Hay obras de arte que marcan una época, reflejando su concepción de la vida y del mundo, la visión que el autor o la sociedad tenían de ese tiempo y el pensamiento filosófico de ese periodo.
Es el caso de obras como La divina comedia que, entre innovaciones formales y estructurales por parte de Dante, refleja la concepción religiosa del medievo, la Novena sinfonía de Beethoven, que apunta a la unidad de los seres humanos, que se abrazan y agrupan en una música revolucionaria en su época.
Todas esas obras que marcan un tiempo se han convertido en clásicas y siempre tienen qué decirnos, qué aportarnos. Podemos verlas con nuevos ojos, reconocer un nuevo pensamiento cuando la abordamos en un momentos vital diferente. Son muchas las obras de cualquier especialidad del arte que cumplen estas condiciones y que nos ayudan a enriquecer nuestro pensamiento, sensaciones y formas de abordar nuestra existencia.
Entre estas obras, nos acercamos en esta publicación a uno de los cuadros más enigmáticos de todos los tiempos, llamando la atención una partitura escrita en el una parte del cuerpo más que singular de uno de los personajes que aparecen en ella.
Te propongo un paseo por el cuadro El jardín de las delicias de El Bosco, con música relacionada con una partitura escrita en el trasero de unos de los personajes. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
Aunque el lema de este blog sea Una excusa para unir la literatura y la música, en múltiples ocasiones hemos tratado otras artes como la pintura, el cine, el cómic o la escultura. En esta ocasión el protagonista es uno de los cuadros más enigmáticos, fascinantes y complejos de la historia de la pintura.
Poco se sabe de su autor, Jheronimus van Aken (1450-1516), conocido como Jheronimus Bosch o Hjeronymus Bosch o, entre nosotros, simplemente como El Bosco.
Nació y vivió en Hertogenbosch, una ciudad holandesa del ducado de Brabante, una de las más importantes de su época junto a Bruselas, Lovaina y Amberes y a la que le debe su apelativo. En su época, final del XV y comienzos del XVI se cruza el final del medievo con el incipiente Renacimiento, un tiempo en que Hertogenbosch era una activa ciudad comercial con una buena actividad agrícola y conexiones mercantiles tanto con el norte de Europa como con la península italiana. Además contaba con una interesante industria del vestido, aunque era más conocida por la construcción de órganos y la fundición de campanas.
Esta actividad económica de la ciudad estaba acompañada por una vida religiosa intensa, con un gran número de conventos y monasterios en los alrededores, un hecho que tiene su importancia en el artista y su conocimiento.
Al parecer, el apellido indica que la familia provenía de la ciudad de Aquisgrán (Aix-la-Chapelle), apareciendo la primera referencia en la ciudad de Jan van Aken, su abuelo en los libros eclesiásticos. Se conoce que tenía cinco hijos, de los cuales al menos cuatro fueron pintores, incluido Antonius van Aken, padre de nuestro protagonista.
El cuadro que nos ocupa se encuentra en el Museo del Prado de Madrid, que en su página web trata del tríptico El jardín de las delicias con gran detalle.
Se trata de un cuadro de carácter moralizante, pleno del pesimismo de la Edad Media, en el que El Bosco muestra lo efímero de los placeres que conducen al pecado. Así, el pecado es el motivo de unión de un abigarrado conjunto de imágenes de personas, personajes, animales, plantas y objetos que pueblan las distintas estancias o escenas en que se divide El jardín de las delicias.
El cuadro posee unos batientes en los que se representa la creación del mundo y que, al abrirse, nos muestra el tríptico en el que la parte central es más amplia que las laterales.
Publicado en 1973 por Walter Bosing, Hieronymus Bosch es un libro en el que el crítico de arte profundiza en las principales obras del autor brabantino. En su estudio sobre El jardín de las delicias nos habla sobre el panel central del tríptico. Citando los estudios de Dirk Bax, experto en literatura holandesa, Bosing detalla la cantidad de imágenes que aparecen en el centro del cuadro, cargadas todas de alusiones y símbolos eróticos para los contemporáneos que utilizaban dichos, canciones o expresiones para referirse a esta temática. Tres argumentos utiliza el autor del libro para desarrollar el tema principal de esta parte del cuadro.
Aunque nos centraremos en su momento en la zona del cuadro en la que se encuentra, la música que nos acompaña aparece en esta pintura, concretamente en uno de los personajes que pueblan el infierno que se representa en la tabla derecha del tríptico. Allí, en sus nalgas, tiene escrita una partitura que durante un tiempo ha intrigado a los curiosos y aficionados a la música.
Editada con uno de los programas que se utilizan para leer partituras, nos acercamos a su lectura con esta grabación denominada Hieronymus Bosch's Butt Song (Canción en el culo de El Bosco).
Poco se sabe de la vida de El Bosco puesto que no hay documentos suyos como cartas o diarios. Tan sólo se cuenta con las escasas y escuetas referencias que aparecen en los archivos municipales de su ciudad y, sobre todo, en los libros de cuentas de la Hermandad de Nuestra Señora. Ninguna información personal aparece, ni siquiera su fecha de nacimiento, hasta 1474 donde se le nombra junto a sus dos hermanos, uno de ellos, Goosen pintor, y una hermana. Unos años después -entre 147 y 1481- se casó con Aleyt Goyaerts van den Meervenne, perteneciente a una familia con una considerable fortuna.
Tiempo después aparece citado en las listas de miembros de la Hermandad de Nuestra Señora a la que estará ligado hasta su muerte. Su familia pertenecía a esta hermandad y se sabe que hacían trabajos para ella, como policromar y dorar las efigies de madera que se llevaban en andas en las procesiones y que su padre llegó a ser consejero artístico, aconsejando junto a su hijo a la sociedad cuando encargaron un retablo para la capilla.
Poco a poco van apareciendo más referencias de las relaciones que Hieronynus tuvo con la hermandad: En 1493 se le encargó una vidriera para la nueva capilla, en 1511 un crucifijo y al año siguiente un candelabro, aunque consta que por este la paga acordada fue simbólica.
La relación más evidente entre las tres partes del cuadro es el pecado, siempre desde un punto de vista medieval, pese a encontrarnos en un momento en el que se implanta el pensamiento renacentista. Desde que aparece en el Génesis con la expulsión del paraíso por culpa de la serpiente y la mujer -propio de la misoginia medieval que aún perdura en algunos ámbitos-, el pecado transita por la historia de la humanidad hasta desembocar en el castigo infernal.
No siempre ha sido bien entendida la intención de El Bosco con sus cuadros, pese a la fascinación que creó desde el primer momento en los espectadores. Durante mucho tiempo creció la idea de que sus escenas tenían la intención de divertir, en el estilo de los «grotteschi» renacentistas, un mero «inventor de monstruos y quimeras», como se escribió en 1560, medio siglo después de su muerte; o un pintor de «fantasías sorprendentes y extrañas… con frecuencia no tan placenteras, sino más bien horripilantes a la vista», según escribía el historiador de arte Carel van Mander a comienzos del XVII.
El paso del tiempo ha mostrado un sentido más profundo. Hay estudiosos que evidencian las artes medievales relacionadas con la astrología, la brujería o la alquimia. Otros, con menos seguidores, lo relacionan con algunas herejías de la época como la Hermandad del Espíritu Libre, como una forma de entender sus intrincados símbolos. Otros, en fin, lo presentan como una suerte de surrealista medieval que utilizaba el subconsciente para crear sus inquietantes imágenes.
Siguiendo a Walter Bosing en su libro sobre la obra de El Bosco nos acercamos a la descripción y análisis sobre el panel izquierdo del tríptico que representa el Paraíso.
La siguiente música presenta una nueva interpretación de la partitura del trasero, interpretada por Rubén Paniagua en su canal de YouTube Panimetal7, a partir de la transcripción que Amelia Hamrick realizó de esta partitura. Arreglado por el propio músico está tocado en un laúd de 7 órdenes. No olvidemos que esta melodía fue pintada hace algo más de cinco siglos.
Pese a la escasa información sobre El Bosco, se puede intuir que prácticamente no salió de Hertogenbosch, aunque se cree que estuvo en Utrecht en su juventud por algunos detalles de sus primeras obras y por la influencia del estilo de Flandes en su madurez.
Aparte de sus obras más conocidas como El carro de heno, la Mesa de los pecados capitales, Las tentaciones de San Antonio o La adoración de los magos, apenas hay referencias a otras obras. Fuentes del siglo XVII indican que había pinturas suyas en la Iglesia de San Juan de su localidad, que desaparecieron probablemente cuando la ciudad fue tomada en 1629 por el príncipe Federico Enrique y los holandeses tornaron el esplendor católico por la austeridad de los calvinistas
La referencia más explícita data de 1504 cuando Felipe el Hermoso, entonces Duque de Borgoña, hizo un encargo a «Jeronimus van Aken, llamado El Bosco». El encargo era un retablo sobre el Juicio Final con el cielo y el infierno en sus laterales de nueve pies de alto por once de ancho, una obra perdida del que se cree que existe un fragmento en Múnich o en otro de Viena, teorías que tienen poco fundamento.
En nuestros días hay museos y colecciones con obras que llevan el nombre de El Bosco, aunque la mayoría son copias o imitaciones de sus obras originales, aunque se le pueden atribuir una treintena de obras entre cuadros y dibujos.
La tercera parte de El jardín de las delicias situada en el panel derecho representa el Infierno. Mide 220 cm de alto por 97,5 de ancho y ahonda en el misterio de su concepción y representación. Se desconoce qué relación extraña establece El Bosco entre la música y el infierno, pero está cargado de numerosas referencias musicales, creando, en su conjunto, un universo onírico, asfixiante y cargado de numerosos tormentos demoníacos.
De nuevo nos acercamos a la obra de Walter Bosing para adentrarnos en el misterioso arcano del Infierno de El Bosco.
La última anotación relacionada con Hieronymus van Aaken aparece en el libro de cuentas de la Hermandad de Nuestra Señora que recoge que el 9 de agosto de 1516 sus amigos de la asociación asistieron a una misa de difuntos en su memoria en la iglesia de San Juan.
Finalizamos con una nueva versión de la partitura pintada en el trasero, en esta ocasión a partir de una composición de Keith Roddey quien escribe en su página de YouTube.
«Hace un par de días escuché una historia fascinante que me intrigó tanto que me sentí obligado a componer una pieza musical, música basada en una melodía medieval que fue transcrita por Amelia Hamrick, una estudiante universitaria en ese momento, de una cuadro, El jardín de las delicias, pintado hace 500 años por Hieronymus Bosch, que incluía notas musicales en las nalgas de un alma torturada en el panel del Infierno de este increíble tríptico. Algunos piensan que estas notas fueron arbitrarias, pero yo no lo creo, ya que lo que escucho es una melodía inquietantemente hermosa que evoca el tema mismo de este panel, el infierno y el sufrimiento, y encaja con las extrañas imágenes y simbolismo de este panel. El vídeo que he incluido comienza solo con la melodía que Amelia transcribió y se repite tres veces, cada vez incluyendo música que compuse y superponiendo la melodía original. El único cambio que he hecho es anotarlo en un compás 3/4 en lugar de 4/4, ya que lo que escucho es un vals macabro, un baile oscuro, triste y espeluznante.»
El vídeo de Keith Roddey presenta la melodía original transcrita por Amelia Hamrick y una serie de detalles del panel del Infierno, algunos de los cuales posiblemente hayan pasado desapercibidos a nuestra mirada.
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- Bosing, Walter. El Bosco (Basic Art). Editorial Taschen, 2015.
- Panimetal7, canal de YouTube de Rubén Paniagua.
- Keith Roddey, canal de YouTube.
Hola Miguel, gran cuadro, gran música, gran entrada como siempre, llena de curiosidades, datos enlazados y relacionados y con enlaces a magistrales composiciones. No sé cuánto tardarás en redactas una entrada así, pero te tiene que llevar tiempo, no obstante, se nota que te gusta de lo que hablas, por tanto, esto, mitigará ese tiempo empleado. Un gran trabajo.
ResponderEliminarUn abrazo. 😊
Gracias, Merche.
EliminarLa verdad es que cada publicación se lleva muchas horas de la semana en buscar información sobre un tema, encontrar, seleccionar y relacionar textos y músicas y, sobre todo, conseguir la voz y el desarrollo que me provoca ese punto de inicio. Con más pericia emplearía menos tiempo, pero, como dices, me gusta profundizar y ahondar en los temas.
Un fuerte abrazo :-)
Interesantísimo artículo, como de costumbre, Miguel Ángel. Siempre es un placer leerte y descubrir nuevas informaciones y curiosidades. Magnífico trabajo.
ResponderEliminarUn abrazo!
Muchas gracias, Antonio.
EliminarYa sabes que el placer es mutuo, disfrutando también con tu blog y todo lo que aprendo tanto de autores que no conozco, como de tus relatos.
Un fuerte abrazo :-)
Hola Miguel Angel, tu trabajo es excelente, además me encanta el Bosco, te agradezco tu dedicación para que podamos disfrutar de estas maravillas. Un abrazo
ResponderEliminarYa te sigo, así si te apetece enlazamos Blog y nos leemos. Gracias.
ResponderEliminarhttps://escritoranuriadeespinosa.blogspot.com
Gracias, Nuria.
EliminarMe alegra que nos encontremos. Ya sigo tanto tu blog como tu perfil en Bloguers.
Un fuerte abrazo :-)
Maravilloso post, Miguel.
ResponderEliminarEl jardín de las delicias es una obra impresionante. Por mucho que la observemos, parece que siempre nos perdemos algún detalle que, en la siguiente observación, vamos a descubrir porque es imposible abarcarlo todo. Y esos instrumentos musicales y esa partitura transcrita en las nalgas de una de las víctimas, sin duda no son casuales. Partiendo de ellas has sabido conjugar los contenidos de este post tan magníficamente trabajado. Felicidades.
Muchas gracias, Estrella.
EliminarLas pinturas de El Bosco son tan fascinantes y originales como enigmáticas. Ese detalle de la música escrita en el trasero es de lo más intrigante y creo que merecía el esfuerzo de sacar adelante este trabajo.
Un enorme abrazo :-)
Muy interesante y completo artículo! Saludos!
ResponderEliminarMuchas gracias, Jose.
EliminarMe alegra que te haya gustado.
Un abrazo :-)
¡Qué maravilla, Miguel! El arte pictórico es una de mis pasiones. Y, desde luego, con este artículo tan completo sobre el "Jardín de la delicias" he quedado fascinada.
ResponderEliminarQue los símbolos eróticos los compusiera inspirado en los dichos y las expresiones de jerga de la época, nos dice que no era una obra en claves difíciles de interpretar. La gente al verlos comprendía muy bien su significado. Pero que fuera una obra con música. Eso sí que ha sido un gran descubrimiento para mí. Yo he visto este cuadro y no de pasada, pero la partitura en las nalgas me había pasado desapercibida y lo mejor es que tenga composición. El vídeo de Keith Roddey donde presenta la melodía original transcrita por Amelia Hamrick me ha encantado.
Lo he disfrutado, Miguel.
Gracias por compartir un trabajazo como este.
Un fuerte abrazo!
Gracias a ti por tu comentario, Maria Pilar.
EliminarEs curioso que un cuadro tan enigmático para nosotros tuviera más sentido para sus paisanos, con su lenguaje y símbolos a su alcance, que eran quienes lo veían. La relación entre la música y el infierno sí que es más compleja aún de entender, aunque fue una noticia sobre esa partitura la abrió la curiosidad que originó esta publicación.
Un fuerte abrazo :-)