Estancias

Construir y Deconstruir

 Propuesta por Jacques Derrida a partir de ideas de Heidegger, la Teoría de deconstrucción se basa en el análisis de las estructuras que componen un discurso. La deconstrucción se lleva a cabo poniendo de manifiesto las ambigüedades, las debilidades, las fallas y las contradicciones que se hallan en una teoría o un discurso, logrando que el marco en que se desarrolla quede desmontado o deshecho. De esta manera se demuestra que en ese marco teórico se pueden desarrollar muchas lecturas posibles.

A nivel práctico, fuera del entorno filosófico o metafísico, deconstruir consiste en deshacer de forma analítica los elementos que constituyen una estructura conceptual.
Te propongo un acercamiento al hecho de construir y deconstruir, unas técnicas que de modo inadvertido realizamos continuamente a partir de una novela biográfica de Max Aub y varias interpretaciones musicales sobre deconstrucciones. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
El Sabio -1912- (48 x 42 cm). Plomo sobre papel.
Tenso dibujo establecido sobre las cuerdas de los ángulos. La figura aparece, surge, según la coordenada. El mirar y la boca, tristes, de Sebastián Miranda conocido en la Butte por Miranda, Le Sabe -que los españoles llamaban El Sabio- están seguramente alterados en pro del dramatismo. Propiedad de Janos Miller.
Francés, alemán, español y mexicano, Max Aub Mohrenwitz nació en 1903 en París de padres alemanes. Se trasladó con su familia a Valencia tras el comienzo de la Gran Guerra cuando sus padres hubieron de huir por su ascendencia germana, logrando la nacionalidad española. Allí aprendió con rapidez el castellano, la única lengua en la que escribió ("Uno es de donde hace el bachillerato"). Más adelante vivió eBarcelona"en un hotel a dos pasos de la plaza de Cataluña". En esa "Barcelona donde, sin querer, en muy pocos años aprendí a hablar el catalán que no hablé nunca en Valencia". Durante la Guerra Civil huyó a Francia para exiliarse meses más tardes a México, donde vivió casi de forma continua hasta su fallecimiento en 1972. Cuatro nacionalidades que pudo tener y que, por circunstancias adversas hubo de dejar para terminar sus días en el país norteamericano.
La obra de Max Aub es fértil, abundante y variada. Escribió poesía, cuento, teatro, guion cinematográfico, ensayo, crítica, historia de la literatura y novela. Iniciado en el vanguardismo, colaboró en las años 20 del pasado siglo en la Revista se Occidente donde recibió las influencias de Ortega y Gasset o Gómez de la Serna. Con el descubrimiento de la obra de UnamunoBaroja Pérez GaldósAub sentó las bases de su futuro arte narrativo que, poco a poco, se fue centrando en el aspecto ético del trabajo literario, indagando en la búsqueda de nuevos estilos y formas narrativos.
En su exilio trabajó entre su cátedra de la Universidad Autónoma de México y las innumerables publicaciones a las que dedicó su tiempo y su saber.
En 1955 supo durante unas conferencias en el estado mexicano de Chiapas de un pintor catalán que se había retirado a una plantación cafetera dejando todo cuando había tenido y logrado. Decidido a conocer más sobre su vida y personalidad, Aub buscó, investigó, rebuscó hasta publicar un libro sobre el personaje: Jusep Torres Campalans.


Decostruttori postmodernisti es una agrupación italiana que se dedica a adaptar piezas musicales que van desde las más clásicas a las que están de actualidad por pertenecer a series o sagas de televisión y cine. En sus obras aportan una calidad técnica unida a un particular sentido del humor. Cuatro músicos forman la agrupación que consta, habitualmente, de piano, violín, violonchelo y theremin. Este último, del que hemos tratado en alguna ocasión en el blog, es el único instrumento que no se toca, es decir, no se manipula con ninguna parte del cuerpo. Se interpreta colocando las manos entre dos antenas. La vertical controla la frecuencia, es decir el tono, mientras la horizontal sirve para manejar el volumen.
Massimo Cervini es el intérprete del theremin y algunos instrumentos ocasionales con los que juega en determinadas actuaciones; Lorenzo Mercatelli es el encargado del violín, mientras Manuel Magrini lo hace con el piano y el chelo o el trombón son interpretados por músicos eventuales.
Nos acompañan en una obra que, como su nombre indica, deconstruye una de las arias más conocidas del repertorio operístico para homenajear a Luciano Pavarotti en el recuerdo del que fue el décimo aniversario de su fallecimiento en 2017.


Aub no publicó una biografía al uso, sino que dividió su trabajo en distintos apartados, como si de un cuadro de los de Torres Campalans o las vanguardias de las primeras décadas del XX se tratara conformando lo que podríamos imaginar como una biografía cubista. Buscó más ofrecer distintos puntos de vista, diferentes fuentes de información, recortes de publicaciones, anotaciones personales e incluso imágenes de algunas de sus obras pictóricas, deconstruyendo la fuerte personalidad para que el lector conformara en su interior con todos los retazos de información la imagen del pintor.
Así el libro quedó dividido en el Prólogo indispensable que mostrábamos anteriormente, AgradecimientosAnalesBiografíaCuaderno VerdeLas conversaciones de San Cristóbal y Catálogo con una muestra de algunas obras que quedaban del autor y que le fueron remitidas con el libro ya en la imprenta por H. R. Town con una reseña de obras que el propio autor no destruyó.
Cabeza de Cristo -¿1907-1908?- (34 x 23 cm). Guache, tintas de color.
Uno de los cuadros más importantes de la primera época. Sin fecha ni firma. Influencia evidente de los primitivos catalanes y de los Picasso de esa fecha. El rayado de la nariz es característico del momento. Véase, además, cómo ha resuelto, ibéricamente, con dos cabezas de toro, las mejillas del Señor. La inversión de los ojos es seña del sentido trascendental que veremos aflorar tantas veces en su obra: día y noche traídos aquí en el lugar y momento precisos.. Si no hubiese seguido el camino abierto del cubismo, ¿a dónde no hubiera llegado por este? Propiedad de M. Jean Coulange.
Paralelamente a la publicación de la biografía, Aub promovió la realización de varias exposiciones para promocionar la obra pictórica de Jusep Torres Camplans.
En 1962 la revista norteamericana Art News anunció que en noviembre de 1962 se ofrecía una exposición de Campalans en la Galería Bodley de Nueva York. Años antes, en 1958, se había realizado en la Galería Excelsior de México D.F. la primera exposición con obras suyas.
En AnalesAub busca situar al pintor en su época y lo que en aquellos momentos aconteció. Cada año, desde su nacimiento en 1886 hasta 1914 en que desaparece del mundo de la pintura presenta, a modo de panóptico, los siguientes apartados: Nacen, mueren, literatura, teatro, bellas artes (pintura, escultura), el progreso y sucesos.


The King' Singers es un grupo vocal que nos ha acompañado en algún momento. Procedente del King College de la universidad de Cambridge, está formado por dos contratenores, un tenor, dos barítonos y un bajo.
En esta ocasión interpretan una pieza llamada Deconstruting Johann en que realizan una composición a partir de retazos de melodías de Johann Sebastian Bach en una interpretación que se realizó en directo dentro del festival 24 hours Bach.


Privado de un público, mientras apenas iba consiguiendo nuevos lectores, Aub es un escritor exiliado que escribe sobre todo para sí mismo. Censurado en España, desconocido aún en América, poco leído por sus compañeros de destino, sus novelas son como un desahogo, un soliloquio o un intento de explicarse a sí mismo. Pero logró crear con esta novela una obra que supo captar los elementos mágicos de una realidad que se presenta (como hoy, como siempre) confusa, contradictoria, vertiginosa y caleidoscópica.
El cuaderno verde es uno de esos que se utilizaban en las escuelas forrado en cartoné verde, con 240 hojas numeradas en 480 páginas en el que Campalans anotó año por año sus pensamientos, reflexiones, la evolución de su obra. Quedaron escritas desde 1906 hasta 1914 en las páginas que van de la 1 a la 114. También hay escritos desde la 228 a la 240 en orden inverso, quizás con citas de otra autoría.
El cuaderno verde fue entregado a Max Aub por Juan Cassou y está escrito en catalán, aunque con algunos párrafos en francés, castellano y palabras sueltas en alemán.
Aquí aparecen, como en este tipo de cuadernos personales, anotaciones esporádicas, inconexas, reflexiones con cierto cariz filosófico o sobre la utilidad del arte.
El extracto que nos acompaña fue escrito en 1908.


En esta ocasión The King' Singer interpretan Masterpiece (Obra maestra) a partir de la repetición del nombre Johann Sebastian Bach. La repetición continua, los juegos vocales, los cambios en la melodía finalizan con la inclusión de los nombres de los hijos músicos del músico alemán en la primera parte de la pieza.


Tras El cuaderno verdeAub nos presenta un nuevo enfoque sobre la personalidad del pintor catalán. En Conversaciones de San Cristóbal, el escritor reproduce las dos charlas que tuvo con Campalans cuando lo conoció entre Chiapa del Corzo y San Cristóbal Las casas y de las que tomó notas, como él mismo dice "hostigado por mi mala memoria, si doy con algo que me parece factible de ser aprovechado más adelante; que el espiar mantiene a quien vive de las letras atento a lo que salga."



La exposición de la Galería Excelsior nos sirve para desvelar la última verdad del pintor. Jusep Torres Campalans no existió sino en la imaginación de Max Aub que lo ideó, construyó y deconstruyó, así como su obra pictórica. Y, por supuesto, en la mente de quienes lo leemos.
En la página web de la Biblioteca Virtual Miguel de CervantesUna biografía cubista: Jusep Torres Campalans de Max Aub se nos narra la broma que supuso celebrar una exposición de un pintor que no existió.
Según cuenta, en la citada exposición un crítico se emocionó con la lectura del libro y llegó incluso a escribir sus recuerdos de Campalans, de cuando lo conoció, lamentándose del olvido injusto en que había caído su obra. Todos los cuadros de la exposición fueron vendidos y hubo compradores que afirmaron haber conocido personalmente al pintor. 
Bodegón -1910- (49 x 32 cm). Acuarela, guache, óleo.
Sin duda, influencia de Matisse. Pero los objetos, colocados alrededor del gran copón azul y gris plomo, dan relente religioso a la cruda fuerza de los colores puros. Propiedad de don Juan Ribadell y Closas
.
En la misma publicación de la Biblioteca Virtual Miguel de CervantesJaime García Torres describe años más tarde, en un homenaje a Max Aub, su participación en la broma de la exposición con la ayuda del escritor Carlos Fuentes y de la que extraigo el texto completo.

"Fuentes y yo sorprendimos a uno de los teóricos de mayor fama local en el momento en que analizaba influencias y ponderaba -muy circunspecto- simetrías. Al punto decidimos falsificar una serie de textos alusivos al pintor imaginario, atribuyéndolos a firmas genuinas en boga. Un suplemento literario acogió sin dificultad nuestros engendros en la primera plana. Y se armó la de Dios es Cristo. Max reunió las parodias y las editó en un folleto de lujo titulado Galeras. En estricta justicia, Jusep Torres Camplans sobrevivió como novela; sus cuadros y nuestras Galeras cumplieron su breve función de travesura."

Los cuadros atribuidos a Jusep Torres Campalans fueron elaborados y expuestos por el propio Max Aub, quien logró un triunfo insólito y único en la historia del arte, ya que se vendieron todos sus cuadros en la exposición y su nombre no pasó la tesitura de tener que enfrentarse a una buena o mala crítica. Simplemente nos dejó una muestra de su habilidad pictórica y del vasto conocimiento que poseía del arte contemporáneo.

Guillaume Apollinaire -1910- (45 x 31 cm). Carbón.
Propiedad de Jean Cassou
Finalizamos con la interpretación del Galop Infernal con que finaliza la ópera Orfeo en los infiernos de Jacques Offenbach por parte de Decostruttori Postmodernisti en un arreglo, como en la versión que homenajeaba a Pavarotti, de Andrew Harvey y la participación de la actriz Constanza Bianchi.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:

La Ópera en el Cine

Desde 2019, cada 25 de octubre se celebra el #DiaMundialDeLaOpera o #WorldOperaDay de cuyo origen tratamos en Feliz Día Mundial de la Ópera.  
Muchas son las interacciones y relaciones que existen entre las óperas y otras artes, algunas de las cuales hemos tratado en este blog. En esta ocasión, y para celebrar el Dia Mundial de la Ópera nos acercaremos a presenciar algunos de los casos en que la ópera converge con el cine
Aunque en los primeros años de vida del cine ya se vio el juego que se podía sacar a la ópera en la gran pantalla, incluso antes de que el cine se hiciera sonoro, la relación y los trasvases han transitado en ambas direcciones, desde algunas óperas que se han grabado para la pantalla en el formato cinematográfico, hasta películas que muestran en algunas de sus momentos escenas o piezas sacadas de diversas óperas.
Te propongo celebrar el #DiaMundialDeLaOpera con algunas escenas de películas de cine que utilizan con distintas intenciones músicas de ópera. Nos acompañan Pretty Woman, Philadelphia, Una noche en la Opera y Una habitación con vistas. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


La ópera más representada a lo largo de toda la historia es La traviata de Giuseppe Verdi, una preferencia del público que se mantiene en las dos últimas décadas, en la que aparece cada año como la más representada en todo el mundo.
Basada en La dama de las camelias de Alejandro Dumas, fue estrenada en 1853 en el Teatro La Fenice de Venecia con poco éxito en sus primeras representaciones hasta que logró el favor del público.
Números como el famoso brindis Libiam nè lieti calici o el dúo Un dì, felice eterea, ambos del primer acto; los dramáticos dúos entre Violeta y Alfredo (Amami, Alfredo) y antes con el padre de éste, Germont (Pura siccome un angelo) en el segundo, o el aria Addio, del passato bei sogni ridenti (Adiós, bellos recuerdos del pasado), un desesperado y desgarrador testamento vital, antes de unirse los amantes a la engañosa ensoñación Parigi, o caro/a, noi lasceremo (Abandonaremos París, querido/a).
Nos acompaña la escena del segundo acto en que Violeta, convencida por Giorgio Germont, decide abandonar a Alfredo. Giorgio ha ido a hablar con ella para exigirle que abandone a su hijo, ya que la relación que mantienen es un lastre para su familia, pues la sociedad no admitiría a una mujer como ella entre sus miembros.


Violeta comienza a escribir una carta de despedida, mientras el clarinete describe el dolor que la embarga. Alfredo la sorprende escribiendo, mientras las cuerdas ven creando el clima de tensión que les envuelve. Alfredo no sabe de la conversación entre Violeta y su padre y ella se ve en la obligación de fingir que sus lágrimas muestran su felicidad. Un desgarrador Amami, Alfredo muestra la tensión, mientras la música describe la huida de Violeta, que se aleja física y anímicamente de su amante.
El enlace, con subtítulos en italiano y castellano está interpretado por la soprano Stefania Bondadelli y el tenor Scott Piper.


Seguro que casi todos los que leéis estas líneas os traerá a la memoria la escena de Pretty Woman (dirigida por Garry Marshall, 1990)en que Richard Gere lleva a una representación de La Traviata a una Julia Roberts que jamás ha asistido ni ha pasado por su cabeza asistir a ninguna ópera.


Las frases con que el protagonista explica en off la sensación que se tiene al asistir por primera vez a una ópera son muy certeras y generalizables, igual que las que ella pronuncia al terminar la función. Puede que no las utilicemos con esos términos, pero la sensación sí la tenemos.


Quizás la ópera más conocida de Umberto Giordano sea Andrea Chénier, una obra basada en un personaje real, el poeta que da título a la obra y que fue uno de los primeros seguidores de la revolución hasta que sufrió la persecución por parte de Robespierre y sus seguidores, siendo arrestado y condenado a muerte por el Tribunal Revolucionario de París.
A partir de estos datos históricos, Giordano crea una ópera verista que se estrenó en el Teatro Alla Scala de Milán en 1896. 
Ante la negativa de Chénier de entregar su arte a los aristócratas, Madeleine de Coigny, hija de condes, siente la admiración por el poeta que se va transformando en un amor entre dos mundos que se oponen de forma contundente e irremediablemente frontal. 
En el Acto III, uno de los intrigantes se acerca a Gerard, antiguo sirviente de los Coigny para decirle que Chénier está detenido y que lo empleará como cebo para que Madeleine llegue hasta él. Gerard duda, aunque se reafirma en sus postulados revolucionarios, aunque constatando para sí que sus celos y pasiones han sustituido los ideales que tenía en un primer momento, firmando el acta de acusación sobre el poeta. Al entrar en escena Madeleine, Gerard le cuenta cómo estaba enamorado de ella desde que era pequeña en una escena que va transformándose hasta que ella se ofrece a entregarse a él para salvar al poeta de la muerte.
El júbilo de Gerard queda reducido a la nada cuando ella entona La mamma morta, un aria desgarrada con una primera parte en que narra la muerte de su madre cuando incendiaron su casa y su soledad desde entonces, y una segunda parte, conmovedora que alcanza su clímax con Ah, io son l'amore, io son l'amore!, uno de los finales de arias más grandes y dramáticos del repertorio. Este final hace cambiar la actitud del antiguo sirviente que siente la injusticia que ha cometido y piensa en liberar a Chénier, ya que no puede librarlo de las redes del tribunal.


El enlace que nos acompaña muestra la intensa fuerza de este aria en una de las voces más grandes y personales de la historia de la ópera, María CallasLa Divina. En la grabación de audio con subtítulos en castellano está acompañada por la Orchestra Sinfonica Nazionales della RAI di Roma con la dirección de Tullio Serafin y pertenece al disco Maria Callas. Liebeslieder (Canciones de amor).


En ocasiones el cine utiliza la música de ópera para transmitirnos la misma sensación que se muestra en la obra original, introduciéndonos en la piel del personaje, su dolor, sus sentimientos. 
En Philadelphia (Jonathan Demme, 1993), Andrew Beckett, interpretado por Tom Hanks es despedido del bufete en que trabaja cuando se enteran que ha contraído el sida. Aunque ningún abogado quiere hacerse cargo de su demanda laboral, logra que Joe Miller (Denzel Washington) acepte su caso.
En la escena que nos acompaña, Hanks describe a Washington los sentimientos que le transmite el personaje de Madeleine mientras escucha el aria La mamma morta, llegando a una identificación total con el personaje. La interpretación del aria es la misma que acabamos de escuchar


Junto con La Traviata, las óperas Il trovatore (El trovador) y Rigoletto forman la Trilogia Popolare que Giuseppe Verdi estrenó entre 1851 y 1853 y que significó el alcance de la madurez creadora y su consagración definitiva. 
Il trovatore, que se estrenó en enero de 1851 dos meses antes de La traviata, se basa en la obra de teatro homónima del gaditano Antonio García Gutiérrez y es un drama que se sitúa entre Vizcaya y Aragón en el comienzo del siglo XV. 
Con libreto de Salvatore Cammarano, Il trovatore es una obra oscura que indaga en la idea de que el odio que engendra odio y absorbe y elimina cuanto se le oponga. Una gitana es acusada de embrujar al hijo del Conde de Luna, siendo quemada pese a su inocencia. En su suplicio pide a su hija Azucena que la vengue, aunque esta se altera al llevarla a cabo: rapta al hijo del Conde, pero lanza en su confusión a su propio hijo a las llamas. Al superviviente lo cría como a su hijo. En las luchas del poder, las tierras y sus habitantes están divididos entre seguir el Conde o al Duque. Manrico, al que ha criado Azucena entre gitanos, quienes luchan junto al Duque contra el Conde que defiende os intereses del rey. El amor por Leonora enfrenta a Manrico y al Conde que se entrega al primero. El Conde encarcela y hace ejecutar a su rival, desconociendo que es su propio hermano.


El Acto II se inicia en el campamento de los gitanos donde se canta uno de los coros más famosos de Verdi -evidentemente, tras el Va pensiero del Nabuco- el coro de gitanos Vedi le fosche notturne! (Ved el cielo infinito lanza su oscuridad). Tras el festivo coro con los yunques, la oscuridad envuelve a Azucena que ha criado a Manrico en la venganza a su madre. Una balada, Stride la vampa (Crepita la hoguera) se opone al coro alegre y festivo. En dos estrofas, Azucena evoca la pesadilla que la acompaña noche y día, mientras la música recrea el crepitar de las llamas envolviéndonos en su dolor. Al finalizar, como cerrando el círculo o el paréntesis que crea la gitana, vuelven las melodías del coro que se retira.
La mezzosoprano norteamericana Dolora Zajick interpreta la balada Stride la vampa en una producción de Il trovatore representada en el Meropolitan Opera House de Nueva York en 2011 con la dirección musical de Marco Armilliato.


¿Cómo llevar una obra tan trágica y una pieza tan oscura a la gran pantalla? Nos la podemos imaginar de distintas formas que realcen estos aspectos y los lleven a formar parte de dramas. O todo lo contrario.
En su inolvidable A night at the Opera (San Wood,1935), los Hermanos Marx destrozan despiadadamente Il trovatore, alrededor de una caótica representación en la parte final del film. Comentarios hechos al público que presencia la obra, carreras entre bastidores que acaban con persecuciones en el escenario, decorados de tela que suben y bajan y que acaban rasgados... Todo contribuye a la creación del caos que acompaña a Groucho, Chico y Harpo, unos artistas que apreciaban la música, como podemos recordar en las interpretaciones de Chico al piano y Harpo al instrumento que le da nombre artístico. 


Aquí tenemos el enlace que nos muestra este bendito despropósito de los Hermanos Marx en Una noche en la ópera, aunque nos quede claro si pertenece a la parte contratante de la primera parte o a parte contratante de la segunda parte.


Entre las óperas de Giacomo Puccini encontramos las últimas grandes obras del siglo XIX, pese a que se estrenaron en los primeros años del XX, pero marcaron el final de toda una época en la música italiana, antes de que llegaran a cambiarse los paradigmas musicales con autores como Stravinsky, Richard Strauss o Schönberg, por citar algunos compositores.
Madama Butterfly, La Bohéme o Tosca forman parte del repertorio actual y continúan llevándose a los escenarios cada temporada. Pero Puccini quiso añadir a su producción un grupo de obras cortas de un solo acto que se representaran juntas a las que denominó Il trittico y que Elvira Uttini recoge magistralmente en su apasionado blog en un La unidad en lo diverso: Il Trittico. De estas óperas, Il tabarro (El tabardo), Suor Angelica y Gianni Schicchi, inspiradas en cierta manera en la Divina Comedia de Dante, es la última la que ha tenido más recorrido.
Basada en un pasaje de la obra de el infierno de Dante que fue comentado de forma anónima en pleno siglo XIX, Puccini recrea en su obra la forma en que el pícaro Schicchi logra engañar y privar de su herencia a una rica familia, narrada de una forma amena y divertida.
La parte más conocida de esta ópera es una de esas arias que trascienden la obra a la que pertenecen y toman vida propia: O mio babbino caro (Oh, mi querido papaíto), una pieza en la que Lauretta intenta camelar a su padre, el propio Gianni Schicchi, para que, entre guiños, arrumacos y fingidas amenazas le deje casarse con su prometido.
La interpretación de este aria, también con subtítulos en castellano, está interpretada por la soprano británica Sally Mathews dirigiéndose a Alessandro Corbelli en el papel protagonista y la London Philharmonic Orchestra dirigida por Vladimir Jurowski en una grabación de 2005 de Puccini: Gianni Schicchi.


Si hemos apreciado tres formas diferentes de introducir la ópera en el cine, la primera mostrando el un contraste entre aficionados y entendidos y profanos; la segunda desde la total identificación de los sentimientos entre personaje y espectador, y la tercera con el más feroz de los destrozos, finalizamos esta publicación sobre la ópera en el cine con una suerte de postal.
En A Room with a view (Una habitación con vistas, James Ivory, 1985), basada en la novela homónima de E. M. Forster, el director norteamericano utiliza O mio babbino caro para acompañar unas imágenes que se mueven como una mezcla entre vistas de Florencia y una especie de flashback que recorre la relación entre los protagonistas. Otra forma de llevar la ópera al cine.
La voz de la grabación pertenece a la soprano neozelandesa retirada Kiri Te Kanawa, una de las grandes voces de las pasadas décadas.

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¡Feliz día del ballet!

El baile es la música hecha visible
George Balanchine

El ballet es una de las manifestaciones artísticas y culturales más ampliamente reconocidas en todo el mundo. Como sabemos, se trata de una danza de tipo clásico que se desarrolla para narrar una historia sobre un escenario a través de la música y el movimiento corporal a partir de intervenciones en grupo más o menos numeroso, a través de dúos, tríos o cuartetos, o bien individualmente.
Como otras muchas expresiones artísticas, tiene también su memoria, homenaje y celebración en un Día Mundial del Ballet, aunque, por razones que no vienen al caso, se celebran en distintos días. El 19 de octubre de 2014 se celebró el primer #WorldBalletDay, aunque también se celebra anualmente el 2 de noviembre e incluso el 26 de julio.
Aquella primera celebración el 19 de octubre de 2014 contó con la unión de cinco de los grandes escenarios de ballets del mundo, quienes difundieron una serie de actuaciones y celebraciones a través de las redes, que aún se pueden presenciar en Youtube. Estos coliseos del ballet fueron:

            The Royal Ballet de Londres.
            The Asustralian Ballet de Melbourne.
            El Bolshoi Baller de Moscú.
            The San Francisco Ballet de la ciudad californiana.
            The National Ballet de Toronto

Pese a que su nacimiento y nombre provienen de Italia -ballet es un apócope de balleto, diminutivo de balle- su desarrollo y expansión se produjo en Francia, donde llegó gracias a la influencia de Catalina de Médicis, esposa de Enrique II y madre y regente de Francisco II. Más adelante, fue gracias a Luis XIV y Jean Baptiste Lully, de quienes tratamos en El baile del Rey Sol, como llegó a adoptar la terminología e influencia con que se extendió por toda nuestra cultura. 
El cine también se ha hecho eco de las historias que suceden en un mundo tan particular como el del ballet. No podemos dejar de recordar algunas como:

-El documental de Ralph Fiennes El bailarín (2019), sobre el momento en que Rudolf Nureyev abandonó el ballet Kirov y pidió asilo político.
-El cisne negro de Darren Aronofsky (2010), protagonizada por Natalie Portman, sobre una bailarina de una compañía de ballet neoyorkina y las presiones y rivalidades a las que se encuentra sometida.
-Billy Elliot (2000), de Stephen Daldry, sobre el pequeño que muestra una enorme pasión y habilidad para el ballet en un entorno hostil repleto de prejuicios.
-Ballerina (2006), de Bertrand Normand, un documental sobre la vida cotidiana de cinco bailarinas rusas en diversos momentos de sus carreras.
-Tiny Pretty Things (2020), una serie de Netflix centrada en una academia de baile de Chicago y las rivalidades y competitividad entre tres de sus bailarinas.

Sea cuando sea la fecha en que se celebre el Día Mundial del Ballet, cualquier momento es bueno para tenerlo presente y disfrutar de él.
Te propongo una mirada hacia este arte en la celebración del Día Mundial del Ballet o cualquier otro momento, con textos y músicas que nos acercan a figuras como Nijinsky, IsadoraDuncan o Nureyev y música de Tchaikovsky y Khachaturian. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere! 

Teatro de la Maestranza de Sevilla. Saludos tras El lago de los cisnes
Centrándonos en el ballet y el placer de acercarnos a este arte y disfrutarlo, en esta publicación nos acercaremos a tres grandes figuras del siglo XX desde el punto de vista literario, acompañados por diversas grabaciones de interpretaciones, tengan o no relación con los ellos, 
Dentro de las grandes figuras míticas del ballet nos encontramos con Vaslav Nijinsky, el gran bailarín y coreógrafo ruso que conmocionó y revolucionó el mundo del ballet clásico desde su participación en los Ballets Rusos de Sergei Diaghilev en las primeras décadas del siglo XX y del que tratamos en Las dos muertes de Nijinsky.


La importancia de una figura y una personalidad como la suya no podemos apreciarla a través de ningún tipo de imagen o grabación, ya que no existía la posibilidad de realizarlas en su tiempo. 
Será el polifacético psiquiatra y escritor Juan Antonio Vallejo-Nágera, quien trate de la importancia de Nijinsky en el mundo del ballet contemporáneo, gracias al estudio de su enfermedad que realizó en esa joya que es su libro Locos egregios.
Tras analizar y desglosar los últimos años de Nijinsky en medio de su enfermedad mental, Vallejo-Nágera finaliza su trabajo sobre el bailarín ruso con una reflexión sobre su importancia y valor dentro del mundo del ballet. 


La música está tan extendida, especialmente la que posee la cualidad de la calidad o de la popularidad, que hay muchas músicas que se han difundido en multitud de medios e identificamos, aunque no conozcamos su nombre o de qué obra proceden.


Posiblemente la música que nos acompaña a continuación sea de esas melodías que hemos oído en alguna ocasión y no identificamos.
Se trata del Adagio del Acto III del ballet Spartacus de Aram Khachaturian, sin duda, la pieza más conocida de esta obra y, posiblemente, de su autor junto con la vertiginosa Danza del Sable de su ballet Gayaneh.
La melodía principal, que comienza en el viento madera, va creciendo hasta alcanzar su clímax en el tutti orquestal donde está desarrollado por las cuerdas. 
Nina Kaptsova en el rol de Phrigia y Carlos Acosta como Spartacus interpretan este sentido adagio a dúo en una producción del Ballet del Teatro Bolshoi de Moscú, con coreografía de Yuri Grigorivich y que se representó en el Palais Garnier de París en 2008 con la Orchestre Colonne bajo la dirección musical de Pavel klinichev.


La tercera mirada hacia el ballet, y la danza en general en esta ocasión, procede de otra de las figuras míticas de las primeras décadas del pasado siglo, una bailarina que rompió moldes traspasando las fronteras del ballet clásico para llegar a un ballet cercano al expresionismo que crecía en la época y a la búsqueda de la libertad de movimientos.
Estadounidense de nacimiento, Isadora Duncan, mostró su arte por todo el mundo, inspirándose en los ideales griegos de la antigüedad en la búsqueda de formas más naturales para los movimientos y la expresión del cuerpo humano para transmitir las emociones.
Su idea de fundar una escuela para transmitir sus conocimientos con los niños que se iniciaban en el ballet y la danza no tuvo éxito, por lo que decidió en 1921 decidió aceptar tras recibir un telegrama con una oferta: «El gobierno de los Soviets es el único que puede comprenderla. Venga a nosotros. Haremos su escuela». La Duncan aceptó con la única condición de disponer de un estudio y el dinero necesario para su trabajo. Después de una vida tan libre como sus ideas sobre la música y la danza, se casó con el poeta ruso Sergei Essenin
Tras recorrer juntos Europa y Estados Unidos, regresaron a la Unión Soviética donde se separaron a causa de la violencia del poeta, sumido en el alcoholismo. La incapacidad del gobierno soviético para proporcionarle las condiciones que pedía para su proyecto hizo que regresara a Francia, instalándose en Niza. Un impensable y estúpido accidente de tráfico, al enredarse su larga bufanda en la rueda del automóvil descapotable en el que viajaba, acabó con su vida en 1927.


Nacido en Atenas, donde su padre ejercía como ingeniero ferroviario, con el nombre de Andrea y hermano del pintor Giorgio de Chirico, tomó el nombre artístico de Alberto Savinio dedicándose también a la pintura y la literatura.
Savinio desarrolla en Contad, hombres, vuestra historia, un libro publicado en 1942, una serie de apuntes biográficos sobre algunos personajes que van desde Nostradamus a Julio Verne, pasando por Antonio Sradivarius, Carlo Collodi o la propia Isadora Duncan, a los que muestra con su mirada fina y perspicaz. 
El texto que nos acompaña se centra en el descubrimiento del centro de los movimientos a partir de algunos textos de la propia Isadora y los insospechados maestros de danza que la inspiraron en su aprendizaje.


Cambiando de registro hacia un ballet mucho más clásico, nos acercamos a uno de los más representados de todos los tiempos, El Cascanueces de Tchaikovsky. En esta ocasión se acerca más a la exhibición que a la narración de una historia. Elena Petrichenko y Sergey Chumakov forman el AcroDuoBallet, que, tal como su nombre indica, está más cerca de lo acrobático, lo circense o la gimnasia, del control de toda la musculatura corporal que del servicio a la historia que se narra.
La grabación muestra una coreografía creada por los propios intérpretes y realizada dentro del Batic Ballet Festival de Riga con la orquesta del Royal Opera House londinense bajo la dirección de Ernest Ansermet. La lentitud de la Danza Árabe de El Cascanueces se puede apreciar en todo su esplendor en esta coreografía.



Después de Nijinsky e Isadora Duncan nos acercamos a otro de los genios del ballet del siglo XX, uno de los bailarines más completos, Rudolf Nureyev.
El bailarín ruso, que pidió asilo político en una gira del Ballet Kirov en París, actuó en las mejores compañías del mundo, residiendo en distintos países de Europa Occidental. En el Royal Ballet de Londres, Nureyev comenzó a bailar con Margot Fonteyn, consolidándose como una de las parejas más aclamada de todo el siglo. Pese a los casi veinte años de edad que ella le llevaba, bajo la dirección del coreógrafo Frederick Ashton, se convirtieron en la pareja más compenetrada y reconocida del mundo del ballet.
La completa y prodigiosa técnica de Nureyev le facilitó interpretar un amplio repertorio, aunque se especializó en el ballet tardorromántico, donde también pudo mostrar su maestría y originalidad en la creación de coreografías como las de La bayadera de Minkus, El lago de los cisnes de Tchaikovsky o el Romeo y Julieta de Prokofiev. Desde 1983 ocupó el cargo de director del Ballet de la Ópera de París, donde estuvo hasta su fallecimiento por un SIDA que nunca quiso reconocer ni tratar médicamente, diez años después.


Nacido en Dublín, Colum McCann estudió periodismo antes de dedicarse a la escritura, publicando novelas como Perros cantores, Este lado del Brillo, Dancer, Deja que el gran mundo gire, Transatlántico o Apeirogon, además de algunos libros de relatos cortos y poesía.
En Dancer (El bailarín), publicado en 2003, McCann crea, a partir de datos biográficos sobre Nureyev un relato en el que se introduce en la mente del bailarín, además de aquellos que compartieron su vida con él, mara mostrar a los lectores la esencia del personaje, la época en que vivió y, especialmente, el significado de qué sentido tiene dedicarse al ballet. Con un estilo ambicioso y sorprendente, que parte del interior del personaje, moviéndose entre uno y otro de los que compartieron su vida con Nureyev, McCann divide El bailiarín en cuatro libros que narran desde su infancia en los confines de la Unión Soviética hasta sus últimos años, pasando por sus momentos de gloria y siendo el centro de interés de un mundo que lo adoraba.
El texto que nos acompaña recrea algunos momentos de la pareja que formó con Margot Fonteyn, las experiencias y sensaciones al bailar juntos o la acogida que recibían por parte del público. 


Si de Nijinsky o Isadora Duncan no existen grabaciones, aunque sí la recreación de algunas de sus coreografías, sí las hay de Nureyev., aunque con la calidad visual y sonora de hace unas décadas, bastante inferiores a las actuales.
El último placer que nos damos en esta publicación presenciando ballet viene de una de las coreografías del propio Nureyev citadas anteriormente: El lago de los cisnes de Tchaikovsky en una grabación que se realizó en 1966 con la orquesta de la Wiener Symphoniker  y el cuerpo de baile del Wiener Staatsopernballett dirigidos todos por la batuta de John Lanchbery.


El enlace corresponde al Pas a deux del Acto III con el propio bailarín ruso y su pareja artística Margot Fonteyn, una pieza que comienza, como es habitual, de forma tranquila y sosegada y se va enriqueciendo y complicando en cada una de las intervenciones por separado y juntos. Todo un documento histórico.

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Bibliografía y webgrafía consultadas: