Estancias

Burros, mulos y otros animales

Durante siglos los seres humanos hemos vivido inmersos en la naturaleza. Rodeados de animales y plantas, hemos sido sin pretenderlo los primeros seres ecológicos durante el tiempo que hemos vivido con una economía de subsistencia.
El abandono de las zonas rurales que comenzó con la Edad Moderna, los avances de la revolución industrial han ido apartándonos cada vez más de la naturaleza y el cuidado del medio ambiente.
La entrada en el Antropoceno, la nueva era en la que nos encontramos y que viene definida por el hecho de que las actuaciones del ser humano son definitivas en el entorno ecológico a nivel global en que nos movemos, están haciendo que la comunidad científica nos envíe mensajes sobre cómo debemos actuar para no deteriorar de forma definitiva nuestro planeta.
Este alejamiento de la naturaleza nos ha hecho olvidarnos de animales y plantas con los que hemos convivido durante milenios. Frente a animales que siempre han sido protagonistas en la naturaleza o en el ámbito doméstico, otros han ocupado siempre un lugar más modesto ocupando un segundo plano. Frente al protagonismo de animales como el caballo. los asnos han tenido siempre un papel más modesto, ofreciéndonos trabajo y servicio de forma humilde. 
Te propongo un paseo junto a los burros, esos animales modestos y humildes que han acompañado durante tanto tiempo al ser humano y han desaparecido de su vida. Nos acompañan obras literarias y musicales dedicados a ellos. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
El burro verde. Marc Chagall (1911)
Si pensamos en burros, ¿cuál es el primero que se nos viene a la mente?
Según algunas fuentes, después de La Biblia y El Quijote, Platero y yo es el tercer libro más traducido a distintos idiomas. La prosa poética de Juan Ramón Jiménez, es ya más que centenaria, pues se publicó en 1914. El premio Nobel nacido en la cercana Moguer cuenta que cuando lo escribió no pensó en un libro para niños. De hecho, según sus palabras, "nunca he escrito ni escribiré nada para niños, porque creo que el niño puede leer los libros que lee el hombre, con determinadas excepciones que a todos se nos ocurren".
Pero los hechos son como son y los datos indican que se publicó en La Lectura, una colección de literatura infantil y que en el prólogo original el autor escribió: "Este breve libro, en donde la alegría y la pena son gemelas, cual las orejas de Platero, estaba escrito para...¡qué sé yo para quién!... para quien escribimos los poetas líricos... Ahora que va a los niños, no le quito ni le pongo una coma." Esa edición contaba con 66 capítulos lejos de los 138 de la versión definitiva.


Ilustración de Ximena Maier para una edición de Platero y yo

Juan Ramón Jiménez (hay autores cuyo nombre se dice así de corrido siempre) contó que Platero existió, mas no uno, sino muchos. Platero es el nombre común con que se conocía a los burros de pelaje gris. El escritor recordaba: "Yo tuve de muchacho y de joven varios. Todos eran plateros. La suma de todos mis recuerdos con ellos me dio el ente y el libro."
El cariño y la ternura que muestra el poeta desde el comienzo que todos conocemos se desarrolla durante toda la obra:


Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera
que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. 
Sólo los espejos de azabache de sus ojos
son duros cual dos escarabajos de cristal negro.

Este tono lírico se quiebra con la indignación que le provoca la palabra asnografía encontrada en el diccionario. Afortunadamente ya no aparece en los diccionarios actuales.



La primera música proviene de una obra que fue escrita como un divertimento. Su autor, Camille Saint-Saëns la estrenó un martes de carnaval de 1886 en una representación privada, apareciendo un autor tan serio como él con nariz y barbas postizas. Un mes más tarde se interpretó en la casa de Pauline Viardot, la hija del sevillano Manuel García y hermana de la diva María Malibrán, para que un amigo común, Franz Liszt pudiera escucharla. 
Saint-Saëns ideó Le carnaval des animaux (El carnaval de los animales) como Fantasía zoológica para una agrupación de instrumentos particular en la que se incluyen flauta, clarinete, xilófonos, dos pianos, una armónica de cristal (que se puede sustituir por un glockenspiel) y los instrumentos de cuerda. 
Sabiendo que esta obra era un divertimento en que todas las piezas presentan animales disfrazados, como cualquier carnaval que se precie, y en que unos movimientos parodian otras obras, mientras otros ridiculizan amigablemente a compositores o intérpretes conocidos, Saint-Saëns no consintió en que se volviera a interpretar en vida, salvo el fragmento de El cisne. En su testamento dejó escrito que la obra podría interpretarse tras su fallecimiento. Hoy en día es la obra popularmente más conocida del compositor francés.
Nuestra primera interpretación musical se titula Personnages à longues oreilles (Personajes de largas orejas) y representa con unos de los instrumentos más delicados y virtuosos de la orquesta. los violines, dos de esos animales a base de rebuznos que se van alejando poco a poco. La humorada del autor y alguna interpretación nos hace pensar que quienes así van disfrazados son en realidad determinados críticos musicales.
Julia Park y Sergio Leiva junto con The LSU Symphony Orchestra nos acercan a ellos.


Animal modesto donde los haya, el burro ha tenido siempre una condición inferior al caballo, más humilde y sencillo que su pariente en la familia de los équidos.


Sancho y su rucio interpretados por Gustave Doré

En El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha Cervantes lo deja claro cuando presenta al incondicional Sancho Panza y deja la duda en la mente de don Quijote sobre la idoneidad del papel de un asno en las novelas de caballería. Curioso que también sea rucio (blanquecino, canoso) como Platero el acompañante de Sancho.




Pero el ser humano ha deseado tanto sentirse el rey de la creación que ha soñado con tener un dominio absoluto sobre todas las criaturas grandes y pequeñas. Tanto que hemos pensado en ello que poco a poco hemos conseguido el efecto contrario. Cada vez hay menos animales, desaparecen especies y muchas se encuentran en peligro de extinción.
En una de sus óperas Mozart tuvo en sus manos que el entendimiento entre los seres humanos y los animales se llevara a cabo a finales del siglo de la razón. ¿Cómo fue posible? Con la música y la ayuda de una flauta sin igual. 
En su singspiel Die Zauberfflöte (La flauta mágica), su última ópera en alemán, Mozart hace que el príncipe Tamino reciba una flauta con poderes sobrenaturales que debe utilizar para hacer el bien. En el aria Wie stark ist nich dein Zauberton (Qué poderoso es tu mágico sonido), cuando Tamino toca la flauta aparece un grupo de animales salvajes que, según él, hace que cuando escuchan su sonido todos los animales se alegran.



La flauta mágica es una obra maestra particular, ya que posee diversos lenguajes que en ocasiones son contrapuestos. Trata de un cuento que se desarrolla en un país lejano, pero también tiene implícito un sentido masónico con un canto a la razón. Prácticamente cada montaje es distinto, desde los que la sitúan como un cuento oriental hasta los que la ambientan en la esfera del siglo de la razón, pasando por el desenfadado y alegre cuento que es. De todos los enlaces que hay en la red con esta escena, los animales que aparecen aquí reflejan este último escenario de cuento inocente. Pertenece a un montaje del Metropolitan Opera House de Nueva York con Matthew Polenzani como el oriental príncipe Tamino y la dirección musical de Jame Levine. Un cuento es así.


Incansable conversador, se cuenta que estuvo más de veinticuatro horas en una interminable y amena charla con su hermano. Despistado por naturaleza, tendía a olvidar qué debía hacer y dónde tenía que ir, hasta el punto de escribir con frecuencia telegramas a su esposa para que le recordara hacia donde tenía que haberse dirigido. 
Prolífico escritor y periodista, Gerbert Keith Chesterton cultivó la novela, el ensayo, la crónica periodística, la poesía, el teatro, la biografía o los libros de viaje. 


Ilustración del propio Chesterton donde aparece él con un burro
Fue el creador de un personaje que fue llevado a la televisión como uno de esos investigadores de la literatura inglesa al estilo de Poirot, Sherlock Holmes o Miss Marple: El padre Brown, un sacerdote católico con una agudeza psicológica y analítica que lo convertía en un singular detective y que apareció en medio centenar de relatos distribuidos en varios volúmenes. También escribió El hombre que fue Jueves, El hombre que sabía demasiado o El retorno del Quijote, una novela por entregas en la que homenajea al gran personaje literario. 
En Lepanto y otros poemas introduce un poema, The donkey (El burro) que dedica a este animal dócil, perseverante y nada presuntuoso en el que deja caer un bíblico momento de gloria para este animal.



Ferdinand Rudolph von Grofé, más conocido como Ferde Gofré, neoyorkino de origen francés y alemán, desarrolló su vida entre la música clásica y las orquestas de baile y jazz. Comenzó tocando la viola en la Orquesta Sinfónica de Los Ángeles hasta que entró a formar parte de la orquesta de Paul Whiteman. Allí se dedicó a realizar arreglos de obras clásicas que acabaron consolidando los estilos de las Big Band, esas orquestas que adaptaban músicas de diversos estilos. 
Entre sus obras más conocidas destaca Gran Canyon Suite (Suite del Gran Cañón) de 1931, una obra que narra en cinco movimientos la impresión que le produjo una visita al gran cañón del Colorado.
Los movimientos de esta suite sinfónica son: Sunrise (Amanecer), Painted Desert (El desierto pintado), On the trail (En el camino), Sunset (Atardecer) y Cloudburst (Estallido de nubes).
De todas, finalizamos este recorrido con el cariño hacia los burros y sus congéneres con On the trail, un movimiento programático en el que describe el camino que se realiza con una recua de burros para bajar hasta la orilla mientras se disfruta del inigualable paisaje que alberga este Gran Cañón del Colorado.
La interpretación corre a cargo de la Orquesta Sinfónica del Instituto Politécnico Nacional de México con la dirección de Enrique Arturo Diemecke.
En este movimiento Gofré no nos ofrece simplemente una música, sino la posibilidad de poder disfrutar de la experiencia de bajar a lo largo del sendero que nos lleva hasta el lecho del río Colorado.
Algunas indicaciones para poder disfrutar de esta pieza:
Comienza el movimiento con un sonoro rebuzno en los violines.
De este sonido surge la melodía que nos acompañará durante el camino mientras preparamos lo necesario para el paseo: ropa cómoda, un sombrero, agua...
Seguido a este sonido, comenzamos a caminar montado en una recua de estos animales por el estrecho sendero que nos bajará hasta la orilla del río.
Al momento se paran a pesar nuestro y, entre sus sonidos de queja, comenzamos a apreciar la belleza del paisaje.
Se reanuda de nuevo el camino.
Tras una progresiva aceleración, se paran otra vez los animales y permitiéndonos contemplar de nuevo el paisaje desde una mayor altura. Cada vez podemos apreciar mejor la grandeza y la majestuosidad del espacio.
Se vuelve a reanudar la marcha de forma más acelerada, intercalando las sensaciones que nos proporciona la visión del paisaje, la tranquilidad y el aire puro que dominan el panorama.
Entra en escena un solo que puede representar una caja de música que abrimos en pleno descenso hasta el río y que nos recuerda nuestra vida en la ciudad mezclada con las sensaciones del lugar.
No hay tiempo para ensoñaciones ni descansos. La recua acelera el paso, quizás por el olor del agua o por saber que el final del camino está cerca.


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Bibliografía consultada:

2 comentarios:

  1. Hola Miguel. Interesante post, no conocía el término Antropoceno. Siempre aprendo algo nuevo en tu blog. Un abrazo 🐾

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    1. Gracias, Rosa.
      El Antropoceno es un término que define a la perfección la actividad que realizamos y que está marcando, consciente e irresponsablemente, nuestra actividad en el planeta.
      Confío en que, ademas, tu gato y tú hayáis disfrutado con los burros.
      Un fuerte abrazo :-)

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