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¿Te apetece un café? Invita Bach

Leer, escuchar música o realizar otras actividades requieren de nosotros cierto alejamiento del exterior, un lugar tranquilo donde centrar nuestro pensamiento, soledad e incluso compañía en determinados momentos. El café de una de las sustancias que ayudan a mejorar ese recogimiento que buscamos. Tenerlo cerca y darle un sorbo lenta y sosegadamente facilita que los efectos de la lectura o la música se acrecienten en nuestro interior.
Sin libros ni música, el café facilita una conversación pausada y tranquila con nuestros amigos, siendo uno de los mejores vehículos para determinados momentos del día, ya sea en el desayuno, tras el almuerzo o por la tarde.
Introducido en Europa a lo largo del siglo XVII, su difusión encontró reticencias por parte de la sociedad. En Alemania las Kaffeehaus (Casas de café) fueron rivales de la cerveza autóctona y un lugar frecuentado sólo por hombres, lo que hizo que surgieran los Kaffeekränzschen, clubes exclusivos para las mujeres donde disfrutaban con tranquilidad de la nueva infusión.
El café es un acompañante en nuestras vidas, aunque cuestionado desde que se introdujo en la dieta occidental, y es tan arraigada la costumbre de tomarlo que, quienes dejan de consumirlo por razones de salud, han de conformarse y continuar ese hábito con otros productos.
Te propongo un paseo alrededor de uno de los productos más característicos de nuestra cultura, el café, con una de las obras más deliciosas dedicadas a él, la Cantata del Café, una de las pocas obras no religiosas de Johann Sebastian Bach. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Conocemos a Johann Sebastian Bach por su música religiosa, sus cantatas, las Pasiones a partir de los distintos evangelistas, su música para órgano, las variaciones Goldberg y el hecho de ser uno de los compositores que más ha hecho crecer y desarrollar la música desde el barroco, siendo uno de los autores que más han influido en músicos posteriores. Autor prolífico, es uno de los compositores de los que más obras se conservan, pues tenía la obligación de componer piezas para los oficios religiosos de cada domingo, conservándose catalogadas más de 1100.
Pasó gran parte de su vida como maestro de capilla de la Thomaskirche (Iglesia de Santo Tomás) en Leipzig donde, además, fue director musical de otras varias iglesias de la ciudad.
La espiritualidad de Bach hizo que creara algunas de las mejores y más profundas obras religiosas y que su figura quede en la historia de la música como el compositor más importante del período barroco.


Pero la obra que nos acompaña en esta ocasión no es religiosa, sino que se trata de una cantata profana, un tipo de obra poco habitual en él, la Kaffekantate Cantata del café.
A finales del siglo XVII se introdujo en Europa una nueva sustancia, el café. Sus granos tostados, molidos y filtrados se pusieron de moda y comenzaron a surgir en todas las ciudades las llamadas "Casas de café" que propiciaron la división entre los que veían una nueva moda nociva y los que se aficionaron a su consumo. 
En este contexto nos acercamos a un libro escrito «a la mayor gloria de Bach», un obra que apareció en el mercado editorial como una pretendida biografía del músico realizada por su segunda esposa. La pequeña crónica de Ana Magdalena Bach fue publicada en 1925 de forma anónima y pasó durante unos años por auténtica, hasta que, dado el éxito obtenido, la musicóloga inglesa Esther Meynell hubo de reconocer su autoría.
El libro, pequeño en su formato, está escrito como si de los recuerdos de la segunda esposa de Bach se tratara, con una admiración y veneración extremos, deliciosamente empalagoso y edulcorado, una pequeña joya para los amantes del compositor alemán, como si se tratada del propio azúcar con que acompañar el café.
Nos acompaña una página que hace referencia a la profundidad con que Bach se adentraba en la música, alejado de cualquier tipo de moda o tendencia, algunos comentarios de contemporáneos sobre su capacidad para la música y su particular sentido del humor con el que atraviesa obras como la Kaffeekantate que nos ocupa.


Aunque relacionamos a Bach, a través de las imágenes que tenemos de él y de su música como un personaje religioso, serio y grave, acabamos de comprobar que poseía un sentido del humor que podía oscilar entre lo delicado y lo ordinario y popular, desprendiendo una intensa alegría de vivir en su vida familiar y en las obras en que aparece, como se puede apreciar en la parte final de la Kaffeekantate.
En uno de estos lugares, la Zimmermann Kaffeehaus (Cafetería Zimmermann), junto a la Plaza del MercadoBach dirigía cada noche de viernes a los estudiantes del Collegium Musicum de Leipzig, salvo en verano que era la tarde de los miércoles, en el patio. Ni los músicos cobraban ni la audiencia pagaba, la venta de café era la recaudación que se recogía en cada concierto. En este ambiente, en colaboración con su libretista habitual PicanderBach compone esta deliciosa cantata por encargo de Gotfried Zimmermann, dueño del local.
Christian Friedrich Henrici, que firmaba sus obras como Picander era un especialista en derecho, trabajador primero en el servicio de correos y más adelante en la recaudación de impuestos, que se transmutaba en poeta de noche. Muy relacionado con la sociedad de Leipzig por su trabajo, Picander no sólo escribía obras de tipo religioso, sino que también dedicaba sus versos al amor, al vino o, como podemos comprobar, al café, además de a algunos acontecimientos cotidianos o incluso burlarse de algunos paisanos.


La Kaffeekantate (Cantata del café) narra la divertida y frívola historia de Lieschen (soprano), una muchacha aficionada al café y su padre Schlendrian (barítono) que le prohíbe tomarlo bajo amenazas de no comprarle ropa o no dejarla salir a la calle. Bach Picander dibujan un escenario formado por un narrador (tenor) que presenta el tema e interviene en ocasiones para dar agilidad a la obra junto a los dos personajes de caracteres opuestos que cruzan sus argumentos y respuestas, dialogan y se recriminan. Ante el compromiso del padre de buscarle un esposo, Lieschen accede, aunque su astucia triunfa sobre su padre, haciendo saber que sólo se casará con quien la permita tomar café. Además de los tres cantantes, la partitura cuenta con flauta, cuerdas y continuo.
El primer enlace pertenece al aria de Lieschen Ei, wie schmecht der Kaffe süsse (¡Ah, qué agradable es el aroma del café!) con que nos describe su afición al café, una melodía y un texto que cantados de forma maliciosa intentan embaucar a su padre. 

La interpretación es de la soprano Robin Johannsen acompañada a la flauta por Marcello Gatti con la Academia Montis Regalis dirigida por Alessandro de Marchi grabada en Insbruck en 2010.


Aprovecha ahora o busca un rato para tomar un café y acompáñate con la interpretación de la cantata completa, de menos de media hora y con subtítulos en castellano.

Grabada en el Stadscafe de Waag Doesburg en Holanda, está interpretada por Anne Grimm como Lieschen, Klaus Mertens, su padre SchledrianLothar Odinius como el narrador, con el acompañamiento de la Amsterdam Baroque Orchestra dirigida por uno de los más grandes especialistas en Bach que hay en la actualidad, Ton Koopman, el señor con barba blanca que toca el continuo en su teclado y recoge perfectamente el estilo que buscaba el compositor.

Carátula de Schweig Stille, Plaudert Nicht... Kaffeekantate (Guarda silencio, no charles... Cantata del café) de Bach, del sello Eterna, publicado en la República Democrática Alemana en 1961. 
Aunque es amena y fácil de oír, hay varios momentos a destacar con los que podrás disfrutar aún más este café tan especial: 
-El aria con que comienza el padre Hat man nicht mit seinen Kindern Hunderttausend Hudelei (¿No son los hijos causa de cien mil preocupaciones?) una pieza repetitiva pero de una melodía pegadiza y simpática.
-El aria de Lieschen que hemos oído antes Ei, wie schmecht der Kaffe süsse (¡Ah, qué agradable es el aroma del café!) con el acompañamiento de la flauta.
-Un segundo aria de Lieschen, Heute noch, heute noch, Lieber Vater, tut es doch! (¡Hoy mismo, hoy mismo, querido padre!), también con una melodía alegre y pegadiza.
-El trío final Die Katze lässt das Mausen nicht (No prohíbas al gato cazar ratones), una conclusión que, según parece, añadió más tarde Bach.

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 Bibliografía utilizada:

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