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Cambio de año con Bertolt Brecht y Johann Strauss

El cambio de un año a otro es uno de los momentos que tenemos señalados de forma especial. Hay una sensibilidad distinta y una alegría con la que se quiere contagiar a todos los que nos rodean. Con el tiempo voy descubriendo que no es necesaria esa alegría contagiosa para vivir ciertas cosas con intensidad.
En esta última o primera publicación del año, según cuándo la leas, nos acompañan Brecht y Strauss
El alemán Bertolt Brecht ha sido uno de los más destacados e innovadores dramaturgos del siglo XX. Comprometido con su tiempo, su obra busca siempre la reflexión del espectador.
Acostumbrados a la enumeración de propósitos para el año que entra, te propongo una mirada distinta: las satisfacciones que tenemos al alcance de nuestra mano, pero que el intenso y acelerado ritmo de vida que llevamos nos impide disfrutar. Igual que Brecht, cada uno de nosotros tenemos nuestras propias satisfacciones. Te animo a que las pases a un papel o un nota.



Uno de los acontecimientos más seguidos, e incorporados a la cultura occidental, con que se recibe cada año nuevo es el concierto del mismo nombre que se celebra en Viena. Un concierto ligero, festivo y lleno de tradiciones y ceremonias que se basa en la música de Johann Strauss hijo.
Dado el carácter que se le da a la música en este blog, predominando la de tipo vocal, te traigo una pieza que aúna los requisitos del citado concierto: música vienesa de Strauss, una pieza imprescindible como An der schönen blauen Donau (Al bello Danubio azul) y el coro de Niños cantores de Viena, recogida en una gira realizada por Chile.



Y, cómo no. Te dejo con el esperado final del concierto: la Marcha Radetzky.
¡Buen año!

Navidad con Dickens y Tchaikovsky

Muchas son las referencias a la Navidad tanto en la literatura como en la música. Una gran cantidad de autores han escrito y compuesto sobre ella. Algunos lo han hecho de forma directa, narrando desde distintos ángulos y puntos de vista el nacimiento de Jesús. Mientras, otros lo hicieron de forma indirecta, transportando sus historias y composiciones al día de la celebración de la NavidadDesde la niñez hemos tenido contacto con ellas y todos recordamos esos momentos en que las disfrutamos.
Pero ni el texto ni la música de esta semana corresponden a mi niñez, sino que han ido entrando a formar parte de mí muchos años después.
El texto corresponde a la celebérrima A Christmas carol (Cuento de Navidad) de Charles Dickens. La conocida historia del viejo y avaro Scrooge y su transformación durante la Nochebuena gracias a la aparición de los espíritus de las Navidades pasada, presente y futura.
Te traigo en primer lugar un audio del comienzo de la obra perteneciente al proyecto Artpoetica, seguido de uno de los momentos más entrañables.
 ArtPoética



No hay año que deje de oír y ver en la cercanía de la Navidad el ballet El Cascanueces (Schelkúnchik en su original, o The Nutcraker como se conoce internacionalmente) de Piotr Ilich Tchaikovsky, una de las obras de la música clásica universal más conocida y representada.
De ella enlazo con una publicación del blog RZ100-Cuentos de bocaEl Cascanueces.
Una versión de la Royal Opera House del Covent Garden londinense que se ha representado durante los últimos años ofrece una visión cercana a la estética de Dickens. Pongo el primero de los vídeos y los demás se pueden seguir a través de Youtube.


Uno de los momentos más espectaculares de este ballet-cuento de hadas es el de los bailes de los distintos países. Aquí podéis ver las danzas española, árabe y china de esta misma representación.



Por último, esta versión completa del Maiirinsky Theatre de San Petersburgo, dirigida recientemente por el prestigioso Valery Gergiev, uno de los directores de origen ruso más reconocidos en occidente, de una enorme calidad musical, coreográfica y grabada en alta definición. Si tienes tiempo, será una delicia dejarte envolver por la música y las imágenes.




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El Mesías de Häendel según Zweig

Es costumbre en los países anglosajones interpretar a finales del adviento el que posiblemente es el oratorio más famoso y representado, Messiah de Händel.



El escritor austriaco Stefan Zweig, influyente como ensayista y biógrafo de la primera mitad del siglo XX dedicó un capítulo de su didáctica obra Momentos estelares de la humanidad a Häendel y la creación de esta obra fundamental en la música de todos los tiempos. Así lo relata.




De entre todos los oratorios es Messiah (El Mesías), de George Frideric Häendel sin duda el más conocido. Fue compuesto en pocos días, entre el 22 de agosto y el 14 de septiembre de 1741. Invitado por el virrey de Irlanda a pasar unos días en Dublín, la estancia le proporcionó la inspiración necesaria para terminarlo. 
El libreto corrió a cargo del escritor inglés Charles Jennens, quien lo extrajo de la Biblia, en parte del Nuevo y en parte del Viejo Testamento y le añadió versos propios. Se trata de un texto sin argumento, pero que encierra un drama interior con la división en tres partes de la obra: comienza con el anuncio de la llegada del Mesías, continúa con la Pasión y Resurrección y finaliza con la realización del ideal del Mesías sobre la Tierra, la liberación de la humanidad hacia la luz y la libertad.
Entre los momentos más bellos del oratorio se encuentra For unto us a Child is born (Pues  nos  ha nacido  un niño). Se  trata de un número coral que comienza con una introducción a cargo de los violines. Sobre esa melodía entonan los dos primeros versos las sopranos, contestado en forma de canon por los tenores y más tarde las contraltos y los bajos.
El tercer verso lo comienzan los tenores seguidos por el resto de voces. Los violines presentan el tema principal, el de los nombres del Mesías, entonados por todas las voces al unísono con una serie de variaciones. Las contraltos comienzan nuevamente el primer verso, se repiten los epítetos del Mesías y tiene lugar un contrapunto entre las diferentes voces. Finaliza con una exposición instrumental de los distintos motivos melódicos.
Fue estrenado el 13 de abril de 1742 en el Music Hall de Dublín, según las crónicas de la época, con un éxito arrollador. El 23 de marzo de 1743 tuvo lugar el estreno en el Covent Garden de Londres, el lugar habitual de Häendel. En el continente, la marcha triunfal de la obra comenzó en Hamburgo, extendiéndose rápidamente por toda Alemania y el mundo.
Una costumbre anglosajona hace que sea tradicional la representación del oratorio en los días previos a la Navidad con la participación de aficionados en algunos de los coros.



La más conocida de las piezas de este oratorio, una de las más universales de la música de todos los tiempos es el Hallelujah (Aleluya), interpretado en todos los lugares como símbolo de acción de gracias.
El tema principal aparece en los violines en la introducción, pasando enseguida al coro, que lo entona con una emotiva decisión y un contrapunto violinístico. El coro presenta una frase al unisono con la cuerda seguida de una fanfarria de timbales y trompetas que refuerzan la palabra "Aleluya". 
Las mujeres invocan al Altísimo. Orquesta y coro desarrollan el tema con distintos contrapuntos.
A continuación los tenores presentan la melodía con intervenciones de coro y orquesta, seguida de la calma con que se expone un nuevo tema.
Un tema secundario aparece fugado en el orden bajos, tenores, altos y sopranos. Las mujeres cantan la frase "King of kings, Lord of Lords" (Rey de reyes, Señor de señores), contestada por los aleluyas del resto del coro, timbales y orquesta. Comienza una progresión ascendente hasta los agudos que se resolverá con la cadencia.
La resolución comienza con orquesta y coro reafirmando los temas. Los tenores cantan "King of kings" y el coro contesta "For ever and ever" (Por siempre). Un tutti insiste en la idea principal que suena de forma grandiosa.
Tras un silencio general, todo el coro entona la palabra Aleluya con el impetuoso acompañamiento de la orquesta.
El Mormon tabernacle choir (Coro del Tabernáculo Mormón), posiblemente el mejor coro del mundo en la actualidad canta estas impresionantes versiones.


Si deseas una versión completa de la obra, esta interpretación de la Orquesta y coro The sixteen con subtítulos en un concierto participativo.



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Un viaje de invierno

El viaje nos acompaña. Schubert y Amos Oz. Tanto el viaje interior como el exterior, el que se refleja en el romanticismo como símbolo de la búsqueda de lo desconocido, o como remedio que nos aboca a la huida de la felicidad perdida tienen cabida en la música del primero. Paralelamente un viaje interior nos hace fuertes con los libros, esos compañeros de nuestra vida, como refleja el texto de esta semana.

El escritor israelí Amos Oz se revela como uno de los grandes escritores de la actualidad. Recibió el Príncipe de Asturias de las Letras en 2007. Aunque su compromiso está con la paz en el conflicto palestino-israelí, en su búsqueda de la conciliación y en su capacidad para mirar con ojos extrañados, lo traigo a estas páginas por este texto sobre la eterna amistad de los libros.



Winterreise (Viaje de invierno) es un ciclo de lieder compuesto por Franz Peter Schubert sobre poemas de Wilhelm Müller. Se trata de una de las obras que compuso en el último año de su vida, y el conjunto de lieder que más trabajó.
"El viaje de invierno representa -según el barítono Dietrich Fischer-Dieskauintérprete de esta versión- todas las obras del último año, en lo que se refiere a elevación, intuición y ampliación de la técnica de composición".
Junto a las canciones de La bella molinera es el máximo exponente de los ciclos de lieder, que con Schubert pasan a su mejor expresión. Según el barítono, reflejan la personalidad de su autor y dejan una "impresión heladora, sin concesión al encanto austriaco o a la felicidad lacrimógena".
El núcleo de los poemas es el amor no correspondido. Un hombre -el viajero- amaba a una muchacha, pero ella lo dejó. Aquí arranca la historia. No hay una línea dramática, sino que los lieder expresan las reflexiones o impresiones del cantante mientras pasea solo, durante el invierno. Predominan los temas del frío, la oscuridad, el paisaje desolado, y la soledad, pues salvo el organillero final, no encuentra cara a cara a ninguna otra persona.
Los frecuentes cambios de tonalidad marcan las variaciones del sentimiento (de la alegría a la desesperación), si bien la segunda mitad va hundiéndose totalmente en un tono sombrío y melancólico.
Gute Nacht (Buenas noches), es el lied de mayor duración. En los dos primeros versos se marca el aire de tristeza y aislamiento que predominará en toda la obra.  El viajero fue feliz, pero su historia de amor, por razones no concretadas, tiene que acabar. Una noche de invierno, se despide del lugar y de su amada, aún dormida, dándole las buenas noches. Se trata de un lied en ritmo de caminante, como indica Schubert:  “moderado,  en movimiento  de  caminar”.  El  piano entona un preludio. Las dos primeras estrofas son musicalmente idénticas, mientras que la tercera y la cuarta varían. La cuarta estrofa cambia de tonalidad cuando el caminante se dirige a su amada y añora el pasado. Al final vuelve a la tonalidad anterior.




Un Réquiem para Mozart

La Misa de Réquiem en Re menor es la última obra compuesta por Wolfgang Amadeus Mozart. El misterio que lo ha rodeado desde la muerte de su autor ha recobrado actualidad hace unos años gracias a la obra de teatro, luego convertida en película Amadeushistóricamente incorrecta como nos suele acostumbrar el cine, en cuanto a la relación entre Salieri y Mozart.
De la biografía del músico salzburgués escrita por Peter Gay son estas líneas que tratan de su misterioso final.





El Réquiem fue encargado por el Conde Walsegg-Stuppach, un compositor aficionado que pretendía que se creyera que era él quien lo había escrito en memoria de su esposa. Mozart mantuvo el secreto. Según una confesión de sus últimos días, el compositor creía que estaba componiendo la obra para sí mismo. En cualquier caso, murió antes de poder concluirlo, y su viuda Constanze, por razones económicas, debía entregarlo completo al Conde. De ahí que confiara la obra a un alumno de su esposo, Süssmayr, que posteriormente declaró que era el autor del Sanctus, el Benedictus y el Agnus DeiNadie ha sido capaz de corroborar esta afirmación, pero sí se sabe que Süssmayr se valió de la música de Mozart en Lux Aeterna y Cum sanctis Tuis, y que fue el encargado de orquestar todas las secciones entre el Dies Irae y el Hostias.
El propio Conde dirigió la primera interpretación del Réquiem, que aún intentaba hacer pasar por suyo, en la Iglesia Neukloster el 14 de diciembre de 1793, dos años después de la muerte de Mozart.
La primera pieza que nos acompaña es el Rex Tremendæ. Un acorde de todas las cuerdas es respondido por los instrumentos de viento y retomado por las primeras en una progresión descendente. El coro, en fortíssimo, exclama “Rex” por tres veces antes de comenzar el desarrollo del texto. El contraste se hace total con el pianissimo con que se canta “salva me”tornándose el ambiente casi sobrenatural mientras un aroma de oración sustituye al violento comienzo.

El 5 de diciembre de 1991, fecha en que se cumplían los doscientos años del fallecimiento del autor, tuvo lugar una misa de Réquiem por su alma en la Catedral de Viena oficiada por el Arzobispo titular, bajo la dirección musical de Sir Georg Solti y con la participación de la soprano Arleen Augér, la mezzo-soprano Cecilia Bartoli, el tenor Vinson Cole y el bajo René Pape del que existe una emotiva grabación. 
Desde entonces, todos los años he buscado tiempo cada 5 de diciembre para escucharlo. Sólo una vez falté a la cita. Ese mismo día, y tras varios años de lucha contra sus perdidos recuerdos fallecía mi padre. Mientras persista mi memoria no dudo que acudiré a esta cita anual.
Te dejo con la transcripción de tan excepcional y emotivo momento. Recuerda, 5 de diciembre de 1991, doscientos años después del fallecimiento de Mozart.

La fuerza de la pasión y del amor con Tolstói y Bellini

El que ha conocido sólo a su mujer y la ha amado, sabe más de mujeres que el que ha conocido mil
León Tolstoi

La vida está marcada por nuestra capacidad de amar. No sólo en lo referente al amor entre dos personas, sino también al que se refiere a nuestra capacidad de entrega hacia quienes nos rodean, la forma en que desarrollamos nuestro trabajo, cuando éste está relacionado con la relación con otras personas y esa capacidad de altruismo que hace que otras personas se entreguen a la búsqueda del bien de sus semejantes. 
La literatura y la música, en cuanto reflejo de la vida no pueden dejar de hacerlo también. Esta entrada nos acerca a la pasión con que se presentan en libros y música la relación la relación amorosa.

Si has leído Ana Karenina no puedes olvidar su comienzo. 

Se trata de una de las mejores novelas psicológicas de la literatura moderna en la que Leon Tolstoi (Liev Nikolaievich Tosltoi) utiliza los mismos métodos creativos realistas que en sus primeras obras. Pero la exuberancia de estas obras anteriores deja paso al pesimismo, pues la protagonista no logra resolver sus conflictos internos. La pasión que Ana siente por el joven oficinista Vronsky, en la ciudad de San Petersburgo, contrasta fuertemente con Dolly y Oblonsky que forman una pareja “felizmente” casada y la sana unión que existe entre Kitty y Konstantin Lyovin y la plenitud de su vida en el campo.



Su trama se inspira en algunos incidentes reales y está marcada por las preocupaciones éticas generadas por la crisis espiritual que atravesaba el propio Tolstoi y acaba centrándose en la relación de la protagonista, una de las tres historias conyugales sobre las que gira la obra.



I Puritani (Los Puritanos), es una de las más conocidas óperas de Vincenzo Bellini y una de las más representativas de la época dorada del belcanto. Es una obra en la que Bellini ha conseguido su madurez como creador y forma, junto con Norma y La Sonnambula la trilogía de sus óperas que no han dejado de representarse desde su estreno. 
A te, o cara es el aria de presentación de Arturo. Se trata de un aria concertada en la que también participan Elvira (soprano), Giorgio (barítono), Valton (bajo) y un coro. Exige del tenor una amplia anchura en el fraseo y un Do de pecho en el verso "se rammento il mio tormento". La pieza arrebata al oyente y la convierte en un momento delicado, encendido y mágico, uno de los inolvidables dentro de la historia de la música
I Puritani se estrena en enero del  año 1835 cuando Bellini cuenta con 34 años. En agosto enferma y muere el 23 de septiembre.


Nadie en la actualidad como el tenor peruano Juan Diego Flórez para interpretarla. Aún tiene que luchar con la etiqueta que lo proclama sucesor de Luciano Pavarotti. Cuenta con la elegancia y técnica vocal de Alfredo Kraus y un virtuosismo que le hace interpretar las obras belcantistas, especialmente las de Rossini de una manera especial. Es un cantante que cuida mucho su repertorio e interpreta piezas que se adaptan a su estilo elegante y cuidado.



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De Julio Cortázar a Mozart: Instrucciones para cantar la Reina de la Noche

¿Cómo enlazar a Julio Cortázar con Mozart? Dos personalidades tan distintas pueden encontrar relación con la creatividad que les hizo componer piezas tan diametralmente diferentes, que ahora, leyendo y escuchando y, con la estimable ayuda de una particular puesta en escena, se pueden ver surgidas de la misma mente creadora. ¿Qué sería de Wolfgang Amadeus Cortazart?
En Historias de Cronopios y de Famas, Julio Cortázar propone un viaje fantástico que nos remueve desde la realidad que vivimos para llevarnos a ese universo lúdico que fue creando dentro de los espacios entre los que van creciendo en cada situación cotidiana. En lo absolutamente mundano recae la capacidad para dar pie a las observaciones más insospechadas, para romper el delicado balance en el que subsistimos. 





Por otra parte, la Flauta Mágica es una de las óperas más conocidas de Wolfgang Amadeus Mozart. Se trata de un singspiel, una suerte de ópera cómica de tipo popular cantada en alemán. El argumento gira en torno a un cuento fantástico en el que se incluyen elementos de simbología masónica. Entre sus personajes destaca La Reina de la Noche. Su interpretación requiere de una soprano de gran coloratura, capaz de generar un Fa sobreagudo y muchas notas picadas, sobre todo en su aria más famosa Der Hölle Rache kocht in meinem Herzen

La primera intérprete del rol fue la cuñada de Mozart, la cantante Josepha Hofer, que a la sazón estaba embarazada. Este estado fue determinante, ya que hizo que el compositor creara un papel a su medida, con pocas apariciones en escena para no cansarla, pero brillantes y efectistas.
Esta interesante versión está interpretada por la soprano alemana Diana Damrau, en The Royal Opera House del Covent Garden londinense.,

Por la fuerza de especial dramistimo que le debe imprimir a cada palabra de este aria, el papel es mejor llevado por sopranos dramáticas de agilidad capaces de alcanzar el Fa sobreagudo sin perder fuerza en su tesitura media. La escasez de este tipo de sopranos en los últimos años ha permitido la interpretación de sopranos ligeras en este rol, que alcanzan con facilidad las notas altas y brillan en las coloraturas, pero que carecen de fuerza expresiva en su zona central.

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Entre Mis mejores deseos y Va pensiero

Dos textos de signo muy distinto nos acompañan. 
Por un lado, uno de una la poetisa Amalia Bautista, por cuyos versos transitan el amor y el desamor, los objetos y seres queridos, la tristeza de la desazón y los sueños inciertos e imprevistos.



El segundo de los textos pertenece a Nabucco, una de las primeras óperas de Giuseppe Verdi, con la que consiguió uno de los mayores entusiasmos que jamás haya demostrado el público de ópera. 
Viudo reciente, con sus dos hijos fallecidos, desanimado por el fracaso de sus primeras obras, recibió el encargo sin ningún interés del empresario de La Scala de Milán. En sus Esbozos biográficos narra cómo recibió el libreto y el encargo de Nabuccocómo el texto de Temistocle Solera se le convertía en música:
“De camino sentí una especie de desazón inexplicable, una tristeza intensa, un dolor que casi me hacía estallar el corazón. Una vez llegué a casa, lancé el manuscrito a la mesa con un movimiento brusco y me quedé ahí, delante de él, hundido en pensamientos. Al chocar con la mesa, el libro se había abierto; mis ojos fueron a parar, no sé bien cómo, a una página abierta ante mí. Y leí:  
“Va, pensiero sull'ali dorate(...)”. Sobrevolé también los siguientes versos y me quedé impresionado, sobro todo al comprobar que éstos procedían casi literalmente de la Biblia, libro que siempre leía gustoso. Leo un párrafo, leo dos. Pero entonces, con el renovado propósito de no componer más, cierro el texto y me voy a la cama. 
¡Pero Nabucco no para de darme vueltas en la cabeza! El sueño no quiere acudir, me levanto, leo el libreto no sólo una vez, sino dos, tres, muchas veces; a la mañana siguiente puedo decir que me lo sé de memoria”.
Un coro de esclavos hebreos, a orillas del Eúfrates llora su perdida libertad y su añorada patria. Se trata de uno de los coros más conocidos, todo majestuoso, del que la Italia del Risorgimiento hizo su himno de libertad y que llevó el nombre de Verdi a la inmortalidad.


En 2002 se interpretó en el Metropolitan de New York, en una versión memorable, protagonizada por María Guleghina y el español Joan Pons y al que pertenecen estas imágenes, con una enorme y admirable concentración por parte de los cantantes del coro.




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Berlín, 25 años de la caída del muro

Una pausa entre las letras y las músicas.

El 9 de noviembre de 1989, un acontecimiento vino a iniciar el fin de una etapa que venía desarrollándose desde el final de la II guerra mundial: La guerra fría, ese conflicto que enfrentó a los países occidentales con la potencia rusa y los países del este europeo.

La foto anterior está tomada en uno de los lugares más tremendos de Berlín, el lugar en el que se encontraba el edificio de la Gestapo, hoy con un museo sobre sus escombros que alberga un nombre que no se ha querido ni que esté en alemán: Topographie des TerrorsLa suerte me ayudó a captar esta foto simbólica del lugar.
Aún se puede mirar por algunas ranuras 
Este acontecimiento, que muchos recordamos haber presenciado en el momento en que ocurría, fue la destrucción del símbolo de la división europea. El 9 de noviembre, de una forma bien particular, caía el muro de Berlín.
Rtve emitió unos documentales con motivo del 20º aniversario.
Rtve, 20 años de la caída del muro de Berlín
¿Qué hacían los líderes mundiales mientras caía el muro?

En la actualidad, Berlín es una ciudad cosmopolita, un centro multicultural, cada vez más el centro de la política y la toma de decisión de una Europa que no acaba de creerse que su supervivencia en el mundo actual y a medio plazo, frente al acelerado crecimiento de los países emergentes, sobre todo del este asiático, consiste en estar unida en sus intereses comerciales, cimentándolos en la cultura común, de raíces cristianas.
La ciudad de Berlín fue durante varias décadas el símbolo de la división, primero con el reparto entre las potencias vencedoras de la guerra mundial, y posteriormente con la vertiginosa y lamentable construcción del muro que la dividió.
Centro de la situación histórico política de los siglos XVIII al XX, es recordada como la capital, la ciudad perdedora de los conflictos bélicos. Pero los grandes perdedores fueron la minoría judía principalmente, pero también los habitantes. Tantas personas y familias que sufrieron en primer lugar la derrota en la I Gran Guerra, posteriormente la enorme crisis económica, tremendamente mayor que la que estamos sufriendo actualmente, de los últimos años de la década de los 20 y comienzo de los 30. Posteriormente el ascenso al poder del partido Nazi, la propaganda antes y durante la II guerra, la asfixiante situación en que el pueblo fue llevado forzadamente a seguir a sus dirigentes. Siguieron siendo los berlineses víctimas de la derrota de la guerra con la división de la ciudad, los años de carencia de alimentos, el bloqueo a que fueron sometidos y del que salieron con la ayuda de las potencias occidentales.

La construcción del muro de Berlín significó la separación de personas y familias de la noche a la mañana en agosto de 1961. Dramas como los de la calle Bernauer, una de cuyas aceras pertenecía al Berlín comunista, mientras la otra significaba la libertad de movimiento y vida. Si vivías en la acera soviética y sacabas la mano por la ventana, estabas en zona libre. Muchas familias huyeron por las ventanas de sus casas bajo la impotente mirada de los vecinos de la otra acera, que eran obligados a mirar sin actuar, bajo amenaza de ser disparados. Más adelante tapiaron las ventanas de los edificios. 
Memorial por quienes dejaron la vida al intentar cruzar el muro
En una visita a la ciudad me impresionó el Tunel 57, una de las escapatorias subterráneas que se construyeron para escapar a la zona occidental una vez construido el muro. Una parte de la Bernauer Strasse está dedicada a la persistencia en la memoria de esta parte de la historia del muro de Berlín.


 

Vivimos en un mundo en que nos interesamos y buscamos más lo lúdico o lo ficticio, aquello que nos evada de los problemas que nos afectan, más que el interés que tengamos para conocer y aportar soluciones a las situaciones que tienen que soportar muchas personas. El muro tiene una carga de simbolismo que nos lleva a plantearnos el sufrimiento de las personas, antes y ahora. ¿Cómo se puede vivir en estas situaciones? ¿A qué se acostumbran los seres humanos? 
Tenemos una visión de las guerras pasadas como algo con cierto glamour, como algo brillante, contado siempre como propaganda o por los vencedores. Una serie de televisión alemana de 2013, Hijos del III Reich, incide en la realidad de la guerra como destructora de mentes y de vidas. No soy amante de películas de ambiente bélico, pero el planteamiento especialmente imparcial de esta serie acerca más a la visión de lo horrible de la realidad exenta de propaganda bélica de la que estamos acostumbrados.

En el principio...


Hace unos veranos, Mónica me trajo de una visita a la universidad de Harvard, en Boston, una jarra que sabía que me gustaría. Aparte de su intenso azul cobalto y que ahora es mi jarra de cabecera, si se puede decir así, tiene una inscripción en inglés
...and God said:
seguida de una complicada, imposible y humorada formulación física que finaliza con la frase
...and there was light!
Algo así como:
...Y dijo Dios: (la fórmula) ...y se hizo la luz


Este blog que comienza en este momento, en el instante que tú lo lees, está dedicado a evocar textos, páginas de distintos autores. Aparecerán ideas, descripciones de personajes, ciudades y lugares, sentimientos... lo que nos aproxime a la condición humana. Todos ellos filtrados por el paso del tiempo que ha decidido que no se deben olvidar, que aún tienen qué decirnos, que, sean de esta época o anterior, quieren seguir con nosotros. Representan arquetipos que nos son actuales..
También quiero traer música. Qué sería de nosotros sin ella. A todos nos acompaña desde que nacemos, es casi consustancial a los seres humanos y cada uno tenemos la nuestra.
Para comenzar este blog de letras y notas, textos y músicas te propongo ir al origen, al comienzo de todo.
El texto, uno de los más antiguos de cuantos conoce nuestra literatura occidental, recoge el inicio del primer viaje (eso sí, de regreso, del de ida no hay relato), del que tenemos noticias: el comienzo de La Odisea, de Homero.





La música también nos marca un inicio, más primigenio que el de Ulises. Después de una estancia en Londres donde escuchó la interpretación de algunos oratorios de Haëndel, Joseph Haydn se propuso realizar una composición de este tipo. Enormemente religioso, se sintió inspirado para componer La creación. Cuando la creó, Mozart, que era 24 años más joven, llevaba 6 años enterrado, Beethoven se estaba consagrando en Viena, y Schubert acababa de nacer.
El estreno privado de la obra se realizó los días 29 y 30 de abril de 1798 bajo la dirección del propio Haydn. La obra "despertó tanto interés que la policía de Viena hubo de proporcionar 12 guardias de a pie y 18 de a caballo para mantener el orden". Además "...los comerciantes del mercado cercano tuvieron que desmontar sus puestos, por lo cual recibieron cada uno de ellos del príncipe Schwarzenberg una compensación de 10 florines y 20 kreutzer".



En marzo de 1799 Haydn, que contaba con 67 años, volvió a dirigir el estreno público en el Burgtheater de la capital del imperio austriaco. En las memorias de un músico sueco por entonces en la ciudad aparece descrito: "Entre las secciones de la obra, estallaba un aplauso tumultuoso; durante cada sección, sin embargo había un silencio sepulcral. Cuando concluyó hubo gritos de "¡Que salude el padre Haydn!" Finalmente el anciano se acercó al borde del escenario y fue saludado con gritos de "Larga vida al padre Haydn!¡Larga vida a la música!"

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