Estancias

La Tempestad, una ópera (según Shakespeare) del siglo XXI

Cuando hablamos de ópera solemos pensar en obras del siglo XIX o XVIII, e incluso antes. Pensamos en autores como Verdi, Mozart, Rossini, Bellini, Wagner o Donizetti. Los más aficionados piensan también en otros autores que se encuentran entre el iniciador Monteverdi y algunos más cercanos a nosotros como Puccini, pensando que el repertorio actual es una sucesión de piezas que se estrenaron hace muchos años, e incluso siglos, y tienen poco que aportar al mundo en que vivimos.
Lo cierto es que en las últimas décadas se han vuelto a recuperar las óperas como espectáculo, tras la caída sufrida por la competencia del cine y la televisión y que en estos años es cuando más representaciones de óperas se realizan, en un mayor número de escenarios y accesibles a un público más numeroso y variado. Independientemente de esta situación, los grandes escenarios se han ido adaptando a las circunstancias y tienen plataformas que emiten sus obras para hacerlas llegar a los espectadores de cualquier parte del mundo. No es comparable asistir a un representación en directo que presenciarla desde otro lugar, pero todo tiene su encanto.
Hay también una idea de que no se componen óperas en la actualidad, cuando entre el año 2000, el último del siglo XX, y 2015 se han estrenado más de noventa óperas en el mundo. Como suele ocurrir en todas las manifestaciones artísticas, unas quedarán olvidadas por el camino, mientras otras pueden permanecer en la historia de la música. El tiempo dirá.
Te propongo una mirada a una ópera compuesta en el siglo XXI, una unión entre la fuerza clásica de una obra teatral de Shakespeare y la música y la concepción escénica del presente con The tempest de Thomas Adès. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


La mirada entre el pasado y el presente, la búsqueda de aquello que forma la materia de la condición humana, aquello que permanece inmutable en nosotros junto con lo que nos hace distintos con el paso del tiempo conforman un puente en el que se desenvuelven algunas obras, y hay autores como Shakespeare o Cervantes cuyas obras han superado el paso del tiempo y tienen una vigencia que hace que distintos autores se basen en su obras para ofrecernos una nueva mirada desde otro arte.
The Tempest fue una de las últimas obras de Shakespeare, con las dudas que siempre presentan las fechas que rodean algunas obras del dramaturgo inglés, así como las que surgen sobre la originalidad de la obra o el hecho de que esté inspirada en algunas anteriores de otros autores, algo no infrecuente en la época y el personaje. De ella se han realizado más de una treintena de adaptaciones por compositores entre los que podríamos señalar a Henry Purcell, Sibelius o Britten.

La tempestad tiene ese aire de cuento maravilloso envuelto en un misterio que caracteriza algunas obras shakespearianas como El sueño de una noche de verano en la que se mezclan elementos realistas y mágicos, con un grupo de personajes que oscila entre los reales y los alegóricos y una descripción de ambientes singulares.
En La tempestad, Shakespeare juega con las dicotomías entre la civilización y lo salvaje, entre la naturaleza y el arte, entre lo anteriormente citado real y lo mágico, entre los deseos de venganza y perdón.


En el comienzo de su obra, Shakespeare muestra una virulenta lucha entre la naturaleza y el orden social establecido. El Contramaestre manifiesta que la autoridad de los nobles o el rey no tienen valor frente a la fuerza de los elementos naturales, pero en cambio, los marineros sí son capaces de contrarrestar su furia, lo que le lleva a dirigirse sin asomo de protocolo a quienes están por encima de él como los nobles o el propio rey.
La escritura de Shakespeare con las palabras enfáticas, las frases entrecortadas o las exclamaciones desesperadas reproducen el caos de la tormenta marina, un desorden de la naturaleza que lleva a una desestabilización del orden de lo social.
Alonso, el rey de Nápoles y su hermano Sebastián, el usurpador Antonio o el consejero Gonzalo aparecen en esta monumental tempestad que les conduce, en la primera escena de la obra, a la isla en que se desarrollará la acción.



Basada en la obra homónima de Shakespeare, Thomas Adès compuso su ópera a partir de un libreto de Meredith Oakes. The tempest fue estrenada en el Royal Opera House del Covent Garden de Londres en febrero de 2004 en coproducción del Teatro de la Ópera de Copenhague y la Ópera Nacional de Rin de Estrasburgo, donde se estrenó en 2005, llegando a Estados Unidos en la Ópera de Santa Fe al año siguiente. En la temporada 2012-2013 triunfó en el Metropolitan de Nueva York y en 2015 en la Staatsoper de Viena.
En la mayoría de estos estrenos el propio Adès se hizo cargo de la dirección orquestal de la obra. La instrumentación con utilización de elementos como las sordinas en las trompetas o la vorágine provocada por el inusual uso de la percusión y los instrumentos de viento -¿cuándo el viento ha sido normal en una tempestad?- hacen que la primera escena de la obra de Shakespeare quede perfectamente reflejada en la obertura de esta obra, en una pieza cuyo sonido es plenamente reconocible en nuestra época y totalmente actual.
El propio compositor Thomas Adès dirige a The Chamber Orchestra of Europe en la obertura de The Tempest.


El argumento de la obra de Shakespeare se desarrolla en cinco actos en tiempo real, por lo que su duración es la misma que el tiempo que dura la obra, además de ser ligera, sencilla, ágil y con unos dibujos casi transparentes y etéreos que reflejan los espíritus que aparecen por ella, creando un ambiente mágico. 
Próspero, un viejo hechicero que fue exiliado a una isla con Miranda, su hija, cuando sus hermanos lo traicionaron en Milán, desencadena mágicamente una tormenta que hace naufragar al usurpador Antonio, Alonso, el rey de Nápoles y su hijo Ferdinand cuando regresan de una boda. Este último, separado en el naufragio de su padre a quien cree muerto, se encuentra con Miranda y Próspero, enamorándose de ella, oponiéndose este aparentemente, aunque entraba en sus cálculos la relación.
Paralelamente, Ariel, un espíritu del aire no deja de incordiar con sus acciones al rey y sus acompañantes que vagan por la isla.
Próspero prepara un banquete en el que aparece y desaparece continuamente frente a sus invitados, mientras Ariel les informa que han sido llevados a la isla para ser castigados por lo que hicieron a Próspero, quien los hace prisioneros.
Finalmente, este consiente en que Miranda y Ferdinand se casen, se siente mal por aprisionarlos y convoca a Ariel para que realice su hechizo final, revelando su identidad. El rey Alonso se disculpa mientras se siente aliviado de que su hijo y Próspero se encuentren bien, el barco es mágicamente arreglado y todo acaba como una buena comedia.


Como las grandes obras, La tempestad se desenvuelve bien en todas las miradas: es, para unos, utópica, alegórica, realista, bucólica o mítica. Para otros es una tragicomedia sobre la lucha por el poder, el perdón, el amor o la libertad. Para otros, es un drama renacentista con todas sus consecuencias: la relación entre la naturaleza y el arte, la magia y la ciencia o el orden del cosmos.
En el Acto IV asistimos a una ceremonia en la que Próspero, con la colaboración de Ariel, el espíritu del aire, celebra una mascarada para confirmar la unión entre Miranda y Ferdinand. En ella aparecen seres mitológicos como Ceres, Juno o Iris que refrendan el enlace entre los enamorados. 
Una vez finalizada la comedia desarrollada con los enamorados, Próspero queda con Ariel en lo que debe realizar a continuación con los personajes, entre los que se encuentra Calibán, un salvaje también presente en la isla. 
Tras esta obra dentro de la obra, se desarrolla una reflexión que se puede calificar como metateatral, ya que Próspero filosofa sobre la cualidad onírica del ser humano, sus creaciones ("sus solemnes templos") que alcanzan al "inmenso globo" en el que todos nos encontramos. Cuando razona que "estamos hechos de la misma materia que los sueños" se refiere no solo a la farsa que acaban de llevar a cabo, sino a la misma obra de teatro de la que él mismo forma parte, haciéndose consciente de pertenecer a ella.

En la obra de Adès, la relación amorosa entre Miranda y Ferdinand se muestra también desde el preciso instante en que se encuentran ambos jóvenes. Él, hijo de Alonso, rey de Nápoles, ella, hija de Próspero, aunque desconocedora que fue despojado del gobierno de Milán
Adès compone un final del acto II en que ambos son protagonistas de un dúo que cierra el telón con el comentario de Próspero en el que muestra que le relación entre los jóvenes ha llegado al punto que él había previsto, lo que no deja de emocionarlo.


La grabación corresponde a una de las representaciones que se llevaron a cabo en el Metropolitan Opera House de Nueva York en octubre de 2012 con Isabel Leonard como Miranda, Alek Shrader en el rol de Ferdinand y Simon Keenlyside como Próspero.


La última mirada al texto shakespeariano nos lleva al final de la obra, a un epílogo que Próspero recita hacia los espectadores. Quizás no haya entre las obras del escritor inglés otro monólogo final similar a este.
Autor y protagonista traspasan en este monólogo el telón que separa el escenario del público, rompiendo esa sutil línea que separa la ficción del espectador, como si en una película el actor cesa de representar su rol e interpela directamente al espectador. Es una suerte de salto al vacío cargado de ambigüedad, ya que el espectador no sabe si quien se dirige a él es el personaje o el actor que lo interpreta, además de dejar en manos del público la resolución de la obra, su libertad o su cautiverio. Así, la isla de La tempestad es un espacio que se vuelve simbólico en cuanto recrea los límites entre la realidad y la ficción y el epílogo es un lugar que se muestra simultáneamente dentro y fuera de la escena, dentro y fuera de la propia isla.


De entre todos los personajes de la obra, tanto de la teatral como de la ópera, pocos tienen una presencia tan evanescente y mágica como Ariel, el espíritu del aire.
Si en la obra de Shakespeare hemos llegado al epílogo, en la ópera de Adès damos un paso atrás para fijarnos en este personaje 
Siempre a las órdenes de Próspero, su capacidad de moverse entre lo simbólico y lo etéreo, su espíritu luminoso cargado de poder mágico se opone al salvaje Calibán, como formando parte de la dualidad humana, y hace de este personaje, una especie de duendecillo alegre y travieso como Puck en El sueño de una noche de verano.


Adès ha sustanciado esta personalidad en unos tonos singularmente altos, hasta el punto que Ariel debe cantar hasta diecisiete veces notas de una dificultad extrema durante sus dos primeros minutos en el escenario. Estos intervalos continuos necesitan una intérprete que se mueva dentro del tipo de soprano de coloratura que combine la agilidad vocal con una tesitura que abarque con soltura unas notas tan agudas.
Además, el personaje no sólo tiene unas notas que muestran su altura etérea, sino que debe desplazarse en determinados momentos por el aire. Efectos ópticos, movimientos escénicos sobre plataformas e incluso un cable sirven para que el personaje se desplace no sólo en horizontal por todo el escenario. 
Pocas cantantes tienen la capacidad de llegar a estas notas como la soprano estadounidense Audrey Luna, una auténtica especialista en este tipo de tesituras elevadas. En su debut como Ariel en The tempest en el Met, The New York Times llegó a decir de ella: "Ariel del Adès es un creación deslumbrante, y Ms. Luna conquista el papel." 
La primera intervención de Ariel, convocado por Próspero, se desarrolla en el primer acto de la obra con un texto repleto de frases cortas y aliteraciones.


El enlace que nos sirve para despedirnos de The tempest en su doble versión teatral y operística muestra varias de las intervenciones de Ariel a lo largo de la ópera.
Las expresiones como silbidos del aire, las frases cortas, las notas en tesituras elevadas y las casi ininteligibles palabras caracterizan al personaje de una manera singular, mostrando su configuración etérea y su mágica disposición. 
Audrey Luna interpreta junto a Adrian Eröd como Próspero, algunas de las intervenciones de Ariel en La tempestad en la citada producción del Met de 2012.


Bibliografía y webgrafía consultadas:
  • Shakespeare, William. La tempestad, Alianza Editorial, Madrid, 2016.
  • Meredith Oakes. The tempest. Libreto bilingüe inglés - italiano.

El corazón de Chopin

Fryderyk Franciszek Chopin nació en Zelazowa Wola, una aldea a unos 60 kilómetros de Varsovia en 1810, según el propio compositor el día primero de marzo, aunque en el acta de su partida de bautismo se recoge que nació el 22 de febrero. Algunos biógrafos se inclinan por la fecha del 1 de marzo, atribuyendo a un error del sacerdote la fecha recogida en el documento. De esta manera, podemos recordar y celebrar en dos momentos cercanos, pero diferentes, el nacimiento de tan gran pianista y compositor. 
Hijo de un profesor de literatura francesa emigrado a Polonia y de una madre de familia de la nobleza venida a menos, Frédéric François Chopin, en su acepción francesa, nació en las tierras de una familia aristócrata a los que su padre impartía clases de francés y de la gobernanta del lugar, hasta que a los pocos meses, se trasladaron a Varsovia, donde su padre obtuvo el puesto de profesor de francés en el Liceo de la capital polaca.
Cuando se van a cumplir años del nacimiento de Chopin, no nos vamos a centrar en su nacimiento, ni en su obra, sino en el particular viaje que su corazón realizó una vez fallecido el genial pianista. Nos acompañan textos de Mauricio Wiesenthal y Olga Tokarczuk y música del propio compositor.

Maria Wodzinska, Retrato de Chopin (1835)

Chopin
tenía pánico a ser enterrado vivo, por lo que cuando estaba enfermo y vislumbraba su final pidió a sus amigos que quería ser enterrado en su tierra y organizó qué ocurriría tras su muerte y cómo sería su entierro.
Tras una enfermedad que se fue agravando con el paso de los meses, Chopin falleció el 17 de octubre de 1849 en París cuando apenas contaba 39 años. Su hermana Ludwika, que había llegado poco antes desde Polonia comenzó a organizar su despedida, en un doble cometido: organizar el funeral y el entierro, por un lado, y cumplir su deseo de asegurarse de su muerte separando el corazón de su cuerpo y llevándolo a su Polonia natal.

Pero antes de continuar, retrocedamos algo más de una década, en el momento en que unos pasajeros embarcan en el puerto de Barcelona en el vapor El Mallorquín.
En su evocador e imprescindible Libro de Réquiems, Mauricio Wiesenthal rememora algunos detalles de la estancia del artista y su entonces compañera George Sand


Tras casi dos semanas de preparación, lucha desesperada y acuerdos, Ludwika terminó de organizar el funeral de su hermano. La interpretación del Réquiem de Mozart, uno de los deseos expresos del compositor, supuso un esfuerzo de negociación sobrehumano. La iglesia parisina no admitía que las mujeres interpretaran en una función religiosa, de la misma manera que un funeral religioso se llevara a cabo fuera de un lugar consagrado. Así, entre ensayos con cantantes como el barítono Luigi Lablache, el primer intérprete del Don Pasquale de Donizetti, o Graziella Panini, una soprano que llevaba una suerte de corsé en una de sus piernas de la que cojeaba a causa de un percance, se sucedían los días sin vislumbrar el momento del funeral.
Los amigos de Chopin movieron toda su influencia para lograr que autorizaran la interpretación del Réquiem mozartiano en el funeral llegando a amenazar al párroco con acudir a Roma, mientras el cuerpo del fallecido estaba a la espera de su sepultura. Finalmente se acordó que las intérpretes femeninas, solistas y coro, estarían tras unas grandes colgaduras negras, invisibles para todos los presentes.
Así, trece días después del fallecimiento de Chopin, su funeral se celebró en la Iglesia de La Madeleine de París el día 30, interpretándose sus Preludios en mi menor y en si menor y el Réquiem de Mozart
Para este funeral hubo que detener el tráfico de carruajes y desviarlo a otras calles, ya que miles de parisinos acudieron a la iglesia de La Madeleine para despedir a uno de los músicos más sensibles y queridos del momento.
Una ver terminado el funeral, ya en el cementerio de Père-Lachaise de la capital francesa le tocó el turno a la Marche funèbre de su Sonata Opus 35
Recordamos este momento con una marcha que se ha convertido en una de las más utilizadas en este tipo de acontecimientos, llegándose a interpretar en los funerales de personalidades como John F. Kennedy, Winston Churchill, Margaret Thatcher o Leonidas Brezhnev.
Arthur Rubinstein es el intérprete de esta Marche Funèbre, lento correspondiente a la Sonata nº 2 en si bemol menor, Opus 35 perteneciente a su disco The Chopin Collection.


"Estar bajo la tierra es angustioso -le dijo Frèdèric a Ludwika.- Jura que me abrirán, no quiero que me entierren vivo."
La autopsia la llevó a cabo del doctor Cruveilhier, quien realizó además lo acordado: Después de untar con grasa la mano, la colocó cuidadosamente en un recipiente de madera y la cubrió de yeso para realizar un molde. Después hizo lo mismo con su rostro para obtener la máscara mortuoria antes de el rigor mortis deformara su faz. El diagnóstico inicial fue que falleció debido a una tuberculosis pulmonar, la muerte por excelencia de los románticos, aunque aún no se tienen claros los motivos del fallecimiento, inclinándose los expertos por una pericarditis.
Al día siguiente, un doctor recomendado por una de las amigas de la familia, la condesa Potocka, extrajo su corazón, lo limpió cuidadosamente y lo colocó en un frasco con coñac para que se conservara. La única dificultad fue que hubo que buscarse un recipiente mayor que el previsto debido al gran tamaño del corazón.

Daguerrotipo de Chopin por Louis-Auguste Bisson realizado entre 1847 y 1849

Dejábamos el relato de Mauricio Wiesenthal en el crudo invierno mallorquín de 1838 desde donde el escritor nos acerca al final de la relación sentimental entre el músico y la escritora francesa.


Como sabemos, la obra de Chopin utiliza única y exclusivamente el piano como instrumento con el que transmitir de forma única y personal unos sentimientos que entran de lleno en el romanticismo musical. En sus composiciones apenas encontramos piezas largas, siendo la mayoría de sus obras de breve duración, basadas habitualmente en un piano y adaptadas a ambientes íntimos alejados de las grandes salas de conciertos. 
Sus partituras no suelen tener títulos, ya que el compositor pensaba que en sus obras no debía imponer a los oyentes un significado, sino transmitir un cúmulo de sentimientos simultáneos que fluyeran a través de una melodía que siempre debía ser hermosa, estando el significado en la propia música. 
Aún así, además de sus conciertos para piano y orquesta podemos encontrar obras para voz y piano, basadas en poemas de algunos poetas contemporáneos polacos. Pese a ser obras poco conocidas, poseen el encanto de la fusión entre dos instrumentos tan delicados y agradecidos de compenetrar. 
Como es habitual, en este blog uno requisitos es traer y propiciar la fusión entre textos literarios y música vocal, unidos por las letras que tomamos de tantos escritores y compositores. 

Máscara mortuoria de Frèdèric Chopin

El Opus 74 de Chopin está formado por una serie de canciones escritas en distintos momentos de su vida, siempre de poetas polacos contemporáneos, a la mayoría de los cuales conocía personalmente. Habitualmente se trataba de poemas que se adaptaban a su estado de ánimo y eran compuestos de forma más o menos espontánea para ser cantados por familiares o algunos de sus amigos y nunca llegaron a interpretarse en sus conciertos.
En 1857, casi una década después de su fallecimiento, diecisiete de los veinte poemas que se conocen fueron recopilados por Julián Fontana publicándolos como el anteriormente mencionado Opus 74, llegando a convertirse estas canciones en obras muy populares en su momento.
Gdzie lubi (Donde ella ama), el nº 5 de esta colección se basa en un poema de su viejo amigo Stefan Witwicki y fue compuesto en 1929. Se trata de una obra que podríamos catalogar como deliciosa y delicada sobre una estructura romántica formalmente clásica. 


La soprano Elzbieta Szmytka acompañada por Malcolm Martineau nos interpreta esta poco conocida canción Gdzie lubi perteneciente al álbum Chopin Complete Edition Songs.


Una vez celebrado el funeral de Chopin y enterrado su cuerpo en el cementerio parisino, no quedaba sino llevar el corazón hasta su Polonia natal, una empresa nada fácil, ya que el país estaba dominado por las autoridades y el ejército prusiano, quienes controlaban las fronteras para reprimir brotes nacionalistas.
Dejamos la narración de Wiesenthal para acercarnos al relato de cómo fue el regreso del órgano del compositor a su país de origen.

Auguste Delacroix. Reconstrucción de Retrato de Chopin y George Sand (1838), cuadro que fue cortado por el autor para venderlo por separado.

Galardonada con el Premio Nobel de Literatura en 2018, Olga Tokarczuk desarrolla en Los errantes un despliegue de personajes, ideas y pensamientos relacionados con uno de los rasgos que caracterizan nuestro mundo, el movimiento. Su libro es un compendio de situaciones que muestran el tránsito, sea o no voluntario, de personas, objetos o razonamientos.
En el capítulo que dedica al retorno del corazón de Chopin, Tokarzcuk relata las escasas visitas que se desarrollaron entre Ludwika y la soprano Graziella Panini mientras se desarrollaron los ensayos del Réquiem de Mozart. Allí, la lesión sufrida por la cantante y cómo llevaba su lastimada pierna recogida bajo su miriñaque dio a la hermana del compositor la idea de cómo introducir el corazón de su hermano en su país de origen.
La vigilada frontera está próxima.


La canción que abre el Opus 74, Zyczenie (El deseo) está basada también en un poema de su amigo Witwicki. Compuesta también en 1929 es una de las canciones más ligeras del opus. Se trata de una mazurca con un preludio del piano de ocho compases que se repite entre las dos estrofas y como final, con una canción equilibrada, casi simétrica, con una pequeña cadencia en la parte central que hace que sea una de las canciones más deliciosa de cuantas forman este compendio.


De nuevo la soprano Elzbieta Szmytka con Malcolm Martineau al piano nos interpreta esta canción de Frèdèric ChopinZyczenie (El deseo).


El relato de Olga Tokarczuk finaliza con la llegada del carruaje en que se desplaza Ludwika Chopin y sus acompañantes a la vigilada frontera prusiano polaca, al momento en que se acercaban al momento más delicado y peligroso, el más cercano a su punto de destino final, la patria del más grande de los compositores polacos.

El corazón de Chopin llegó a su destino y reposa actualmente en la Kosciol Swietego Krzyza (Iglesia de la Santa Cruz), una de las iglesias más antiguas de Varsovia, construida en 1565 y destruida y restaurada en varias ocasiones. Allí, empotrada en la segunda columna del lado izquierdo de la iglesia se encuentra una urna junto a una inscripción bíblica en polaco: "Donde está tu tesoro, allí descansa tu corazón".

Columna de la Iglesia de la Santa Cruz de Varsovia con el corazón de Chopin

Nos despedimos de este viaje póstumo del corazón de Chopin con la última de sus composiciones, una mazurca que escribió, ya enfermo, en el verano de 1849, que lleva como número de Opus 68, nº 4 y fue publicada póstumamente en 1855.
La interpretación corresponde, de nuevo, a Arthur Rubinstein y pertenece al álbum The Chopin Collection.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:

Confundidos y estupefactos

Músicas y textos que nos hablan de la confusión en que nos encontramos.

Vivimos rodeados de situaciones que nos superan y se encuentran en continuo avance y transformación. Cuando llegamos a vislumbrarlas, casi a entenderlas, se modifican, surgen nuevas complicaciones o variantes que nos zarandean de nuevo. 
En ocasiones encontramos en obras artísticas una voz que nos habla de estas situaciones o los sentimientos que nos provocan y, cuando estas obras pertenecen a otros momentos históricos, a otras épocas anteriores reconocemos en ellas su valor como obras que tienen algo que aportarnos más allá del tiempo.
Te propongo acercarnos a algunas obras que nos hablan desde otro tiempo de las situaciones que vivimos en las últimas décadas y que nos mantienen confundidos y estupefactos. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!

Edvard Munch. Skrik (El grito) 1893

Poco podía pensar Joseph Haydn que después de toda una vida componiendo e interpretando para los Esterházy, finalizaría su estancia en el palacio de esta familia húngara, un lugar aislado de los lugares destacados de la música europea, y llegaría a encontrar el éxito que correspondía a sus méritos musicales. Tras fallecer Nicolás Esterházy, su mecenas principal, Haydn viajó hasta Londres antes de establecerse definitivamente en Viena.
En estos lugares comprobó que podría haber triunfado con el género operístico si no se hubiera adaptado a las condiciones que el teatro del palacio de la familia húngara le proporcionaba, si hubiera tenido más conocimiento de la música que triunfaba en las principales ciudades o no hubiera seguido los esquemas tradicionales que gustaban a sus patronos.
Según se cuenta, expresó a su primer biógrafo Georg A. Griesinger que "debería haber escrito, en vez de cuartetos de cuerda, sonata o sinfonías, más música vocal, para de este modo haber sido el mejor compositor de ópera entre sus contemporáneos". 
Cuando, ya sexagenario, vio representadas algunas de sus óperas, especialmente en Londres, esa sensación se acrecentó. Rechazó llevar a lugares como Praga algunas de las óperas que tenía compuestas aduciendo que fueron compuestas pensando en las características del teatro de ópera de los Esterházy y no resultarían efectivas en otros escenarios. 
De entre la veintena de óperas que han llegado a nosotros, la mayoría de ellas han desaparecido de los escenarios, siendo rescatadas algunas de ellas como Il mondo della Luna en los últimos años. También algunos de sus números más felices han pasado a formar parte del repertorio de algunos intérpretes.
Orlando Paladino (El Paladín o Caballero Orlando) fue estrenado en el citado palacio Esterháza en diciembre de 1782 con libreto de Nunziato Porta, a partir de otro anterior e inspirado en el Orlando furioso de Ludovico Ariosto. Se trataba de un Dramma eroico comico en tres actos y llegó a ser considerada su ópera más popular.
En una sociedad global y convulsa como la que vivimos desde hace años, el finalle de Orlando Paladino nos acerca con su primera frase a cuando nos sacude y nos rodea: Son comfusso e stupefacto, una frase que, como los titulares que nos acompañan cada día es solo eso, un título que se queda ahí. Si en lugar de quedarnos en el titular seguimos el desarrollo de este finalle asistiremos a un desenlace propio de un enredo amoroso.
El final de la obra que Haydn ideó para representar antes los cuatrocientos espectadores de aforo que tenía el teatro de los Esterházy entra dentro de los esquemas más clásicos: cada personaje interpreta una estrofa con si texto y métrica y música idénticas, seguida de un coro que también repite su letra y melodía. 


Grabado en La Cité de la Musique en 2015 podemos escuchar este delicioso final  Son comfusso e stupefacto con las entonces promesas Lucia Martín-Cartón, Léa Desandre, Carlo Vistoli, Nicholas Scott, Renato Dolcini y John-Taylor Ward, por orden de aparición, con la agrupación Les Arts Florissants y bajo la dirección de su alma mater William Christie perteneciente al disco Un jardin à L'Italienne
Por problemas de derecho de autor, solo se permite ver en Youtube, por lo que es necesario pulsar en la notificación emergente.


Pocos autores han representado con mayor nitidez y crudeza elementos propios del siglo XX e incluso del XXI como Franz Kafka. Su acercamiento a la ansiedad, al sentido de nuestra existencia, lo absurdo de las situaciones que nos rodean, la incomprensión, la brutalidad psicológica que se cierne sobre los personajes o los intrincados laberintos de la burocracia han mostrado un reflejo de cuanto supone la sociedad que nos zarandea.

Fotograma de The trial (El proceso) de Orson Welles

En El Proceso, Kafka narra la historia del procesamiento de Josef K. por motivos desconocidos y su desesperada lucha entre los laberínticos recovecos de la burocracia moderna. Sentimientos de culpa, vergüenza y humillación son algunos de los elementos que conforman esta novela que Kafka comenzó a escribir en el verano de 1914, justo al comienzo de la Gran Guerra. Terminado en el año siguiente, su publicación en 1925 supuso, como la mayor parte de su obra, el incumplimiento de la promesa de Max Brod de destruir toda los escritos del autor.
El absurdo de la situación a que se enfrenta Joseph K. surge inesperadamente una mañana al levantarse, de manera análoga a algunas situaciones que se han podido dar en nuestras sociedades en algunas circunstancias. ¿Nos hemos sentido como él confundidos y estupefactos?


Una de las óperas casi olvidadas de Antonio Vivaldi, Griselda se basa en una historia recogida en la Décima jornada de El Decamerón de Boccaccio con libreto de Carlo Goldoni -el inolvidable creador de La Commedia dell'Arte y personajes como Arlequín, Colombina o Polichinela- y estrenada en el Teatro San Samuele de Venecia en 1735.
Su argumento intricado se basa en la decisión de Gualterio, rey de Tesalia de justificar ante su pueblo su matrimonio con la pastora Griselda. Así, declara su intención de repudiarla para casarse con la princesa Constanza (en realidad una hija suya y de Griselda desaparecida al nacer), enamorada de Roberto, uno de los príncipes de Atenas, mientras la pastora es pretendida por Ottone, otro noble de Tesalia. Una historia tan enrevesada no podía sino terminar bien, con Gualterio declarando que toda la trama era ficticia para que el pueblo aceptara su matrimonio con Griselda. En aquella época este tipo de historias era del gusto de los espectadores.

Joseph Mallord William Turner. Bridgewater (1801) 

Como muchas obras de Vivaldi, Griselda fue compuesta pensando en su intérprete, la mezzosoprano Anna Giró que, sin tener al parecer una voz bella y sí una buena técnica vocal y grandes dotes escénicas, debutaba en un papel protagonista y un elenco que hizo triunfar la obra. 
Apenas representada en la actualidad, sí son conocidos algunos de sus números, como la pieza que nos acompaña. Se trata del aria di bravura del personaje de Constanza Agitata da due venti (Movida por el viento). Se trata de una espectacular aria de coloratura donde la intérprete es llevada al extremo de sus capacidades por su virtuosismo y su tempo acelerado que hace referencia a la decisión que debe afrontar entre uno y otro pretendientes, sintiendo que se ve forzada a elegir lo que no desea frente a su obligación. Una ópera de argumento poco real pero con unos sentimientos que pueden ser semejantes a los que nos envuelven ante algunas de nuestras decisiones.



Una de las mejores especialistas, si no la mejor, de este tipo de arias barrocas, la mezzosoprano romana Cecilia Bartoli interpreta Agitata da due venti de Griselde de Vivaldi. Se trata de una de las arias da capo que triunfaban en el barroco en la que podemos observar la primera parte brillante, una segunda más lenta y calmada y la vuelva al comienzo (da capo) para finalizar de una forma especialmente brillante y que la pasión, la voz y el completo dominio de los adornos de la Bartoli lleva al culmen de la perfección.


No solo las incertidumbres de la vida nos zarandean con sus afectos y desafectos, con las decisiones que debemos tomar en uno u otro sentido o lo que nos sobreviene inesperadamente como un hado, un destino en el sentido del término griego. Grandes problemas nos azotan también como consecuencias de nuestra actitud o nuestro comportamiento hacia el planeta en el que vivimos o, simplemente por microscópicas mutaciones.


Haruki Murakami refleja en sus personajes estas características. Sus personajes se desenvuelven entre el gozo y la desilusión, entre la soledad de la sociedad actual y el deseo y la necesidad de amor. Sus obras mezclan sutilmente lo humorístico con lo surreal, muestran un mundo que oscila continuamente entre lo real y lo onírico, en un viaje que siempre acerca a sus personajes al interior de sí mismos.
En Kafka en la orilla, Murakami nos acerca a la tempestad como símbolo y elemento transformador, como fuerza del Destino que nos acerca a lo que somos y del que podemos renacer.


Hermano mayor del famoso castrato Carlo Broschi, Farinelli, Riccardo se dedicó también al mundo de la música. Llegó a componer hasta seis óperas, cuatro de ellas serias entre las que destacó la última, Artaserse (Artajerjes) con libreto de Pietro Mesastasio y que se estrenó en el Teatro delle Dame de Roma en 1730.
Varios años después, junto a los compositores Johann Adolph Hasse y Nicola Porpora retomaron el libreto de la ópera y compusieron un pastiche con el mismo título que estrenaron en el Kings Theare in the Haymarket de Londres con las piezas cantadas en italiano y los recitativos en inglés.
La ópera original fue compuesta pensando su hermano en Farinelli, quien interpretó en el estreno el papel de Arbace.
A esta ópera corresponde nuestra última aproximación a la confusión que nos envuelve en los acontecimientos que nos rodean. De nuevo la metáfora de la tormenta o la tempestad nos acerca la ópera a nuestras vidas con Artaserse y el  aria Son cual nave


De nuevo se trata de un aria da capo de las catalogadas como de bravura y vuelve a estar interpretada por la mezzosoprano Cecilia Bartoli para su disco Sacrificium que grabó con Il Giardino armónico con la dirección de su fundador Giovanni Antonini.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:

Pájaros barrocos

El canto y el vuelo de los pájaros, sus virtuosas melodías, su elegante vuelo o sus vistosos plumajes han atraído desde siempre a los seres humanos. Desde los más remotos momentos de la presencia de los seres humanos, las aves han sido motivo de admiración mezclada con el anhelo de surcar el aire o entonar sus alegres cantos.
En todos los momentos históricos y sus correspondientes movimientos culturales, los artistas han utilizado a pájaros y aves en general, como fuente de inspiración, una mezcla de deseo de imitación, interpretación o como forma de aprehender y expresar lo que estos seres aportan a la comprensión y explicación del mundo que nos rodea y al que pertenecemos.
Periodos como el barroco están repletos de manifestaciones que nos acercan el mundo de las aves, con el conocimiento de nuevas especies de lugares remotos y exóticos, a la literatura, la música o la pintura. 
Te propongo un paseo por aves y pájaros del barroco en su representación literaria y musical. Nos acompañan, entre otros, Händel, Vivaldi, Lope de Vega y Quevedo. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!

Frans Snyders. Concierto de aves (1629-1630). Museo del Prado
Nacido en la ciudad alemana de Halle, Georg Friedrich Händel fue uno de esos grandes talentos de la música que se desplazó por gran parte del continente, trabajando por algunos principados de su país natal, ciudades italianas como Florencia y Roma y arribando a Inglaterra cuando el Príncipe Elector de Hannover, para quien trabajaba como Maestro de Capilla, fue coronado como George I de Gran Bretaña. En las Islas Británica, Händel es considerado el sucesor natural de Henry Purcell y uno de los grandes compositores ingleses de todos los tiempos.
La primera ópera con la que quiso ganarse el favor del público inglés fue Rinaldo, una revisión de la Gerusalemme liberata (Jerusalem liberada) de Torquato Tasso con libreto en italiano de Giacomo Rossi. En Rinaldo, Händel unió el gusto por obras como la semiópera King Arthur de Purcell y sus argumentos con brujas, magia y algunos efectos especiales que sorprendieran al público, con la ópera seria italiana que se estaba poniendo de moda por toda Europa.
Como en otras ocasiones, Händel aprovechó algunas de sus músicas para incorporarlas a esta obra, algo nada infrecuente en aquella época por muchos autores. Como llegó a afirmar Johann Mattheson, un antiguo conocido del compositor, "era perfectamente aceptable tomar prestado mientras se hiciera con intereses", es decir, mientras se mejorara el original.
En La música en el Barroco, Wendy Heller escribe sobre el estreno de Rinaldo y cita una anécdota sobre los efectos especiales con que Händel y el empresario idearon adornar esta obra.


Rinaldo se desarrolla a comienzos del siglo XII, durante la Primera Cruzada, cuando Goffredo, jefe de los ejércitos cristianos, pide ayuda al protagonista para conquistar Jerusalem prometiéndole a su hija Almirena en matrimonio. Armida. la reina hechicera de Damasco representa el aspecto mágico de la obra, en la que se desarrolla una lucha tanto en el aspecto terrenal como el espiritual. Como era frecuente, el papel protagonista de Rinaldo fue pensado en su momento para el tipo de voz que dominaba en la época los escenarios de estilo italiano, en este caso, para el contratenor Nicolini.
No traemos en esta ocasión momentos tan conocidos como Lascia ch'io pianga, Venti turbini prestate o Cor ingrato, sino uno de los momentos relacionados con las aves, el aria Augelletti, che cantate, un aria interpretada por Almirena en el que Händel utilizó el recurso de los pájaros para imitar sus sonidos mientras cubrían el espacio con sus vuelos.

Carel Fabritius. El jilguero (1654)
La versión que nos acompaña es una interpretación en concierto que transmite una pasión desbordada con la mezzosoprano americana Joyce DiDonato, Anna Fusek en la flauta barroca y Manuel Palazzo danzando con Il Pomo d'Oro dirigido por Maxim Emelyanychev, en una grabación del disco In War & Peace de Harmony Through Music que se realizó en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona en junio de 2017.


En un viaje que Quevedo realizó en 1624 a Sevilla dentro de la comitiva que acompañaba al Almirante de Castilla, el escritor envió a Madrid cuatro textos relacionados con sendos animales, el ave fénix, el pelícano, el basilisco y el unicornio. En ellos trataba sobre la naturaleza fantástica de estos animales y su fortuna y uso literarios: 

"Esas dos aves tan introducidas en todo género de escriptores, y esos dos animales soñados, que andan emboscándose las unas y los otros en los púlpitos y libros, y de concepto en concepto, invito a vueseñoría para que divierta alguna ociosidad en las siestas."

El soneto de Quevedo une la unicidad de este ave fabulosa con la única y extraordinaria hermosura de la amada Aminta. No se trata de una metáfora gratuita, ya que ese fénix que adorna a su amada hace referencia a una joya con la forma de tan fabuloso animal que pende de su cuello. 


Infatigable creador y renovador de la música italiana y autor de conciertos para todo tipo de instrumentos y agrupaciones partiendo de los intérpretes con que contaba en cada momento, Antonio Vivaldi ha pasado a formar parte del grupo de compositores de música gracias a obras como Las cuatro estaciones. Pero su labor durante los últimos años de su vida se centró en la composición de óperas, entre las que se han conservado alrededor de una veintena de obras que en la actualidad son poco representadas. Relativamente criticadas en su época por seguir un esquema similar al de sus conciertos, lo más destacado de sus obras escénicas son las arias que, en las primeras composiciones recordaban sus conciertos y en las que la voz humana seguía el criterio comportarse como solita de este tipo de obras. Poco a poco las arias vivaldianas fueron creciendo en autonomía y asemejándose más al tipo que triunfaba en los teatros: el aria da capo, la verdadera estrella de los escenarios. Una aria que constaba de tres partes, una primera formada por una estrofa brillante que concluía con la tónica, una segunda parte que contrastaba con esta en color y tiempo y una tercera que repetía la primera con la indicación del compositor de seguir al cantante en los adornos y variaciones.  
Atribuido a Frans Snyders. Concierto de aves (s. XVII). Museo del Prado
Basada en la historia bíblica, Juditha triumphans devicta Holofernis barbarie (El triunfo de Judit sobre la barbarie de Holofernes) está más cerca del oratorio que de la ópera, por lo que el libreto escrito en un latín canónico carece de un argumento que dé sucesión a la acción dramática. Está formado por una sucesión de arias da capo y coros que se entrelazan habiéndose llevado al escenario como ópera en los últimos años.
La relación con las aves no tiene nada que ver en al aria que nos acompaña con lo más o menos armonioso de su canto, sino con el vuelo de una golondrina. 


Judit canta a Holofernes esta impresionante aria de bravura, en una interpretación que exige a las cantantes lo mejor de sus capacidades. La contralto francesa Delphine Galou, acompañada por la Accademia Bizantina dirigida por Ottavio Dantone la utilizó como pieza de inicia para su álbum Agitata de 2017. 


Las aves no solo aparecen en las manifestaciones artísticas por la capacidad de los autores de recrear o imitar su canto. Figuras retóricas o literarias, comparaciones y metáforas o la capacidad de evocación son argumentos que han propiciado que muchos autores se aproximen a las aves como fuente de inspiración y generación argumentos para explicar la condición humana.
También Lope de Vega utiliza a la aves para su obra poética. En Canta pájaro amante en la enramada el pájaro y su canto le sirven para tratar sobre el olvido del amor, con un tono enamorado y melancólico. El dramaturgo y poeta de nuestro Siglo de Oro presenta varias ideas en su poema: Comienza recordando su amor, para continuar hablando cómo está perdiendo a su enamorada, en un tercer momento pasa a la etapa de recordarlo para terminar con la última idea en que da paso a su olvido. Metáforas como "canta pájaro amante en la enramada selva a su amor" o epítomes como "mas luego que los celos que recela" forman parte de este soneto que sigue las reglas más clásicas de métrica y rima.


Tras el estreno de Rinaldo, Händel continuó triunfando en los escenarios británicos. En 1718 volvió a hacerlo con su ópera pastoral Acis y Galatea con un libreto en inglés y que posiblemente dirigió personalmente en su estreno, en una nueva reutilización de material de las que tanto realizaba de otra obra suya anterior.
En esta ocasión nos acercamos no a esta revisión, sino a la obra original, Aci, Galatea e Polifemo, un oratorio escrito por encargo de la duquesa de Laurenzana para la boda de una sobrina y fue estrenado en Nápoles en 1708.
Con libreto en italiano de Niccolò Giuvo, secretario personal de la duquesa, está basado en el poema de Teócrito escrito alrededor del años 275 a. C. en que relata el amor entre el cíclope y la nereida. Al ser rechazado Polifemo en favor del pastor Acis, aquel le arroja una roca matándolo. Desesperada por el dolor, Galatea transforma la sangre de su amado en el siciliano río Acis
En un aria en que los cantos de las aves van y vienen por toda la composición, Händel muestra la imitación de los sonidos de los pájaros con que Acis quiere emular y transmitir a su amada Galatea los sentimientos de estas aves.


La pieza con que nos despedimos de este recorrido por el canto de las aves en la música barroca es este aria de Händel interpretada por la soprano italiana Roberta Mameli acompañada al oboe por Nicola Barbagli y la Orquesta La Barocca dirigidos todos por Ruben Jais y que se grabó durante el Eunescu Festival en septiembre de 2019.

Frans Snyders. Concierto de aves (1629-1630). Museo del Prado

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Bibliografía y webgrafía consultadas: