expr:class='"loading" + data:blog.mobileClass'>

¡Ay, las moscas!

Nos movemos entre diversas miradas. De la misma forma que miramos hacia lo elevado, lo sublime, lo trascendente de nuestra existencia, también dirigimos nuestra vista y nuestros pensamientos a lo cercano, lo cotidiano o aquello que nos acompaña.
Dentro de estas últimas miradas, nuestra atención se centra en ocasiones en detalles menudos, presencias incómodas y molestas o aspectos triviales.
Te propongo un acercamiento a unos animales que nos acompañan con más frecuencia de la deseada, resultándonos molestos e incómodos, pero de los que no podemos librarnos: las moscas. Nos acompañan obras musicales y literarias y, si es necesario... un matamoscas. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!



Tratar de las moscas no es un tema elevado ni trascendente, sino algo más vulgar, doméstico y, como todos coincidiremos, molesto.
Los insectos forman el grupo de animales más numerosos de nuestro planeta, siendo imprescindibles para la vida, ya que desarrollan, entre otras funciones, la de polinizar las plantas, algo totalmente necesario para la vida en nuestro planeta. Desgraciadamente también acarrean la transmisión de enfermedades y epidemias y, como en el caso de las moscas, también molestias en nuestra común convivencia.



No es la primera ocasión en que traemos a este blog la presencia de Luciano de Samósata, de quien tratamos el que posiblemente sea el primer viaje literario a nuestro satélite en La verdadera historia de los viajes a la Luna: Los precursores.
Pocos datos fiables hay sobre la vida de Luciano salvo el lugar de nacimiento de donde toma el nombre.
Poseedor de una gran habilidad literaria plagada de sentido crítico y satírico, de un penetrante sentido del humor e imaginación, Luciano pertenece a la que se llamó la Segunda Escuela Sofista. Su ingenio le llevó a dar conferencias y escribir discursos y tratados que buscaban más entretener que analizar la temática que trataba.
Entre sus obras podemos encontrar una pequeña disertación en la que Luciano dedica unas páginas a glosar sobre este insecto que nos es tan familiar. De la misma manera que Dión, otro sofista, escribe un banal Elogio del papagayo, nuestro autor asume la retórica del virtuosismo tratando un tema que va más allá del mero interés, ya que asume un contenido que podríamos considerar casi repulsivo, una especie de causa perdida, una dedicación al arte por el arte pero carente de significado. En Elogio de la mosca, Luciano escribe un texto en que dosifica sus conocimientos mitológicos y literarios y al que añade su impecable estilo descriptivo para crear un modelo clásico de disertación y argumentación al alcance de pocos autores.
Su inicio se centra en situarnos en las características de las moscas, su vuelo, alas y cuerpo con algunas comparaciones que no carecen de interés, con ciertas similitudes a descripciones de naturalistas de siglos pasados. Ante el texto no deja uno de preguntarse: ¿Cuántos momentos se habrá pasado Luciano observando estos insectos?



De la producción de uno de los más grandes y admirados compositores rusos, Nikolai Rimsky-Korsakov también tratamos en otra ocasión sobre una de sus óperas menos conocidas y, creo, que casi nada interpretada por nuestras latitudes: Skazke o Tsaré Saltane (El cuento del zar Saltán), estrenada en 1899. ¿Qué puede aportarnos en esta publicación? Nada más y nada menos que una de esas piezas que todos hemos oído y que puedes recordar en el enlace Volando libresEl vuelo del moscardón es una de esas músicas que todos conocemos y que ha sido adaptada a la mayoría de instrumentos habituales en las orquestas sinfónicas.
Existen miles de versiones que han realizado intérpretes solistas de diversos instrumentos con las que muestran su habilidades musicales.
En esta ocasión el enlace nos muestra un vídeo de animación dirigido por Eti Rozen e interpretado por The Lee Symphony Orchestra del que también existe una versión en color, aunque esta en blanco y negro me parece más interesante.


Comenzados a escribir aproximadamente en estos mismos años, entre 1899 y 1903, Antonio Machado publicó su primer libro de poemas en este último año con el título de Soledades. Incluía unos sesenta poemas que fueron aumentados, eliminados unos o modificados otros en diversas ediciones que terminaron tomando el título de Soledades, galerías y otros poemas en la versión de 1919. En estas composiciones el poeta sevillano deja aparecer los temas que conformarán su obra: el paso del tiempo, la triste melancolía por lo perdido, la sensación de soledad unida a la ausencia de amor, la angustia de vivir, la encrucijada entre realidad y deseo y el aburrimiento mezclado con la monotonía y el hastío de vivir. 



La primera publicación de Soledades estaba dividida en Del camino, Canciones y Humorismos, fantasías y apuntes. En este último apartado encontramos el poema que Machado dedica a las moscas y en el que encontramos referencias al paso del tiempo, en el sentido de que estos insectos, insignificantes e indignos de cualquier cantor, forman parte de la vida del autor desde su infancia hasta su futura muerte. Inevitable y melancólicamente esa insignificancia, como símbolo de las moscas, también forma parte de la vida del poeta... y de nosotros.



Y puestos a leer a Machado no podemos dejar de oírlo también. Joan Manuel Serrat hizo popular en los años noventa del pasado siglo una versión de este poema con música de Alberto Cortez. La grabación pertenece a una actuación en el Festival de la Trova Iberoamericana. El homenaje musical a la obra de Rimsky-Korsakov es patente al jugar con su melodía. ¡Vaya trío clásico Machado, Serrat y Cortez!


Continúa Luciano en su Elogio de las moscas con la agudeza en la mirada y el conocimiento de escritos fundamentales de su cultura grecolatina. Látigo de charlatanes y fraudulentos, enemigo de vicios y corrupciones, fue amigo de personajes influyentes y disfrutó de gran popularidad en sus discursos que pronto pasaron a difundirse por escrito.
En el siguiente extracto, Luciano razona sobre el beneficio que la mosca obtiene del esfuerzo ajeno y del hecho de no hacer ni buscar cobijo estable, además de narrar unas historias sobre un personaje llamado Mia que explican el interés que estos insectos muestran siempre por el hombre. Un texto de elaboración y razonamiento impecables. 


En Francia las operetas debían tener, por legislación, un solo acto, pero en 1858, Jacques Offenbach estrenó una que vino a revolucionar este tipo de obras, ya que se desarrollaba en dos actos con dos cuadros cada uno. Desde entonces, el mundo de la opereta pasó a tener una nueva dimensión.
Orfeo en los infiernos inició un tipo de obras cargadas de interpretación satírica y deformada de los mitos, los cuentos de hadas o las leyendas. Con música de Offenbach y libreto de Henri Meilhac y Ludovic Halévy, este Orfeo es una adaptación del mito de Orfeo y Euídice en la que el primero es músico, mientras su amada no destaca por su fidelidad a su cónyuge. Plutón, uno de tantos que la cortejan se hace pasar por un fabricante de miel para cortejarla, mientras Júpiter, el rey de los dioses, también la pretende, para lo cual no duda en disfrazarse como ha hecho en tantas ocasiones. La diferencia, para eso nos encontramos en una opereta burlesca, es que lo hace transformándose en mosca y pasando a la habitación donde Plutón tiene vigilada a Eurídice por el ojo de la cerradura.



Así, una hastiada y aburrida Eurídice se encuentra fascinada por el insecto de alas doradas que acaba de entrar por la cerradura y que se deja coger entre sus manos. El dios-mosca acaba prometiendo que le alegrará la vida en un dúo digno de esta entretenida opereta de cuyo número final ya tratamos en una publicación anterior. 
El conocido como Dúo de la mosca, Il m'a semblé sur mon épaule (Me ha parecido sentir en mi hombro) está interpretado en esta versión subtitulada al castellano por Natalie Dessay como Eurídice y Laurent Naouri como un Júpiter que la seduce a base de zumbidos. La producción se grabó en L'Ópera Nacional de Paris en 1997 con la dirección de Mark Minkowski.


En su Elogio de las moscas, Luciano muestra su conocimiento no sólo de las características y costumbres de estos animales o de historias, sino que hace referencia a varios momentos en que el gran Homero se refiere a las moscas en La Iliada señalando algunas de sus características como su audacia o su abundancia. 

Finalizamos este pequeño homenaje a las moscas con una más que curiosa interpretación de El vuelo del moscardón para piano, clarinete y soprano. Martin Fröst, Niklas Sivelöw y Malena Ernman recrean entre la calidad, la originalidad, la extravagancia y un cierto sentido del humor esta adaptación de la obra de Rimsky-Korsakov
Nunca un paseo entre moscas ha sido tan poco chocante y a la par tan agradable.


Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!

Bibliografía:

7 comentarios:

  1. Excelente recopilación! Haz hecho un recorrido artístico de esos "insectos, insignificantes e indignos" que también han tenido su representación en esta nueva cultura audiovisual y televisiva con un capítulo especial en una de las series más icónicas: Breaking Bad (3×10 Fly) Es que las moscas están más que presentes y ni el arte puede ignorarlas🐾

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tu comentario Rosa.
      Han quedado algunas moscas caídas en el fondo del tintero: Sartre les dedicó su primera obra de teatro, Samaniego una fábula (A un panal de rica miel / dos mil moscas acudieron / que por golosas murieron / presas de patas en él). No conocía el capítulo de Breaking Bad, lo veré.
      Un abrazo :-)

      Eliminar
    2. Había olvida a Sartre! es verdad Que ingenioso y bueno este post! me encanta!
      un saludo 🐾

      Eliminar
  2. Joer no conocía la poesía de Machado ni su versión cantada por Serrat. Obviamente al leerlo he ido buscando a Rimsky-Korsakov que era a lo único que me vocaba una entrada tuya relacionadas con dicho animal. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues ahí los tienes a todos ellos, pensando en las moscas... y haciéndonos pensar a nosotros.
      Un abrazo, Eduardo :-)

      Eliminar
  3. Hola Miguel. Esas "familiares, inevitables golosas..." nos acompañan desde siempre y de ser tan habituales en nuestras vidas, han pasado a ser anónimas... Excelente, interesante y divertido post. Un abrazo 🐾

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Las definió bien Machado en su molesta cercanía y familiaridad, Rosa. No producen ni hacen nada para alimentarse y han inventado el molesto verbo mosquear. Al menos, debemos tomarlas con cierto sentido del humor
      Un fuerte abrazo :-) 🪰

      Eliminar