Estancias

Los héroes de Lord Byron

Hay escritores que crean obras y personajes que representan sus vidas, sus acciones y sus ideales. Son autores que parten de una vida en constante actividad, expuesta a las vicisitudes, las aventuras de la existencia, una veces a remolque de ellas, en otras ocasiones en una búsqueda desenfrenada de las mismas.
Entre estos autores encontramos a Lord Byron, el noble inglés que vivió una vida intensa rodeada de obras literarias, experiencias intensas y escándalos que lo persiguieron continuamente.
Byron murió el 19 de abril de 1824, hace dos siglos y su obra, influencia y los detalles de su intensa y alborotada vida aún continúan en el imaginario colectivo.
Te propongo acercarte a la figura de Lord Byron cuando se cumplen 200 años de su fallecimiento el 19 de abril de 1824. Nos acompañan algunos de los personajes que creó y que lo representaban y música de Verdi, Tchaikovsky, Berlioz y Adam. Si te gusta… ¡Comparte, comenta, sugiere!


George Gordon Byron nació en Londres en enero de 1788, hijo del capitán John Byron y su segunda esposa, Catherine Gordon, de familia noble aunque arruinada. Vino al mundo con el pie derecho deforme, lo que le obligó a llevar calzado ortopédico toda la vida, un hecho que intentó minimizar practicando ejercicios físicos como la natación o la carrera.
Su padre falleció en Francia cuando tenía apenas tres años, después de huir de los acreedores y abandonar a su esposa. Allí mantuvo a varias amantes y dilapidó la poca fortuna que le quedaba, dejando en la ruina a su esposa e hijo.
Vivieron con dificultades económicas hasta que el fallecimiento de su tío abuelo Lord William Byron, quinto barón Byron of Rochdale le hizo heredar el título y sus posesiones, entre ellas la abadía de Newstead en el bosque de Sherwood
Su protectora madre apenas se preocupó por su educación formal, mientras tenían una relación de amor y odio en que igual llamaba al joven «cojo bribón» o «pequeño diablo», mientras él trataba a su madre como la «viuda» o la «vieja». Aún así, el escritor siempre manifestó que su madre fue quien mejor le entendió. Cuando fue enviado al colegio, según su nuevo estatus llamaba continuamente la atención tanto por su indisciplina como por una inteligencia despierta, hasta el punto que con quince años se negó a volver al colegio.
A regañadientes ingresó en el Trinity College de Cambridge donde más que tomarse en serio los estudios, tuvo una vida alegre y disipada, estableciendo amistades intensas y duraderas. Como no estaba permitido tener perros o gatos domésticos, logró que admitieran un oso amaestrado como compañía. Allí comenzó a publicar poemas, muchos de ellos satíricos, que no encajan bien en su entorno. De esta época es su primera obra publicada, Hours of Idleness (Horas de ocio) de 1807.
En 1809 entró a formar parte de la Cámara de los Lores, mientras volvía a llevar una vida desenfadada hasta que decide emprender un viaje a Grecia.

Byron terminó de escribir El Corsario a mitad de enero de 1814 mientras estaba en casa de su hermanastra Augusta Leigh y en febrero había vendido más de 25.000 ejemplares. El éxito de público se debió a que veían en el héroe al propio Byron, además de sus propios sueños y emociones.
Este corsario y otros personajes románticos como El pirata de Walter Scott o La canción del pirata de Espronceda aparecen como seres marginados, oscuros, rebeldes y misteriosos que muestran sus emociones. Conrado es Byron, un ser solitario, de pasado oscuro, introvertido y distante con todos que muestra una existencia vacía, salvo el amor que tiene por Medora. Al leer el poema, sólo los lectores y ella conocen sus sentimientos sobre el amor y el honor, pese a su oscuro pasado.
El texto que nos acompaña, perteneciente al Canto XIV de la primera parte de la obra muestra la sensibilidad del sexto Lord Byron.


Emprendió el viaje a Grecia evitando los territorios del dominio francés acompañado de su paje John Rushton -con quien mantenía una relación sentimental- y su secretario Fletcher. Pasaron por Portugal y España -donde llegó a escribir el poema La chica de Cádiz, sobre la belleza de las españolas, para pasar por mar a Malta y después a Albania. De allí llegó a Grecia, atravesando a nado el Helesponto y llegando a Constantinopla, donde comenzó a escribir una de sus obras más populares, La peregrinación de Childe Harold.
Regresó a Inglaterra donde se inmiscuyó en la política de la mano de los liberales. Poco a poco va haciéndose famoso por sus publicaciones en las que el público ve a un joven Lord, de aspecto apolíneo, con un genio inquieto y anhelante de vivir su existencia intensa y ávidamente.
Es el tiempo en que en Alemania nace el Romanticismo de la mano de Schlégel y Novalis, un movimiento que miraba a la sociedad de la Edad Media, unos tiempos felices según ellos, que parten de la herencia latina enriquecida con las lenguas romances -de aquí el nombre- a los que añaden los elementos propios de su cultura germánica. 
Aunque Byron no se acomoda a esta etiqueta de romántico, sí lo hace al ideal del caballero que busca los ideales de la belleza, el amor o la justicia.

Robert B. McGregor, ilustración para El Corsario
El éxito de El Corsario llevó a Giuseppe Verdi a componer una ópera basada en el texto de Byron. Pero Il Corsaro acabó convirtiéndose en el mayor fracaso en la carrera del compositor italiano. Estrenada en el Teatro Grande de Trieste el 25 de octubre de 1848, la obra sólo estuvo tres días en cartel, pese a que los cantantes que la llevaron a escena eran los predilectos del autor en aquel momento.
Aún así, la ópera tiene un libreto condensado en el que el público percibe los acontecimientos que se desarrollan en distintos escenarios como si estuvieran cercanos. Verdi, consciente del valor de su obra llegó a decir: «Se debe ver Il Corsaro en perspectiva. Es una ópera de transición en la que hay ideas que más tarde desarrollaría en otras óperas.»
El argumento recoge lo principal de la obra de Byron, mostrando una ópera que es en cierto modo una de las últimas belcantistas para iniciar el periodo en que Verdi desarrolla plenamente su estilo.
El enlace que nos acompaña muestra la segunda parte de la primera escena de la ópera con Ah! Si, ben ditte, seguida del aria de Corrado Tutto parea sorridere.


La interpretación corre a cargo del tenor José Simerilla Romero como Corrado y Frank de Vincentis como Giovanni en una producción del Opera Festival Chicago en una representación que se llevó a cabo el 22 de julio de 2022. 


Persistente en su obra literaria, también era un asiduo escritor en sus diarios en los que reflejó sus pensamientos y sentimientos. Antes de darles esta continuidad, un texto escrito a bordo de la fragata Volage nos desvela estos pensamientos escritos el 22 de mayo de 1811 al regresar a su país tras su peregrinaje por el Mediterráneo oriental:

     1º. A los veintitrés lo mejor de la vida ha pasado y sus amarguras se recrudecen.
     2º. He visto a la humanidad en diferentes países y en todos ellos la encuentro igual de despreciable, en todo caso la balanza se inclina a favor de los turcos. 
     3º. Estoy asqueado.
En cuanto a mí, ni mujer...
ni esperanza crédula de un corazón que me corresponda,
ni muchacho, me agradan (cita de Horacio, Odas, IV, I)
    4º. Un hombre cojo de una pierna se encuentra en un estado de inferioridad corporal que crece con el tiempo y tendrá que hacer su vejez más desagradable e insoportable. En cualquier caso, en otra existencia espero tener dos o cuatro piernas para compensar.
     5º. Me estoy volviendo cada vez más egoísta y misántropo, algo así como «nadie me importa, no a mí, y a nadie le importo yo».
     6º. Mis asuntos en casa y en el extranjero son lo bastante deprimentes.
     7º. He saciado todos mis apetitos y muchas de mis vanidades, ay, incluso la vanidad de ser escritor.

Otra de las grandes obras de Byron es Manfred, un poema dramático que el autor calificó como drama metafísico y que escribió entre 1816 y 1817 tras el fracaso de su matrimonio con Annabella Millbanke que concluyó con un escándalo de acusaciones y un romance con su hermanastra Augusta Leigh que le obligaron a huir a Suiza.
También Manfred es también un alter ego de Byron, un ser diferente a los demás, desengañado por la inutilidad del conocimiento y atormentado por la culpabilidad, que se desarrolla en un entorno situado en un castillo en las elevadas cumbres montañosas, lejos de cualquier aspiración mundana. El previsible desenlace trágico romántico se cambia cuando un cazador lo salva cuando va a arrojarse por un precipicio y nos muestra en la siguiente escena los encantos de una vida sencilla en la cabaña del cazador.

Ilustración de Lord Byron durante su estancia en Cambridge
Manfred ha sido llevado al pentagrama en varias ocasiones. La primera de ellas por Robert Schumann en 1852 con el título de Manfred: Poema dramático con música en tres partes. Una segunda, quizás la más conocida es la Sinfonía Manfred en si menor, Op. 58 de Tchaikovsky, una obra sinfónica sin numerar, escrita entre la cuarta y quinta sinfonía del compositor ruso, que algunos intérpretes consideran su mejor obra.
Nos acompaña el Primer movimiento, catalogado como Lento lúgubre de la Sinfonía Manfred de Tchaikovsky con la Nederlands Philharmonisch Orkest dirigida por Marc Albrecht en una interpretación que se grabó en el Concertgebouw de Amsterdam el 17 de octubre de 2016. Puedes oírla mientras lees el texto del poema dramático e Byron.


El texto nos muestra la escena II del poema dramático en la que Manfred invoca a la Encantadora de los Alpes y el monólogo que sigue a la conversación entre ambos, en la que Byron muestra ese espíritu indómito, extraño y romántico.


Thomas Phillips, Lord Byron con vestido albanés (1813)

Byron fue un personaje extremo en su actitud hacia la vida. A su imagen de héroe sexual, al que inició su institutriz con nueve años y que mantuvo durante su agitada vida, hay que añadirle su ineludible pasión por la libertad y su perfil literario de inconformista y reflexivo.
Su figura y sus obras, en tanto que lord y escritor, escandalizaron y admiraron a la sociedad inglesa y, más adelante, a la europea por la fascinación romántica que generaba su vida, la ironía de algunos de sus textos y cómo en ellos reflejaba su existencia.
Más adelante volvió al exilio voluntario. Tras su primer viaje, Bruselas y Suiza acogieron sus viajes en los que intentaba olvidar a su ex-mujer Annabella Milbanke, a su medio hermana Augusta -con quien se dice que tuvo uno de sus hijos, y no de su esposo- o uno de sus amores, Caroline Lamb que hablaba de él como «mad, bad and dangerous to know» (malo, loco y peligroso de conocer).
Poco a poco su obra se torna más reflexiva, vitalista y madura, alejándose del fresco fulgor de sus primeros poemas.
En Suiza se produjo un encuentro de los más citados en la historia de la literatura del siglo XIX entre Byron, el médico John Polidori, el poeta Percy Shelley y su amante Mary Wollstonecraft, más adelante Shelley, donde surgieron obras como Frankenstein y del que se trató en el blog en 1816: El año sin verano.

Además de la ópera Il Corsaro de Verdi, hay una versión de este poema de Byron que fue llevado a los escenarios en su versión para ballet. Se trata de Le Corsaire, una obra en tres actos, cinco cuadros y un epílogo con libreto de Jules-Henri Vernoy de Saint-Georges con coreografía de Joseph Mazilier y música de Adolphe Adam que fue estrenado en 1856 en la Ópera de París.
Dos años más tarde, Marius Petipa y Jules Perrot renovaron la coreografía para su estreno en el Teatro Bolshói de Moscú, siendo esta versión la más representada.
Le Corsaire es un ballet que refleja la historia del grupo de piratas capitaneado por Conrad repleto de escenas cargadas de acción y emoción que muestran desde las luchas en los barcos hasta la danza de las esclavas, mostrando la pasión que une al protagonista y Medora con una música que evoca esa mezcla de aventura y romance.
El enlace nos muestra una escena del ballet con Ethan Stiefel como Conrad, Julie Kent como Medora y Ángel Corella como Alí en una producción del American Ballet Theater puesta en escena en Nueva York en 1999.


Byron gozó una gran popularidad en su vida, más que otros poetas contemporáneos como Wordsworth, Keats o Shelley, hasta el punto que otros poetas como de Musset, Heine, Leopardi o Espronceda, entre otros, quisieron seguir sus pasos. 
Pero esa fama también provenía de su opción por la acción frente a la escritura: «Un hombre debe hacer algo más por la humanidad que escribir versos.» Así, se involucró en luchas en las que creía profundamente, como la independencia de Grecia, a la que se sumó desde sus escritos y con su involucración en la misma, lo que le llevó a su prematura muerte con treinta y seis años. 
George Gordon Byron se unió a la lucha de un país al que consideraba un honor el mero hecho de haberlo visitado, igual que antes hizo lo propio al luchar por la liberación de Italia. Pese a sus simpatías por los turcos, optó por estar al lado de los helenos.
Tras unas fiebres a las que tres médicos no fueron capaces de curar con las sangrías y sanguijuelas que le recetaron, falleció desangrado en la ciudad griega de Missolonghi el 19 de abril de 1824.
Su muerte provocó una gran conmoción en la nación griega, hasta el punto de abandonar las celebraciones de la Pascua, pendientes de las noticias de la evolución del paciente. Una gran tormenta -no podía haber un elemento más romántico- acompañó su fallecimiento. Ese mismo día, el jefe del gobierno provisional de Grecia Occidental firmó un edicto en el que recordaba a Lord Byron como un gran benefactor y ordenaba que las oficinas públicas, los tribunales y las tiendas cerraran duran tres días en señal de duelo, suspendía las manifestaciones de diversión pública y las festividades de Pascua. Tras disparar treinta y siete salvas de cañón, se abrió un periodo de veintiún días de luto nacional. Durante años se recordó en canciones, poemas, calles y plazas su figura y en la iglesia de San Spiridone de Missolonghi se han conservado hasta hace poco reliquias, versos originales y hasta un jarro de cristal con los pulmones del escritor inglés.  

Joseph Dionysius Odevaere, Lord Byron en su lecho de muerte(1826), Groeningemuseum, Brugge, Bélgica
En cierto modo el primer gran éxito de Byron fue Childe Harold’s pilgrimage (La peregrinación de Childe Harold), un extenso poema narrativo dividido en cuatro cantos que comenzó a publicar en 1812 y lo concluyó de hacer en 1818, aunque inició una quinta parte que quedó inconclusa. 
El término Childe hacía referencia en la Edad Media en Inglaterra a los jóvenes aspirantes a caballero. Así, esta obra se presenta como una suerte de autoficción en la que el protagonista es más el propio Byron que nunca y que supuso el inicio de su controvertida leyenda. Esta épica obra romántica narra los viajes y las reflexiones que el desencantado y desilusionado protagonista realiza por distintos países. Los cantos primero y segundo narran su caminar por Portugal, España, Albania y Grecia, el tercero lo sitúa en Bélgica, la víspera de la batalla de Waterloo, Renania y los Alpes suizos, mientras el cuarto canto narra las vicisitudes y emociones que experimenta en un viaje de Venecia a Roma. En esta obra, el protagonista es más el alter ego de Byron que en ninguna otra de sus obras.
El texto que sigue a continuación pertenece al cuarto canto y nos muestra sus reflexiones al deambular desde los Alpes hasta que se acerca a la tumba de Petrarca.


Así, pese a su ajetreada vida, su capacidad para tomar decisiones trascendentales, en ocasiones altivo, en otras irónico, la figura de Byron, más que al periodo medieval al que miraba el romanticismo, semeja un ser de la mitología griega, un gigante marcado por el pathos trágico, pero trufado de exageración, altanería y sarcasmo. Cuando escribe, es simultáneamente el escritor y el protagonista, un héroe que se vuelve melancólico y escéptico.
En el paso entre el clasicismo y el romanticismo, Byron aportó a las letras inglesas, y también a las europeas, una forma de expresar la agitación interna de la personalidad que preconizará el romanticismo. Así, leer a Byron hoy en día supone acostumbrarse a los extremismos y lo original que son de tipo estilístico, satírico, erótico o épico, moviéndose entre los escenarios orientales y exóticos y la sociedad inglesa, entre la farsa y la ironía y la melancolía y la desesperación.

Ilustración de Percival Skelton para La peregrinación de Childe Harold
El famoso virtuoso violinista Nicolò Paganini poseía una viola Stradivarius y deseaba darla a conocer al público, por lo que pidió a Hector Berlioz que le compusiera un concierto en el que mostrar su habilidad con este instrumento. 
Berlioz aceptó, componiendo una obra a medias entre el concierto para viola y orquesta y la sinfonía basándose en La peregrinación de Childe Harold. Los cuatro movimientos eran lo suficientemente descriptivos: Harold en las montañas. Escenas de melancolía, de felicidad y de alegría era el título el primero; Marcha de peregrinos que cantan la plegaria de la tarde, el segundo; el tercero se denominaba Serenata de un montañés de los abruzzos para su amada, mientras que el último lo describió y tituló como Orgía de bandidos. Recuerdos de las escenas precedentes.
Pese a haber utilizado su idée fixe o leit motiv como en la Sinfonía fantástica, a Paganini no le gustó el resultado, ya que la viola no tenía el papel predominante que él deseaba. Aún así, en su estreno en 1837 tuvo un gran éxito que se fue diluyendo con el paso del tiempo.
Finaliza esta publicación sobre George Gordon, sexto Barón de Byron y los héroes en los que él mismo se representó, con un extracto de Harold en Italia de Berlioz en una grabación de octubre de 2018 con la Orchestre Revolutionnaire et Romantique dirigida por Sir John Eliot Gardiner.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:

6 comentarios:

  1. Una personalidad complicada más allá de las habladurías y una mente despierta difícil de encasillar y, por tanto, difícil de encajar en una sociedad rígida, aunque no pensemos que hemos avanzado mucho: en ciertos aspectos, seguimos en una situación parecida.
    Abrazos.
    (Lamento no venir a comentar pero está mi cuñado en el hospital y he tenido que ayudar a mi hermana con mi sobrina que es muy pequeña).

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    1. Es uno de esos personajes complejos que no encajan en la sociedad, Mercedes. Seguro que ahora tampoco lo haría. Es el tipo de autor que refleja continuamente su personalidad en sus personajes y éstos siempre son él mismo.
      Espero que mejore.
      Un fuerte abrazo :-)

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  2. Excelente artículo, que bien documentado😉 particularmente, nos ha encantado la mezcla que has hecho de su obra con su traslado a las versiones musicales. En cuanto al personaje lo has definido muy bien . Muchas gracias por compartirlo. Saludos!! 🙋‍♂️🙋‍♀️

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    1. Gracias a vosotros por el comentario.
      Lord Byron es un personaje controvertido que ha dejado huella. La fusión entre textos literarios y música es uno de los principios del blog.
      Un fuerte abrazo :-)

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  3. Últimamente estoy leyendo muchos artículos de Lord Byron. El poeta maldito, así le llamaban algunos por su personalidad, su atractivo y su vida de escándalos. Pero también ayudó a los marginados. Y pienso que volcó en sus personajes parte de él mismo. Un placer leerte cómo siempre. Un abrazo

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    1. Hola, Nuria.
      Era un personaje muy controvertido con muchos lectores y detractores y cuyos protagonistas eran siempre una proyección de sí mismo.
      Un fuerte abrazo :-)

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