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6 consejos desde la ópera para el Covid-19

Septiembre es un tiempo de vuelta a la rutina, como si se tratara de un segundo comienzo del año. Tras la pausa que marca el tiempo de verano con unas temperaturas que invitan a romper la rutina laboral, las vacaciones que se fijan habitualmente en este tiempo, la llegada de septiembre marca una forzosa vuelta a la vida habitual.
En un año excepcionalmente complicado por la pandemia originada por el Covid-19, la vuelta a esta rutina se vislumbra complicada y exasperante hasta la aparición de las esperadas vacunas que ayuden a que no se propague más y vaya quedando en la memoria.
Durante este tiempo pandémico se han desarrollado, entre otras muchas acciones, una serie de consejos para evitar la propagación de la enfermedad.
Hemos comprobado que la mayoría de estos consejos pueden obtenerse desde algunas de las óperas más habituales del repertorio, por lo que los ofrecemos como una posibilidad simpática a la vez que entretenida y que nos ayude a encontrar, en un aspecto tan importante de la cultura, algunas ideas y reglas nemotécnicas que colaboren a que no se nos olviden y los incorporemos a nuestros hábitos definitivamente. ¿Y si al llevarlos a cabo recordamos haberlos sacado de La flauta mágica, Don Giovanni u otra ópera? Por supuesto podemos encontrar muchos más en otras obras, pero nos sirven de muestra para los consejos más habituales. Si conoces y quieres proponer aportar alguno más, basta con que lo indiques en los comentarios del blog.
Te propongo unos consejos sacados de algunas óperas conocidas que nos ayuden a seguir los hábitos que estamos incorporando a nuestra vida diaria relacionados con la pandemia provocada por Covid-19. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!



Comenzamos como en toda ópera con una obertura. Pero en esta ocasión no con la obertura con la que se inicia la ópera, sino en el comienzo del Acto II de La fille du regiment (La hija del regimiento) de Gaetano Donizetti. ¿Qué consejos podemos encontrar en esta pieza?

1º) Limpia y desinfecta las superficies de uso común. Eso sí, con la diligencia, disciplina e interés tan entusiastas que podemos observar en el enlace.



2º) Si realizas alguna visita a amigos o familiares, que sean pocas personas. Sigamos el ejemplo de la Duquesa de Crakentorp, cuyo parecido con la desaparecida Montserrat Caballé es prodigioso, y que realiza ella sola la visita para evitar contagios.
Hay algunas prácticas más supersticiosas que científicas, como la de espantar los virus con gestos espasmódicos con el paraguas o mantener a algunos personajes como el notario dentro de la chimenea que son absolutamente inútiles.



Las imágenes corresponden a una exitosa producción que se estrenó en la Stattsoper de Viena en 2007 y ha sido representada en muchos escenarios de todo el mundo. El papel que representa Montserrat Caballé es solo hablado y, como podemos observar, realiza una serie de guiños al público durante su aparición. Al final aparecen el barítono malagueño Carlos Álvarez y la soprano francesa Natalie Dessay.



De una de las obras cumbres del mundo de la ópera, Die Zauberflöte (La flauta mágica) también podemos entresacar algún consejo que Mozart nos encriptó para utilizar cuando fuera necesario en un futuro más o menos lejano.

3º) Cúbrete la boca y la nariz con una mascarilla. Evitas tanto contagiarte como contagiar a otros si estás infectado y lo desconoces.

Aunque según el libreto original, las Tres Damas han cerrado la boca de Papageno con un candado por mentir, el mensaje subliminal de Mozart nos muestra que, por precaución, el propio afectado se ha tapado la boca para no contagiar ni ser contagiado. El problema es que es poco constante y, como mucho, comienza precavido, pero se quita la protección cuando se siente confiado. No sigamos su ejemplo. 



Mientras aprovechemos la primera lectura de este quinteto Hm, hm, hm, hm en que Tamino recibe la flauta mágica y Papageno unas campanillas de plata que les servirán y protegerán, aunque no de ningún tipo de virus.
El quinteto está interpretado por Anton Scharinger como Papageno, Piotr Beczala como Tamino y Martina Janková, Irene Friedli y Ursula Ferri como las Tres Damas, todos dirigidos por Franz Welser-Möst en el Opernhaus de Zürich en 2000.




Hay montajes de ópera que también pueden servirnos para transmitirnos mensajes que podemos utilizar y recordar en estas situaciones. El Metropolitan Opera House de New York produjo en 2011 un montaje de Don Giovanni de Mozart en que el decorado del segundo acto presentaba una fachada de un edificio con sus puertas y ventanas. Un momento ideal para que el protagonista hiciera de las suyas. Algo cansado de la seducción de Doña Elvira, y para evitar que su criado Leporello se fuera de su servicio, le propone intercambiar ropajes, condición y conquistas. El sirviente se iría con Doña Elvira, mientras él seducirá como un criado a la sirvienta de esta. Así Don Giovanni entona una de las serenatas más conocidas del mundo de la ópera bajo la ventana.



4º) Sal el tiempo indispensable y permanece en tu casa todo el que puedas. Ventanas y balcones ayudan a relacionarnos socialmente.


El aria Deh, viene alla finestra está interpretada por el barítono polaco Mariusz Kwiecien en la indicada producción del Met de 2011.



Una obra del barroco nos ayuda a recordar otra de las normas que nos hemos acostumbrado a oír y seguir en estos meses de pandemia y sobre la que no debemos bajar la guardia.

5ª) Mantén una distancia de seguridad de uno y medio o dos metros. Así evitamos que este virus llegue hasta nosotros desde quienes están acompañándonos y donde tanto ellos como nosotros podamos transmitirlo de forma inconsciente.

Les indes galantes (Las indias galantes) es un producto típico del barroco francés. La ópera-ballet de Jean Philippe Rameau consta en su versión definitiva de cuatro actos, cada uno de los cuales narra una historia de lo que se podía considerar amor galante en distintos lugares considerados en su época exóticos para los franceses: Turquía, Perú, Persia y Norteamérica. Así se montaba uno de los espectáculos de música, ópera y ballet con acompañamiento de una gran maquinaria escénica, trajes de época y de supuestos lugares lejanos que tanto gustaban en la corte de Luis XV cuando se estrenó en 1735.
El cuarto y último de estos actos, Les sauvages está dedicado a los que consideraban Los salvajes de Norteamérica. Tras disputarse la mano de la nativa americana Zima un oficial francés y otro español, esta decide finalmente por su compañero de tribu Adairo, presentando así un retrato de un pueblo pacífico, solvente y bien relacionado frente a los invasores intrigantes europeos.
Este acto incluye un conocido rondó anterior de Rameau que adaptó para baile y dúo de soprano y barítono con acompañamiento de coro.



Aunque la parte coreográfica de esta versión no vaya a pasar a la historia de la ópera, no deja de recordarnos el mensaje anterior: Mantener siempre la distancia de seguridad, aunque no sea necesaria tanta precaución y no se necesite tapar tanto la cara, basta con unas simples mascarillas. Puede gustarnos o no, pero el mensaje es claro y contundente.



Nicolas Rivenq interpreta el papel de Adario y Patricia Petibon el de Zima en una producción con Les Arts Florissants dirigidos por su alma mater William Christie en la Opéra de Paris en 2004.



Esta misma temporada, la Royal Opera House de Londres ha vuelto a poner en escena un montaje de Don Giovanni de Mozart de 2014 que se desarrolla, como en la versión anterior del Met sobre un edificio a modo de patio de vecinos con sus escaleras, puertas y ventanas. Un escenario que nos vuelve a recordar el momento en que estábamos confinados y nuestros contactos con los vecinos se limitaban a vernos desde la distancia, saber de su presencia o ausencia y homenajear a quienes estaban trabajando por la seguridad de todos.
Además de este mensaje, también podemos alcanzar otro de este dúo.

6º) Ten cuidado a la hora de saludar. En este tiempo hemos podido comprobar una gran cantidad de formas sociales de saludo distintas a las habituales que van desde chocar los codos o antebrazos, a saludos con inclinación del cuerpo o gestos con la mano, entre otros.



El último de los modelos de la ópera relacionado con consejos para evitar el contagio por Covid-19 se basa en el dúo de Don Giovanni entre este y Zerlina. En él, el conquistador va rondando, insinuando y prometiendo a la joven, quien poco a poco cae rendida en sus redes.
Lo que hemos dado en llamar distancia social se mantiene en gran parte del dúo, además de un juego con un elemento de protección como son los guantes durante toda la sugestiva acción de galanteo. Tocar elementos comunes como barandillas o el acercamiento físico son barreras que van cayendo definitivamente confirmando el poder del mito de Don Juan.




El barítono hispano-uruguayo Erwin Schrott y la soprano británica Lousie Alder interpretan este dúo La ci darem la mano del Acto I de Don Giovanni de Mozart



Y mientras toda esta pandemia se ha ido adueñando y señoreando de nuestras vidas (y demasiadas muertes), los teatros de ópera han dejado de funcionar y de realizar las producciones previstas, debiendo reinvertarse para no perder músculo y poder continuar más adelante. 
Muchos de ellos han realizado, igual que otros muchos artistas y músicos, grabaciones desde el confinamiento del hogar. La ópera sin público en directo, igual que el teatro o la música, no tiene mucho sentido. 
En una de sus At-Home Gala, el Met de New York realizó este vídeo sobre el que posiblemente es el coro más conocido de todo el panorama operístico: Va, pensiero de la ópera Nabucco de Verdi.
Con él finalizamos este recorrido por algunos consejos que podemos encontrar en la ópera para salir adelante en este tiempo de pandemia. Puedes utilizarlo como recurso y regla nemotécnica para llevarlos a cabo.
  


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Bibliografía y webgrafía consultadas:
  • www.kareol.es: Letras y traducciones de óperas y música vocal.

Un encuentro entre dos genios: Beethoven y Liszt

La vida da muchas vueltas y las circunstancias cambian. Quien busca un modelo en el que reflejarse y al que seguir puede llegar con el tiempo a ser modelo para otros. La actitud con que se enfrentan una y otra situaciones es diferente desde la posición de quien la afronta y la separación en el propio intervalo de tiempo con el que han sucedido
Hace poco tiempo se presentó en este mismo blog la relación que hubo en la única ocasión en que Beethoven interpretó música en presencia de Mozart, en qué circunstancias se desarrolló el encuentro y cómo transcurrió: Un encuentro entre dos genios: Beethoven y Mozart.
En aquella ocasión, después de haber sido el gran niño prodigio de la música que deslumbró a toda Europa, Mozart era ya un músico consagrado y Beethoven, de quien quisieron hacer también un niño prodigio, estaba comenzando su andadura musical y buscaba la aprobación de un músico al que admiraba enormemente.
Las circunstancias se repiten en muchos momentos y en esta ocasión nos acercamos a un encuentro entre dos que serán llamados grandes de la música, en el que Beethoven intercambia los papeles y es quien debe escuchar a otro músico que está comenzando a destacar y que se presenta también con la etiqueta de niño prodigio, Franz Liszt.
En el año en que celebramos el 250 aniversario del nacimiento de Ludwig van Beethoven te propongo conocer en qué circunstancias se conocieron el ya consagrado compositor y un jovencísimo Franz Liszt. #Beethoven250 #Beethoven2020. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!



Pero antes de comenzar debemos retroceder hasta antes incluso del nacimiento de Liszt que ocurrió en 1811. 
Alrededor de 1801 Beethoven acepta dar clases a Karl Czerny, un nuevo alumno profesional. No se trata de clases para aficionados o dilettanti como las impartidas al archiduque Rodolfo o a otras muchachas de la nobleza o la alta burguesía, sino que se encaminan a formar a un hijo de músico, bien dotado para la música que, además, había sido educado en sus primeras lecciones por Wenzel Krumpholz, un "loco enamorado" de la obra de Beethoven. 
En su descomunal y detallada biografía Ludwig van Beethoven, Jean y Brigitte Massin nos acercan a los inicios de Czerny (1791-1857) con quien sería su maestro, un Beethoven que sólo tuvo como verdaderos discípulos a Ries y a él.
No solo detallan los comienzos, sino que traen varios recuerdos de Czerny, el primero de ellos sobre la impresión que el aspecto de un consagrado Beethoven produjo en alguna de sus primeras clases, además de los rastros visibles de la enfermedad que ya padecía.



Una curiosa pieza compuesta durante sus años de Bonn, pero que Beethoven publicó, como otras muchas, en Viena durante el tiempo que daba clases a Czerny es un lied basado en un poema de Goethe.
Compuesto alrededor de 1792 o 1793, Aus Goethes Faust (Sobre el Fausto de Goethe), su Op. 75 nº 3, Es war einmal ein König (Había una vez un rey), también llamada la Canción de la pulga de Mefistófeles es un lied que nos muestra a un Beethoven juvenil, alejado de las obras que reconocemos en él. 

Josef Kriehuber (1833). Litografía de Karl Czerny
El texto pertenece a una absurda canción entonada por Mefistófeles que muestra a un rey con una extraña y ridícula simpatía por una pulga a la que amaba como a una hija. Hasta tal punto llega su interés que prohíbe a los miembros de la corte que la ahuyenten o la maten a ella o a sus compañeras, llegando a encargarle un traje a la medida y concederle un título nobiliario.
Este ridículo escenario lo resuelve Beethoven con unas notas rápidas con saltos que van de arriba hacia abajo en el teclado. Llega a la caricatura cuando habla el rey con la gravedad y pomposidad de unos versos cuya música cambia de modo continuamente con acordes que denotan un sentido del humor que va aumentando con la aceleración del texto y las rápidas notas con que se acerca al final de tan absurda canción.
La interpretación corresponde al gran barítono Dietrich Fischer-Dieskau con el acompañamiento al piano de Jörg Demus.



En su biografía beethoveniana, los Massin continúan con algunos recuerdos más de Czerny de las primeras clases que recibió. 
El primero de ellos sobre cómo se desarrollaron esas primeras lecciones y sustanciosos detalles sobre la técnica pianística que le fue enseñando su maestro. El segundo, de algunos recuerdos sobre su carácter.


Basado en el lied anterior, Es war einmal ein König, de Beethoven, Franz Liszt realizó una adaptación para piano solo que incluyo en su obra Beethovens Lieder von Goethe en el que la incluye como la cuarta de sus adaptaciones sobre seis lieder del compositor de Bonn.
La obra fue compuesta y editada por Liszt en 1849 y muestra esa especial disposición del compositor húngaro para la evocación de la obra original, la brillantez y su indudable talento.
La interpretación corre a cargo del pianista Wolfgang Weller.



Czerny no sólo recibió clases de Beethoven, sino que fue también discípulo de Muzio Clementi o SalieriCon el paso del tiempo Karl (o Carl) Czerny se convertiría en un reputado pianista, un pedagogo de ese instrumento y maestro de muchos otros intérpretes, entre ellos algunos tan virtuosos como Sigismund Thalberg y Liszt.
Así, cuando el joven Liszt Ferenc -a la húngara, o Franz Liszt con el nombre internacionalmente germanizado con que lo conocemos- contaba once años y ya mostraba hasta donde podía llegar, hubo un encuentro entre él y Beethoven.

Rudolf Lipus (1940) El joven Liszt toca para Beethoven
Aunque a Beethoven no le gustaban nada los niños prodigios, gracias a la insistencia de Czerny, consistió en que se acercase a su casa y tocase para él.
Era el mes de abril de 1823 con un Beethoven prácticamente sordo, embarcado en la composición de su Novena Sinfonía, y de nuevo con problemas de salud. Según el músico Louis Schlösser, Beethoven, "habitualmente tan descuidado en su atuendo, estaba vestido con desusada elegancia" en esa ocasión.
Los Massin recogen cómo se desarrolló la visita, con las dudas de que fueran más de uno los encuentros por las divergencias en la narración.


Una de las piezas que interpretó Liszt en aquel concierto de su presentación en Viena el 1 de diciembre de 1822 fue una variación sobre el segundo movimiento, el Andante con moto, de la Quinta Sinfonía de Beethoven. Años más tarde, Liszt compuso y publicó sus transcripciones sobre las nueve sinfonías de Beethoven


Retrato del joven Franz Liszt cuando contaba con 11 años en 1823
De la transcripción de la Quinta Sinfonía de Beethoven (S. 464) recuperamos lo que podría acercarse a la obra que Liszt interpretó en aquel concierto cuando contaba con once años de edad. Evidentemente, esta obra fue transcrita muchos años más tarde, con una formación más completa, pero nos permite acercarnos a la emoción y los sentimientos que el joven pianista transmitió en aquel concierto de presentación ante la sociedad vienesa, la más exigente y entendida en música de su época.
La interpretación corresponde al pianista franco-chipriota Cyprien Katsaris en una versión que se acompaña con la partitura original de Liszt.



Podemos pensar que las clases recibidas por Czerny de Beethoven con los detalles en la técnica de interpretación pianística acabaron, en cierto modo, siendo parte importante de la formación que aquel transmitió a Liszt. Siendo este último uno de los grandes prodigios en la interpretación del piano, hubo de recibirlas y aprovecharlas con gran facilidad para mejorar su técnica.
Numa Boucoiran (1829). Grabado de Franz Liszt
Nos quedan aún las sensaciones que el joven Franz Liszt sintió en la visita que tuvo en la Schwarzspanierhaus, la última de las residencias de Beethoven
En el texto anterior los Massin hacían referencia a estas memorias escritas por el gran pianista húngaro muchos años después del encuentro entre ambos y la posibilidad de que, o bien este paso del tiempo haya hecho trastocar algunos de los recuerdos, o bien que fueran varios los encuentros que hubo entre ellos.


La admiración de Liszt por la obra de Beethoven alcanza a realizar adaptaciones de una decena de lieder además de las citadas transcripciones de todas sus sinfonías, entre otras obras.
Para finalizar, siguiendo la vocación de este blog por la música vocal, traemos un extracto de la transcripción para dos pianos del último movimiento de la Novena Sinfonía.
La interpretación de la transcripción de este final de la Ode an die Freude corresponde a Alexander Ullman y Mengjie Han grabada en el festival online Long Distance Liszt celebrado durante el tiempo de pandemia el 4 de julio de 2020 en el TivoliVredenburg de Utrecht.



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Bibliografía y webgrafía consultadas:

Mozart in the jungle y la música

La música forma parte de nuestra vida. Todos, en mayor o menor grado, vivimos con ella, nos provoca sentimientos y emociones que nos acompañan en nuestro día a día. 
Quizás uno de los problemas sean los términos con los que la calificamos. Hablar de música clásica, jazz, flamenco, pop, rock, rap o salsa es una forma de distinguir y diferenciar y, por lo tanto, de optar por alguna y descartar otras. Quizás esa clasificación que ayuda a saber de qué hablamos y con qué reglas están escritas, nos limite a la hora de escuchar o, mejor, de no escuchar algunas músicas que seguro nos gustarían si no fuéramos a ellas con prejuicios o que ni siquiera las oigamos.
La que llamamos música clásica tiene curiosamente cada vez más aficionados, pero a la vez más detractores o personas que simplemente deciden no acercarse a ella. 
Pocas veces se ha propuesto un acercamiento de este tipo de música al gran público, aunque recientemente ha habido una serie de televisión que ha unido a un público joven y multitudinario con este tipo de música. Sobre este tema, además de unas reflexiones de un prestigioso crítico musical gira nuestra propuesta.
Te propongo acercarte a una serie de televisión de audiencia millonaria que gira alrededor de la música clásica, los profesionales que viven de ella y los problemas con que se encuentran: Mozart in the Jungle. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!



Orquesta, concierto, sinfonía, ópera, coral e incluso ballet son términos que reconocemos relacionados con la música y que, casi sin palabras ni argumentos, gustan y atraen a los aficionados con la misma fuerza contraria con que repelen a quienes no lo son.
Son muchos los argumentos que indican por qué sucede esta situación. Quizás una de las muchas razones por las que esto ocurre tenga relación con la terminología utilizada.
Crítico musical de The New Yorker, Alex Ross nos narró en El ruido eterno. Escuchar al siglo XX a través de sus músicas la enorme y descomunal transformación que la música realizó a lo largo del siglo XX, llevando a cabo una convulsa metamorfosis sobre sí misma, a la búsqueda de múltiples y diversos estilos, formas, estructuras y conceptos nuevos, a ratos buscando la ruptura con todo lo anterior, por momentos basándose en ello. 
En Escucha esto, Ross continúa la mirada a la música con una recopilación de artículos publicados por él con una mirada siempre lúcida y crítica sobre el papel que la música tiene, o debe tener, en nuestras vidas.
La primera mirada que nos acompaña proviene de su reflexión sobre el nombre, un término que no ha colaborado a su difusión, así como a cierto culto al elitismo con el que se ha vendido desde diversas instituciones tanto económicas como culturales.



En cierto modo, esta sensación que se repite desde hace siglos de que este tipo de música está abocado a la muerte, aunque nunca llegue a suceder, es uno de los planteamientos que se presentan en una serie de televisión, Mozart in the Jungle.  
La serie presenta una mirada distinta y crítica con un protagonismo poco usual como es el Sinfónica de Nueva York, sus componentes y el mundo que la rodea. La promoción de las dos primeras temporadas lo muestra de manera patente.


Blair Tindall ha desarrollado la mayor parte de su vida como músico profesional. Aunque se inició con el piano, terminó tocando el oboe en las orquestas filarmónicas de Nueva York y de San Francisco, además de otras orquestas. Además, ha impartido clases de periodismo y música en diversas universidades americanas.
En 2005 publicó Mozart in the Jungle: Sex, drugs and classical music (Mozart en la jungla: sexo, drogas y música clásica), un libro con tintes biográficos sobre la vida de un músico en Nueva York que aún no ha sido publicado en castellano. Con fiestas como las que sugiere el título, la pérdida de la espontaneidad y el aburrimiento que se vive en las orquestas, el libro muestra una mirada irreverente, distinta y ácida de este mundo dedicado a la música. 
A partir de este libro se desarrolló una serie con idéntico título del que enlazo la promoción de la primera temporada con subtítulos en castellano.



El argumento parte del cambio que se produce en la Sinfónica de Nueva York ante el anquilosamiento de la institución, sus componentes y abonados buscando la presencia de un nuevo director que actualice la institución a los tiempos que corren y llegue a base de talento y marketing a un público no habitual en las salas.


El elegido es el afamado y joven Rodrigo De Souza, un director que ha triunfado en algunas de las mejores orquestas del mundo. Junto a él, la oboísta Hailey Rutledge aparece como un alter ego de Blair Tindall, Cynthia, la administradora de la Sinfónica, el anquilosado exdirector Thomas Pembridge o la chelista Cynthia son algunos de los protagonistas de esta serie, sin olvidar al mismísimo Mozart, que dialoga de músico a músico por momentos con Rodrigo.
El trailer promocional de la primera temporada, esta vez completo y en inglés, nos los muestra.



Siguiendo con las reflexiones de Alex Ross, el crítico musical habla de los tópicos que muestran la edad media de los asistentes a espectáculos de esta mal llamada música clásica o del poder adquisitivo que tienen, desmontando algunos de ellos.
Llega a comparar este tipo de música con una diva que no cesa de despedirse de los escenarios y de su público; de lo importante de sería de evitar las clasificaciones y etiquetas para disfrutar de cualquier tipo de música que nos guste, o la labor que han realizado siempre los compositores -como cualquier creador- de estar en el mundo en que les ha tocado vivir, aprehender lo que les ofrece y recrear ese universo con su obra. 


Tras conocer el libro de Blair Tindall y después de diversos intentos con HBO, Mozart in the Jungle fue producida por Roman Coppola y Jason Schwartzman para Amazon Studios aprovechando la oportunidad de convertir la productora en una gran plataforma de series y vídeos como Netflix o la propia HBO.
El estreno de la serie en 2014 y dado el éxito que tuvo, el año siguiente continuó con una segunda temporada.
El personaje de Rodrigo de Souza está interpretado por Gael García Bernal, con Lola Kirke como la oboísta principiante Hailey, Malcolm McDowell (protagonista de La naranja Mecánica) como el director Thomas Pembridge, Bernardette Peters  en el rol de Gloria, la gerente de la sinfónica, y Saffron Burrows como la chelista Cynthia en los papeles protagonistas. Todos ellos acompañados por un nutrido elenco de actores secundarios que reflejan el mundo en que se desenvuelven los componentes de una agrupación musical en una gran ciudad como Nueva York.
De nuevo, enlazo con la promoción resumida de la segunda temporada con subtítulos en castellano.




La serie ganó dos Globos de Oro, uno para Gael García Bernal como mejor actor en una serie de televisión y otro como mejor serie de televisión comedia.
Un poco más amplio, el trailer de la segunda temporada, en inglés, nos acerca a los contenidos a desarrollar en la temporada que se estrenó en 2015 y que incluye un viaje de la sinfónica a México donde Rodrigo se encontrará con su propio maestro que le hizo sentir y canalizar la pasión por la música.



Alex Ross se plantea en el prólogo de Escucha esto una reflexión sobre la música, las perspectivas a que las obligamos y sus fortalezas. Ross va más allá de una clasificación de la música tal como se plantea desde el sector industrial para insinuarnos que cualquier música que nos guste, independientemente de su clasificación, debe ser escuchada sin prejuicios y con placer.


Como no podía ser menos en una serie que gira alrededor de quienes dedican su vida a la interpretación de la música, en Mozart in the Jungle no podían faltar las apariciones de nombres reconocidos mundialmente  y relacionados con este mundo. 
Así, se puede asistir a los cameos de Gustavo Dudamel, el director venezolano en quien se inspira Gael García Bernal para dar vida al Maestro Rodrigo y que aparece como tramoyista; Anton Coppola, compositor y director de orquesta y tío de uno de los creadores de la seria, los violinistas Joshua Bell y Caroline Shaw, el gran pianista chino Lang Lang o Plácido Domingo. Prácticamente todos ellos se interpretan a sí mismos en sus apariciones. La actriz Monica Bellucci da vida a una diva de la ópera, Alessandra La Fiamma, que organiza su vuelta a los escenarios.  



Además, aparecen en papeles fugaces Nico Muhly, que compuso el aria Mozart que se interpreta en la tercera temporada, Jason Schwartzman, uno de los productores de la serie, la cantante Joan Jett y el polifacético Danny Glover.La banda sonora de la cabecera de la serie se basa en Lisztomanía, una canción del grupo Phoenix de su álbum Wolfgang Amadeus Phoenix. Roger Neill ha realizado una adaptación del tema que se utiliza en las dos primeras temporadas de Mozart in the Jungle.



Dado el éxito que tuvo la segunda temporada, se grabaron y emitieron dos temporadas más en los años siguientes.
La tercera temporada comienza en Venecia con la presencia de Rodrigo en la ciudad de los canales participando en el regreso a los escenarios de La Fiamma, una artista de armas tomar, mientras la vida de la Sinfónica de Nueva York atraviesa por momentos difíciles y acabarán cruzándose de nuevo.
El enlace nos muestra el trailer de la temporada con subtítulos en castellano, con la advertencia de que si tienes intención de ver la serie puedes encontrarte con algún spoiler


Una vez finalizada la cuarta temporada, la productora valoró que el número de seguidores de la serie era insuficiente para su continuidad, por lo que anunció la cancelación de la misma. 
Así se ha perdido una gran oportunidad de continuar acercando la música a la que denominamos clásica a la televisión y a un amplio sector de espectadores que habitualmente no lo hacen y que podían seguir descubriendo nuevos intérpretes, músicas y autores que les llenaran en su vida. Es penoso ver cómo se cancela una oportunidad de seguir llevando este tipo de música a un público más amplio y que no dispone de otras oportunidades de acercarse a este tipo de experiencias.



Finalizamos con el trailer de la cuarta temporada con subtítulos, que se desarrolla en gran parte en Japón y en la que la oboísta Hailey va consolidando una idea que ha surgido en la temporada anterior: convertirse en una directora de orquesta. Como en el enlace anterior puede haber algún spoiler si tienes la oportunidad y la intención de seguir la serie.
La música (clásica) es un arte capaz de expresar emociones y sentimientos mejor que los demás, por lo que cualquier propuesta que ayude a acercarla a un gran público y que descubran lo que conocen y lo cerca que están de ella siempre será interesante. 



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Bibliografía y webgrafía consultadas:
  •  non troppo.

Charles Dickens y la música

«Quien quiera conocer la vida en en el siglo XIX en Inglaterra que no acuda a las crónicas oficiales, sino a las novelas de Charles Dickens»
Estas palabras de The Guardian reflejan la importancia que la obra del escritor inglés tiene para reflejar , recrear y representar la vida en la sociedad inglesa.
Fallecido el 9 de junio de 1870 cuando contaba con 58 años de edad, hace más de siglo y medio, un hecho que dejó sumida a la sociedad inglesa en una suerte de abandono al desaparecer a quien podíamos considerar su notario.
Quizás haya quien considere que Oliver Twist, David Copperfield, Casa desolada, Tiempos difíciles, Cuento de Navidad, Grandes esperanzas, Los papeles póstumos del club Pickwick Historia de dos ciudades son obras que han quedado relegadas a un público joven o han quedado en desuso, pero son un reflejo y muestran las sombras y las luces de toda una época.
Hay un momento en la vida de un creador en que aún no tiene definido su estilo y experimenta -aunque la creación siempre sea experimentación- probando nuevos caminos y lenguajes. En 1836, Dickens se encuentra en esa situación. Mientras continúa escribiendo en la prensa comienza a publicar por entregas la que será su primera novela y su primer gran éxito, Los papeles póstumos del Club Pickwick, a la vez que realiza su única incursión en el mundo de la ópera.
Después de más de siglo y medio de su fallecimiento te propongo un paseo por parte de la obra de Charles Dickens y su poco conocida relación con la música. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Los primeros años de vida de Charles John Huffam Dickens fueron duros y marcaron su vida, siendo algunos hechos de los que vivió reflejados en sus obras. No solo era un gran observador de lo que acontecía en la sociedad en que habitaba, sino que vivió la vida en prisión cuando su padre fue encarcelado por deudas en la cárcel de Marshalea a cuya celda se trasladó -costumbres de la época- toda su familia. Con doce años comenzó a trabajar para poder mantener a la familia en una fábrica de betún en la que ganaba un mísero sueldo por las diez horas de trabajo diario y que no le dejaba tiempo para leer con la avidez que lo hacía desde que a los nueve años comenzó a recibir clases y aprendió a leer.
Las injusticias sociales, la pobreza, el maltrato a los obreros y la corrupción de las instituciones le hacen mostrar de forma especial a abandonados personajes infantiles que tienen, sin lugar a dudas, un trasfondo autobiográfico, además de contar con la memoria eidética del autor, capaz de recrear tipos y personajes que había visto en una ocasión. Así, Díckens no sólo es capaz de realizar una feroz crítica social, sino que utiliza su imaginación para crear situaciones y personajes que pueden ser indistintamente tan entrañables como extraños.
Poco después comenzó a trabajar como pasante en un bufete y, más adelante como cronista parlamentario para The True Sun. Varios años más tarde entró en el Morning Chronicle donde informaba de los debates parlamentarios, mientras publicaba algunos esbozos literarios que comenzaron a darle cierto renombre en diversas publicaciones con el pseudónimo de Boz.
Y aquí, en 1836, cuando Dickens apenas cuenta con veinticuatro años nos detenemos con dos obras: Su primera novela por entrega, Los papeles póstumos del club Pickwick -a quien tanto tenemos que agradecer en este blog-, una obra en la que critica las sociedades culturales y deportivas que comenzaban a surgir en Inglaterra, además de su primera y única ópera. 
Sí, Charles Dickens fue autor de una ópera como más adelante veremos.


Ese gran divulgador del saber y la cultura europea tan olvidado hoy en día, el escritor Stefan Zweig, también invitado habitual en este blog publicó en 1920 (hace justo un siglo, en el quincuagésimo aniversario de su fallecimiento) su libro Drei Meister (Tres maestros) dedicados a las figuras de Balzac y Dostoievsky además del escritor inglés.
Zweig nos muestra una imagen de Dickens desde la visión de algunos de los lectores que desde pequeños lo conocían aún bajo el pseudónimo de Boz, uno de esos viejos dickensianos que esperaba impacientemente la llegada del correo con la entrega mensual de alguna de sus obras. También nos acerca a una de sus facetas más populares: la del narrador que lee públicamente sus obras, un fenómeno que acrecentó, aún más, su fama.

Charles Dickens en 1838. National Portrait Gallery
Charles Dickens en 1838. National Portrait Gallery

Dickens era además un gran melómano. Al parecer, sus compositores más admirados eran Mozart, Mendelssohn y Chopin y en sus viajes al continente solía acudir a la ópera. Arthur Sullivan, conocido por sus colaboraciones con William S. Gilbert con quien formó el dúo que más triunfos dieron a la opereta en Inglaterra, Gilbert & Sullivan, asistió con Dickens en París al Orfeo de Gluck.
Durante un tiempo, antes de definir completamente su estilo y dedicar su obra de modo casi completo a las narraciones, tanto en novelas como relatos más cortos, Dickens escribió algunos poemas con vocación de convertirse en baladas, además de reflejar algunas canciones y músicas populares en sus obras.
Pero la relación más grande entre Dickens y la música viene de la influencia que sus obras han tenido en algunos compositores. Varias de sus obras se han llevado al cine o al teatro como musicales, a algunos poemas insertados en sus obras se les han puesto música e incluso varias de sus obras han sido adaptadas para la ópera por otros autores. Alexander Mackenzie estrenó en 1914 su opereta The Cricket on the Hearth, Károly Goldmark tituló su ópera Das Heimchem am Herg y Riccardo Zandonai la compuso como Il grillo del focolare, todas a partir de El grillo del hogar. 
Britten compuso Men of Goodwill: Variations on A Christmas Carol y Waughan Williams On Christmas Night bajo la influencia del cuento navideño de Dickens.

Fotografía de Charles Dickens por John & Charles Warkins
Fotografía de Dickens por John y Charles Watkins/
Claude Debussy era un aficionado a la obra de Dickens hasta el punto que en el Segundo Libro de Preludios dedica una pieza al protagonista de Los papeles póstumos del club Pickwick.
Estos Preludes pour piano (Preludios para piano) están formados por dos libros e inspiradas por el mismo título de la obra de Chopin. Cada uno de ellos consta de 12 composiciones que funcionan independientemente una de otra y que, en principio no debían por qué estar recogidas en la misma obra. 
El Preludio 9 del Segundo Libro tiene el título de Hommage à S. Pickwick Esq. P.P.M.P.C., un título pretendidamente pomposo que recoge por sí solo el espíritu de esta composición. El propio nombre nos da idea del contenido que Debussy pretende: Homenaje a Samuel Pickwick, Esquire (un apelativo con el que se hacía referencia a algún personaje que no tenía título), seguido del vano y ostentoso título de P. P. M. C. P. (Perpetual President and Member of de Pickwick Club).
Debussy transporta al pentagrama la esencia del personaje: El protagonista de Los papeles póstumos del Club Pickwick es un personaje revestido por Dickens con la pompa, sentido del humor e ironía burlona que sólo él sabe otorgar. El preludio comienza con una distorsionada versión del himno de Inglaterra al que sigue un traqueteo que alude tanto los interminables viajes que realizaron a lo largo de todo el país como las discusiones y debates del club y que finalizan con diversos crescendos, casi como si en un momento de exaltación el protagonista se hubiera caído de la silla a la que se había encaramado para pronunciar su disertación, incorporándose rápidamente con su dignidad herida.
La interpretación corresponde al pianista Albert Godeluss.



La única ópera de Dickens comienza a gestarse con Frances Elizabeth Dikens, conocida como Fanny, su hermana mayor, una de las primeras alumnas que fueron admitidas en la Royal Academy of Music donde estudió canto. En 1834 regresó para trabajar como ayudante de profesora y tutora de piano, cantando en algunos de sus conciertos. 
Así, a través de ella, fue como uno de sus compañeros, John Pyke Hullah conoció a Charles que comenzaba a ser conocido con sus Sketches by Boz y, posiblemente a finales de 1835 surgió la idea de trabajar en una ópera ligera en la que Dickens escribiría el libreto y Hullah pondría la música. Tras una propuesta situada en Venecia sobre un gondolero, el escritor prefería un tema inglés en el que los personajes actuaran y hablaran como ellos mismos.
Así comenzaron a escribir la ópera The village coquettes (Las coquetas del pueblo) cuando un tenor reconvertido en productor, John Braham, a través del agente literario de Dickens, su futuro suegro George Hogarth, se embarcó en el proyecto.


El sueño de Dickens. Cuadro inacabado de Robert W. Buss
Entre Dickens y Hullah completaron la obra incorporando algunas sugerencias de Braham, entre ellas la de incorporar el personaje de Martin Stokes, sin cantar, para que lo interpretara J. P. Harley, un actor de comedia a quien acababa de contratar. El propio Braham representaría en escena al protagonista, el Squire Norton.
Para facilitar el éxito de The village coquettes, se estrenó previamente una obra teatral del propio Dickens, The strange gentelman (El extraño caballero) basada en sus bocetos literarios y que alcanzó las cincuenta representaciones. El 6 de diciembre de 1836 se representaron las dos obras en una sesión doble en el St. James's Theatre
Pese a estar repleta de un humor pintoresco y letras elegantes, la ópera no tuvo el éxito que se esperaba, las críticas fueron negativas y no la consideraron digna del talento de quien ya era un renombrado Boz. Hubo diecisiete representaciones hasta el 24 de diciembre de ese año y se repuso puntualmente durante la siguiente temporada, aunque Mr. Braham llegó a pedir a Dickens que regalara algunas entradas para ocupar algo más de aforo.
El 17 de abril el propio Dickens pidió que su nombre fuera eliminado de los programas y la última representación se llevó a cabo el 17 de mayo de 1837 sin mayor pena ni gloria. Al menos Fanny acabó bien esta experiencia, ya que se casó con Henry Burnett, el tenor que sustituyó a Braham en el papel de Squire Norton.
Posteriormente The village coquettes tuvo algunas representaciones más en Edimburgo donde fue dirigida por Mr. Ramsay, amigo personal del novelista Walter Scott.

Cartel de las sesiones de Pedrillo y The village coquettes para el 13 y 14 de febrero de 1837 con entradas a mitad de precio.
La obra estaba más cerca de la comedia con música incidental y algunos números musicales que de una ópera al uso. La acción se desarrolla en un pueblo inglés en el otoño de 1729 y se divide en dos actos, con los números siguientes:

Acto I: 
Obertura.
Hombres y coro: Hail to the merry Autumn days.
Canción de Lucy: Love is not a feeling to pass away.
Canción de Squire Norton y coro: The cares of the day.
Canción de Edmunds: Autum leaves.
Canción de Rose: Some folks who have grown old and sour.
Canción de Squire Norton: The child and the old man.
Dueto entre Rose y Flam: Is true I'm caressed by the witty.
Finale: Sexteto y coro: Turn him from his farm.

Acto II:
Cuarteto: Hear me, when I swear the the farm is your own.
Canción de Squire Norton: There's a charm in Spring, when we'rything.
Canción del joven Benson: My fair is no longer mine.
Dueto entre Squire Norton y Edmunds: Listen, though I do not fear you.
Canción de Lucy: How beautiful at eventide.
Coro: Join the dance, with step as light.
Finale: Quinteto: No light bound

Un modelo de las letras que Dickens escribió para esta ópera es la primera de las canciones que Lucy canta en The village coquettes: Love is not a feeling to pass away.


Varias semanas después del estreno londinense, el 22 de diciembre de 1836, el editor Richard Bentley publicó el libreto en un folleto a dos chelines el ejemplar, algo tarde para ayudar a promocionar la ópera. Años después, el editor pasó por dificultades económicas y le ofreció a Dickens los ejemplares que tenía sin vender. Por 9.90 libras el escritor se hizo con los 355 folletos restantes indicando: "No estoy particularmente orgulloso del rendimiento de su nota tan servicial y estaré satisfecho para pagar el déficit por el privilegio de poseer las copias en mano." 

Folleto de The village coquettes en la versión de 1 penique
Folleto de The village coquetes con el precio a 1 penique
Peor parada terminó la música de Hullah. Algunas canciones se publicaron individualmente, pero las partituras de la obertura y la música incidental se perdieron en circunstancias poco claras, posiblemente en un incendio en Edimburgo que destruyó una gran colección de música teatral.
Años más tarde, Sir Frederick Bridges intentó reconstruir la obra y su versión de The village coquettes se representó en Londres en 1924 pocas semanas después de su fallecimiento.
Más tarde Edward J. Chadfield retomó la investigación y reconstrucción de la partitura que se estrenó incompleta en Londres en 1937. Una vez finalizada la obra y lista su revisión, también falleció antes de su estreno en 1956.
Así, de la versión original de la obra sólo queda el texto de Dickens, cuando aún firmaba como Boz, alguna canción y dos intentos de reconstrucción, de las que no hemos encontrado grabación alguna.
Sí nos queda el gusto de Dickens por la música y algunos poemas suyos insertos en distintas narraciones que algunos compositores han convertido en canciones.
En Los papeles póstumos del Club Pickwick, el joven Boz insertaba en ocasiones algún poema que ponía en boca de los invitados que acogían a Mr. Pickwick mostrando el gusto y la afición que tenía por la música. Una de estas poesías es The ivy green (La verde hiedra).


La popularidad de este poema ha hecho posible que se le haya puesto música en diversas ocasiones. En el enlace con el que nos despedimos de este acercamiento entre Díckens y la música corresponde a una composición de Russell Henry sobre el texto de Boz y la interpretación de The Seven Dials Band.

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Bibliografía y webgrafía consultadas: