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El Teniente Kijé, el personaje que vivió sin existir

La expresión vivir sin existir nos acerca a un razonamiento entre lo filosófico y lo vital, al hecho de no apreciar, sentir y disfrutar (y padecer) lo que la vida nos ofrece o llegamos a buscar en ella.
No se trata en esta publicación de reflexionar sobre el hecho de pasar por la vida sin que ésta deje huellas en nosotros, sin que nos haga palpitar el corazón aceleradamente por las oportunidades, decisiones, problemas o cualesquiera otras circunstancias. Se trata de acercarnos a un personaje ficticio que desarrolló su vida y su carrera sin haber siquiera existido. 
A lo largo de la historia, especialmente la relacionada con el espionaje y los conflictos bélicos e incluso el cine. Son los casos del misterioso Señor Kaplan de Con la muerte en los talones de Alfred Hitchcock y del inexistente espía William Martin, con que el servicio de espionaje alemán fue engañado por el servicio de inteligencia inglés en la Operación Mincemeat (Carne Picada) sobre la intención de que las tropas aliadas desembarcaran en Sicilia mientras hacían creer a los alemanes que lo harían por Cerdeña y Grecia.
En el caso que nos trae a esta publicación se mezclan la inexistencia del personaje protagonista con la imposibilidad de encontrar y seguir uno de sus tres rastros. el literario.
Podemos pensar que, en el fondo, la mayoría de personajes tanto literarios como dramáticos o cinematográficos no han existido como personas reales, sino que han sido creados por la mente de su autor y no han tenido entidad real, pero el caso que nos ocupa en esta publicación nos muestra a un personaje que no llegó a existir como tal, pero que saca a relucir los problemas de la burocracia llevada al extremo y lo absurdo del absolutismo, llegando a crear una situación que podríamos denominar como kafkiana. 
Te propongo acercarte a un personaje que no llegó a existir, el Teniente Kijé, pero que fue condenado, ascendido, se casó y murió, dejando rastro de su inexistente vida en las obras de Yuri Tyniánov, Aleksandr Faintsimmer y Serguéi Prokófiev. Si te gusta... ¡Compara, comenta, sugiere!

Versión manuscrita de El teniente Kizhé por Vladimir Vagin en la que algunos textos se sustituyen por ilustraciones (1985)
La primera referencia a nuestro personaje inexistente proviene de una pequeña novela satírica de 1927, Podporuchik Kizhe (El teniente Kizhé).
Su autor, Yuri Nsónovich Tyniánov (1894-1943), fue un poeta, traductor, biógrafo, escritor y guionista de origen letón, profesor de Historia de la Literatura en Leningrado. Biógrafo de escritores como Pushkin, Dostoievski o Gógol, publicó novelas históricas en las que siguió los principios del formalismo como una recurrente crítica a la sociedad zarista que había sido derrocada con la revolución soviética. Junto con Roman Jakobson y Víktor Shklovski se convirtió en uno de los principales teóricos de ese formalismo ruso. 
Pero entre novelas como La muerte del vazir-mujtar (1928), El intervalo y otros relatos, Dostoievsky y Gógol (1921), ensayos teóricos como El problema del lenguaje poético (1924) o Arcaizantes e innovadores (1929), es su novela El teniente Kizhé la que nos ocupa en esta publicación.
El libro apenas si ha tenido traducción en nuestro idioma, y cuando lo ha sido hecho, ha tenidos diversas versiones, provenientes todas de la complicada confusión que da origen al irónico relato y la creación del personaje. El primero de los textos que nos acompañan es parte de una reseña sobre la edición publicada en Argentina de El teniente Kizhé escrita por Fernando D'Addario en la sección Cultura y Espectáculo de Página 12 hace unos años.


Antes de continuar con el desarrollo del argumento nos acercamos a la segunda de las obras que nos acompañan. Pocos años después, en 1934, Aleksandr Faintsimmer llevó al incipiente cine sonoro ruso esta novela crítica con la burocracia zarista con el mismo título, aunque con la traslación del alfabeto cirílico al latino llegó a conocerse como El teniente Kijé, aunque en Estados Unidos se estrenó como The Czar wants to sleep (El zar quiere dormir). De ella haremos referencia más adelante.
Para que la película tuviera mayor empaque y solidez, se encargó la banda sonora a uno de los principales compositores rusos del momento, Serguéi Prokófiev, recién regresado a la Unión Soviética y a quien el régimen quería legitimar a la vez que legitimarse ante el mundo con su presencia y colaboración.

Portada de El teniente Kizhé de la Editorial Leteo
Así, Prokófiev manifestó que su intención era crear una música a la vez sencilla y seria para llegar a la masa de público que el nuevo compositor soviético debía de atraer. De esta forma, tras el estreno de la película, Prokófiev sacó los temas musicales del film para crear la Suite del Teniente Kijé, su Opus 60, un encargo de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Moscú en la que reorganizó el material sonoro de la película sin desdeñar el sentido del humor que marca la obra. Creó una orquestación colorida en la que incluía en la orquesta sinfónica habitual instrumentos como el saxofón tenor, el piano y una sección de percusión con cascabeles, pandereta, triángulos y celesta.
Dividida en cinco movimientos, nos quedamos con el segundo de ellos, Romance, basado en una canción rusa que podríamos traducir como Gime la paloma gris que pasa de un instrumento a otro con un colorido alegre y optimista.
La interpretación corre a cargo de la Chicago Symphony Orchestra dirigida por Claudio Abbado en una grabación de 1978 para la Deutsche Grammophon GmbH.


La historia de El teniente Kizhé es simple: El zar Pablo I es despertado por un grito en el palacio. Ante su enfado, nadie se atreve a decir quién ha sido temiendo las represalias. Aprovechando la citada confusión en el orden del día, a uno de sus ayudantes se le ocurre la idea de culpar al inexistente teniente del desliz, siendo condenado a ser azotado y posteriormente al destierro en Siberia. Para seguir en la dinámica que han entrado el primero de los castigos es infligido ante toda la tropa... ¡a nadie!
Cuando una de las parientes del zar le explica que el grito fue proferido para salvaguardar el honor de una dama, éste decide indultarlo, pedir su regreso a la corte y ascenderlo, situación que los cortesanos intentan solventar como pueden. La situación se complica cuando el zar decide casarlo con una de las princesas de la corte en una boda que se celebra, como es de suponer, sin la presencia del novio, aunque danto por hecho que está presente. Los equívocos en situaciones como la noche de bodas o las riquezas que recibe del zar aceleran la situación hasta que ven, como única salida, que lo mejor es que el general, otrora teniente fallezca, no sin antes indicar al Padrecito de las Rusias que ha dilapidado toda la fortuna, siendo de nuevo degradado al rango de teniente y desposeído después de este cargo hasta ser enterrado como un vulgar y simple soldado.
Tyniánov lleva hasta el extremo la crítica al poder absoluto y la burocracia que conlleva, puesto que un documento firmado por el zar es imposible que posea ningún error. Así, aunque nadie conoce a Kijé -nos quedamos con la grafía fílmica-, todos aceptan como verdadera esta realidad oficial, llegando el inexistente personaje a ascender a los ojos de Pablo I como un auténtico patriota discreto y responsable. Como contrapartida, el militar declarado muerto va perdiendo entidad, llegando a ser rechazado incluso en su propia casa. Absolutamente a nadie se le ocurre cuestionar la realidad.

Portada de El sostinent Susdit, traducción al catalán
Encontrar la obra escrita es complicado, pues aparte de la edición argentina a la que hacíamos referencia apenas si hay alguna publicación más, al menos con ese título.
Prácticamente inexistente la edición de El teniente Kizhé de la argentina Editorial Leteo, hay una versión en catalán con el título de El Sotstinent Susdit (El subteniente Susodicho) que cambia el título al modificar el malentendido, tomando por el nombre real la expresión «el teniente susodicho».
Aunque la que se presenta más accesible en castellano es la que se recoge con el título El teniente Talfin, en el que la traductora Xènia Dyakonova lleva al límite el error burocrático hasta el punto de traducir y modificar el título en nuestro idioma.
Continuamos con el artículo de Fernando D'Addario en el que desarrolla estos aspectos.

La relación de Serguéi Prokófiev con el cine se inicia con El teniente Kijé y llega a su máximo esplendor con las dos películas en las que colaboró con Eisenstein, Alexander Nevsky e Iván el Terrible. También hubo otras obras menores como La dama de picas, basada en el cuento de Pushkin, además de otras cintas propagandísticas como Tonya, Kotovsky y Guerrilleros en la estepa ucraniana a las que el compositor no dio demasiada importancia, además de un documental que quedó inacabado sobre la figura del escritor Mijaíl Lermontov.
El encargo de la primera colaboración cinematográfica fue realizado en 1932 para El teniente Kijé, con guion a partir de un argumento cuya ironía y sarcasmo se adaptaban perfectamente a su personalidad y estilo musical. Prokófiev se adaptó a esta forma de trabajar que le permitía crear pequeños números y le facilitaba trabajar en varias obras simultáneamente. Para la película de Faintsimmer creó dieciséis números que transformó después del estreno en la Suite que estamos comentando y que acabó dividiendo en cinco movimientos: El nacimiento de Kijé, Romance, La boda de Kijé, Troika y El funeral de Kijé y de la que creó dos versiones, una meramente instrumental y otra con algunos números cantados.
Como referencias a esta obra, en su película Love and Death (La última noche de Boris Gruchenko), Woody Allen utilizó músicas pertenecientes a esta obra. También el cantante Sting se basó en la suite de Prokófiev para componer Russians uno de los temas que incluyó en su disco The Dream of the Blue Turtles.

Uno de los carteles para la película en la versión americana El zar quiere dormir
La siguiente música que nos acompaña es la quinta y última parte, El entierro de Kijé una pieza que comienza con un solo de trompeta y en la que Prokófiev yuxtapone la tristeza del zar Pablo I a la sátira e ironía de los cortesanos ante el entierro del inexistente militar, unas características que, como hemos comentado, son muy propias la música de Prokófiev.


La novela publicada a finales de los años veinte, así como la película y la música de 1934 no tuvieron continuidad en el tiempo en ninguna de sus vertientes artísticas, no por que no tuvieran éxito, sino por el hecho de entrar en una dinámica en la que influyeron dos circunstancias determinantes. Por un lado, la gran presión que la censura soviética comenzó a desarrollar en estos años con el asentamiento de Stalin en el poder y las grandes purgas que hacían inviable crear más obras en las que la sátira hacia la burocracia pudiera interpretarse como crítica hacia el régimen. Por otro lado, la Segunda Guerra Mundial que dejaba en un lugar muy secundario las producciones cinematográficas al margen de las propagandísticas. 

Portada de la versión manuscrita de El teniente Kijé de Vladimir Vagin
Una nueva aproximación tanto Yuri Tyniánov como a su creación del inexistente teniente proviene de otro artículo publicado por Ariel Dilon en la versión digital del Diario Clarín con motivo de la edición de la citada traducción de El teniente Kizhé.
En esta ocasión, Dilon comienza centrándose en la figura del escritor y en su doble vertiente de teórico e historiador de la literatura y de caricato sarcástico con la burocracia irracional y la deshumanización de las instituciones y relaciones.
Más adelante se centra en el intríngulis del relato y la doble confusión quien está vivo sin existir frente al que es declarado fallecido que está vivo.


Aunque la historia de El teniente Kijé comienza con la novela de Tyniánov, parece que el escritor se basó en el relato Rasskazy o vremenakh Pavla I (Historias de la época de Pablo I) que publicó como supuestamente verdadero Vladimir Dahl en 1870 en la revista Russkava starina. Así, surgió el trío de obras formado en primer lugar por la novela a la que siguió la película para finalizar con la Suite sinfónica de Prokófiev.
De este trípode de obras hemos tratado hasta ahora de la novela y la suite, dejando para el final la película, sin la cual no existiría la obra musical.
Aleksandr Mikáilovich Faintsimmer (1905-1982) se graduó en el departamento de Dirección cinematográfica en 1928, fue asistente de dirección hasta que en 1934 debutó como director precisamente con esta película. Su filmografía va desde películas relacionadas con la marina soviética como Gente del Báltico o Para los que están en el mar, sobre la Revolución rusa y la Gran Guerra Patria con obras como Kokovskii o Konstantin Zaslonov, adaptaciones de novelas como El tábano y La taberna en Pyatnitskaha, además de obras musicales como Una chica con guitarra o El león dormido. En sus películas, alentadas y producidas por el gobierno soviético, Fainstsimmer colaboró con músicos de la talla del propio Prokófiev, Khachaturian o Shostakovich. Como es de suponer, fue galardonado con diversos premios y reconocimientos como el Premio Estatal de la URSS (1950 y 1951) o la Orden de la Insignia de Honor, además de otras medallas y condecoraciones del régimen.
Esta, su primera película como director, tiene el sabor y el estilo del cine de la época, con un tratamiento estático de la imagen en la que se alternan en algunos momentos imágenes de estudio con maquetas que representan, sobre todo, el palacio real. 
Como comentábamos, la colaboración con Prokófiev fue fluida y el compositor preparó una serie de números musicales, según las indicaciones que recibía de las escenas filmadas mientras vivía en París antes de regresar a la Unión Soviética, que se podían intercalar durante el montaje en diversas escenas de la película.
Así, la película comienza sin sonido durante los títulos de créditos hasta que una trompeta anuncia el inicio de la trama, se muestra una estatua ecuestre ala que siguen soldados y criados que se mueven como autómatas en forma de espejos al militar grito de ¡Un, dos! Una maqueta nos indica que la acción se sitúa en el palacio imperial donde transcurre la mayor parte de la historia.

Cartel original de la película de Faintsimmer, con la construcción del personaje sin entidad carnal
Durante años no ha sido posible visionar esta película, pues quedaban copias en mal estado e incompletas, hasta que se realizó una restauración en 2010 a partir de diversos fragmentos grabados a partir de grabaciones de televisión que circulaban por la web. Así, se consiguió una copia restaurada en la que se intentó unificar el brillo y la nitidez, así como la estabilidad de las imágenes, resultando una copia bastante aceptable para ver.
El enlace que nos acompaña pertenece a esta restauración en la que se pueden activar los subtítulos que, según el navegador o el dispositivo pueden llegar a ser bastante aceptables. La forma de verlos simplemente consiste en activar los subtítulos que salen por defecto en ruso o en inglés y optar en Ajustes (rueda dentada) por la opción de traducir automáticamente al español.
La duración de la película es de alrededor de 1 hora y 23 minutos, por lo que quizás sea interesante volver a ella o al enlace que aparece en la Addenda de debajo en otro momento.

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ADDENDA: Merece la pena. Si tienes tiempo ahora o en otro momento y deseas escuchar la Suite del Teniente Kijé completa te propongo el siguiente enlace en una interpretación de la Orquesta del Teatro de Ópera y Ballet de la ciudad rusa de Perm dirigida por Valery Platonov en la que se interpreta la menos usual versión de la Suite para orquesta en sus cinco movimientos, el segundo y cuarto de los cuales se interpreta en su versión vocal:
        El nacimiento de Kijé.
        Romance.
        La boda de Kijé.
        Troika.
        El funeral de Kijé.


Bibliografía y webgrafía consultadas:

Eterno y humano Dostoyevski

Doscientos años del nacimiento de Fiódor Dostoyevski

Hay autores que tratan temas relacionados con la naturaleza humana y nos parecen importantes, otros describen una época y una cultura y se nos antojan necesarios, y existen otros que abren caminos, llegan a la esencia de cada uno de nosotros y se convierten en imprescindibles. En este grupo encontramos a los grandes genios de todos los tiempos: Homero, Dante, Shakespeare, Cervantes, Victor Hugo o Tolstoi y en el podemos incluir, con toda justicia a Dostoyevski.
Nacido el 11 de noviembre de 1821, se cumplen los doscientos años de su nacimiento, dos siglos que han dado valor a sus obras y su pensamiento, a la indagación en la profundización psicológica de los personajes, el valor de los humildes y desesperados y la creación de personajes con una gran fuerza y capacidad de que los lectores no los olviden, influyendo en una enorme cantidad de escritores y creadores de distintas disciplinas artísticas.
Cuando se cumplen doscientos años del nacimiento de Fiódor Dostoyevski, te invito a dar un paseo por su vida, obra y su influencia con textos del propio autor y sobre él y músicas compuestas a partir de sus obras. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Fiódor Mijáilovich Dostoyevski tiene un lugar entre los grandes escritores de todos los tiempos. Junto a Dante, Shakespeare, Cervantes o Victor Hugo es uno de los autores que más han influido en los escritores que han marcado la literatura del siglo XX gracias a su influencia entre el existencialismo y el impresionismo. García Márquez, Faulkner, Camus, Kafka, Hermann Hesse, Unamuno, Hemingway o Marcel Proust recibieron la influencia del escritor ruso y la trasladaron a sus obras.
Dostoyevski configuró una obra con escenas dramáticamente enfebrecidas cuyos personajes se desenvuelven en atmósferas delirantes y explosivas, con diálogos filosóficos que podríamos encuadrar en un estilo socrático, en una incesante búsqueda de lo absoluto que hay en Dios y en el Mal o el sufrimiento de los débiles e inocentes.
Sus personajes van desde los humildes y modestos cristianos a los nihilistas autodestructivos, pasando por los cínicos libertinos y los intelectuales rebeldes, todos ellos regidos más por ideas que por meros condicionantes sociales o biológicos.
Como rasgo característico, las obras de Dostoyevski se desarrollan en un corto espacio de tiempo, lo que le permite huir de recursos como hacer ver a los lectores la evolución que el paso del tiempo va marcando en los personajes para poder centrarse en valores de tipo espiritual que son, por sí mismos, atemporales. Así, el escritor ruso nos muestra el renacer y fortalecimiento de sus personajes a través del sufrimiento, la destrucción de los valores en que se fundamentan las familias o el rechazo a la cultura europea frente a la afirmación de la rusa. Sus novelas han sido descritas como polifónicas al tratar situaciones desde diversos ángulos y puntos de vista que, en determinados momentos son contrapuestos y contribuyen a desarrollar una tensión que se vuelve casi insoportable.

Moneda de 100 rublos representando la ópera El jugador de Prokófiev
No es la primera vez que nos acercamos a la obra de Mauricio Wiesenthal, uno de los escritores que continúan en la senda de la tradición humanista, incansable viajero e inclasificable en su producción que oscila entre la novela, los libros de memorias, la poesía, el libro de viajes, su pasión por el vino o el ensayo. Inagotable conferenciante con una prosa exaltada y poética, este gaditano nacido en Barcelona de familia con raíces internacionales, cosmopolita, entusiasta seguidor de Stephen Zweig y de la cultura europea nos acompaña con su obra Libro de Réquiems.
En su capítulo Una pluma perdida en San Petersburgo, subtitulado Cita con un condenado a muerte, Wiesenthal busca a Dostoyevski como si fuera uno de los personajes de cualquiera de sus novelas en el rol de quien desconoce la vida del escritor. 


A su regreso a San Petersburgo en 1859 volvió a publicar varias obras entre las que destacó Memorias de la casa muerta, en la que recoge sus recuerdos y pensamientos de los años de presidio, en el que el escritor narra en primer persona bajo el nombre ficticio del fallecido Alexánder Petróvich Goriánchikov.

El checo Leoš Janaček toma este libro de Dostoyevski para su última ópera Z mrtvého domu (De la casa de los muertos), una obra en tres actos que se estrenó en 1930 en Brno, siendo el propio compositor el autor del libreto.
Nos acercamos a esta obra con la obertura, interpretada por la Orquesta Sinfónica McGill de Montreal dirigida por Alexis Hauser en un concierto que se llevó a cabo en febrero de 2014 en el Pollack Hall of Schulich School of Music de la citada ciudad canadiense.


Hijo de un despótico médico militar, su madre falleció cuando contaba con dieciséis años, hundiendo a su padre en el alcoholismo y una violencia que acabarían con su vida dos años más tarde tras una sublevación de los campesinos de sus tierras que le hicieron beber hasta morir ahogado en alcohol. El suceso, ocurrido mientras el joven Fiódor se encontraba en la academia militar casi le llegó a arrebatar la razón, tanto por la pérdida como por el hecho de haber deseado en ocasiones la desaparición de su padre.
Tras finalizar sus estudios como ingeniero militar se instaló en San Petersburgo donde comenzó a realizar traducciones hasta que publicó su primera novela, Pobre gente, en 1845 que obtuvo un buen recibimiento.
Tras la publicación de Memorias de la casa muerta, la vida de Dostoyevski toma un nuevo y vertiginoso camino. Con su hermano Mijail fundó las revistas Tiempo y Época cuyos fracasos les acarrearon cuantiosas deudas; la boda con su amante tras el fallecimiento del esposo de ésta y la insana relación con el hijo que le acarreó innumerables problemas; la complicada relación con una nueva amante; el fallecimiento de su esposa y su hermano a cuyas familias de comprometió a mantener; la pasión enfermiza por el juego, un nuevo y definitivo matrimonio con quien fuera su secretaria, el fallecimiento de una de sus hijas y una vida que hubo que convertirse en una continua huida de sus acreedores, apurando siempre los plazos de sus nuevas novelas marcaron la vida del escritor que se vio agravada con episodios de epilepsia.


Continuamos con el texto de Mauricio Wiesenthal en que relata su vida tras la salida de la prisión, su relación con Mascha y su hijo, sus amoríos con Polina Súslova y la forma en que continuó enfocando y desarrollando sus relaciones personales y literarias.


También el compositor ruso Serguei Prokófiev se fijó en una obra de Dostoyevski para componer una ópera. En esta ocasión se trató de Игрок (El jugador), una obra en cuatro actos y de la que también es autor del libreto. La obra tuvo problemas para su estreno y difusión. Compuesta en enero de 1917, la Revolución rusa impidió que se llevara a los escenario, siendo en 1929 cuando se estrenó en el Théàtre de la Monnaie (Teatro de la Moneda) de Bruselas tras una amplia revisión. Hasta 1975 no se estrenó en el Metropolitan Opera House de Nueva York con una producción del Teatro Bolshói de Moscú, mientras que hubo que esperar al comienzo de este siglo para que se estrenara en el citado teatro ruso la versión original bajo la dirección de Gennadi Rozhdéstvvenski.
Mientras, para 1931, el propio Prokófiev había preparado una suite orquestal basada en la ópera compuesta por cuatro retratos de los principales protagonistas (Alexis, La abuela, El General y Paulina) y un Desenlace.
Nos acompaña el primero de los retratos, Alexei de la Opus. 49 de Prokófiev en la interpretación de la Lahti Shmphony Orchestra dirigida por Dima Slobodeniouk en una grabación para el disco The Gambler Suite de 2020 para Naxos of America.


En 1866 publicó Crimen y castigo, la historia del joven Raskólnikov, una obra con carácter psicológico, la primera de sus grandes novelas que lo llevó a la más alta consideración en su época. Le siguieron El jugador, El idiota, El eterno marido, Los demonios, El adolescente y la monumental Los hermanos Karamázov. Diario de un escritor recoge sus artículos periodísticos escritos en los últimos años de su vida, unidos por el nexo de la reivindicación de un nacionalismo ruso que giraba alrededor de la fe ortodoxa frente al decadentismo que observaba en Europa occidental, pese a la fascinación que manifestaba por su cultura.
A partir de una idea original titulada Los borrachos en que pensaba tratar el alcoholismo en el entorno familiar, Dostoyevski escribió Crimen y Castigo en la época en que se comenzaron a acumular las deudas, su hermano acababa de fallecer y se hizo cargo de su viuda e hijos. El tema del alcoholismo quedó relegado al tomar el protagonismo Raskólnikov, un joven veinteañero culto, inteligente y bien parecido a la par que dejado, negligente y andrajoso, alojado en un pequeño cuartucho que trama robar y matar a una anciana despreciable, mezquina y usurera en la idea de que el buen uso de lo robado justificaría el crimen. Al llevarlo a cabo surgen las dudas que se mueven entre una profunda arrogancia, un hastiado cansancio, un insostenible delirio y el temor a la investigación criminal. El errante deambular por las calles de San Petersburgo es un reflejo del extravío del personaje que se desenvuelve entre las pretendidas luces del plan y las sospechosas sombras del delito. 


Finalizamos el impagable homenaje que Mauricio Wiesenthal realiza de uno de los escritores más importantes del panorama literario ruso de finales del XIX y que tanta importancia ha tenido en los escritores y lectores desde entonces, gracias a su indudable talento y a la profundidad psicológica con que crea a sus personajes.
Con su prosa poética, Wiesenthal relata los problemas económicos del escritor, la llegada de una secretaria con la que se casará y le acompañará durante el resto de su vida, los hijos que le dio y sus escritos, abarcando un retrato -poliédrico, casi polifónico, somo su obra, con todas las caras y aristas de la persona que hay tras el escritor- de uno de los artistas más influyentes de la cultura mundial.


Su última gran obra maestra, Los hermanos Karamázov apareció publicada por entregas en El mensajero ruso entre enero de 1879 y noviembre de 1880, publicándose en dos volúmenes una vez finalizadas las entregas. Dostoyevski desarrolla sus temas más habituales de su pensamiento: la angustia moral del hombre contemporáneo, la relación con Dios o las paradojas que aporta la libertad, acompañados de sus profundos análisis psicológicos, el dibujo de lo cotidiano y los detalles, los diálogos vivos y un amargo tono irónico.


El argumento presenta a los hijos de Fiódor Pávlovich Karamázov, el soldado Dmitri, el escéptico y existencialista Iván y el ascético y espiritual Aliosha que se reúnen tras años de separación y educación en distintos ambientes, en un encuentro en familia que acaba entre la disolución y la tragedia.
El autor presenta la primera de las publicaciones en un prólogo en que se dirige a cada uno de sus lectores.


Finalizamos nuestro homenaje a Dostoyevski al cumplirse los dos siglos de su nacimiento con la Suite Op. 49, El jugador de Serguei Prokófiev con su punto y final, el Movimiento V, Dénouement (Desenlace) en la misma interpretación de la Lahti Shmphony Orchestra dirigida por Dima Slobodeniouk incluida en el disco The Gambler Suite de 2020 para Naxos of America.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:

El (extraño) placer de las tormentas

Las tormentas y tempestades, como muchas de las manifestaciones de la naturaleza, tienen el poder de hacernos estremecer y sobrecogernos.
En un tiempo en que queremos tener todo controlado y que la naturaleza y todas las manifestaciones y los fenómenos que la acompañan están desapareciendo de nuestras vidas, en que pensamos que la lluvia nos molesta y perjudica en cuanto que afecta a nuestros planes y salidas, a la economía que tanto depende del turismo y el buen tiempo. En esas circunstancias, cuando la naturaleza y, en este caso los fenómenos meteorológicos, aparecen para mostrarnos y demostrarnos que están aquí, percibimos que no estamos por encima de ellas.
Te propongo un paseo alrededor de músicas y textos que tienen como principal protagonistas las tormentas y tempestades. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!



La irregularidad del tiempo atmosférico, la descontrolada fuerza con que arrolla en determinadas situaciones provocando el caos, la destrucción, la pérdida de vidas humanas y posesiones materiales, hacen que nuestro conocimiento, animado por las imágenes televisivas, se encuentre cada vez más alarmado.
Cada vez que nos encontramos ante tempestades y tormentas nuestro cuerpo se estremece y se encoge, pero a la vez se siente feliz y exaltado. ¿Cómo es posible que se produzca en nosotros tal paradoja? Por un lado, el poder de destrucción nos abruma, por otro, hay aún algo inexplicable, sobrenatural en las tormentas, algo que se escapa de nuestra comprensión y raciocinio y que muchos científicos han intentado descifrar.
Algunos investigadores han observado que durante las tormentas el aire está cargado de iones que pueden alterar nuestra psique y que, según algunos controvertidos experimentos, los iones negativos afectan favorablemente nuestro ánimo, a la vez que los positivos, a los que le falta un electrón, nos deprimen. En las tormentas, pero también en las cascadas e incluso la ducha, se rompe la composición de las moléculas que forman el oxígeno y los iones positivos se convierten en negativos. Este cambio, que aún no está clarificado, parte de la hipótesis sobre la serotonina que defiende que los iones positivos crean un exceso de las mismas que sirven como neurotransmisor asociado a sentimientos de felicidad, mientras que los iones negativos invierten este balance. Sea como sea, los sentimientos encontrados que nos afectan con las tormentas aparecen en nosotros desde los tiempos más remotos hasta la actualidad.

Pescadores en el mar. William Turner (1796)

Discípulo de Jean-Baptiste Lully y de Monsieur de Sainte-Colombe, del que fue yerno, Marin Marais fue un extraordinario violagambista y compositor francés durante el reinado de Luis XIV, el Rey Sol. Más de seiscientas composiciones para viola de gamba forman su obra a la que hay que añadir, entre otras obras, cuatro óperas: Alcide, Ariane y Bacchus, Alcyone y Sémélé
Aún en lo que podríamos llamar la primera época desde el inicio de la ópera, aquella en la que los protagonistas aún son dioses o héroes clásicos, en 1706 se estrenó Alcyone en el Palais-Royal de París a partir de un libreto de Antonine Hourdar de la Motte basado en el mito de Ceix y Alcíone según se narra en Las Metamorfosis de Ovidio
En el acto IV, Marais recrea una tempestad que es magníficamente interpretada por Jordi Savall al frente de Le Concert des Nations con la fidelidad a los instrumentos de la época que caracterizan al también violagambista, director e inquieto investigador catalán. Como curiosidad, podemos ver un instrumento atípico, el eolífono que imita el sonido del viento.



Casi tres lustros después del estreno de Alcyone, Antonio Vivaldi compuso una de las obras más celebradas de la música clásica. En 1721 publicó Il cimento dell'armonia e dell'invencione (Concurso entre Armonía e Invención), una obra formada por ocho conciertos para violín y orquesta, además de otros cuatro, los más conocidos, denominados Le quattro stagioni, dedicado cada uno de ellos a una de las estaciones del año.
Estos conciertos sobre Las cuatro estaciones están basados en sendos sonetos, dedicado cada uno a una de las estaciones. El texto que nos acompaña pertenece al Verano y en el texto que sirvió de inspiración a Vivaldi podemos advertir, en los dos tercetos finales, una tormenta veraniega que el compositor italiano describe de forma magistral en su obra.



Mari Samuelsen al violín solista con los Trondeheimsoloists en el Julekonsert i Vang kirke 2011 en Noruega, nos interpreta el Presto de El verano de las Cuatro estaciones de Antonio Vivaldi.




Visionario, un adelantado a su tiempo en lo que a inventos se refiere, uno de los autores que más nos han hecho viajar y vivir aventuras, apenas si abandonó su domicilio en contadas ocasiones. Julio Verne nos ha seducido con miles de páginas de sus novelas donde las ganas de viajar, el conocimiento de los lugares visitados, su geografía, costumbres y cultura, por una parte, y los avances científicos o los inventos que lo acompañaban, por otra, han llenado muchas mentes, de modo especial las juveniles. Quizás muchos retengamos en nuestra mente algunas descripciones de amaneceres, mercados exóticos, islas inexploradas o profundidades marinas. Él junto con Emilio Salgari ha sido de los autores que han descrito tanto la exuberante naturaleza como muchos fenómenos naturales. 
Uno de sus libros menos conocidos, El naufragio del Chancellor o, simplemente El Chancellor, es una asfixiante novela en que uno de sus protagonistas narra en primera persona lo que un grupo de supervivientes del naufragio del barco del mismo nombre ha de soportar para vivir en la única balsa que han podido recuperar del barco destrozado por la tempestad. 



En varias ocasiones Rossini utiliza la fuerza dramática de las tormentas para sus óperas, como en La Cenerentola. Quizás la más famosa de todas sea la que aparece en su última ópera Guillermo Tell, en la que aparece en una sección de la obertura y en el acto I con un sentido dentro del guion y del libreto.
Pero también en una de sus obras más conocidas y celebradas, El barbero de Sevilla, utiliza Rossini el escenario para la descripción de una tormenta. Este uso de lo que llamó Il temporale por parte del compositor italiano le sirve en la primera y última óperas citadas para desencadenar el final del nudo de la obra y acercar tanto a los personajes como a los espectadores al desenlace de la misma.
En esta ocasión el vídeo pertenece a una producción del Teatro Regio di Parma con la dirección musical de Maurizio Barbacini.


Un autor como Shakespeare no podía resistirse a la tentación de utilizar la tormenta como hilo argumental, ya sea en tierra o en el mar. Una de las últimas obras que escribió en solitario, La Tempestad, pertenece a ese grupo de comedias en que el escritor inglés fusiona lo real con lo fantástico y lo maravilloso como ocurre, por ejemplo, con El sueño de una noche de verano. No se conoce tampoco la fecha en que se escribió y estrenó, así como de dónde tomó el autor la inspiración. De lo que sí parece tenerse cierta certeza es que fue escrita para la celebración de alguna boda. La trama, la mascarada que se urde en el cuarto acto, en que Juno y Ceres desean una venturosa relación a los conyuges parece que serían las nupcias del Conde de Essex y Lady Frances Howard en 1611.
En La Tempestad Shakespeare vuelve a introducir personajes como elfos y hadas. Próspero, duque milanés, fue despojado del poder por su hermano Antonio, embarcado con su hija y dejado a merced de las corrientes. Llegaron ambos a una isla desierta en que se hallaba desterrada la hechicera Sycorax y donde liberó algunos espíritus sometidos por ella, como Ariel, a quien puso a sus órdenes. 
Tras una docena de años en tan singular isla, un navío en el que viaja precisamente Antonio se acerca a la isla. En esta ocasión no son los dioses, como en las mitologías griega y romana quienes utilizan la fuerza de la naturaleza para conseguir sus fines, sino Próspero, quien ordena a Ariel que ejecute una tempestad para hacer naufragar a su hermano y acompañantes.


Autores como Henry Purcell o en el pasado siglo Jean Sibelius han utilizado la obra de Sheakespeare para realizar una semi ópera el primero o componer música incidental para una representación de la obra teatral el segundo. De esta última obra, el compositor finlandés extrajo dos suites sinfónicas, a la primera de las cuales pertenece este enlace que recoge la Obertura de la música incidental para La Tempestad.
La interpretación corresponde a la Filharmonia Podlaska Europejskie Centrum Sztuki bajo la dirección de Young Chil Lee.



Poder sentir en pocos minutos la descripción musical y las sensaciones que una tormenta produce en el verano o las que pueda producir en pleno invierno sólo podemos alcanzarlos como seres racionales con una capacidad de abstracción. La siguiente propuesta musical proviene de Sergei Prokofiev y su ópera Voyná y mir (Guerra y Paz) a partir de la novela de Tolstoi. Fue estrenada en 1946 en Leningrado y revisada en varias ocasiones, representando un fresco tan monumental como la novela en que se basa y requiere un mínimo de 37 cantantes solistas cuando alguno de ellos dobla los personajes que interpreta.
Campo de trigo bajo nubes de tormenta. Vicent van Gogh (1890)
En el último acto y representando a uno de los vencedores de la guerra frente a las tropas de Napoleón, el General InviernoProkofiev describe una tormenta de nieve mientras los franceses se retiran por la carretera de SmolenkoProkofiev busca el máximo efecto haciendo bailar sobre los soldado que huyen a los diablos y las brujas (las Baba Yagas rusas) en agitados remolinos de aire mientras gritan y aúllan, a la par que el aire silba helado gracias a la percusión y el uso que el compositor hace de los instrumentos de viento y la cuerda. El resultado nos hace recogernos y encogernos de frío.
La versión, solo de audio, está interpretada por la Philarmonia Orchestra bajo la dirección de Neeme Järvi.


En cada ocasión en que una tormenta entre en tu vida, no dejes de recordar estos acercamientos que tantos autores han realizado a las mismas.

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Bibliografía y web interesante: