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Entre el azar y el destino

El azar puede ser el pseudónimo de Dios, cuando no quiere firmar.
Anatole France

En alguna ocasión nos hemos llegado a preguntar qué habría ocurrido si hubiéramos tomado una decisión en un sentido distinto al que lo hicimos, si hubiéramos hecho tal cosa en lugar de la que llegamos a realizar o que habría sucedido si nos hubiera ocurrido algún hecho concreto.
Estos razonamientos forman parte de nuestra condición humana y, como tal, se ha convertido en un tema vital de carácter filosófico, hasta tal punto de llegar a generar pensamientos tanto deterministas como indeterministas.
El azar lo podemos considerar una combinación de circunstancias imprevisibles que nos pueden llegar a afectar tanto a nosotros como a nuestras acciones y que son imposibles de predecir, sean o no aleatorios, tengan o no un origen claro, como tratamos en El amor entre el destino y la pasión.
Así, en determinados momentos ha habido pensadores que han tratado sobre el destino, defendiendo que el futuro de cada uno de nosotros se haya predeterminado, cuando, en realidad, se escribe a lo largo de nuestra vida, en cada acto y decisión que realizamos en cada momento y en cada situación de azar que se nos presenta.
De esta manera, está en cada uno de nosotros depender en menor medida del azar a la hora de conseguir nuestros objetivos, eligiendo opciones que dependan en gran grado de nuestras acciones y que profundicen en alternativas que avancen en conseguirlos.
Te propongo un paseo por obras literarias y musicales que nos acerquen a la reflexión y tratamiento entre el azar y el destino. Nos acompañan Benedetti, Wislawa Szymborska, Verdi y Tchaikovsky. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Hay nombres que casi marcan un destino. Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia, conocido por todos como Mario Benedetti quizás no pudo, con ese nombre, sino vivir entre letras y libros. Después de realizar sus estudios por diversas localidades uruguayas y emplearse como recadero, empleado de una empresa de repuestos de automóviles o una inmobiliaria, taquígrafo o funcionario público, su dedicación por las letras se alternó entre el periodismo y la publicación de libros que van desde los cuentos a la novela, pasando por los ensayos y temas periodísticos hasta desembocar de modo más único y exclusivo en la poesía. 
Autor de algo más de ochenta libros traducidos a más de veinte idiomas, Preguntas al azar (1986) marca un punto de inflexión en su obra literaria, significando simultáneamente una ruptura y una continuidad dentro de su obra, en un momento en que el escritor y su esposa Luz regresan a su país desde el exilio argentino, como refleja en la dedicatoria a su compañera: «A Luz este brindis por el regreso.»
Los ochenta poemas que suponen esas Preguntas al azar inciden en el espacio de indagación en la obra del escritor uruguayo, inaugurando un juego estilístico y retórico en que el poeta se sumerge desde ese momento. Los poemas interrogativos surcan este volumen alternándose con algunos reflexivos y otros de resolución afirmativa cargada de la ironía propia del escritor.
En este poemario Benedetti enlaza con su tradición al incluir algunas reconstrucciones de otros poemas suyos como Esta es mi casa y Botella al mar, mientras abre su universo poético en las indagaciones comentadas. Imbricados en estos poemas, hasta en cuatro ocasiones recurre al título Preguntas al azar para incluir poemas que indagan en estas cuestiones que le interesan.
Nos quedamos con la última de ellas, la que cierra el volumen, una extensa reflexión interrogativa.




Si hay una ópera que asociemos de forma inmediata con el incierto devenir es La forza del destino, la obra que Giuseppe Verdi compuso a partir de Don Álvaro o la fuerza del sino de Ángel Saavedra, Duque de Rivas, una muestra más de la fascinación que el compositor de Busseto tenía por los temas y argumentos españoles. 
Estrenada en 1862 en el que ahora se conoce como Teatro Mariinsky de San Petersburgo, tras unas revisiones fue estrenada al año siguiente en Roma y en el Teatro Real de Madrid con la presencia del compositor y el propio Duque de Rivas, desde donde fue recorriendo los escenarios operísticos más importantes de Europa y América.

Girl with baloom, atribuida a Banksy, Shoreditch (2002)

Para el estreno en La Scala de Milán, en una segunda versión, el compositor pidió a su libretista Francesco Maria Piave menos violencia y evitar que hubiera menos muertes en la obra. Al enfermar Piave, el encargo recayó en Ghislanzoni que alteró muchos pasajes, incluido el final de la obra, mientras Verdi añadió, además, una nueva obertura que recogía los temas principales de la obra y ha llegado a convertirse en una de las más conocidas y personales de su repertorio.
Nos acompaña el aria de Leonora del Acto IV, Pace, pace mio Dio (Paz, paz, Dios mío), un monólogo en el que el personaje hace un balance de su vida implorando una paz que no existe en su atormentada existencia pese a haberse retirado a vivir en una cueva como ermitaña y que no le llegará en este mundo, presagiando una muerte cercana.


La interpretación corre a cargo de la soprano Anna Netrebko, cuya voz ha ido ganando en oscuridad y dramatismo con el paso de los años, en una producción de La forza del destino de Christof Loy para la Royal Opera House del Convent Garden londinense que cambia de modo sustancial el escenario en que se desarrolla la escena.


Volvemos de nuevo en este blog nuestra mirada a la obra de Wislawa Szymborska, la Premio Nobel de Literatura polaca y su fascinante capacidad para observar y cuestionar con una mirada lúcida y novedosa todo cuanto nos rodea.
Publicado en 1972, Si acaso recoge una treintena de poemas en los que podemos recorrer una poesía ausente de metáforas en la que Szymborska combina la emoción con la razón, acercando su mirada a hechos, personas o situaciones de la vida cotidiana, creando un lenguaje lírico cargado de dudas y pleno de intenciones éticas que da a sus poemas una hondura y fuerza muy personales. En nuestro país, Si acaso aparece publicado en distintas compilaciones de poemas de la escritora polaca como Paisaje con grano de arena.


En nuestro acercamiento a la confluencia entre el azar y el destino nos acompaña el poema que da título al libro y que indaga sobre las conexiones que se extienden sobre nosotros y entre las que descubrimos coincidencias, encuentros casuales y que nos llevan, en cada momento, a los precisos lugares y situaciones en los que nos encontramos y que nos llevan a pensar: ¿Qué habría pasado si...?


Quizás el sentido más genérico y habitual del azar sea el destinado a determinados juegos en los que los resultados dependen de la casualidad a través de cartas, dados, bolas numéricas u otro tipo de elementos y que, combinados en algunos casos con cierta pericia por parte de los jugadores, provocan mayor o menor fortuna, afición o dependencia.
Basado en un cuento de Alexander Pushkin y con un libreto de su hermano Modest, Piotr Ilich Tchaikovsky estrenó en 1887, también en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo, su ópera Pikovaya dama (La dama de picas) con el gran éxito que se esperaba.
La historia se desarrolla en la Rusia de Catalina la Grande y se centra en la atormentada vida del joven soldado Herman, un jugador que busca desesperadamente la fortuna económica con la que poder conquistar a Lisa, una mujer que se haya en una situación económica y social superior a la suya.
En el Acto III de La dama de picas, la última escena de la ópera comienza con la desesperada aria de Herman Chto nasha zhizn? Igra! (¿Qué es la vida? ¡Un juego!).


Nos despedimos con la interpretación con la potente voz del tenor Vladimir Atlantov en el inicio de la última escena de La dama de picas de Tchaikovsky en una interpretación que se levó a cabo en el Teatro Bolshoi de Moscú bajo la dirección de Yuri Simonov.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:

El sueño de una noche de verano. De Shakespeare a Britten

Vivimos condicionados por cuanto nos rodea. Desde las circunstancias sociales, familiares y nuestras relaciones personales hasta lo que la naturaleza nos determina. 
Si las primeras varían en cada uno de nosotros y nuestras propias situaciones, la naturaleza, el planeta o el propio sistema solar nos condicionan con algunas de sus manifestaciones. Los cambios estacionales que podemos apreciar en la naturaleza, los fenómenos meteorológicos, como la lluvia, nieve o el calor estival, los ciclos anuales, nos afectan en mayor o menor grado, tanto en lo que nos ofrece como en lo que cada uno de nosotros queramos percibir.
Dentro de los ciclos estacionales, el momento del solsticio de verano marca un momento crítico, la máxima duración del día que se completa con la noche más corta del año, un momento que, desde la antigüedad más remota se ha apreciado, considerado y celebrado. Desde los más antiguos monumentos megalíticos con su orientación solar, las celebraciones célticas o las de las culturas mediterráneas con las hogueras de San Juan, el momento del solsticio supone un momento que tiene algo de magia, de acercamiento a la naturaleza y de celebración de la noche. El permanecer en la noche al aire libre con un mayor margen de tiempo, entablar conversaciones serenas, observar el titilar de las estrellas en el firmamento, oír el rumor de las olas, apreciar el aroma de algunas plantas son sensaciones que nos acercan a la magia de la noche.
Una de las obras más universales que celebran este momento, uniendo la llegada del verano con la ilusión y la magia de la noche es El sueño de una noche de verano de William Shakespeare, una obra que ha tenido una gran difusión e influencia desde hace más de medio milenio y que aún sigue llevándose a los escenarios e inspirando a los creadores.
Entre los compositores podemos destacar la versión de Félix Mendelssohn Ein Sommernachstraum que trajimos a este blog con el mismo título de El sueño de una noche de verano y la de Benjamin Britten también del mismo título.
Te propongo acercarnos en estas noches cercanas al solsticio a la obra El sueño de una noche de verano de Shakespeare y la ópera del mismo título que compuso Britten. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Las obras de William Shakespeare continúan ofreciéndonos cinco siglos después de ser escritas las grandes dosis de tragedia y comedia, ternura y crudeza, amor y odio, piedad y horror o realismo y magia que encandilaron a quienes las presenciaron en el escenario.
Dueño de un lenguaje rico y prolífico, sus recursos lingüísticos son tan variados y complejos que contribuyen a presentar como ningún otro escritor lo mejor y lo peor de las pasiones humanas, de elevar a las alturas y sumir en el abismo a los personajes que transitan por los escenarios o, lo que es lo mismo en el escritor inglés, la vida. La ambición, la crueldad o el amor más apasionado se cruzan en sus obras con la duda o la fantasía.
Contrastando con sus grandes dramas y tragedias, A midsummer night's dream (El sueño de una noche de verano) es una obra que nos hace partícipes del halo de magia e irrealidad que la nocturnidad del estío traen consigo.
Escrita, y posiblemente estrenada en 1595, este sueño nos envuelve en cinco tramas entrelazadas con la celebración de la boda entre el duque Teseo de Atenas e Hipólita, reina amazona, que transcurren de forma simultánea en el bosque y en el reino de hadas de Fairyland bajo la iridiscente luz de la luna. Mientras, una compañía de actores aficionados ensaya una obra que llevarán a cabo antes de la boda y ambos grupos acabarán encontrándose en un bosque habitado por hadas que manipulan a los humanos y se involucran y entrometen en sus intrigas.
El inicio de la obra presenta a Hermia, enamorada de Lisandro, que se resiste a la petición de su padre Egeo de que se case con Demetrius, con quien su progenitor ha acordado el enlace, mientras Helena, su mejor amiga, suspira por el amor de este. Egeo invoca una antigua ley ateniense, según la cual, una hija debe casarse con quien su padre elija o enfrentarse a la muerte, mientras Teseo le ofrece la opción de la castidad como vestal de la diosa Diana.
Así, de esta forma, comienza El sueño de una noche de verano de Shakespeare.


A partir del original shakespeariano, Benjamin Britten se embarcó a finales de los años cincuenta del siglo pasado en la elaboración de un libreto en colaboración con su compañero, el tenor Peter Pears, en el que consideraron la fidelidad al texto original, aunque adaptando el argumento a la duración estándar de una ópera, por lo que se vieron en la tesitura de reducir partes de las tramas originales.
La obra fue estrenada en el festival de Aldeburgh en junio de 1960 con la dirección del propio Britten y Pears en el rol secundario de Flute.
En la ópera, el comienzo difiere del de la obra teatral. Comienza con un grupo de hadas que se mueven en la noche por un bosque cercano a Atenas. Allí comienzan a mostrarnos su intenciones:

Por los montes y los valles,
cruzando cercas y verjas,
por las olas, entre el fuego,
a por todas partes, ligera,
más veloz que la luna,
voy a servir a mi reina,
poniendo sus esferillas 
de cristal entre las hierbas.

A las que se responden unas y otras. A la entrada de Puck, uno de los personajes más singulares de los creados por Shakespeare, le interpelan, mientras nos lo describen al público:
O confundo mucho
tu forma y tu figura, 
o eres ese espíritu
astuto y maligno
llamado Robin Goodfellow.
¿No eres tú el que asusta
a las muchachas de la aldea,
descrema la leche,
y a veces,
trabaja en la muela,
haciendo inútil 
que el ama de casa,
sin aliento,
bata la mantequillera
y, a menudo, no deja 
fermentar la cerveza,
extravía a los caminantes
y se ríe de su daño?
¿No eres ese?

Tras ellos entran en escena Oberón y Titania, reyes de las hadas, que entablan un diálogo de desamor con el que concluye la escena.


El enlace pertenece a una representación de la Deutsche Oper Berlin llevada a escena en enero de 2020 con el Coro de niños y jóvenes de la citada organización con dirección musical de Sir Donald Runnicles y dirigida por Christian Lindhorst


En El sueño de una noche de verano, Shakespeare nos abre a esas ensoñaciones de las noches de verano que él traduce en un prodigio de fantasía, ternura e idealismo. Las tramas se cruzan entre las parejas de enamorados que padecen y gozan a causa de las astucias y argucias de los enamorados, mientras se preparan y celebran las nupcias entre Teseo e Hipólita, antiguos enemigos en lides amorosas. Como hemos observado, personajes míticos como Oberón y Titania o el duende Puck se cruzan con las parejas formadas por Hermia y Lisandro y Demetrio y Helena, de tal manera que la obra sigue unas de las máximas de las comedias de Shakespeare«Todo lo que acaba bien, es bueno.»

Procedente de diversas leyendas inglesas, Puck, denominado en ocasiones Robin Goodfellow, es el arquetipo de duendecillo burlón shakespeariano, un personaje bromista, guasón y mentiroso, que ejerce de bufón en la corte de Oberón y tiene la capacidad de crear los más grandes enredos.
Oberón le encarga encontrar una flor cuyos jugo y aroma provoca a quien llegue a olerla o probarla en sueños que, al despertarse se enamore del primer ser que vea. El desconcierto que organiza Puck al no hechizar a quien debía hacerlo se traslada a las tramas que se desarrollan en la corte de las hadas como a las del cercano pueblo donde habitan los humanos.
Shakespeare nos muestra cómo Oberón encarga al travieso duendecillo que ponga en marcha su plan.


Para su ópera, Britten compuso la música a partir de las características de los personajes. A los amantes les rodeó de un mundo sonoro romántico, a las hadas las representa con música etérea, mientras que a los personajes rústicos les escribió una música más sencilla con carácter folclórico. Inusualmente al que se podría considerar el protagonista principal, Oberón, lo creó para voz de contratenor, pensando en el cantante Alfred Deller, cuya voz, eminentemente lírica no alcanzaba notas especialmente altas. 
Titania, en cambio, está pensada para una voz de soprano de coloratura, mientras Puck no canta, es un personaje hablado al que acompañan siempre la trompeta y la caja rítmica.
Inspirada, con la fidelidad que hemos comentado, en la obra de Shakespeare, Britten también hace en su ópera un homenaje a Purcell en el aria de Oberón I know a bank (Sé de una loma) al inspirarse en su obra Sweeter than roses (Más dulce que las rosas).
¿Cómo lleva a la ópera Britten esta escena? En esta ocasión es de una enorme fidelidad con respecto a la obra original.
 

La grabación nos ofrece el aria I know a bank interpretada por el contratenor Christopher Lowrey en una representación llevada a cabo en el Grande Theatre de Géneve con la Orquesta de la Suisse Romande dirigida por Stephen Sloane.


Escrita antes de cumplir los treinta años, parece que Shakespeare conocía distintas fuentes que le inspiraron para esta comedia singular. Por una lado, El descubrimiento de la hechicería de Reginald Scott pudo servir para inspirar el personaje de Puck en Robin Goodfellow (apelativo cuyo significado será algo parecido a Buen compañero), mientras la conocida escena de la transformación en asno se pueden remontar a El asno de oro de Apuleyo o de obras de Plutarco o Chaucer.
¿Qué pudo llevar a un joven Shakespeare a escribir esta comedia? Por un lado hay una parodia sobre los nobles de la corte de Oberón, que se puede considerar una crítica a la nobleza que rodeaba a Isabel I, cuyos matrimonios, organizados como formas de poder entre familias dejaban fuera de lugar el que debe ser su motor y motivo: el amor. Así, el dramaturgo inglés crea una trama en la que tanto los personajes fantásticos, como los mitológicos se alían con la vida, las pasiones y el amor, luchando y venciendo contra lo que en la primera escena de la obra plantea el personaje de Egeo: que en el matrimonio se deba seguir únicamente el deseo e interés familiar de los padres.


Una vez resueltas todas las tramas, la obra de Shakespeare finaliza con un alegato de Puck a los espectadores, al que siguen un canto de Oberón y cae el telón después de otro del propio Puck.


También la ópera de Britten ofrece una gran fidelidad al desenlace del texto shakespeariano, finalizando con intervenciones con textos similares.
Finalizamos este paseo por El sueño de una noche de verano en las versiones de Shakespeare y Britten con el deseo de que el misterio, la magia y la emoción de estos autores nos hayan acompañado en una noche, esta noche, tan especial por ser la noche que vivimos hoy, ahora.


El enlace está interpretado por Tail Ketzef como Titania, Yaniv Elijah Deor en el rol de Oberón y Yossi Zabari como Puck, acompañados por The Moran Choir y The Israel Symphony Orchestra Rishon LeZion perteneciente a The Israeli Opera, todos dirigidos por Daniel Cohen, en una representación de enero de 2018.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:

Suspiros al Arte, una forma de Emocionarte

Esta es una publicación diferente y, en todos los sentidos, muy especial.
Habitualmente los escritos que aparecen en este blog buscan una simbiosis entre la literatura y la música vocal, tratan de acercarnos reflexiones sobre un tema determinado que, creadas desde la época o el momento en que lo hayan sido, nos aporten algo, nos enriquezcan o, simplemente, nos hagan pasar un rato agradable que nos ayude a reflexionar.
En esta ocasión, te invito a conocer parte de los entresijos de este blog y de quien lo escribe en una entrevista realizada por Silvia en Suspiros al Arte. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Hace varios años que tengo la enorme fortuna de coincidir con Silvia en la blogosfera y las redes, ya que, además de nuestra vocacional profesión nos une la pasión por publicar y acercarnos al arte, desde ópticas diferentes, pero, en el fondo, convergentes.
Hasta hace pocos meses publicaba en su blog Emocionarte. Se trata de un espacio que daba cabida a su caleidoscópica y poliédrica mirada que abarcaba desde algunas de las actividades creativas que llevaba a cabo como maestra de música, hasta escritos propios que se movían entre unos personales relatos y poesías, pasando por reseñas sobre libros que leía y la acompañaban y, sobre todo, unas fantásticas miradas a esas obras de arte que forman parte de nuestra cultura colectiva que analizaba desde lo racional y objetivo y desde su enorme capacidad para transmitirnos las emociones que la atravesaban en su contemplación. Aún podemos acercarnos desde este enlace a su Blog Emocionarte y recrearnos con algunas de sus interesantes miradas.

Para los que no lo conozcáis, os dejo una muestra de las muchas que podéis encontrar en su blog, su visión de unos de los cuadros más importantes y claves de comienzos del siglo XX, una de las primeras obras maestras de Picasso que nos acompaña en su publicación La revolución de las señoritas.


Desde hace unos meses, Silvia, una persona interesante e inquieta donde las haya y que odia las ataduras de la rutina, se ha embarcado en un nuevo proyecto en el que desarrolla podcasts artísticos y culturales con distintas secciones: Canción oculta, Zona arte Vip, en la que realiza una entrevista, Sabor a verso, en el que incluye poemas propios o de otros escritores y alguna sección en la suele incluir alguna sorpresa. 
Silvia alcanza en cada podcast un grado de amenidad y calidad que, ya lo podréis comprobar, supera a muchos profesionales y que realiza técnicamente en su totalidad y que os recomiendo que sigáis en Suspiros al Arte en Ivoox, además de tener un perfil activo y muy recomendable en Twitter también como Suspiros al Arte e Instagram. También se pueden seguir sus podcasts en su Canal de Youtube Suspiros al arte.


Me siento afortunado, ya que en su Podcast 5, Silvia ha tenido el detalle de centrar su atención en este blog e indagar sobre el mismo: su contenido, su gestación o la forma de trabajar cada publicación, llegando en algunos momentos a cruzar esa línea que separa -o une, nunca se sabe- lo relativo al blog y a quien está detrás del mismo.
Participar con ella ha sido una experiencia más que interesante en la que he podido atisbar su forma de trabajar y cómo desarrolla los procesos creativos y descubrir su enorme capacidad de entrar de lleno en el fondo de lo que busca conocer y la delicadeza con que nos acompaña y lo lleva a cabo.


En este Podcast 5 de Suspiros al Arte, Silvia nos trae también En silencio, un breve pero intenso poema de Aurora Sánchez, en Twitter con el usuario La Vida es como el Jazz. Es todo un lujo poder compartir espacio con ambas.
Os dejo con el programa


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¡Mira esa nube!

Vivimos inmersos en la prisa. Todo lo que hacemos, las actividades que llevamos a cabo cada día, las rutinas, los traslados de casa al trabajo y el cansado regreso o el estrés continuo y acumulado son señas de identidad de la vida de nuestro tiempo.
Estas prisas nos hacen vivir centrados en asuntos que consideramos importantes y provocan que perdamos imperceptiblemente nuestra capacidad de ser curiosos, de asombrarnos por observar lo que nos rodea, de mirar aquello que se escapa a nuestras miradas rutinarias. 
Detenernos en observar los cambios que se producen en las luces al atardecer mientras declina el día, o, aún más infrecuente, al amanecer, recrearnos en la contemplación del cielo nocturno, atisbar los cambios cíclicos que se producen en las plantas, ya en la naturaleza, ya en lugares urbanos como parques y jardines o contemplar el paso de las nubes nos acercan a recuperar nuestra capacidad de observación y de asombro.
Te propongo acercar la mirada a esas nubes que pasan, efímeras y cambiantes, sobre nuestros cielos y mantener nuestra capacidad de asombro con la contemplación de sus fugaces figuras. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Poeta, autor teatral, editor y guionista de cine, Manuel Altolaguirre es una de las mentes brillantes del siglo XX que terminó marcada por el conflicto civil que desangró España a finales de los años treinta de aquella centuria. Tras perder a parte de su familia en la guerra, dirigir La Barraca tras Federico García Lorca y Manuel Ugarte y antes de que lo hiciera Miguel Hernández, Altolaguirre se exilió en Cuba y México donde centró su actividad en el cine, regresando en diversas ocasiones a nuestro país, donde moriría tras un accidente de tráfico.
Extraído de su poemario Las islas invitadas de 1944, La nube es símbolo de una perdida libertad, un sueño que, como nube, se deshace, cuyo fin, la lluvia, genera diversas consecuencias, graves, livianas o cautivas.


Como esas nubes que pasan, dejamos la oscura presencia de las que surcaron nuestros cielos tras aquellos años y nos acercamos a una de las obras más genuinas y emblemáticas de uno de los músicos mas personales del cambio entre los siglos XIX y XX.
Achille Claude Debussy se inspiró en una serie de pinturas impresionistas de James McNeill Whistler cuyos títulos comienzan con la palabra Nocturne para componer una obra que, en un primer momento, se iba a llamar Tres escenas al crepúsculo y que terminaría titulando Tríptico sinfónico para orquesta y coro femenino. Sus movimientos Nuages, Fêtes y Sirénes (Nubes, Fiestas y Sirenas) fueron estrenados en París en 1900 los dos primeros y al año siguiente de forma completa.

James McNeill Whistler. Nocture. The Thames at Battersea (1878)

El propio compositor señalaba en las notas previas al estreno que «el título Nocturnos debe entenderse en un sentido decorativo. No ha de interpretarse que como que hace referencia a la habitual forma del nocturno musical, sino más bien a todas las impresiones y los efectos especiales de luz que sugiere su nombre. El primero, Nuages hace referencia al aspecto inmutable del cielo, con la marcha lenta y melancólica de las nubes, que finaliza con una agonía gris, dulcemente teñida de blanco.»
La interpretación de Nubes está dirigida por el finlandés Esa-Pekka Salonen en una grabación para Sony Classical.


Barcelonés de nacimiento, también el exilio llevó a Pere Calders a México donde terminó de cambiar definitivamente su faceta como dibujante por la de periodista y, sobre todo, escritor. En sus textos, Calders es un auténtico maestro del relato corto en los que el lirismo se funde con un personal sentido del humor, una imaginación desbordante y una enorme capacidad para diluir la frontera que separa la realidad de un surrealismo que lo invade todo, sorprendiendo y haciendo cómplice al lector de las historias.
A los lejanos a su Cataluña natal, a la que regresó en los años sesenta, muchos lo conocimos a través del grupo Dagoll Dagom y el montaje Antaviana que se basaba en diversos textos suyos.
En De teves a meves (De lo tuyo a lo mío), publicado de 1985 con el subtítulo de 32 cuentos con final casi feliz, Calders incluyó El núvol guilla (La nube se las guilla) un relato que surgió a partir de una propuesta de los alumnos ocho y nueve años de un colegio que le pidieron que inventara una historia con ese título.
La relación entre la protagonista Gloria y una particular nube es el centro de la historia de la que extraemos la parte relacionada con la inocente y persistente mirada infantil.



No solo la mirada infantil se fija en esas nubes que surcan nuestros cielos. En La flauta mágica, Mozart hace que miremos hacia arriba con la llegada de tres personajes -un número esencial de esa obra- que vienen desde una nube a hablar con los protagonistas en diversas ocasiones.
En la primera intervención, se dirigen a Tamino, el protagonista, al que le ofrecen tres -otra vez este número- consejos para seguir adelante en su camino. En esta ocasión es la nube la que nos ofrece su mirada.


El enlace corresponde a una función de 1991 del Metropolitan Opera House de Nueva York con Francisco Araiza como Tamino y Ted Huffman, Benjamin Schott y Per-Christian Brevig como los tres muchachos, todos con la orquesta titular del teatro y la dirección de James Levine.


En algunas ocasiones nos hemos acercado a la poesía de la Premio Nobel polaca Wislawa Szymborska, una escritora de mente inquieta, cuyas reflexiones nos acercan a un pensamiento que se abre con curiosidad y originalidad a la esencia de las cosas, cercanas a las reflexiones filosóficas.
Procedente de sus Nuevos poemas y recogida en Antología poética, Las nubes es un poema que trata de la brevedad con que se desarrollan en una (in)constante comparación con una vida que, a su lado, carece de fugacidad, semejándose a la eternidad de las piedras.


Esa fugacidad que nos revela la escritora polaca se asemeja a lo inconstante de la pasión en una de las ópera de Händel.
Estrenada en diciembre de 1709 en Venecia, Agrippina es la única ópera del periodo italiano del compositor sajón de la que se conserva el libreto íntegro. Narra la historia de la esposa del emperador Claudio y madre de Nerón y tuvo un éxito tan abrumador en su estreno que el público lo aclamó al terminar la ópera con el grito «¡Viva il caro Sassone!» (¡Viva el querido sajón!).


De esta ópera está extraída la última pieza musical que nos acompaña en nuestro paseo entre nubes, el aria de Nerón perteneciente al Acto III Come nube che fugge dal vento. Como es habitual en este tipo de óperas pertenecientes al barroco, se trata de una aria da capo, en el que el tema principal, correspondiente a los primeros versos, se repite al finalizar con la libertad para el intérprete de adornarlo a su gusto.


El aria, cuya calidad de imagen nos muestra que está grabada hace unos años, está interpretada por uno de los grandes expertos en este periodo, un habitual de este blog, el contratenor francés Philippe Jaroussky acompañado por Le Grande Ecurie et la Chambre du Roy con la dirección de Jean-Claude Malgoire, formando parte de una grabación para el álbum Bellissimo Baroque de Naxos of America.


Nos despedimos de esta mirada a las nubes, a su fugacidad y al deseo de recrearnos en su contemplación con uno de los Poemas en prosa de Baudelaire.


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Bibliografía y webgrafía consultadas: