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Dantesco, maquiavélico, kafkiano y otros más

Las artes no sólo nos proporcionan obras que nos acercan a la reflexión, a la belleza y a la creación de cánones o a conocer un tiempo, una cultura, una sociedad o una época. También los autores pasan a formar parte, según su importancia e influencia, en la historia de esa cultura.
Así, muchos artistas y creadores han transcendido y dejado no sólo su obra, sino también su propio nombre en el habla popular y en el vocabulario del idioma.
De esta forma, si consultamos el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española podemos hallar un ingente número de autores, obras o personajes que aparecen como términos utilizados en el lenguaje común.
Con un punto de curiosidad podemos encontrar en el diccionario entradas que nos remiten al mundo de las artes, relacionadas con creadores en términos parecidos a estos:

Shakespeariano, na:

1. adj. Perteneciente o relativo a William Shakespeare, poeta y dramaturgo inglés. La obra shakespeariana.

2. adj. Propio de William Shakespeare.

Beethoveniano, na:

1. adj. Perteneciente o relativo a Ludwig van Beethoven, músico alemán, o a su obra. Una sonata beethoveniana.

2. adj. Que tiene rasgos característicos de la obra de Beethoven. Un acorde muy beethoveniano.

Pero queremos abarcar más allá de estos términos que suelen presentar dos acepciones similares y llegar, dentro de lo posible, a escritores o músicos que tienen un significado más allá de los señalados hasta ahora en el diccionario de la R.A.E. 
Te propongo acercarte a algunos términos del diccionario relacionados con los nombres de escritores o músicos que han pasado a formar parte de nuestro vocabulario habitual, traspasando los límites y fronteras de sus obras. Si te gusta… ¡Comparte, comenta, sugiere!


Comenzamos con el primero de los términos que el Diccionario de la R.A.E. registra con un significado que muestra su uso generalizado.

Maquiavélico, ca:

1. adj. Perteneciente o relativo a Maquiavelo o al maquiavelismo.

2. adj. Partidario del maquiavelismo. Aplícase a personas. u. t. c. s. (utilícese también como sustantivo).

Es en la tercera acepción donde encontramos el término como parte del vocabulario activo con el que nos desenvolvemos:

3. adj. Astuto y engañoso

El término maquiavelismo de la segunda acepción nos lleva a otra entrada:

Maquiavelismo:

1. m. Doctrina política de Maquiavelo, escritor italiano del siglo XVI, fundada en la preeminencia de la razón de Estado sobre cualquier otra de carácter moral.

2. m. Modo de proceder con astucia, doblez y perfidia.

De esta forma, en la primera de las palabras incorporadas por un escritor a nuestro idioma nos acercamos al que posiblemente es el más desconocido de los autores.
Nicolò di Bernardo dei Machiavelli (Nicolás Maquiavelo), nació en Florencia en 1469, hijo de Bernardo y Bartolomea dei Nelli, casada en segundas nupcias. Poco se sabe de sus primeros años, salvo que la madre le acercó a la poesía, y su padre obtuvo el título de doctor en jurisprudencia, aunque no llegó a ejercer la profesión y vivió de aconsejar a amigos y parientes, llegando a poseer un modesto patrimonio, hasta el punto de que padre e hijo fueron excluidos del derecho a la ciudadanía florentina durante los primeros años de gobierno de los Médicis.
En febrero de 1498 aparece su nombre al ser candidato por los Ochenta al cargo de secretario de la Señoría, puesto que consiguió el candidato propuesto por el dominico Girolamo Savonarola. Con la caída y ejecución de este, volvió a presentarse y consiguió en junio de ese mismo año el cargo de Secretarius o Cancellarius de la Segunda Cancillería florentina.  

Con la llegada de los Médicis en 1512 volvió a perder su puesto y es en este momento de gobierno de la familia florentina hasta 1527 cuando las obras de Maquiavelo comenzaron a alcanzar más influencia, falleciendo en junio de ese año en que fueron expulsados de nuevo estos influyentes gobernantes, después de años de exilio y sin haber recuperado su cargo. Contaba cincuenta y ocho años.
Entre sus obras destacan Retrato de la corte de Francia (1510), Discursos sobre la primera década de Tito Livio, El Príncipe (1513), La mandrágora, una comedia en prosa, Del arte de la guerra, o los ocho volúmenes que ocupan La historia de Florencia.

Santi di Tito (1536-1603), Palazzo Vecchio, Florencia
En una carta de 1513, Maquiavelo cita la creación de una obra que denominó De Principatibus, una obra que no se publicó durante su vida y que el primer editor, Blado, decidió titular El príncipe en 1532. Maquiavelo reflejaba en su carta que no estaba terminada, pero trataba de unas reflexiones sobre los tipos de principados que hay, cómo se llega a ellos, como se mantienen o por qué se pierden. La obra, finalizada, al parecer, entre 1514 y 1518 estaba dedicada en principio a Giuliano de Médicis, hermano del papa León X, aunque por su prematuro fallecimiento no debió de llegar a sus manos. De esta forma, Maquiavelo cambió la dedicatoria a otro Médicis, Lorenzo el Magnífico.
Esta obra, un opúsculo en realidad, la más conocida del autor ha sido la que con más fuerza ha generado el término maquiavélico por ofrecer un tratado de filosofía política en que se da la primacía a la verdad práctica que a cualquier pensamiento ideal, además de entrar en contradicción con la doctrina de la iglesia católica sobre la ética y los principios morales. 
Pese a que el tratado no se publicó hasta cinco años después de la muerte de Maquiavelo, algunas copias manuscritas circularon por entre conocidos y asesores de gobernantes, y la influencia del pensador le llegó por obras como La mandrágora o Del arte de la guerra.
Nos acercamos al inicio del Capítulo XIX donde Maquiavelo aconseja al gobernante cómo actuar para evitar tanto el odio como el desprecio hacia ellos, mostrándose no tan maquiavélico como podríamos pensar. 


En la música es más difícil encontrar estos términos de forma generalizada, recogiendo nuestro vocabulario acepciones que hacen referencia directa a determinados músicos y/o sus obras.
Así, al buscar el término bachiano, nos encontramos con sólo dos acepciones:

Bachiano, na:

1. adj. Perteneciente o relativo a Juan Sebastián Bach, músico alemán, o a su obra. Crónica bachiana.

2. adj. Que tiene rasgos característicos de la obra de Bach. Una instrumentación muy bachiana.

Entre los aficionados a la música, especialmente a los aficionados a la música del compositor alemán, el término bachiano ha alcanzado una mayor difusión y notoriedad para referirse, tanto a su obra como a algunas piezas inspiradas en el estilo y la obra del propio compositor.

Estatua de Maquiavelo, Florencia
Posiblemente las obras más conocidas son las Bachianas brasileiras de Heitor Villa-Lobos, una serie de varias composiciones que enlazan los géneros propios de la música brasileña con las características de la música de Bach.
Conocedor gracias a su padre de la música del compositor de Eisenach, se inspiró en él como poseedor de un enorme recurso musical, un valor que sirve de intermediario entre todas las culturas, para componer sus Cinco Bachianas Brasileiras en la década de 1940.
Experto intérprete de violonchelo, Villa-Lobos compuso el Aria-Cantinela de su Bachiana Brasileira número 5 para ocho cellos y voz de soprano. Nos acompañan los cellistas de la Orquesta Sinfónica de Gothemburgo acompañados por nuestra admirada soprano Barbara Hannigan en una grabación que se realizó en el Gothenburg Concert Hall en 2016.



Continuando con nuestra mirada al Diccionario de la RAE, nos acercamos al término dantesco.  Igual que en el caso anterior, son tres las acepciones que nos presenta sobre el término, las dos primeras son habituales y comunes en otros autores.

Dantesco, ca.
1. adj. Perteneciente o relativo a Dante, poeta toscano, o a su obra. La poesía dantesca.

2. adj. Que tiene rasgos característicos de la obra de Dante. Un estilo muy dantesco.

Y es en el tercer caso en el que la acepción presenta su característica que la hace participar de esta publicación.

3. adj. Dicho especialmente de una escena, una imagen o una situación: Que causa espanto.

Imagen dantesca de un incendio en Australia
Dante fue un hombre de acción, una persona que dedicó su vida a luchar por sus creencias y principios. Tras la muerte de su musa Beatriz, con la que no llegó a cruzar palabras, contrajo matrimonio y tuvo cuatro hijos. Cinco años después de su boda, en 1295, se inscribió en el gremio de médicos y boticarios, entrando a formar parte poco después de la política municipal de su Florencia natal al convertirse en miembro del Consejo de los Ciento, para ocupar más adelante el cargo de prior, la máxima magistratura florentina. Recaló más tarde como embajador en Roma para ayudar al papa Bonifacio VIII, a quien ofreció un tratado de paz, siendo retenido por el pontífice que ayudaba a los güelfos, enemigos de los gibelinos entre los que militaba Dante. Al tomar los güelfos el poder, fue acusado de malversación de fondos y condenado a una multa económica, la expropiación de sus bienes y el exilio por diversas ciudades, falleciendo en Rávena en 1321 sin poder regresar a su tierra. Además, escribía dentro del denominado Il dolce stil nuovo (El dulce estilo nuevo) y, sobre todo, ese gran monumento que es simultáneamente la consolidación del idioma italiano, la creación de un universo literario -por el que deambulan, juzgados por el propio autor, personajes mitológicos, históricos y paisanos suyos vivos o recién fallecidos-, y sobre todo, una de las grandes obras de la literatura universal, su Divina comedia.
De Dante hemos tratado en este blog en distintas publicaciones que se pueden encontrar en el buscador de la parte superior derecha.
Nos acompaña el inicio de La Divina comedia con el Canto II del Infierno de esta Divina comedia, un lugar donde el sentido más amplio y conocido del término dantesco tiene pleno significado. Aquí, el escritor reflexiona sobre cómo escribir los que está viendo en su visita guiado por el poeta Virgilio, en una traducción de Ángel Crespo que respeta escrupulosamente los tercetos encadenados que dio notoriedad al poeta florentino.


Después de términos como mozartiano, beethoveniano, verdiano o wagneriano para referirnos a las obras o el estilo de estos compositores, el que ha tenido más difusión en el mundo de la música hace referencia a Franz Peter Schubert, no como schubertiano, sino con el término con que sus amigos denominaban a las reuniones que se realizaban alrededor de su música: Schubertiadas.
Pese a que muchos compositores han realizado veladas para presentar e interpretar sus músicas en palacios o domicilios particulares de aristócratas, nobles o artistas, pocos han tenido la relevancia e importancia que tuvieron en una vida con pocos estrenos públicos estas schubertiadas, verdaderos momentos en los que las obras del compositor vivieron su primera vida antes de ser interpretadas públicamente.


Aún hoy en día es costumbre en algunos espacios públicos celebrar schubertiadas de forma tanto periódica como esporádica.
Nos acompaña uno de los lieder más conocidos de Schubert, una sencilla canción que sirvió de inspiración a su Quinteto en Do Mayor, D. 667, Die Forelle (La trucha), por el tema de este lied del que se hacen variaciones en su cuarto movimiento.
Nos acompaña el lied Die Forelle, a partir del poema homónimo de Christian Friedrich Schubart, compuesto cuando contaba veinte años. 


La interpretación corre a cargo de la soprano Louise Adler en el concurso Cardiff Singer of the World grabado en junio de 2017.


En último lugar, en el Diccionario de la RAE encontramos también tres acepciones para el término kafkiano. Las dos primeras, en la línea habitual:

1. adj. Perteneciente o relativo a Franz Kafka, escritor checo, o a su obra. Las novelas kafkianas.

2. adj. Que tienes rasgos característicos de la obra de Kafka. Una visión del mundo muy kafkiana.

Es la tercera acepción la que nos acerca a la dimensión universal que ha alcanzado la obra del escritor checo, agregada al vocabulario habitual incluso para quienes no han leído y sólo conocen de oídas y por referencias las creaciones kafkianas.

3. adj. Dicho de una situación: Absurda, angustiosa.

Maurits Conelis Escher. Relatividad, grabado
Así, nos encontramos esta acepción basada en el autor de La metamorfosis, El proceso o El castillo, para referirnos a situaciones absurdas, complejas y laberínticas de las que los personajes intentan salir con todas sus fuerzas. Estas situaciones se dan con frecuencia en situaciones burocráticas con personajes relacionados con oficinas y gestiones administrativas o judiciales ligados a reglas intrincadas, herméticas e inaccesibles a su comprensión que finalizan en una frustración extrema.

Figura sentada, dibujo de Franz Kafka
Nos acompaña Ante la ley, un texto corto del escritor checo que fue publicado en vida del autor en el otoño de 1909 en su libro de relatos Un médico rural en la Kurt Wolff Verlag en Múnich y Leipzig con la dedicatoria «A mi padre». Más adelante este mismo relato apareció incluido en el libro que en que aparecía la novela El proceso
Un texto totalmente kafkiano en las tres acepciones del término.


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Bibliografía y webgrafía consultadas:

La música de El Jardín de las Delicias de El Bosco

Hay obras de arte que marcan una época, reflejando su concepción de la vida y del mundo, la visión que el autor o la sociedad tenían de ese tiempo y el pensamiento filosófico de ese periodo. 
Es el caso de obras como La divina comedia que, entre innovaciones formales y estructurales por parte de Dante, refleja la concepción religiosa del medievo, la Novena sinfonía de Beethoven, que apunta a la unidad de los seres humanos, que se abrazan y agrupan en una música revolucionaria en su época.
Todas esas obras que marcan un tiempo se han convertido en clásicas y siempre tienen qué decirnos, qué aportarnos. Podemos verlas con nuevos ojos, reconocer un nuevo pensamiento cuando la abordamos en un momentos vital diferente. Son muchas las obras de cualquier especialidad del arte que cumplen estas condiciones y que nos ayudan a enriquecer nuestro pensamiento, sensaciones y formas de abordar nuestra existencia.
Entre estas obras, nos acercamos en esta publicación a uno de los cuadros más enigmáticos de todos los tiempos, llamando la atención una partitura escrita en el una parte del cuerpo más que singular de uno de los personajes que aparecen en ella.
Te propongo un paseo por el cuadro El jardín de las delicias de El Bosco, con música relacionada con una partitura escrita en el trasero de unos de los personajes. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Aunque el lema de este blog sea Una excusa para unir la literatura y la música, en múltiples ocasiones hemos tratado otras artes como la pintura, el cine, el cómic o la escultura. En esta ocasión el protagonista es uno de los cuadros más enigmáticos, fascinantes y complejos de la historia de la pintura.
Poco se sabe de su autor, Jheronimus van Aken (1450-1516), conocido como Jheronimus Bosch o Hjeronymus Bosch o, entre nosotros, simplemente como El Bosco
Nació y vivió en Hertogenbosch, una ciudad holandesa del ducado de Brabante, una de las más importantes de su época junto a Bruselas, Lovaina y Amberes y a la que le debe su apelativo. En su época, final del XV y comienzos del XVI se cruza el final del medievo con el incipiente Renacimiento, un tiempo en que Hertogenbosch era una activa ciudad comercial con una buena actividad agrícola y conexiones mercantiles tanto con el norte de Europa como con la península italiana. Además contaba con una interesante industria del vestido, aunque era más conocida por la construcción de órganos y la fundición de campanas.
Esta actividad económica de la ciudad estaba acompañada por una vida religiosa intensa, con un gran número de conventos y monasterios en los alrededores, un hecho que tiene su importancia en el artista y su conocimiento.
Al parecer, el apellido indica que la familia provenía de la ciudad de Aquisgrán (Aix-la-Chapelle), apareciendo la primera referencia en la ciudad de Jan van Aken, su abuelo en los libros eclesiásticos. Se conoce que tenía cinco hijos, de los cuales al menos cuatro fueron pintores, incluido Antonius van Aken, padre de nuestro protagonista.


El cuadro que nos ocupa se encuentra en el Museo del Prado de Madrid, que en su página web trata del tríptico El jardín de las delicias con gran detalle.
Se trata de un cuadro de carácter moralizante, pleno del pesimismo de la Edad Media, en el que El Bosco muestra lo efímero de los placeres que conducen al pecado. Así, el pecado es el motivo de unión de un abigarrado conjunto de imágenes de personas, personajes, animales, plantas y objetos que pueblan las distintas estancias o escenas en que se divide El jardín de las delicias.
El cuadro posee unos batientes en los que se representa la creación del mundo y que, al abrirse, nos muestra el tríptico en el que la parte central es más amplia que las laterales. 
Publicado en 1973 por Walter Bosing, Hieronymus Bosch es un libro en el que el crítico de arte profundiza en las principales obras del autor brabantino. En su estudio sobre El jardín de las delicias nos habla sobre el panel central del tríptico. Citando los estudios de Dirk Bax, experto en literatura holandesa, Bosing detalla la cantidad de imágenes que aparecen en el centro del cuadro, cargadas todas de alusiones y símbolos eróticos para los contemporáneos que utilizaban dichos, canciones o expresiones para referirse a esta temática. Tres argumentos utiliza el autor del libro para desarrollar el tema principal de esta parte del cuadro.


Aunque nos centraremos en su momento en la zona del cuadro en la que se encuentra, la música que nos acompaña aparece en esta pintura, concretamente en uno de los personajes que pueblan el infierno que se representa en la tabla derecha del tríptico. Allí, en sus nalgas, tiene escrita una partitura que durante un tiempo ha intrigado a los curiosos y aficionados a la música.
Editada con uno de los programas que se utilizan para leer partituras, nos acercamos a su lectura con esta grabación denominada Hieronymus Bosch's Butt Song (Canción en el culo de El Bosco).


Poco se sabe de la vida de El Bosco puesto que no hay documentos suyos como cartas o diarios. Tan sólo se cuenta con las escasas y escuetas referencias que aparecen en los archivos municipales de su ciudad y, sobre todo, en los libros de cuentas de la Hermandad de Nuestra Señora. Ninguna información personal aparece, ni siquiera su fecha de nacimiento, hasta 1474 donde se le nombra junto a sus dos hermanos, uno de ellos, Goosen pintor, y una hermana. Unos años después -entre 147 y 1481- se casó con Aleyt Goyaerts van den Meervenne, perteneciente a una familia con una considerable fortuna.
Tiempo después aparece citado en las listas de miembros de la Hermandad de Nuestra Señora a la que estará ligado hasta su muerte. Su familia pertenecía a esta hermandad y se sabe que hacían trabajos para ella, como policromar y dorar las efigies de madera que se llevaban en andas en las procesiones y que su padre llegó a ser consejero artístico, aconsejando junto a su hijo a la sociedad cuando encargaron un retablo para la capilla.
Poco a poco van apareciendo más referencias de las relaciones que Hieronynus tuvo con la hermandad: En 1493 se le encargó una vidriera para la nueva capilla, en 1511 un crucifijo y al año siguiente un candelabro, aunque consta que por este la paga acordada fue simbólica.


La relación más evidente entre las tres partes del cuadro es el pecado, siempre desde un punto de vista medieval, pese a encontrarnos en un momento en el que se implanta el pensamiento renacentista. Desde que aparece en el Génesis con la expulsión del paraíso por culpa de la serpiente y la mujer -propio de la misoginia medieval que aún perdura en algunos ámbitos-, el pecado transita por la historia de la humanidad hasta desembocar en el castigo infernal.
No siempre ha sido bien entendida la intención de El Bosco con sus cuadros, pese a la fascinación que creó desde el primer momento en los espectadores. Durante mucho tiempo creció la idea de que sus escenas tenían la intención de divertir, en el estilo de los «grotteschi» renacentistas, un mero «inventor de monstruos y quimeras», como se escribió en 1560, medio siglo después de su muerte; o un pintor de «fantasías sorprendentes y extrañas… con frecuencia no tan placenteras, sino más bien horripilantes a la vista», según escribía el historiador de arte Carel van Mander a comienzos del XVII.
El paso del tiempo ha mostrado un sentido más profundo. Hay estudiosos que evidencian las artes medievales relacionadas con la astrología, la brujería o la alquimia. Otros, con menos seguidores, lo relacionan con algunas herejías de la época como la Hermandad del Espíritu Libre, como una forma de entender sus intrincados símbolos. Otros, en fin, lo presentan como una suerte de surrealista medieval que utilizaba el subconsciente para crear sus inquietantes imágenes.
Siguiendo a Walter Bosing en su libro sobre la obra de El Bosco nos acercamos a la descripción y análisis sobre el panel izquierdo del tríptico que representa el Paraíso.

La siguiente música presenta una nueva interpretación de la partitura del trasero, interpretada por Rubén Paniagua en su canal de YouTube Panimetal7, a partir de la transcripción que Amelia Hamrick realizó de esta partitura. Arreglado por el propio músico está tocado en un laúd de 7 órdenes. No olvidemos que esta melodía fue pintada hace algo más de cinco siglos.


Pese a la escasa información sobre El Bosco, se puede intuir que prácticamente no salió de Hertogenbosch, aunque se cree que estuvo en Utrecht en su juventud por algunos detalles de sus primeras obras y por la influencia del estilo de Flandes en su madurez.
Aparte de sus obras más conocidas como El carro de heno, la Mesa de los pecados capitales, Las tentaciones de San Antonio o La adoración de los magos, apenas hay referencias a otras obras. Fuentes del siglo XVII indican que había pinturas suyas en la Iglesia de San Juan de su localidad, que desaparecieron probablemente cuando la ciudad fue tomada en 1629 por el príncipe Federico Enrique y los holandeses tornaron el esplendor católico por la austeridad de los calvinistas 
La referencia más explícita data de 1504 cuando Felipe el Hermoso, entonces Duque de Borgoña, hizo un encargo a «Jeronimus van Aken, llamado El Bosco». El encargo era un retablo sobre el Juicio Final con el cielo y el infierno en sus laterales de nueve pies de alto por once de ancho, una obra perdida del que se cree que existe un fragmento en Múnich o en otro de Viena, teorías que tienen poco fundamento.
En nuestros días hay museos y colecciones con obras que llevan el nombre de El Bosco, aunque la mayoría son copias o imitaciones de sus obras originales, aunque se le pueden atribuir una treintena de obras entre cuadros y dibujos.


La tercera parte de El jardín de las delicias situada en el panel derecho representa el Infierno. Mide 220 cm de alto por 97,5 de ancho y ahonda en el misterio de su concepción y representación. Se desconoce qué relación extraña establece El Bosco entre la música y el infierno, pero está cargado de numerosas referencias musicales, creando, en su conjunto, un universo onírico, asfixiante y cargado de numerosos tormentos demoníacos. 
De nuevo nos acercamos a la obra de Walter Bosing para adentrarnos en el misterioso arcano del Infierno de El Bosco.


La última anotación relacionada con Hieronymus van Aaken aparece en el libro de cuentas de la Hermandad de Nuestra Señora que recoge que el 9 de agosto de 1516 sus amigos de la asociación asistieron a una misa de difuntos en su memoria en la iglesia de San Juan. 


Finalizamos con una nueva versión de la partitura pintada en el trasero, en esta ocasión a partir de una composición de Keith Roddey quien escribe en su página de YouTube

«Hace un par de días escuché una historia fascinante que me intrigó tanto que me sentí obligado a componer una pieza musical, música basada en una melodía medieval que fue transcrita por Amelia Hamrick, una estudiante universitaria en ese momento, de una cuadro, El jardín de las delicias, pintado hace 500 años por Hieronymus Bosch, que incluía notas musicales en las nalgas de un alma torturada en el panel del Infierno de este increíble tríptico. Algunos piensan que estas notas fueron arbitrarias, pero yo no lo creo, ya que lo que escucho es una melodía inquietantemente hermosa que evoca el tema mismo de este panel, el infierno y el sufrimiento, y encaja con las extrañas imágenes y simbolismo de este panel. El vídeo que he incluido comienza solo con la melodía que Amelia transcribió y se repite tres veces, cada vez incluyendo música que compuse y superponiendo la melodía original. El único cambio que he hecho es anotarlo en un compás 3/4 en lugar de 4/4, ya que lo que escucho es un vals macabro, un baile oscuro, triste y espeluznante.»

Autorretrato de El Bosco


El vídeo de Keith Roddey presenta la melodía original transcrita por Amelia Hamrick y una serie de detalles del panel del Infierno, algunos de los cuales posiblemente hayan pasado desapercibidos a nuestra mirada. 

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Bibliografía y webgrafía consultadas:

100 años de Italo Calvino

Hay autores cuyos trabajos surcan un nuevo camino, indagan en la realidad que atraviesan y marcan el tiempo en que viven, creando obras que les dan un sentido y significado. Son creadores que no transitan por los caminos fáciles, abiertos y trillados por otros, sino que se sumergen en senderos inexplorados, no por esnobismo o el mero hecho de hacerlo, sino por compromiso con la realidad.
Es el caso de Italo Calvino, un escritor del que se cumplen en fechas cercanas su fallecimiento, ocurrido el 19 de septiembre de 1985, y su nacimiento, el 15 de octubre de 1923, cumpliéndose el centenario de su llegada al mundo en el año en que se publica esta entrada.
Uno de los estudiosos de su obra, el filólogo Carlo Ossola muestra su importancia: «Calvino es nuestro clásico del siglo XX por su capacidad de eliminar lo no esencial, todo lo pasajero, para obtener el don supremo del arte, la transparencia. Su obra es una interpretación total del mundo, de lo visible y de lo invisible, de lo posible y de lo probable.»
Aprovechando que se cumplen años de su fallecimiento y el centenario de su nacimiento, te invito a acercarte a algunos textos de Italo Calvino y algunas músicas inspiradas en su obra. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Italo Giovanni Calvino Mameli nació el 15 de octubre de 1923 en Santiago de las Vegas, una localidad cercana a La Habana en Cuba, debido al trabajo de su padre como agrónomo, regresando la familia a Italia dos años más tarde.
En la II Guerra Mundial luchó contra los alemanes en las Brigadas Partisanas Garibaldi. Durante aquellos años se licenció en Literatura en la Universidad de Turín en 1941 con una tesis sobre Joseph Conrad, un escritor por el que sentía una profunda admiración.
Finalizada la guerra comenzó a trabajar en tareas editoriales, publicando su primera novela El sendero de los nidos de la araña en 1947, una obra que fue catalogada como neorrealista. En este sentido el propio Calvino llegó a afirmar.  «No creo que haya habido una poética consciente y teórica del neorrealismo. Existió una atmósfera de redescubrimiento de la realidad italiana. Hoy creo que lo que cuenta es la literatura de la verdad, decir cosas auténticas, tratar de entrar en la experiencia de cada uno, tratar de inventar, no de hacer novelas con tesis.»


En la década de los 50 del pasado siglo publicó la trilogía Nuestros antepasados formada por El vizconde demediado (1952), El barón rampante (1957) y El caballero inexistente (1959).
De estas tres fábulas noveladas, El barón rampante es la más lograda tanto por su mayor extensión como por su complejidad y significado. Cósimo, el protagonista deja de ser un esquema y un símbolo para convertirse en un personaje complejo y con entidad a cuyo alrededor va creciendo un universo fascinante y congruente.
El propio Calvino surgió como concreción de su tema narrativo: «Una persona se fija voluntariamente una regla difícil y la sigue hasta sus últimas consecuencias, ya que sin ella no sería el mismo, ni para los otros ni para sí mismo.»
A los 12 años, Cósimo Piovasco, barón de Rondò se subió a una encina del jardín de su casa como forma de rebelarse contra la tiranía familiar. Ese mismo día, 15 de junio de 1767, encontró a la hija de los marqueses de Ondariva a quien anunció su resolución de no bajar nunca de los árboles.
Este empeño no es sólo testarudez ni terquedad, puesto que no se desentiende del mundo que se haya bajo sus pies, ni supone una huida de las relaciones humanas. Aunque se niegue a caminar por tierra, no es un misántropo, sino que busca el bienestar de los demás, insiste en participar en aspectos como el progreso de los métodos de administración, la política e incluso la vida gentil y galante. Así, hasta sus últimos días, Cósimo permanece fiel a su resolución, participando en la Revolución francesa y las invasiones napoleónicas sin abandonar nunca esa condición que le permite estar al mismo tiempo fuera y dentro de las situaciones.
Es posible que esta parábola del personaje encaramado sea la respuesta que Calvino mostró a su salida del Partido Comunista Italiano tras la invasión de Hungría y la acusación que vertieron sobre él de abandonar sus obligaciones de intelectual.
El texto que nos acompaña nos muestra de qué forma se gestó la idea de Cósimo de encaramarse a los árboles, una idea irracional que fue tomando forma al verbalizarla a su vecina.



Nos acompaña un enlace basado en una de las obras de Italo Calvino de las que trataremos a continuación: Las ciudades invisibles. Basado en una de las series Las ciudades y el deseo, se trata de una realización audiovisual de Ayelén Rodríguez con la música The Decount session de Yann Tiersen en el que desarrolla la idea y la génesis de la ciudad de Zobeida.


En su constante evolución Calvino transitó del realismo y el género fantástico hasta la descripción de la realidad, se interesó por los escritores clásicos sobre los que escribió y valoró sus obras, recopiló y reinventó cuentos, narraciones y fábulas enraizadas con la cultura tanto italiana como de otras culturas, y reflexionó y aconsejó -como en sus últimos escritos- sobre el futuro.
Para él, y en el fondo también para nosotros, los clásicos son esos libros que nunca terminan de decir lo que tienen que decir, que, según sus palabras «cuanto más cree uno conocerlos de oídas, tanto más nuevos, inesperados, inéditos resultan al leerlos de verdad (...) Es clásico aquel que no puede serte indiferente y que te sirve para definirte a ti mismo en relación y quizás en contraste con él.»

Tras la trilogía Nuestros antepasados, el escritor italiano publicó Las cosmicómicas (1965), Tiempo cero (1967), Las ciudades invisibles (1972) y Si una noche de invierno un viajero (1979) en los que muestra su mezcla de fantasía, curiosidad y especulación filosófica de una forma original.
En Las ciudades invisibles, a la que dedicamos en este blog la publicación Las ciudades errantes, Italo Calvino muestra cómo Marco Polo le cuenta al emperador de los mongoles y chinos Kublai Khan, la existencia de ciudades imaginarias, como si de una suerte de nuevo Scheherezade se tratara. 
No trata de ciudades reales ni reconocibles, sino inventadas, cada una de ellas con un nombre de mujer que conforman unos razonamientos sobre la ciudad moderna y los motivos que llevaron a los hombre a vivir en ellas. Según confiesa el autor, este libro nació lentamente, a intervalos irregulares, como poemas según diversas inspiraciones que fue guardando en diversas carpetas. En algunos momentos escribía sobre ciudades tristes, en otros, alegres, en épocas comparaba la ciudad con el cielo estrellado, en otras, por las basuras de sus alrededores, hasta el punto de convertirse en imágenes continuas que surgían de sus estados de ánimo, sus reflexiones, de sus lecturas, las exposiciones que visitaba o las charlas con sus amigos.


Así, acabó de conformar un libro en que las ciudades se dividen en once categorías: Las ciudades continuas, escondidas, sutiles, las ciudades y el cielo, y el deseo, y el nombre, y la memoria, y los intercambios, y los muertos, y los ojos y los signos. Estas categorías se hayan divididas en capítulos breves que sirven de punto de partida para reflexionar sobre cualquier ciudad o sobre la ciudad en general. Así, Calvino crea un espacio donde el lector ha de entrar, deambular, perderse y buscar una salida que le proporcione una utilidad.
En el Capítulo V nos acercamos a la tercera de las que pertenecen al apartado Las ciudades y los ojos, Baucis, una ciudad a la que el viajero no consigue ver cuando llega.
Presento una versión bilingüe en el original italiano y español con una doble finalidad: La primera, poder apreciar el rico lenguaje poético y sonoro que Italo Calvino despliega en su corto capítulo. Disfrutar de la sonoridad de su idioma y encontrar hallazgos como, por ejemplo, el nombre como se denominan los flamencos en su idioma es enriquecedor.


El segundo motivo de la versión bilingüe es por la música y las imágenes que acompañan a este texto y que puedes leer mientras las ves y escuchas.
Se trata de la pieza Baucci e La città invisivil compuesta por el argentino Walter Frandjie para la película The fall de Tarsen Singh e interpretada por Claudia Llovel. La interpretación recoge palabra por palabra el texto casi íntegro del capitulo -faltan algunas frases o palabras de ellas- en el que se puede apreciar la riqueza expresiva, la prosa poética de Calvino y la exquisita interpretación de la cantante.


Además de estas vertientes, Italo Calvino fue también un recopilador de cuentos y fábulas, además de un exquisito escritor de relatos breves. Quizás lo más fácil en esta publicación hubiera sido aprovechar uno de sus libros como Si una noche de invierno, un viajero, un libro en el que escribe sobre libros ficticios. Un lector y una lectora, los protagonistas, intentan leer un libro que, por diversas causas, nunca terminarán de leer, adentrándose en otros libros. Una obra sobre el placer de leer y que comienza de una forma singular que nos atrae y conforta a los lectores empedernidos:

Así, nos centramos por último en esa faceta suya de recopilador de relatos populares y cuentista, un verdadero experto en los relatos breves en los que deja relucir su inteligencia, sentido de la observación y del humor para crear verdaderas obras maestras. 
Publicado originalmente en italiano con el título Prima che tu dica «Pronto» (Antes de que respondas, 1991), a propuesta de su hija Esther y de Aurora Bernárdez, en nuestro idioma y en las siguientes ediciones se llamó La gran bonanza de las Antillas, tomando el título de uno de los relatos que lo componen. Se trata de una recopilación póstuma de esos relatos inéditos que se quedaron en cajones y nunca vieron la luz.


Esta colección muestra la enorme ironía con que Calvino refleja hechos cotidianos, el sentido del humos con el que representa lo absurdo del poder o la ingente fantasía que surge al observar un lugar, una situación, o un objeto. 
El relato que nos acompaña, La oveja negra fue sacado de un manuscrito fechado por el escritor el 30 de julio de 1944. Se trata de una fábula en una sociedad en la que absolutamente todos sus habitantes eran ladrones, eran conscientes de que lo eran y sabían que no podían esperar otra cosa de los demás y de sí mismos. Todos se sentían bien y felices en aquella situación. En un momento, aparece un hombre honrado que decide no robar, rompiendo ese equilibrio en la sociedad con consecuencias incalculables.


La música con la que nos despedimos también está basada en Las ciudades invisibles. Se trata de un homenaje al escritor italiano en formato de video clip de Hugo Burel editado con la pieza musical Wandring e imágenes a partir de diversos textos de estas ciudades inexistentes que, si buscamos, podemos encontrar en todas.

Como veíamos al inicio, la obra de Italo Calvino conforma una interpretación total del mundo, de todo lo visible y lo invisible, de todo lo posible y también de todo lo probable.

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Bibliografía y webgrafía consultadas: