Estancias

Subir y bajar escaleras

Desde hace milenios, la escalera es uno de los elementos arquitectónicos que ha acompañado al ser humano. 
Quizás en los palafitos se haya utilizado por primera vez como elemento que aislaba las aguas y de las viviendas, protegiendo a sus habitantes de posibles depredadores. Más adelante llegaron a conectar las viviendas con graneros o almacenes elevados para asegurar los alimentos guardados, o para elevar la vivienda sobre establos conservando el calor que se producía en la parte baja. 
Pero hubieron de pasar cientos de años para que la escalera, un mero elemento construido con materiales como la madera dejaran de ponerse y quitarse a voluntad y adquirieran una presencia como elemento constructivo permanente en los edificios.
También poseía un sentido trascendente al ser un elemento que conectaba el suelo y la tierra con las alturas como forma de elevarnos a lo divino y celestial. Así, edificios como los zigurats mesopotámicos o las pirámides escalonadas mesoamericanas o concepciones como la escalera de Jacob que lo acercaba en sueños al cielo, trascendían el significado de la escalera como mero elemento arquitectónico.
Siglos más tarde, entre el final del medievo y los albores renacentistas, la escalera se presenta en el interior de los edificios, creándose diseños arquitectónicos de gran elegancia, queriendo unificar las cualidades de los propietarios con las del edificio, mostrando escaleras grandiosas y elegantes como una muestra de poder.
Actualmente, la escalera la podemos encontrar en la inmensa mayoría de los edificios, pese a que en los más altos ha sido reemplazada en las últimas décadas por ascensores en su función primordial de enlazar espacios de forma vertical. De tal manera, la escalera se haya presente en innumerables momentos de nuestras vidas, siendo un elemento admirado, desapercibido, elegante, funcional, inspirador, original o mísero según cómo haya sido pensada, construida o percibida por quienes la utilizan.  
Hay escaleras célebres por su belleza arquitectónica, como elementos diferenciador de edificios, como forma de ostentación o como signo, anuncio o promesa de la grandiosidad del edificio al que pertenecen. 
Un elemento tan esencial como la escalera está presente en nuestras vidas en múltiples formas y diseños. Te propongo un paseo por ellas a través de obras literarias y musicales. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!

Maurits Cornelis Escher. Relativity (1953)
La escalera es también un elemento con un sentido comunitario en edificios. Cuántos bloques de viviendas en todo el mundo tienen las escaleras como lugares de paso o zonas de vida común, pese a que cada vez más se buscan diseños que oculten esa función comunal en aras de la privacidad de sus habitantes.
Una de las primeras obras teatrales de la posguerra española se centraba en la vida que albergaba una escalera vecinal, cuando la vida no solo era de puertas hacia adentro, sino también de puertas hacia afuera.
La obra con la que Antonio Buero Vallejo debutó en la escena española en 1949, Historia de una escalera, supuso un soplo de aire fresco, una renovación del teatro de nuestro país, la visión de un retrato social de toda una época, en el que se sustituía el tipo de obras que se representaban, cargada de pensamiento fácil y evasivo, por un conflicto que buscaba la reflexión sobre la propia existencia y un cierto despertar de la conciencia de los espectadores, señalando un conflicto que el autor deja expresamente sin resolver.
Historia de una escalera muestra la relación que se establece entre los distintos vecinos de un edificio típico de la época y los cambios que se producen en ellos diez años más tarde en el segundo acto, y veinte años en el tercero de los actos de la obra. Los personajes que comenzaron, los cambios que se producen en ellos, los que desaparecieron en estos lapsos de tiempo, los que llegaron al vecindario. Así Buero Vallejo nos muestra fundamentalmente la relación, las aspiraciones, los sueños y las frustraciones de quienes permanecen en el edificio durante estos años, tanto si era esa su idea original, como si deseaban cambiar de hogar y situación en la sociedad.  
El texto pertenece al primero de los actos, señalando un diálogo entre dos de los personajes, Urbano y Fernando, sus aspiraciones y sus sueños.

Las primeras obras de Gioacchino Rossini ya anuncian el estilo, la forma y las dotes musicales de quien será un genio que dominará el mundo de la escena operística. Tras su exitosa ópera prima La cambiale di matrimonio, dos años después estrenó en 1812 en el Teatro San Moisè de Venecia La scala di seta (La escala de seda), una farsa en un acto que se inspira en las óperas cómicas de Cimarosa, especialmente en Il matrimonio segreto. Pese a que la obra no se encuentre entre sus mejores creaciones bufas, muestra la personalidad del compositor. 
El argumento narra la situación en que Giulia, pupila del anciano Dormont, y que se ha casado en secreto con Dorvil, ha de solventar, recibiendo a su amado en su habitación tras acceder este por una escala de seda que ella tiende y recoge cada noche. Los enredos propios de este tipo de obra finalizan felizmente con el viejo tutor aceptando la situación.
Su obertura, muy en el estilo de las rossinianas, con ese crescendo tan característico del compositor de Pésaro, es de los números de esta ópera que se han popularizado como pieza de concierto.
El enlace nos ofrece la obertura de La scala di seta a cargo de The Heartland Festival Orchestra dirigida por David Commanday en una grabación realizada en octubre de 2012.


Una vez tratada la escalera como elemento comunitario que albergaba en su momento parte de la vida de los vecinos, nos acercamos a uno de los autores fundamentales en la literatura en nuestro idioma del siglo XX.
Pocos creadores poseen la capacidad de desenvolverse con un pensamiento transversal, captando una esencia oculta con su mirada penetrante, fusionando intereses y actividades de distintos ámbitos y estilos literarios y moviéndose continuamente en la vanguardia de la literatura como Julio Cortázar.
Al escritor argentino debemos uno de los textos fundamentales sobre las escaleras, pertenecientes a esos Manuales de instrucciones con que nos subyuga en sus Historias de Cronopios y Famas.
Instrucciones para subir una escalera nos acerca a la reflexión de lo irreflexionable y el encanto de lo que es absolutamente innecesario de pensar, ya que se trata de uno de los movimientos que se hacen de forma más mecánica y desprovisto de meditación y razonamiento. 
¿Quién sino Cortázar nos puede explicar de manera tan absurdamente didáctica, tan irónicamente seria y tan minuciosamente original cómo subir una escalera?


En algunos libretos de ópera, las escaleras no solo muestran su magnificencia, el poder de los dueños del edificio que las ostentan, sino la sensación de subir y bajar por ellas, como si de una montaña rusa de emociones se tratara, apareciendo en determinadas situaciones como metáfora de la locura, uno de los temas más recurrentes de la ópera belcantista de la primer mitad del siglo XIX.
Así, en I puritani de Vincenzo Bellini, la escena de la locura de Elvira que transcurre en el acto II se comienza en la parte más alta de la escalera con una velada novia que no se resigna a que su amado haya desaparecido, según ella cree, en brazos de una rival. Se trata de una de las populares escenas de locura que tanto gustaban al público y que, al concluir la obra finalizará de forma feliz.
Anna Netrebko en el papel de Elvira, John Relyea como su tío Giorgio y Franco Vassallo como Riccardo, un pretendiente que espera el amor de ella, interpretan esta escena de locura de I puritani, que queda inconclusa una vez desaparecido el protagonismo de la escalera, en una producción del Metropolitan Opera House de New York.



De entre todas las escaleras, en el medievo se comenzaron a construir las escaleras de caracol, formadas inicialmente por un núcleo de piedra tallada que  servía de eje, que se rodeaba de una pared circular en forma de torre y un suelo que ascendía en espiral. De esta forma, en castillos y conventos se ahorraba espacio al elevarse a un piso superior ocupando el mínimo horizontal y, al dirigirse a espacios privados, podía prescindir de su función como elemento teatral o decorativo.
Si la escalera tiene el significado del camino que se inicia para avanzar y ascender a un objetivo o meta final, la escalera de caracol se presenta también un objetivo a alcanzar, aunque incluye un giro sobre sí mismo, un ascenso que lleva a la misma posición en que se inició el camino, una idea sobre la propia identidad. Esa coincidencia entre la posición inicial y la final sugiere la vuelta sobre sí mismo, el conflicto que lleva de nuevo al punto de partida, lo irresoluble de la situación que se vuelve vértigo, tanto físico para quienes no están habituados, como mental.  

Escalera de caracol. Castillo de Almansa (Albacete)
Nacido en la Córdoba argentina, Enrique Anderson Imbert centró su vida en la literatura, siendo escritor, ensayista, crítico literario y profesor universitario en su país y en Estados Unidos donde la Universidad de Harvard creó expresamente para él la Cátedra de Literatura Hispanoamericana.
Autor de diversas obras de sobre estudios y crítica literaria, Imbert publicó varias novelas entre las que destacan Vigilia, Fuga y Evocación de sombras en la ciudad geométrica, aunque proliferan los cuentos que recogió en diversos títulos como La sombra y otros cuentos, El gato de Cheshire o El leve Pedro, además de otros publicados en hasta seis antologías. 
Publicado en 1965, El gato de Cheshire recoge pequeños textos escritos durante casi cuarenta años conformando una amalgama de estilos, pensamientos e identidad. En palabras del autor, "el tema de mis narraciones, creo, es la libertad creadora de nuestro espíritu, la capacidad humana para rechazar la realidad natural e inventar un mundo propio, de pura fantasía".
Uno de sus relatos, Espiral, se desarrolla sobre el escenario de una escalera de caracol, sin la cual sería más difícil imaginarnos cómo se vertebra la historia.



De incendios, de mano, de escapulario, de espárrago, se servicio, de tijera, falsa, mecánica o de caracol, muchos son los tipos y utilidades de las escaleras, tanto para un uso concreto como para su utilidad como elemento funcional en los edificios y viviendas.
No solo las escaleras se presentan como elementos del argumento y decorado de las óperas. Muchos de los grandes teatros de ópera del mundo poseen escaleras dignas de admiración. Son elementos de acceso que muestran la promesa de las obras que se verán en su interior, un lugar de acceso para el encuentro entre un público que se encuentra en los momentos previos, intermedios y finales de cada obra y con la capacidad de hacer que una gran cantidad de espectadores la utilicen simultáneamente.

Giuseppe Momo. Escalera de doble hélice (1932). Museos Vaticanos 
La Opéra Garnier posee uno de los grandes edificios de ópera, un emblema y embajador de París en todo el mundo. Construida entre 1861 y 1875 en tiempos del emperador Napoleón III fue  el primer teatro de París en que se representaban óperas y ballets hasta 1989 dedicándose actualmente a la representación de ballets principalmente.
Las imágenes pertenecen a un documental en el que se nos muestra la más famosa escalera de ópera del mundo, junto con el interior del edificio, lo que evidencia que asistir a alguna de sus representaciones siempre será una experiencia inolvidable, independientemente de la obra que se presencie.


La obra de Franz Kafka fue publicada en su casi totalidad tras su fallecimiento, desoyendo el deseo del escritor de que sus novelas, su diario, su correspondencia, gran cantidad de borradores, aforismos y narraciones fueran destruidos tras su muerte. Fue su amigo y albacea testamentario Max Brod quien decidió dar a la luz la obra del escritor checo, una obra de tal importancia que, según Elias Canetti, Kafka "es el escritor que más puramente ha expresado el siglo XX, y al que hay que considerar por lo canto como su manifestación más esencial".


En Cuentos completos, una de las muchas recopilaciones de textos kafkianos, nos encontramos con Fürsprecher (El intercesor), uno de los manuscritos que figuraban en el Cuaderno de Un artista del hambre, posiblemente escrito en 1922, el año en que el escritor se jubiló anticipadamente con treinta y nueve años a consecuencia de una tuberculosis que arrastraba desde hacía un lustro y que acabaría con su vida dos años después. El título El intercesor no aparece en el manuscrito original y fue sugerido por Max Brod para su primera publicación.
El sentido de las escaleras, su significado y símbolo están presentes en este texto kafkiano. Una narración onírica, un edificio desconocido que se muestra como un inexplicable laberinto donde pasillos, puertas y escaleras se presentan en busca de un recóndito significado. 


También sirve una escalera como hilo conductor de otra escena similar a la de I Puritani, en una de las obras maestras de Donizetti.
Lucia di Lammermoor, la última gran ópera belcantista, nos muestra esta escena de la mejor tradición de las aclamadas Arias de locura. Lucia, que en un rapto de locura ha matado a su esposo Arturo, aparece en la escalera con el camisón ensangrentado y un puñal en la mano. Raimondo pide silencio, mientras ella realiza un doble descenso físico y emocional, una auténtica bajada a los infiernos, hasta encontrarse con los invitados que asisten estupefactos al dramático desenlace del banquete nupcial.
De nuevo Anna Netrebko en una producción del Metropolitan Opera House de New York se mete en la piel de una Lucia en el momento más trágico de la obra.


Con la razón perdida, Lucia cree estar ante el altar con Edgardo, regresando a la realidad y sintiendo cómo ha sido abandonada por su amado. La alteración constante entre cordura y realidad a los pies de la escalera, entre recuerdos y los actos recientes, finalizan cuando Lucia se desploma agonizante.
La impecable interpretación vocal y teatral, en un difícil solo con la flauta que evoca sus recuerdos hacen inolvidable esta interpretación.


No podemos finalizar esta publicación sin recurrir de nuevo a la obra de Cortázar. Si sus Instrucciones para subir una escalera son ampliamente conocidas, el autor de Rayuela volvió a referirse a ellas en una vuelta de tuerca sobre el mismo tema, un nuevo giro sobre el tema en un sentido totalmente literal.
Esta vuelta a Cortázar y la escalera nos hace caer en el detalle de que toda escalera se utiliza en dos momentos, pasa subir y bajar, o viceversa, con lo que podemos afirmar que ese doble recorrido nos aboca a la idea de que la escalera como tal y su doble recorrido se configuran de igual manera como principio y final.
En Último round, el escritor francoargentino publicó, con el mismo tono y estilo didácticamente original sus Instrucciones pasa subir una escalera al revés, una reflexión que abarca más que el mero hecho de desplazarse de tan original forma por este elemento.


Finalizamos esta publicación sobre las escaleras, no con música como suele ser habitual en el blog, sino con la voz del propio Cortázar narrando su texto, un documento excepcional en el que el autor recoge y recorre con su voz los matices de sus instrucciones con las que podemos subir las escaleras al revés.


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Bibliografía y webgrafía consultadas:

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