El cambio de un año a otro es uno de los momentos que tenemos señalados de forma especial. Hay una sensibilidad distinta y una alegría con la que se quiere contagiar a todos los que nos rodean. Con el tiempo voy descubriendo que no es necesaria esa alegría contagiosa para vivir ciertas cosas con intensidad.
En esta última o primera publicación del año, según cuándo la leas, nos acompañan Brecht y Strauss.
En esta última o primera publicación del año, según cuándo la leas, nos acompañan Brecht y Strauss.
El alemán Bertolt Brecht ha sido uno de los más destacados e innovadores dramaturgos del siglo XX. Comprometido con su tiempo, su obra busca siempre la reflexión del espectador.
Acostumbrados a la enumeración de propósitos para el año que entra, te propongo una mirada distinta: las satisfacciones que tenemos al alcance de nuestra mano, pero que el intenso y acelerado ritmo de vida que llevamos nos impide disfrutar. Igual que Brecht, cada uno de nosotros tenemos nuestras propias satisfacciones. Te animo a que las pases a un papel o un nota.
Acostumbrados a la enumeración de propósitos para el año que entra, te propongo una mirada distinta: las satisfacciones que tenemos al alcance de nuestra mano, pero que el intenso y acelerado ritmo de vida que llevamos nos impide disfrutar. Igual que Brecht, cada uno de nosotros tenemos nuestras propias satisfacciones. Te animo a que las pases a un papel o un nota.
Uno de los acontecimientos más seguidos, e incorporados a la cultura occidental, con que se recibe cada año nuevo es el concierto del mismo nombre que se celebra en Viena. Un concierto ligero, festivo y lleno de tradiciones y ceremonias que se basa en la música de Johann Strauss hijo.
Dado el carácter que se le da a la música en este blog, predominando la de tipo vocal, te traigo una pieza que aúna los requisitos del citado concierto: música vienesa de Strauss, una pieza imprescindible como An der schönen blauen Donau (Al bello Danubio azul) y el coro de Niños cantores de Viena, recogida en una gira realizada por Chile.
Y, cómo no. Te dejo con el esperado final del concierto: la Marcha Radetzky.
¡Buen año!
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