Desde el blog Letras Prestadas te deseo un feliz año, no con objetos ni regalos materiales, sino cargado con algunas de esas cosas que sólo surgen desde nuestro interior: belleza, cercanía y sensibilidad.
Cada entrada de año supone algo más que un cambio en el calendario. Es un momento en que se alternan los deseos, las ilusiones y las fiestas teniendo a la música como elemento aglutinador.
En esta entrada te propongo un paseo por algunos textos y músicas relacionados con las celebraciones de Año Nuevo, unas más festivas, otras más escépticas y con un tono más crítico. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
Una de las constantes en las celebraciones de fin de año es el hecho de tomar bebidas alcohólicas que forman parte bien de la tradición gastronómica y cultural, bien como forma de alegrar y desinhibir la mente y el cuerpo. Además, si el beber viene acompañado con el hecho de bailar, aumentan las posibilidades de entrar más en el ambiente que se desea. Cada cual se adhiere o no a estas costumbres como desea, dentro de sus circunstancias e intereses.
Pero hay ocasiones, como ahora veremos, en que alcohol y baile son utilizados como forma de forzar voluntades de forma más o menos sutil.
En Don Giovanni, Mozart nos muestra cómo el protagonista trama organizar una fiesta en que ambos elementos, bebidas y música para bailar, son utilizados en beneficio propio. En el aria Fin ch'han dal vino (Ahora que del vino), Don Giovanni instruye a su criado y cómplice Leporello en cómo debe organizar la fiesta y los beneficios que espera obtener de ella.
La interpretación de este aria, llamada en ocasiones Champagne Aria, corre a cargo del barítono polaco Marius Kwiecien en una producción de Kasper Holten para la Royal Opera House de Londres celebrada en 2019.
Cada entrada de año supone algo más que un cambio en el calendario. Es un momento en que se alternan los deseos, las ilusiones y las fiestas teniendo a la música como elemento aglutinador.
En esta entrada te propongo un paseo por algunos textos y músicas relacionados con las celebraciones de Año Nuevo, unas más festivas, otras más escépticas y con un tono más crítico. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
Una de las constantes en las celebraciones de fin de año es el hecho de tomar bebidas alcohólicas que forman parte bien de la tradición gastronómica y cultural, bien como forma de alegrar y desinhibir la mente y el cuerpo. Además, si el beber viene acompañado con el hecho de bailar, aumentan las posibilidades de entrar más en el ambiente que se desea. Cada cual se adhiere o no a estas costumbres como desea, dentro de sus circunstancias e intereses.
Pero hay ocasiones, como ahora veremos, en que alcohol y baile son utilizados como forma de forzar voluntades de forma más o menos sutil.
En Don Giovanni, Mozart nos muestra cómo el protagonista trama organizar una fiesta en que ambos elementos, bebidas y música para bailar, son utilizados en beneficio propio. En el aria Fin ch'han dal vino (Ahora que del vino), Don Giovanni instruye a su criado y cómplice Leporello en cómo debe organizar la fiesta y los beneficios que espera obtener de ella.
La interpretación de este aria, llamada en ocasiones Champagne Aria, corre a cargo del barítono polaco Marius Kwiecien en una producción de Kasper Holten para la Royal Opera House de Londres celebrada en 2019.
Borges, que no atendía a gritos, canciones, cláxones o petardos finianuales ("La gente celebra obedientemente, como si una vez más el fin del mundo se avecinase") comenzaba un texto cada víspera para que el año nuevo le concediera más escritura.
Poco conocido por nuestro país, Juan Calzadilla es un poeta, pintor y crítico de arte venezolano.
En Ecólogo del día feriado, antología personal, Calzadilla reflexiona con escepticismo y distanciamiento en Poema de Año Nuevo sobre la celebración de esta efemérides que marcar el final y el inicio del año.
El estreno de la zarzuela Marina con música de Emilio Arrieta y libreto de Francisco Camprodón fue un fracaso, llegando apenas a las diez representaciones. Tras el éxito en su gira por provincias y la insistencia del tenor Tamberlick se decidieron a convertirla en ópera, pasando de los dos a los tres actos y con la participación en el nuevo libreto de Miguel Ramos Carrión tras el fallecimiento de Camprodón.
El estreno operístico se realizó en el Teatro Real de Madrid en 1871 con la Ortalani y Tamberlick en los papeles principales y tuvo un éxito tan apoteósico que, prácticamente no ha dejado de representarse desde entonces.
Posiblemente su número más conocido es A beber, a beber y apurar de comienzos del tercer acto, un brindis que en algunas ocasiones se ha querido convertir en el equivalente español del de La Traviata.
Ahora, sin las aviesas intenciones de Don Giovanni, dejémonos invadir por la alegría de este brindis cantado por tenor, barítono y coro. Se trata de una grabación extraída del concierto Voces para la Paz celebrado en 2007 en el Auditorio Nacional de Música con David Menéndez y Alejandro Roy como solistas y bajo la dirección de Enrique García Asensio.
El estreno operístico se realizó en el Teatro Real de Madrid en 1871 con la Ortalani y Tamberlick en los papeles principales y tuvo un éxito tan apoteósico que, prácticamente no ha dejado de representarse desde entonces.
Posiblemente su número más conocido es A beber, a beber y apurar de comienzos del tercer acto, un brindis que en algunas ocasiones se ha querido convertir en el equivalente español del de La Traviata.
Ahora, sin las aviesas intenciones de Don Giovanni, dejémonos invadir por la alegría de este brindis cantado por tenor, barítono y coro. Se trata de una grabación extraída del concierto Voces para la Paz celebrado en 2007 en el Auditorio Nacional de Música con David Menéndez y Alejandro Roy como solistas y bajo la dirección de Enrique García Asensio.
La importancia de Les fleurs du mal (Las flores del mal) ha eclipsado la obra de Charles Baudelaire. Su éxito entre los lectores, el escándalo que provocó su publicación ha hecho que el resto de su obra apenas sea conocido.
Entre los textos de Baudelaire, el escritor francés se propuso publicar una serie de cien poemas en prosa que fue escribiendo a lo largo del tiempo. De la propuesta inicial, el autor no llegó a escribir sino la mitad y sólo fueron publicados, inconclusos, tras su fallecimiento. El título con que se conocen es equívoco, ya que se publicaron inicialmente como Pequeños poemas en prosa, aunque el autor dejó dicho que prefería el título de Le spleen de Paris, por lo que en sucesivas ediciones se fueron alternando ambos títulos en el poemario.
El afán por evadirse a otros mundos por el tedio que provoca la realidad; el desarraigo y la marginalidad frente a una sociedad con la que no se identifica; la rebelión ante la maldad que le rodea o la obsesión por el paso del tiempo conforman los pensamientos que aparecen en esta colección.
En su dedicatoria, Baudelaire comienza escribiendo a su editor:
"Le mando, querido amigo, esta obrilla, de la que, sin ser injusto, nadie podría decir que no tiene pies ni cabeza, ya que, por el contrario, todo en ella es, a un tiempo, cabeza y pies, alternativa y recíprocamente."
De entre los poemas prosificados Un gracioso nos acerca a la imagen que nos provoca el contraste entre quienes de divierten de modo desenfrenado y aquellos que están en sus quehaceres. Nos recuerda esos reportajes que solemos ver en las pantallas domésticas en las noticias de días como el de comienzos de año, mientras los que se recogen se cruzan con quienes están en lo que hacen cada día.
Entre los textos de Baudelaire, el escritor francés se propuso publicar una serie de cien poemas en prosa que fue escribiendo a lo largo del tiempo. De la propuesta inicial, el autor no llegó a escribir sino la mitad y sólo fueron publicados, inconclusos, tras su fallecimiento. El título con que se conocen es equívoco, ya que se publicaron inicialmente como Pequeños poemas en prosa, aunque el autor dejó dicho que prefería el título de Le spleen de Paris, por lo que en sucesivas ediciones se fueron alternando ambos títulos en el poemario.
El afán por evadirse a otros mundos por el tedio que provoca la realidad; el desarraigo y la marginalidad frente a una sociedad con la que no se identifica; la rebelión ante la maldad que le rodea o la obsesión por el paso del tiempo conforman los pensamientos que aparecen en esta colección.
En su dedicatoria, Baudelaire comienza escribiendo a su editor:
"Le mando, querido amigo, esta obrilla, de la que, sin ser injusto, nadie podría decir que no tiene pies ni cabeza, ya que, por el contrario, todo en ella es, a un tiempo, cabeza y pies, alternativa y recíprocamente."
De entre los poemas prosificados Un gracioso nos acerca a la imagen que nos provoca el contraste entre quienes de divierten de modo desenfrenado y aquellos que están en sus quehaceres. Nos recuerda esos reportajes que solemos ver en las pantallas domésticas en las noticias de días como el de comienzos de año, mientras los que se recogen se cruzan con quienes están en lo que hacen cada día.
Terminamos con un guiño y un homenaje. El guiño se dirige hacia el concierto más seguido de cada año, Das Neujahrskonzert (El Concierto de Año Nuevo) con que la Filarmónica de Viena nos da la bienvenida al año.
El homenaje nos acerca a la figura de Mariss Jansons, el director letón recientemente fallecido a quien Sir Simon Rattle consideraba el mejor de todos nosotros.
Unimos de esta forma el cambio de año con un recuerdo de este concierto y quien lo dirigió en 2012. Como es habitual en este blog, la música tiene un componente vocal, en esta ocasión a cargo del Vienna Boy's Choir (Coro de los niños cantores de Viena) que interpreta Feuersfest (A prueba de fuego) Polka francesa Op. 269 de Johann Strauss hijo. Con este sentido del humor que se prodiga en ocasiones en este concierto, Jansons cambia la batuta por martillos y yunques.
No olvides que desde esta publicación te deseo un feliz año, no con objetos ni regalos materiales, sino con algunas de esas cosas que sólo surgen desde nuestro interior: belleza, cercanía y sensibilidad.
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Me hace gracia sacarse una entrada de darle al frasco en épocas festivas, o cuál es la diferencia entre un día y otro, o la gran definición de Baudelaire... Pero si a uno de los míos le encanta la navidad y es especial para él/la, yo seré más navideño que los mazapanes, los villancicos y el turrón, quizás dentro de todo lo que envuelve estas fiestas, deberíamos quedarnos que para algunos son fechas de alegría y eclosión del amor familiar y dentro de lo que cabe, eso bueno que te llevas. Feliz año Miguel Ángel, para ti y los tuyos...
ResponderEliminarAsí debe ser, Eduardo.
EliminarSon fiestas familiares, de unión y alegría y como tal las celebramos. Quizás de las tres celebraciones de estos días (Navidad, Año Nuevo y Reyes) esta sea la que tenga menos sentido religioso. Este año he buscado un contrapunto a los anteriores entre festejar con mayor o menor sentido. Lo importante es encontrar y vivir el significado de las fiestas como algo que sale de dentro, no como algo impuesto. Te deseo un feliz año de todo corazón para ti y los tuyos. Un fuerte abrazo :-)