El lenguaje es el medio más perfecto que tenemos para comunicarnos. Más allá de gestos corporales, gruñidos o sonidos onomatopéyicos, el lenguaje nos permite transmitir una serie de conocimientos e información, además de sentimientos, emociones o deseos.
Indudablemente es gracias al uso del lenguaje que la humanidad ha llegado hasta el grado de desarrollo en que nos encontramos. El conocimiento transmitido por los libros en temas relacionados con las ciencias, el pensamiento o el aprendizaje, las obras literarias que se centran en los mapas que desvelan nuestro rico mundo interior muestran la importancia del lenguaje. También lo pretende la forma en que el diálogo nos acerca a otras personas, a expresar, intercambiar y enriquecer nuestras ideas, opiniones y pensamientos para conseguir avanzar en la construcción de objetivos comunes.
Desde los grandes ideales hasta las relaciones interpersonales entre quienes apenas se conocen, el lenguaje es una de los elementos más poderosos dentro de nuestras relaciones.
Pero este lenguaje no siempre nos ayuda a unir y avanzar. La enorme diversidad de idiomas que tenemos en nuestro planeta, fruto de la comunicación y creación de diversas culturas, dificulta la comunicación por su propio desconocimiento. La expresión de ideas distintas e incluso antagónicas lleva en ocasiones a acabar en la descalificación y el insulto.
Pero hay ocasiones en que lo que se producen son confusiones cuando se trata de iniciarse en el conocimiento de un nuevo idioma. Mezclados con las frases hechas, la idiosincrasia de cada cultura, las expresiones y giros coloquiales más o menos locales hacen que se creen situaciones en que no siempre se entiende o se expresa lo que realmente se desea. En determinados momentos llevan a una situación de apuro, en otros, a momentos que se transforman en anécdotas simpáticas para recordar.
Te propongo un paseo por textos y músicas que recogen situaciones confusas relacionadas con el desconocimiento de un idioma, sus expresiones y usos. Nos acompaña La tesis de Nancy de Ramón J. Sender y músicas de Les Luthiers y Orlando di Lasso. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
Ramón José Sender Garcés (Chalanera, Huesca, 1901 - San Diego, California, 1982) comenzó a interesarse por la literatura en su adolescencia llegando a escribir artículos y cuentos para periódicos como El imparcial, España Nueva o La Tribuna. No llegó a finalizar sus estudios de Filosofía y Letras en Madrid, al decidir instruirse por su cuenta en las bibliotecas madrileñas, además de interesarse por temas políticos, realizando actividades revolucionarias con grupos anarquistas de la clase obrera, antes de que su familia decidiera su regreso a Huesca.
Con veintiún años ingresó en el ejército donde fue a la Guerra de Marruecos, a cuyo regreso ingresó en el diario El Sol como redactor y corrector. En esa época publicó Imán (1930), sobre la citada guerra, su primera novela que fue traducida a diversos idiomas, mientras continuaba con su militancia política y social, colaborando con La Libertad y Solidaridad Obrera, una faceta que le llevó a la Cárcel Modelo durante un tiempo.
Así, sus primeras reflejan su testimonio social y un propósito de denuncia: O. P.: Orden Público (1931) en que ataca el régimen policiaco, Siete domingos rojos (1932), sobre la lucha anarquista, Mr. Witt en el cantón (1935), sobre la insurrección cantonal que se produjo en 1873 en Cartagena. Durante la guerra civil escribió Sierra de Guadarrama y el documental Contraataque (1937).
Se exilió en México hasta recalar en Estados Unidos, donde residió desde 1942 hasta su muerte, impartiendo clases en Alburquerque y Los Ángeles, además de publicar en revistas antifascistas y anticomunistas como Cuadernos de París.
En su exilio americano continuó su copiosa producción con novelas alegóricas que se mueven entre lo satírico y lo filosófico, como El lugar del hombre, La esfera o Nocturno de los catorce. También cultivó la novela histórica con Bizancio o La aventura equinoccial de Lope de Aguirre, aunque su producción narrativa más importante proviene de su memoria histórica. Réquiem por un campesino español (1960), la serie de nueve libros Crónica del Alba (publicada entre 1942 y 1966), en las que el joven Pepe Garcés es un trasunto biográfico del escritor.
La tesis de Nancy, En la vida de Ignacio Morell (1969) o La mirada inmóvil (1979), escritas en sus últimos años, muestran su deseo de manifestar sus aversiones ideológicas, aunque poseen menor vigor y contundencia que las novelas anteriores.
En esta publicación nos acompaña La tesis de Nancy, (1962), una novela epistolar que recoge las supuestas cartas de una estudiante americana de lenguas románicas que viene a España para realizar su tesis doctoral sobre la cultura y las costumbres españolas.
En la novela, Sender recoge las cartas que la protagonista escribe desde España a su prima Betsy residente en Pensilvania, conformando un libro pleno de humor e ironía en que abundan los malentendidos relacionados con el desconocimiento del idioma y, sobre todo, las particularidades del habla andaluza, sus expresiones y el sentido figurado de algunas de sus frases hechas. Posiblemente recogidas de sus alumnos durante su estancia como profesor en California, Sender nos muestra que cuando no se domina un idioma, las anécdotas y situaciones extrañas se suceden con frecuencia.
En la primera carta que escribe a Betsy, Nancy nos acerca a varias confusiones producidas por el desconocimiento de algunas expresiones o la mala pronunciación de algunos términos. Todo plagado de ese soterrado sentido del humor que despliega Ramón J. Sender.
Si el poco conocimiento de un idioma genera confusión y situaciones incómodas, hay piezas musicales que también las tratan o las provocan.
Natural de Mons el compositor flamenco Orlando di Lasso (1532-1594) es uno de los músicos más importantes de la última etapa renacentista junto con Palestrina y Tomás Luis de Victoria.
En sus más de dos mil composiciones, algo inusual para un tiempo en que la imprenta tenía aún poco tiempo de vida, utilizó el estilo polifónico característico de la música sacra y los cromatismos que se comenzaban a aplicar en los madrigales, junto con el desarrollo de la música profana que venía creciendo en Alemania, Francia o Italia.
Tras entrar al servicio del virrey de Sicilia a los doce años, estuvo allí hasta poco después de cumplir los veintidós, pasando después por Milán, Nápoles, Roma o Amberes, hasta recalar en Múnich contratado por Alberto V, Duque de Baviera, quien le concedió un título nobiliario, quedándose en la ciudad hasta su fallecimiento.
Orlando di Lasso compuso un abanico de obras que van desde misas y motetes en latín hasta chansons (canciones francesas polifónicas o monódicas), Lieder (alemanes) o madrigales. Su última obra, Lagrime di San Pietro, es una colección de madrigales con textos religiosos.
La obra que nos acompaña es una composición para coro a cuatro voces extraída de su Libro de villenelle, moresche, et altre canzoni, publicado en la imprenta de Pierre Phalese en Antwerp en 1582.
Matona mia cara es una pieza que lleva doblemente a la confusión. Por un lado, la principal de ellas es pensar que se trata de una composición religiosa llevados al equívoco por el propio título (Madona mia cara, Mi querida señora) y la dedicación del compositor flamenco a la música sacra. Esta pieza muestra que tanto él como otros autores de su época también podían escribir con doble sentido y cierta malicia, mostrando sentimientos y expresiones no ya amorosos, sino también sexuales. Así, Orlando di Lasso, se permite el lujo de recrear escenas de soldados de baja estofa, mercenarios que recorrían Europa vendiéndose a los ejércitos dell mejor postor.
En esta Matona mia cara que algunos coros cantan casi como música religiosa di Lasso recrea el canto de un soldado alemán, que presume de su buen canto y apenas conoce el idioma, en el que mezcla términos que van desde las comparaciones clásicas hasta las más sonrojantes expresiones hacia la señora a quien se dirige.
Pese a que cita a Petrarca o el monte Helicón de donde surge la fuente de la que nacen las nueve musas, su italiano es pésimo, con palabras en francés y un fuerte acento alemán (matona por madonna, follere -loco- por volere -deseo-), utilizando términos equívocos como cabrón. El tercer verso de cada estrofa solo desempeña el valor de terminarla a modo de estribillo melódico.
Al observar la letra y su traducción, podemos comenzar a desentrañar un galimatías que, bajo ningún concepto se aprecia cuando se oye o canta esta pieza. Curiosamente la hemos interpretado hace años en la coral a la que pertenezco, sin haber comentado estos temas.
Pese a todas las interpretaciones a coro que son más conocidas, nos acompaña una versión cantada por New York Polyphony, un conjunto vocal masculino especializado en música antigua. Dos tenores, bajo y contratenor cantan a capella y sin dirección con una complicidad fascinante esta canción que, como decía, para muchos puede pasar por una composición seria y profunda.
La vida literaria de Sender fue larga, intensa y fructífera, consiguiendo el Premio Nacional de Literatura en 1936 con la citada Mr. Witt en el Cantón, llegando hasta ser galardonado con el Premio Planeta en 1969, el mismo año que publicó La tesis de Nancy con La vida de Santiago Morell.
La tesis de Nancy desarrolla, además, un grado de burlas frente a personajes que son estereotipos. Así, deambulan por las cartas el señorito inútil sin nada que hacer, el viejo verde, el aprovechado o el cacique terrateniente. Mistress Dawson, procedente de Edimburgo, representa a la extranjera simplona, uno de los personajes del libro que ayudan a provocar con sus malentendidos lingüísticos que se desencadenen situaciones anecdóticas que Sender carga de humor. Aunque el personaje que sirve de contrapunto, de colofón a todos los enredos lingüísticos es Curro, el novio que Nancy se echa cuando llega a su residencia de Alcalá de Guadaira, un gitano rico en expresiones coloquiales, poseedor de un vocabulario amplio y figurado, rico en significados que se mueve entre el tópico y lo manido. Con la presencia de Curro, Nancy confía en que podrá comprender mejor las costumbres españolas.
La cuarta carta a Betsy desarrolla algunas anécdotas que van desde un consejo bíblico a la presunta genealogía romana de Curro que concluyen con una visita de los personajes a las ruinas romanas de Itálica.
Si en esta publicación se trata el tema de las situaciones a las que aboca el desconocimiento del idioma y las costumbres de quienes los hablan, el grupo argentino Les Luthiers no podía quedar al margen. Maestros del humor y, sobre todo del idioma, saben sacar partido como nadie a las características de nuestra lengua, a los dobles sentidos, a los juegos de palabras, a las omisiones y los errores gramaticales.
Así, nos acompañan en uno de sus números más conocidos y que los relaciona, no con el desconocimiento de un segundo idioma distinto al nativo, sino del nuestro propio, especialmente por el poco hábito lector.
En él, el inolvidable Daniel Rabinovich convence a Marcos Murdock de que le permita leer la presentación de una obra del imprescindible Johann Sebastian Mastropiero en su sketch Monólogo mal leído.
Aunque Sender manifestó en sus últimos años recuperar su nacionalidad española aún a costa de renunciar a la norteamericana, falleció en 1982 sin tenerla y sin haber podido acercarse a su país de nacimiento.
En La tesis de Nancy el propio escritor aparece en la ficción como el amigo de Bertsy que traduce las cartas que esta recibe de España. Así, Sender utiliza un recurso que usó el propio Cervantes cuando se presenta como recopilador y traductor de los textos que forman su novela más universal, incluso en algún momento cita al profesor Sender y algunas de sus teorías como la del origen musulmán de Don Juan Tenorio o sobre el origen de algunos términos. En ocasiones Nancy alude a él por su apellido, mientras en otras lo hace como el visiting professor.
Además, esta novela epistolar nos ofrece una mirada a la España de finales de los 60 del pasado siglo, mostrando una tradición que acumula siglos de costumbrismo y sabiduría popular, pero que supone a la vez un lastre difícil de asumir, entender y erradicar, además de ofrecer una imagen de una sociedad que comenzaba a abrirse al mundo desarrollado que provenía del entorno europeo y americano.
En la sexta de las misivas, Nancy continúa escribiendo a su prima sus impresiones y anécdotas, en esta ocasión con alguna confusión de vocabulario, el origen de alguna palabra, donde cita indirectamente a Sender, y algunos juegos de palabras propios de nuestro idioma que resultan totalmente incomprensibles para quienes no conocen en profundidad ni nuestro idioma ni nuestra cultura. Todo, como viene sucediendo en el libro, cargado del habitual sentido del humor.
Finaliza esta publicación con una nueva intervención de Les Luthiers. En esta ocasión con la presentación y una nueva obra del gran Johann Sebastian Mastropiero su Concerto Grosso alla Rustica perteneciente a su espectáculo El Grosso Concerto y en el que están acompañados por la orquesta Camerata Bariloche.
No sólo el hábito y los giros del lenguaje, sino también el protocolo, gestos y ritual habituales de la música clásica entran en confusión con esta interpretación.
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- Sender, Ramón J. La tesis de Nancy, Editorial Bambú, 2013.