El concierto anual más famoso y con mayor audiencia del mundo es, sin lugar a dudas, Das Neujahrskonzert der Wiener Philharmoniker (El Concierto de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena), un concierto que se celebra el 1 de enero de cada año en la capital austriaca.
Te propongo un acercamiento al Concierto de Año Nuevo que se interpreta cada uno de enero en Viena, con textos de Stefan Zweig y Claudio Magris y el vals más conocido de cuantos existen: El Danubio azul de Johann Strauss. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
Te propongo un acercamiento al Concierto de Año Nuevo que se interpreta cada uno de enero en Viena, con textos de Stefan Zweig y Claudio Magris y el vals más conocido de cuantos existen: El Danubio azul de Johann Strauss. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
Viena ha desarrollado durante siglos su espíritu musical con la presencia de grandes compositores e intérpretes, haciendo de este arte una de las grandes manifestaciones de su cultura.
En El mundo de ayer: Memorias de un europeo, Stefan Zweig, el gran escritor austriaco, un humanista y europeísta convencido y convincente, realiza una recorrido por la cultura y la ciudad en los años anteriores, durante y posteriores a la que se llamó la Gran Guerra.
En el texto siguiente Zweig presenta un reflejo de la Viena de los primeros años del pasado siglo y su gusto por la cultura y la música.
En El mundo de ayer: Memorias de un europeo, Stefan Zweig, el gran escritor austriaco, un humanista y europeísta convencido y convincente, realiza una recorrido por la cultura y la ciudad en los años anteriores, durante y posteriores a la que se llamó la Gran Guerra.
En el texto siguiente Zweig presenta un reflejo de la Viena de los primeros años del pasado siglo y su gusto por la cultura y la música.
Con más de setenta años de continuidad, el Concierto de Año Nuevo congrega a más de 1.000 millones de personas de más de sesenta países unidos por la ligera música vienesa.
Se trata de un concierto que une lo más tradicional de este tipo de eventos, lo que hace que sepamos con anticipación qué va a sonar y cómo se va a desarrollar. Así, también podremos apreciar las sutiles diferencias y cambios que se desarrollan en cada celebración.
Un concierto es un ritual que sigue siempre unos pasos fijados: La entrada de la orquesta, su afinación, la entrada y recibimiento que se realiza al director, los saludos protocolarios tras cada interpretación y los aplausos y agradecimientos entre público e intérpretes al finalizar.
En este caso, el Concierto de Año Nuevo tiene unas claves particulares:
-Un escenario único, la Goldener Saal (Sala Dorada) de la Musikverein de Viena, un salón que habitualmente es de baile y se cubre de asientos para determinadas ocasiones como esta.
-Un programa que se basa casi exclusivamente en música de la familia Strauss, especialmente en Johann hijo, aunque con alguna participación de su padre y sus hermanos Joseph y Eduard.
-Una orquesta muy tradicional y de una calidad enorme en la que ya comienzan a aparecer (¡por fin!) intérpretes femeninas.
-Unos directores mundialmente reconocidos, que van cambiando cada año y que aportan, desde esta tradición, algunas innovaciones o introducen alguna pieza diferente en el repertorio como homenaje a algún compositor. Por este concierto han pasado directores como Lorin Maazel, Karaja,, Claudio Abbado, Carlos Kleiber, Zubin Mehta, Riccardo Muti, Nikolaus Harnoncourt, Seiji Ozawa, Daniel Barenboim o Gustavo Dudamel.
-El prestigio del Concierto de Año Nuevo se fue consolidando durante los años en que Willi Boskovsky lo dirigió entre 1955 y 1977 y durante los que instauró a partir de 1958 la costumbre de finalizarlo con los dos bises de rigor: El vals El Danubio Azul y la Marcha Radetzky. Como solía decir el añorado José Luís Pérez de Arteaga en sus retransmisiones para Radio Clásica de Radio Nacional y Televisión Española una vez finalizado el concierto, "hasta el último esquimal de las proximidades del Polo Norte o el más perdido de los pigmeos africanos saben que, aunque no estén en el programa, aún quedan dos piezas por interpretarse."
En el enlace podemos disfrutar de la interpretación que se llevó a cabo en el concierto correspondiente al año 2014 con la dirección de Daniel Barenboim. Habitualmente la televisión austriaca, que transmite el concierto a todo el mundo, aprovecha para hacer un recorrido visual por la orquesta, la sala de conciertos y muestra una coreografía por distintos emplazamientos de la capital austriaca. Como es lógico, estos bailes suelen estar grabados previamente y las imágenes se intercalan con la interpretación en directo, lo que hace que la sincronización de los ensayos, el baile y el directo sean fundamentales. En esta ocasión se funden en uno sólo de forma espectacular al final de la interpretación.
Se trata de un concierto que une lo más tradicional de este tipo de eventos, lo que hace que sepamos con anticipación qué va a sonar y cómo se va a desarrollar. Así, también podremos apreciar las sutiles diferencias y cambios que se desarrollan en cada celebración.
Un concierto es un ritual que sigue siempre unos pasos fijados: La entrada de la orquesta, su afinación, la entrada y recibimiento que se realiza al director, los saludos protocolarios tras cada interpretación y los aplausos y agradecimientos entre público e intérpretes al finalizar.
En este caso, el Concierto de Año Nuevo tiene unas claves particulares:
-Un escenario único, la Goldener Saal (Sala Dorada) de la Musikverein de Viena, un salón que habitualmente es de baile y se cubre de asientos para determinadas ocasiones como esta.
-Un programa que se basa casi exclusivamente en música de la familia Strauss, especialmente en Johann hijo, aunque con alguna participación de su padre y sus hermanos Joseph y Eduard.
-Una orquesta muy tradicional y de una calidad enorme en la que ya comienzan a aparecer (¡por fin!) intérpretes femeninas.
-Unos directores mundialmente reconocidos, que van cambiando cada año y que aportan, desde esta tradición, algunas innovaciones o introducen alguna pieza diferente en el repertorio como homenaje a algún compositor. Por este concierto han pasado directores como Lorin Maazel, Karaja,, Claudio Abbado, Carlos Kleiber, Zubin Mehta, Riccardo Muti, Nikolaus Harnoncourt, Seiji Ozawa, Daniel Barenboim o Gustavo Dudamel.
-El prestigio del Concierto de Año Nuevo se fue consolidando durante los años en que Willi Boskovsky lo dirigió entre 1955 y 1977 y durante los que instauró a partir de 1958 la costumbre de finalizarlo con los dos bises de rigor: El vals El Danubio Azul y la Marcha Radetzky. Como solía decir el añorado José Luís Pérez de Arteaga en sus retransmisiones para Radio Clásica de Radio Nacional y Televisión Española una vez finalizado el concierto, "hasta el último esquimal de las proximidades del Polo Norte o el más perdido de los pigmeos africanos saben que, aunque no estén en el programa, aún quedan dos piezas por interpretarse."
-Este Concierto de Año Nuevo de 2019 estará dirigido por Christian Thielemann, director entre otros de una de las orquestas más antiguas y prestigiosas del mundo, la Staatskapelle de Dresde, del Osterfestspiel (Festival de Pascua) de Salzburgo y del Festival de Bayreuth en que cada año se representan las obras de Wagner desde la ciudad bávara.
El más conocido de todos los valses, El Danubio Azul, tiene un lugar preeminente en esta convocatoria anual, pese a no aparecer nunca en el programa del concierto.En el enlace podemos disfrutar de la interpretación que se llevó a cabo en el concierto correspondiente al año 2014 con la dirección de Daniel Barenboim. Habitualmente la televisión austriaca, que transmite el concierto a todo el mundo, aprovecha para hacer un recorrido visual por la orquesta, la sala de conciertos y muestra una coreografía por distintos emplazamientos de la capital austriaca. Como es lógico, estos bailes suelen estar grabados previamente y las imágenes se intercalan con la interpretación en directo, lo que hace que la sincronización de los ensayos, el baile y el directo sean fundamentales. En esta ocasión se funden en uno sólo de forma espectacular al final de la interpretación.
Claudio Magris, galardonado con el premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2004, el Premio Erasmus en 2001 o el Premio de la Paz de los Libreros Alemanes en 2009, es un prestigioso intelectual, ensayista, traductor y germanista. Nacido en Trieste en 1939 ha publicado obras narrativas como Conjeturas sobre un sable, El Danubio, Otro mar, Microcosmos o A ciegas; ensayos recogidos en Utopía y desencanto, El infinito viajar, La historia no ha terminado, La literatura es mi venganza (en colaboración con Vargas Llosa) o Alfabetos.
En El Danubio, Magris funde en una publicación la historia cultural, el libro de viajes, el diario, el ensayo y la autobiografía realizando un recorrido por el gran río europeo en un viaje en el tiempo y el espacio que recorre desde sus fuentes hasta su desembocadura en el Mar Negro. El libro se convierte así en una suerte de mosaico que atraviesa Alemania, Austria, Hungría, la antigua Checoslovaquia, Yugoslavia (fue publicado en 1986 antes de la separación de estos países), Rumanía y Bulgaria en una mirada que se fija en la civilización danubiana.
En su capítulo dedicado a Viena, titulado Café Central, nos acerca en su mirada atenta al más famoso de los valses de Strauss.
Pero este blog aporta en cada publicación un texto literario y música vocal. Quizás alguno de los lectores se pregunte dónde está la música cantada en esta ocasión.
Johann Strauss hijo recibió el encargo de componer un vals para un coro de voces masculinas, el Wiener Männergesang-Verein, uno de cuyos componentes, el poeta aficionado y comisario de policía Josef Weyl, se encargaría de proporcionar la letra, no sin ciertas reticencias por otros componentes de la agrupación. El nombre del vals, An der schönen blauen Donau (A la orilla del bello Danubio azul) fue tomado por Weyl de un verso del poeta Karl Isidor Beck. En su estreno el 15 de febrero de 1867, el vals se interpretó con una letra que se acercaba más a la parodia de la actualidad que a lo poético. Más adelante, en 1889, se adaptó la letra a un tono más lírico y acorde con la composición, aunque finalmente se impuso la versión instrumental.
Un segundo estreno se llevó a cabo con bastante éxito en la Exposición Universal de París de ese mismo año con la versión instrumental y poco después en Londres con igual resultado. La versión se puso de moda llegando a ser la primera obra a la que se denominó con el término Schlager, equivalente a canción de moda, un término más habitual en estos tiempos.
En 1972 Strauss viajó a Estados Unidos donde lo estrenó en Boston ante cien mil espectadores dirigiendo a veinte mil coristas y casi mil cien músicos, de los cuales seiscientos eran violinistas, con veinte directores auxiliares que se hallaban bajo la plataforma en que él se encontraba. Según palabras del propio compositor, comenzó un "endiablado guirigay en el que intenté por todos los medios que todos terminásemos al mismo tiempo." Afortunadamente pudo conseguirlo.
El siguiente enlace muestra la interpretación de An der schönen blauen Donau para piano y coro masculino en la interpretación de la misma agrupación que lo estrenó en 1867, el Wiener Männgergesang-Verein, un coro que se fundó en 1843 y que siguiendo la tradición, continúan casi con toda seguridad descendientes de los primeros miembros. El piano está interpretado por Kioko Yoshizawa y la dirección corresponde al titular de la agrupación Antal Barnás. El texto no es el que se estrenó, sino la versión de 1889 de Franz von Gernerth. y se canta en la Goldener Saal de la Musikverein de Viena.
La cita de Magris a la película 2001, una odisea espacial de Stanley Kubrick remite a una de las apariciones más conocidas de vals en el mundo cinematográfico. Las notas de Strauss acompañan a la nave entre La Tierra y la Luna con la gracilidad del movimiento espacial, como si se tratara de un referencia a la música o armonía de las esferas, la teoría pitagórica sobre el movimiento de los cuerpos celestes.
En El Danubio, Magris funde en una publicación la historia cultural, el libro de viajes, el diario, el ensayo y la autobiografía realizando un recorrido por el gran río europeo en un viaje en el tiempo y el espacio que recorre desde sus fuentes hasta su desembocadura en el Mar Negro. El libro se convierte así en una suerte de mosaico que atraviesa Alemania, Austria, Hungría, la antigua Checoslovaquia, Yugoslavia (fue publicado en 1986 antes de la separación de estos países), Rumanía y Bulgaria en una mirada que se fija en la civilización danubiana.
En su capítulo dedicado a Viena, titulado Café Central, nos acerca en su mirada atenta al más famoso de los valses de Strauss.
Pero este blog aporta en cada publicación un texto literario y música vocal. Quizás alguno de los lectores se pregunte dónde está la música cantada en esta ocasión.
Johann Strauss hijo recibió el encargo de componer un vals para un coro de voces masculinas, el Wiener Männergesang-Verein, uno de cuyos componentes, el poeta aficionado y comisario de policía Josef Weyl, se encargaría de proporcionar la letra, no sin ciertas reticencias por otros componentes de la agrupación. El nombre del vals, An der schönen blauen Donau (A la orilla del bello Danubio azul) fue tomado por Weyl de un verso del poeta Karl Isidor Beck. En su estreno el 15 de febrero de 1867, el vals se interpretó con una letra que se acercaba más a la parodia de la actualidad que a lo poético. Más adelante, en 1889, se adaptó la letra a un tono más lírico y acorde con la composición, aunque finalmente se impuso la versión instrumental.
Un segundo estreno se llevó a cabo con bastante éxito en la Exposición Universal de París de ese mismo año con la versión instrumental y poco después en Londres con igual resultado. La versión se puso de moda llegando a ser la primera obra a la que se denominó con el término Schlager, equivalente a canción de moda, un término más habitual en estos tiempos.
En 1972 Strauss viajó a Estados Unidos donde lo estrenó en Boston ante cien mil espectadores dirigiendo a veinte mil coristas y casi mil cien músicos, de los cuales seiscientos eran violinistas, con veinte directores auxiliares que se hallaban bajo la plataforma en que él se encontraba. Según palabras del propio compositor, comenzó un "endiablado guirigay en el que intenté por todos los medios que todos terminásemos al mismo tiempo." Afortunadamente pudo conseguirlo.
El siguiente enlace muestra la interpretación de An der schönen blauen Donau para piano y coro masculino en la interpretación de la misma agrupación que lo estrenó en 1867, el Wiener Männgergesang-Verein, un coro que se fundó en 1843 y que siguiendo la tradición, continúan casi con toda seguridad descendientes de los primeros miembros. El piano está interpretado por Kioko Yoshizawa y la dirección corresponde al titular de la agrupación Antal Barnás. El texto no es el que se estrenó, sino la versión de 1889 de Franz von Gernerth. y se canta en la Goldener Saal de la Musikverein de Viena.
La cita de Magris a la película 2001, una odisea espacial de Stanley Kubrick remite a una de las apariciones más conocidas de vals en el mundo cinematográfico. Las notas de Strauss acompañan a la nave entre La Tierra y la Luna con la gracilidad del movimiento espacial, como si se tratara de un referencia a la música o armonía de las esferas, la teoría pitagórica sobre el movimiento de los cuerpos celestes.
Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
No hay comentarios:
Publicar un comentario