El 17 de febrero de 1673 fallecía de forma inesperada Molière, uno de los más grandes dramaturgos franceses y universales.
Heredero de los grandes del teatro francés, Molière comenzó interpretando obras de autores como Racine o Corneille, aunque muestra un parecido mayor con Shakespeare, en el sentido de que representa lo que podríamos denominar un hombre de teatro, puesto que no sólo es autor, sino también actor y empresario de sus propias obras, además de un creador que se movió entre el mundo de la música para desarrollar y consolidar un nuevo estilo: la Comédie-ballet, un tipo de obra que unía comedia y ballet, con algunas incursiones de la música cantada y que triunfó en la corte francesa del XVII.
Su labor interpretativa es conocida con cierto detalle, pues nos ha quedado constancia de los papeles que interpretó en sus obras, así como de sus compañeros de elenco, además de disponer de información precisa de cómo se desenvolvía en la escena, siendo considerado durante un tiempo más un cómico que un autor.
Al contrario que Shakespeare o dramaturgos españoles como Lope de Vega o Calderón y compatriotas suyos como Corneille o Racine, Molière apenas tocó el drama o la tragedia, salvo en su Don Juan, sino que se dedicó a la comedia, en la que llegó a mostrar una maestría sin igual.
También ha formado parte de su leyenda su repentina muerte en el escenario cuando contaba apenas con cincuenta y un años.
Cuando se cumplen los doscientos cincuenta años del fallecimiento de Molière, te propongo recordar algunas de sus obras relacionadas con la música y, de forma especial, su fallecimiento. Nos acompaña música de Lully y Charpentier. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
Perteneciente a la acomodada burguesía, pues su padre Jean era tapicero real, Jean-Baptiste Poquelin (1622-1673) perdió a su madre cuando contaba con diez años de edad, volviéndose a casar su progenitor poco tiempo después. Tras formarse en el colegio jesuita de Clermont, continuó estudios de derecho hasta que se licenció con veinte años de edad.
Se supone que fueron unos tíos suyos quienes le llevaban asiduamente al teatro los que despertaron la afición por las artes escénicas, hasta el punto que, una vez licenciado, en lugar de ejercer el empleo de tapicero real que se suponía debía seguir, fundó en 1643 una compañía teatral, L'Illustre Théâtre, ya con el nombre artístico de Molière, junto a la actriz Madeleine Béjart, quien la comenzó a dirigir, hasta que él mismo se hizo cargo de la empresa.
Tras los primeros fracasos, en 1645 abandonaron París tras ser arrestado unos días por deudas. Así, estuvieron recorriendo el sur de Francia bajo la dirección de Dufresne durante más de una década interpretando dramas y tragedias de autores contemporáneos como Racine o Corneille, junto con las primeras obras del joven autor.
Estas obras iniciales, divertidas y llenas de vitalidad, son aún farsas toscas, con un característico sentido del lenguaje y la teatralidad, construidas a partir de guiones esquemáticos sobre los que los actores improvisaban en el estilo de la Commedia dell'arte italiana.
De regreso a París en 1658, ya bajo su dirección y con el nombre de Troupe de Monsieur, consiguió al año siguiente su primer éxito con Las preciosas ridículas, una sátira en prosa con unos diálogos salpicados de ingeniosos juegos de palabras. Al poco tiempo creó a Sganarelle, un personaje emblemático al que recurrió en varias obras, siempre interpretado por él mismo.
Con el paso de los años acabó creando las Comédie-ballets con Les Fâcheux, una obra que unía acción dramática, música y coreografía y que, a diferencia de la Ópera-ballet, se centraba en personajes comunes que sucedían en el tiempo presente, con situaciones de enredo y centrado frecuentemente en asuntos matrimoniales.
Para esta obra contó con la música de Jean-Baptiste Lully y la coreografía de Pierre Beauchamp, con quienes colaboró en la creación de otras Comedias-ballets como Le mariage forcé, L'Amour médecin, George Dandin, Monsierur Pourceaugnac, Les amants magnifiques y la que fue la última colaboración con Lully, El burgués gentilhombre.
Nos acercamos a esta última, una de las obras maestras del trío. Dividida en cinco actos, Monsieur Jourdain -interpretado por el propio Molière- es un ingenuo y ridículo cuarentón cuyo padre hizo fortuna como zapatero, por lo que pudo dar a su hijo la condición de burgués. Jourdain pretende adquirir modales aristocráticos para alcanzar la nobleza y distinción que admira, por lo que invita a esos personajes a su casa para obsequiarlos, imitarlos y recibir honores, mientras los maestros que contrata para su enseñanza en todo tipo de artes se burlan de un petimetre ignorante que, al menos, les paga generosamente.
El quinto acto nos presenta un retrato vivo dentro del estilo de Molière con hasta seis salidas de distintos personajes que van apareciendo en escena.
La primera salida es la de un hombre con un libreto sobre el baile que entabla un diálogo con el personajes que representan al público. La segunda salida corresponde a tres importunos que salen a bailar tras irse el personaje anterior. La tercera salida corresponde a seis españoles, mientras la cuarta a unos italianos y la quinta, a un grupo de franceses. La sexta y última con los personajes de estos tres países en la que finalizan la obra cantando únicamente dos versos:
¡Qué espectáculo más encantador!
No se puede encontrar nada mejor.
Como muestra de este estilo fresco y vivo de Molière nos acercamos al texto de la primera salida, con ese personaje que entra en escena libreto en mano.
En la corte de Luis XIV era otro Jean-Baptiste quien tenía los favores reales sobre la música, especialmente gracias a sus aptitudes para el baile que compartía con el monarca. Lully, de quien tratamos la relación con el rey francés en El baile del Rey Sol, comenzó a colaborar con Molière, llegando su relación hasta esta comedia-ballet El burgués gentilhombre, la última de sus colaboraciones.
En el fondo, la relación se rompió cuando Molière propuso al compositor solicitar al monarca algún tipo de privilegio sobre las obras escénicas. Lully se fijó en Pierre Perrin quien había recibido un privilegio del rey por doce años para crear y administrar la Académe d'Opera. Ante la mala gestión realizada, que supusieron su encarcelamiento por deudas, Lully intrigó para quedarse con el privilegio. Así, la sustituyó por la Académe Royale de Musigue, cuyo privilegio alcanzaba toda su vida y que podía heredar su hijo, y que, de modo práctico, suponía que recibiría derechos por cualquier obra escénica con música que se presentara en Francia. La concesión de este privilegio, en el que Moliére quedaba excluido supuso el fin de la colaboración y la relación entre ambos creadores.
Nicolás Mignard. Molière en el papel de César en "La muerte de Pompeyo" de Corneille. Museo Carnavalet (París) |
Antes de la ruptura continuamos con El burgués gentilhombre. El excelente bailarín que es Luis XIV ha dejado de bailar en público, después de comprobar que sus facultades están mermando, por lo que consiente en acercarse a las nuevas comedias-ballets. Molière escribe la obra citada a la que Lully le pone música creando una sonoridad y declamación francesas que se opone a las acrobacias vocales de la ópera italiana. Además de colaborar junto al coreógrafo Pierre Beauchamp en la creación de la obra, Molière y Lully participaron en las representaciones, el primero como Jourdan, el segundo bailando. El éxito fue grandioso y el monarca concede todo el mérito al dramaturgo, quedando el compositor relegado a un simple bufón, como el personaje que interpreta, lo que origina unos celos que iniciarán la ruptura que hemos mencionado.
Continuando con las salidas del quinto acto de El burgués gentilhombre, nos acercamos en la siguiente música a la tercera de las salidas, en la que aparecen los seis españoles. Estos cantan y bailan en distintas agrupaciones, muy en el estilo de farsa y de la Commedia dell'Arte y en el original en nuestro idioma, de la misma forma que en la siguiente salida lo harán los italianos en su propio idioma.
Esta Entrée des Espagnoles pertenece a una producción de Le bourgeois gentilhomme de 2005 de Le Poéme Harmonique dirigida por Vincent Dumestre.
Evidentemente, esto supuso que tuviera numerosos detractores. En El tartufo, por ejemplo, la propia reina madre quedó escandalizada por el sentido irreverente y sacrílego que veía en la obra, organizando un rezo del rosario durante una representación que concluyó con los espectadores abandonando la sala y la prohibición de representarla por parte del monarca.
Después de mucho tiempo trabajando con Madeleine Béjart, de quien se llegó a rumorear que fue amante, contrajo nupcias con su hija Armande Béjart, veinte años más joven que él, corriéndose la especie de que era un matrimonio incestuoso. El propio Luis XIV tuvo que salir en su defensa apadrinando a su primer hijo, François, que murió poco después.
La última de las comedias-ballets de Molière fue Le malade imaginaire (El enfermo imaginario) con música de Marc-Antoine Charpentier -a quien conocemos de modo especial por ser parte de su Te Deum la melodía de la red de Eurovisión- y la coreografía del habitual Pierre Beauchamp.
Dividida en tres actos, cuenta la historia de Argan, un hipocondriaco rodeado continuamente de médicos y medicamentos, aunque también pretende casar a su hija Angélica con el hijo del doctor Diaforus, uno de los médicos que le atienden, pese a que ella está enamorada de Cleonte. También aparece el personaje de Bélisa, la segunda esposa de Argan, a quien no ama y que se mantiene junto a él buscando su herencia.
Todo esto provoca distintos enredos de los que es testigo Argan cuando finge que está enfermo. En la parte final de la obra aparece Antoinette, una sirvienta que se hace pasar por médico que se gana la confianza del enfermo.
Cuando Argan finge su muerte, Bélisa intensa apoderarse del dinero que le corresponde en la herencia, mientras Angélica se muestra afectada por la pérdida de su padre. De esta forma, el protagonista descubre los verdaderos sentimientos de su familia. Tras este desenlace, en el tercer intermedio, se presenta una escena burlesca en la que los personajes hacen creer al enfermo que van a nombrarlo, a base de latinajos y expresiones inventadas, médico, ya que se ha vuelto experto en enfermedades.
El texto que nos acompaña corresponde a la decimocuarta escena del tercer acto, en que los enamorados Angélica y Cleonte se encuentran junto al que creen fallecido Argan. Más adelante entran Antoinette -aquí denominada Antonia- y Beraldo quienes lo incitarán a la ceremonia de nombramiento de doctor.
El enfermo imaginario se concibió entre Molière y Charpentier como una comedia con intermedios musicales que se intercalarían al final de cada acto, incluida la citada ceremonia de doctorado de Argan, además de un pequeño dúo entre Angélica y Cleonte.
La partitura ha estado desaparecida hasta hace unas décadas, cuando William Christie, director y alma mater de Les Arts Florissants la encontró entre los archivos de la Comédie Française y la estrenó en el Téâtre du Châtelet de París el 16 de marzo de 1990.
Podemos escuchar a continuación el Prologue - Overture de Le malade imaginaire en la versión que el propio William Christie realizó con su grupo Les Arts Florissants con la música de Marc-Antonine Charpentier en la grabación de 1990 para el sello Harmonia Mundi. Un documento sonoro histórico.
La alargada mano de Lully no se conformó con recibir los ingresos que le correspondían por la obra, sino que intrigó para que el estreno no se realizara en Versalles, sino en el Théâtre du Palais Real. Molière escribió un prólogo para leer él mismo ante el rey en la primera representación, que no llegó a pronunciar.
Estrenada el 10 de febrero de 1673, en la cuarta de las representaciones de El enfermo imaginario, Molière, que arrastraba una tuberculosis, se sintió mal, insistió en terminar su actuación y fue trasladado a su domicilio donde falleció al cabo de unas horas.
En tan grave situación, es especialmente significativo que, después del traslado se buscara con ahínco la presencia de un sacerdote más que la de un médico. El caso es que los cómicos, en general, estaban mal vistos por el estamento eclesiástico y Molière, en particular, tenía dos condicionantes que agravaban su caso: los rumores de incesto sobre su matrimonio y el hecho de haber llevado a escena algunas obras que criticaban a la Iglesia. El caso es que dos sacerdotes se negaron a dar la extremaunción al enfermo y un tercero llegó cuando este ya había fallecido. Más adelante, el propio rey hubo de intervenir ante el Arzobispo de París para que se concediera al difunto el derecho de reposar en tierra santa, si bien fue enterrado en una fosa común de noche y sin ceremonias.
Escritor y guionista de cine, Rubem Fonseca fue comisario de policía en Río de Janeiro antes de dedicarse a la literatura, en la que debutó con un libro de relatos, Los prisioneros (1963), que creó una gran expectación debido a su crudeza. En 2003 obtuvo el Premio Camôes, el más prestigioso de las letras portuguesas, entre otras distinciones.
En 2000 publicó El enfermo Molière en el recrea las últimas horas del comediante francés en la que todos los personajes son reales, salvo el anónimo marqués que narra esta historia. En esta obra, Fonseca crea la intriga de una sospecha de envenenamiento que le sirve de excusa para mostrar cómo era la corte de Luis XIV, algunos de los personajes que transitaban por ella y que tenían pública enemistad con el escritor.
Lo que nos interesa de la obra en este momento es cómo el marqué describe el momento en que Molière se siente mal en escena, comparando la actuación de esta cuarta representación con las anteriores y cómo los espectadores no notaron que quien fingía estar enfermo y muriéndose no estaba interpretando. Ficción y realidad se funden y desdibujan en la escena.
El texto que nos acompaña se inicia justo cuando se desarrolla el anterior, en el inicio de la Escena XIV del Acto III, el 17 de febrero de 1673, en su última representación, quien estaba acompañado de su esposa Armande Molière en el papel de su hija Angélica.
A comienzos del siglo XIX los restos de Molière fueron trasladados del cementerio de Saint Joseph al de Pére-Lachaise donde sirvió de reclamo para que dejara de utilizarse el antiguo camposanto en la ciudad por este que se encontraba en las afueras y no era apenas utilizado. Aún hay voces que piden que se vuelva a trasladar, esta vez al Panteón de Ilustres de París, aunque la respuesta siempre ha sido negativa, con el razonamiento de que está reservado para personajes notables fallecidos a partir del siglo XVIII.
Así, de un modo tan melodramático, terminó la vida del mayor comediante francés, un autor que revolucionó el teatro, sus temas y personajes, el trabajo de los actores y la forma de dirigirlos, además de reinventar el idioma francés al hacer que el habla de la calle entrara en el teatro clásico.
La influencia de Molière hizo que Luis XIV creara siete años después de su muerte, la Comédie Française, una institución que ha llegado hasta nuestros días y se centra en el repertorio clásico francés, con obras de nuestro protagonista, Racine o Corneille, entre otros, y que tantos grandes actores ha dado a nuestro país vecino.
Hay un superstición sobre Moliére en lo referente al color de la indumentaria que llevaba puesta en su última representación. que invita a no salir al escenario con ropas de color amarillo en nuestro país. No es cierta. En la representación del 17 de febrero de 1673, Molière iba vestido de rojo amaranto, mientras que cada país tiene su propia superstición referida al color. En Italia indican que iba de morado, mientras en Inglaterra creen que de azul.
Finalizamos este homenaje a Jean-Baptiste Poquelin, Molière alrededor del 17 de febrero de 1673, fecha de su fallecimiento, con una escena de la película Le roi danse, estrenada en España como La pasión del rey, que relata la relación entre Luis XIV y Jean-Baptiste Lully, con algunas referencias también a Molière. Basada en Lully ou le musicien du soleil de Philippe Beaussant, fue dirigida en 2000 por Gérard Corbiau.
La escena muestra una recreación de esta última representación del comediante, interpretado por Tchéky Karyo, mientras que Boris Terral realiza el rol de Lully. La comicidad de la escena, una farsa típica del autor, se va transmutando en tragedia, mientras los espectadores creen que están asistiendo a una sobreactuada interpretación. La improbable presencia de Lully en aquel momento, sirve de contrapunto cinematográfico a una relación que se había roto tiempo atrás.
Nos despedimos con una de sus frases que se refieren a su visión de la función de las obras escénicas:
El deber de la comedia es corregir a los hombres divirtiéndolos.
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- Molière, Jean-Baptista Poquelin. El burgués gentilhombre, pdf.
- Molière, Jean-Baptista Poquelin. El enfermo imaginario, Editorial Bambú, 2014.
- Fonseca, Rubem. El enfermo Molière. Grupo Editorial Norma, 2003.
- Dumestre, Vincent. Le bourgeois gentilhomme, Le Poéme Harmonique , Fondation France Telecom.
Que buen reportaje, puro arte, ademas el cuadro de JEAN-LEON me resulto familiar al conocer a este pintor del romanticismo. Fantástica publicación Miguel.
ResponderEliminarUn saludo de ANTIGÜEDADES DEL MUNDO.
Gracias, Jerónimo.
EliminarComo dices, puro arte con un lenguaje fresco y vivo, una música espectacular y unos cuadros que lo reflejaron.
Un fuerte abrazo :-j