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Una Danza Macabra

Dos tradiciones se cruzan y entremezclan en el paso de octubre a noviembre. Por una parte, la celebración de Todos los Santos, a la que sigue el día de los difuntos, unas celebraciones arraigadas en la cultura europea, especialmente en países como el nuestro. Por otra parte, la festividad de Halloween, una tradición de origen celta, más asociada a la cultura anglosajona de el Reino Unido y los Estados Unidos.

Si en la cultura hispana se recuerdan más figuras como don Juan Tenorio y la tradición de representar su obra por estas fechas, la influencia de la cultura americana va avanzando con toda la parafernalia que acompaña Halloween.

Pero hay un pequeño punto de intersección entre ambas manifestaciones, el homenaje a los difuntos, en la primera más seria en cuanto se recuerdan a aquellos que nos precedieron; en la segunda más festiva, con la finalidad de hacer perder la sensación de miedo a los pequeños.
Entroncados en tradiciones medievales, un poema, una canción para piano y voz y un poema sinfónico unen el cambio de mes entre octubre y noviembre.
Te propongo escuchar una de las obras que más nos acercan a las celebraciones de Todos los Santos y Halloween, la Danza Macabra de Cazalis y su versión musical de Saint Saëns. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Las danzas de la muerte o danzas macabras forman parte de una manifestación literaria y artística iniciada en el siglo XIV como reacción a las epidemias de peste y otras enfermedades e inmersas la cultura religiosa de la época.
Basadas en el canto del Dies Irae del oficio de difuntos católico sobre el que realizaban una serie de variaciones, suelen representar unos diálogos en verso para representar en escena de una alegoría de la muerte, habitualmente un esqueleto, se acerca a personajes de distinta posición social para bailar alrededor de su tumba. Estas figuras que representaban el poder social o religioso solían ser el Papa, el Emperador o el Rey, el Obispo e incluso el Sacristán y la muerte les venía a recordar que los placeres del mundo tienen su fin y que todos seremos igualados con la muerte. Así, 

"Riendo sarcásticamente, con el andar de un antiguo y tieso maestro de baile, la muerte invita al Papa, al emperador, al noble, al jornalero, al niño pequeño, al loco y a todas las personas de las demás condiciones, a que la sigan."
James Clark, The dance of death in the Middle Ages and the Renaissance.

Ilustraciones según obres de Guyot Marchant (1486)

Con el paso de los años, la tradición de estas danzas macabras cesó hasta que con el romanticismo volvió a tomar un nuevo protagonismo, adaptándose a temas tan propios del estilo como la muerte, la exaltación del yo a través de los sentimientos y las emociones y un gusto por los fenómenos naturales, 
tan arraigados en este periodo.
El siglo XIX francés es fecundo en autores y obras que reflejan los rasgos más significativos de este periodo y del que hemos tratado en algunas publicaciones.
No muy conocido en la actualidad, Henri Cazalis vivió durante los últimos sesenta años del decimonónico siglo, en el que alternó su trabajo como médico con el de poeta adscrito al simbolismo, publicando sus obras con los pseudónimos de Jean Lahor y Jean Caselli
Amigo de Prudhomme -el ganador del primer Premio Nobel de Literatura- y Mallarmé, muchos de sus poemas fueron musicalizados por compositores franceses de su época. En su ideario artístico, Cazalis concibe de la poesía como un medio de perfección ética en el que el poeta asume el dolor de los que sufren para contribuir a establecer la armonía universal. 
Entre sus obras destacan L'Art nouveau, L'illusion o Melancholia, aunque la que más se ha popularizado es el poema Danse macabre, basado en las danzas de la muerte medievales, publicado con el pseudónimo de Jean Lahor.


Tras dar su primer concierto público con apenas diez años, Charles Camile Saint-Saëns es uno de los grandes pianistas, organistas y compositores franceses del periodo que abarca el final del XIX y el comienzo del XX. Discípulo de Charles Gounod, compaginó su trabajo como organista de la Madeleine de París con la composición, además de su polifacética dedicación a la geología, la arqueología, la botánica y las matemáticas.
Su música sigue la tradición francesa de forma elegante y rigurosa en el detalle, destacando su ópera Sansón y Dalila, sus conciertos para piano que él mismo llegó a estrenar, los de violín, sus sinfonías, con la inigualable Sinfonía nº 3 con órgano, y los poemas sinfónicos como La rueca de Omfalia, el primero de los escritos por un compositor francés, o la Danza macabra. Quizás la obra más popular de las que compuso fue esa pequeña pieza que no quiso que se interpretara en público mientras vivió, El carnaval de los animales, una broma en que se reía de todos, incluso de él mismo.


Saint-Saëns se basó en el poema de Cazalis para ponerle música en una versión para piano y barítono. La versión que nos acompaña está interpretada por el barítono checo Jan Martinik acompañado al piano por Alexandr Starý en su participación en el concurso Cardiff Singer of the World de 2009 que ganó en esa ocasión.


Esta versión vocal de la Danse Macabre de Saint Saëns no es tan interpretada como el poema sinfónico que el propio autor compuso y catalogó como su Opus 40
Su estreno no tuvo el éxito que ha alcanzado con posterioridad, siendo recibido con muestras de desagrado en algunos sectores, fundamentalmente porque parte del público lo consideraba una grotesca modificación del Dies Irae y por otra, por el desgarrador sonido del solo de violín con que comienza. 
Este solo de violín, que viene a representar a la muerte, se inicia con el conocido Tritono, el llamado Diabolus in musica, una de las disonancias que, desde tiempos de Guido d'Arezzo aparecía como de mal gusto musical y debía ser evitada. Qué mejor sonido para representar a la muerte.
El día de los difuntos la muerte aparece a media noche y convoca a los muertos para que salgan de sus tumbas y bailen al son de su violín. Los esqueletos bailan hasta que se anuncia el amanecer, regresando a sus sepulturas hasta el próximo año.


El arpa inicia el poema sinfónico anunciando las doce campanadas con una única nota, mientras las cuerdas la acompañan. Entra el solo de violín, mientras la flauta lo acompaña. Un segundo tema le sigue con el acompañamiento de las cuerdas. Los dos temas pasan por las secciones de la orquesta mientras la pieza va ganando energía, cita la melodía del Dies Irae en los instrumentos de viento. De nuevo vuelven los dos primeros temas, mientras crece el volumen de la orquesta hasta llegar al momento del amanecer, en que el oboe representa el canto del gallo y los esqueletos regresan a sus tumbas.
Esta obra, la más conocida de Saint Saëns junto con El carnaval de los animales, ha adquirido un nuevo renacimiento con la popularización de fiestas como las de Halloween, llegando a ser conocida entre públicos poco habituales de este tipo de música.
La agrupación Les Siècles interpreta este poema sinfónico Danse Macabre de Camile Saint Saëns bajo la dirección de François Xavier Roth en una grabación que de llevó a cabo en el Festival de Pâques d'Aix-en-Provence en abril de 2021.

Feliz danza macabra.


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Feliz Día de la Biblioteca, Feliz Día de la Ópera

Hay dos fechas señaladas que se celebran a finales de octubre y que vienen a dar sentido y visibilidad a dos de las actividades culturales que desarrollan y fomentan la imaginación, la creatividad y el conocimiento. Se trata de las celebraciones del Día de la Biblioteca y el Día de la Ópera, dos oportunidades para dar a conocer unas actividades culturales tan importantes y necesarias como olvidadas en algunas ocasiones, y que se festejan en dos días consecutivos. Para este blog que, como dice su lema es Una excusa para unir la literatura y la música se trata de una oportunidad única para maridar estas dos grandes muestras de la cultura humana.
Dos publicaciones de este blog celebran estos días y puedes recordarlas en Feliz Día Mundial de la Ópera y Tres miradas a una biblioteca y una doble canción.
Te invito a participar en un paseo por textos y músicas que festejan dos manifestaciones culturales como El Día de la Biblioteca y el Día de la Ópera que se celebran en estos días. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


El día 24 se dedica al Día de la Biblioteca, una iniciativa que se viene llevando a cabo desde finales del siglo pasado para recordarnos la función fundamental que desempeñan las bibliotecas, especialmente las públicas, sean municipales, escolares o de cualquier otro tipo.
Para los que amamos los libros, las bibliotecas, ya sean particulares, escolares o públicas son fundamentales en la difusión de la cultura y del pensamiento. Pero, sobre todo, son una oportunidad para sumergirnos en otros mundos, conocer ideas y persona(je)s diferentes a nosotros y, en definitiva conocer mejor nuestro mundo y a nosotros mismos.

Fachada de la Kansas City Public Library

Para celebrar este Día de la Biblioteca te ofrezco un viaje por y hacia tres visiones a cual más original y diferente de lo que suelen ser las bibliotecas habituales, unas visiones lejanas a esos esos mundos formados por tomos de libros que se nos ofrecen ante nosotros con sus historias, conocimientos y pensamientos.
La primera visión, casi apocalíptica viene de la pluma de uno de los grandes escritores del siglo XX, un creador que siempre se movió entre la búsqueda de nuevos lenguajes y la rebeldía de no aceptar el mundo tal como es, un escritor siempre en la vanguardia, al que consideramos el Cronopio Mayor. 


Nos acompaña un onírico y delirante extracto de un texto sobre la segura multiplicación de las bibliotecas de mano de los escribas y el caos que traerán al mundo. El relato, cuyo título se puede leer invirtiendo el orden de las palabras -capicúa, diríamos utilizando el conocido catalanismo-, corresponde a su celebrado libro Historias de Cronopios y Famas. Por su puesto, de Julio Cortázar y su anticipada y velada crítica al hecho de que, en este tiempo, todos sabemos y nos dedicamos a escribir. 


Si el 24 de octubre se dedica a celebrar y difundir la silenciosa -y nunca mejor dicho- labor de las bibliotecas, el día siguiente, el 25 de octubre se celebra, desde 2019 el Día de la Ópera, una iniciativa que viene a sustituir a El Día Europeo de la Ópera con la inclusión de asociaciones dedicadas a este arte de distintos continentes.
La capacidad de transmitir toda la gama de las emociones humanas a través de un arte que combina la música, la voz humana, el teatro, la creación de vestuarios y decorados muestra la importancia que la ópera tiene en la historia y la cultura de nuestra civilización.

Teatro Maestranza de Sevila

La ópera más representada en la larga historia de este arte es La traviata de Verdi, una ópera que, un año tras otro, se erige en la obra más llevada a los escenarios de todo el mundo.
Una de las arias más conocidas de esta ópera es Addio del pasato (Adiós al pasado), una dolorosa despedida de este mundo, una pieza cargada del dolor de quien sabe que está finalizando su vida, pero se resiste con todas sus fuerzas, aún sabiendo que no hay ninguna esperanza. 
La soprano Anna Netrebko la interpreta en una de las representaciones más laureadas de este siglo, La traviata que se llevó al escenario en el Festival de Salzburgo de 2005 con la dirección musical de Carlo Rizzi y una producción escénica impactante de Willy Decker.


Nos vamos ahora al siglo XXiV donde asistimos a la peripecia vital de Guy Montang, un modélico bombero cuyo trabajo consiste en quemar los libros y, por añadidura, las bibliotecas que circulan de forma clandestina en una sociedad que tiene prohibido el libro porque, simplemente, ayuda a pensar. En una sociedad en la que las casas están presididas por grandes pantallas interactivas en las paredes con programas banales que impiden el pensamiento crítico, Montang comienza a cuestionar tan opresiva situación y se une a un grupo de proscritos vagabundos.
Nos encontramos con la novela que Ray Bardbury publicó inicialmente como El bombero y posteriormente tituló Fharenheit 451, por la temperatura a la que arde el papel, y que fue llevada al cine por François Truffaut.
Aquí, la biblioteca se nos presenta, en su clandestinidad, desnuda de muros, hojas y papeles.


Como el teatro o la música, la comunicación entre ópera y público se transmite definitivamente mejor en directo. Hay grabaciones de estas citadas manifestaciones artísticas, pero no son las mismas emociones las que se transmiten cara a cara entre intérpretes y espectadores. El cine y la ficción televisiva, por el contrario, no necesitan ese contacto directo con el espectador.
Pocas veces han confluido el mundo del cine y la ópera por esta razón, aunque hay algunas excepciones. 


Nos acompaña en esta celebración del Día de la Ópera el aria Lascia ch'io pianga de la ópera Rinaldo de Georg Friedrich Händel que pertenece a la película Farinelli, una coproducción europea dirigida por Gérard Corbiau y protagonizada por Stefano Dionisi como el castrato. La voz fue grabada digitalmente a partir de la del contratenor Derek Lee Ragin y la soprano Ewa Malas-Godlewska. En el vídeo se utiliza el aria para recrear una de las apoteósicas interpretaciones del famoso castrato en contraste con la dura historia personal del mismo.


La última mirada nos hace volver la mirada desde el futuro -¿lejano?- hacia el pasado. Hace unos años, el recientemente desaparecido escritor Carlos Ruiz Zafón nos subyugó con una trilogía centrada en la ciudad de Barcelona de hace alrededor de un siglo en su serie El cementerio de los libros olvidados formado por La sombra del viento, El juego del ángel y El prisionero del cielo, al que luego se uniría El laberinto de los espíritus.
El primero de los volúmenes nos sorprendió con esta singular suerte de biblioteca a la que siempre volvemos a retornar con las mismas emociones que la primera vez en que lo hicimos.


Desde la primera ópera que se conserva y se puede considerar como tal, La favola d'Orfeo (La fábula de Orfeo) de Monteverdi, los protagonistas no podían sino ser dioses o héroes clásicos. Fue L'incoronazione di Poppea (La coronación de Popea), compuesta por el mismo autor treinta y cinco años después y cuando el compositor contaba con más de setenta años, la primera ópera cuyos protagonistas eran personas en lugar de deidades, además de ser estrenada, no en un lugar privado como el Palacio Ducal de Mantua, sino en el Teatro de los Santos Giovanni e Paolo de Venecia, uno de los lugares que se comenzaron a construir para este tipo de representaciones.
Protagonizada por el emperador Nerón y su esposa Popea, L'incoronaziones finaliza con un extraordinario dúo de amor entre los protagonistas que los estudiosos aún duda si fue compuesto por Monteverdi o fue añadido posteriormente.
La interpretación corresponde a una producción del Teatro Real de Madrid con la actuación del contratenor francés Phillippe Jaroussky y la soprano de origen australiano Danielle de Niese.

Aunque cualquier día y en cualquier momento podemos disfrutar de las bibliotecas y de la ópera, siempre podemos decir: ¡Feliz Día de la Biblioteca y feliz Día de la Ópera!


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Cien años con Miguel (Delibes)

Ya lo he dicho a menudo, soy un cazador que escribe.
Miguel Delibes

El 17 de octubre de 1920 nacía en Valladolid Miguel Delibes Setién, quién llegaría a convertirse en uno de los más grandes escritores en lengua castellana del siglo XX.  
En 2020 se celebra el centenario del nacimiento de una personalidad que ha marcado una época en la literatura de nuestro idioma, reflejando en su obra una gran parte de la sociedad de su siglo, sus personajes, sus sentimientos y pasiones, incidiendo en un mundo que le apasionaba, el rural y el castellano, con sus gentes y su apego a una tierra que, poco a poco, se ha ido despoblando. 
Queremos dedicar esta publicación a recordar algunos textos de sus obras buscando así el propósito de volver a leerlas o, en su caso, iniciarnos en su lectura. No se trata de realizar un repaso exhaustivo de su obra, sino de evocar algunas de ellas, muchas de las cuales han trascendido al mundo de los libros para pasar al lenguaje cinematográfico, televisivo e, incluso, a las tablas de los escenarios.
Así, a partir de estos cien años transcurridos desde su nacimiento, tenemos la oportunidad y también la excusa de leerlo y pasear por una de las obras más completas y completas del siglo pasado. Pese al tiempo transcurrido, Delibes sigue con nosotros y, como quienes escriben de los grandes temas que se encuentran tras las pasiones humanas, podemos leerlo y encontrarnos con él y con nosotros mismos cuando queramos.
Siguiendo la vocación de este blog, buscando una excusa para unir la literatura y la música, nos acompañan algunas piezas vocales para rendir este homenaje.
En las redes podemos seguir algunos de estos hashtags hashtag y cuentas: #Delibes100, #Delibes, #DelibesALosCien, @MiguelFundación, @MiguelDelibes o @Delibes2020.
Te propongo un paseo por algunos textos de Miguel Delibes aprovechando que estos días se celebra el centenario de su nacimiento con la idea de acercarnos a su obra literaria. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Escritor, antes y durante su carrera literaria fue periodista, como caricaturista primero, para pasar a reportero de calle, redactor y finalizar como director de El Norte de Castilla hasta su dimisión. También obtuvo la cátedra de Derecho Mercantil, impartiendo clases en La Escuela de Comercio de Valladolid. Pero lo que más lo definía según él mismo era ser cazador. "Ya lo he dicho a menudo, soy un cazador que escribe".
Su carrera literaria comenzó en 1947 con La sombra del ciprés es alargada, una novela con la que obtuvo el Premio Nadal el año siguiente.
En esta novela, Delibes trata sobre los problemas existenciales del protagonista, reflejados en una época pesimista y gris como la postguerra en la que se desarrolla la obra como el momento en que esta se escribe. Pedro, el protagonista, va modificando su carácter optimista y alegre hacia la desesperación, la desolación y la angustia en los que vive rodeado desde que comienza a ser criado por su tío y don Mateo, su profesor. La amistad con Alfredo y su vida junto a Jane, una americana con la que se casa, le hacen salir momentáneamente de este círculo vicioso hasta que desaparecen definitivamente.
El primer texto que nos acompaña nos acerca a uno de los viajes de Pedro, quien conoce en Málaga al curioso Julián Royo, a quien encontrará ocasionalmente en sus viajes mientras está enrolado en la marina.

Miguel Delibes estaba emparentado con el compositor francés Léo Delibes, ya que su abuelo paterno Fédérick era sobrino del compositor. Así, por esta sencilla razón, nuestra primera obra musical procede del arraigo familiar, sin más relación antes de pasar a obras más cercanas a la vida y estilo literario del escritor vallisoletano.
Hace pocas publicaciones traíamos a este blog Coppelia, uno de los ballets de Delibes, mientras en esta ocasión nos acompañará un dúo de una de sus óperas, posiblemente el más conocido de todos. Se trata de Viens, Mallika, aunque es más conocido como El dúo de las flores del Acto I de la ópera Lakmé. La interpretación que nos acompaña procede de una grabación en estudio para el disco French Arias Opera y corre a cargo de Sabine Devieilhe y Marianne Crebassa con Las Siècles, todos dirigidos por François-Xavier Roth.


Cuando la sociedad española comenzaba a abrirse a nuevos pensamientos y la literatura buscaba nuevas estéticas con que afrontar ese aire renovado que se necesitaba que entrara, Delibes publicó Cinco horas con Mario en 1966, una novela original y sorprendente que renovaba el estilo. En ella, Delibes muestra una radiografía de la España de la época a través de los pensamientos de Carmen, la esposa del fallecido Mario, que fluyen con la naturalidad con que transcurren y van de una idea a otra en nuestra mente, ágil y mostrando la enorme capacidad del escritor para reproducir el lenguaje cotidiano a base de frases hechas, coloquialismos y lugares comunes.


En Cinco horas con Mario, durante el tiempo que Carmen vela a su marido, Delibes utiliza las frases que el difunto ha subrayado en la Biblia y que generan el pensamiento en su viuda con su monólogo interior. Así, se muestra también, esas situaciones que se reproducen en tantas convivencias, saber hasta qué punto se conoce a la otra persona, ese deseo de que la persona con la que se convive sea, en algunos aspectos como queremos que sea o cómo los demás influyen en sus actos y pensamientos.
Así, esta obra dio un salto fuera de la literatura y tuvo su recorrido en los escenarios teatrales y cinematográficos, como otras novelas de Delibes.


Conocido en el mundo del cine y la televisión, Antón García Abril (1933) es uno de los compositores más escuchados en nuestro país en estos medios durante varias décadas. Autor de la sintonía de El hombre y la tierra de Félix Rodríguez de la Fuente y un largo número de series televisivas, también puso música a algunas de las adaptaciones para la pequeña o gran pantalla de las obras de Delibes.
Nos acompaña con la canción No por amor, no por tristeza, en la coz de la soprano Estrella Cuello, acompañada al piano por Miguel Ángel Tapia.

 

Posiblemente Los santos inocentes sea una de las obras más conocidas de Delibes, quizás por llegar al gran público en la adaptación cinematográfica que realizó Mario Camus con Paco Rabal, Alfredo Landa y Juan Diego en los personajes principales, contando con la música de García Abril.
La novela retrata la Extremadura profunda de los años sesenta en la que la familia de Paco, el Bajo sirve sometida, casi en un régimen feudal, a la explotación de los dueños, siendo el señorito Iván quien los representa. Las figuras del citado Paco el Bajo, su esposa Régula y el hermano de ella, Azarías, un adulto encerrado en la mente de un niño, que hace más migas con su Milana bonita -una grajilla que le acompañaba a todas partes-  que con las personas, refleja un tiempo que parece haberse detenidos hace siglos y que, en aquellos momentos, aún perduraba. El lenguaje de Delibes se desdobla entre el narrador omnisciente y el lenguaje simple, coloquial y sencillo de los protagonistas, reflejando esa España profunda de la que salieron historias como las del crimen de Puerto Hurraco.


Hijo de un joyero alemán y madre española, Ernesto Halffter es el primero de una dinastía que ha dedicado su actividad creativa a la música. Autor precoz, su primera gran obra, Crepúsculo, la compuso con apenas quince años, lo que acabaría convirtiéndolo en el único discípulo de Manuel de Falla.
Halffter (1905 - 1989) compuso música sinfónica, de cámara, para la escena, canciones e incluso para el cine.
De entre su obra, nos acompaña en este paseo por la obra de Delibes con una de las canciones que compuso a partir de poemas de Rafael Alberti, La corza blanca.
La soprano Soledad Vidal, acompañada por el pianista Aurelio Viribay interpretan La corza blanca en un recital celebrado en Málaga en marzo de 2019.


Miguel Delibes contrajo matrimonio con Ángeles de Castro en 1946, un momento decisivo en la vida de ambos que, como es habitual, se abría con la incógnita sobre lo que sucedería entre ambos con el paso del tiempo. Fue Ángeles quien le animó a escribir y continuar posteriormente su carrera, hasta tal punto que las primeras obras fueron firmadas con el acrónimo MAX, donde las dos primeras letras representaban las iniciales de la pareja, mientras la incógnita era el futuro que se les depararía a ambos.
Tras una vida intensa juntos con siete hijos frutos de su relación, en 1974 falleció Ángeles dejando al escritor marcado por una profunda tristeza, un año después de que fuera admitido en la Real Academia Española de la Lengua para ocupar el sillón e, ingreso que no se produciría hasta 1975.
Después del fallecimiento de Ángeles y la publicación de nuevas novelas, no fue hasta 1991 en que Delibes publicó una obra que estuviera dedicada a su esposa. En Señora de rojo sobre fondo gris, Delibes compone un emocionado canto al amor de su vida. Un pintor sumido en una crisis de creación narra su vida a su hija en un nuevo monólogo que, además de homenaje a su esposa, es una suerte de exorcismo con el que saca el dolor sufrido por su pérdida. 


Se trata de una obra con tintes biográficos por la que transitan algunos conocidos de la época como Evelio Estefanía, inspirado en Julián Marías, César Varelli en César Alonso de los Ríos o Primitivo Lasquetti, basado en Francisco Umbral.
En Señora de rojo sobre fondo gris, Delibes dibuja en poco más de un centenar de páginas el contexto sociocultural y político de la España de 1975.
Verdadera inspiradora, animadora e instigadora de la vocación literaria de su esposo, Ángeles de Castro surge aquí, no ya como la esposa desaparecida, sino como un personajes femenino que sirve para encauzar un canto al amor de madurez, sereno, de toda una vida.


Compuesta por Antón García Abril a partir de un poema de José Viñals, nos acompaña Ciego de amor, una de las dos composiciones que forman Canciones para el recuerdo. La grabación pertenece a un registro del estreno mundial interpretado por la mezzosoprano Ana Häsler y el pianista Enrique Bernaldo de Quirós.


Publicada en 1998, El hereje es la última novela de Miguel Delibes. En un regreso al pasado, narra la vida de Cipriano Salcedo, dibujando un abigarrado retrato del Valladolid del tiempo de Carlos V por el que deambulan sus costumbres, los paisajes urbanos y rurales y sus gentes, la lucha entra la continuidad de la fe y los cambios en un momento en que los valores inmutables se tambalean. Los personajes se debaten -como ahora, como siempre- entre la lucha consigo mismos y con el mundo en que viven, en un relato duro por momentos que, en el fondo es una defensa de la libertad de conciencia, la tolerancia y las pasiones humanas.
El texto elegido se centra en el descubrimiento de el protagonista hace del placer de la lectura, algo que será determinante en el desarrollo de su vida.


Volvemos a buscar el acompañamiento de la música de Ernesto Halffter para continuar nuestro paseo por la obra de Delibes.
En esta ocasión se trata de la Canción de Dorotea, compuesta a partir del capítulo XXVII de la primera parte de El Quijote que comienza con las palabras ¿Quién menoscaba mis bienes? cantada por Cardenio y que ya trajimos a este blog en Cervantes y Shakespeare unidos por Cardenio.
La soprano María Zapata acompañada de nuevo por Aurelio Viribay al piano interpretó esta Canción de Dorotea en un recital celebrado en Ciudad Real en septiembre de 2016.


El último de los textos con el que hacemos este emocionado homenaje a Miguel Delibes, pretendiendo propiciar que desempolvemos esos libros suyos que tenemos en nuestras bibliotecas o adquirirlos para disfrutar con la lectura y el pensamiento de uno de los grandes creadores del siglo XX en nuestro idioma, nos lleva a una de sus primera novelas, El camino.
Publicada en 1950, es la tercera obra de Delibes, una suerte de libro, no de iniciación, sino en el momento previo a esa iniciación a una nueva vida, ese momento en que se intuye que acaba un momento de la vida y comienza otro, una obra que ha sido llevada al cine y la televisión en varias ocasiones.
Daniel, el Mochuelo va a ser enviado por su padre a la capital a estudiar el bachillerato, aunque el desea que, a sus once años, su vida siga ligada a la aldea, junto con sus amigos, los campos, los animales y sus vecinos.


La noche previa a la marcha, Daniel, el Mochuelo la pasa en desvelo evocando a Roque el Moñigo y Germán el Tiñoso por esos campos en que descubren la vida, el poblado cielo nocturno, la tierra, las costumbres de sus convecinos. 
Delibes refleja aquí ese momento que nos trae a la memoria un tiempo pasado de ensoñación, fascinante y nostálgico que sólo lo adivinamos cuando notamos que se nos está escapando. Esa mirada infantil, que no capta la realidad sino desde un particular e incompleto punto de vista, viene acompañada por una galería de personajes nítidamente dibujados, reconocibles por todos en las comunidades pequeñas y cercanas, y repleto de una fuerza y unas relaciones que, en ocasiones, viene repleta de un fascinante sentido del humor.
Con la presentación de uno de esos personajes que quizás nos recuerden a alguien y que no se nos irá de la memoria, la Guindilla mayor, finalizamos este paseo por la obra de Miguel Delibes con una socarrona sonrisa en nuestra cara y nuestro corazón. 

Nos despedimos definitivamente con otra canción de Antón García Abril perteneciente a Tres nanas para voz y piano compuestas en 1961. Acompañada por Nana de la Negra y Nana del niño malo, la última pieza que nos acompaña es la Nana de la cigüeña. Basada en un poema de Rafael Alberti, está interpretada por la soprano María Orán acompañada al piano por Chiky Martín.


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Bibliografía y webgrafía consultadas:

Las canciones grises

La línea que separa la literatura y la música es imperceptible en muchas ocasiones. Hay obras literarias que sentimos cargadas de música, pese a que no fueron compuestas para ser cantadas, de la misma forma que existen piezas musicales que se presentan ante nosotros y se sienten como verdaderos textos escritos.
En cuántas ocasiones ha habido un trasvase de medio, pasando ideas, argumentos y textos escritos a formar parte de obras musicales, desde canciones a óperas, ballets o composiciones meramente instrumentales. Si dedicamos unos minutos a pensarlas, podemos descubrir un enorme número de piezas que han pasado de un medio a otro como una forma natural de crecimiento y adaptación a un nuevo lenguaje. La mayor parte de las óperas han tenido ese proceso, pasar de un relato, una obra literaria, e incluso una tira de cómic -como ocurre con La zorrita astuta de Leos Janacek- a los escenarios. 
Pero el caso más frecuente de este tipo de transmutación se realiza con los poemas y su conversión en canción. Aquí es aún mayor el número de obras que somos capaces de recordar.

Te propongo un homenaje a todos esos poemas que se han convertido en canciones de la mano de dos autores únicos, Paul Verlaine y Reynaldo Hahn y sus Canciones grises. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!

Jean-Antonine Watteau. Paysage avec une cascade (1713-15)
Si hay un poeta maldito, ese es Paul Verlaine. Precursor del Simbolismo y del Decadentismo, es quizás el más auténtico escritor impresionista y el gran poeta francés del XIX junto a Victor Hugo.
A los siete años se instaló en París donde llegó a ser empleado del ayuntamiento, publicando su primer libro a los veintidós años, Poemas saturnianos (1866). Se trata de un poemario en que se descubre la influencia de Baudelaire o Hugo en los poemas más tempranos, mientras en los posteriores muestran su personal estilo de poeta refinado, secreto y confidencial, tamizado con ese poso angustiado que encuentra en cualquier experiencia o mirada. La referencia a Saturno procede de la astrología renacentista según la cual el planeta regía los temperamentos melancólicos, algo usual entre poetas.
Dividido en cuatro secciones, Poemas saturnianos refleja el lenguaje sutil y nebuloso de Verlaine: Melancolía, Aguafuertes, Paisajes tristes y Caprichos.
A Paisajes tristes pertenece el poema que nos acompaña: Chanson d'automne (Canción de otoño), unos versos que muestran la fusión entre el paisaje y los sentimientos, la melancolía y los recuerdos que se unen a la tristeza del otoño.
Cabe reseñar la anécdota que las dos primeras estrofas de este poema fueron utilizadas por los aliados para comunicar a la resistencia francesa del inicio del desembarco en Normandía.


Algo olvidado en la actualidad, Reynaldo Hahn Etxenagusia nació en 1874 en Caracas de padre judío alemán y madre venezolana de origen vasco. Con tres años su familia se trasladó a París donde el pequeño Reynaldo Hahn demostró sus dotes de niño prodigio. Con el paso del tiempo fue pianista, cantante, compositor, coreógrafo, crítico musical y director de orquesta. Autor de muchos ballets, operetas, comedias musicales e incluso bandas sonoras, en la obra de Hahn destacan especialmente sus canciones. 
Nacionalizado francés en 1909 participó como voluntario en la Gran Guerra, aunque su ascendencia judía le valió la censura de los nazis en su trayectoria profesional durante la II Guerra Mundial, siendo nombrado tras la misma director de la Ópera de París. Amigo de Sarah Bernhardt y Marcel Proust -de quien fue amante-, Hahn era uno de los alumnos predilectos de Massenet y cuñado de Madrazo, llegando a vivir en Madrid durante un tiempo.


Continuador de la tradición musical francesa de la chanson, el equivalente galo del lied alemán, de entre sus composiciones destaca el ciclo Chansons grises editado en 1893 sobre poemas de Verlaine.
La primera de las canciones del ciclo es la anteriormente mencionada Chanson d'automne que nos acompaña en el siguiente enlace interpretada por la mezzo-soprano  Anne Sofie von Otter perteneciente a su disco Douce France de 2013.


Tras una crisis que le produjo el amor no correspondido con su prima Élise Moncomble, Verlaine alcanzó una breve estabilidad emocional con su matrimonio con Mathilde Mauté, que fue dramáticamente sustituido por sus relaciones con Arthur Rimbaud con quien viajó por Bélgica y Gran Bretaña. En julio de 1873 disparó a Rimbaud ante la amenaza de este de abandonarle. Tras pasar dos años en prisión, salió tras haber recobrado la fe en el catolicismo.
Poco antes del encuentro entre los dos poetas, Verlaine publicó Fiestas galantes (1869), una colección de veintidós poemas breves, coherentemente homogéneos, con paisajes y figuras que se mueven entre los trazos borrosos y difuminados del poeta. Aquí utiliza tipos de la Commedia dell arte italiana, la pintura de Tiépolo y recursos de la pintura galante francesa del siglo XVIII. Esta colección pasó sin pena ni gloria hasta pocos años antes de la muerte del poeta en que volvió a ser tomada en consideración por los lectores.

Jean-Antoine Watteatu. L'assemblé dans un parc (1717)

En sourdine (En sordina) es un poema inspirado en música en tono menor, con un ambiente calmado, tranquilo de versos heptasílabos, inspirado por la pintura de Watteau Assemblée dans un parc. El poeta pasea con su amante fusionado en la calma del día, transmitiendo la sensación de lo impreciso en que los personajes desaparecen, solo cuenta el espíritu, como cuando se empieza un viaje hacia la nada, quizás a un mundo desconocido, irreal, sin pensar, en el que no hay tiempo ni espacio. Al final encontramos la oscuridad de la noche y un ruiseñor que cantará a la desesperanza.



En Chansons grises, Reynaldo Hahn recopila siete poemas de Paul Verlaine extraídos de distintos poemarios y que reflejan, en esencia, el estilo y la temática del escritor maldito.
Las canciones que lo forman son:
Chanson d'automne
Tous deux
L'allée est san fin...
En sourdine
L'heure exquise
Paysage triste

En ellas, Hahn muestra su refinamiento y elegancia como compositor, el distanciamiento emotivo que defendía en el arte, así como la evocación de lugares y recuerdos que marcan la estética impresionista, logrando una fusión perfecta entre la música y la poesía de Verlaine.
En sourdine se muestra un ambiente que aún es de amor ligero no exento de frivolidad que irá desapareciendo en las composiciones siguientes. 
La interpretación corresponde a una actuación en directo de Fernando de la Mora acompañado al piano por Silvia Navarrete.


Fue el propio Paul Verlaine quien acuñó el término Poetas malditos, una denominación que se puede aplicar más a su persona que a los escritores a los que se refería. Su vida se vio marcada por el escándalo cíclico y continuo. Borracheras, peleas, amores prohibidos, condena y cárcel por intento de asesinato marcan su biografía desbaratando su interés por consagrarse como un poeta cristiano y un referente en la literatura.
Así, su obra ha sido objeto de un interés contradictorio e irregular entre el público por su personalidad inestable, independiente y controvertida. Poco duró ese efímero momento para un escritor que mientras crecía su fama caía en la más triste de las miserias, pasando el tiempo entre cafés y bares y el hospital, como refleja en obras como Mis hospitales y mis prisiones. En 1894 lo nombraron Príncipe de los Poetas, falleciendo demacrado y prematuramente envejecido dos años después con cincuenta y un años de edad.


Mucho antes, en 1869, en pleno proceso de romance con Mathilde, publica La buena canción, un libro que se puede considerar una particular crónica de su noviazgo, aunque no haya un relato de hechos o personajes. La obra se estructura en dos planos paralelos: los estados de ánimo por los que pasa el propio protagonista y el proceso que plantea el conflicto entre el bien y el mal, con una sutil referencia al paso del tiempo y su reflejo en las estaciones. 
Ese proceso psicológico que va del entusiasmo por la declaración amorosa a la culminación de la relación, las dudas que producen la distancia y el reencuentro, junto con el debate moral ponen a Mathilde -a quien nunca nombra- en el eje sobre el que gira la obra, siendo su presencia una esperanza de salvación. El libro de desarrolla entre continuas oposiciones: ella y el bien frente a él, su pasado y sus continua recaídas; ambos como un único ser frente al mundo, como aislados en su amor como en un bosque oscuro.
En esta contradicción se desarrolla uno de los poemas más logrados y conocidos de Verlaine, L`heure exquise (La hora exquisita) que refleja ese entusiasmo amoroso, la serena melancolía que intenta capturar esos momentos que se saben irrepetibles. El poeta refleja la apacible quietud, la belleza de la naturaleza que sirve de nuevo como metáfora de sus propios sentimientos para definir y nombrar uno de esos momentos como la hora exquisita.


Poseedor de una hermosa voz, con frecuencia solía cantar Reynaldo Hahn sus composiciones acompañado del piano, siendo considerado una de las figuras destacadas del impresionismo musical junto con Debussy y Ravel.
De todas las canciones que forman el ciclo es, con toda seguridad L'heure exquise la más conocida y en la que la perfecta unión entre poema y música se acerca más a la perfección. Aquí, el acompañamiento crea un delicado ambiente con el uso de las prolongadas ligaduras en la melodía de la voz. Se cuenta la anécdota de que esta canción llegó a conmover tanto a Paul Verlaine que hizo le llorar de emoción.
La interpretación con la que despedimos este paseo y, a la vez, homenaje por la obra de Verlaine y Hahn tienen una lujosa interpretación. Phillippe Jaroussky, quizás el mejor contratenor de la actualidad, acompañado por el piano de Jérôme Ducros canta L'heure exquise en un concierto que se celebró en el Festival de Verbier en julio de 2009.


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Bibliografía y webgrafía consultadas: