expr:class='"loading" + data:blog.mobileClass'>

1816: El año sin verano

En cualquier circunstancia y ocasión nos encontramos en un momento único en nuestras existencias. Una enfermedad producida por un virus, Covid-19, ha puesto nuestro mundo en una situación extraña y particular en la que todos estamos al alcance de la enfermedad que se ha manifestado como una pandemia. Los conflictos bélicos y económicos que amenazan continuamente nuestras sociedades, los efectos de nuestra forma de vida que convergen en un cambio climático al que nos somos capaces de poner freno o las características de nuestra sociedad que hace que permanezcamos ensimismados ensimismados en nosotros mismos son manifestaciones del tiempo en que vivimos. Éstas sacuden no sólo los cimientos de la salud, las relaciones o la estabilidad de la humanidad, sino que generan un cambio en la economía mundial, con los efectos que tendrán en millones de hogares, en las costumbres y en las escalas de valores, que provocarán cambios en los próximos meses y años.

El año 1816, por otras razones diferentes, pasó a la historia como una fecha en que se produjo un situación extraña que hizo que millones de personas, menos que en la actualidad, pasaran por momentos muy difíciles. 
Por el contrario, de esta situación emergieron algunas obras de arte que surgieron frente a la adversidad. ¿Por qué no pensar que de la situación que vivimos no vamos a ser capaces de encontrar nuevas manifestaciones artísticas, nuevos valores y lazos de unión entre nosotros a partir de una situación tan adversa? 
Te propongo una aproximación al año sin verano de 1816 y cómo un grupo de artistas fueron capaces de crear obras que siguen vigentes en nuestros días. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!

Chichester canal. William Turner. 1828
Entre los papeles de Benjamin Franklin correspondientes a 1874 un periodista de la Boston Gazette encontró unas palabras que se convirtieron en premonitorias: "Probablemente exista una relación entre las temporadas de frío anormal, los años sombríos y la actividad volcánica."
Estas palabras tuvieron una especial significación entre abril de 1815 y el verano de 1816, pese a que ninguno de quienes vivieron aquella situación supieran del alcance mundial que tuvieron sus consecuencias.
Los días 5 y el 10 de abril de 1815 el volcán Tambora tuvo dos erupciones que se oyeron a más de 1.000 km de distancia. Más de 12.000 personas murieron el primer día y alrededor de 75.000 fallecieron de hambre o enfermedad en las semanas siguientes. Alrededor de 140.000 millones de toneladas de partículas microscópicas subieron hasta más allá de los 40 kilómetros de altura en la atmósfera dieron la vuelta al planeta y fueron arrastradas hasta los polos quedando suspendidas en el aire durante meses. Estas partículas apenas dejaron pasar y reflejaron la luz del sol enfriando las temperaturas de la Tierra, haciendo que se perdiera el efecto invernadero y causando estragos en el clima de todo el planeta. Fue una erupción que afectó al planeta en su totalidad.
El año siguiente 1816 se conoce entre los científicos como El año sin verano. En algunos lugares las temperaturas bajaban hasta 20º C en pocas horas y se sabe que nevó en el sur de México y Guatemala. En agosto aún quedaba hielo en ríos y lagos de Pennsilvania o Virgina y algunas cosechas, como la de avena, multiplicaron su precio por ocho. El suelo no se pudo arar en muchos lugares de Estados Unidos por encontrarse congelado, lo que provocó la falta de muchas cosechas y las hambrunas consiguientes.
En Europa, aún recuperándose de las guerras napoleónicas, se arruinaron las cosechas por las fuertes lluvias y bajas temperaturas, aumentaron abruptamente los precios del trigo y el pan y se produjeron hambrunas y epidemias que provocaron diversos saqueos y revueltas en Gran Bretaña y Francia y en Suiza el gobierno declaró la emergencia nacional.
También se conoce que en China se asoló la cosecha de arroz y en algunas provincias la hambruna hizo aumentar la deserción de los reclutas, mientras en otras provincias de clima casi tropical nevó en verano.

Lord Byron por Richard Westall. 1813
Mas los efectos de las erupciones no se produjeron de forma continua. Antes de la llegada del verano, a comienzos del año se estrenó una de las obras más conocidas del mundo de la música, El Barbero de Sevilla.
A mediados de enero de ese 1816 le proponen a Rossini que compusiera una ópera sobre la obra de Beaumarchais que ya triunfaba en los escenarios en la composición de Paisielo. Esta nueva versión tendría en contra a todos los partidarios de la primera, que no veían con buenos ojos que se volviera a tratar el tema en un título que ya triunfaba en los escenarios.
Rossini, atendiendo a su fama, dejó pasar el tiempo hasta el estreno que estaba previsto para el 20 de febrero. Con los decorados realizados, cantantes y músicos esperaban las partituras que el compositor, con toda la tranquilidad afirmó que tenía en su cabeza, pero que sólo debía transcribir en el papel. Así, dejó transcurrir el tiempo hasta pocos días antes de un estreno que resultó decepcionante, pero desde la segunda representación cosechó un éxito enorme que sigue en nuestro días.
El barítono Dmitri Hvoristovsky, desaparecido en noviembre de 2017, interpreta una de las arias más significativas de esta ópera, Largo al factotum en un concierto en directo con la Orchestre Symphonique de Montreal y la dirección de Charles Dutoit que se celebró en 1998.
Aún 1816 se mostraba amable y festivo. 


Prácticamente huyendo de Inglaterra George Gordon Bayron, que había recibido inesperadamente el título nobiliario tras el fallecimiento de su tío abuelo, quinto Lord de ese nombre, llegó a Europa evitando pasar por los dominios napoleónicos. Tras pasar por Portugal, España e Italia y rodear todo el Mediterráneo, Lord Byron, acompañado por su médico particular John Polidori y un grupo de sirvientes y animales, recaló en las inmediaciones del lago Leman en Suiza, donde alquiló por 125 luises Villa Diodati entre junio y diciembre del citado 1816.
Allí Byron confiaba en que el tiempo mejorara y poder pasar una temporada tranquila y apacible, aunque lo que se encontró fue el peor verano del milenio. Allí se encontraba con Clara Clairmont, quien había sido su amante en Inglaterra y que lo había buscado persistentemente hasta volver con él.
Una de las tardes de tormenta recibió la visita del joven poeta Percy Bysshe Shelley que deseaba conocerlo. Tras un fallido matrimonio, le acompañaba su nueva novia Mary Wollstonecraft, medio hermana de Clara Clairmont.
La visita, que iba se ser por una tarde, se convirtió en una estancia de varios días por las inclemencias del tiempo. Llovía constantemente, la tormenta no cesaba y una sombra parecía rodearlos incansablemente.
Todos estaban exaltados por conocerse y, a lo largo de tres jornadas hablaron de sus poetas admirados, los paseos de Rousseau por esas mismas orillas, de algunos personajes sombríos de Shakespeare, algunos descubrimientos como las pruebas que Galvani había realizado pasando electricidad a ancas de rana o la experiencia de Franklin para traspasar la fuerza eléctrica de los rayos al suelo con la intercesión de una cometa.
En su involuntario encierro, Byron disfrutaba asustando a sus invitados y Polidori acabó sacando una traducción francesa de Phantasmagoriana, un libro alemán de relatos sobre fantasmas. Allí, entre los fogonazos del fuego encendido y los destellos de continuos relámpagos, crearon el ambiente donde desarrollaron sus fantasías. 
Al final de una de estas veladas los asistentes se retaron para ver quién de ellos escribía el relato más terrorífico. Sólo Mary y, en cierto modo Byron, crearon los suyos, aunque no los terminaron en esos días. Pero de eso hablaremos más adelante.

Grabado de Villa Diodati
Dos obras nos acercan a este encuentro a orillas del lago Leman. Por un lado, la película de 1988 Remando al viento de Gonzalo Suárez recreó este momento con las relaciones que se establecieron entre los protagonistas y las obras que surgieron de este encuentro.
Por otra parte el libro El año del verano que nunca llegó en el que William Ospina traslada al papel el relato de la búsqueda e investigación que realizó sobre este encuentro extraordinario.


William Turner admiró las excepcionales puestas de sol de 1816 y los años posteriores que se quedaron grabadas en su retina para producir algunos de los cuadros más sugerentes de la época. El pintor inglés no sabía que se producían por la acumulación de azufre en la atmósfera, ni que existiera el volcán Tambora, pero llegó a realizar las pinturas de puestas de sol más impresionantes del romanticismo en las que reflejó los tonos del cielo de Inglaterra y sus costas que siguieron produciéndose durante varios años, mirando especialmente hacia norte, ya que en los polos se acabaron acumulando los residuos volcánicos.
Flint Castle, William Turner, 1838. Acuarela en papel
MarWollstonecraft fue la única que concluyó su relato, no en esos días, sino más adelante, aunque la idea le surgió en esos momentos. Pensando en una historia que "lograra que el lector tuviera terror de mirar a su alrededor, que le helara la sangre y acelerara el latir de su corazón" sin hallarla, una noche ideó su relato tras escuchar a su amante y al lord hablar sobre el inicio de la vida y las posibilidades de reanimación tras la muerte. Allí, escribió Mary, "ví, con los ojos cerrados, pero con una imagen clara en mi mente a un estudiante de artes maléficas inclinado sobre lo que había logrado reunir. Vi un espantoso hombre tendido y, luego, por efecto de una poderosa maquinaria, noté que daba signos de vida, que se despertaba con los torpes movimientos de un ser ni vivo ni muerto."
Mary comunicó que ya tenía la historia para su cuento de terror, aunque pensando que no ocuparía más de unas páginas, pero Shelley insistió en que la alargara. Posiblemente en agosto ya tenía Mary Wollstonecraft terminado su relato Frankenstein o el moderno Prometeo.
A su regreso a Inglaterra, con la ayuda de Shelley se publicó su novela en tres volúmenes, algo habitual en esos años, con algunas aportaciones, fundamentalmente de estilo del poeta. El éxito fue inmediato y se llegaron a realizar algunas reediciones, volviéndola a reescribir años más tarde. Así, podemos disponer de tres versiones diferentes de la novela: La original de Mary de 1817, la modificada con la ayuda de su ya esposo y la versión reescrita en 1831, todas ellas publicadas ya con su nombre de casada, Mary Shelley.


Retrato de Mary Shelley por Samuel John Stump. 1831
Frankenstein habla del interés por la creación y la destrucción de la vida, de la moralidad de la ciencia y los científicos, además del atrevimiento de la humanidad a rivalizar con el poder de Dios, de la misma manera que Prometeo arrebataba el fuego sagrado a las deidades de la antigüedad. Esos temas se convierten por la pluma de Mary Shelley en la experiencia terrorífica que ella imaginó en una noche a orillas del lago Leman.
Con el tiempo Frankenstein se ha popularizado hasta extremos de poder pensar que las películas han desbordado al libro y han hecho popular al personaje. Quizás, como ocurriera con Don Quijote, Hamlet, Sherlock Holmes, Romeo y Julieta o el mismo Drácula, este personaje se ha independizado de su libro y sus películas hasta el punto de tener una vida independiente y pasar a formar parte de nuestra cultura colectiva.
Narrado en primera persona, Frankenstein aporta una subjetividad que nos transmite la relación de terror mezclada con fascinación que a Victor le produce su criatura. Acostumbrados a ver esos monstruos cinematográficos con tornillos atravesando su cuello o sus sienes y surcado de toscas cicatrices, nos acercamos a la primera de las versiones del relato de Shelley para descubrir la sensibilidad que se esconde tras la fuerza descontrolada de la criatura. En esta página le relata a su creador sus primeros momentos.






El extraño 1816 también fue un año singular en la vida de Beethoven. Su hermano Caspar Carl falleció en noviembre del año anterior otorgando la tutoría de su hijo Karl (el único sobrino de Beethoven) a su esposa y al compositor. Éste, que no tenía buenas relaciones con su cuñada, intentó judicialmente ser el único tutor, algo que consiguió en una primera instancia. Dedicado por mucho tiempo a los trámites y cuidar la estancia de Karl en un internado en el que incluso hubo que operarlo, Beethoven tuvo uno de un periodo poco productivo en obras. 
Publicó una de las obras más enigmáticas de su producción. Enigmática por un título que ha suscitado investigaciones y controversias entre sus estudiosos por su título en el que alude a un amor inmortal. 
Así, la siguiente obra que traemos creada en 1816, aunque conste con una versión de unos años antes (An die Geliebte, WoO 140), es el ciclo de lieder An die ferne Geliebte (A la amada lejana), Opus 98. Se trata de una serie de seis lieder basados en textos de Aloys Isidor Jeitteles, un estudiante de medicina, posiblemente por encargo del compositor. La obra parece que está inspirada por esa enigmática "amada lejana", una misteriosa T. en sus escritos que podría corresponder, según los estudiosos del compositor a ToniAntonie Brentano, mujer casada con un amigo, lo que hacía imposible la relación.
En esencia, An die ferne Geliebte es el primer ciclo de lieder compuesto y una fuente de inspiración para cuantos poetas han escrito obras para ciclos. Está escrito para voz masculina con acompañamiento de piano. En el enlace que nos acompaña, con subtítulos en castellano, está interpretado por el tenor John Mark Ainsfey y Loin Burnside al piano.



El reto creativo de Villa Diodati lo llevó a cabo Mary Shelley. Byron y Polidori comenzaron un relato sobre un vampiro que servirá años después a Bram Stoker para fijar definitivamente el personaje de Drácula, mientras Percey Shelley no llegó a concluir ningún escrito tras un primer intento.
Byron desestimó su idea, por lo que no llegó a publicar nada de este encuentro, pero su médico tomó más en serio el reto. Escribió aprovechando el esbozo del lord, apuntando las bases de las historias decimonónicas y actuales sobre vampiros, con una ligera inspiración en Byron para el personaje de Lord Ruthven, también un aristócrata sediento de sangre. Quizás aquí se dejó llevar por los sentimientos encontrados hacia su protector, una mezcla de admiración y odio, ya que era tratado por él con una mezcla de compañerismo y humillación de forma poco lógica.

El vampiro fue publicado por primera vez con el subtítulo Un cuento de Byron, lo que disgustó al poeta que llegó a publicar su fragmento original como complemento de Mazeppa. El libro, aún bajo el epígrafe de Byron fue reeditado en diversas ocasiones, siendo para Goethe la mejor obra de Lord Byron
Polidori no tuvo otros éxitos aparte de El vampiro acabando con su vida a la manera de los románticos, con el suicidio, pero no con el provocado por un amor no correspondido, sino con otro más prosaico, por deudas de juego.
El texto de Polidori sirve para mostrarnos la personalidad que solemos encontrar en el arquetipo de vampiro, ese ser que vive a costa de la vida de los demás, pero no carente de cierto encanto en la seducción.






Para Franz Schubert, 1816 supuso un año en el que compuso dos sinfonías, las número 4 y 5, dos obras que se estrenaron mucho después de haber fallecido el compositor. La 4ª sinfonía, La trágica, fue estrenada en 1849, mientras la 5ª se oyó por primera vez en 1841.
Sí fue estrenado su lied Es war ein König in Thule (Érase una vez en el reino de Thule), un lied compuesto a partir de un poema de Goethe para voz de soprano y acompañamiento de piano. El escritor alemán había compuesto el poema durante un viaje hacia el castillo de Lahneck y más tarde lo volvió a utilizar en su Fausto para introducir el personaje de Gertchen y en la ópera homónima de Gounod.
La interpretación de este lied de 1816 de Schubert corre a cargo de la voz singular de la soprano Elly Ameling que transmite con veracidad la oscuridad romántica de la poesía.



Finalizamos el recorrido que hemos realizado alrededor del año 1816, con algunas de sus obras y una especial dedicación al encuentro en Villa Diodati con un poema de Lord Byron inspirado en este verano en que no hubo verano.
En un tono casi apocalíptico, escribe esta suerte de oda, quizás pensando en el último superviviente de una catástrofe tan global como la pandemia que nos aflige. 
Su titulo, que podríamos traducir por Oscuridad o Las tinieblas alude a ese sueño que parte de la ambigüedad para cernirse sobre todo y sobre todos.




Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!

Bibliografía y webgrafía consultadas:

4 comentarios:

  1. Calamadidas por las que ha pasado la humanidad. Excelente que trajeras esta recopilación hoy aquí. Me pregunto si surgirá alguna manifestación de ese calibre, surgirá alguno pos-pos-neo romanticismo? o algo así ...🐾

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Algo saldrá seguro, Rosa.
      Aún no sabemos qué, pero la creatividad hará que afloren sentimientos y manifestaciones artísticas que reflejen una situación tan dramática.
      Cuídate. Un abrazo :-)

      Eliminar
  2. Respuestas
    1. Muchas gracias por tu comentario. Me alegra que te haya gustado.
      Un saludo :-)

      Eliminar