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Date un Capricho de vez en cuando

La relación entre el lenguaje y cada uno de nosotros debe contribuir a que podamos expresar de forma lo más clara y precisa posible nuestros sentimientos, emociones, pensamientos e ideas. Nuestro idioma es rico y amplio en sus formas, expresiones y vocabulario, facilitándonos la comunicación en cualquiera de sus facetas, desde la verbal o la no verbal hasta la escrita, pasando por la visual y la auditiva. 
La riqueza semántica, la diversidad de expresiones, la variedad del vocabulario y las distintas acepciones de nuestro idioma nos ofrecen la oportunidad de utilizar un lenguaje preciso y rico que nos ayude a expresarnos con mayor riqueza y propiedad.
Hay palabras que partiendo de un significado concreto han ido extendiendo sus significados a oros campos diferentes de que originalmente poseían.
Una de esas palabras es Capricho de la que el Diccionario de la R.A.E. nos ofrece la siguiente información:

Capricho: Del italiano capriccio, antiguamente 'horripilación, escalofrío' y este del italiano antiguo caporiccio de capo 'cabeza' y riccio 'rizado'.

1. m. Determinación que se toma arbitrariamente, inspirada por un antojo, por humor o por deleite en lo extravagante y original.
Sinónimos: arbitrariedad, voluntad, atropello, tropelía, injusticia, abuso, desvarío. antojo, deseo, querencia, afición, gusto, manía, berretín.

2. m. Persona, animal o cosa que es objeto de un capricho.

3. m. Obre de arte en que el ingenio o la fantasía rompen la observación de las reglas.

4. m. Mús. Pieza compuesta de forma libre y fantasiosa.

Como si fuera un capricho, esta publicación te acerca a tres de los significados que el Diccionario R.A.E. muestra del  término, aunque si lo deseas, a los cuatro. Nos acompañan obras de Goya, Alfonsina Storni, Shakespeare, Rimsky-Korsakov y Tchaikovsky. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!

43. El sueño de la razón produce monstruos. La fantasía, abandonada de la razón, produce monstruos imposibles, unida a ella es madre de las artes y origen de las maravillas.
El primero de los significados, esa determinación que tomamos libremente a partir de un antojo o, simplemente, porque nos apetece está dentro de nuestra naturaleza. ¿Quién de nosotros no se ha dado en alguna ocasión el gusto de romper la obligación o la rutina y darse un capricho? Hacer algo que no entraba en nuestros planes como tomarse una mañana o un día libre sin contar con él, buscar un rato para leer, escuchar música, ver una película, comer algún alimento especial o charlar con nuestros amigos y seres queridos son, en ocasiones, caprichos que nos hacen retomar con mayor fuerza nuestro ritmo de vida diario.
El tercer significado de capricho alude a una obra de arte en la que la fantasía o el ingenio se atreven a romper las normas establecidas, aligerando esa obra de los esquemas previsibles. No se trata de seguirlos o revolverse contra ellos, pues en la evolución del arte está presente el hecho de que las normas de un estilo se van renovando cuando los creadores encuentran y quieren transitar por un camino nuevo. Se trata simplemente de llevar la creatividad con más libertad y no dejarse encorsetar por unas reglas aceptadas por el autor.

6. Nadie se conoce. El mundo es una máscara, el rostro, el traje y la voz, todo es fingido: todos quieren aparentar lo que no son, todos se engañan y nadie se conoce.
Cuando se nos vienen a la mente obras de arte relacionadas con esta palabra, la primera, o una de las primeras obras que se nos vienen a la mente son Los Caprichos de uno de los grandes pintores de nuestro país. 
Francisco de Goya y Lucientes comenzó su carrera como pintor religioso, viajando a Italia para estudiar la pintura del Renacimiento y Barroco, volviendo a nuestro país donde ejerció su carrera como pintor de la corte, además de diseñar modelos para la Real Fábrica de Tapices y ser pintor del rey. Compartió las ideas de los ilustrados españoles, hasta el punto que abandonó el país durante la época absolutista que siguió a la Guerra de Independencia y acabó su vida en Burdeos.
No voy a tratar sobre las virtudes del pintor ni sobre el valor de sus obras en la historia del arte, sino en el tema que nos atañe en esta publicación.
Los Caprichos fue su primera serie de grabados que salió a la luz en 1799 a partir de dos álbumes de dibujos (el Álbum de Sanlúcar y el Álbum de Madrid) donde realizó unos apuntes y dibujos a tinta china y aguada.
En Los Caprichos, Goya desarrolló un estilo crítico muy personal, alejado de los dictados de la Academia y la moda predominante. En ellos combina el aguafuerte y el aguatinta que luego pasó a la plancha de metal con aguafuerte y buril.
Así realizó una primera edición de 300 copias que puso a la venta anunciándola en La Gaceta de Madrid. La crítica que albergaba la colección llamó la atención de la Inquisición, por lo que las obras se retiraron de la venta. Cuatro años más tarde, Goya cedió la mayoría de ejemplares -240- y las láminas de cobre originales a la Real Calcografía, donde se conservan en la actualidad. Algunas de esas series que se conservan tienen comentarios sobre las imágenes, algunos de ellos atribuidos al propio pintor.
En Los Caprichos de Francisco de Goya y Lucientes, con prólogo de Erika Mergruen, se recoge esta serie de grabados en los que se adjuntan los comentarios según sus procedencias: La Colección Ayala, el Museo del Prado y la Biblioteca Nacional, adaptándose éstos, que suelen coincidir en diversos grabados, al lenguaje actual.
Las ilustraciones que acompañan esta publicación están basadas en Los Caprichos de Goya incorporando en el pie de foto el número de lámina, el título y los comentarios que la acompañan.
El primer texto caprichoso que te acompaña está en la introducción del libro y se corresponde con el anuncio que el propio Goya insertó en La Gaceta de Madrid para promocionar su obra. El final del mismo muestra el precio con iniciales que se corresponde con 320 reales de vellón. Un documento histórico.


El cuarto de los significados hace referencia a una pieza musical compuesta con la libertad que permite a su autor no seguir la rigidez de esquemas ni reglas compositivos y dejarse llevar por su imaginación y fantasía.
Durante su etapa como cadete en la marina rusa entre 1864 y 1865, Nikólai Rimsky-Korsakov realizó una travesía por el Mediterráneo en el buque-escuela de la armada, recalando entre otras ciudades en Cádiz. Igual que a otros autores como Bizet con su Carmen o Lalo con su Sinfonía española, al compositor ruso se le quedaron grabados algunos temas, estilos y motivos musicales. 
Fue dos décadas más tarde, durante el verano de 1887 cuando se decidió a llevar sus recuerdos musicales al pentagrama. Según él mismo escribió: «Los temas españoles y la música de danza me ofrecían un excelente material para crear una obra con un brillante color orquestal».
El título de la obra indica la propia naturaleza de la misma, Capricho sobre temas españoles, mostrando que no era exactamente música española, sino la exótica evocación de algunos temas bajo el punto de vista del compositor ruso. Aunque en un principio estaba concebida como un concierto para violín al estilo de la sinfonía de Lalo, acabó incorporando otros instrumentos solistas que hacen que la obra exija intérpretes virtuosos.

8. ¡Que se la llevaron! La mujer que no se sabe guardar es del primero que la pilla, y cuando ya no tiene remedio se admira de que se la llevaron.
Durante el primer ensayo con el compositor en San Petersburgo, los componentes de la orquesta aplaudieron acaloradamente cada una de las partes de la obra, hasta el punto que el propio Rimsky-Korsakov dedicó la partitura a los miembros de la orquesta, citando los nombres de cada uno de ellos. 
El Capricho español, Op. 34 está  dividido en cinco partes, inspiradas la mayoría en temas asturianos:
I- Alborada: Una suerte de serenata matinal.
II- Variaciones: Tras la entrada del violín y los cornos, se realizan cinco variaciones del primer tema.
III- Alborada: Vuelve el primer tema con otra tonalidad y un acompañamiento orquestal distinto.
IV- Escena y canto gitano: Una parte ideada como lenguaje gitano, con un colorido y ritmo bien marcados. Comienza con unos acordes de fanfarria a los que sigue una cadencia del violín solista y cinco variaciones para instrumentos solistas: trompas y trompetas, violín, flauta, clarinete y arpa.
V- Fandango asturiano: Tras dejar sin concluir la escena gitana, la última parte predomina el uso del contrapunto en esta interpretación de la música asturiana, para finalizar volviendo al tema que abría la pieza en forma de coda brillante.

La interpretación de este Capricho español pertenece a la hr-Sinfonieorchester de la Frankfurt Radio Symphony dirigida por el granadino Pablo Heras-Casado en una grabación que se realizó en el festival Europa Open Air des hr-Sinfonieorchesters und der Europäischen Zentralbank en agosto de 2017 en Frankfurt am Main.


La producción de Alfonsina Storni abarca su mundo emocional acercándose a lo cotidiano de la existencia. Así, habla del deseo femenino y el derecho de las mujeres a la independencia del hombre, mientras luchaba con su enorme sensibilidad para alcanzar el voto femenino y por cambiar una sociedad tan machista como la de su tiempo.
En 1918 publicó El dulce daño, al que siguieron en los años siguientes Irremediablemente y Languidez por el que obtuvo el Segundo Premio Nacional de Literatura de Argentina. Tras estas obras cercanas al estilo romántico que trata sus temas desde una perspectiva sensual y erótica con cierto resentimiento hacia la figura masculina, evoluciona a partir de obras como Ocre (1925), dio un giro a su obra dando de lado ese erotismo y haciéndose más reflexiva, abstracta, irónica e introspectiva.
Alternó la poesía con su afición al teatro y la enseñanza con los más desfavorecidos, como en la Escuela de niños débiles de Chacabuco, mientras alternaba su vida emocional con su faceta de madre soltera y cuadros depresivos en los que mostraba su obsesión por la muerte a la que acudió presta cuando se vio destrozada y superada por el cáncer.

5. Tal para cual. La Reina y Godoy cuando era guardia, y los burlaban las lavanderas. Representa una cita que han proporcionado dos alcahuetas, y de que están riendo, haciendo que rezan el rosario.
En Antología poética, recopilada por ella misma y publicada en 1938, su último año de vida, se recoge su obra poética, desde su primer libro La inquietud del rosal (1916) hasta Mascarilla y trébol de ese mismo año, a las que se añadieron algunos poemas posteriormente. 
Procedente de El dulce daño, nos acompaña uno de los poemas con este título unos versos cargados de erotismo en el que muestra a la vez su fragilidad y fortaleza, su rico mundo interior en este capricho.


De los muchos caprichos musicales, te acompaña ahora otro de un compositor ruso, el Capricho italiano de Piotr Illich Tchaikovsky.
Deprimido por el reciente fallecimiento de su padre, el 25º aniversario del de su madre y la culpabilidad por su homosexualidad, Tchaikovsky se encontraba en Roma a comienzos de 1879. Con gran esfuerzo consiguió refrenar su neurosis para dejarse llevar por las músicas del carnaval romano. Tomó notas de la música que le llamó la atención en la calle mientras estudiaba partituras de canciones y bailes del folclore local. Así, pese a ser escrita en uno de los periodos más oscuros del compositor, su Capriccio Italien, Op. 45 refleja unos colores alegres y entusiastas a partir de los diversos temas que incorporó a la obra. 
El Capricho italiano fue compuesto entre enero y mayo de 1880 y se estrenó en Moscú el 18 de diciembre de ese mismo año. En una de sus numerosas cartas a su mecenas Nadezhda von Meck llegó a escribirle: «Gracias a estos encantadores temas, algunos tomados de colecciones folclóricas y otros escuchados en las calles, esta obra va a ser muy efectiva». Y no se equivocaba.

56. Subir y bajar. El Príncipe de la Paz levantado por la lujuria, y con la cabeza llena de humo, vibra rayos contra los buenos ministros. Caen éstos y rueda la bola, que es la historia de los favoritos.
Los estudiosos han encontrado el origen de algunos de los temas utilizados en este Capricho, como la fanfarria con la que comienza, que identifican con el toque de corneta que el compositor escuchaba en su habitación del Hotel Constanzi procedente de unas barracas militares cercanas de los Corazzieri Reali.
Aunque con esa libertad propia de este tipo de obras, el Capricho italiano se puede dividir en tres partes.
I- Andante un poco rubato, que comienza con las trompetas tocando la fanfarria solemne del cuartel, al que le sigue el tema principal y un breve episodio en forma de canon entre los oboes, las flautas y las maderas, para volver a retomar la fanfarria inicial a cargo de la orquesta.
II- Pocchissimo, più mosso: Con las mencionadas melodías italianas de carácter vivo, lírico y con gracia que van moviéndose por la orquesta, tras las que se vuelve a retomar el tema inicial.
III- Allegro moderato: Comienza con una tarantela, un saltarello alegre y ágil, a la que le sigue uno de los temas más conocidos de la pieza y que concluye con un final brillante y efectista en fortissimo.

La interpretación que nos acompaña fue realizada por la Orquesta Sinfónica de Galicia con la dirección del inolvidable Jesús López Cobos en una grabación que se realizó el 16 de noviembre de 2012 en el Palacio de la Ópera de A Coruña.


No me resisto a terminar sin compartir contigo uno de los caprichos más particulares. Recogido en los Sonetos de amor de William Shakespeare, su Soneto XCIV es todo un alarde relacionado con el capricho. El constante juego de palabras y de términos antagónicos, la mudanza en el sentido que le da son un alarde de seriedad, amor e ironía. Hasta el texto es caprichoso.

57. La filiación. Aquí se trata de engatusar al novio haciéndole ver por la ejecutoria quienes fueron los padres, abuelos, bisabuelos y tatarabuelos de la señorita, ¿y ella quién es? Luego lo verá.
Con este poema termina este recorrido por tres de las cuatro acepciones del término Capricho. Sólo queda una por tratar y depende de ti.

2. m. Persona, animal o cosa que es objeto de un capricho.

En tus manos está que esta publicación o este blog se conviertan en objeto de tu capricho.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:
  • Los Caprichos de Francisco de Goya y Lucientes, prólogo de Erika Mergruen, edición de Raúl Berea Núñez y producción de Bernardo Robles Otero,  se recogen, Editorial La Guillotina (2007). ASIN: B0DM2FSX7Q.
  • Storni, Alfonsina. Antología poética, Espasa libros (ebook). ISBN: 9788467059328.
  • Shakespeare, William. Sonetos de amor, Editorial Renacimiento, Poesía Universal, Serie menor. Sevilla (2009).ISBN: 9788484724452.

Paseando por lugares ficticios

En las narraciones, las historias poseen un tema y un argumento que se desarrollan a través de unos personajes y transcurren en un lugar y un tiempo determinados. En la decisión del autor nos encontramos toda una gama de posibilidades que va desde el realismo a la fantasía, de la fiel representación de la realidad a la ensoñación, de la recreación de caracteres, personajes y lugares a la creación de los mismos.
El paisaje, el lugar y el ámbito donde se desarrollan estas obras también siguen estas fluctuaciones, decidiendo el autor qué características tiene el lugar en el que se desarrolla la obra. Así, nos encontramos obras que transcurren en lugares reconocibles por los lectores, otras en los que nos evocan a una mezcolanza de diversos lugares que el autor considera relevantes para su historia, y otras en las que el autor crea un lugar único, inexistente que sirve para dad entidad a la narración, creando en su imaginación y en la de los lectores y espectadores un universo nuevo.
Toda esta gama de lugares ha sufrido una evolución en el desarrollo narrativo en los últimos siglos. Si en el XIX, el desconocimiento de horizontes ajenos lo utilizaba el autor para detallar las características del lugar donde desarrollaba su historia, de forma que los lectores lo fueran conociendo, con el transcurso del tiempo, y dado el hecho de que la globalización, las imágenes y los viajes hacen que reconozcamos cada vez más lugares, esta descripción cada vez es menos necesaria y, por lo tanto, utilizada.
En esta publicación te propongo realizar un paseo por algunos lugares ficticios procedentes de obras literarias y musicales. Nos acompañan obras de García Márquez, Sánchez Ferlosio, Tolkien, Rimsky-Korsakov y Mozart. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!

Konstantin Ivanovich Gorbatov, Una ciudad hundida La ciudad invisible de Kitezh (1933)
Si en la literatura es un recurso utilizado con cierta frecuencia la creación de lugares ficticios, en la música, su consideración es diversa. Las obras musicales tienen distintos tipos de intenciones y formulaciones. Por un lado, pueden seguir un esquema a base de distintos temas musicales y sus desarrollos; por otra parte, pueden reflejar con una gran riqueza las impresiones y sentimientos que tanto un paisaje, como un lugar o un hecho producen en el compositor. Así, se crean paisajes sonoros que hacen referencia a los mencionados anteriormente, como las impresiones que nos dejan una ciudad, un país, un hecho o sentimiento.

Basada en dos leyendas populares, la salvación mágica de una ciudad y la historia de una joven que posee dones celestiales como la fe, la esperanza y la humildad, que le permite, dentro de la simpleza del «pobre tonto», en este caso de la joven Fewronija, salvar y redimir a toda una ciudad, Nikolai Rimsky-Korsakof compuso Skasanija o newidinom grade Kiteshe i dewe Fewronije (La leyenda de la ciudad invisible de Kitezh y la joven Fewronija).
Con libreto de Vladimir Belski, la obra fue estrenada en el Teatro Mariinski de San Petersburgo en febrero de 1907. La historia se desarrolla en tres lugares, dos  terrenos y uno místico, la ciudad invisible o la celestial Gran Kitezh. La acción transcurre en el bosque, en la ciudad denominada Pequeña Kitezh y en la residencia del príncipe Kitezh el Grande. El primero, el bosque, representa la naturaleza, el lugar donde vive Fewronija, puro, libre y lleno de armonía; el segundo, la Pequeña Kitezh, muestra el escenario de la vida cotidiana, el lugar donde reside la gente normal, incluido Grishka Kuterma, el vagabundo que sirve al mal; mientras el tercer escenario, la Gran Kitezh es la residencia del bien, el símbolo de la patria ideal. Así, en esta ópera, Rimsky-Korsakov nos plantea un debate entre el bien y el mal en un múltiple y ficticio escenario, en el que se plantea esta lucha entre unos principios que están presentes en la condición humana, sin que ninguno de ellos finalice ni vencedor ni vencido.
Nos acercamos a la Pequeña Kitezh en el Acto II, en cuyo inicio Rimsky-Korsakov nos describe la abigarrada vida de la ciudad. Los habitantes se agrupan en la plaza a la espera del vehículo nupcial que acerca a la joven Fewronija desde el bosque hasta la lujosa mansión donde vivirá. Aparecen personajes populares como el adiestrador de osos, tañedores de gusli, mendigos y prestidigitadores.
Aquí, el compositor ruso crea una ciudad a semejanza de muchas de las que forman su Rusia natal en la que la acción dramática se enriquece con la presentación de tipos y personajes populares reconocibles para el público.


La música que nos acompaña pertenece al disco The legend of the invisible City of Kitezh de la orquesta Mariinsky Orchestra de San Petersburgo y el Kirov Chorus editado en 1999 bajo la dirección de Valery Gergiev para el sello discográfico Philips.


El primer tipo de lugar ficticio literario que nos acompaña parte de la realidad del entorno que lo rodea, un lugar que surge en la mente del autor como un espacio que toma partes y características de lugares próximos al escritor -como el que acabamos de apreciar- y que lo utiliza para tratar y exponer la historia que desea contar. Un elemento surge de un lugar determinado, otro de otro distinto, hasta configurar un nuevo espacio que sirve al autor para sus fines.
Estos lugares participan simultáneamente del poder del anonimato que le resguarda de otros lugares de los que pretende contar la historia y de la creación de un entorno único y novedoso, un modelo que sirva al autor para moverse a su discreción para narrar cuanto desea al lector.

Casa familiar de Gabriel García Márquez en Aracataca en la década de 1970
En este sentido nos acercamos a uno de los más (re)conocidos lugares de la literatura del siglo XX, Macondo, la genial creación de Gabriel García Márquez en Cien años de soledad.
Basada en sus recuerdos de infancia donde vivió con sus abuelos en su Aracataca natal, García Márquez configura con ellos el mítico poblado de Macondo sino también la casa de los Buendía, inspirada en la propia vivienda familiar.
A esta última recurrió en varias ocasiones al recordar un lugar enorme desde su visión infantil, un lugar lleno de memorias y de rincones prohibidos. Llegó a escribir sobre ella en varias ocasiones. En Historia de un deicidio, Mario Vargas Llosa reproduce estas palabras tomadas de distintas conversaciones con el autor de Cien años de soledad:

En cada rincón había muertos y memorias, y después de las seis de la tarde, la casa era intransitable. Era un mundo prodigioso de terror. Había conversaciones en clave (...). En esa casa había un cuarto desocupado en donde había muerto la tía Petra. Había un cuarto desocupado donde había muerto el tío Lázaro. Entonces, de noche, no se podía caminar en esa casa porque había más muertos que vivos. A mí me sentaban, a las seis de la tarde, en un rincón y me decían: «No te muevas de aquí porque se te mueves va a venir la tía Petra que está en su cuarto, o el tío Lázaro, que está en otro.» Yo me quedaba siempre sentado.

Esta relación, que finalizó con el fallecimiento del abuelo, sirvió al escritor colombiano para mostrarlo como héroe en diversos momentos de su más aclamada novela y para crear, tanto el mítico Macondo como las viviendas de sus protagonistas.
¿A quién de nosotros no nos evoca ese mundo estas letras que nos acompañan?


En las obras musicales escénicas como las óperas es poco frecuente el hecho de crear un lugar imaginario en el que desarrollar la obra, limitándose en la mayor parte de los casos, a situar el desarrollo de la acción en un país, ciudad o territorio indeterminados.
Así, nos acompaña una obra que crea un extraño y singular espacio ficticio a partir de un cuento con tintes masónicos, unas procedencias diversas de protagonistas y espacios y unos personajes populares que acercan al espectador a la obra. 

Ilustración de Lucía Rivera
Estrenada en 1791, pocos meses antes de fallecer, Die Zauberflöte (La flauta mágica) es la obra más representada de Wolfgang Amadeus Mozart, y la segunda que más veces se ha llevado a los escenarios de todo el mundo tras La traviata en la última década.
Según indica el compositor en el libreto, Tamino es un príncipe japonés, mientras Pamina habita en el palacio de Sarastro en una lujosa habitación egipcia, mientras la reunión que celebran los sacerdotes en el Acto II se desarrolla en un bosque de palmeras. En resumidas cuentas, Mozart opta por confluir en su singspield en uno sólo distintos y exóticos lugares para un cuento que es una parábola relacionada con el movimiento masón.
Nos acompaña la obertura de La flauta mágica en una versión grabada en el Festival de Salzburgo de 2006 con la Wiener Philharmoniker Orchestra con la dirección de Ricardo Mutti.


En otras ocasiones, el autor no se circunscribe a un lugar que tenga las características de varios otros para su obra, sino que su intención es la de crear un mundo y una civilizaciones nuevos, un sistema y un modo de vida, de pensamiento que se aleje, desde su origen hasta su desarrollo, de la forma en que se ha gestado y es nuestra sociedad.
Son narraciones más complicadas que suponen para el autor una creación más compleja, con la generación de toda una filosofía vital que va desde la misma forma de vida hasta la denominación de los personajes, la toponimia de los lugares en los que se desarrolla la historia, o cualesquiera de los detalles que conforman la historia.
En este ámbito creativo nos acercamos a una obra de Rafael Sánchez Ferlosio. Tras ganar el Premio Nadal en 1955 y el año siguiente con El Jarama, el escritor nacido en Roma, donde su padre ejercía de corresponsal periodístico, dedicó su vida a las letras con obras como cuentos y ensayos de diversa índole. Fue tres décadas más tarde cuando salió a la luz la obra que nos acompaña a continuación.

Ilustración de Rafael Sánchez Ferlosio
En 1986, Sánchez Ferlosio publicó El testimonio de Yarfoz, una obra en la que creaba un mundo a partir del relato del protagonista. El escritor ahondaba en su creación al inscribir este texto biográfico del hidráulico Yarfoz sobre su admirado príncipe Nébride como un añadido incluido por Ogai el Viejo, relator de las guerras de los territorios ribereños del río Barcial, como un Apéndice del Libro II por el interés encontrado en el relato y por el futuro destino que algunos de sus protagonistas tendrá en la mencionada obra La Historia de las guerras barcialeas.
Así, Sánchez Ferlosio nos presenta este texto como una pequeña parte de una obra de un alcance y una ambición mayores. Allí, además de una filosofía, una ciencia y una sociedad, el escritor se detiene en mostrarnos algunas de las ciudades y sus disposiciones como Esteverna, Escescésina y las cercanas Gromba Feceria y Gromba Salamnea. Pero el accidente geográfico que marca la diferencia entre pueblos vecinos como Grágidos, Atánidas, Iscobascos, Fecerios y Salamneos es el Meseged, un término que aludía tanto a una catarata como a una sierra, una escarpadura, una pared en la roca, como a un escalón. En resumidas palabas, el Meseged nombraba a todas esas estructuras que se refería a una enorme falla que al citar, aludía a todos esos accidentes simultáneamente.
Este enorme escalón se separaba los territorios y a los habitantes de distintos grupos nos muestra en El testimonio de Yarfoz una descomunal obra de ingeniería que une a estos pueblos de la separación que el medio físico les ha causado.
Dejemos que Yarfoz en compañía del príncipe Nébride nos adentre, a la par que ellos, en el intrincado camino que une la parte alta y la baja del Meseged creado por la mente de Rafael Sánchez Ferlosio.


Finalizamos la parte musical de este paseo por lugares imaginados con un regreso a La leyenda de la ciudad invisible de Kitezh
Tras un ataque de los tártaros se rompe la idílica vida en la ciudad. Este asalto representa el origen de la maldad, el castigo de los dioses que muestra el sentimiento de catástrofe universal que dominaba a los intelectuales europeos y, especialmente, a los rusos, aunque también aparecían rasgos religiosos o las ideas de Tolstói sobre la tolerancia y la generosidad en la ciudad de Kitezh.
El hecho que da nombre a la ópera se produce al final del Acto III, antes del desenlace que se producirá en el siguiente.

Boceto escenográfico de Viktor Vasnetsov para la ópera de Rimsky-Korsakov (1907)
Tras vencer los tártaros -ese enemigo, símbolo de la maldad, que siempre aparece en los cuentos populares rusos-, acampan a orillas del lago frente a la ciudad. Tras una lucha por el botín entre algunos, y mientras duermen, la joven inocente y pura Fewronija desata en un gesto de piedad al traidor Kuterma. Ambos huyen hacia el bosque y, al amanecer comienzan a repicar las campanas. En las aguas del lago se reflejan las cúpulas de la Gran Kitezh, pero en la orilla no se ve la ciudad. Ante tal hecho, los tártaros huyen presas del terror


La grabación pertenece al mismo disco con la orquesta Mariinsky Orchestra de San Petersburgo y el Kirov Chorus bajo la dirección de Valery Gergiev para el sello discográfico Philips.


Si nos hemos acercado a distintos tipos de obras que afrontan la creación desde diversos puntos de vista, la última nos acerca al tema fantástico, un universo plagado de seres que viven y habitan un mundo diferente al que vivimos, con sus características y peculiaridades. Son personajes que se acercan más a la literatura de evasión que a la de tipo social, pero que tiene multitud de seguidores, máxime cuando estas obras trascienden a la gran pantalla.
En este grupo de obras encontramos a uno de los más grandes escritores de este género, John Ronald Reuel Tollien.

Ilustración de Jemima Catlin
Conocido como J. R. R. Tolkien, sus obras más conocidas son El Hobbit y El señor de los anillos, obras que han alcanzado fama mundial. Escrita durante la década de los años '20 del pasado siglo, The Hobbit, or there and back again, conocido simplemente como El Hobbit es una obra que Tolkien escribió para leer a sus hijos pequeños, aunque el manuscrito fue pasando de mano en mano hasta llegar a una editorial que propuso al escritor su publicación. La obra, que transcurre durante la Tercera Edad del Sol de la Tierra Media, tuvo durante las siguientes décadas la continuación en El señor de los anillos, una obra que continuaba el universo creado con humanos a los que acompañan seres antropomorfos como los hobbits, enanos y elfos que las habitan y que el propio autor definía como legendarium.
Este lugar ficticio literario está presente en muchos de nosotros gracias a la adaptación al cine, pero no deja de llamarnos la atención cuando nos acercamos a él a través de la pluma de J. R. R. Tolkien.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:
  • García Márquez, Gabriel. Cien años de soledad, edición ilustrada por Lucía Rivera, Literatura Random House, 2017.
  • Sánchez Ferlosio, Rafael. El testimonio de Yarfoz, Editorial DeBolsillo, 2015. 
  • Tolkien, J. R. R. El Hobbit, ilustraciones de Jemima Catlin, Editorial Minotauro, 2020. 
  • Rimsky-Korsakov, Nikolai. The legend of the invisible City of Kitezh, Philips, ASIN: b00002df33.
  • www.kareol.es: Letras y traducciones de óperas y música vocal.
  • Batta, András. Ópera. Compositores, obras, intérpretes. Könemann Verlagsgesellschaft mbHl, 1999, Colonia (Alemania)

Cuando la naturaleza recupera su sitio

Si desapareciéramos los seres humanos, la naturaleza no tardaría en recuperar todo lo que le hemos ido quitando y restablecer el equilibrio en nuestro planeta.
Sabemos que la naturaleza es sabia y que, más tarde o temprano, acabaría volviendo a ocupar su espacio si la dejáramos.
Queremos creer que nuestras actuaciones son fuertes y perdurables, que somos constantes y persistentes, teniendo como pruebas o ejemplos construcciones milenarias como las pirámides de Egipto o Centroamérica, la Gran Muralla China o multitud de castillos, palacios e iglesias.
Mas, si nos fijamos con más detalles, observamos que estas construcciones erigidas por la humanidad han estado durante mucho tiempo abandonadas y casi en estado ruinoso, que muchas de ellas han desaparecido irremediablemente y, sólo a costa de un ingente esfuerzo material, personal o económico, han podido sobrevivir hasta nuestros días.
Basta observar cómo en cualquier grieta de las paredes, en los huecos entre losetas, piedras o adoquines, o en las roturas de elementos como tejas o cristales, surgen constantemente muestras del poder de la naturaleza que comienza a mostrar su fuerza invasora. Qué seria de nuestros hogares, calles, edificios, parques o carreteras si no estuviéramos constantemente manteniéndolos y luchando contra ese poder regenerador de la naturaleza.
Ese poder natural ha llegado a invadir lugares donde los seres humanos se habían asentado, pensando en la constancia y durabilidad del esfuerzo humano, en el dominio sobre las fuerzas naturales a las que ha ido arrebatando su espacio vital.
Las obras distópicas, e incluso, las de ciencia ficción nos presentan con bastante frecuencia unos escenarios postapocalípticos en los que alguna catástrofe natural o la propia acción bélica del hombre han acabado por destruir nuestras civilizaciones. En estas obras aparecen ineludiblemente lugares abandonados, destruidos e invadidos por una fuerza de la naturaleza que se manifiesta en la abundancia de plantas y animales a los que habíamos desplazado de su espacio vital.  
Cuántas civilizaciones se han perdido, mientras sus monumentos han quedado destruidos: Mesopotamia, Egipto, Grecia, Roma, por ejemplo, en la vieja Eurasia, mientras aztecas o incas han perdido ciudades, edificios o pirámides que han sido totalmente invadidos por la fuerza de la naturaleza.  
Te propongo un paseo por textos en los que la fuerza de la naturaleza ha invadido construcciones y reflejan la fuerza que esta tiene para recuperar su lugar. Nos acompañan obras de Gabriel García Márquez, Umberto Eco, Daphne du Maurier, TchaikovskyRimsky-Korsakov y Franz Waxman.

Embarcación abandonada desde comienzos del siglo XX en Sydney (Australia)

En esta publicación nos acompañan tres textos, uno sacado del comienzo de una novela, otro en el que se indica uno de los varios anuncios de la destrucción con que acabará la obra y otro que nos muestra la destrucción e invasión de un próspero lugar al final del libro. Las músicas que nos acompañan reflejan también esas invasiones de la naturaleza y pertenecen a una banda sonora, un ballet y una ópera.
Hay libros que tienen comienzos inolvidables y que una vez que los recordamos nos evocan, invariablemente, la historia que leímos. Es el caso de Rebeca, la novela de Daphne du Maurier que fue llevada al cine por Alfred Hitchcock, en una versión bastante fiel a la obra original.
Su comienzo nos lleva al sueño de la protagonista -de la que desconocemos el nombre, tal es la fuerza de Rebeca- que nos acerca a la abandonada posesión de Manderley en la que vivía.


La fuerza con que la naturaleza ha ido tomando posesión de los terrenos que antes fueron suyos, frente a la ordenada creación de jardines, setos y caminos arbolados, muestra esa fuerza arrolladora.
Pocos inicios hay tan potentes como ese «Anoche soñé que había vuelto a Manderley» de las versiones literaria y cinematográfica.


La novela de Daphne du Maurier fue llevada al cine por Alfred Hitchcock en la que sería su primera película americana. La música del film fue compuesta por Franz Waxman quien creo una banda sonora efectista y que se ha convertido en todo un clásico desde los primeros temas que suenan acompañando los títulos de crédito, en una partitura impetuosa y exuberante que transmite las emociones por las que atraviesan los personajes.
Dividida en Título principal, Prólogo y Escena de apertura, nos acompaña el inicio de esta banda sonora cuyos primeros compases tantas veces pudimos oírlos al comienzo de los programas de El mundo de la fonografía del inolvidable José Luis Pérez de Arteaga.
Este memorable primer tema principal, bullicioso que crece desde sus primeros acordes es seguido por Foreward, un tema secundario melancólico que  da paso al alegre y juguetón Marriage que evoca la boda y se va volviendo menos sutil al finalizar con la presentación del ama de llaves, la Sra. Danvers.


En su tesis doctoral, García Márquez: Historia de un deicidio, Mario Vargas Llosa señalaba que «Cada novela es un deicidio secreto, un asesinato simbólico de la realidad. Un escritor no elige sus temas, los temas lo eligen a él. García Márquez no decidió escribir ficciones a partir de sus recuerdos en Aracatata. Ocurrió lo contrario: sus experiencias de Aracataca lo eligieron a él como escritor». Con estos términos, Vargas Llosa se refería a la novela que fue el origen del Boom de la literatura Latinoamericana.
Publicada en 1967, Cien años de soledad posee también uno de esos inicios que se han tornado inolvidables: «Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo».
En cierto modo, Cien años de soledad es un libro de configuración bíblica, en el sentido que comienza con un Génesis y finaliza con un Apocalipsis. Además, su lenguaje y otras alusiones refuerzan esta idea. Además del Génesis, hay alusiones al Éxodo, tras los dos años de travesía que hubieron de realizar para llegar al otro lado de la sierra para encontrar su tierra prometida. Remedios la Bella asciende al cielo sin que a nadie le extrañe, salvo la pérdida de un juego de sábanas que echa de menos Fernanda del Carpio. También son mencionadas las plagas, en esta ocasión por las del insomnio, las guerras civiles y la de amnesia, mientras que no falta tampoco un diluvio de casi cinco años, desatado según todas las voces por el poderoso Mr. Brown de la compañía bananera. Finalmente, la obra concluye con un apocalipsis que se ha venido anunciando en diversos parajes de la obra como punto y final a la historia de los Buendía.

Ruinas de Angkor Wat (Camboya)
Una de estas situaciones en que se viene anunciando la destrucción de la saga nos muestra ese poder omnímodo e invasor con que la exuberante naturaleza viene a reclamar lo que le pertenece y que domina cuando las fuerzas no pueden detenerla.
Santa Sofía de la Piedad es un personaje conformista, resignado, silencioso y casi invisible a quien García Márquez otorga la «rara cualidad de no existir por completo sino en el momento oportuno» y a cuya familia Pilar Ternera entregó todos los ahorros de su vida para que acabara como la compañera de Arcadio, el hijo del José Arcadio primero y a quien le dio tres hijos: Remedios la Bella, José Arcadio Segundo y Aureliano Segundo. Santa Sofía de la Piedad es uno de los escasos habitantes del pueblo que escapan del desenlace apocalíptico.


De la música de cine pasamos a la de ballet, y qué mejor historia para evidenciar el paso del tiempo y la invasión que la naturaleza hace ocupando el espacio que uno de los cuentos infantiles más conocidos.
Basado en el conocido cuento de Charles Perrault y con un libreto del coreógrafo Marius Petipa junto con Iván Alexandrovtsch Wsewoloschsky, en enero de 1890 se estrenó en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo el ballet La bella durmiente con música de Peter Ilich Tchaikovsky, uno de tres grandes ballets del compositor ruso, posterior a El lago de los cisnes y anterior a El Cascanueces.
La historia que nos acompaña transcurre en la segunda escena del Acto II. Tras una cacería con su séquito, el príncipe Desiré queda solo y el Hada Lila le muestra una visión de la princesa que lleva dormida desde hace cien años en un lugar inaccesible por la vegetación que ha crecido durante ese tiempo. A medida que la visión se desvanece, el príncipe pida al Hada que la lleve junto a ella, logrando traspasar la vegetación y quienes la guardan, llegar al palacio y, como es obvio en esta historia, despertarla con un beso.
Cada versión y decorado son diferentes, en esta producción de 2018 del Royal Ballet del Royal Opera House de Londres con Vadim Muntagirov y Marinela Núñez (Nunez para los ingleses).


La tercera obra que nos acompaña es otra novela, en este caso de ambientación histórica medieval que transcurre en un monasterio, la excelente El nombre de la rosa de Umberto Eco.
Experto en semiótica, este filósofo y escritor italiano nos sumergió en el interior de una abadía benedictina durante siete intensas jornadas en descomunal novela en que se une la trama policiaca, la crónica medieval, la novela gótica, en la que se incluye la reconstrucción de las formas de pensar y sentir de la época, un amor por los libros y las bibliotecas y una trama policiaca a cargo de Guillermo de Baskerville, un personaje que sirve de homenaje a Sherlock Holmes (y la obra El sabueso de los Baskerville) y al filósofo Guillermo de Ockham, de los que toma nombre y apellido.

Ciudad minera abandonada de Kolmanskop (Namibia)
Contada por el joven Adson de Melk, la novela finaliza con un viaje que el narrador realiza a la derruida abadía donde transcurre la historia, el estado en que la encuentra y cómo los vestigios de lo que fuera un próspera edificación humana han sido invadidos por la flora y la fauna que la naturaleza ha llevado al lugar.


Basada en dos leyendas populares rusas, la salvación de la ciudad de Kitezh que se volvió invisible cuando fue atacada por los mongoles y la de la joven Fevróniya de Múrom, Nikolai Rimnsky-Korsakov estrenó su ópera La ciudad invisible de Kitezh también en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo en 1907.
La ópera transcurre en cuatro escenarios diferentes, tres de ellos mundanos y el otro místico. El primero de ellos, el bosque representa la naturaleza, el hogar de la joven Fevróniya, un lugar puro y lleno de armonía. El segundo, la Pequeña Kitezh es el escenario de la vida cotidiana, donde habita la gente normal, del que procede también el vagabundo Grishka Kuterma, que prefiere servir al mal, mientras el tercero es la residencia del príncipe Yuri Kitezh el Grande. El lugar espiritual es la Gran Kitezh, la residencia del bien y símbolo de la patria ideal.

Valle de los molinos. Sorrento (Italia)


Finalizamos esta publicación sobre lugares en los que la fuerza de la naturaleza le hace recuperar su sitio con el aria del príncipe Yuri entona un lamento por la posible destrucción de la ciudad que presiente, su final, ante la idea en el momento de su fundación de que permaneciera en pie durante siglos. 


Este lamento que está interpretado por la profunda voz de bajo de Boris Christoff, en una grabación discográfica de HMV de 1952 con la Philarmonia Orchestra dirigida por Wihelm Schüchter.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:
  • Du Maurier, Daphne. Rebeca. Traducción de Fernando Calleja. Editorial DEBOLSILLO.
  • García Márquez, Gabriel. Cien años de soledad. Editorial DEBOLSILLO.
  • Eco, Umberto. El nombre de la rosa. Traducción de Tomás de la Ascensión Recio y Ricardo Pochtar.