Estancias

Haydn en Cádiz

Hay ocasiones en que lo que ocurre nos sorprende por inesperado. No sólo en nuestra vida, sino en todas las facetas a las que alcanzamos vislumbrar. En las creaciones artísticas hay determinados casos en que un autor desarrolla un tipo de obras y, en un cambio en su estilo, en su concepción artística e incluso en el campo en el que desarrolla su creatividad, presenta una pieza que rompe con el camino por el que venía transitando.
Así, aunque artistas como Leonardo da Vinci son conocidos por sus múltiples facetas como creadores, nos sorprende conocer los poemas de Michelangelo Buonarroti, las pinturas de Winston Churchill o los dibujos a tinta china de Victor Hugo.
En determinados momentos no son estos cambios de disciplina los que nos sorprenden, sino el origen de algunas creaciones o el hecho de conocer el proceso que llevó a determinados artistas a crear algunas de sus obras.
Te propongo acercarte a una obra maestra de la música del clasicismo en la que se unen Haydn, una celebración religiosa de origen peruano, el Viernes Santo y la ciudad de Cádiz. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Septem Verba (Las siete palabras) es una expresión que recoge las últimas expresiones que Jesús pronunció en la cruz antes de morir según los Evangelios. A partir de ellas hay una tradición en la música religiosa que ha servido a muchos compositores para realizar diversas obras, la mayoría de ellas de tipo instrumental y vocal, otras simplemente instrumentales.
Entre las versiones de Las siete últimas palabras de Cristo en la Cruz podemos encontrar obras de ese o similar título en autores que van desde el siglo XVI y posteriores como Orlando di Lasso, Pergolesi, Haydn, Charles Gounod o César Frank, hasta llegar a compositores de este mismo siglo como Tristan Murail con su Les Sept Paroles para orquesta, instrumentos electrónicos y coro (2010), Dann Manneke y su oratorio para coro The Seven Last Words del año siguiente, Paul Carr y sus Seven Last Words from the Cross, una obra de 2013 para solista, coro y orquesta o Chrispophe Loothen que basó dos obras: su Quinto Cuarteto de cuerda y Mourning, para voz de contralto y cuarteto de cuerda con cantos de queja de soldados británicos fusilados mezclados con estos textos.
Pero de todas estas obras, es la de Joseph Haydn la que centra nuestra atención en esta ocasión, una obra con una génesis muy particular y las distintas versiones que creó de ellas.
Para esta aproximación a la obra del músico vienés nos centraremos fundamentalmente en la publicación de Marcelino Díez Martínez  Cádiz. El encargo de las Siete Palabras, publicada por la revista digital MAR - Música de Andalucía en la Red, nº1 (invierno 2011) de la Universidad de Cádiz. Un documento que recoge una investigación rigurosa, detallada e interesante de leer para conocer con profundidad la creación de esta obra.


En 1786 Joseph Haydn recibe en su residencia de Eisendstadt una carta procedente de Cádiz. Está escrita en latín y solicita la creación de una obra musical sobre Las siete últimas palabras con una serie de indicaciones que tratan del contexto en que debe interpretarse y la condición que debe cumplir la música encargada. 
Ante tan inusual oferta, Haydn, un hombre religioso que solía comenzar sus escritos con un En nombre de Dios y los finalizaba con Gloria a Dios en un ritual que repetía desde hacía mucho tiempo, quedó intrigado, pidió consejo a su amigo Stadler quien le contestó en estos términos:

Haydn me preguntó qué opinaba yo de todo aquello. Le respondí que me parecía oportuno que escribiese una melodía apropiada para cada una de las palabras y que las desarrollara instrumentalmente, para lo que tiene una gran maestría.

Tras este encargo están varios personajes. El primero de ellos José Sáenz de Santamaría, nacido en Veracruz (México, por entonces Nueva España), hijo del Marqués de Valde-Íñigo, un rico comerciante y que, tras enviudar, se estableció en Cádiz con sus dos hijos y se ordenó sacerdote. Tras unos años en Madrid regresó a Cádiz donde se hizo cargo de la dirección espiritual de la Cofradía de la Madre Antigua que se reunía en la Iglesia del Rosario, situada en la calle del mismo nombre en el centro de la ciudad.
Tras las muertes de su padre y hermano mayor, heredó el marquesado y la gran fortuna familiar. Al descubrirse durante unas restauraciones una cueva subterránea bajo la Iglesia, el sacerdote promovió con parte de su fortuna la construcción de la Capilla del Oratorio de la Santa Cueva. Para el adorno del edificio, el padre José Sáenz de Santamaría recurrió al mejor arquitecto gaditano y a los más grandes pintores del país, entre ellos Goya, quien colaboró con los cuadros La multiplicación de los panes y los peces, La Última Cena y El convite nupcial.

Francisco de Goya. "La última cena". Fresco de la Capilla de la Santa Cueva, Cádiz. Imagen obtenida en Internet.

Se necesitaba ahora una obra musical de categoría similar para acompañar la oración del Viernes Santo, por lo que buscó colaboración de Francisco de Paula María de Micón, Marqués de Méritos, un gran melómano, bien relacionado con la nobleza del país entre los que había grandes admiradores de la obra de Haydn.
En un principio, el compositor vienés entendió que el encargo se le hacía desde la Catedral de Cádiz, lo que hizo que se animara a realizar la composición propuesta.
El encargo de las Siete Palabas, Marcelino Díez recoge escritos del propio Haydn y su biógrafo Griesinger sobe esta confusión y las características y condiciones que tendría la composición dentro de la ceremonia que se llevaría a cabo.
residencia de Eisendstadt cuando recibe la carta del marqués. Está redactada en latín y es muy prolija en detalles sobre el carácter de la música solicitada y el contexto en que debe interpretarse. Aunque no sabemos muy bien qué le dice exactamente pues Haydn, en escritos suyos posteriores está totalmente creído que el encargo es de la catedral de Cádiz, no de una capilla de la misma ciudad. Sea como sea, el encargo sorprende a Haydn y le intriga no poco. Se hace aconsejar por su amigo Maximilian Stadler de quien recibimos noticia de estos acontecimientos. Stadler dice:
Haydn está en su residencia de Eisendstadt cuando recibe la carta del marqués. Está redactada en latín y es muy prolija en detalles sobre el carácter de la música solicitada y el contexto en que debe interpretarse. Aunque no sabemos muy bien qué le dice exactamente pues Haydn, en escritos suyos posteriores está totalmente creído que el encargo es de la catedral de Cádiz, no de una capilla de la misma ciudad. Sea como sea, el encargo sorprende a Haydn y le intriga no poco. Se hace aconsejar por su amigo Maximilian Stadler de quien recibimos noticia de estos acontecimientos. Stadler dice:
Haydn está en su residencia de Eisendstadt cuando recibe la carta del marqués. Está redactada en latín y es muy prolija en detalles sobre el carácter de la música solicitada y el contexto en que debe interpretarse. Aunque no sabemos muy bien qué le dice exactamente pues Haydn, en escritos suyos posteriores está totalmente creído que el encargo es de la catedral de Cádiz, no de una capilla de la misma ciudad. Sea como sea, el encargo sorprende a Haydn y le intriga no poco. Se hace aconsejar por su amigo Maximilian Stadler de quien recibimos noticia de estos acontecimientos. Stadler dice:
Haydn está en su residencia de Eisendstadt cuando recibe la carta del marqués. Está redactada en latín y es muy prolija en detalles sobre el carácter de la música solicitada y el contexto en que debe interpretarse. Aunque no sabemos muy bien qué le dice exactamente pues Haydn, en escritos suyos posteriores está totalmente creído que el encargo es de la catedral de Cádiz, no de una capilla de la misma ciudad. Sea como sea, el encargo sorprende a Haydn y le intriga no poco. Se hace aconsejar por su amigo Maximilian Stadler de quien recibimos noticia de estos acontecimientos. Stadler dice:
Haydn está en suresidencia de Eisendstadt cuando recibe la carta del marqués. Está redactada en latín y es muy prolija en detalles sobre el carácter de la música solicitada y el contexto en que debe interpretarse. Aunque no sabemos muy bien qué le dice exactamente pues Haydn, en escritos suyos posteriores está totalmente creído que el encargo es de la catedral de Cádiz, no de una capilla de la misma ciudad. Sea como sea, el encargo sorprende a Haydn y le intriga no p Maximilian St recibimos noti


En el encargo se detallan las indicaciones que Haydn debe seguir para la composición de la obra. Serán distintas piezas para intercalar entre los sermones, no del obispo de Cádiz como pensaba, sino del sacerdote que llevaba a cabo la ceremonia.
Así, el maestro compuso una serie de sonatas, distintas unas de otras, que serían interpretadas por una orquesta clásica con las siguientes secciones, cada una de las cuales se relaciona con una de las siete palabras, además de una introducción y un terremoto final:
  1. Introduzione. Maestoso ed Adagio.
  2. Sonata I: Pater, dimite illies, quia nesciunt, quid faciunt (Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen). Largo.
  3. Sonata II: Hodie mecum eris in Paradiso (Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso). Grave e cantabile.
  4. Sonata III: Mulier, ecce filius tuus (Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu madre). Grave.
  5. Sonata IV: Deus meus, Deus meus, utquid dereliquesti me (¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?).Largo.
  6. Sonata V: Sitio (Tengo sed). Adagio.
  7. Sonata VI: Consummatum est (Todo está cumplido). Lento.
  8. Sonata VII: In manus tuas, Doimina, commendo spiritum meum (Padre, en tus manos encomiendo tu espíritu). Largo.
  9. Il terremoto. Presto e con tutta la forza.
Nos acompaña la Introducción del nº 1 con la orquesta Concentus Musicus Wien, en la parte final el comienzo de la Sonata I  la participación del Arnold Schoönberg Choir, todos bajo la dirección del desaparecido Nikolaus Harnoncourt grabado en 1992 para Teldec Classics International GmbH.


En la carta enviada a Haydn se detallaba, como hemos leído, el tipo de rito que se desarrollaba en la Capilla de la Santa Cueva el Viernes Santo. Se trata de una ceremonia procedente de las misiones de los jesuitas de Perú llamada El ejercicio de las Tres Horas, una práctica que comenzó alrededor de 1660 el jesuita Francisco Castillo al reunir en Lima en Viernes Santo del mediodía a las tres de la tarde a los fieles para meditar sobre las citadas siete palabras. La ceremonia la recogió otro jesuita, Alonso Messía en el libro Devoción de las Tres Horas de la agonía de Cristo... y Método con que se practica en el Colegio de la Compañía de Jesús de Lima y toda la Provincia del Perú en el que ya se incluía la idea de intercalar piezas musicales entre las reflexiones.
En el estudio de Marcelino Díez se ofrecen detalles y comentarios sobre el trabajo a realizar y el hecho de que algunos testimonios coincidan con lo relatado anteriormente.
Introduzione en re menor — Maestoso ed Adagio
  1. Sonata I (“Pater, dimitte illis, quia nesciunt, quid faciunt”) en si bemol mayor — Largo
  2. Sonata II (“Hodie mecum eris in Paradiso”) en do menor con final en mayor — Grave e cantabile
  3. Sonata III (“Mulier, ecce filius tuus”) en mi mayor — Grave
  4. Sonata IV (“Deus meus, Deus meus, utquid dereliquisti me”) en fa menor — Largo
  5. Sonata V (“Sitio”) en la mayor — Adagio
  6. Sonata VI (“Consummatum est”) en sol menor con final en mayor — Lento
  7. Sonata VII (“In manus tuas, Domine, commendo spiritum meum”) en mi bemol mayor — Largo
  8. Il terremoto en do menor — Presto e con tutta la forza


Este Ejercicio de las Tres Horas comenzó a realizarse en las afueras de Cádiz, en la zona de Campo del Sur, de la que se tiene noticias alrededor de 1730, donde según Marcelino Díez se reunía 

"una piadosa congregación de hombres de gran espíritu a media noche y por espacio de tres horas practicaban los ejercicios de la Pasión del Señor, llamados de la Madre Antigua". 

Lo apartado del lugar y el horario de medianoche dio lugar a habladurías, lo que aconsejó trasladarlo a la Iglesia del Rosario, donde en unas obras de reforma se había descubierto el citado subterráneo que se acondicionó para la congregación con el nombre de la Santa Cueva.

Oratorio de la Santa Cueva de Cádiz. Imagen de Internet.

Aquí surge con más detalle el origen de la propuesta que se hizo a Haydn, un encargo que pretendía conseguir una música que reflejara la seriedad sin teatralidad en un edificio que buscaba la oscuridad con las ventanas tapadas y las imágenes cubiertas.
Nos acompaña de nuevo la grabación de Nikolaus Harnoncourt con la orquesta Concentus Musicus Wien y el Arnold Schönbert Choir con la Sonata II en la versión alemana Vater, vergib ihnen, correspondiente a Pater, dimite illies (Padre, perdónalos...) correspondiente al disco Die Sieben Letzten Worte unsere Erlösers am Kreuze de Telded Classics International GmbH.


Una vez decidido a aceptar e trabajo, Haydn se aprestó a realizar las partituras para las siete sonatas con la introducción y el terremoto final. Son hasta cuatro las versiones que existen de la obra, tres de ellas realizadas por el propio autor y una de ellas, la reducción para piano, escrita con el visto bueno del compositor. De nuevo nos acercamos al recomendable estudio de Díez Martínez para conocer detalles de las versiones y los estreno, de modo especial el que llevó a cabo en el lugar del encargo, en 1786 o 1785.


No se tiene certeza de qué versión fue la que se utilizó en el estreno en la Capilla de la Santa Cueva, suponiéndose que fue la versión original para orquesta. De todas formas, hay estudiosos que defienden que, dadas las dimensiones tan reducidas de la iglesia pudiera utilizarse la versión para cuarteto que, de todas formas, es la más utilizada a lo largo de los siglos XIX y XX y hasta la actualidad. 


¿Por qué motivo no realizó en primer lugar la versión coral para una obra que se basa en palabras, siendo esta la última de las versiones que se creó? Por un lado, desconocemos los detalles exactos del encargo que se realizó al compositor. Por otro lado, el hecho de tener que servir de meditación entre las reflexiones del celebrante hacen que la música realice la función de contrapunto a sus palabras.
Haydn buscaba con esta obra una música profundamente religiosa que llegara a conmover al oyente, según escribió por carta el 8 de abril de 1787 a William Forster, su editor de Londres:

Cada sonata, cada movimiento, está expresado por música meramente instrumental, de tal manera que hasta el oyente menos iniciado deberá conmoverse hasta lo más profundo de su alma."

Finalizamos con la obra completa en la versión orquestal original de Septem Verba Christi in Cruce. En esta ocasión con Les Concert des Nations bajo la dirección de Jordi Savall en una grabación que se realizó entre los días 2 y 4 de octubre de 2006 con la emoción de realizarse en la iglesia donde se estrenó, la Capilla de la Santa Cueva de Cádiz

Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!

e Cádiz la pieza se convierte en una referencia importante para la Semana Santa de muchos lugares en España. Hoy pueden encontrarse copias antiguas de la obra en la catedral de Salamanca (para tecla), dos en la Zaragoza y una curiosa versión para cuarteto y voces en el Palacio Real de Madrid. Hay incluso una versión en español hecha por el organista valenciano Francisco Xavier Cabo en 1821.

Con la obra original Haydn intenta una música profundamente religiosa que conmueva al orante. Dice Haydn:

“Cada sonata, cada movimiento, está expresado por música meramente instrumental, de tal manera que hasta el oyente menos iniciado deberá conmoverse hasta lo más profundo 

Bibliografía y webgrafía consultada:

Pecados de vejez, según Rossini

La vida marca unos tiempos que seguimos habitualmente: Una infancia que puede ser más o menos feliz con un primer contacto con el mundo y la vida; una juventud y adolescencia a la que sigue una edad en que dedicamos nuestros esfuerzos a trabajar y, por último, un periodo de descanso que coincide de forma natural con los últimos años de vida.
Pero, en ocasiones, hay personas e incluso profesiones que alteran ese devenir natural. Hay quienes desarrollan su labor profesional en plena juventud y llegan a ese periodo de descanso una vez finalizada su época de trabajo antes de llegar a lo que llamamos la jubilación.
Deportistas de élite, escritores, músicos o artistas a los que podemos catalogar como prodigios, se encuentran en plena madurez en un periodo de jubilación más o menos forzoso, un momento en que deben tomar un nuevo camino en su vida. Unos se embarcan en otros proyectos, otros caen en periodos de depresión. Cada uno debe planteárselo de forma personal según sus circunstancias.
En esta publicación te propongo conocer detalles de cómo Rossini, uno de los grandes compositores de ópera, afrontó su jubilación cuando contaba con treinta y siete años de edad y decidió poner punto final a su vida como compositor, una edad en la que la mayoría de nosotros está en desarrollo de su vida laboral. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!

Caricatura de Rossini por Etienne Carjat durante su estancia en París (izquierda).

Gioacchino Rossini marcó toda una época en la transición de la ópera italiana del Setecientos y la ópera romántica, llegando a ser considerado el más grande de los compositores de su época. Se trata de un autor capaz de incorporar al mundo operístico la fuerza de los coros como símbolo del pueblo, una forma de componer muy rica y particular, un uso dramático de la orquesta, en algunas ocasiones, en otras de una comicidad agilísima y delirante, con una riqueza expresiva en el adorno del canto y unas obras en las que primaba el espectáculo por el espectáculo.
Se trataba de un personaje adorado en toda Europa que cimentó su triunfo en Nápoles, más adelante en toda Italia, Viena, donde eclipsó al mismísimo Beethoven, y París, donde se asentó y obtuvo una renta vitalicia del gobierno francés. Su compleja personalidad estriba en sus contrastes y contraposiciones que oscilan entre la tradición y la innovación musicales, el uso de lo convencional y la libertad creadora o su concepción de la ópera como espectáculo de evasión y como drama que refleja asuntos morales o políticos.
Tras estrenar su primera ópera, La cambiale di matrimonio (El contrato de matrimonio) en Venecia con dieciocho años, obras como El barbero de Sevilla, La Cenerentola (La Cenicienta), La italiana en Argel, El conde Ory le llevaron a triunfar en toda Europa hasta que compuso y estrenó con gran éxito Guillermo Tell en el Théâtre de l'Académie Royale de Musique de París en 1829. 
Fue su última ópera y con tan solo treinta y siete años dejó de componer y se retiró definitivamente de los escenarios.
Mucho se ha escrito sobre las razones sobre las que el Cisne de Pésaro dejó el mundo de la ópera en pleno éxito y decidió retirarse. ¿Era su pereza proverbial de la que tanto se hablaba? ¿Quizás el hastío del éxito? ¿Pudiera ser cierta indolencia? ¿Acaso no tenía ya necesidad de demostrar nada más? ¿Es posible que la falta de salud y el agotamiento de tantos años componiendo -más de treinta óperas en menos de veinte años- fueran la causa? ¿O fueron esos cambios políticos y estéticos con los que no coincidían los que determinaron su retirada? 

Daguerrotipo de Rossini, también por Etienne Carjat.
Autor de Los tres mosqueteros o El conde de Montecristo, Alexandre Dumas fue uno de los novelistas más exitosos del XIX francés. Aunque sus personajes no están cargados de profundidad psicológica, unos diálogos plenos de naturalidad y una abundante utilización de las intrigas en sus novelas, le convirtieron en un popular escritor en su época, llegando muchas de ellas a ser adaptadas al teatro por el propio autor.
Uno de sus libros poco conocidos, Los mil y un fantasmas, en cuyo título evoca intencionadamente los relatos protagonizados por la gran narradora Seherezade, enlaza tres historias, cargada cada una de ellas con otras narraciones a cargo de sus protagonistas. Nos acompaña en esta publicación la segunda de ellas: Una comida en casa de Rossini (1849), en la que el escritor relata la ocasión en que asistió a una de las famosas cenas en casa del compositor cuando este, ya retirado, vivía aún en Italia y la sobremesa que la acompañó.


Una vez retirado, Rossini vivió gracias a las ganancias que había obtenido con sus composiciones y las reposiciones de sus óperas, además de contar con unos cargos honoríficos bastante bien remunerados (Compositor del rey e Inspector General de Canto en Francia), arrastrando una mala salud que se complicó con distintas enfermedades, entre ellas una sífilis que arrastraba desde hacía unos años, viviendo entre Francia e Italia, principalmente entre París, Bolonia y Florencia, aunque pasando también por Viena, Londres o Madrid. Su gran afición, la gastronomía, ocupaba ahora la mayor parte del espacio en su vida. "No conozco ninguna ocupación más admirable que la de comer", llegó a decir. Para zaherirlo, sus rivales manifestaban que Rossini tenía una barriga tan enorme que nunca había logrado verse sus pies.
Una vez dada por terminada su faceta operística, el genio y el ingenio, la música que tenía en su interior fue saliendo en distintas piezas para piano, pequeña orquesta de cámara o voz en lo que llamó Péchés de vieillesse (Pecados de vejez).
La primera pieza que nos acompaña de estas obras rossinianas es una tirana, una composición de origen español, poco habitual que consta de cuatro versos octosílabos a la que sigue un estribillo que solía incidir en la intención maliciosa, picaresca o satírica de los versos y que solía acompañarse de danza.  La primera música que nos acompaña es la tirana Los amantes de Sevilla perteneciente al álbum Morceux réservés (Canciones reservadas), una composición originalmente para piano y dos voces, aunque en esta ocasión nos muestra una versión orquestal presentada en el Maggio Musicale Fiorentino con las voces del tenor mexicano Rolando Villazón y la mezzosoprano romana Cecilia Bartoli bajo la dirección de Marco Armiliato y pertenece a un vídeo de animación dirigido por Awik Balaian.


Tras esa estancia más o menos itinerante entre Italia y Francia, un Rossini que se había separado de su esposa, la española Isabel Colbran, recala de nuevo en la capital francesa donde una cada vez más virulenta sífilis quedó curada con un tratamiento novedoso al que se sometió, y comenzó a vivir con Olimpe Pélissier, con quien acabaría casado hasta su muerte. Su estado depresivo, su carácter hipocondríaco y las crisis nerviosas iban haciendo mella en su salud y su estado anímico. Aún continuarían años de estancia en Bolonia y Florencia antes de instalarse de forma definitiva en la capital francesa.

Continuamos con el relato de Dumas en el que el escritor nos acerca al palacio que habitaba Rossini, su faceta como anfitrión y cómo se fue desarrollando la cena y la sobremesa correspondiente, además de plantear la cuestión que todos desearían conocer sobre los motivos del compositor. 


En 1855 se instaló en una vivienda en el centro de la ciudad, en la calle Chaussée d'Antin y se hizo construir una villa en Passy. En la primera vivienda su habitación era un variopinto muestrario de pelucas, instrumentos musicales, el catéter que utilizaba como remedio, "el mejor de los instrumentos" según él mismo decía, cepillos, peines, una máquina para fabricar macarrones y diversos objetos orientales sobre las mesas y cómodas, todo ello minuciosamente colocado en su lugar exacto.
En ese tiempo volvió a tener una vida sosegada, con menos problemas de salud, lo que le llevó a recuperar su carácter afable y comenzaron las veladas semanales a las que llamó Samedi soirs (Tardes del sábado) en las que Rossini destacaba como anfitrión, cocinero, conversador e intérprete de piano. Su casa acabó convirtiéndose en un centro artístico por la que pasaba lo más destacado de la sociedad.
Grandes pianistas como Liszt o Talbert, escritores como el propio Dumas, pintores como Gustave Doré o Delacroix, compositores como Gounod, Meyerbeer, Saint-Saëns, Weber, Verdi o Arrigo Boito, aristócratas y todo tipo de personajes pasaron por sus Samedi soirs.
En estas veladas se interpretaban algunas piezas que componía para la ocasión, bien con él mismo de protagonista, bien con la complicidad de algunos de sus invitados. 
El enlace nos recrea cómo podrían desarrollarse estas veladas, con un anfitrión que nos podría evocar al propio Rossini, y la interpretación de la mezzosoprano Marilyn Horne de la Arietta o Canzonetta Spagnuola en una grabación dirigida en Versalles en 1985 por Claudio Abbado.


M

El relato de Dumas sobre la cena en el palacio de Rossini en Bolonia continúa con la conversación sobre cómo hacer que el compositor acepte componer de nuevo una ópera, se debate si el luminoso cielo mediterráneo de Italia es propicio a las narraciones sobrenaturales o la implicación y relación de dependencia entre música y poesía.


En los Samedi soirs los Rossini -Gioacchino y Olimpia- recibían a sus invitados y, alrededor de las ocho y media comenzaban las "veladas de gala", donde se servían manjares, algunos de ellos provenientes de regalos recibidos por los anfitriones. Habitualmente el compositor abandonaba las estancias donde estaban todos los invitados y se acercaba con algunos más allegados a las habitaciones del piso superior para entablar conversaciones con ellos.
En muchas ocasiones se imprimieron los programas con las piezas que se interpretaban, por lo que conocemos que, aunque la mayoría eran suyas, también tenían cabida obras de Mozart, Gounod o Verdi y que compositores como Liszt estrenaron algunas de sus obras, como San Francisco de Asís predicando a los pájaros o San Francisco de Paula caminando sobre las aguas.
Las obras del Cisne de Pesaro provenían casi en su mayor parte de esas miniaturas y bagatelas que formaban sus Péchés de vieilles y sus títulos hacían alarde del ingenio y el sentido del humor del compositor: Improntu anodino, Los guisantes, Estudio asmático, Preludio compulsivo o Preludio Petulante-Rococó.

Alexandre Dumas, padre. Daguerrotipo de Etienne Carjat

Rossini tocaba el piano a la perfección, sin ningún esfuerzo, con un estilo preciso y expresivo, con gracia y sensual. 
En Petit caprice (style Offenbach), el de Pésaro realiza una imitación jocosa sobre el estilo del compositor francés, pero que esconde una extraña recomendación. En algunos pasajes de la partitura Rossini exige tocar solo con los dedos índice y meñique. Una extraña digitación que se podría realizar de cualquier otra forma.  Al intentar colocar los dedos en esa posición lo único que se consigue es realizar el gesto de los cuernos. 
¿Por qué? ¿Qué pretendía el maestro al obligar al pianista a este esfuerzo tan vano? Para los italianos este gesto con los dedos hacia abajo es el que realizan los supersticiosos para alejar la mala suerte o librarse de influjos perniciosos. Así, Rossini quería indicar "en petit comité", entre sus amigos, con ese gracejo y esa sorna que poseía, que Offenbach era un gafe, un cenizo, una reputación que en realidad no había inventado él y que era la comidilla de los ambientes musicales parisinos.
Alessandro Marangoni interpreta este Petit caprice, (style Offenbach) de Pecados de vejez de Rossini con la digitación original propuesta por el compositor.


El relato Una comida en casa de Rossini de Alexandre Dumas continúa con la proposición de uno de los comensales que implica la participación del propio compositor y del que surgen una obertura y un proyecto.
¿Qué hay de real o de invención en esta relato de Dumas? Quizás cada uno de quienes lo lea tendrá su propia opinión.


La historia de Dumas no finaliza en este momento. Una cena en casa de Rossini continúa con la voz del joven poeta Scamozza y su relato familiar en ese juego de historias dentro de historias que se asemeja al juego de la narradora por excelencia, Seherezade. Pero, como diría Michael Ende, eso es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.

Caricatura de Rossini por Gill para la revista La Lune

Las composiciones que forman los  Péchés de vieilles fueron elaboradas durante varios años, en la mayoría de las ocasiones para uso propio entre sus amigos y sin ánimo de publicarlas. Ciento cincuenta piezas forman la colección agrupadas en catorce volúmenes que toman el nombre de una pequeña selección que hizo el propio compositor y a las que les dio un nombre tan irónico y crítico consigo mismo a la vez. Fueron vendidas por su viuda una década después del fallecimiento de Rossini y agrupadas en los citados volúmenes por temática y prescindiendo del orden de composición.
Esta miscelánea de obras está escrita para piano, pequeña orquesta de cámara o voces y fueron compuestas entre 1857 y su muerte en 1868 y reflejan de modo inequívoco el carácter, la genialidad compositiva, el sentido del humor y el irónico sarcasmo de uno de los más grandes compositores de la historia de la ópera.
Finalizamos con el Quartettino La passeggiata (El paseo) para piano y cuarteto de voces (soprano, contralto, tenor y bajo), el número 12 del Álbum Italiano, el primero de los catorce volúmenes de estos Péchés de vieilles de Rossini.
La interpretación pertenece al disco Le salon de Rossini interpretado por Lieder Quartett formado por Anna Maria Miranda, Hanna Schaer, Jean-Claude Orliar y Udo Reinemann, con Christian Ivaldi al piano. Si siempre son interesantes los auriculares para escuchar este tipo de música, en este caso se hacen casi imprescindibles.

Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!

Bibliografía y webgrafía consultadas:

Mujeres e identidad

La vida es un camino duro, difícil y complicado para todos. No nacemos sabiendo lo que será de nosotros, con qué oportunidades o dificultades nos vamos a encontrar, quienes nos acompañarán a lo largo de nuestro recorrido o cuántas vueltas, recovecos o laberínticas circunstancias hemos de afrontar a lo largo de nuestra existencia.
Cierto es que hay quien puede sentir que es una persona afortunada si sus circunstancias, su camino, las personas que le acompañan o los factores laborales o económicos son adecuados o si sus intereses y capacidades le ayudan a desarrollarse como desea. Pero la mayoría debe luchar con prejuicios o con obstáculos que nacen de circunstancias heredadas tras años y siglos de desigualdades injustas que no podemos permitir que continúen en nuestra sociedad. El esfuerzo, el interés, la fortaleza, la formación y las capacidades de cada cual deben primar sobre cualquier otra circunstancia independientemente del sexo, la etnia, el color de la piel o las ideas religiosas, políticas o de cualquier tipo de cada persona.
Desafortunadamente, ser mujer es aún una dificultad añadida en muchos ámbitos de nuestra sociedad, por no hablar de otras sociedades en las que ni siquiera se considera su promoción y están condenadas a la invisibilidad fuera del ámbito doméstico. Si esta circunstancia está acompañada por el hecho de pertenecer a una minoría oprimida como ser judía en tiempos del Hitler, tener otro color de piel o pertenecer a lo que se denominaban en otros tiempos colonias, la lucha es más ardua, compleja, desigual y dura. 
Te propongo un acercamiento a reflexiones de varias mujeres que unieron a su condición femenina el hecho de tener que cargar en su vida con otros impedimentos con los que hubieron de luchar para conseguir su identidad. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!

Frida the riveter, versión de Maria Kane a partir del cartel de 1943

A diario, las voces con acento femenino forman parte indisoluble de nuestra vida, siendo elementos únicos, sólidos y coherentes con la sociedad en la que nos desenvolvemos y sin cuyas voces nuestra visión de la realidad sería parcial e incompleta. Blogs como este en que se interaccionan los textos literarios con los musicales tienen cabida en el espacio virtual en cuanto se relacionan con otros que, sin tener aparentemente ninguna coincidencia de contenidos, ayudan a configurar una cosmovisión de la realidad a partir de una pluralidad de voces. Así, quiero agradecer las miradas, reflexiones y opiniones de mujeres como:
Estela Pisa y sus blogs Sinaptando, un imprescindible sobre psicología, toda una mesa de relojero donde encontrar cualquier reflexión sobre nuestra condición humana y la búsqueda de nuestro camino y Creant Llibertat sobre esos libros que quedan grabados en el interior de quien los lee.
Silvia con su nuevo proyecto de podcasts Suspiros al Arte y su antiguo blog Emocionarte, un espacio dedicado a ofrecer una cosmovisión de cualquier faceta relacionada con la creación artística.
Rosa Boschetti, una polifacética creadora, original y sorprendente en sus relatos en cuanto a sus formatos, temática e ilustraciones, además de sus trabajos didácticos sobre historia de las distintas artes en su blog rboschetti.com.
Keren Turmo, original y fresca en sus originales relatos en los que siempre saca y nos hace partícipes de su identidad en su blogs El rincón de Keren e Historias con K
Maribel Bofill, creadora de blogs en los que une sus pasiones por la historia y la música: Gladiatrix en la arena sobre historia de Roma y El arte de las musas, además de ser cocreadora, animadora y activa partícipe en diversos grupos de Facebook con ambas temáticas. 
Marisa Domenech, una voz con múltiples estilos, acentos y temáticas, con varios blogs como Nuevo viaje a Ítaca, una persona entrañable e imprescindible, algo alejada en las últimas semanas y a quien le deseo de todo corazón lo mejor.
Pilar Blasco, creadora del blog El truco de mamá e inmersa en su proyecto de creación de muñecas personalizadas artesanas Cuquidoll.
Gracias por todo lo que aportáis.


Todos conocemos en mayor o menor grado a una de las voces que surgió del horror de la Segunda Guerra Mundial. Procedente de una familia alemana de origen judío, enraizada e integrada en la sociedad de Fráncfort, después de haber participado su padre como teniente del ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial, hubo de huir con toda su familia hasta Holanda.
Recluida en una vivienda en Ámsterdam, el regalo de un diario a la pequeña Anne Frank ayudó a la sociedad a conocer la situación por la que pasaron hasta que fueron detenidos junto con otras con las que convivían y murieron la mayoría de ellos en campos de concentración. Este Diario de Ana Frank, mundialmente conocido, recoge las inquietudes, las reflexiones de una niña que aún no había llegado a la adolescencia, además de los hábitos, costumbres y relaciones que se establecieron en la Het Achterhuis (La casa  de atrás) en la que pasaron los últimos años antes de ser detenidos.
Al día siguiente de cumplir los quince años, Ana Frank, con su mirada de niña se deja llevar por los regalos recibidos por su cumpleaños, las noticias que reciben por la radio sobre el desembarco que han realizado las tropas aliadas, lo que piensan de ella algunos de sus compañeros de refugio, la relación con el joven Peter, uno de ellos, la añoranza de la naturaleza y la condición de ser mujer.
Se trata de la visión de una niña que habla consigo misma y con su diario, su confidente Kit, con la inocencia de quien se asoma al mundo y lo va descubriendo. Para no extender la reflexión con algunos de los temas que puedan llevarnos a otros pensamientos, centramos la reflexión en la mirada al cumpleaños y a las circunstancias de la condición de mujer para observar los dos límites entre un pensamiento que oscila entre lo infantil y lo maduro.


La vida de Vitězslava Kaprálová quedó truncada en 1940 tras un diagnóstico erróneo de tuberculosis miliar. Contaba apenas con veinticinco años, había contraído matrimonio dos meses antes con el escritor checo Jiri Mucha -hijo de Alfons Mucha, conocido por sus cuadros y sus vidrieras en estilo Art noveau- dejando una obra musical formada por más de treinta composiciones y una carrera prometedora como una de las grandes mujeres compositoras del siglo XX. Su lucha por conseguir una posición en un mundo tan cerrado a las mujeres terminó demasiado pronto.
Nos acompaña su Op. 14, la canción en versión para orquesta y soprano o para piano y soprano Sbohem a sátecek (Adiós y un pañuelo en la cabeza), quizás la canción más triste de Kaprálová y que fue escrita a partir de un poema de Vitezslav Nezval en 1939 cuando abandonó su país que acababa de ser invadido por las tropas nazis para instalarse en el exilio en Francia.


La soprano Veronika Zaplatilová interpreta esta canción acompañada por Marta Vasková en un concierto que se celebró en la Facultad de Música JAMU en la ciudad checa de Brno en febrero de 2020.


Ganadora del Nobel Alternativo de Literatura de 2018 organizado por distintas asociaciones tras no llevarse a cabo el premio oficial por los escándalos que acompañaron a algunos miembros del comité organizador, Maryse Condé es una de las voces más potentes y nítidas de los últimos años. 
Nacida en Pointe-a-Pitre, en la isla de Guadalupe en febrero de 1937, Condé es una escritora que mueve sus escritos entre su pensamiento sobre la condición de mujer, la lucha contra el racismo y la propia identidad. Tras una infancia en su tierra natal con viajes a París, estudió en el Lycée Fénelon de la capital francesa, Literatura Clásica en la Sorbona. Casada con el actor de teatro guineano Mamadou Condé, por quien cambió su apellido Boucolon al comenzar a escribir, se trasladaron a África donde Maryse impartió clases en países como Guinea, Ghana o Senegal. Tras ser madre de cuatro hijos y divorciarse, Condé regresó a Francia donde impartió clases en distintas universidades y se casó con el traductor de su obra al inglés, antes de trasladarse a las universidades de Berkeley y Columbia para continuar allí sus clases.


De su obra nos acercamos a Le coeur a rire et a pleurer (Corazón que ríe, corazón que llora) subtitulado como Cuentos verdaderos de mi infancia, un libro que indaga en la búsqueda de las razones que marcaron su infancia y juventud y su búsqueda de sí misma en su triple condición de negra, mujer y burguesa.
Esta búsqueda personal, con las peguntas sobre las cuestiones que una niña va dejando sin entender durante su infancia va regresando en su madurez para recibir respuestas y tomar conciencia de su condición. Así, los pensamientos que una joven como Ana Frank que quedaron sin pasar por esa vuelta a la que la vida nos lleva con el paso del tiempo, toman su forma, responden a las dudas y las inquietudes en el libro de Maryse Condé.
La metrópolis parisina idealizada por sus padres, su propio nacimiento o la relación singular con uno de sus hermanos marcan el inicio de su reflexión biográfica.


Vitězslava Kaprálová era hija de un profesor del conservatorio de Brno discípulo de Leoš Janáček y una cantante que también impartía clase de canto. Brillante desde pequeña, compuso su primera obra con apenas nueve años, V rísi bájí (En el Reino de los Mitos), a la que siguió Po bitvé élohorské (Después de la batalla de la Montaña Blanca) que dedicó al primer presidente de su país.
Contra la voluntad de su padre, quien pensaba que una mujer no podría ser independiente si se dedicaba a la música, entró en el conservatorio de su ciudad natal para estudiar Composición y Dirección de orquesta, siendo la única estudiante, frente a sus nueve compañeros de promoción, que finalizó los estudios. De allí continuó sus estudios en Praga que terminaron con la composición de Vojanská  symfonnieta (La Sinfonieta Militar) en cuyo estreno en 1937 bajo su propia dirección tuvo un enorme éxito que hizo que al año siguiente dirigiera esta obra con la Orquesta de la BBC en Londres.
Su Opus 10, Jablko s klina (Una manzana del regazo), una obra estrenada en 1936 está formado por cuatro canciones para voz y piano basadas en textos del escritor checo Jaroslav Seifert. La segunda de ellas, Ukolébavka (Canción de cuna) nos acompaña en la interpretación de la soprano Dana Burešová acompañada al piano por Timothy Cheek en una grabación para el disco Kaprálova Songs publicado en 2003 por Supraphon a. s.


Maryse Condé comenzó a publicar tarde, ya cumplidos los cuarenta años. Desde su primera novela Saison à Rihata (1981), tratando siempre de indagar en los mismos temas relacionados con lo racial, el genero y lo cultural. Tras sus orígenes y vivencias en Guadalupe, París y África occidental, sus argumentos transitan por estos lugares en el presente o en épocas como el Imperio de Bámbara en el Malí del siglo XIX, los juicios de brujas en la localidad de Salem o la construcción del Canal de Panamá, mostrando siempre su visión crítica y rebelde de las relaciones entre los pueblos africanos y la diáspora de estos pueblos. 
Continuamos con su novela biográfica Corazón que ríe, corazón que llora y la mirada con que desde el presente reconstruye su visión del pasado personal y su forma de comprometerse con la vida.
En uno de los últimos capítulos, Camino de la escuela, Condé nos narra su estancia con trece años de nuevo en París, su paso por el liceo y su cada vez más manifiesta rebeldía que le hizo pasar de ser una estudiante con brillantes notas a perderse en el tumulto de su estancia parisina. Una oportunidad surgida de una de sus profesoras hizo que comenzara a forjar su compromiso con la vida y sus condicionantes vitales.


Una vez finalizados sus estudios en la capital checa, Kaprálová conoció a uno de los más grandes compositores checos de su época, Bohuslav Martinů, quien le aconsejó que pidiera una beca para continuar sus estudios en el conservatorio de Paris donde él residía. Una vez concedida, se instaló en la capital parisina llegando a recibir clases de él mismo y entablando una relación que pasó de lo musical y profesional al ámbito de lo amoroso, pese a que les separaban veinticuatro años de edad. Fue una época abundante en composiciones para ella en la que continuó indagando sobre la música y el folclore checo y que finalizó con la relación y un viaje a su país en el que estuvo antes de la invasión alemana y que terminó con el regreso a París y la composición de la citada Sbohem a sátecek (Adiós y un pañuelo en la cabeza). En 1940 se casó con el escritor Mucha y pocos días antes de la entrada de las tropas nazis en Francia se trasladaron huyendo al sur del país, a Montpelier, donde enfermó, ingresó en un hospital y falleció en el mes de junio, con veinticinco años de edad y una carrera musical por delante.


Tres mujeres nacidas en la primera mitad del siglo XX con historias y condicionantes diversos nos han acompañado mostrando su fuerza, su capacidad de reflexión y creación. Dos murieron prematuramente, la tercera, aún sigue publicando sus escritos y mostrándonos sus historias y pensamientos.

Nos despedimos con Az Jednoho dne se Budes Ptát (Hasta que un día preguntes), una de las dos canciones del Opus 4 de Vitězslava Kaprálová con la interpretación de la soprano Christabel Nunoo acompañada al piano por James Meredith.

Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Bibliografía y webgrafía consultadas: