"En las profundidades del invierno finalmente aprendí que en mi interior habitaba un verano invencible"
Albert Camus
Nuestra existencia está repleta de dualidades: alegría y tristeza, materia y espíritu, realismo e idealismo, bien y mal, frío y calor, luz y sombra nos acompañan en nuestras vidas.
Verano e invierno son consustanciales a nuestras vidas. Frente al calor, la luz, los días largos o las salidas al exterior del verano, oponemos el frío que nos trae el invierno, las tardes cortas con noches que se nos hacen interminables y un recogimiento en los hogares.
Cada invierno es diferente e idéntico a los demás: mayor o menor frío, pocas o muchas semanas en que la meteorología domina nuestras vidas, largas noches al calor del hogar mientras esperamos el cambio de estación.
Una tarde de invierno es probable que estemos ajetreados en nuestros quehaceres, que no dispongamos de tiempo para dedicarlo a nosotros mismos. Las tardes cortas y los anocheceres tempranos, el tiempo desapacible en que buscamos la vida en el interior de nuestros hogares ayudan a la introspección. Buscar un tiempo para nosotros, aislarnos del exterior y dejarnos arrastrar lejos de las imágenes luminosas, las palabras vociferantes o los sonidos estridentes nos ayudan a buscar textos y músicas que nos sirvan de espejos en los que nosotros mismos nos veamos y reconozcamos para emerger de nosotros mismos.
Te propongo compartir los sentimientos que podemos encontrar en una tarde de invierno de la mano de dos autores franceses que nos acompañan con sus textos y sus músicas. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
Una tarde de invierno, cualquier tarde de invierno, siempre nos va a encontrar con obligaciones que nos zarandean de una ocupación a otra, con asuntos que atender o con tareas que realizar. En los libros, en la literatura podemos encontrar un hogar que nos acoja, un espacio en el que refugiarnos y en el que encontrar un espejo en el que nos veamos a nosotros mismos.
Georges Perec es uno de los literatos más particulares del siglo XX. Excesivo, incomprendido, con una descomunal facilidad para unir lo fundamental con lo lúdico, Perec es también un escritor de culto, un autor que ha tenido una influencia grande en la manera de comprender los límites que marcan las fronteras del arte.
Nació en 1936, poco antes de comenzar la devastadora guerra mundial en París de padres polacos. Con el estallido del conflicto bélico, su padre se alistó en el ejército, falleciendo y afrontando la que sería la primera desaparición en la vida del pequeño. Su madre, ya con el status de viuda de guerra lo dejó a cargo de una nodriza y comenzó el luto por su desaparecido esposo. Más tarde, lo envió con la familia paterna a Grenoble, aún no ocupada por los nazis como huérfano de guerra. En febrero de 1943, su madre y su hermana fueron deportadas a Auschwitz y no volvió a tener noticias suyas. Otra nueva desaparición en su vida. Tras la liberación volvió a París donde fue adoptado por una nueva familia, continuando sus estudios escolares y en el liceo. "Sin familia, sin comunidad donde insertarse, Perec hizo de la literatura "su" mundo, el lugar donde encontró y recreó un hogar", en palabras de Ducret.
Ese amor hacia los libros se deja ver en toda su obra, también en El viaje de invierno, un libro con evocación a Schubert en el que narra el descubrimiento más maravilloso para un lector empedernido, una desconocida obra maestra de la literatura, un libro enigmático, desapercibido, una joya literaria que encierra otros libros. Su domino de la escritura, su sugerente amor por los libros acerca El viaje de invierno a quienes amamos la lectura con pasión.
La música tiene la facultad de transportarnos por emociones y sentimientos que sentimos con mayor intensidad cuando nos alejamos y aislamos del ruido y del ajetreo del día a día.
De las dos hermanas, la pequeña Lili era la más virtuosa para la música. La mayor obtuvo en 1908 el segundo lugar en el prestigioso Premio de Roma que se otorgaba a los compositores franceses, pero fue Lili la primera mujer que obtuvo el galardón en 1913. Intérprete virtuosa del piano, Lili Boulanger también dominaba el violín, el arpa, el órgano y el violonchelo, además de componer. Pero su temprana muerte por la enfermedad de Crohn a los veinticinco años truncó una carrera prometedora.
En esas circunstancias, su hermana Nadia, también compositora en ciernes, decidió en 1918 dejar de dedicarse a la creación musical, según decía, para promocionar el legado de su hermana. Años más tarde, en su madurez llegó a confesar: "Decidí abandonar la composición porque sabía que jamás sería una compositora genial."
Se centró en la interpretación de piano y órgano y la dirección de orquesta, la creación de pocas composiciones cada vez más esporádicas y, sobre todo, en la enseñanza musical.
Soir d'hiver (Tarde de invierno) es una canción compuesta entre 1914 y 1915 en plena Gran Guerra a partir de un poema de la propia Nadia Boulanger.
En ella evoca la sensación de dolor que siente una madre en una de esas largas e interminables tardes de invierno cuando la ausencia y el temor de la pérdida lo llenan todo.
La interpretación corre a cargo de la soprano Nicole Cabell acompañada por Lucy Mauro al piano y pertenece al disco Mademoiselle: Première audience - Unknown Music of Nadia Boulanger de Naxos of America y recoge, como su título indica, parte de la música desconocida de Nadia Boulanger.
Regresar a casa después de una jornada de trabajo o de hacer unas compras, después de un paseo por las calles y buscar un rincón donde refugiarse en la lectura es uno de los placeres con que nos regala el invierno.
Tras estudiar Sociología, Georges Perec colaboró en diversas revistas literarias, durante tres lustros se encargó de los crucigramas que Le Point publicaba semanalmente, escribió en los géneros más diversos, desde ensayos a poesía, desde obras dramáticas a guiones cinematográficos, desde traducciones a los citados crucigramas, anagramas, acrósticos y demás pasatiempos relacionados con las palabras, además de trabajar como archivero en el laboratorio de investigación neurofísica del hospital Saint-Antoine. Una personalidad tan ecléctica no podía sino escribir obras, cuanto menos, sorprendentes.
Su entrada en el mundo literario fue fulgurante, obteniendo el premio Renaudot con Les choses (Las cosas), su primera novela en 1965. Más adelante fue miembro fundacional del grupo OuLiPo, acrónimo de Ouvroir de Littératura Potentielle (Taller de Literatura Potencial) junto con Quenneau y el matemático Le Lyonnais, un grupo que surgió con la idea de explorar nuevos territorios para la literatura.
Publicado póstumamente en 1993, Perec continúa en la segunda parte de El viaje de invierno con la investigación bibliófila que comenzó Degraël sobre el libro homónimo del imaginario autor Hugo Vernier. En esta segunda parte, el lector se sorprende y desasosiega mientras lee un texto que le fascina, cargado de lirismo, de frases y de imágenes literarias evocadoras. Sobresaltado, descubre que el texto de Vernier está plagado de citas de sus autores predilectos, es un bello y delirante plagio.
Mirar desde el calor del hogar a través de la ventana y poder contemplar a la vez el exterior y tu interior forma parte de las infrecuentes sensaciones que nos pueden proporcionar las tardes de invierno.
Nadia Boulanger se convirtió en solista de órgano en conciertos sinfónicos desde 1925 y, a partir de 1938 fue la primera mujer en dirigir las orquestas sinfónicas de Boston, Filadelfia y Nueva York, rescató en pleno siglo XX la olvidada música de Monteverdi, además de promocionar a Fauré y su Requiem.
Paul Valéry la llegó a describir como "la Música personificada" y ha pasado a la historia en su faceta de pedagoga musical, llegando a enseñar y formar a muchos de los grandes compositores del siglo XX. Entre sus aproximadamente mil doscientos alumnos podemos encontrar a algunos de la talla de Aaron Copland, Darius Milhaud, Virgil Thomsom, Astor Piazzola, Ned Rorem, Narciso Yepes, Quincy Jones, Gian Carlo Menotti, Igor Markevitch, John Eliot Gardiner, Leonard Bernstein, Phillip Glass o Daniel Barenboim.
El compositor Ned Rorem la cataloga como "la pedagoga musical más importante que jamás existió."
De ascendencia rumana, rusa y francesa y padres músicos, la esmerada y rigurosa educación musical que recibieron las hermanas, ayudó a Nadia Boulanger a dedicar su vida a la formación musical, llegando a ser una de las partícipes en la creación del sonido que nos ha acompañado desde la mitad del pasado siglo.
Élégie es una canción para piano y voz de soprano compuesta y estrenada en 1907 a partir de un poema de Albert Victor Samain escrito en 1901 y publicado en Le chariot d'or (El carro dorado) con el título del primer verso: Une douceur splendide et sombre.
De nuevo la interpretación corre a cargo de Nicole Cabell con Lucy Mauro al piano extraídos del disco Mademoiselle: Première audience - Unknown Music of Nadia Boulanger de Naxos of America.
Como el Concierto para piano nº 1 de Chopin, que surge íntimo y magnífico desde el silencio más absoluto de la noche, hay ocasiones en que un libro nos transporta en las tardes de invierno a lugares o ideas que van más allá de nuestra existencia.
En La disparation, Perec mostró su dominio del idioma y su afición por los juegos literarios, una obra intraducible, ya que en ningún momento utiliza la letra más habitual en el idioma francés, la "e". Para resarcirse, años después publicó Les Reverentes, una obra en la que esa letra es precisamente la única vocal que utiliza.
La Vie Mode d'Emploi (La vida instrucciones de uso) es su obra más conocida, un caleidoscópico retrato de uno de esos bloques de vecinos que abundan en las ciudades en los que la mirada libre, original y desinhibida del escritor monta un puzzle alrededor de pisos, habitantes y situaciones. Con esta obra de 1978, Perec obtuvo el premio Médicis e hizo que Italo Calvino escribiera sobre él: "Es una de las personalidades literarias más singulares del mundo, un escritor radicalmente distinto a cualquier otro."
En marzo de 1982, días antes de cumplir los cuarenta y seis años, Georges Perec falleció repentinamente de un cáncer fulminante.
El viaje de invierno continúa con la sospecha de Degraël sobre el libro de Verneil con un descubrimiento que nos sumerge a los lectores en un sorprendente desenlace sobre tan singular libro.
En ocasiones la oscuridad, la monotonía del cielo, los días cortos del invierno hacen que nos mimeticemos y nos invada la melancolía, un sentimiento que resurgirá con una naciente alegría.
La importancia de Nadia Boulanger como profesora estribó no sólo en su gran conocimiento musical, sino en que logró desarrollar los talentos que poseían sus alumnos y sacar sus valores estéticos, haciéndoles encontrar a cada uno de ellos su propio lenguaje que lo distinguía de los demás. Se llegó a decir que era "el maestro más influyente desde Sócrates" de esta pedagoga musical, una mujer carismática y apasionada, según quienes la conocieron, pero también una mujer difícil y con carácter.
La pieza con que nos despedimos de esta tarde de invierno es Un grand sommeil noir (Un gran sueño negro), una canción a partir del poema del mismo nombre publicado por Paul Verlaine en Sagesse II en 1880.
La interpretación corresponde al barítono Edwin Crossley-Mercer acompañado de nuevo al piano por Lucy Mauro extraído de Mademoiselle: Première audience - Unknown Music of Nadia Boulanger de Naxos of America.
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- Mademoiselle: Première audience - Unknown Music of Nadia Boulanger de Naxos of America.
- Perec, Georges. El viaje de invierno. Ed. Abada. Traducción de Juan Barja de Quiroga Losada (2004).
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