Estancias

Nunca llueve a gusto de todos

La lluvia es un bien necesario que forma parte de la vida del planeta, gracias a un ciclo incesante que la transforma y vuelve a utilizar incansablemente. En un planeta que nuestra corta mirada e imaginación ha llamado Tierra en lugar de Agua, las tres cuartas partes están cubiertas de este elemento, aunque en un altísimo porcentaje no se puede utilizar para las necesidades de la naturaleza o nuestra y debemos esperar el interminable ciclo de regeneración que incluye la presencia de las precipitaciones, en su mayor parte en forma de lluvia.
Como elemento fundamental para el desarrollo de la vida en nuestro planeta, la lluvia forma parte consustancial de nuestra existencia reflejando muchas manifestaciones artísticas su presencia entre nosotros. Casi tan abundante e innumerable como las gotas que caen desde las nubes, en la literatura, la música o el cine podemos recordar multitud de escenas que transcurren con la presencia de la lluvia, las tormentas e incluso interminables diluvios. 
¿Quién de nosotros no recuerda las interminables lluvias que anegaban Macondo, la multitud de poemas dedicados a la tormentas y precipitaciones o su presencia como un personaje persistente más que un decorado en tantas novelas de países lluviosos? 
¿Quién no se ha abrigado un poco más al verla en tanta películas, o deseado chapotear y bailar bajo ella como Gene Kelly?
¿Quién no la ha sentido al escuchar la música de Vivaldi con su aguacero veraniego, las tempestades de la 6ª Sinfonía de Beethoven, de Britten o las varias que compuso Rossini
Más cuando llueve nunca lo hace a gusto de todos. Intereses económicos, problemas de circulación, planes que se vienen abajo o, simplemente, gustos personales, hacen que la lluvia que tanto desean algunos otros la rechacen.
Te propongo un paseo por textos y músicas que nos acercan a la lluvia y nos evocan algunos de los sentimientos que nos invaden cuando entra en nuestras vidas. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!

Vincent van Gogh. Champ de blé dans la pluie (1889)

La lluvia forma una simbiosis con la naturaleza que se repite cíclicamente, aunque no con la regularidad que los seres humanos deseamos y nos conviene. No suele disgustarnos la lluvia que cae suave y lentamente y penetra en la tierra para regenerarla, aunque nos aterran las precipitaciones intensas y repentinas que destruyen cuanto encuentran a su paso.
En sus diarios se recogen las confidencias que Kafka se realiza a sí mismo. Publicados anteriormente en distintas ediciones, Diarios & Carta al padre es un libro que recoge la primera edición íntegra en nuestro idioma de los Diarios de Kafka, sus Diarios de viaje y la famosa Carta al padre, una obra que amplía los primeros escritos de este tipo que su amigo Max Brod publicó en 1950, como ya sabemos, en contra de la voluntad del autor que determinó que fueran destruidos sus escritos.
En Los diarios de viaje, el escritor checo recogió en sus reflexiones sus impresiones de los pocos viajes que realizó. En el viaje de Weimar a Jungborn realizado entre junio y julio de 1912 recoge las sensaciones que la lluvia le produjo en esos días de verano, unas sensaciones que podemos sentir como propias.


Son innumerables las canciones tanto populares como de la música que solemos denominar clásica que la lluvia ha inspirado, aunque por la vocación de este blog nos acercamos a una música escrita especialmente para la escena.
Retirado de la composición tras el estreno de su ópera Aida, amante confeso de la obra de Shakespeare, Verdi volvió a escribir una ópera dieciséis años más tarde, a partir de un libreto de Arrigo Boito
Otelo marca el regreso de Verdi que contaba con setenta y cuatro años para poner música a una de las grandes obras de su admirado dramaturgo.
Otelo comienza en la isla de Chipre en las afueras de un castillo con el mar al fondo. Al anochecer, entre relámpagos y truenos, los chipriotas esperan la llegada de Otelo el nuevo gobernador tras una batalla contra los turcos. El exitoso compositor, quien marcó el desarrollo de la ópera en la segunda mitad del XIX, utiliza todos sus recursos musicales con la ayuda del texto de Boito para mostrarnos, al comenzar la obra, una de las tormentas más magistrales de la música.


El coro Una vela...! seguido de Esultate! nos sumergen en la tempestad inicial de Otelo de Verdi en una producción del Teatro Alla Scala de Milán, dirigida por Riccardo Muti en 2001 con Plácido Domingo como Otelo y Leo Nucci como Yago.
Un desesperado coro espera con ansias la llegada de Otelo quien anuncia que la flota turca ha sido destruida con Esultate! L'orgoglio musulmano sepolto è in mar.


La lluvias torrenciales, propias de determinadas zonas como la mediterránea, el este asiático con los monzones o los ciclones que se generan en la zona caribeña para afectar al continente americano, pese a ser estacionales son irregulares en su condición, proporcionando en determinadas ocasiones más daños que beneficios, aunque cada vez se desarrollan más en cualquier lugar de nuestro planeta.
Premio Nobel de Literatura en 1961, Ivo Andrić fue un escritor y diplomático yugoslavo de origen bosnio que sufrió las vicisitudes de las dos guerras mundiales y se interesó en sus obras por la diversidad cultural, religiosa, étnica y humana de su Bosnia natal, además de profundizar y trasladar a sus escritos una historia cargada de influencias, invasiones, alternancias en el predominio y dramas sociales y particulares.

Ivo Andrić delante del puente que protagoniza su relato.

En Un puente sobre el Drina Andrić relata la vida de la ciudad de Visegrad, situada a orillas del río Drina desde que Mehmed Bajá mandara construir el puente en 1566 que uniera los territorios entonces musulmanes y cristianos, convirtiéndolo en testigo, juez, víctima y refugio de los conflictos humanos, bélicos y sociales que los habitantes de la ciudad, y por extensión Bosnia, sufrieron hasta el momento en que escribió la novela.
Protagonista importante en estos siglos de historia, también la lluvia aparece en las vidas de sus habitantes con sus trágicas inundaciones que devienen y son recordadas de modo singular de generación en generación y que, en un tiempo de desmemoria histórica como el que vivimos cada vez tienen mayor significado.


Si muchos compositores han abordado el tema de la lluvia, y con frecuencia el de las tormentas, Rossini es uno de los que con mayor asiduidad lo ha hecho. Basta recordar los temporales que introduce en El barbero de Sevilla, casi como un añadido por su gusto personal, en La Cenerentola y en su última obra Guillermo Tell que anticipa en la lluvia que aparece en su obertura.
Heredera de la tradición músico pluvial de finales del XVIII y comienzos del XIX, como Vivaldi o Beethoven, Rossini introduce en La Cenerentola (La Cenicienta) una tormenta festiva, deliciosa y felizmente ajetreada con esos elementos musicales y teatrales que dominaba a la perfección. 
Nos adentramos en este Temporale de La Cenerentola de Rossini en una representación que se llevó a cabo en la Den Norske Opera Osla de la capital noruega en enero de 2017 con producción de Stefan Herheim y una escenografía de Daniel Unger que evoca las representaciones del XIX con el eolífono, esa máquina que imita el sonido del viento, los decorados con un aspecto tan teatral, el globo aerostático que se alza en el escenario, los árboles que pasan corriendo, la artificiosidad del vestuario y los gestos de los intérpretes que encajan a la perfección con la música de Rossini y su espectacular sonido del temporal.


Pero si la lluvia paraliza como a Kafka o destruye como narraba Ivo 
Andrić, para muchos de nosotros es bien recibida, especialmente a los que vivimos en zonas del sur de Europa con precipitaciones siempre escasas. Los días de lluvia contagian la felicidad del regalo a la naturaleza y sentirla, venga como venga, es uno de los placeres que son más bienvenidos cuanto más escasos son.
Médico, escritor, periodista, diputado y ministro argentino en la década de 1880, Eduardo Wilde fue uno de los personajes que más influencia y controversia tuvo en la sociedad del país hispanoamericano.
Prometeo & Cia es un libro publicado en 1899 que se puede considerar a camino entre una colección de artículos literarios o de cuentos. Sus escritos cruzan la línea que separa -o une- el relato con el razonamiento filosófico o el ensayo con la prosa poética.


Uno de los textos más conocidos suyos incluidos en este libro es La lluvia, un relato que no sigue un argumento definido, sino que adopta un discurso entre lo narrativo, lo evocador y lo poético, una meditación sobre un fenómeno como la lluvia, que no sigue las secuencias del espacio o el tiempo.
En la publicación de la edición original Wilde escribe sin atender a reglas ortográficas que desviaba la atención hacia el texto en detrimento de la atención a la riqueza del cuento y su evocación, publicándose más adelante con las reglas habituales.
El texto que nos acompaña es un extracto de La lluvia, una apasionada apología del placer de disfrutar de la lluvia tras el calor del hogar, por momentos interesada frente a las consecuencias de quienes la padecen. En la parte final de la publicación se puede encontrar el enlace al cuento completo.


Como nunca llueve a gusto de todos, evocarla y sentirla desde la música es un placer que siempre nos apasiona, sea desde el tipo de música que sea, desde la popular hasta la de las salas de concierto.
Nuestra despedida es una creación de ese gran genio de las sensaciones que fue Claude Debussy y su obra para piano Estampes, catalogada como CD 108A y que se compone de tres piezas, Pagodes, La soirée dans Grenade (La tarde en Granada y Jardins sous la pluie (Jardines bajo la lluvia) compuesta en 1903. El gran pianista ruso Nicolai Lugansky la interpreta en un concierto celebrado en  2019 en Orbec de Calvados.
Pensando en la música sobre la lluvia que cada uno de nosotros deseemos, nos despedimos con esta evocación de Debussy.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:

Un punto azul pálido y lejano

Con asombrosa frecuencia mostramos nuestra soberbia como seres humanos, sintiéndonos centro y dueños de todo cuanto existe, capaces de modificar, crear, inventar y construir a partir de nuestros deseos, gustos y necesidades sin tener en cuenta las consecuencias de nuestras acciones. La destrucción de la naturaleza, la pérdida de la biodiversidad, el cambio climático, las fronteras, las desigualdades y el hambre o la desproporcionada cantidad de basura que generamos empañan muchos de los logros que hemos conseguido. 

En nuestro concepto como especie, avanzamos en un progreso científico y tecnológico que hace nuestra vida más cómoda y asequible, aunque sin medir las consecuencias que nuestras acciones suponen para el planeta en el que habitamos; avanzamos en la forma en que nos obligan, nos gobiernan o nos gobernamos, aunque con movimientos que nos impulsan a la mayor participación y compromiso, junto a movimientos de retroceso; se construyen imperios o civilizaciones que nos llevan a un progreso en condiciones de vida, derechos o cultura y que acaban desapareciendo tras un tiempo de progreso y decaimiento; o simplemente, durante siglos, nos acercamos y enriquecemos con quienes son distintos y diferentes a nosotros por razones culturales, ideológicas, religiosas o étnicas, mientras mantenemos enfrentamientos que acaban con guerras, dominios o la más absoluta barbarie.
Nuestra especie es capaz de lo mejor y de lo peor, de lo más sublime y de lo más vil, de buscar el bien común y poner por delante el interés personal.
Así, el divulgador Carl Sagan escribió sobre el proyecto y viaje de la sonda Voyager 1, demostrando ser uno de los más grandes logros científicos de la historia de la humanidad, aunque mostrándonos también qué insignificantes somos como civilización.
Te invito a compartir las reflexiones de Carl Sagan a partir del más lejano de los viajes organizados por el ser humano con la sonda espacial Voyager. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


En 1977 se lanzó desde Cabo Cañaveral, en Florida, la Voyager 1, una sonda espacial robótica diseñada y programada para explorar el sistema solar, con la misión original de visitar Júpiter y Saturno y que aún sigue trabajando, enviando información desde los confines de nuestro sistema planetario, siendo en la actualidad la nave espacial que se encuentra más lejos de nuestro planeta, junto con su hermana Voyager 2 en la zona de espacio interestelar.
El astrofísico, cosmólogo, astrobiólogo y astrónomo Carl Sagan es más conocido entre todos nosotros por su faceta como escritor y divulgador científico gracias a sus publicaciones y programas de televisión englobados en la serie Cosmos: un viaje personal con la que dio a conocer y popularizar en la década de los 80 del siglo pasado la historia de la astronomía y de la ciencia, así como concienciar sobre el lugar que ocupamos como especie en nuestro planeta y en el universo.
Sagan dedicó sus primeros años de vida laboral a la enseñanza universitaria en las universidades de Harvard y Cornell, compaginando más adelante su trabajo con la participación en los proyectos Apolo 11, la misión Mariner 9 a Marte y los proyectos de las sondas espaciales Pioneer y Voyager.


Es esta última colaboración la que lo trae a este blog. En su participación en el proyecto Voyager sugirió que se incluyera un disco con información sobre la vida en La Tierra que incluía fotos, sonidos, música, saludos en distintos idiomas e incluso sondas cerebrales. 
Una vez terminada la misión original sobre Júpiter y Saturno y cuando la sonda había sobrepasado la órbita de Neptuno en dirección a los confines del sistema solar, Sagan propuso que la nave se girara y realizara una fotografía de nuestro planeta, la más lejana conseguida hasta entonces. Se trataba de una instantánea que se realizó el 14 de febrero de 1990 a unos 6.000.000.000 de kilómetros de nuestro planeta y que se conoce como Pale Blue Dot (Un punto azul pálido), a partir de la cual Sagan publicó en 1994 un libro con idéntico título, subtitulado Una visión del futuro humano en el espacio
En la parte inicial del libro, el astrofísico norteamericano narra cómo fueron las circunstancias en que se tomó esta imagen de nuestro planeta junto con la de nuestros vecinos del sistema solar, en un mosaico denominado Retrato de familia, comenta otra imagen icónica, la tomada por el Apolo 17 sobre nuestro planeta y analiza el particular rayo de luz solar en el que, casualmente, se encuentra nuestro planeta en el momento en que se realizó la instantánea.

Blue Marble (la Canica azul), realizada por el Apolo 17 el 7 de diciembre de 1972

También icónica, la película 2001: A Space Odyssey (2001: Una odisea espacial), la película de Stanley Kubrick de 1968 revolucionó el arte cinematográfico al mostrar una comunicación visual y un lenguaje cinematográfico novedosos, utilizar unos efectos especiales sin precedentes, mostrar un detallado realismo científico a partir del relato de Arthur C. Clarke y utilizar músicas de diversa índole que encajaban a la perfección con la historia, sustituyendo la banda sonora que se encargó a Alex North y que no llegó a utilizarse. Así, Kubrick incluyó obras de Richard Strauss (Así hablaba Zaratustra), Johann Strauss hijo (El Danubio azul), György Ligeti (Lux Aeterna y Atmosphères) o Khachaturian (adagio de la Suite del Ballet Gayane).
Kubrick no solicitó la autorización de la obra de Ligeti, lo que generó algún roce entre los creadores, aunque ambos salieron beneficiados. Lux Aeterna es una pieza coral a capella, atonal y misteriosa que se utiliza en la película cuando los científicos espaciales se encuentran en su transbordador lunar, mientras hablan de su comida envasada para distraerse del terror que los invade ante la situación de enfrentarse a lo desconocido. 


El enlace nos ofrece la versión de Lux Aeterna de György Ligeti interpretada por el Ensemble Aedes bajo la dirección de Mathieu Romano que se grabó en el concierto Rencontres musicales de Vézelay en agosto de 2015 y se incluyó en el disco Ludus Verbalis. Volumen 3 & 4.


En Un punto azul pálido, Sagan nos muestra la revolución que los avances científicos han propiciado en nuestra comprensión como especie humana, quienes somos, dónde nos encontramos y cuál es nuestro lugar en el universo.

Pale Blue Dot, tomada por la sonda Voyager el 14 de febrero de 1990

Foto de familia

Tras la narración de la historia de la fotografía Pale Blut Dot, Sagan reflexiona sobre la pequeñez de nuestro planeta en la inmensidad del espacio, la vanidad que nuestra especia ha mostrado a lo largo de la historia y la humildad con la que debemos afrontar nuestra vida en La Tierra, asumiendo la enorme y simple responsabilidad de tratarnos mejor unos a otros. Un texto para no olvidar y tener siempre en consideración que se inscribe simultáneamente dentro del pensamiento científico y humanista.

La misión original de la sonda Voyager 1 consistía en visitar y enviar información sobre Júpiter y Saturno, aunque también se programó más adelante para acercarse a Neptuno y, en una muestra de la capacidad de aprovechar los proyectos, continuar hacia los confines de nuestro sistema solar.


Nos despedimos con una obra del compositor alemán Michael Orstzyga escrita en 2007 y de la que se ha puesto en otra ocasión una versión distinta en el blog. Se trata de Iuppiter, una obra para coro a capella a ocho voces cuyo texto, más que a nuestro vecino del sistema solar, se muestra como un desafío al incluir un gran número de nombres y adjetivos que describen al dios romano y su poder.
La interpretación corresponde a una grabación del Wettbewerbsrunde  Gemische Chöre celebrado en mayo de 2015 realizada por el Unversity of Oregon Chamber Choir bajo la eficaz dirección de Sharon J. Paul.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:

¡No puedo con tanto estrés!

Vivimos rodeados e inmersos en situaciones de estrés. Además de unas grandes dosis de incertidumbre y volatilidad, recordemos el concepto de la modernidad líquida de Zygmunt Bauman, nuestro tiempo y nuestras vidas están marcados por una situación tan moderna y tan actual como el estrés.
Según el diccionario de la R.A.E., el estrés se define como la «tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves».
Así, el estrés surge como un estado de tensión, tanto física como emocional, originado como una reacción a una presión exterior que puede ser negativa o positiva, y que, en su esencia, constituye un estado de defensa que, en las dosis adecuadas, ayuda a nuestro organismo a reaccionar y adaptarse a las situaciones que lo provocan.

Suprimir el estrés de la vida implica deshacerse de un mecanismo de supervivencia. En ese sentido, la clave no es eliminar el estrés, sino aprender a gestionarlo.
Mario Alonso Puig

Con esta idea, tener un nivel de estrés adecuado contribuye a ayudarnos a actuar ante las situaciones, retos y estímulos que la vida diaria nos ofrece, mientras que si este estrés no se puede controlar por ser excesivo puede generar problemas como desgaste mental, irritabilidad, ansiedad o trastornos de tipo psicosomático.
Nuestra forma de vida contribuye a que vivamos encadenados al estrés con los plazos y exigencias que tenemos para realizar nuestros trabajos, la burocratización de muchas tareas, los ciclos y ritmos semanales, los descansos que vuelven a embarcarnos en nuevos y demoledores comienzos de semana cada lunes o sea el día que sea en cada uno de los horarios con los que nos enfrentamos. 
Estas situaciones de estrés forman parte de la forma de vida de nuestro tiempo, pero, ¿no ocurría en épocas anteriores a nosotros? ¿Somos los únicos que los hemos padecido? ¿Se enfrentaron nuestros antepasados al problema del estrés? 
Te propongo conocer a distintos creadores que se enfrentaron a situaciones de estrés en sus vidas y cómo las afrontaron. Nos acompañan los compositores Rossini y Donizetti y los escritores Dostoyevski y Balzac. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Hay ocasiones en que el estrés proviene de dejar lo que tenemos que realizar para el último momento.
Uno de los casos más conocidos de creador que trabajaba bajo los estímulos del estrés es el del compositor Gioacchino Rossini. El Cisne de Pésaro, como se le conocía, tenía fama de ser un genio musical aunque con una dejadez que hacía que en muchas de sus composiciones dejara pasar el tiempo confiando en sus posibilidades y tuviera que terminarlas con las prisas para entregar sus composiciones en el tiempo estipulado.
El caso más conocido es la composición de su ópera El barbero de Sevilla. En Roma recibió el encargo de Francesco Sforza Cesarini, empresario del Teatro di Torre Argentina para componer una ópera, firmándose el contrato el 26 de diciembre de 1815 con la condición de estrenar la obra el 5 de febrero siguiente, aunque al rechazar el compositor el libreto que le ofrecieron se aplazó el estreno quince días, hasta el 20 de ese mes para poder encargar un nuevo texto. El contrato con el libretista, Cesare Sterbini se firmó el 17 de enero a partir de la obra teatral homónima de Beaumarchais
El caso es que el tiempo corría y el compositor no había escrito aún una nota de su obra quince días antes del estreno. Los músicos, los cantantes y decoradores estaban a la espera de la obra para realizar sus ensayos y trabajos. Quizás lo que tenían libretista y compositor más claro era modificar el título El barbero de Sevilla por el de Almaviva o sia l'inutil precauzione (Almaviva o la inútil precaución) para no ofender a los partidarios de Paisiello que triunfaba con su versión del mismo nombre, hoy casi olvidada.
El estreno de El barbero de Sevilla ha pasado a la historia como uno de los grandes fracasos, mientras la segunda función realizada al día siguiente lo ha hecho como uno de los más grandes éxitos en una producción.
El caso es que Rossini, un compositor que apuraba en muchas ocasiones los tiempos, se retiró joven, con apenas treinta y ocho años de edad, pasando los últimos cuarenta años de su vida sin publicar ninguna obra.

Retrato de Rossini en la época en que compuso El barbero de Sevilla (1810-15)

Publicado en 2018 por Andrés Moreno Mengíbar para el Centro de Estudios AndalucesLos García. Una familia para el canto es un riguroso estudio sobre el sevillano Manuel García, uno de los grandes cantantes, compositores y empresarios de la primera parte del siglo XIX y sus descendientes, que marcaron una gran parte de la vida musical de ese siglo y sobre los que trataremos en otra ocasión en este blog.
En este estudio, Moreno Mengíbar nos acerca detalles de la composición de El barbero de Sevilla y la situación de estrés en la que se vio inmerso el compositor de Pésaro a partir de un relato que se publicó en el semanario L'Illlustration Journal Universel a partir de una conversación con el hijo de Manuel García, quien hizo en el estreno de la ópera el papel del Conde de Almaviva.
Pese a toda la prisa por terminar la obra en el plazo estimulado, es necesario e interesante recordar que en aquella época no se componía pensando en legar obras que tuvieran un lugar en la posteridad, sino simplemente en la taquilla, buscando que las obras representadas se mantuvieran en cartelera el mayor tiempo posible. Verdi denominó a este tiempo en que los compositores debían enfrentarse a continuas e interminables composiciones antes de ser dueños de su capacidad para elegir qué y cuándo componer sus «años de galeras».


El tenor peruano Juan Diego Flórez, quizá el mayor especialista rossiniano de la actualidad,nos acompaña con la interpretación de la cavatina del Conde de Almaviva Ecco ridente in cielo en una grabación realizada en el Teatro Alla Scala de Milán en 1999 con la dirección de Riccardo Chailly.


En ocasiones el estrés es asumido por las propias personas como una forma de vida.
Honoré de Balzac llenó con sus obras una gran parte de la literatura de la primera mitad del siglo XIX, tanto de Francia como de toda Europa. Incansable trabajador, su obra se incluyó en La comédie humaine, un ciclo de varias decenas de obras a través de las cuales el escritor consiguió describir la sociedad francesa de su época con personajes que aparecían en distintos libros, cruzándose sus historias como las de cualquiera de los que conforman la sociedad con sus vecinos, amigos y relaciones para, según sus propias palabras «hacerle la competencia al registro civil».
Papá Goriot, Eugenia Grandet, La muchacha de los ojos  de oro, La duquesa de Langeais o Las ilusiones perdidas conforman esta comedia humana, una idea que en nuestra época ha sido utilizada hasta la saciedad por cadenas de televisión que llevan a sus personajes de uno a otro programas buscando en este caso, no realizar un retrato de la sociedad, sino una rentabilidad económica a través de la venta de historias de personajes que adquieren un efímero protagonismo y desaparecen tras no generar la atención del público.

Imagen tomada de la cuenta de Twitter de Mario Alonso Puig

El escritor austriaco Stephen Zweig, otro de los grandes escritores europeos, injustamente olvidado en nuestros días, dedicó parte de su obra da la divulgación de personajes que contribuyeron a conformar la cultura europea o algunos avances de la civilización.
En Balzac, la novela de una vida, Zweig traza un retrato del escritor francés, desde su infancia hasta su fallecimiento, dedicando un amplio relato a describir cómo eran su días de trabajo, unos días convertidos en noches, el momento en que el escritor trabajaba, con una rutina, minuciosidad y estrés que contribuyó a crear tan ingente obra. Su inveterada afición al café, sus rutinas nocturnas, incluso su vestuario son descritos con minuciosidad e intención por Zweig en un relato extenso que se ha reducido por no hacer extensa la publicación.


Louis Boulanger. Balzac con su hábito de monje (1826)


Otro de los casos que nos encontramos al pensar en el estrés es la recepción de encargos y trabajos realizados a última hora y que hay que entregar en una fecha para el que no hay prácticamente tiempo y se nos antojan imposibles.
Si Rossini era rápido trabajando, no lo era menos Gaetano Donizetti. El autor de óperas como Norma, La sonnambula, Lucia di Lammermoor, L'Elisir d'Amore o I Puritani tenía fama de componer a gran velocidad. Nos podemos preguntar, ¿cuánto tiempo se puede tardar en componer una obra tan compleja y de tanta envergadura como una ópera? Pese a que es complicado generalizar, hay compositores que dedicaban varios meses a cada una de sus obras, otros alrededor del año y algunos como Wagner más aún. Una obra como El holandés errante de este último le llevó más de dos años desde que comenzó el primer esbozo hasta que se estrenó en Dresde en 1843.
Si nos acercamos a los detalles que giran alrededor de la composición de L'Elisir d'Amore, podemos imaginarnos el grado de estrés al que se sometió Donizetti cuando recibió el encargo de la ópera que debía estar terminada para estrenarse quince días más tarde, con el agravante de que debía ceñirse a los cantantes que ya estaban contratados para una ópera que le falló al empresario.
En la publicación que realizó el Teatro Maestranza de Sevilla para su montaje de L'Elisir d'Amore en el año 2003, Justo Romero detalla en su artículo El elixir de Isolda los detalles que supusieron la aceptación, composición y estreno una obra que se interpreta con bastante frecuencia en la actualidad.


De L'Elisir d'Amore podemos escuchar el aria Prendi, per me sei libero con que la protagonista Adina libera a Nemorino de su contrato para enrolarse con las tropas del sargento Belcore.
La soprano Inga Lisa Lehr interpreta este aria en una representación que se desarrolló en la temporada 2012/13 en el Theater Hof de Alemania con la Hofer Symphoniker y la dirección musical de Ivo Hentschel


Nuestra última incursión acerca de las situaciones que provocan o propician el estrés nos acerca a la situación en que embarcarse o aceptar un trabajo estresante supone la idea de liberación por parte de se haya inmerso en la situación.
Fiódor Dostoyevski utilizó a lo largo de su vida como escritor el hecho de publicar libros como forma de salir de unos apuros económicos con los que poder mantener su familia y la de su fallecido hermano, algo que habría sido posible gracias a las ventas de sus escritos si no hubiera venido acompañada por una desmedida afición a los juegos de azar, la ruleta en concreto, que le llevó a la ruina en varias ocasiones y que le condenó a ponerse en fuga por distintos países europeos huyendo de sus acreedores.


Así, se le ocurrió escribir un libro que, por una parte le sacara de sus asfixiantes deudas, mientras por otra, le sirviera para hacer desaparecer su afición por el juego de la ruleta como una suerte de exorcismo. Pero la afición por el juego le llevó más allá, realizando una última apuesta con el editor, según la cuál, si entregaba el libro en fecha recibiría los beneficios acordados, mientras que si no lo hacía, perdería los derechos de todas sus obras.
La edición ilustrada de El jugador utiliza como prólogo un texto de Michael Butor de su libro Sobre Literatura en el que detalla cómo fue la estresante creación de El jugador que compaginó con la de Crimen y castigo y las consecuencias que, para su vida sentimental, tuvo esta situación.


No desdeñemos una dosis de estrés en nuestras vidas, pero huyamos de las situaciones que nos puedan acarrear efectos perniciosos.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:

Eterno y humano Dostoyevski

Doscientos años del nacimiento de Fiódor Dostoyevski

Hay autores que tratan temas relacionados con la naturaleza humana y nos parecen importantes, otros describen una época y una cultura y se nos antojan necesarios, y existen otros que abren caminos, llegan a la esencia de cada uno de nosotros y se convierten en imprescindibles. En este grupo encontramos a los grandes genios de todos los tiempos: Homero, Dante, Shakespeare, Cervantes, Victor Hugo o Tolstoi y en el podemos incluir, con toda justicia a Dostoyevski.
Nacido el 11 de noviembre de 1821, se cumplen los doscientos años de su nacimiento, dos siglos que han dado valor a sus obras y su pensamiento, a la indagación en la profundización psicológica de los personajes, el valor de los humildes y desesperados y la creación de personajes con una gran fuerza y capacidad de que los lectores no los olviden, influyendo en una enorme cantidad de escritores y creadores de distintas disciplinas artísticas.
Cuando se cumplen doscientos años del nacimiento de Fiódor Dostoyevski, te invito a dar un paseo por su vida, obra y su influencia con textos del propio autor y sobre él y músicas compuestas a partir de sus obras. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Fiódor Mijáilovich Dostoyevski tiene un lugar entre los grandes escritores de todos los tiempos. Junto a Dante, Shakespeare, Cervantes o Victor Hugo es uno de los autores que más han influido en los escritores que han marcado la literatura del siglo XX gracias a su influencia entre el existencialismo y el impresionismo. García Márquez, Faulkner, Camus, Kafka, Hermann Hesse, Unamuno, Hemingway o Marcel Proust recibieron la influencia del escritor ruso y la trasladaron a sus obras.
Dostoyevski configuró una obra con escenas dramáticamente enfebrecidas cuyos personajes se desenvuelven en atmósferas delirantes y explosivas, con diálogos filosóficos que podríamos encuadrar en un estilo socrático, en una incesante búsqueda de lo absoluto que hay en Dios y en el Mal o el sufrimiento de los débiles e inocentes.
Sus personajes van desde los humildes y modestos cristianos a los nihilistas autodestructivos, pasando por los cínicos libertinos y los intelectuales rebeldes, todos ellos regidos más por ideas que por meros condicionantes sociales o biológicos.
Como rasgo característico, las obras de Dostoyevski se desarrollan en un corto espacio de tiempo, lo que le permite huir de recursos como hacer ver a los lectores la evolución que el paso del tiempo va marcando en los personajes para poder centrarse en valores de tipo espiritual que son, por sí mismos, atemporales. Así, el escritor ruso nos muestra el renacer y fortalecimiento de sus personajes a través del sufrimiento, la destrucción de los valores en que se fundamentan las familias o el rechazo a la cultura europea frente a la afirmación de la rusa. Sus novelas han sido descritas como polifónicas al tratar situaciones desde diversos ángulos y puntos de vista que, en determinados momentos son contrapuestos y contribuyen a desarrollar una tensión que se vuelve casi insoportable.

Moneda de 100 rublos representando la ópera El jugador de Prokófiev
No es la primera vez que nos acercamos a la obra de Mauricio Wiesenthal, uno de los escritores que continúan en la senda de la tradición humanista, incansable viajero e inclasificable en su producción que oscila entre la novela, los libros de memorias, la poesía, el libro de viajes, su pasión por el vino o el ensayo. Inagotable conferenciante con una prosa exaltada y poética, este gaditano nacido en Barcelona de familia con raíces internacionales, cosmopolita, entusiasta seguidor de Stephen Zweig y de la cultura europea nos acompaña con su obra Libro de Réquiems.
En su capítulo Una pluma perdida en San Petersburgo, subtitulado Cita con un condenado a muerte, Wiesenthal busca a Dostoyevski como si fuera uno de los personajes de cualquiera de sus novelas en el rol de quien desconoce la vida del escritor. 


A su regreso a San Petersburgo en 1859 volvió a publicar varias obras entre las que destacó Memorias de la casa muerta, en la que recoge sus recuerdos y pensamientos de los años de presidio, en el que el escritor narra en primer persona bajo el nombre ficticio del fallecido Alexánder Petróvich Goriánchikov.

El checo Leoš Janaček toma este libro de Dostoyevski para su última ópera Z mrtvého domu (De la casa de los muertos), una obra en tres actos que se estrenó en 1930 en Brno, siendo el propio compositor el autor del libreto.
Nos acercamos a esta obra con la obertura, interpretada por la Orquesta Sinfónica McGill de Montreal dirigida por Alexis Hauser en un concierto que se llevó a cabo en febrero de 2014 en el Pollack Hall of Schulich School of Music de la citada ciudad canadiense.


Hijo de un despótico médico militar, su madre falleció cuando contaba con dieciséis años, hundiendo a su padre en el alcoholismo y una violencia que acabarían con su vida dos años más tarde tras una sublevación de los campesinos de sus tierras que le hicieron beber hasta morir ahogado en alcohol. El suceso, ocurrido mientras el joven Fiódor se encontraba en la academia militar casi le llegó a arrebatar la razón, tanto por la pérdida como por el hecho de haber deseado en ocasiones la desaparición de su padre.
Tras finalizar sus estudios como ingeniero militar se instaló en San Petersburgo donde comenzó a realizar traducciones hasta que publicó su primera novela, Pobre gente, en 1845 que obtuvo un buen recibimiento.
Tras la publicación de Memorias de la casa muerta, la vida de Dostoyevski toma un nuevo y vertiginoso camino. Con su hermano Mijail fundó las revistas Tiempo y Época cuyos fracasos les acarrearon cuantiosas deudas; la boda con su amante tras el fallecimiento del esposo de ésta y la insana relación con el hijo que le acarreó innumerables problemas; la complicada relación con una nueva amante; el fallecimiento de su esposa y su hermano a cuyas familias de comprometió a mantener; la pasión enfermiza por el juego, un nuevo y definitivo matrimonio con quien fuera su secretaria, el fallecimiento de una de sus hijas y una vida que hubo que convertirse en una continua huida de sus acreedores, apurando siempre los plazos de sus nuevas novelas marcaron la vida del escritor que se vio agravada con episodios de epilepsia.


Continuamos con el texto de Mauricio Wiesenthal en que relata su vida tras la salida de la prisión, su relación con Mascha y su hijo, sus amoríos con Polina Súslova y la forma en que continuó enfocando y desarrollando sus relaciones personales y literarias.


También el compositor ruso Serguei Prokófiev se fijó en una obra de Dostoyevski para componer una ópera. En esta ocasión se trató de Игрок (El jugador), una obra en cuatro actos y de la que también es autor del libreto. La obra tuvo problemas para su estreno y difusión. Compuesta en enero de 1917, la Revolución rusa impidió que se llevara a los escenario, siendo en 1929 cuando se estrenó en el Théàtre de la Monnaie (Teatro de la Moneda) de Bruselas tras una amplia revisión. Hasta 1975 no se estrenó en el Metropolitan Opera House de Nueva York con una producción del Teatro Bolshói de Moscú, mientras que hubo que esperar al comienzo de este siglo para que se estrenara en el citado teatro ruso la versión original bajo la dirección de Gennadi Rozhdéstvvenski.
Mientras, para 1931, el propio Prokófiev había preparado una suite orquestal basada en la ópera compuesta por cuatro retratos de los principales protagonistas (Alexis, La abuela, El General y Paulina) y un Desenlace.
Nos acompaña el primero de los retratos, Alexei de la Opus. 49 de Prokófiev en la interpretación de la Lahti Shmphony Orchestra dirigida por Dima Slobodeniouk en una grabación para el disco The Gambler Suite de 2020 para Naxos of America.


En 1866 publicó Crimen y castigo, la historia del joven Raskólnikov, una obra con carácter psicológico, la primera de sus grandes novelas que lo llevó a la más alta consideración en su época. Le siguieron El jugador, El idiota, El eterno marido, Los demonios, El adolescente y la monumental Los hermanos Karamázov. Diario de un escritor recoge sus artículos periodísticos escritos en los últimos años de su vida, unidos por el nexo de la reivindicación de un nacionalismo ruso que giraba alrededor de la fe ortodoxa frente al decadentismo que observaba en Europa occidental, pese a la fascinación que manifestaba por su cultura.
A partir de una idea original titulada Los borrachos en que pensaba tratar el alcoholismo en el entorno familiar, Dostoyevski escribió Crimen y Castigo en la época en que se comenzaron a acumular las deudas, su hermano acababa de fallecer y se hizo cargo de su viuda e hijos. El tema del alcoholismo quedó relegado al tomar el protagonismo Raskólnikov, un joven veinteañero culto, inteligente y bien parecido a la par que dejado, negligente y andrajoso, alojado en un pequeño cuartucho que trama robar y matar a una anciana despreciable, mezquina y usurera en la idea de que el buen uso de lo robado justificaría el crimen. Al llevarlo a cabo surgen las dudas que se mueven entre una profunda arrogancia, un hastiado cansancio, un insostenible delirio y el temor a la investigación criminal. El errante deambular por las calles de San Petersburgo es un reflejo del extravío del personaje que se desenvuelve entre las pretendidas luces del plan y las sospechosas sombras del delito. 


Finalizamos el impagable homenaje que Mauricio Wiesenthal realiza de uno de los escritores más importantes del panorama literario ruso de finales del XIX y que tanta importancia ha tenido en los escritores y lectores desde entonces, gracias a su indudable talento y a la profundidad psicológica con que crea a sus personajes.
Con su prosa poética, Wiesenthal relata los problemas económicos del escritor, la llegada de una secretaria con la que se casará y le acompañará durante el resto de su vida, los hijos que le dio y sus escritos, abarcando un retrato -poliédrico, casi polifónico, somo su obra, con todas las caras y aristas de la persona que hay tras el escritor- de uno de los artistas más influyentes de la cultura mundial.


Su última gran obra maestra, Los hermanos Karamázov apareció publicada por entregas en El mensajero ruso entre enero de 1879 y noviembre de 1880, publicándose en dos volúmenes una vez finalizadas las entregas. Dostoyevski desarrolla sus temas más habituales de su pensamiento: la angustia moral del hombre contemporáneo, la relación con Dios o las paradojas que aporta la libertad, acompañados de sus profundos análisis psicológicos, el dibujo de lo cotidiano y los detalles, los diálogos vivos y un amargo tono irónico.


El argumento presenta a los hijos de Fiódor Pávlovich Karamázov, el soldado Dmitri, el escéptico y existencialista Iván y el ascético y espiritual Aliosha que se reúnen tras años de separación y educación en distintos ambientes, en un encuentro en familia que acaba entre la disolución y la tragedia.
El autor presenta la primera de las publicaciones en un prólogo en que se dirige a cada uno de sus lectores.


Finalizamos nuestro homenaje a Dostoyevski al cumplirse los dos siglos de su nacimiento con la Suite Op. 49, El jugador de Serguei Prokófiev con su punto y final, el Movimiento V, Dénouement (Desenlace) en la misma interpretación de la Lahti Shmphony Orchestra dirigida por Dima Slobodeniouk incluida en el disco The Gambler Suite de 2020 para Naxos of America.

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Bibliografía y webgrafía consultadas: