Estancias

1816: El año sin verano

En cualquier circunstancia y ocasión nos encontramos en un momento único en nuestras existencias. Una enfermedad producida por un virus, Covid-19, ha puesto nuestro mundo en una situación extraña y particular en la que todos estamos al alcance de la enfermedad que se ha manifestado como una pandemia. Los conflictos bélicos y económicos que amenazan continuamente nuestras sociedades, los efectos de nuestra forma de vida que convergen en un cambio climático al que nos somos capaces de poner freno o las características de nuestra sociedad que hace que permanezcamos ensimismados ensimismados en nosotros mismos son manifestaciones del tiempo en que vivimos. Éstas sacuden no sólo los cimientos de la salud, las relaciones o la estabilidad de la humanidad, sino que generan un cambio en la economía mundial, con los efectos que tendrán en millones de hogares, en las costumbres y en las escalas de valores, que provocarán cambios en los próximos meses y años.

El año 1816, por otras razones diferentes, pasó a la historia como una fecha en que se produjo un situación extraña que hizo que millones de personas, menos que en la actualidad, pasaran por momentos muy difíciles. 
Por el contrario, de esta situación emergieron algunas obras de arte que surgieron frente a la adversidad. ¿Por qué no pensar que de la situación que vivimos no vamos a ser capaces de encontrar nuevas manifestaciones artísticas, nuevos valores y lazos de unión entre nosotros a partir de una situación tan adversa? 
Te propongo una aproximación al año sin verano de 1816 y cómo un grupo de artistas fueron capaces de crear obras que siguen vigentes en nuestros días. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!

Chichester canal. William Turner. 1828
Entre los papeles de Benjamin Franklin correspondientes a 1874 un periodista de la Boston Gazette encontró unas palabras que se convirtieron en premonitorias: "Probablemente exista una relación entre las temporadas de frío anormal, los años sombríos y la actividad volcánica."
Estas palabras tuvieron una especial significación entre abril de 1815 y el verano de 1816, pese a que ninguno de quienes vivieron aquella situación supieran del alcance mundial que tuvieron sus consecuencias.
Los días 5 y el 10 de abril de 1815 el volcán Tambora tuvo dos erupciones que se oyeron a más de 1.000 km de distancia. Más de 12.000 personas murieron el primer día y alrededor de 75.000 fallecieron de hambre o enfermedad en las semanas siguientes. Alrededor de 140.000 millones de toneladas de partículas microscópicas subieron hasta más allá de los 40 kilómetros de altura en la atmósfera dieron la vuelta al planeta y fueron arrastradas hasta los polos quedando suspendidas en el aire durante meses. Estas partículas apenas dejaron pasar y reflejaron la luz del sol enfriando las temperaturas de la Tierra, haciendo que se perdiera el efecto invernadero y causando estragos en el clima de todo el planeta. Fue una erupción que afectó al planeta en su totalidad.
El año siguiente 1816 se conoce entre los científicos como El año sin verano. En algunos lugares las temperaturas bajaban hasta 20º C en pocas horas y se sabe que nevó en el sur de México y Guatemala. En agosto aún quedaba hielo en ríos y lagos de Pennsilvania o Virgina y algunas cosechas, como la de avena, multiplicaron su precio por ocho. El suelo no se pudo arar en muchos lugares de Estados Unidos por encontrarse congelado, lo que provocó la falta de muchas cosechas y las hambrunas consiguientes.
En Europa, aún recuperándose de las guerras napoleónicas, se arruinaron las cosechas por las fuertes lluvias y bajas temperaturas, aumentaron abruptamente los precios del trigo y el pan y se produjeron hambrunas y epidemias que provocaron diversos saqueos y revueltas en Gran Bretaña y Francia y en Suiza el gobierno declaró la emergencia nacional.
También se conoce que en China se asoló la cosecha de arroz y en algunas provincias la hambruna hizo aumentar la deserción de los reclutas, mientras en otras provincias de clima casi tropical nevó en verano.

Lord Byron por Richard Westall. 1813
Mas los efectos de las erupciones no se produjeron de forma continua. Antes de la llegada del verano, a comienzos del año se estrenó una de las obras más conocidas del mundo de la música, El Barbero de Sevilla.
A mediados de enero de ese 1816 le proponen a Rossini que compusiera una ópera sobre la obra de Beaumarchais que ya triunfaba en los escenarios en la composición de Paisielo. Esta nueva versión tendría en contra a todos los partidarios de la primera, que no veían con buenos ojos que se volviera a tratar el tema en un título que ya triunfaba en los escenarios.
Rossini, atendiendo a su fama, dejó pasar el tiempo hasta el estreno que estaba previsto para el 20 de febrero. Con los decorados realizados, cantantes y músicos esperaban las partituras que el compositor, con toda la tranquilidad afirmó que tenía en su cabeza, pero que sólo debía transcribir en el papel. Así, dejó transcurrir el tiempo hasta pocos días antes de un estreno que resultó decepcionante, pero desde la segunda representación cosechó un éxito enorme que sigue en nuestro días.
El barítono Dmitri Hvoristovsky, desaparecido en noviembre de 2017, interpreta una de las arias más significativas de esta ópera, Largo al factotum en un concierto en directo con la Orchestre Symphonique de Montreal y la dirección de Charles Dutoit que se celebró en 1998.
Aún 1816 se mostraba amable y festivo. 


Prácticamente huyendo de Inglaterra George Gordon Bayron, que había recibido inesperadamente el título nobiliario tras el fallecimiento de su tío abuelo, quinto Lord de ese nombre, llegó a Europa evitando pasar por los dominios napoleónicos. Tras pasar por Portugal, España e Italia y rodear todo el Mediterráneo, Lord Byron, acompañado por su médico particular John Polidori y un grupo de sirvientes y animales, recaló en las inmediaciones del lago Leman en Suiza, donde alquiló por 125 luises Villa Diodati entre junio y diciembre del citado 1816.
Allí Byron confiaba en que el tiempo mejorara y poder pasar una temporada tranquila y apacible, aunque lo que se encontró fue el peor verano del milenio. Allí se encontraba con Clara Clairmont, quien había sido su amante en Inglaterra y que lo había buscado persistentemente hasta volver con él.
Una de las tardes de tormenta recibió la visita del joven poeta Percy Bysshe Shelley que deseaba conocerlo. Tras un fallido matrimonio, le acompañaba su nueva novia Mary Wollstonecraft, medio hermana de Clara Clairmont.
La visita, que iba se ser por una tarde, se convirtió en una estancia de varios días por las inclemencias del tiempo. Llovía constantemente, la tormenta no cesaba y una sombra parecía rodearlos incansablemente.
Todos estaban exaltados por conocerse y, a lo largo de tres jornadas hablaron de sus poetas admirados, los paseos de Rousseau por esas mismas orillas, de algunos personajes sombríos de Shakespeare, algunos descubrimientos como las pruebas que Galvani había realizado pasando electricidad a ancas de rana o la experiencia de Franklin para traspasar la fuerza eléctrica de los rayos al suelo con la intercesión de una cometa.
En su involuntario encierro, Byron disfrutaba asustando a sus invitados y Polidori acabó sacando una traducción francesa de Phantasmagoriana, un libro alemán de relatos sobre fantasmas. Allí, entre los fogonazos del fuego encendido y los destellos de continuos relámpagos, crearon el ambiente donde desarrollaron sus fantasías. 
Al final de una de estas veladas los asistentes se retaron para ver quién de ellos escribía el relato más terrorífico. Sólo Mary y, en cierto modo Byron, crearon los suyos, aunque no los terminaron en esos días. Pero de eso hablaremos más adelante.

Grabado de Villa Diodati
Dos obras nos acercan a este encuentro a orillas del lago Leman. Por un lado, la película de 1988 Remando al viento de Gonzalo Suárez recreó este momento con las relaciones que se establecieron entre los protagonistas y las obras que surgieron de este encuentro.
Por otra parte el libro El año del verano que nunca llegó en el que William Ospina traslada al papel el relato de la búsqueda e investigación que realizó sobre este encuentro extraordinario.


William Turner admiró las excepcionales puestas de sol de 1816 y los años posteriores que se quedaron grabadas en su retina para producir algunos de los cuadros más sugerentes de la época. El pintor inglés no sabía que se producían por la acumulación de azufre en la atmósfera, ni que existiera el volcán Tambora, pero llegó a realizar las pinturas de puestas de sol más impresionantes del romanticismo en las que reflejó los tonos del cielo de Inglaterra y sus costas que siguieron produciéndose durante varios años, mirando especialmente hacia norte, ya que en los polos se acabaron acumulando los residuos volcánicos.
Flint Castle, William Turner, 1838. Acuarela en papel
MarWollstonecraft fue la única que concluyó su relato, no en esos días, sino más adelante, aunque la idea le surgió en esos momentos. Pensando en una historia que "lograra que el lector tuviera terror de mirar a su alrededor, que le helara la sangre y acelerara el latir de su corazón" sin hallarla, una noche ideó su relato tras escuchar a su amante y al lord hablar sobre el inicio de la vida y las posibilidades de reanimación tras la muerte. Allí, escribió Mary, "ví, con los ojos cerrados, pero con una imagen clara en mi mente a un estudiante de artes maléficas inclinado sobre lo que había logrado reunir. Vi un espantoso hombre tendido y, luego, por efecto de una poderosa maquinaria, noté que daba signos de vida, que se despertaba con los torpes movimientos de un ser ni vivo ni muerto."
Mary comunicó que ya tenía la historia para su cuento de terror, aunque pensando que no ocuparía más de unas páginas, pero Shelley insistió en que la alargara. Posiblemente en agosto ya tenía Mary Wollstonecraft terminado su relato Frankenstein o el moderno Prometeo.
A su regreso a Inglaterra, con la ayuda de Shelley se publicó su novela en tres volúmenes, algo habitual en esos años, con algunas aportaciones, fundamentalmente de estilo del poeta. El éxito fue inmediato y se llegaron a realizar algunas reediciones, volviéndola a reescribir años más tarde. Así, podemos disponer de tres versiones diferentes de la novela: La original de Mary de 1817, la modificada con la ayuda de su ya esposo y la versión reescrita en 1831, todas ellas publicadas ya con su nombre de casada, Mary Shelley.


Retrato de Mary Shelley por Samuel John Stump. 1831
Frankenstein habla del interés por la creación y la destrucción de la vida, de la moralidad de la ciencia y los científicos, además del atrevimiento de la humanidad a rivalizar con el poder de Dios, de la misma manera que Prometeo arrebataba el fuego sagrado a las deidades de la antigüedad. Esos temas se convierten por la pluma de Mary Shelley en la experiencia terrorífica que ella imaginó en una noche a orillas del lago Leman.
Con el tiempo Frankenstein se ha popularizado hasta extremos de poder pensar que las películas han desbordado al libro y han hecho popular al personaje. Quizás, como ocurriera con Don Quijote, Hamlet, Sherlock Holmes, Romeo y Julieta o el mismo Drácula, este personaje se ha independizado de su libro y sus películas hasta el punto de tener una vida independiente y pasar a formar parte de nuestra cultura colectiva.
Narrado en primera persona, Frankenstein aporta una subjetividad que nos transmite la relación de terror mezclada con fascinación que a Victor le produce su criatura. Acostumbrados a ver esos monstruos cinematográficos con tornillos atravesando su cuello o sus sienes y surcado de toscas cicatrices, nos acercamos a la primera de las versiones del relato de Shelley para descubrir la sensibilidad que se esconde tras la fuerza descontrolada de la criatura. En esta página le relata a su creador sus primeros momentos.






El extraño 1816 también fue un año singular en la vida de Beethoven. Su hermano Caspar Carl falleció en noviembre del año anterior otorgando la tutoría de su hijo Karl (el único sobrino de Beethoven) a su esposa y al compositor. Éste, que no tenía buenas relaciones con su cuñada, intentó judicialmente ser el único tutor, algo que consiguió en una primera instancia. Dedicado por mucho tiempo a los trámites y cuidar la estancia de Karl en un internado en el que incluso hubo que operarlo, Beethoven tuvo uno de un periodo poco productivo en obras. 
Publicó una de las obras más enigmáticas de su producción. Enigmática por un título que ha suscitado investigaciones y controversias entre sus estudiosos por su título en el que alude a un amor inmortal. 
Así, la siguiente obra que traemos creada en 1816, aunque conste con una versión de unos años antes (An die Geliebte, WoO 140), es el ciclo de lieder An die ferne Geliebte (A la amada lejana), Opus 98. Se trata de una serie de seis lieder basados en textos de Aloys Isidor Jeitteles, un estudiante de medicina, posiblemente por encargo del compositor. La obra parece que está inspirada por esa enigmática "amada lejana", una misteriosa T. en sus escritos que podría corresponder, según los estudiosos del compositor a ToniAntonie Brentano, mujer casada con un amigo, lo que hacía imposible la relación.
En esencia, An die ferne Geliebte es el primer ciclo de lieder compuesto y una fuente de inspiración para cuantos poetas han escrito obras para ciclos. Está escrito para voz masculina con acompañamiento de piano. En el enlace que nos acompaña, con subtítulos en castellano, está interpretado por el tenor John Mark Ainsfey y Loin Burnside al piano.



El reto creativo de Villa Diodati lo llevó a cabo Mary Shelley. Byron y Polidori comenzaron un relato sobre un vampiro que servirá años después a Bram Stoker para fijar definitivamente el personaje de Drácula, mientras Percey Shelley no llegó a concluir ningún escrito tras un primer intento.
Byron desestimó su idea, por lo que no llegó a publicar nada de este encuentro, pero su médico tomó más en serio el reto. Escribió aprovechando el esbozo del lord, apuntando las bases de las historias decimonónicas y actuales sobre vampiros, con una ligera inspiración en Byron para el personaje de Lord Ruthven, también un aristócrata sediento de sangre. Quizás aquí se dejó llevar por los sentimientos encontrados hacia su protector, una mezcla de admiración y odio, ya que era tratado por él con una mezcla de compañerismo y humillación de forma poco lógica.

El vampiro fue publicado por primera vez con el subtítulo Un cuento de Byron, lo que disgustó al poeta que llegó a publicar su fragmento original como complemento de Mazeppa. El libro, aún bajo el epígrafe de Byron fue reeditado en diversas ocasiones, siendo para Goethe la mejor obra de Lord Byron
Polidori no tuvo otros éxitos aparte de El vampiro acabando con su vida a la manera de los románticos, con el suicidio, pero no con el provocado por un amor no correspondido, sino con otro más prosaico, por deudas de juego.
El texto de Polidori sirve para mostrarnos la personalidad que solemos encontrar en el arquetipo de vampiro, ese ser que vive a costa de la vida de los demás, pero no carente de cierto encanto en la seducción.






Para Franz Schubert, 1816 supuso un año en el que compuso dos sinfonías, las número 4 y 5, dos obras que se estrenaron mucho después de haber fallecido el compositor. La 4ª sinfonía, La trágica, fue estrenada en 1849, mientras la 5ª se oyó por primera vez en 1841.
Sí fue estrenado su lied Es war ein König in Thule (Érase una vez en el reino de Thule), un lied compuesto a partir de un poema de Goethe para voz de soprano y acompañamiento de piano. El escritor alemán había compuesto el poema durante un viaje hacia el castillo de Lahneck y más tarde lo volvió a utilizar en su Fausto para introducir el personaje de Gertchen y en la ópera homónima de Gounod.
La interpretación de este lied de 1816 de Schubert corre a cargo de la voz singular de la soprano Elly Ameling que transmite con veracidad la oscuridad romántica de la poesía.



Finalizamos el recorrido que hemos realizado alrededor del año 1816, con algunas de sus obras y una especial dedicación al encuentro en Villa Diodati con un poema de Lord Byron inspirado en este verano en que no hubo verano.
En un tono casi apocalíptico, escribe esta suerte de oda, quizás pensando en el último superviviente de una catástrofe tan global como la pandemia que nos aflige. 
Su titulo, que podríamos traducir por Oscuridad o Las tinieblas alude a ese sueño que parte de la ambigüedad para cernirse sobre todo y sobre todos.




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Bibliografía y webgrafía consultadas:

La primavera que no comenzó

El comienzo de la primavera de 2020 no se nos olvidará jamás.
Doblegados momentáneamente por uno de los virus que han asolado a la humanidad en los últimos siglos, no más letal que otros, pero sí más persistente en el contagio, nos hemos encontrado en una situación inédita en nuestras vidas.
Encerrados en nuestros domicilios, con un creciente número de contagiados y fallecidos, aunque con pacientes que superan la enfermedad, rodeados de dramas humanos relacionados con la pérdida de trabajo, la soledad de algunas personas o la preocupación por la enfermedad en personas pertenecientes a grupos de riesgo.
Convivir durante un tiempo indeterminado sin salir al exterior se vuelve un reto en nuestras vidas cuyo fin es el logro de un bien común y del que confiamos salir con el menor número de bajas posibles.
Mantener el ánimo, la capacidad de convivir y la ilusión cada día y cada hora es una tarea que se vuelve necesaria para superar este momento de crisis. Así, cuidar las relaciones, colaborar entre todos los que compartimos el mismo espacio o atender a los pequeños detalles son esenciales en esta situación.
En estos días comienza la primavera, una estación que se venía anunciando las últimas semanas y que, apenas si podemos atisbar desde nuestros hogares. Un parque en la distancia, un jardín, algunas plantas en la casa o el volar de los pájaros son algunos de los indicios que nos recuerdan que comenzó la estación. Acostumbrados a salir en esta época, a encontrarnos con los cambios que la primavera nos ofrece desde la naturaleza o en las mismas ciudades, te propongo unas miradas hacia esta estación. Nos acompañan, como siempre, obras literarias y musicales. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!



Si pensamos en la primavera y en música lo primero que se nos viene a la cabeza es el comienzo de Las Cuatro Estaciones de Vivaldi, aunque los lectores de este blog saben que no es habitual que aparezcan versiones sin música vocal salvo que tengan una relación directa con textos escritos.
Antonio Vivaldi publicó en 1725 su Opus nº 8 con el título de Il cimento dell'armonia e dell'inventione (La lucha entre la armonía y la invención). En ella aparecían doce conciertos, de los que los cuatro primero corresponden a Las cuatro estaciones
En sus conciertos dedicados a las estaciones, Vivaldi no pretende sólo imitar o describir la naturaleza y sus sonidos, sino que, además, su interés parece encaminado también a sugerir estados de ánimo, relacionar momentos y faenas de las estaciones o los sentimientos de campesinos o ciudadanos. De tal manera, el compositor veneciano realiza algunas indicaciones para la interpretación, como en el segundo movimiento de la primavera que señala que debe tocarse como "un perro que ladra".
No tienen claro los estudiosos de la música de Vivaldi si los conciertos surgieron a partir de unos sonetos ya existentes o fueron los sonetos los que se escribieron para exponer y explicar la música. El caso es que cada una de las estaciones tiene un soneto que lo acompaña y cuya distribución en los habituales dos cuartetos y dos tercetos coincide en todos los casos con los tres movimientos de cada estación: Los dos cuartetos inspiran el primer movimiento, un allegro. El primer terceto, el segundo movimiento, que es un adagio o un largo. El último de los tercetos para el tercer movimiento, un allegro o un presto. Una de las hipótesis de trabajo de los musicólogos atribuye al propio Vivaldi la composición de los sonetos que se funden en perfecta simbiosis con los conciertos. 



La Primavera es de todos estos conciertos el más interpretado y deseado por los violinistas, convirtiendo esta obra musical en una de las más representadas, oídas y grabadas de toda la historia de la música clásica.
La Netherlands Bach Society con Shunske Sato al violín y la dirección nos acompaña en una grabación que se realizó en octubre de 2016 en el Muziekgebouw aan 't IJ de Amsterdam. En el enlace se separan los movimientos por aplausos del público, algo poco habitual, pero que ayuda a seguir con más facilidad el soneto que acompaña a la obra de Vivaldi.


El poeta moguereño Juan Ramón Jiménez, Premio Nobel de Literatura en 1956, fijó su mirada en la primavera en diversas ocasiones. 
Escrito en su retiro de Burdeos, Primavera y sentimiento es un extenso romance en que el escritor realiza una hábil mezcla de precisión y vaguedad. El poeta se fija en el crepúsculo, un momento cambiante del día que le hace transitar hacia la oscuridad y la tristeza cargado de imágenes simbólicas (holocausto de escarlata) para abrirse de nuevo a la esperanza (¡Ah, si el mundo fuera siempre una tarde perfumada!), realizando un tránsito de la muerte a la inmortalidad. Juan Ramón Jiménez crea un ambiente de tipo elegíaco cargado de misterio, logrando que la tristeza se convierta en soledad creadora haciendo que esa melancolía le ayude a abrirse a los demás, logrando la armonía con cuanto le rodea.




Cuando sugirieron a Joseph Haydn que compusiera una ópera para estrenar en Praga su respuesta fue clara y contundente: "No soy como Mozart, no tengo capacidad para crear óperas". Al recordarle que había compuesto algunas de ellas, insistió en su negativa: "Las que he compuesto fueron hechas para ser interpretadas dentro del palacio de los Eszterhazy. Fuera no tendrían ningún éxito".
En sus dos estancias en Inglaterra, donde fue galardonado por la Universidad de Oxford como Doctor Honoris Causa, Haydn tomó buena nota de la obra de Händel, especialmente su oratorio El Mesías. A su regreso compuso otro oratorio, La creación entre 1796 y 1798. Fue tal el éxito que se dejó embarcar en sus últimos años de vida en otro oratorio, en este caso no religioso, por el que no tenía demasiado interés. El libretista de La Creación, el Barón Gottfried van Swieten le propuso trabajar sobre el poema de James Thomson Les Saisons



Una vez convencido Haydn tardó en realizar la composición dos años plagados de roces, indicaciones con detalles excesivamente descriptivos en los que no faltaban las imitaciones de sonidos de la naturaleza o de animales, como el croar de una rana que suscitó una fuerte tensión entre libretista y compositor.
Así, tras un pase privado, en mayo de 1801 se estrenó Die Jahreszeiten (Las estaciones) con un éxito que no fue tan abrumador como el de La Creación, en la que Haydn mostraba un fresco pictórico de la naturaleza.
Dividida, lógicamente, en cuatro partes, Las estaciones está formada por 39 números de los que nos vamos a fijar en esta publicación en el segundo de ellos Komm Holder Lenz (Ven, linda primavera). Se trata de una pieza coral en que se canta a la primavera entrante que comienza un coro de campesinos, continúa un coro de mujeres y niños al que sigue un coro de hombres para finalizar con todos cantando a la primavera.



La interpretación de este coro Komm Holder Lenz de Las estaciones de Haydn pertenece a una grabación de audio con The English Baroque Soloistis y The Monteverdi Choir bajo la dirección de John Eliot Gardiner.



Galardonado con el Premio Cervantes en 1981 y el Premio Nobel de Literatura en 1990, Octavio Paz es un escritor al que es difícil de etiquetar en algún movimiento literario o artístico. Su poesía muestra su interés por la experimentación convirtiéndose en una obra a la vez personal y original, cargada de lirismo e imágenes profundas en las que desembocó en temas de tipo existencial como la soledad o la incomunicación en nuestra sociedad.
En Libertad bajo palabra, publicado en 1949 recoge una serie de poemas escritos desde 1935 y que fue ampliando hasta la edición de 1968. En Primavera a la vista, uno de los poemas incluidos en Bajo tu clara sombra, la primera de las cinco partes del libro, Paz nos acerca su inquieta mirada a la llegada de la estación.



Acostumbrados a escuchar la música de Johann Strauss hijo en conciertos como el de Año Nuevo, sus obras las asociamos a valses, polkas, marchas o mazurkas. 
Finalizamos este acercamiento a la primavera con uno de sus valses más conocidos: Frühlingsstimmen (Voces de Primavera). La versión original de la pieza estuvo concebida como vals para solista y acompañamiento de coro para ser interpretado en un concierto benéfico que se celebró en el mismo Theater an der Wien en que Mozart y Beethoven estrenaron la Flauta Mágica y Fidelio, entre otras obras.

La soprano sudafricana Pretty Yende interpreta Voces de primavera en un concierto perteneciente al Festival de Verbier. con el que nos despedimos, confiando en que la primavera que no hemos podido comenzar a disfrutar nos llegue por la literatura y la música y que, más temprano que tarde, podamos apreciarla en todo su esplendor. 


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Ópera En Zapatillas #OEZ

En los últimos meses hemos dedicado en este blog, que se nutre fundamentalmente de libros y música cantada, algunas publicaciones a acercarnos a algunas de las óperas más conocidas y asequibles para quienes no están habituados a seguirlas.
Entre los distintos factores que hacen que no sean especialmente conocidas en su integridad se encuentra la falta de tiempo. Vivimos habitualmente en una vorágine que nos zarandea de una actividad a otra, de un compromiso laboral a otro familiar, del tiempo obligado y comprometido de antemano al que nos debamos dar a nosotros mismos. Pocas veces disponemos de tiempo libre al que podamos dedicarnos sin planes preconcebidos y quizás los momentos de aislamiento sean propicios para dedicar un tiempo a seguirlas.
Junto a Tijeretazos, que recoge una recopilación, a modo de recortes, de publicaciones del blog, De ciudades y lugares, en la que aparecen publicaciones que nos invitan al viaje por distintas ciudades desde sus libros y músicas y Don(de) libros, que se centra en publicaciones cuyos protagonistas son más los libros que la música, inauguramos una nueva pestaña en el blog: Ópera En Zapatillas.
Podrás encontrar una recopilación de algunas ideas, recomendaciones y enlaces que se han publicado en este blog a la que puedes acceder desde la parte superior del blog en el apartado Estancias. También puedes hacerlo clicando en este enlace: Ópera En Zapatillas.



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Epidemias y pandemias

Puede parecer una idea ridícula, pero la única manera de combatir la plaga es la decencia.
Albert Camus. La Peste

Cuando escribo esta publicación nos encontramos ante una situación inédita en nuestras vidas. 
Una amenaza procedente de un virus, pequeño como todos ellos, ha trastocado nuestro mundo, nuestro sistema de relaciones sociales y económicas, situándonos frente a un espejo que nos devuelve un reflejo infinitamente más humilde que la imagen original.
Distintos sentimientos se agolpan a nivel social y personal. Dependiendo de quienes de verdad entienden, los científicos que luchan en una carrera contra el reloj, y aquellos que toman decisiones, nos movemos entre sensaciones diversas que oscilan entre verlo desde fuera, como si no nos afectara a todos, o sentir cercana la presencia del causante invasor; desde la indiferencia hasta la más profunda solidaridad.
Quizás en determinados grupos de personas esta pandemia encaje con el gusto del público por argumentos apocalípticos en libros, cine y series de televisión. Desde una de las primeras películas, aquella Mad Max que dibujaba un escenario post-apocalíptico, el género no ha hecho más que  seguir el interés de un público ávido de buscar las sensaciones que genera el estado cada vez más lastimoso en que se encuentra nuestro planeta. Y ahora, esta epidemia.
En un tiempo de reclusión doméstica te propongo un recorrido por diversas obras que tienen como fondo grandes epidemias o desastres en las que podemos reconocer más paralelismos que divergencias con la situación provocada por el insignificante Codvid-19 que ha trastocado nuestras vidas. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Peter Brueghel el viejo De Triomf van dee Dood (El triunfo de la muerte)

Comenzamos.



La obra de Boccaccio utiliza tan desalentador inicio para mostrarnos una de los primeros y más afortunados compendios de historias de la literatura occidental. Distribuida en diez jornadas en las que cada uno de los diez protagonistas narra una historia, estas cien narraciones muestran varios siglos después de ser escritas el ambiente, las costumbres y los perjuicios de la sociedad de su época, además de algo tan imperecedero como la carga de humanidad que se esconde tras los caracteres de los protagonistas, sus temperamentos o las reacciones que aún podemos reconocer en nuestros actos.



Michelangelo Falvetti vivió entre su Calabria natal, Palermo y Messina, siendo en estos lugares Maestro di Capella, fundando en la segunda de estas ciudades la Unione dei Musici. Sacerdote católico, compuso una serie de obras musicales, la mayoría relacionadas con temas bíblicos entre las que destaca Il diluvio universale estrenada en 1682, una obra que se forma con partes cantadas con diversos personajes tanto humanos como alegóricos. Noé y su esposa Rad, cuyo nombre no se menciona en La Biblia, comparten repertorio con el Agua, la Muerte, la Justicia Divina, Dios o la Naturaleza Humana. Se trata de un Oratorio en Drama que consta de cuatro cuadros o escenas: En el cielo, En la tierra, El gran Diluvio y En el arca de Noé.
En el tercero de los cuadros, una vez finalizado el Diluvio incluye el dúo para sopranos Ecco l'Iride paciera (Aquí está el pacífico arco iris), una pieza que recrea una deliciosa danza que en el enlace que nos acompaña está interpretado por tres voces. Las sopranos Mariana Flores, Caroline Weynants y Amélie Renglet, acompañadas en la parte final por el coro junto con la voz de Leonardo García Alarcón, director de origen argentino, clavecinista y fundador de la agrupación Capella Mediterranea, interpretan esta danza de esperanza con que finaliza el diluvio.



El inicio de El Decamerón se sitúa en una de las capillas de Santa Maria Novella, una iglesia de Florencia en la que siete mujeres y tres hombres deciden salir de la ciudad y dirigirse al campo a la espera de la remisión de la epidemia. 
Antes de centrarse en el desarrollo de su historia, Boccaccio dedica unas páginas a describir distintas situaciones que reflejan las actitudes y reacciones de quienes vivieron la situación y que, con ciertas diferencias, nos pueden parecer familiares.


Gaeteno Donizetti, uno de los compositores que suelen aparecer en este blog gracias a obras como L'elisir d'amore, Lucia di Lammermoor o Don Pasquale, entre otras, también dedicó una de sus obras a la historia bíblica de Noé. Poco conocida, Il Diluvio Universale es una obra que se basó en la obra de Lord Byron Heaven and Earth (Cielo y Tierra) y que se estrenó en el Teatro San Carlo de Nápoles en 1830. Pese al interés y buen hacer de Donizetti y su libretista, algunos errores en la elección de intérpretes, no del protagonista que fue el bajo Luigi Lablache -quien más tarde protagonizaría Don Pasquale en su estreno- y una escena final del diluvio que, al parecer, llegó a ser risible, hicieron que esta obra apenas haya sido representada.
En el enlace podemos oír la obertura de Il Diluvio Universale en una interpretación de la Orquesta Sinfónia Gaetano Donizetti de Gessate dirigida en octubre de 2008 en la Chiesa Parrocchiale de la citada ciudad por Mº Pierangelo Pelucci.


Quizás la mayor aproximación literaria a este tipo de epidemias o catástrofes sea la que refleja Albert Camus en La peste.
El escritor francés de origen argelino centra la acción de la novela en una epidemia de peste en la ciudad de Orán. Allí, la llegada de la epidemia acaba con la actividad comercial a la vez que trastoca los sentimientos y actitudes de sus habitantes.



Nacido en Valls (Tarragona) e hijo de padre suizo y madre francesa, Robert Gerhard se consideró en todo momento un compositor español desde su nacimiento a finales del XIX hasta su fallecimiento en el exilio en Oxford en 1970.
En 1964 estrenó su cantata o, hablando con más propiedad, su melólogo La Peste basada en la obra de Camus, una obra que sintetizó en dos personajes: un narrador y un coro que son acompañados por la orquesta. El narrador va desarrollando la explicación de la historia y el comportamiento del pueblo, mientras el coro representa a este pueblo que recibe el azote de la peste. El texto es el centro de esta obra, pero la música de Gerhard amplifica y transmite el valor expresivo de la palabra, otorgándole un clima de angustia que refleja de forma magistral el sentido de la novela.
De los enlaces disponibles en la red nos acompaña la versión de la Joven Orquesta Nacional de España con el BBC Symphonie Chorus y la voz de Michael Lonsdale dirigidos por Edmon Colomer que se pueden oír mientras se sigue la narración de Camus.
El primer enlace se titula Déclaration de l'épidémie (Declaración de la epidemia).



Hijo de una familia muy modesta, Albert Camus tuvo una infancia paupérrima que se agravó con el fallecimiento de su padre en la Primera Guerra Mundial cuando él contaba con un año de edad. Tras desarrollar a duras penas sus estudios gracias a su brillante inteligencia, se gradúa en Filosofía y Letras, aunque no le permiten dar clases por estar afectado de tuberculosis. Más adelante trabaja como periodista, llegando a publicar multitud de ensayos, así como obras de ficción entre las que destacan las novelas El extranjero y La peste, algunos cuentos y varias obras de teatro como Calígula o El estado de sitio.
En La peste, Camus muestra un abanico de sensaciones, sentimientos y actitudes que van desde la indiferencia, la falta de empatía o la pasividad iniciales cuando se manifiesta la epidemia, hasta la solidaridad, la cercanía hacia los demás y la fraternidad.
Un narrador va relatando de forma impersonal, como testigo la situación que conoció en Orán siguiendo las tribulaciones de los principales personajes: el doctor Rieux, Tarrou, su amigo y confidente o el periodista Rambert quien, separado de su novia por la distancia, desea salir de la ciudad para encontrarse con ella. La evolución de estos personajes, así como cuantos les acompañan se va desgranando a lo largo del desarrollo de la enfermedad y sus propias evoluciones vitales.
En el texto que nos acompaña, el cronista reflexiona sobre la importancia de las acciones generosas que aparecen en estas situaciones.


En The Plague (La Peste), Gerhard crea un entramado que provoca en el espectador una sincera emoción gracias al contraste entre la voz neutra del narrador y el efecto sonoro de la orquesta y el coro. El hecho de unificar a los personajes de la novela en narrador y coro y reducir la duración a poco menos de una hora concentra el dramatismo de la composición otorgándole una mayor fuerza.
El siguiente enlace se titula La fermeture des portes de la ville (El cierre de las puerta de la ciudad) en el que se narra una situación que ya nos va resultando conocida.


Otra obra literaria que se acerca a este tipo de epidemias es la novela de Alessandro Manzoni I promessi sposi (Los novios) una obra que se desarrolla en los alrededores de Milán y la propia ciudad entre los jóvenes Renzo y Lucia durante el siglo XVII en la narración de sus peripecias para poder contraer matrimonio. 
Un tanto irregular en su desarrollo, la segunda parte de la novela tiene como elemento fundamental de la acción la epidemia de peste que diezmó la Lombardía. Esta novela está considerada una de las obras fundamentales de la literatura italiana junto con la Divina Comedia y su autor, el poeta y escritor Manzoni fue uno de los personajes más celebrados de su época. Un año después de su fallecimiento, su amigo Giuseppe Verdi compuso su Misa de Requiem para evocar su memoria.



La obra de Gerhard usa del melodrama pero, según su autor, sin ser tratado éste melodramáticamente. El recitado del narrador, como decíamos tiene un tono neutral, pero su ritmo y su tono forman un elemento prácticamente musical que se funde con el entramado de la orquesta y el coro conformando un melólogo que se acerca a la esencia de la obra de Camus.
El siguiente enlace, dentro de la misma grabación dirigida por Edmon Colomer, corresponde a Les enterrements, título que es innecesario traducir y que finaliza con un sonoro silencio.


La peste es un símbolo en la obra de Camus, la metáfora que favorece la conciencia de los otros y que mueve a la solidaridad. 
También puede entenderse como metáfora de los regímenes totalitarios, especialmente del nazismo que acababa de ser derrotado cuando se publicó la novela, lo que da más sentido al final de la misma. Además de una obra sobre esa enfermedad, es una reflexión sobre la enfermedad moral que va extendiéndose entre todos los habitantes hasta infectarlos y acabar con ellos. Los muros de Orán se erigen como la imposibilidad de cada uno de nosotros de escapar de nuestra propia realidad, por lo que ese mal no es algo concreto y localizado, ya que puede encontrarse en cualquier persona.
Así, La peste es una obra cargada de una carga moral enorme en la que Camus advierte que la enfermedad no afecta sólo a quien se contagia, sino que alcanza a los que aún están sanos y optan por los dos extremos posibles, la generosidad en sus acciones y el egoísmo. 
Nos acompaña un texto que incide en la soledad que se produce entre las personas afectadas y cuyo reflejo podemos encontrar en cualquiera de las situaciones que nos acompañan.


Volvemos a Il Dilvio Universale de Falvetti, una autor de la generación posterior a Monteverdi, a quien reconocemos autor de la primera ópera que se conserva. Y en esta nueva mirada fijémonos en la muerte, mas para reírnos de ella, para exorcizarla. Hagamos que deje la voz grave con la que la imaginamos, con su aspecto duro y serio, irremediablemente trágica. En esta ocasión se nos presenta con la voz aguda del contratenor Fabián Schofrin, la cara blanca y cómica y la interpretación de esos bailes que, según la tradición,  se utilizaban para sanar, para hacer bailar a los enfermos picados por una tarántula, para que con su sudor sacaran el veneno del cuerpo. La Muerte interpreta, cercana, risible, desmitificadora, una tarantella. Una vez terminada nos ofrecen un bis sobre la melodía anterior. Seguimos con la Capella Mediterranea y la dirección de Leonardo García Alarcón.


La peste finaliza con la desaparición de la enfermedad y, por tanto, de sus consecuencias. Nos ofrece un punto de esperanza, haciéndonos ver que, a pesar de todos los males que puedan asolar al mundo en forma de plaga o epidemia, siempre podemos tener la esperanza de ver aflorar lo mejor de cada persona y del género humano. Mas Camus no es en absoluto un ingenuo y sabe que ese sentimiento tan humano como es la fraternidad es posible, aunque puede desaparecer en determinados momentos. Así lo anuncia: 




La última pieza de The Plague muestra el final de la novela, caótico y alborotado. La desbordante alegría del pueblo contrasta con el neutro relato del narrador, logrando una diferencia entre la sensación de felicidad de que lo ha finalizado y la preocupación por lo que puede volverse a repetir.



El último de los episodios La fin soudaine de l'épidémie (El fin repentino de la epidemia) está interpretado, como los anteriores por la Joven Orquesta Nacional de España con el BBC Symphonie Chorus y la voz de Michael Lonsdale dirigidos por Edmon Colomer.
Pronto, aunque con más o menos cicatrices, nos encontraremos en esa situación, alegres y sensatamente preocupados. Lo veremos.



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Bibliografía y webgrafía consultadas: