En noviembre de 1910, concretamente el día 20, falleció quien está considerado uno de los mayores genios de la literatura mundial, Lev (León) Tolstói. Poseedor de una inteligencia brillante mostrada desde pequeño y un pensamiento propio, fue evolucionando a lo largo de su vida hacia posturas que lo llevaron a ser considerado una autoridad moral entre sus contemporáneos, así como una personalidad dura y ácida con quienes ostentaban el poder, acabando en sus últimos años virando hacia unas posturas radicales en su pensamiento y en su forma de obrar acorde con el mismo.
Tolstói nos ha legado algunas de las más grandes novelas que muestran el fondo del ser, no sólo de los rusos, sino que son aplicables a la mayoría de los seres humanos.
Aprovechando que se cumplen años del fallecimiento de León Tolstói, te propongo una acercamiento a sus ideas sobre el arte. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
Pocos escritores han sabido captar con más profundidad el alma humana como Tolstói. No solo la de los campesinos o nobles rusos, sino de toda persona de cualquier lugar y condición.
Lev Nikoláievich Tolstói nació hace casi doscientos años en el lugar que sería el centro de su vida, Yasnaia Poliana, un extenso territorio familiar con multitud de siervos a su cargo servicio situado al sur de Moscú. Hijo de un conde y una princesa, Lev Tolstói quedó huérfano a los nueve años, siendo criado por unos familiares que lo educaron con tutores franceses y alemanes. Esa formación distinta a la rusa, junto con sus estudios universitarios en Kazán, la más liberal de las instituciones rusas, acaban con el joven Tolstói envuelto en una vida de placeres y promiscuidad que acabará deseando redimir durante el resto de su existencia. El hecho de viajar por los principales países europeos terminó de abrir su pensamiento y querer cambiar la situación de su país comenzando por sí mismo: "Todos hablan de cambiar el mundo, pero nadie habla de cambiarse a sí mismo."
De toda su obra, aprovechando que se cumplen los ciento diez años de su fallecimiento, nos acercamos a una de sus obras menores.
Publicado en 1898, ¿Qué es el arte? es un libro con reflexiones sobre la condición del arte. Se trata de una obra que refleja el pensamiento del novelista ruso y que fue escrito durante un lapso de, al menos, quince años.
Dividido en dieciocho capítulos más otro denominado Conclusiones, Tolstói pasea su pensamiento ácido, duro y crítico con las obras artísticas de sus contemporáneos, los estilos pasados y lo que él pensaría que sería el futuro que el arte terminaría poseyendo.
Para el autor, hay una clara distinción entre el hombre común y la persona cultivada, pues defiende que el verdadero arte debe llegar a todos.
Independientemente de las ideas que Tolstói desarrolla en su libro, hay una influencia entre obras artísticas de distintas disciplinas, siendo frecuente que obras, personajes o ideas fluyan de un arte a otro. De la misma forma que la música sirvió de inspiración al escritor ruso, como es el caso de La sonata a Kreutzer, basada en la sospecha de una relación a partir de la obra homónima de Beethoven, la obra del escritor ha servido como fuente de inspiración a compositores.
Serguéi Prokófiev comenzó a gestar la idea de componer una ópera a partir de Guerra y Paz de Tolstói en 1941 cuando las tropas alemanas invadieron la URSS, en un claro paralelismo con las invasiones napoleónicas que centraron la obra del escritor. Fue una obra complicada de gestar estrenándose en versiones incompletas desde 1943 con diversos cuadros y versiones de piano o con orquesta, hasta el estreno definitivo en 1959, años después de la muerte del compositor. El libreto fue escrito por el propio compositor con la colaboración de su esposa Aliexándrovna Mendelson-Prokófieva con la intervención nada menos que de sesenta y siete personajes con una división en trece cuadros y un prólogo con una duración de más de cuatro horas, una extensión acorde con la obra original.
El enlace pertenece a una grabación de una producción realizada en Japón en 2003 con el título El Teatro Kirov en Tokyo y podemos apreciar al desaparecido barítono Dmitri Hworostovsky como el Príncipe Bolkinsky y la soprano Irina Mataeva como Nastasha Rostov, todos bajo la dirección de Valery Gergiev. La escena representa uno de los valses dentro de la trama de Woina i mir (Guerra y Paz) de Prokofiev.
Dada su condición, el pensamiento de Tolstói se refleja en ¿Qué es el arte? de forma apasionada y beligerante. Sus agresivos ataques a la música programática y, de modo especial, a la fusión de diversas disciplinas ocupan una gran parte de sus reflexiones en esta obra. Según el escritor, cada forma artística posee sus reglas internas, intransferibles y únicas que impiden que se trasvasen o se combinen con otra disciplina sin que una de ellas quede perjudicada.
El paso del tiempo ha marchado en la dirección opuesta a la manifestada por el escritor, ya que en nuestros días este intercambio entre disciplinas, la colaboración entre unas y otras en la formación de nuevas obras o espectáculos y el trasvase entre métodos y reglas forman parte de nuestro universo artístico.
Siguiendo sus reflexiones Tolstói reduce a tres los sentimientos que podemos experimentar y que podemos ver reflejados en cualquier obra de arte, realizando una distinción entre lo que denominará falso arte, aquel cuyo único objetivo es producir la belleza, en oposición al que defenderá como arte verdadero.
En sus obras, especialmente las dos más monumentales y conocidas, Anna Karenina y Guerra y Paz, Lev Tolstói hace referencia en varias ocasiones a representaciones de ópera, especialmente entre la nobleza de Moscú y San Petersburgo.
En estas ocasiones, la ópera aparece como un actor secundario, un lugar propio de las celebraciones culturales de la nobleza, y es tratada de acuerdo al pensamiento del escritor. No la tiene en buena consideración por considerarla como unión de varias artes que no se aportan entre sí.
Justo al comienzo de Anna Karenina, Stepan Oblonski despierta de un sueño en el que se canta un aria de ópera. Por las indicaciones de Tolstói todo nos lleva a pensar que se trata del aria del acto II de Don Giovanni de Mozart Il mio tesoro.
El tenor mexicano Rolando Villazón nos acompaña para evocar el inicio de esta novela con la interpretación de Il mio tesoro en una versión en concierto de la que no conocemos más detalles.
De sus ideas sobre lo que las disciplinas artísticas tienen de intransferibles en sus códigos y lenguajes deriva su rechazo a obras como la ópera, de manera especial a las de Wagner, un compositor que fusionó como ningún otro las disciplinas que concurrían para llevar a cabo una ópera: un guion poético, una música que lo complementara y se fusionara con él, unos decorados y vestuarios, así como un entramado de otras disciplinas y profesiones -maquilladores, atrezzistas, sastres, pintores...- que colaboraban en la creación de lo que el compositor alemán denominó Gesantkunswerk (Obra de arte total). Nada más contrario a las ideas sobre el arte que defendía Tolstói, que rechaza la obsesión por reproducir efectos que forman parte de otras disciplinas artísticas como juegos de luces, imitaciones de sonidos naturales o efectos sonoros.
Así, nos lleva a lo que considera el verdadero arte, una experiencia que nos conmueve independientemente del lugar o cultura de los que proceda, pese a que estos condicionantes influyan de manera más positiva cuanto más se acerquen a nuestro entorno cultural.
Continuando con Anna Karenina, Tolstói vuelve a hacer alusión a la ópera en varias ocasiones más, mostrando su falta de interés hacia la misma. En esta ocasión, en la séptima parte del libro, el escritor hace referencia a una soprano que realizó una gira por Rusia la soprano Paulina Lucca en la década de 1870, el momento en que se desarrolla la novela. De esta forma Tolstói enlaza la ficción con los acontecimientos de la época.
Uno de los papeles que más lucimiento dio a Lucca fue el de Zerlina, no en la ópera Don Giovanni, sino en Fra Diavolo de Daniel Auber, una ópera que bien pudieron ver representada los protagonistas de la novela ya que se estrenó en 1830. Evocando los primeros momentos de las grabaciones musicales, podemos escuchar un audio de Lina Pagliughi que interpreta la cavatina de Zerlina Or son sola, alfin respiro de Fra Diavolo en una grabación histórica con la Orchestra Sinfonia dell'Elar dirigida por Ugo Tansini. A esta le sigue la cavatina de Amina Come per me sereno de La sonnambula de Bellini.
Autor de obras tan fundamentales como Guerra y Paz o Anna Karenina, Lev Tolstói es uno de los referentes como novelista fundamental para el conocimiento de la cultura rusa del siglo XIX, además de ser el autor de otras como La sonata a Kreuzer, Relatos de Sebastopol, Resurrección, Los cosacos o La muerte de Iván Ilich.
Pocos autores hay que hayan tenido una vida interior tan intensa y tan cambiante como Tolstói, con una evolución intelectual que le hizo renegar de sus primeros años de vida disoluta, enfrentándose a su condición de rico hacendado como todo un personaje que podría haber vivido de las enormes ganancias obtenidas con sus tierras y los miles de siervos que tenía a su disposición. Su acercamiento a campesinos y necesitados, su enfrentamiento contra los que formaban parte de los círculos sociales en los que había nacido, su lucha por la educación de quienes nunca habían podido esperar recibir formación o la denuncia de las situaciones injustas le llevaron a ser admirado y querido por los débiles a la vez que ser repudiado por los poderosos, creando una personalidad de una gran autoridad moral, a la vez que iba renunciando a sus privilegios, despreciando sus riquezas y renegando de algunas de sus publicaciones.
Esta deriva interior le hizo tener incluso desavenencias con una esposa mucho más joven que él y que lo idolatraba, que presentía que, cuando él falleciera dejará a ella y a sus muchos hijos en una situación económica debilitada.
Su muerte estuvo rodeada por una serie de extrañas circunstancias que se pueden seguir en el artículo La insólita muerte de un genio.
El capítulo 14 de ¿Qué es el arte? lo dedica Tolstói a definir el criterio para apreciar el arte verdadero a partir de lo que él denomina como el contagio artístico.
También Anna Karenina ha sido llevada a los escenarios, además de las ocasiones en que ha sido llevada al cine o adaptada como serie de televisión.
Varias adaptaciones se han realizado para convertir la obra en ópera o ballet. David Carlson compuso una ópera sobre este texto para estrenar la Gran Opera de Florida en 2007.
Boris Eifman realizó una coreografía para la misma historia con músicas de Tchaikovsky que fue incorporando para formar un pastiche que fue estrenado en 2005 y que ha sido llevado con éxito por diversos escenarios de todo el mundo.
Otra de las versiones, en la que nos centraremos para seguir rindiendo homenaje a los ciento diez años del fallecimiento de Lev Tolstói es una partitura para ballet en dos actos de Rodión Schchedrin con un guion que adaptó Boris Lvov-Anokhin y coreografía de Margarita Pihilina y que se estrenó en 1972 en el Teatro Bolshoi dedicada a la gran bailarina Maya Plisetskaya.
La Lithuanian National Opera and Ballet Theatre llevó a cabo una serie de representaciones en noviembre de 2005 con coreografía de Alexei Ratmansky de las que nos dejaron esta grabación de Anna Karenina.
Las ideas de Tolstói recogidas en su libro sobre el arte finalizan con un capítulo dedicado a las conclusiones que recogen todos los argumentos desarrollados a lo largo de la obra, para afirmar que el arte debe contribuir a erradicar la violencia y las vejaciones, buscando provocar la unión fraterna entre todos los hombres.
No habla Tolstói con lenguaje inclusivo -no era tiempo de ello, y aunque lo fuera, no se trataba de una personalidad que se uniera a usos de lo que consideraríamos lo políticamente correcto-, utiliza continuamente el concepto de religión en un sentido muy personal, ajeno y alejado de las corrientes que podríamos denominar oficiales, aunque utilizando el término con un sentido universal.
Sus conclusiones muestran un camino que ha desarrollado durante algo menos de un centenar de páginas, apuntando a un Arte con mayúsculas, con una concepción elevada y utilitaria en la unión de la humanidad. En cada uno de nosotros se halla obtener nuestras propias conclusiones, analizar si el norte que señalaba la brújula del escritor marcaba la dirección correcta o la que ha seguido el arte tras sus reflexiones o si sus apreciaciones no encontraron eco en la dirección o, mejor, las direcciones que ha seguido el mundo artístico en el poco más de un siglo que hace que las publicó.
Se trata en definitiva de un momento para hacer una parada y una reflexión sobre qué es el arte, qué significado posee, cómo nos acompaña y de qué manera influye en nuestros pensamientos y nuestra vida, aprovechando que se cumplen los ciento diez años del fallecimiento de uno de los más grandes pensadores y escritores de todos los tiempos.
Para finalizar volvemos a las adaptaciones sobre las novelas de Lev Tolstói. En esta ocasión seguimos con una de las más recientes versiones cinematográficas, Anna Karenina dirigida por Joe Wright con Keira Knightley y Alicia Wikander.
La escena representa el vals en el que Vronsky abandona a su prometida la princesa Kitty para bailar con Anna, representando uno de los bailes de la gran sociedad y que en eta ocasión está acompañada con la música del vals de Masquerade de Aram Khachaturian.
Bibliografía y webgrafía consultadas:
- Tolstói, Lev, ¿Qué es el arte?, Editorial Maxtor, 2012.
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