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Sobre la tesis de Nancy

El lenguaje es el medio más perfecto que tenemos para comunicarnos. Más allá de gestos corporales, gruñidos o sonidos onomatopéyicos, el lenguaje nos permite transmitir una serie de conocimientos e información, además de sentimientos, emociones o deseos.
Indudablemente es gracias al uso del lenguaje que la humanidad ha llegado hasta el grado de desarrollo en que nos encontramos. El conocimiento transmitido por los libros en temas relacionados con las ciencias, el pensamiento o el aprendizaje, las obras literarias que se centran en los mapas que desvelan nuestro rico mundo interior muestran la importancia del lenguaje. También lo pretende la forma en que el diálogo nos acerca a otras personas, a expresar, intercambiar y enriquecer nuestras ideas, opiniones y pensamientos para conseguir avanzar en la construcción de objetivos comunes.
Desde los grandes ideales hasta las relaciones interpersonales entre quienes apenas se conocen, el lenguaje es una de los elementos más poderosos dentro de nuestras relaciones.
Pero este lenguaje no siempre nos ayuda a unir y avanzar. La enorme diversidad de idiomas que tenemos en nuestro planeta, fruto de la comunicación y creación de diversas culturas, dificulta la comunicación por su propio desconocimiento. La expresión de ideas distintas e incluso antagónicas lleva en ocasiones a acabar en la descalificación y el insulto.
Pero hay ocasiones en que lo que se producen son confusiones cuando se trata de iniciarse en el conocimiento de un nuevo idioma. Mezclados con las frases hechas, la idiosincrasia de cada cultura, las expresiones y giros coloquiales más o menos locales hacen que se creen situaciones en que no siempre se entiende o se expresa lo que realmente se desea. En determinados momentos llevan a una situación de apuro, en otros, a momentos que se transforman en anécdotas simpáticas para recordar.
Te propongo un paseo por textos y músicas que recogen situaciones confusas relacionadas con el desconocimiento de un idioma, sus expresiones y usos. Nos acompaña La tesis de Nancy de Ramón J. Sender y músicas de Les Luthiers y Orlando di Lasso. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Ramón José Sender Garcés (Chalanera, Huesca, 1901 - San Diego, California, 1982) comenzó a interesarse por la literatura en su adolescencia llegando a escribir artículos y cuentos para periódicos como El imparcial, España Nueva o La Tribuna. No llegó a finalizar sus estudios de Filosofía y Letras en Madrid, al decidir instruirse por su cuenta en las bibliotecas madrileñas, además de interesarse por temas políticos, realizando actividades revolucionarias con grupos anarquistas de la clase obrera, antes de que su familia decidiera su regreso a Huesca
Con veintiún años ingresó en el ejército donde fue a la Guerra de Marruecos, a cuyo regreso ingresó en el diario El Sol como redactor y corrector. En esa época publicó Imán (1930), sobre la citada guerra, su primera novela que fue traducida a diversos idiomas, mientras continuaba con su militancia política y social, colaborando con La Libertad y Solidaridad Obrera, una faceta que le llevó a la Cárcel Modelo durante un tiempo.
Así, sus primeras reflejan su testimonio social y un propósito de denuncia: O. P.: Orden Público (1931) en que ataca el régimen policiaco, Siete domingos rojos (1932), sobre la lucha anarquista, Mr. Witt en el cantón (1935), sobre la insurrección cantonal que se produjo en 1873 en Cartagena. Durante la guerra civil escribió Sierra de Guadarrama y el documental Contraataque (1937).
Se exilió en México hasta recalar en Estados Unidos, donde residió desde 1942 hasta su muerte, impartiendo clases  en Alburquerque y Los Ángeles, además de publicar en revistas antifascistas y anticomunistas como Cuadernos de París.
En su exilio americano continuó su copiosa producción con novelas alegóricas que se mueven entre lo satírico y lo filosófico, como El lugar del hombre, La esfera o Nocturno de los catorce. También cultivó la novela histórica con Bizancio o La aventura equinoccial de Lope de Aguirre, aunque su producción narrativa más importante proviene de su memoria histórica. Réquiem por un campesino español (1960), la serie de nueve libros Crónica del Alba (publicada entre 1942 y 1966), en las que el joven Pepe Garcés es un trasunto biográfico del escritor. 
La tesis de Nancy, En la vida de Ignacio Morell (1969) o La mirada inmóvil (1979), escritas en sus últimos años, muestran su deseo de manifestar sus aversiones ideológicas, aunque poseen menor vigor y contundencia que las novelas anteriores.


En esta publicación nos acompaña La tesis de Nancy, (1962), una novela epistolar que recoge las supuestas cartas de una estudiante americana de lenguas románicas que viene a España para realizar su tesis doctoral sobre la cultura y las costumbres españolas.
En la novela, Sender recoge las cartas que la protagonista escribe desde España a su prima Betsy residente en Pensilvania, conformando un libro pleno de humor e ironía en que abundan los malentendidos relacionados con el desconocimiento del idioma y, sobre todo, las particularidades del habla andaluza, sus expresiones y el sentido figurado de algunas de sus frases hechas. Posiblemente recogidas de sus alumnos durante su estancia como profesor en California, Sender nos muestra que cuando no se domina un idioma, las anécdotas y situaciones extrañas se suceden con frecuencia. 
En la primera carta que escribe a Betsy, Nancy nos acerca a varias confusiones producidas por el desconocimiento de algunas expresiones o la mala pronunciación de algunos términos. Todo plagado de ese soterrado sentido del humor que despliega Ramón J. Sender.


Si el poco conocimiento de un idioma genera confusión y situaciones incómodas, hay piezas musicales que también las tratan o las provocan.
Natural de Mons el compositor flamenco Orlando di Lasso (1532-1594) es uno de los músicos más importantes de la última etapa renacentista junto con Palestrina y Tomás Luis de Victoria
En sus más de dos mil composiciones, algo inusual para un tiempo en que la imprenta tenía aún poco tiempo de vida, utilizó el estilo polifónico característico de la música sacra y los cromatismos que se comenzaban a aplicar en los madrigales, junto con el desarrollo de la música profana que venía creciendo en Alemania, Francia o Italia.
Tras entrar al servicio del virrey de Sicilia a los doce años, estuvo allí hasta poco después de cumplir los veintidós, pasando después por Milán, Nápoles, Roma o Amberes, hasta recalar en Múnich contratado por Alberto V, Duque de Baviera, quien le concedió un título nobiliario, quedándose en la ciudad hasta su fallecimiento.
Orlando di Lasso compuso un abanico de obras que van desde misas y motetes en latín hasta chansons (canciones francesas polifónicas o monódicas), Lieder (alemanes) o madrigales. Su última obra, Lagrime di San Pietroes una colección de madrigales con textos religiosos.


La obra que nos acompaña es una composición para coro a cuatro voces extraída de su Libro de villenelle, moresche, et altre canzoni, publicado en la imprenta de Pierre Phalese en Antwerp en 1582. 
Matona mia cara es una pieza que lleva doblemente a la confusión. Por un lado, la principal de ellas es pensar que se trata de una composición religiosa llevados al equívoco por el propio título (Madona mia cara, Mi querida señora) y la dedicación del compositor flamenco a la música sacra. Esta pieza muestra que tanto él como otros autores de su época también podían escribir con doble sentido y cierta malicia, mostrando sentimientos y expresiones no ya amorosos, sino también sexuales. Así, Orlando di Lasso, se permite el lujo de recrear escenas de soldados de baja estofa, mercenarios que recorrían Europa vendiéndose a los ejércitos dell mejor postor.
En esta Matona mia cara que algunos coros cantan casi como música religiosa di Lasso recrea el canto de un soldado alemán, que presume de su buen canto y apenas conoce el idioma, en el que mezcla términos que van desde las comparaciones clásicas hasta las más sonrojantes expresiones hacia la señora a quien se dirige. 
Pese a que cita a Petrarca o el monte Helicón de donde surge la fuente de la que nacen las nueve musas, su italiano es pésimo, con palabras en francés y un fuerte acento alemán (matona por madonna, follere -loco- por volere -deseo-), utilizando términos equívocos como cabrón. El tercer verso de cada estrofa solo desempeña el valor de terminarla a modo de estribillo melódico.


Al observar la letra y su traducción, podemos comenzar a desentrañar un galimatías que, bajo ningún concepto se aprecia cuando se oye o canta esta pieza. Curiosamente la hemos interpretado hace años en la coral a la que pertenezco, sin haber comentado estos temas.


Pese a todas las interpretaciones a coro que son más conocidas, nos acompaña una versión cantada por New York Polyphony, un conjunto vocal masculino especializado en música antigua. Dos tenores, bajo y contratenor cantan a capella y sin dirección con una complicidad fascinante esta canción que, como decía, para muchos puede pasar por una composición seria y profunda.


La vida literaria de Sender fue larga, intensa y fructífera, consiguiendo el Premio Nacional de Literatura en 1936 con la citada Mr. Witt en el Cantón, llegando hasta ser galardonado con el Premio Planeta en 1969, el mismo año que publicó La tesis de Nancy con La vida de Santiago Morell.
La tesis de Nancy desarrolla, además, un grado de burlas frente a personajes que son estereotipos. Así, deambulan por las cartas el señorito inútil sin nada que hacer, el viejo verde, el aprovechado o el cacique terrateniente. Mistress Dawson, procedente de Edimburgo, representa a la extranjera simplona, uno de los personajes del libro que ayudan a provocar con sus malentendidos lingüísticos que se desencadenen situaciones anecdóticas que Sender carga de humor. Aunque el personaje que sirve de contrapunto, de colofón a todos los enredos lingüísticos es Curro, el novio que Nancy se echa cuando llega a su residencia de Alcalá de Guadaira, un gitano rico en expresiones coloquiales, poseedor de un vocabulario amplio y figurado, rico en significados que se mueve entre el tópico y lo manido. Con la presencia de Curro, Nancy confía en que podrá comprender mejor las costumbres españolas.


La cuarta carta a Betsy desarrolla algunas anécdotas que van desde un consejo bíblico a la presunta genealogía romana de Curro que concluyen con una visita de los personajes a las ruinas romanas de Itálica.  


Si en esta publicación se trata el tema de las situaciones a las que aboca el desconocimiento del idioma y las costumbres de quienes los hablan, el grupo argentino Les Luthiers no podía quedar al margen. Maestros del humor y, sobre todo del idioma, saben sacar partido como nadie a las características de nuestra lengua, a los dobles sentidos, a los juegos de palabras, a las omisiones y los errores gramaticales.


Así, nos acompañan en uno de sus números más conocidos y que los relaciona, no con el desconocimiento de un segundo idioma distinto al nativo, sino del nuestro propio, especialmente por el poco hábito lector.
En él, el inolvidable Daniel Rabinovich convence a Marcos Murdock de que le permita leer la presentación de una obra del imprescindible Johann Sebastian Mastropiero en su sketch Monólogo mal leído.


Aunque Sender manifestó en sus últimos años recuperar su nacionalidad española aún a costa de renunciar a la norteamericana, falleció en 1982 sin tenerla y sin haber podido acercarse a su país de nacimiento.  
En La tesis de Nancy el propio escritor aparece en la ficción como el amigo de Bertsy que traduce las cartas que esta recibe de España. Así, Sender utiliza un recurso que usó el propio Cervantes cuando se presenta como recopilador y traductor de los textos que forman su novela más universal, incluso en algún momento cita al profesor Sender y algunas de sus teorías como la del origen musulmán de Don Juan Tenorio o sobre el origen de algunos términos. En ocasiones Nancy alude a él por su apellido, mientras en otras lo hace como el visiting professor.


Además, esta novela epistolar nos ofrece una mirada a la España de finales de los 60 del pasado siglo, mostrando una tradición que acumula siglos de costumbrismo y sabiduría popular, pero que supone a la vez un lastre difícil de asumir, entender y erradicar, además de ofrecer una imagen de una sociedad que comenzaba a abrirse al mundo desarrollado que provenía del entorno europeo y americano.
En la sexta de las misivas, Nancy continúa escribiendo a su prima sus impresiones y anécdotas, en esta ocasión con alguna confusión de vocabulario, el origen de alguna palabra, donde cita indirectamente a Sender, y algunos juegos de palabras propios de nuestro idioma que resultan totalmente incomprensibles para quienes no conocen en profundidad ni nuestro idioma ni nuestra cultura. Todo, como viene sucediendo en el libro, cargado del habitual sentido del humor.


Finaliza esta publicación con una nueva intervención de Les Luthiers. En esta ocasión con la presentación y una nueva obra del gran Johann Sebastian Mastropiero su Concerto Grosso alla Rustica perteneciente a su espectáculo El Grosso Concerto y en el que están acompañados por la orquesta Camerata Bariloche.
No sólo el hábito y los giros del lenguaje, sino también el protocolo, gestos y ritual habituales de la música clásica entran en confusión con esta interpretación.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:

Sobre las golondrinas

Desarrollamos una vida cada vez más alejada de la naturaleza. Los inventos, aparatos y dispositivos que nos rodean hacen más fácil, cómoda y liviana nuestra vida. Pero también nos acercan a ellos mismos al hacernos depender cada vez con más frecuencia de su uso. Así, los electrodomésticos que facilitan la gestión del trabajo del día a día en la alimentación, la limpieza y cuidado de nuestros hogares y prendas de vestir; el uso de ordenadores, televisores inteligentes y aparatos electrónicos en el hogar o esa suerte de navaja suiza con cientos de usos que es el teléfono móvil, se van posicionando en nuestras rutinas volviéndose imprescindibles.
Esta situación colabora a que perdamos en ciertos momentos nuestra mirada hacia el exterior, hacia lo que nos rodea, de modo especial a lo que la naturaleza nos ofrece en nuestro entorno. Salir al encuentro de la naturaleza y disfrutar del campo o del agua, pasear por valles o montañas son experiencias que solemos llevar a cabo en determinados momentos. Pero el hecho de detenernos en nuestras estresantes rutinas a observar los resquicios que esta naturaleza nos ofrece en la calles, avenidas y plazas de nuestros pueblos y ciudades se ha convertido en una experiencia rara y extraordinaria.
Nos movemos con prisas y no tenemos un momento para detenernos a observar los cambios que se producen en las plantas o las pequeñas aves que conviven en el mismo entorno entre nosotros.
En fechas próximas se celebran el 20 de marzo el equinoccio de primavera y el Día Mundial del Gorrión, una efeméride que pretende concienciar sobre el declive de esta ave que se encuentra en prácticamente todo el planeta a iniciativa de Nature Forever Society de la India. El caso del gorrión se puede generalizar a otras aves, como las golondrinas, de las que también se celebran en mayo y octubre el Día Internacional de las Aves Migratorias, del que hemos tratado en otra publicación. 
En este publicación te propongo fijar la mirada en la naturaleza que se asoma por algunos resquicios de nuestro entorno a través de unos textos y músicas que nos acercan a las aves en general y a las golondrinas de modo particular. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Caminar con prisas por las calles, llegar al trabajo con el tiempo justo, realizar algunas gestiones o, simplemente, desplazarnos de un lugar a otro, nos hacen movernos con la mirada fija en nuestro destino, enfrascados en conversaciones, absortos en nuestros pensamientos o las comunicaciones que nos llegan constantemente, olvidándonos de observar la vida natural que nos rodea: plantas que forman parte de nuestras calles y plazas, además de otras que surgen entre huecos y rincones; pequeños pájaros como gorriones, golondrinas o tordos que viven en tejados, árboles o nidos semi escondidos, cigüeñas que coronan los edificios más altos como las torres de las iglesias.
En Las rarezas de los pájaros, Avelino Hernández (1944-2008) centra su libro en aves como los mirlos, gorriones, verderoles, golondrinas o tórtolas, sin dejar de posar su mirada y observación en gatos, moscas o murciélagos.

Utagawa Hiroshige, Danza de golondrinas, óleo sobre madera, Japón, siglo XIX
Esta publicación es especial, puesto que los textos no surgen de las habituales obras literarias, esas obras que tienen siempre algo que decirnos sobre nuestra condición, sean del tiempo que sean. En esta ocasión, nos acercamos a un libro pequeño, casi un cuaderno de campo como los que utilizan los biólogos para recoger sus observaciones. Con una extensión de unas ochenta páginas, Hernández nos desvela las observaciones que recoge en su huerto de los distintos animales que lo pueblan y visitan sin más finalidad -ni más ni menos- que recoger sus observaciones y descubrimientos sobre las rarezas de sus comportamientos.
En esta publicación nos centraremos en varios descubrimientos que Hernández realiza sobre algunos de sus vecinas voladoras, las golondrinas.
Escrito en un estilo coloquial, casi oral, el primero de ellos es sobre la leyenda extendida entre muchos de nosotros de que las golondrinas nunca se posan en el suelo. 


Si pensamos en pájaros y aves y su relación con la música podemos encontrar muchos casos, algunos de los cuales hemos tratado en este blog, como Pájaros barrocos, El vuelo de las aves migratoriasEntre las aves o El lenguaje de los pájaros.
En esta publicación nos vamos a centrar, acompañando las observaciones de Avelino Hernández, en música relacionada con las golondrinas en dos obras homónimas, una ópera y una habanera.
En 1913 los directores del Carltheater de Viena hicieron una propuesta a Puccini: estrenar en su teatro una opereta, un tipo de obra que estaba en plena efervescencia, y para la que querían contar con uno de los grandes compositores del momento. No están claros los argumentos del músico italiano para aceptar, salvo los grandes honorarios propuestos y el reto de componer una obra en un estilo alejado de su repertorio.

Fra Angelico, La anunciación (detalle con golondrina), Museo del Prado
El caso es que el tiempo pasó, comenzó la I Guerra Mundial con la capital del Imperio Austro-Húngaro como el centro del poder del enemigo y Puccini acabó cancelando el proyecto y convirtiendo el libreto de Giuseppe Adami en una ópera cómica que se acabó estrenando en la Ópera del Casino de Montecarlo en marzo 1917.
La poca fortuna que atravesó la composición desde su inicio, la negativa del compositor a seguir las estrictas reglas de las operetas, su transformación en una ópera cómica sentimental y nostálgica, la inclusión de ritmos y pasos de baile de moda como el tango, el fox-trot o el one step, además de los consabidos valses acabaron por convertir a La rondine (La golondrina) como una de las obras menos celebradas de Puccini, aunque con unos valores y calidad más dignos que el éxito obtenido.


Su argumento, que puedes seguir en el enlace, presenta la historia de Magda (la querida de un adinerado banquero) y el joven Ruggero con ciertas semejanzas a La dama de las camelias y La traviata. Magda, recluida en casa de su amante, debe disfrazarse para salir y asistir a un baile en el que conocerá a Ruggero, enamorándose ambos. Cuando ella le cuenta quién es, al intentar el joven legalizar su situación, decide romper con él y regresar a París a su vida de cortesana.
En el primer acto, Magda recibe del poeta Prunier un comentario en que la compara con una golondrina que da título a la obra. Se trata de un pequeño diálogo entre ambos que no llega a duetto y que nos sirve de acompañamiento en esta publicación.


La breve interpretación corre a cargo del tenor Mathew Wells en una producción de La rondine llevada a escena en el Indiana University Opera Theatre en 2010. 


Siguiendo con las observaciones que Avelino Hernández recoge en Las rarezas de los pájaros, su segunda sorpresa sobre el comportamiento de las golondrinas nos lleva a estas aves mientras vuelan a baja altura junto a un rebaño de ovejas. El propio autor lo cuenta con su lenguaje coloquial y directo.


Continuando con La rondine de Puccini, nos volvemos a situar en el Acto I en la casa que Magda comparte con el banquero Rambaldo. Allí, Prunier habla de la nueva moda en París, el amor sentimental. Así, ante la insistencia de Magda el poeta recita la historia de su heroína, Doretta, un personaje que sigue este tipo de amor, aunque no tiene terminada la historia. Al concluir lo que tiene escrito, Magda continúa improvisando la historia de Prunier ante la admiración de los asistentes, fundiendo ha historia de Doretta con sus deseos. 


La interpretación corre a cargo de la soprano Angela Gheorghiu y el tenor Marius Brenciu en una representación que se realizó en 2009 en el Metropolitan Opera House de Nueva York con la dirección de Marco Armiliato.


¿Miramos sin ver? Hemos convertido en algo tan rutinario realizar nuestros recorridos habituales que hemos perdido la capacidad de observación y asombro. ¿Nos fijamos en esas plantas que están en nuestro camino? ¿Visualizamos las aves -gorriones, golondrinas, cigüeñas...- que conviven con nosotros en nuestro entorno? ¿Tenemos, si acaso, un momento de tiempo para detenernos, respirar tranquilamente y observarlos?


La tercera y última observación y la consiguiente sorpresa sobre las golondrinas que nos ofrece Avelino Hernández trata, precisamente, sobre la mirada y es la más asombrosa de todas, tratando sobre la celidonia, la «hierba de las golondrinas».


Sabemos que las golondrinas comunes son aves migratorias que se acercan a Europa al comienzo de la primavera y regresan al África subsahariana en el otoño, mientras que las golondrinas de banco se mueven entre Norteamérica y la zona sur del continente americano. De esta forma la golondrina euroasiática, que se desplaza entre lugares tan remotos como las Islas Británicas y Escandinavia al norte, la zona del Mediterráneo, África, India y Pakistán, llega incluso al este de China y Japón. Así, una ave tan particular regresa y desaparece de los territorios con una periodicidad estacional.

Joan Miró, Peinture (Hirondelle), Pintura (Golondrina), 1937
Nos despedimos de estos animales, los descubrimientos de Avelino Hernández y la música de Puccini con otra obra musical dedicada a las golondrinas, en esta ocasión, una habanera.
Se trata de una versión para coral de la canción mexicana La golondrina, que compusieron en 1862 con letra de Niceto de Zamacois y música de Narciso Serradell. Esta versión y armonización, realizada por José Pagán para coro a cuatro voces y ritmo de habanera rescata parte del texto original de la canción mexicana, permitiéndose algunos cambios en la letra con inclusión de algunos paralelismos, cambios en las localizaciones para adaptarla a los flujos migratorios de nuestro entorno, consiguiendo que la obra sea más alegre y optimista que el original.
La interpretación corre a cargo del prestigioso Orfeón Donostiarra en una versión de audio de 2011.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:
  • Hernández, Avelino. Las rarezas de los pájaros, Documenta Balear, S.L., 2008.
  • www.kareol.es: Letras y traducciones de óperas y música vocal.
  • Batta, András. Ópera. Compositores, obras, intérpretes. Könemann Verlagsgesellschaft mbHl, 1999, Colonia (Alemania)

Las pasiones y los afectos musicales

Sabemos cuanto ocurre a nuestro alrededor, incluso cuanto sucede en el mundo, pero en ocasiones desconocemos aquello que ocurre en nuestro interior. Así, ese interés por estar pendiente de lo que tenemos cerca o nos es próximo en nuestro planeta aunque esté a distancias considerables, unido al movimiento incesante de nuestras rutinas diarias y obligaciones, que en ocasiones no nos dejan tiempo para nosotros mismos, acaba por no dejarnos tiempo para indagar en nuestro interior, resultando que, en ocasiones, somos unos desconocidos para nosotros mismos.
Esta preocupación por conocer nuestros intereses, sentimientos y afectos no es ni ajena ni nueva en nosotros puesto que ha sido una preocupación para pensadores y artistas en otros tiempos y que, en cierto modo ha trascendido y llegado hasta nosotros. 
Así, desde la más remota antigüedad se relacionan artes como la música o la literatura como fuentes de inspiración hacia las emociones y las pasiones que nos acompañan. Más adelante, a partir de los siglos XVI y XVII, con pensadores como Descartes y un grupo de músicos, se crearon diversas teorías que desarrollaron las pasiones y los afectos.
Te propongo una mirada a tu interior a partir de textos y músicas que nos acercan a conocer y expresar nuestras pasiones y afectos. Nos acompañan textos de Descartes y músicas de Monteverdi y Vivaldi que desarrollan las Teorías de los afectos. Si te gusta... ¡Comparte comenta, sugiere!

Charles Le Brun, dibujo de las expresiones incluido en su Tratado de las pasiones
Nacido en La Haye, René Descartes (1596-1650) estudió en el colegio jesuita de La Flèche donde obtuvo el título de bachiller para conseguir después la licenciatura en derecho por la Universidad de Poitiers, antes de enrolarse como soldado y partir hacia los Países Bajos. Tras varios años bajo la bandera de diversos ejércitos y, tras una serie de tres sueños consecutivos, en 1619 se decidió a escribir hasta desarrollar más adelante un método que se oponía al silogismo aristotélico que se empleaba desde la Edad Media. Así, publicó su Discurso del método (1637), una obra fundamental que lo encumbra, junto con otros libros, como uno de los primeros filósofos modernos, además de matemático y físico.
Abandonada la vida militar, Descartes viajó por Alemania, Países Bajos e Italia antes de instalarse en París donde se relacionó con los científicos de su época, hasta volver a instalarse en los Países Bajos, un lugar más tolerante y tranquilo, donde estuvo hasta 1649, el lugar que creyó más idóneo para seguir escribiendo sobre sus ideas filosóficas y científicas, además de huir de las amenazas que las autoridades religiosas y académicas proyectaban sobre su novedoso pensamiento. Ese año aceptó la invitación de la reina Cristina de Suecia, viajando a Estocolmo donde murió a los pocos meses por una neumonía.
La obra que nos acompaña en esta publicación es la última que vio la luz en vida del autor, Las pasiones del alma (1649), una serie de pensamientos filosóficos escritos por indicación de la princesa Isabel de Bohemia, quien pedía al filósofo que, como su instructor, escribiese sobre dos conceptos tan diversos como el alma y el cuerpo. Así, Descartes, reflexiona sobre su propio pensamiento, afirmando, precisando o rectificando en algunos casos, para explicar las pasiones desde un punto de vista como físico más que como filósofo.
Escrita en forma de artículos normativos, Las pasiones del alma está dividido en tres partes. En la primera, Descartes trata de las pasiones en general y de la naturaleza del alma; en la segunda describe cuáles son las seis pasiones fundamentales, mientras que la tercera se centra en la descripción de todas las pasiones que surgen de estas. En este tratado el pensador comienza con una descripción de nuestra fisiología y la relación entre alma y cuerpo para continuar con una reflexión sobre la moral de nuestras pasiones y comportamientos, concluyendo que estas pasiones son provocadas por causas ajenas a nuestro ser, pero actúan sobre nosotros.

Descartes dedica la segunda parte de Las pasiones del alma a desarrollar las seis pasiones fundamentales o primaria y sus explicaciones. Nos acompaña un extracto de algunos de los artículos que las desarrollan.


Frans Hals, Retrato de Descartes. Museo del Louvre


Paralelamente a estas reflexiones desarrolladas por Descartes en el mundo del pensamiento, también existieron unas publicaciones teóricas dirigidas hacia la música con la intención de acercarse a los diferentes afectos que se podían desarrollar para mostrar estas pasiones que tenemos en nuestro interior, naciendo así las Teorías de los afectos musicales.
Así, tras el Ars Nova que surgió en el siglo XIV para oponerse al Ars Antiqua y que proporcionó a la música una técnica, expresividad y unidad novedosas, fueron desarrollándose movimientos que acabaron creando de modo desde lo filosófico a lo práctico estos afectos musicales.
A comienzos del siglo XVII Claudio Monteverdi denominó al estilo polifónico Primera práctica, mientras al estilo homofónico lo llamó Segunda práctica utilizando en esta última sus madrigales y las composiciones que formaban el rico entramado de sus óperas; arias expresivas y melodiosas, coros que recordaban el estilo de los teatros clásicos griegos y acompañamientos instrumentales ricos y coloridos.
Cuando en 1603 comenzó a publicar sus libros de madrigales, esas pequeñas piezas cantadas para grupos de entre dos y cinco voces, Monteverdi empezó a desarrollar en sus composiciones una intensa emotividad y expresividad con melodías inusuales y armonías disonantes. Estas atrevidas innovaciones generaron ataques por los conservadores del estilo antiguo. Un tal Artusi llegó a publicar: «Estos compositores no tienen más que humo en la cabeza... si piensan que pueden corromper, abolir y arruinar a su voluntad las antiguas y buenas normas que se les entregaron, procedentes de los viejos tiempos.» El propio Monteverdi, auténtico maestro en los dos estilos se defendió a sí mismo y a sus compañeros por escrito en 1605. «Hay dos prácticas, una en el estilo sagrado polifónico de Palestrina, en el que la música es más importante que el texto, y la otra, la práctica de una música contemporánea que aspira a una nueva sencillez y emotividad a la hora de expresar el texto.»

Céfiro y Cloris. Sandro Botticelli, El nacimiento de Venus (detalle) 
Entre los madrigales de Monteverdi Zefiro torna (Céfiro vuelve) es uno de los más deslumbrantes y renombrados. El compositor de Cremona utiliza una ciaccona (basada en la chacona de nuestro país) para aprovechar la fuerza del bajo continuo. Utiliza un texto de Ottavio Rinuccini, libretista de la primera ópera de la historia, la desaparecida Dafne de Iacopo Peri y miembro de la Accademia Fiorentina y la Accademia degli Elevati
Perteneciente a su Nono libro dei Madrigalli: Madrigali e canzonette a due e tre voci (Noveno libro de Madrigales: Madrigales y canciones ligeras a dos y tres voces), Zefiro torna describe el lado más amable de Céfiro, dibujándolo como el aire suave que renueva los campos y hace surgir los efectos amorosos en el corazón del amante. El bullicioso ritmo que Monteverdi imprime a la ciaccona describe a la perfección las imágenes primaverales del texto, mientras las voces se imitan unas a otras y se burlan de la métrica, exagerando los recursos con fines cómicos. Así, la palabra «mormorando» se canta en un murmullo exagerando su duración. Cuando la primera voz exclama «e da monti» sube a lo más alto de su registro, mientras que la segunda voz en «e da valli» baja a la zona grave. 
En los últimos versos texto y música dan un giro inesperado cuando el protagonista se confiesa un solitario desconsolado que canta y llora por la ausencia de sus ojos amados, momento en que el pulso alegre y juguetón da paso a un desolado lamento.



El madrigal Zefiro torna en esta versión para dos voces está interpretada por la soprano Nuria Rial y el contratenor Philippe Jaroussky acompañados por el grupo L'arpegiatta dirigido por Christina Pulhar


En Las pasiones del alma, Descartes se posiciona como físico a la par que filósofo y moralista, analizando las pasiones primarias, sus características singulares y aquellas que surgen de la unión de algunas de ellas. Algo que nos resulta cuanto menos chocante al leer la obra hoy es que intenta determinar -y lo realiza- en qué lugar de nuestro cuerpo se radica el alma. Se trata de una justificación para tratar de la dualidad entre cuerpo y alma y cómo las pasiones, provocadas por causas ajenas a cada individuo interactúan entre la una y el otro.
Aún la segunda parte de su libro continúa detallando cómo podemos reconocer en nuestro cuerpo los síntomas de las cinco pasiones principales a las que dedica sendos artículos, dejando de lado la admiración, a la que considera que no necesita dedicar espacio para su reconocimiento.


Siguiendo con las Teorías de los afectos, estos llegaron a desarrollarse en diversas obras y en diversos modos. Desde los Affetti musicali a los Afetti amorosi, hasta llegar incluso a los Sacri afetti, diversos autores teorizaron sobre cómo incorporarlos a la música para acercarnos a estas pasiones y afectos tan propios de la condición humana.
Continuando con Claudio Monteverdi, el autor de la primera ópera que se conserva en la actualidad, La favola d'Orfeo, seguimos con otro de sus madrigales, en esta ocasión perteneciente a su Octavo libro de Madrigales, publicado en 1638 -once años antes del libro de Descartes- con el explícito título de Magrigali guerrieri, et amorosi con alcuni opuscoli in genere rappresentativo, che saranno per brevi episodi fra i canti sensa gesto (Madrigales guerreros y de amor con algunas pequeñas obras de género representativo, que serán interpretados entre las canciones sin acción teatral). Formado por una sinfonía y veintitrés madrigales con letras del propio Monteverdi, Petrarca, Torcuato Tasso y Rinuccini, el nº 19 ha sido desde su principio uno de los más celebrados y exitosos del compositor. El Lamento della Ninfa, con letra de Rinuccini está compuesto para soprano, dos tenores, un bajo y el acompañamiento del bajo continuo.

Domenico Fetti. Retrato de Claudio Monteverdi. Galería de la Academia (Venecia)
Para seguirlo con mayor fidelidad y apreciar sus características nos acompaña un texto del crítico Alex Ross recogido en su libro Escucha esto en el que analiza esta obra, citando las palabras con que el propio compositor declaraba que utilizaba las tres pasiones, ira, templanza y humildad para desarrollar este retrato musical.


Aunque hay ocasiones en que se interpreta la versión para voz de soprano, a partir de la segunda estrofa 
«Amor, dicea», nos acompaña la versión completa para las voces indicadas.


La interpretación corre a cargo de Helen Charlston & Toby Carr con miembros de The Gesualdo Six, miembros de la London Sound Gallery.


Las obras de René Descartes evidencian la amplitud de miradas a las que somete su pensamiento, unas circunstancias usuales en aquella época frente a la especialización de nuestro tiempo. Su curiosidad, mostrada en unas obras que escribió tanto en latín como en francés, se halla entre otras en su Discurso del Método (1637) en la que su Cogito, ergo sum (Pienso, luego existo) sintetiza su pensamiento, Meditaciones metafísicas (1641) o Los principios de la filosofía (1644), además de Las pasiones del alma que nos ocupan en esta publicación.
Esta mirada, que hoy llamamos multidisciplinar parten de una mente que se ocupa desde la geometría a la óptica, pasando por la física, las matemáticas y la filosofía en las que se adentra en la mayor parte de sus ramas, pero no deja detrás otras como la astrología o la alquimia, disciplinas dadas al naturalismo del medievo y el Renacimiento que, a la luz de los nuevos métodos y miradas no podían seguir con su lenguaje oscurantista y hermético, para iniciados que rondaban lo mágico, para abrirse al mundo abierto, nítido e científico en el que poder trabajar con axiomas explicables.

La ninfa Cloris al ser raptada por Céfiro, antes de convertirse en Flora. Sandro Botticelli, La consagración de la Primavera (detalle)
Descartes concluye su pensamiento en Las pasiones del alma con dos reflexiones que se acercan al pensamiento filosófico y moralizante más que al pensamiento de un físico. En su despedida, propone un remedio general contra las pasiones, además del razonamiento de que de ellas dependen el bien y el mal que ocurren en el mundo. Nada que no nos sea ajeno hoy en día.
 

Una vez iniciadas y desarrolladas, las distintas teorías de los afectos ocuparon gran espacio durante el periodo Barroco, de modo especial en las óperas. Así, en las arias es donde en mayor grado y en mejor forma se pueden desarrollar y expresar los sentimientos, frente a los recitativos que eran los que hacían avanzar la acción. Hasta veintitrés emociones y afectos llegó a identificar y sugerir cómo expresarlos musicalmente el teórico musical alemán, compositor y cantante Johann Mattheson.
De esta manera, la ópera barroca fue la gran beneficiada por estas teorías que desarrollaban cómo trasladar los afectos, sentimientos y pasiones desde la música -y los escenarios- a los espectadores.


Finalizamos este paseo entre pasiones y afectos con una ópera de Antonio Vivaldi, L'incoronazione di Dario (La coronación de Darío) RV 719, una ópera con libreto de Adriano Morselli que se estrenó en el Teatro Sant'Angelo de Venecia en enero de 1717 y de la que existen algunas grabaciones de estudio, puesto que apenas se suele representar.
En esta muestra que ha unido las pasiones según el estudio y pensamiento de Descartes con las teorías de los afectos en la música nos despedimos con el aria de Argene Afetti del cor mio (Afectos de mi corazón) perteneciente a la Escena 16 del Acto I de L'incoronazione di Dario del Petre Rosso.


La interpretación pertenece a una grabación de estudio para el disco Vivaldi: L'incoronazione di Dario con la soprano Delphine Galou acompañada por la Accademia Bizantina y la dirección de Ottavio Dantone para el sello Naive de 2013. 

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Bibliografía y webgrafía consultadas: