éste último en febrero de 2020. La grabación ha sido realizada en el Colyier-Fergusson Hall de la Universidad de Kent como parte del proyecto #AliceatUKC. Como podemos observar se trata del cuarteto que abre el ciclo de canciones.


Lewis Carroll (1832 1898) fue un diácono anglicano, profesor de lógica y matemáticas y fotógrafo, aunque su fama le vino por ser el autor, sobre todo, de las dos obras citadas. Además, publicó con su nombre verdadero Charles Dodgson diversos escritos sobre lógica simbólica, álgebra, matrices o matemáticas recreativas, dentro de su trabajo profesional como docente en la Christ Church de Oxford.



El éxito de la primera de las aventuras de Alicia fue inmediato, hasta el punto de cambiar su forma de vida, con una popularidad que hizo que recibiera miles de cartas de admiradores de su obra.






La pieza que pone música a este extraño poema en el que la propia Alicia tergiversa alguna letra conocida es la tercera de las canciones del ciclo de Lehmann: You are old, Father William (Eres viejo, padre William), una canción para dúo de bajo y tenor, interpretada por los cantantes y pianistas citados en la obra anterior.


Nacida en 1862, Lyza Lehmann estudió composición y canto debutando en 1885 como soprano hasta que dejó los escenarios una década después tras casarse. A partir de ese momento dedicó su vida profesional a la composición, de forma especial a la música vocal, a la que dedicó algunos ciclos a las canciones de arte, de salón o infantiles, además de varias óperas y diversas piezas para voz y orquesta.
Poco antes del cambio de siglo recorrió Estados Unidos donde se interpretaron sus composiciones, regresando a su país natal para ser cofundadora de la Society of Women Musicians (Sociedad de Mujeres Músicas), una asociación que luchaba por los derechos de las intérpretes y compositoras dentro de la sociedad británica, llegando a ser su primera presidenta. Estos trabajos de composición y gestión los compaginó con el de profesora de canto de la Guildhall School of Music.



En la parte final de Alice in Wonderland aparece The Queen of Hearts (La Reina de Corazones), un controvertido personaje, malhumorado, histérico y gritón que va avasallando, nunca mejor dicho, a sus vasallos. Más adelante, Alicia se ve inmersa en un juicio en el que no sabe muy bien de qué se le acusa.



Este poema, el más corto de todo el ciclo se corresponde con el número 8 del ciclo Nonsense songs con el título The Queen of Hearts (La reina de corazones), en la que la soprano pone la voz al reconocido personaje del Conejo Blanco quien recita, casi grita, en la novela estos versos.
La soprano Sophia Lyons con el acompañamiento de Daniel Harding es quien interpreta esta canción, repitiendo en dos ocasiones el texto dada su brevedad.


La última de las piezas del ciclo de estas Canciones que salieron equivocadas lleva por título Epilogue: A Alice. El autor del libro, Carroll sitúa este poema justo en el inicio de la obra, en un prólogo que dedica a la Alicia personaje, aunque hace referencia de modo indirecto a Alice Liddell y sus hermanas, de quienes siempre afirmó que no eran las directas protagonistas de las historias.
Lyza Lehmann prefiere alterar este orden y dedicar, no el prólogo completo sino la última estrofa de la composición de Carroll al epílogo con el que cierra el ciclo.



Este Epologue: A Alice nos acerca de nuevo a la grabación que han realizado Will Clothier (barítono), Maddie Jones (soprano), Matthew Cooke (tenor) y Sophia Lyons (soprano) con el pianista Daniel Harding grabado en el Colyier-Fergusson Hall de la Universidad de Kent como parte del proyecto #AliceatUKC


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Bibliografía y webgrafía consultadas:

Puentes que nos unen

"We build too many walls and not enough bridges".
"Construimos demasiados muros y no suficientes puentes".
Isaac Newton

Ante un curso de agua que nos impide el paso, construimos un puente para atraversarlo. Así, erigir puentes ha sido desde la antigüedad una forma de unir espacios buscando la conexión entre lugares que estaban separados por corrientes que dificultaban el tránsito, ayudando a la conexión entre estos espacios y facilitando la confluencia de pueblos, culturas y civilizaciones. 
En la actualidad, los puentes se han hecho tan habituales y cotidianos donde se necesitan que se han convertido en elementos que pasan desapercibidos, volviéndose casi invisibles a nuestras miradas. Cruzar un puente caminando, en cualquier vehículo o circular bajo él se ha convertido en una costumbre que realizamos de forma rutinaria allí donde los hay y a la que no le prestamos atención. 
Sentir el paso que estamos realizando cuando cruzamos uno de estos puentes, contemplar el paisaje fluvial o marítimo natural o humanizado, rememorar o imaginar la historia pasada, evocar las músicas y las páginas que se han escrito sobre él o su arquitectura, pensar en una época en que no existía y separaba las zonas ahora adyacentes, o detener nuestro conocimiento o imaginación en los que había antes que este, son reflexiones que nos pueden ayudar a visibilizar esa sensación de inexistencia en nuestra mente.
Te propongo un paseo por algunos puentes y sus evocaciones desde libros y músicas, sabiendo que no están todos los que son, pero que representan a cuantos existen. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!



Durante muchos años, casi podríamos decir que siglos, algunos ríos han servido como elemento de separación entre territorios colindantes, de tal forma que han llegado a surgir culturas e incluso civilizaciones distintas a uno y otro lado de ríos caudalosos y difícilmente vadeables.
Hubo momentos en que el agua de los ríos sirvió como muralla o frontera que separaba y aislaba a unas personas de otras. En Nuestra Señora de París, Víctor Hugo desarrolla una extensa novela por la que transitan personajes que se arremolinan alrededor de la catedral parisina. Antes de centrarse en el cruce argumental donde confluyen las historias de Quasimodo, Esmeralda o Frollo, Hugo se interesa por mostrarnos cómo surgió y cómo era la originaria ciudad parisina cuyo núcleo primigenio surgió en una de las más conocidas islas fluviales de la historia: L'ile de la Cité. Allí, rodeada de la corriente del Sena, que ejercía a la vez de muralla y foso, y de sus primeros puentes, surgió esa enorme metrópolis conocida y admirada por todos.



Cuna de la civilización occidental, capital de un imperio que unió a todo el Mediterráneo bajo su organización, a la que dotó de una cultura que aún persiste en la legislación, los idiomas o las artes, Roma posee un río que se presenta sinuoso en su geografía urbana.
En Tosca, Giacomo Puccini hace que el tercer acto tenga un escenario singular, el Castel Sant'Angelo, ese edificio circular que sirvió de tumba entre otros de un emperador bético, Adriano. Allí, en la orilla del Tíber, sobre la explanada del fortín, se desarrolla este último acto de la ópera. Antes de que culmine la trágica historia de Floria Tosca y Mario Cavaradosi, preludiando el drama, Puccini nos deja un momento de paz antes del amanecer.
Por los alrededores del Castel Sant'Angelo un pequeño pastor, un niño, camina con sus ovejas buscando con la luz del día un lugar donde apacentar su rebaño.
El río con el puente que surge frente a la entrada de la fortaleza se nos muestra lírico y bucólico, inocente y tierno antes del desarrollo trágico y agónico. Casi como la vida.




El enlace corresponde a una producción de Tosca para el Festival de Bergenz de 2007 con Katia Velletaz en el papel del joven pastor interpretando Io de sopiri te ne rimanno tanti (Te mando tantos suspiros).


Poco conocido fuera de su ámbito geográfico, el Drina es un río cargado de historia, uno de esos elementos geográficos que se erigen en protagonistas del devenir de las civilizaciones.
Ivo Andric fue un diplomático y, sobre todo, escritor nacido en Dolac, en Bosnia, aunque de origen croata. Tras se encarcelado -sin pruebas concretas- como cómplice del atentado que originó la I Guerra Mundial, estudió historia y literatura eslava al salir de prisión, trabajó como diplomático yugoslavo en Alemania hasta la invasión nazi de su país y pasó la II Guerra Mundial bajo arresto domiciliario. Allí escribió su novela más conocida, Na Drini cuprija (Un puente sobre el Drina), una obra que sirve de metáfora de la convivencia y la lucha entre culturas y civilizaciones en la zona de los Balcanes y que, fundamentalmente, fue la que hizo que recibiera el Premio Nobel de Literatura en 1961. 
Puente sobre el Drina. A partir de una imagen de Internet
Un puente sobre el Drina es una novela que recoge el encuentro entre Europa y el Imperio Otomano, la muestra de que varias civilizaciones que se agreden pueden acabar por adaptarse, compenetrarse y enriquecerse de modo casi inadvertido, en la que las historias personales se convierten en historias universales. El puente sirve de nexo de unión y diferencias, un camino en el que las armas chocan y agreden, pero que los vecinos y enemigos acaban aceptándose en el transcurrir de los años y las generaciones.
En definitiva, se trata de un relato interesante al que volveremos en otra ocasión con mayor profundidad para tratar y conocer las relaciones entre culturas, civilizaciones y religiones que se cruzan, se mueven y conviven en el mismo espacio geográfico.




De la ópera pasamos a la zarzuela, aunque sigamos en Italia, aunque en esta ocasión sea en imaginaria localidad de Sorrentinos, en las inmediaciones de Nápoles.
Allí sitúan su zarzuela La Canción del olvido José Serrano y sus libretistas Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw, una obra que tuvo un gran éxito en su estreno en el Teatro Lírico de Valencia en 1916 y que se repitió dos años después en el Teatro de la Zarzuela de Madrid.
Al comienzo de la obra, Leonello interpreta Junto al puente de la peña, una romanza para barítono que se ha convertido con el tiempo en una de las piezas reconocibles del repertorio de zarzuela.
En el enlace que nos acompaña, el tenor Plácido Domingo, en su proceso de reconversión con su voz más grave y oscura, interpreta Junto al puente de la peña con la dirección orquestal del desaparecido Jesús López Cobos para la televisión de Perú.
En esta ocasión el puente se nos presenta, en un nuevo papel como lugar de encuentro amoroso, sean cuales sean las intenciones.



Pocos puentes alcanzan el favor y el reconocimiento popular como el que cruza el Moldava en Praga desde la Ciudad Vieja a Mala Strana, el Puente de Carlos.
Flanqueado por estatuas de piedra, este puente permanece siempre inundado de transeúntes, vendedores de recuerdos, músicos, casi como lo estaba en sus inicios.
En su exuberante fresco Praga mágica, el italiano Angelo Maria Ripellino, uno de los más destacados especialistas en literatura checa y rusa del siglo XX, nos presenta una mirada que abarca todo lo que se puede conocer de la capital de la República Checa. Ripellino parte de leyendas, canciones y poemas, anales y revistas, cuentos locales y de viajeros, para construir un fresco monumental y palpitante, que muestra la importancia de la capital checa, la imbricación de las tres culturas que la conformaron, bohemia, judía y alemana y su importancia dentro de la cultura europea.
No puede quedar fuera de esta cosmovisión praguense la mirada al más popular de sus puentes: El Puente de Carlos.



Si la mirada a la ciudad nos viene de uno de sus admiradores procedentes del exterior, la mirada a la arteria que recorre el país, su río más emblemático, el Moldava, procede de uno de sus compositores más admirado, Bedrich Smetana, considerado como el fundador de la música nacionalista checa, una generación mayor que el más famoso de sus compositores, Antonin Dvorak.
Natural de una pequeña localidad de Bohemia que durante su vida perteneció al imperio austríaco, Smetana comenzó a estudiar música con su padre, descubriendo un gran talento para el piano y  decidió dedicar su vida profesional a la música tras oír tocar a Liszt. Tras aprender checo en edad adulta, recaló en la ciudad sueca de Göteborg donde estuvo impartiendo clases, componiendo y dirigiendo hasta el fallecimiento de su esposa por tuberculosis.
Praga y el Puente de Carlos

A su regreso a Praga dedicó su trabajo a la composición dentro de un ferviente nacionalismo. Así surgieron óperas como La novia vendida y, de modo especial, su ciclo de poemas sinfónicos Má vlast (Mi patria), un conjunto de seis piezas que describen, reflejan, señalan y evocan a su país.
En el segundo de estos poemas, Vltava (El Moldava) realiza un recorrido no sólo por el paisaje y la geografía, sino también por la historia y las costumbres de sus orillas. En una obra con un sentido programático, Smetana comienza describiéndonos una de las fuentes en las que nace el río con rápidas melodías de las flautas acompañadas por violines y el arpa. La segunda fuente se presenta con los clarinetes. La música se tranquiliza cuando presenta la melodía principal, un tema majestuoso y lírico que evoca el transitar de las aguas del río por las campiñas de Bohemia, se entretiene en mostrarnos una boda campesina en sus riveras con sus melodías populares, o una escena de caza antes de hacer su entrada imponente y sublime en la capital checa, donde recuerda el tema del primero de los poemas sinfónicos al pasar por la fortaleza de Vysehrad. Más adelante, Smetana nos muestra unas pequeñas cascadas, los Rápidos de San Juan o una evocadora escena nocturna bajo la luna antes de precipitarse a un final apoteósico.


El más imponente de los ríos europeo, el Danubio, tuvo su primer conocimiento desde lo local, desde cada uno de los lugares y culturas que surgieron a su alrededor y vivieron junto y desde él. Ovidio lo llamaba "bisnominis", el río de los dos nombres por esta razón.
Este río, que surge desde varias pequeñas fuentes que han servido para que quienes vivan junto a ellas hayan luchado por poseer el origen de esta arteria europea, atraviesa, separa o une, vertebra y crea una entidad centro europea y de la Europa oriental que recorre más civilizaciones y culturas que ningún otro río del mundo.
L'ile de la Cité en el Sena
En su libro El Danubio, Claudio Magris realiza un recorrido por la geografía, ciudades, escritores, compositores, cafés, pescadores o monumentos que surgen del recorrido físico y la evocación que se realizan de este imponente río. La configuración de la Mitteleuropa, esa constelación de ideas geográficas, culturales y políticas que conforman la Europa Central pasan por el recorrido que Magris realiza desde las fuentes hasta la desembocadura del río.
Así, el Danubio se configura como una arteria repleta de puentes antiguos y nuevos, imponentes y modestos, pero el mismo río se erige como un puente en sí mismo, un vehículo que sirve de nexo de unión entre ideas, civilizaciones, culturas y pueblos.



Nuestra última mirada hacia los puentes nos acerca a Florencia y uno de los que cruza el Arno, el Puente Vecchio (El Puente Viejo), uno de los más originales de la ciudad y del mundo. Plagado de pequeñas edificaciones que en la actualidad sirven como comercios al turismo, su primera vocación no era esa, sino tender un camino discreto para que la familia Medicci pudiera transitar entre la sede del gobierno en el Palazzo Vecchio y su residencia en el barrio de Oltrarno, al otro lado del Arno como indica su denominación, el Palazzo Pitti.
Ponte Vecchio sobre el Arno visto desde el Palazzo degli Ufizi
La música que nos sirve de despedida a este homenaje a los puentes surge, no desde uno de ellos, sino desde una pequeña habitación donde una joven está intentando convencer a su padre de su relación amorosa. 
Gianni Schicchi, otra vez Puccini, se basa en una mención que Dante realiza sobre este personaje colocándolo en el infierno por haber suplantado a un fallecido para dictar un nuevo testamento más beneficioso a sus herederos del que él mismo sacará rédito. Junto con Il tabarro (El tabardo) y Suor Angelica, esta obra cómica forma un conjunto de óperas de corta duración, Il Trittico (El Tríptico), basadas en cada una de las partes de La Divina Comedia que suelen representarse juntas.
En la acción, que transcurre en 1299 cuando aún era un puente de piedra, Lauretta canta es aria O mio babbino caro (Mi querido papaíto) para intentar convencer a su padre Gianni Schicchi para que acepte a Rinuccio como su esposo. El despliegue de razones, halagos y chantaje dan a esta pieza un estilo único en que se mezcla el tono ardiente con el guiño cariñoso y la falsa amenaza de arrojarse a las aguas del Arno si no marcha adelante su amor.
Montserrat Caballé interpreta este aria de Gianni Schicchi de Puccini en uno concierto celebrado en Munich en 1990.



Cuando veas un puente, no dejes de pararte junto a él, acercarte hasta su centro, detenerte y evocar cuánto hay de historia, de música, literatura, ingeniería o arquitectura en ese concreto y en todos y cada uno de los que existen.

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Bibliografía consultadas:

¡La Malibrán ha muerto!

En ocasiones una muerte inesperada, a destiempo, nos sobrecoge desesperadamente. No sólo en lo personal.
¿Cuántas personas con un futuro prometedor han desaparecido antes de desarrollar todos sus proyectos? 
¿Cuántos personajes que venían a romper moldes o a desarrollar al máximo sus proyectos desaparecieron sin finalizarlos?
¿Quién no recuerda a cantantes que nos abandonaron antes de tiempo? ¿O a deportistas? ¿Quién no recuerda a actores que desaparecieron jóvenes aún?
En ocasiones se ha dicho que estas personas que concluyeron su vida inesperada y abruptamente son elegidos de los dioses.
En esta publicación trataremos de una de esas personas que nos abandonaron mucho antes del momento en que debían hacerlo, truncando su vida y una carrera que ya estaba en la cumbre del éxito. ¿Cuáles recuerdas así? ¿Qué tienen en común todas ellas?
Te propongo un recorrido por la vida de uno de esos personajes que nos dejaron demasiado pronto, aunque dejando una huella que aún perdura: María Malibrán. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!



Escritor y poeta, Alfred de Musset cayó joven en un abismo existencial tras la ruptura de su violenta relación con George Sand, aquella escritora a quien también recordamos unida a Chopin en Valldemosa. Destrozado, alcoholizado, su vida fue naufragando poco a poco hasta que encontró un breve remanso de amor junto a María Malibrán, quizás el primer gran y breve amor de ella. De ahí en adelante, nada fue como era en su obra de escritor y en su vida. De sus últimos años Heine llegó a decir: "Musset es tan ignorado por la mayoría de los franceses como podría serlo un poeta chino".
Tras el inesperado e inexplicable accidente en que la Malibrán perdió la vida, apenas dos semanas después, De Musset escribió una serie de estancias, veintisiete para ser más exactos, en las que llora, se desespera y encumbra hacia el Olimpo de los inmortales a la gran diva de la ópera en un lenguaje altisonante, épico y pretendidamente artificial y elaborado.



Inquieta, versátil, con una personalidad aplastante, la mezzosoprano romana Cecilia Bartoli estaba destinada a ser alguien diferente, hiciera lo que hiciese. Desde su preparación como bailaora flamenca en Roma, que luego cambió por la interpretación musical, la Bartoli siempre ha demostrado un estilo y una forma de ser únicos que la han hecho diferente a todos los estereotipos de este mundo tan particular.
Su voz inconfundible y su estilo tan personal hacen que una voz tan versátil como la suya se desenvuelva entre una enorme agilidad vocal y una fuerza expresiva tan particulares que oyéndola cantar siempre la reconocemos por encima de cualquier otra consideración. Si te gusta la voz de la Bartoli, siempre la disfrutas escuchándola, si no, es preferible escucharla en un repertorio menos conocido. A mí, particularmente, siempre me apetece oírla cante lo que cante.
Incansable buscadora, recuperadora de obras y personalidades, Cecilia Bartoli ha convertido cada uno de sus proyectos en un acontecimiento, una investigación que tiene mucho que aportar a los amantes de la música. Arie Antiche, Salieri, Opera Proibita, Mission, Sacrificium, St. Petersbourg o Farinelli han sido algunas de sus investigaciones que concluyeron con sendos proyectos discográficos.
En 2007 publicó su trabajo Maria que giraba alrededor de la figura de Maria Malibrán, una mezzosoprano como ella, una de las más grandes cantantes del siglo XIX, con una personalidad y un carácter de diva que podríamos asociar a lo que fue Maria Callas en el siglo XX.
En su personal estilo, Maria albergaba un trabajo de investigación y rescate que concluía, a grandes rasgos, con un libro editado en varios idiomas (inglés, francés, alemán e italiano) que incluía un disco con la grabación de temas emblemáticos para la Malibrán y un documental con el trabajo realizado sobre la protagonista. Además, para dar a conocer más la figura de la diva, una exposición móvil se trasladaba allí donde la cantante ofrecía recitales sobre este trabajo.
En este primer enlace podemos escucharla recreando una de las óperas que hicieron famosa a la Malibran, La Sonnambula de Bellini, en la que interpreta dos piezas, el aria Ah! non credea mirarti seguida de la cabaletta Ah! non giunge.


María Felicia García Sitjes nació en París de padre sevillano y madre gaditana. Manuel García era uno de los tenores predilectos de Rossini de quien estrenó, entre otras, El barbero de Sevilla. Tras triunfar en Italia recorrió con su esposa Joaquina Sitjes, conocida artísticamente como Joaquina Briones y sus tres hijos Manuel Patricio (un barítono que llegaría a ser considerado el más influyente profesor de canto del XIX) María Felicia y la pequeña Pauline (una longeva cantante conocida como Pauline Viardot) diversos países de Europa, recaló en Estados Unidos en 1825. Allí, el éxito familiar fue eclipsado por la joven María que, con diecisiete años y poca experiencia interpretando papeles en el escenario pese a que los pisaba desde niña, fue el centro de atención de público y prensa.
María, una personalidad indómita e independiente, había estudiado unos años en Inglaterra por indicación paterna. Las relaciones entre padre e hija fueron siempre tormentosas, con el deseo del padre de controlar al máximo la vida profesional y también personal de la mayor de sus hijas. 
En estas fechas, María se enamoró de un poeta en Nueva York, una relación que finalizó ante el rechazo total del padre, pero teniendo la certeza la hija que, en la próxima ocasión sería su voluntad la que prevaleciera.
Así, pocos años más tarde, harta del estricto control paterno y de los malos tratos que le infligía se casó en secreto en la ciudad americana con Eugene Malibrán, de quien tomó el nombre artístico. Al poco tiempo de este acto de rebeldía, María descubrió que, lejos de ser el rico banquero que pretendía ser, su esposo estaba en la ruina y, además, celoso, le prohibía dedicarse a cantar.


Era una época donde se prodigaban las grandes rivalidades entre los cantantes por ganarse el público y ser considerados los mejores entre los mejores, La Malibrán hubo de enfrentarse a algunas de las divas del momento. 
En el Teatro Alla Scala de Milán era por aquellos día la reina indiscutible del bel canto Giudita Pasta quien triunfaba haciendo suyo el papel de la Norma de Bellini.
María Teresa Álvarez publicó Ellas mismas. Mujeres que han hecho historia contra viento y marea, un interesante compendio de irresistibles mujeres que hubieron de luchar contra corriente para imponer sus ideas, sus trabajos y sus inteligencias en un mundo que no admitía la presencia de las mujeres más allá de su rol doméstico.
Por él desfilan y se nos muestran personalidades que van desde Leonor Plantagenet hasta Clara Campoamor, pasando por María de Molina, Concepción Arenal, Ana de Austria, la Princesa de Éboli o la propia Malibrán.
En el capítulo dedicado a esta última, Álvarez relata la rivalidad que enfrentó a La Pasta y La Malibrán en la que podríamos considerar el territorio de la primera, el Teatro Alla Scala.



Otra de sus rivales era la soprano alemana Enrichetta Sontag, quien finalmente dejó los escenarios tras casarse con un conde. Esta relación finalizó con una sincera amistad entre ambas cantantes.
En la película Maria Malibran dirigida por Guido Brignone en 1943 se muestra una escena, posiblemente ficticia, que recuerda esta rivalidad. Maria Cebotari interpreta a la Malibrán, mientras Silvia de Bettini se pone en el rol de la Sontag. La escena recrea un salón en el que un sonriente Rossini interpreta al piano el aria Non più mesta acanto al fuoco de La Cenerentola para la Sontag, apareciendo para regocijo de los invitados María Malibrán.


El matrimonio de María fue un rotundo fracaso aunque ella siguió con su esposo esperando el momento en que poder dejarlo, además de no poder ejercer su oficio. Meses más tarde su esposo fue encarcelado por estafa y bancarrota y la Malibrán encontró el momento de regresar a los escenarios ya que necesitaba de su trabajo para poder vivir.
Una vez saldadas las deudas, María abandona los Estados Unidos y vuelve a las giras y actuaciones por Europa interpretando las grandes heroínas de la ópera del momento.
Se cuenta que el mismo Rossini le ofreció la astronómica suma de 100.000 francos anuales por cuatro años de canto exclusivo en la ópera de París, una oferta que la diva rechazó pensando que no debía atarse en exclusiva al mismo público.
Fueron años de triunfo absoluto en los grandes escenarios de Europa que la convirtieron en la gran diva del momento. 
En esta época conoció al violinista belga Charles de Bériot de quien se enamoró y con quien tuvo un hijo. Intentó separarse de su esposo, pero éste no consintió, logrando, tras ayudas de diversas personalidades la anulación de su matrimonio religioso, pero no el civil.




Volviendo a las estancias que De Musset dedicó a La Malibran, la segunda de ellas nos muestra un tono épico, más propio de hechos heroicos que artísticos buscando que la protagonista encuentre su lugar entre los elegidos del Olimpo



Dentro de su álbum María, Cecilia Bartoli interpreta la sonora y onomatopéyica Rataplán, un aria que exige una gran agilidad vocal. La grabación está recogida de una actuación correspondiente al festival Echo der Stars de 2008.



No sólo eran su forma de cantar o su personalidad fuera y dentro de los escenarios lo que atraía y subyugaba a sus seguidores. María Malibrán se interesaba por el vestuario y la escenografía de las óperas que interpretaba. Siempre estudiaba el ambiente y las costumbres de la época en que se desarrollaba la obra para buscar los decorados más idóneos y en ocasiones diseñaba los trajes que iba a llevar en escena, intereses que hacían que su trabajo llegara mejor al público que la consideraba la mejor de su tiempo.


Maria Malibrán como Desdémona para Otello de Rossini. Henri Decaisne (1830)
En su descomunal, abigarrado y emotivo Libro de réquiems, Mauricio Wiesenthal recorre las estancias, palacios, hoteles, necrópolis, cafés y cualesquiera de los lugares donde los protagonistas de cualquier tipo de manifestación artística de los siglos XIX y XX pasearon sus existencias. 
En uno de sus viajes a Roma Wiesenthal se acercó a Villa Pamphilli para evocar una anécdota de María Malibrán en ese lugar.



Oír a Cecilia Bartoli cantar una pieza tan emblemática y conocida como Casta Diva, el aria de la Norma de Bellini es entrar en una dimensión diferente a las demás versiones. Bellini escribió el papel pensando en Giuditta Pasta como decíamos, una soprano que procedía también de la cuerda de contralto como la Malibrán. En esa esencia la pretende cantar la Bartoli, alejada de las voces de soprano que la cantan en las interpretaciones actuales.
En esta versión, tan diferente a las que podemos escuchar, la interpretación de Norma se acerca más a la plegaria, al intimismo, la preocupación y cierta esperanza que confluyen en la protagonista al cantarla. Aquí Cecilia Bartoli nos ofrece una versión más oscura y cargada de sentimientos encontrados.
Te propongo oír la versión que aparece en el disco María, sólo de audio, evocando las sensaciones que nos trae Wiesenthal. Entorna los ojos, siente los alrededores de Villa Pamphilli, los pinos, el agua de las fuentes... Déjate llevar por la plegaria que Norma dirige a la Luna, una diva como ella, con el acompañamiento de las cuerdas.


Los primeros días de septiembre de 1836 María se encontraba en Manchester donde tenía varias actuaciones. Paseando una mañana a caballo, cayó y fue arrastrada por su montura. Al levantarse y no sentirse especialmente mal acudió la actuación programada sin realizarse ningún reconocimiento médico. Un fuerte dolor de cabeza la acompañó de forma persistente los días siguientes.
El trece de septiembre la Malibrán cayó desmayada en el camerino tras una intensa y exigente actuación, entrando poco después en estado de coma del que no volvió a recuperarse. Murió el veintitrés de septiembre. Su cuerpo, por expreso deseo de Bériot, fue enterrado en la ciudad belga de Laeken.

Funeral de Maria Malibrán en la Catedral de Manchester y tumba en Laeken

Su muerte, su vida truncada precipitadamente, su valor y generosidad, la fuerza con que luchaba por aquello que quería crearon las circunstancias que la convirtieron en uno de los mitos de la ópera.  



La pieza con la que nos despedimos de María Felicia García Sitjes, la Malibrán es la romanza Cari giorni (Días queridos) de Inés de Castro, una ópera que Giuseppe Persiani compuso expresamente para la voz de la diva en 1835. Desgraciadamente no pudo estrenarla y el compositor hubo de realizar algunos arreglos vocales para que Fanny Tacchinardi Persiani, su esposa, la estrenara en el Teatro Alla Scala en 1837.
Sirva esta pieza como homenaje y despedida a la cantante.


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Contenido extra:
Si tienes aún tiempo e interés en conocer más sobre María Malibrán, enlazo un documental La Malibrán: la diva del romanticismo realizado por Radio Televisión Española dentro de una serie Documentales de grandes mujeres de la historia. Si no dispones de tiempo ahora, siempre podrás regresar a conocer más sobre esta importante cantante.


Bibliografía y webgrafía consultadas o interesantes:

¡Ay, las moscas!

Nos movemos entre diversas miradas. De la misma forma que miramos hacia lo elevado, lo sublime, lo trascendente de nuestra existencia, también dirigimos nuestra vista y nuestros pensamientos a lo cercano, lo cotidiano o aquello que nos acompaña.
Dentro de estas últimas miradas, nuestra atención se centra en ocasiones en detalles menudos, presencias incómodas y molestas o aspectos triviales.
Te propongo un acercamiento a unos animales que nos acompañan con más frecuencia de la deseada, resultándonos molestos e incómodos, pero de los que no podemos librarnos: las moscas. Nos acompañan obras musicales y literarias y, si es necesario... un matamoscas. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!



Tratar de las moscas no es un tema elevado ni trascendente, sino algo más vulgar, doméstico y, como todos coincidiremos, molesto.
Los insectos forman el grupo de animales más numerosos de nuestro planeta, siendo imprescindibles para la vida, ya que desarrollan, entre otras funciones, la de polinizar las plantas, algo totalmente necesario para la vida en nuestro planeta. Desgraciadamente también acarrean la transmisión de enfermedades y epidemias y, como en el caso de las moscas, también molestias en nuestra común convivencia.



No es la primera ocasión en que traemos a este blog la presencia de Luciano de Samósata, de quien tratamos el que posiblemente sea el primer viaje literario a nuestro satélite en La verdadera historia de los viajes a la Luna: Los precursores.
Pocos datos fiables hay sobre la vida de Luciano salvo el lugar de nacimiento de donde toma el nombre.
Poseedor de una gran habilidad literaria plagada de sentido crítico y satírico, de un penetrante sentido del humor e imaginación, Luciano pertenece a la que se llamó la Segunda Escuela Sofista. Su ingenio le llevó a dar conferencias y escribir discursos y tratados que buscaban más entretener que analizar la temática que trataba.
Entre sus obras podemos encontrar una pequeña disertación en la que Luciano dedica unas páginas a glosar sobre este insecto que nos es tan familiar. De la misma manera que Dión, otro sofista, escribe un banal Elogio del papagayo, nuestro autor asume la retórica del virtuosismo tratando un tema que va más allá del mero interés, ya que asume un contenido que podríamos considerar casi repulsivo, una especie de causa perdida, una dedicación al arte por el arte pero carente de significado. En Elogio de la mosca, Luciano escribe un texto en que dosifica sus conocimientos mitológicos y literarios y al que añade su impecable estilo descriptivo para crear un modelo clásico de disertación y argumentación al alcance de pocos autores.
Su inicio se centra en situarnos en las características de las moscas, su vuelo, alas y cuerpo con algunas comparaciones que no carecen de interés, con ciertas similitudes a descripciones de naturalistas de siglos pasados. Ante el texto no deja uno de preguntarse: ¿Cuántos momentos se habrá pasado Luciano observando estos insectos?



De la producción de uno de los más grandes y admirados compositores rusos, Nikolai Rimsky-Korsakov también tratamos en otra ocasión sobre una de sus óperas menos conocidas y, creo, que casi nada interpretada por nuestras latitudes: Skazke o Tsaré Saltane (El cuento del zar Saltán), estrenada en 1899. ¿Qué puede aportarnos en esta publicación? Nada más y nada menos que una de esas piezas que todos hemos oído y que puedes recordar en el enlace Volando libresEl vuelo del moscardón es una de esas músicas que todos conocemos y que ha sido adaptada a la mayoría de instrumentos habituales en las orquestas sinfónicas.
Existen miles de versiones que han realizado intérpretes solistas de diversos instrumentos con las que muestran su habilidades musicales.
En esta ocasión el enlace nos muestra un vídeo de animación dirigido por Eti Rozen e interpretado por The Lee Symphony Orchestra del que también existe una versión en color, aunque esta en blanco y negro me parece más interesante.


Comenzados a escribir aproximadamente en estos mismos años, entre 1899 y 1903, Antonio Machado publicó su primer libro de poemas en este último año con el título de Soledades. Incluía unos sesenta poemas que fueron aumentados, eliminados unos o modificados otros en diversas ediciones que terminaron tomando el título de Soledades, galerías y otros poemas en la versión de 1919. En estas composiciones el poeta sevillano deja aparecer los temas que conformarán su obra: el paso del tiempo, la triste melancolía por lo perdido, la sensación de soledad unida a la ausencia de amor, la angustia de vivir, la encrucijada entre realidad y deseo y el aburrimiento mezclado con la monotonía y el hastío de vivir. 



La primera publicación de Soledades estaba dividida en Del camino, Canciones y Humorismos, fantasías y apuntes. En este último apartado encontramos el poema que Machado dedica a las moscas y en el que encontramos referencias al paso del tiempo, en el sentido de que estos insectos, insignificantes e indignos de cualquier cantor, forman parte de la vida del autor desde su infancia hasta su futura muerte. Inevitable y melancólicamente esa insignificancia, como símbolo de las moscas, también forma parte de la vida del poeta... y de nosotros.



Y puestos a leer a Machado no podemos dejar de oírlo también. Joan Manuel Serrat hizo popular en los años noventa del pasado siglo una versión de este poema con música de Alberto Cortez. La grabación pertenece a una actuación en el Festival de la Trova Iberoamericana. El homenaje musical a la obra de Rimsky-Korsakov es patente al jugar con su melodía. ¡Vaya trío clásico Machado, Serrat y Cortez!


Continúa Luciano en su Elogio de las moscas con la agudeza en la mirada y el conocimiento de escritos fundamentales de su cultura grecolatina. Látigo de charlatanes y fraudulentos, enemigo de vicios y corrupciones, fue amigo de personajes influyentes y disfrutó de gran popularidad en sus discursos que pronto pasaron a difundirse por escrito.
En el siguiente extracto, Luciano razona sobre el beneficio que la mosca obtiene del esfuerzo ajeno y del hecho de no hacer ni buscar cobijo estable, además de narrar unas historias sobre un personaje llamado Mia que explican el interés que estos insectos muestran siempre por el hombre. Un texto de elaboración y razonamiento impecables. 


En Francia las operetas debían tener, por legislación, un solo acto, pero en 1858, Jacques Offenbach estrenó una que vino a revolucionar este tipo de obras, ya que se desarrollaba en dos actos con dos cuadros cada uno. Desde entonces, el mundo de la opereta pasó a tener una nueva dimensión.
Orfeo en los infiernos inició un tipo de obras cargadas de interpretación satírica y deformada de los mitos, los cuentos de hadas o las leyendas. Con música de Offenbach y libreto de Henri Meilhac y Ludovic Halévy, este Orfeo es una adaptación del mito de Orfeo y Euídice en la que el primero es músico, mientras su amada no destaca por su fidelidad a su cónyuge. Plutón, uno de tantos que la cortejan se hace pasar por un fabricante de miel para cortejarla, mientras Júpiter, el rey de los dioses, también la pretende, para lo cual no duda en disfrazarse como ha hecho en tantas ocasiones. La diferencia, para eso nos encontramos en una opereta burlesca, es que lo hace transformándose en mosca y pasando a la habitación donde Plutón tiene vigilada a Eurídice por el ojo de la cerradura.



Así, una hastiada y aburrida Eurídice se encuentra fascinada por el insecto de alas doradas que acaba de entrar por la cerradura y que se deja coger entre sus manos. El dios-mosca acaba prometiendo que le alegrará la vida en un dúo digno de esta entretenida opereta de cuyo número final ya tratamos en una publicación anterior. 
El conocido como Dúo de la mosca, Il m'a semblé sur mon épaule (Me ha parecido sentir en mi hombro) está interpretado en esta versión subtitulada al castellano por Natalie Dessay como Eurídice y Laurent Naouri como un Júpiter que la seduce a base de zumbidos. La producción se grabó en L'Ópera Nacional de Paris en 1997 con la dirección de Mark Minkowski.


En su Elogio de las moscas, Luciano muestra su conocimiento no sólo de las características y costumbres de estos animales o de historias, sino que hace referencia a varios momentos en que el gran Homero se refiere a las moscas en La Iliada señalando algunas de sus características como su audacia o su abundancia. 

Finalizamos este pequeño homenaje a las moscas con una más que curiosa interpretación de El vuelo del moscardón para piano, clarinete y soprano. Martin Fröst, Niklas Sivelöw y Malena Ernman recrean entre la calidad, la originalidad, la extravagancia y un cierto sentido del humor esta adaptación de la obra de Rimsky-Korsakov
Nunca un paseo entre moscas ha sido tan poco chocante y a la par tan agradable.


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Bibliografía: