Estancias

Escenas de bohemios en París

París, jóvenes artistas y bohemios son imágenes que tenemos asociadas en nuestras mentes. Desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la actualidad, lugares como Montmartre, el Barrio Latino o Montparnasse han visto vivir y transitar por sus calles a tantos aspirantes a pintores, músicos o escritores que pocos lugares son reconocidos como ciudades de los artistas como París.
En esta entrada te propongo una visita que une París y los jóvenes artistas con imágenes, una literaria y varias musicales con el libro El alma encantadora de París y la ópera La Bohème de Puccini



Enrique Gómez Carrillo es hoy en día un escritor prácticamente olvidado. Natural de Guatemala, vivió largos periodos en Madrid y París, fue amigo de Rubén Darío participando en el movimiento Modernista, siendo colaborador en distintos periódicos y, sobre todo, un viajero incansable. 
Sus libros con las crónicas de viajes reflejan este interés: El alma encantadora de París, El Japón heroico y galante, La sonrisa de la Esfinge, Jesuralem y la Tierra Santa, Vistas de Europa, El encanto de Buenos Aires o La Grecia eterna y la Rusia actual escritos en las dos primeras décadas del pasado siglo, son algunos de los libros en los que Gómez Carrillo refleja la aventura hedonista, el detalle exótico, la paz del viaje, el vagabundeo despreocupado, ese lugar desconocido que al descubrirlo cause la admiración en el lector. Según él mismo escribe, "... lo que busco es algo más frívolo, más sutil, más pintoresco y más positivo: la sensación".
Personaje muy conocido en su época, bohemio empedernido, cambió su nombre auténtico Enrique Gómez Tible (sus amigos escritores se burlaban llamándole Comestible) por los apellidos paternos. Se casó tres veces, entre otras con la cantante Raquel Meller, fue acusado de haber traicionado a su amante Mata Hari para que la fusilaran, acción de la que fue exculpado después de su muerte. Falleció en 1927 tras una vida de excesos como bebedor, mujeriego, pendenciero y duelista tras un derrame cerebral.
De El alma encantadora de París (1902) es el fragmento que acompaña esta entrada.

Para componer La Bohème, Giacomo Puccini se basó en Scènes de la vie de bohème de Henri de Murger, un folletín que fue publicándose por entregas hasta convertirse en novela como La vie de Bohème (La vida bohemia). Se trataba de unas publicaciones cuyos protagonistas eran jóvenes artistas, genios en potencia, astutos y pícaros en ocasiones que sobrevivían buscando el éxito con sus amadas costureras y peluqueras en el París de Luís Felipe de Orleans. Eran una serie de cuadros realistas en los que se podían identificar a algunos personajes conocidos.
Leoncavallo le propuso a Puccini trabajar juntos en una versión para llevar al escenario esta novela. Finalmente, y después de desencuentros personales, cada uno elaboró una ópera, siendo la que nos ocupa más popular, aunque menos fiel al original.
Con guión de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, los libretistas habituales de Puccini, la "Santísima Trinidad" con que el compositor se refería a él y su equipo de  colaboradores, La Bohème se estrenó en febrero de 1896 con la dirección de uno de los grandes, Arturo Toscanini, de quien celebramos este año el 150 aniversario de su nacimiento.



Cuando Mimí entra en la buhardilla donde está Rodolfo, Puccini la trata de forma especial. El ambiente exterior nevado, el frío, la chimenea apagada, el tiempo desaparecen para centrarse en la figura que entra. 
Las dos arias que traigo a esta entrada han pasado a la historia. Sus primeras frases las conocen todos los amantes de la ópera: Che gelida manina! (¡Qué manita tan fría!) y Si. Mi chiamano Mimí (Sí. Me llaman Mimí).
En Che gelida manina! Rodolfo logra conquistar a su vecina Mimí a la vez que a todos los que lo escuchamos. La palabra es aquí la clave para la seducción con un comienzo tímido, titubeante, que se va creciendo cuando se presenta como poeta y arrebatado soñador. Puccini detiene o acelera el ritmo según lo pida el texto, desplegando su melodismo con una expresividad que alcanza su cenit en la frase "la dolce speranza".


La interpretación corre a cargo de Luciano Pavarotti con la silenciosa presencia de Mirella Freni en una producción de 1987 en la ópera de San Francisco bajo la dirección de Tiziano Severini.




Inmediatamente a continuación sigue el aria Si. Mi chiamamo Mimí que retoma la conversación entre ambos para contarnos su sencilla vida de costurera, hasta lograr emocionarse y emocionarnos desde "il primo sole è mio" y la forma de utilizar las melodías que son muy expresivas, se desarrollan en poco tiempo y desaparecen para dar paso a la siguiente, creando una música muy sentimental que llega a tocar la sensibilidad del espectador. El final del aria es en forma de recitativo.



Boceto de Hein Heckroth para la escenografía de La Bohème de la StattOper de Essen (1930/1931)


El aria está interpretada en versión concierto por Kiri Te Kanawa con la London Symphony Orchestra dirigida por Stephen BarlowLa soprano neozelandeza, con su pronunciación exquisita, despliega su voz cargada de matices e inflexiones acompañando los cambios de tempi con que Puccini describe el agitado latir del corazón de Mimí.





Si te apetece, y para finalizar enlazo con una grabación que une las dos arias en el final del Acto I. Se trata de una versión fílmica de 2008 dirigida por Robert Dornhelm y protagonizada por Rolando Villazón y Anna Netrebko. La escena comienza con la llegada de Mimí a la buhardilla de Rodolfo y finaliza con un dúo que también merece una entrada en el blog, O soave fanciula.

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