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Jugando con el lenguaje

La finalidad fundamental del lenguaje consiste en poder expresarnos y comunicarnos. Sin él, nuestros mundos serían totalmente diferentes. 
Sin el lenguaje y el pensamiento asociado a él, el planeta en el que vivimos no estaría tal como se encuentra ahora, con todos los avances y cambios que la actividad humana ha ido creando para desarrollar la vida tal como la conocemos. Tampoco veríamos los estragos que hemos ido causando al desarrollar esos avances sin considerar el daño irreversible que la desaparición de especies, el cambio climático o la pérdida de diversidad, entre otros problemas, ha ocasionado a nuestra casa común.
Mas el lenguaje también influye de forma considerable hacia nuestro interior. Desarrollar nuestra inteligencia, reconocer, expresar y comunicar nuestras emociones, pensamientos y sentimientos producen un enriquecimiento considerable en nuestro ser que nos permite crecer y desarrollarnos.
Poseer un lenguaje rico y un vocabulario amplio nos facilita mejorar nuestras ideas y pensamientos, expresar mejor nuestros sentimientos y emociones y facilitar la comprensión, la expresión y la comunicación con quienes nos rodean.

Pese a la dificultad de calcularlo, hay publicaciones que señalan que a lo largo del día utilizamos una media de unas trescientas palabras diferentes para comunicarnos, aunque algunas personas más cultivadas e informadas de temas generales pueden llegar a utilizar hasta quinientas. Un profesional de la escritura -periodista, escritor...- puede utilizar hasta las tres mil palabras. En un libro tan voluminoso e importante para nuestro idioma como El Quijote, tan rico en vocabulario, expresiones e imágenes, un escritor tan cultivado como Cervantes sólo llega a utilizar alrededor de ocho mil palabras diferentes.
También es complicado conocer el número de palabras que tiene nuestro idioma común. Según el diccionario de la Real Academia Española se acerca a la cien mil palabras -alrededor de noventa y tres mil-, aunque aquí no se consideran las distintas formas verbales, las diferentes desinencias ni aquellas palabras que surgen continuamente en el lenguaje científico, tecnológico o coloquial en un vocabulario que, por su propia forma de ser, va evolucionando incluyendo nuevas palabras y dejando de lado otras que acaban cayendo en desuso.
En países que utilizan ideogramas en lugar de letras como en Japón, los hablantes del idioma deben aprender los hiragana, katakana y kanji para poder utilizarlos. Así, de estos últimos existen alrededor de cincuenta mil, aunque son pocos los japoneses que los usan, puesto que hay que conocer y memorizar cada uno de ellos para poder utilizarlos. En distintas reformas que se comenzaron a realizar a lo largo del siglo XX se estableció que los alumnos japoneses de primaria y secundaria deben conocer alrededor de dos mil de ellos, que quedan recogidos en los planes de estudio, para hablar con corrección el idioma. 
Esta situación, como ocurre en la mayoría de idiomas, incluido el nuestro, aboca a un empobrecimiento del idioma, con el uso de un número cada vez más limitado de palabras en el vocabulario activo. Bastan dos ejemplos para observar esta limitación en su uso: Por un lado el uso sintético, abreviado y estandarizado de mensajes como los que utilizamos coloquialmente en aplicaciones del tipo de los WhatsApp. Por otro, es curioso apreciar en los informativos que cuando aparecen, por ejemplo, campesinos hispanoamericanos explicando algún suceso que les haya ocurrido, utilicen un vocabulario más rico, una construcción de frases y una expresión de lo sucedido y de sus sentimientos más ricos que muchas personas de nuestro país en situaciones similares.
Pero el lenguaje no sólo lo utilizamos para la construcción de nuestras ideas, pensamientos y sentimientos, sino que tiene un aspecto lúdico que nos ayuda a enriquecerlo, recrearnos y divertirnos con él. Los juegos de palabras infantiles, las adivinanzas, los pasatiempos como crucigramas o jeroglíficos o algunos escritos buscan esos juegos con el vocabulario y el lenguaje que activa nuestra mente.
Los recursos literarios, no sólo nos ayudan a crear imágenes mentales y pensamiento, sino que nos aportan, en algunas ocasiones ese enriquecimiento unido al aspecto lúdico: La hipérbole, el oxímoron, la metáfora, la anáfora o la elipsis enriquecen los significados, mientras la aliteración, el calambur o la paranomasia juegan con el aspecto sonoro del lenguaje.
Te propongo acercarte a unas obras que juegan con el lenguaje, buscando más el aspecto recreativo que la profundidad del pensamiento y del mensaje. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Durante mucho tiempo fue habitual intercalar en los intermedios de las obras dramáticas cuadros populares en un cacto con un carácter popular y costumbrista con el que entretener al público, los sainetes.
A comienzos del siglo XX algunos sainetes fueron independizándose de otras obras, derivando en un género nuevo, el astracán o la astracanada que tuvieron su época dorada durante el primer tercio del pasado siglo. El astracán se basa en un humor que sólo pretende ser eso, humor. Hacer reír a toda costa a base de situaciones disparatadas que restan verosimilitud a la trama, utilizando el autor retruécanos y otros juegos de palabras, nombres propios que llevan a la confusión y al equívoco, la búsqueda del chiste o el (ab)uso de la rima fácil y resultona de efecto inmediato en el público.  
Quizás el autor más conocido de este subgénero teatral cómico sea Pedro Muñoz Seca, víctima también de la guerra civil que asoló nuestro país y que no respetó vidas de uno u otro bando. 
Su obra más conocida es, sin duda La venganza de don Mendo una divertida y risueña parodia de los dramas del romanticismo, una simple broma literaria que se estrenó en 1918 y que ha llegado a convertirse en una de las obras más llevadas al escenario en nuestro país tras el Tenorio, Fuenteovejuna y La vida es sueño.
Dividida en cuatro actos, lleva casi al absurdo la historia de don Mendo y su amada Magdalena que lo traiciona al encontrar un mejor partido y la venganza que éste trama contra ella.
Con sus retruécanos, chistes y versos fáciles, el texto que nos acompaña pertenece al primero de los actos y muestra el momento en que el protagonista narra a Magdalena cómo se ha arruinado jugando a las cartas, situación que ella agradece, ya que ha decidido dejarlo para aceptar su matrimonio con el conde de Toro.




Giocacchino Rossini triunfó durante varias décadas con sus obras, especialmente con las óperas bufas (dramma giocoso) como su celebérrima El barbero de Sevilla. Tras su exitoso estreno en 1816, al año siguiente estrenó La Cenerontola, ossia la bonta in triunfo (La cenicienta o la bondad triunfante), con libreto de Jacopo Ferreti basado en el cuento de Perrault.
Con menos fama que la predecesora es una ópera con algunos momentos brillantes, de gran una musicalidad y algunas de sus mejores músicas para voces individuales y coros.


Algo artificial y esquemática en su puesta en escena en algunos momentos, nos acercamos a un juego de palabras -en este caso en italiano- en su sexteto  Questo è un nodo avviluppato (Este es un nudo muy complicado) en el que los protagonistas hacen un aparte hacia el público para comentar lo compleja que está la situación. Además de la artificiosidad que Rossini crea, la producción del Gran Teatre del Liceu de Barcelona hace que los personajes realicen gestos con las manos según la frase que están pronunciando en cada momento con la intención de que sea más reconocible para los espectadores. Todo un alarde pirotécnico.
Joyce di Donato como la Cenicienta, Juan Diego Flórez como el Príncipe, Bruno de Simone como don Magnífico, Simón Orfila como Alidoro, Cristina Obregón como Clorinda y Txaro Mentxaca como Tisbe, las hermanastras, interpretan este singular sexteto.


El segundo texto que nos lleva a jugar con el lenguaje procede de una historia personal. Hace muchos años, demasiados, mientras estudiaba bachillerato, uno de los profesores de lengua que tenía solía hacernos trabajar la ortografía con una historia que continuaba un dictado tras otro. Aunque algunos comentarios  nos hacían pensar que los textos no eran suyos, nunca supimos el nombre del autor, pero sí su título.
En una época en que la única forma de buscar textos o información era a través de bibliotecas, librerías y algunas bibliografías que aparecían en determinados libros, no había forma de encontrar un texto del que sólo recordaba el título y alguna sonora frase, sin saber si lo conocía entero o era sólo un fragmento de la obra.
Una vez entrados en la era digital la búsqueda seguía igual de infructuosa, remitiendo las palabras a títulos similares, pero distintos. Fue hace unos meses cuando una nueva búsqueda dio con el texto tan anhelado: La batalla de la botella.
Como suele ocurrir, tanto tiempo después, un texto leído -o dictado a trozos- en la preadolescencia no tiene la resonancia y fuerza con que lee tanto tiempo y tantas experiencias y vivencias después. Pero tiene cierto encanto recordar recursos como el calambur, la paranomasia o la aliteración que encandilaban a la sazón.


Quién iba a decir que el texto de La batalla de la botella, una obrita menor de su autor, había sido escrito por un prolífico escritor, periodista, caricaturista y comediógrafo que triunfaba a comienzos del siglo XX, Pablo Parellada, quien solía escribir con el pseudónimo de Melitón González en publicaciones como Madrid Cómico, Barcelona Cómica, Blanco y Negro, La Vanguardia, ABC o La Avispa
Con la anunciada intención de seguir jugando con el lenguaje, te invito a leer el comienzo de La batalla de la botella, una obra contemporánea de La venganza de don Mendo y con la que guarda similitudes formales..


En este sentido lúdico del lenguaje, intrascendente y divertido nos acercamos a La Gran Vía, una de las zarzuelas más conocidas y representadas dentro de lo que se denominó el «género chico» con obras en principio menos pretenciosas que otras con mayor vocación. Estrenada a comienzos de julio de 1886 en el Teatro Felipe de Madrid con música de Federico Chueca y Joaquín Valverde a partir de un libreto de Felípe Pérez y González. La originalidad de esta zarzuela estriba en la intención de dar a conocer algunas de las nuevas calles que se estaban trazando en la capital en aquel tiempo. El éxito fue inmediato, llegando a incorporarse paulatinamente algunas números que iban modernizando la obra a la que sus autores denominaron «revista lírico-cómica, fantástico-callejera en un acto». 
Nos acompaña en este sentido desenfadado y lúdico la Jota de los Ratas del cuadro segundo, con un texto satírico, cargado de buen humor y de dobles sentidos, estos rateros dan un toque humorístico y actual a su intervención. Nada trascendente y en la misma línea de esta publicación.


Periodista y poeta coruñés, Francisco Añón (1812-1978) estudió Filosofía y Teología en Santiago de Compostela antes de licenciarse en Jurisprudencia y comenzar a colaborar con diversos diarios gallegos. Tras participar en la revolución de 1846 hubo de emigrar a Lisboa, de donde volvió a ser expulsado. Después de viajar por Francia, Italia y el sur de España, se estableció en Madrid donde malvivió publicando algunos libros con poco éxito antes de morir en la indigencia.
Nos acompaña uno de sus poemas, El borracho y el eco, una poesía con evocaciones a la literatura del Siglo de Oro, plena de ingenio y en la que las últimas sílabas de cada terceto son repetidas por el eco, entendiendo el ebrio protagonista que habla con alguien o algo.



La música con la que despedimos este juego con el lenguaje se centra en otras de las figuras literarias, la onomatopeya, en este caso en el sonido del tambor. Con letra de autor anónimo, la cantante Maria Malibran, hija del sevillano Manuel García, compuso Rataplan, inspirada en La fille du regiment de Donizetti y que publicó como Chansonette (cancioncilla) con el número 6 de su Album Lyrique. Años después se editó en Dresde en 1840 con orquestación de autor desconocido para el vodevil Testament eines Schauspielers (Voluntad de actor).


La onomatopeya del sonido del tambor, con la resonancia particular que la mezzo italiana Cecilia Bartoli le imprime la hace seguir le otorga lugar en esta publicación que nos mantiene jugando con el lenguaje.
La grabación pertenece al espectáculo Echo der Star 2008 en la que la Bartoli presentó esta obra y que incluiría también en su álbum Maria dedicado a la gran María Malibran

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Bibliografía y webgrafía consultadas:

Los enigmáticos lenguajes del Manuscrito Voynich y Ligeti

Nos fascina el misterio. Todo lo que tenga un halo misterioso, un enigma sin descubrir o un elemento desconocido atrae nuestra atención y procuramos conocerlo y desvelarlo.
Por esa razón no gustan los acertijos, los retos y los pasatiempos que provocan que nuestra mente se ponga a trabajar para resolverlos. También los libros de detectives que nos hacen poner en marcha nuestras dotes de deducción para descubrir la trama oculta o a los culpables de los delitos que aparecen en esas historias.
Hay obras de arte repletas de enigmas que han tardado siglos en desvelarse o aún ni siquiera lo han sido. Pensemos en algunos arcanos de las pirámides, tanto del antiguo Egipto como de Centroamérica. O el misterio de la escritura jeroglífica que no se desveló hasta que se encontró la Piedra Rosetta. O en esas obras en lenguaje especular de Leonardo imposibles de leer hasta que no se supo el secreto de su escritura, o libros de la antigüedad clásica desaparecidos hasta que se encontró una copia perdida de alguno de ellos en algún remoto monasterio. 
Son tantos los misterios que han fascinado durante siglos hasta que muchos de ellos se han desvelado y forman parte de nuestros conocimientos y de nuestra cultura.
Pero de todos ellos, sin duda, un libro escrito a mano es el que se lleva la palma de todos los misterios. Aunque periódicamente aparecen noticias en la prensa de que se han desvelados sus misteriosas imágenes y textos, aún no se conocen todos los secretos que guarda.
Como con el tiempo acabará saliendo a la luz, la intención de esta publicación no es tratar sobre lo que nos cuenta ni sobre el significado exacto de cada una de sus imágenes, sino centrarse en su descubrimiento, su estructura y los indicios que ayudaron a comenzar a tratar de desvelarlo. 
Incluido en ese misterio que nos atrae per se, la música que nos acompaña utiliza un lenguaje inarticulado, extraño, una música de vanguardia que nos habla de la incomprensión en nuestro tiempo, de la falta de sentido que tiene nuestro mundo, y que con el extraño códice conforma un todo que nos habla de la incomunicación del lenguaje.
Te propongo adentrarte en el misterio del Manuscrito Voynich, el libro más misterioso, enigmático y desconocido que existe hasta ahora, acompañado de música de Ligeti, fundiendo ambos mundos artísticos distantes en el tiempo y radicalmente diferentes por el nexo de la incomprensión. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


El nombre del Manuscrito Voynich proviene del librero que lo adquirió y dio a conocer. Wilfred Voynich comenzó interesándose poco a poco por los libros antiguos, especializándose en la búsqueda, compra y venta de incunables y libros con pocos ejemplares y difíciles de encontrar. En 1898 editó su primer catálogo de libros raros, llegando tres años después a completar el noveno tomo de los Catálogos Voynich en una incansable tarea de compilación, acompañada de viajes para conseguir ejemplares para su colección y posterior venta a adinerados coleccionistas.

Marcelo dos Santos (Buenos Aires, 1961) estudió medicina, dirección de cine e informática, trabajando como guionista, actor y productor de cine y televisión, además de colaborar en revistas de cine, divulgación científica y literatura. Además del libro que nos acompaña en esta publicación ha publicado Últimas visiones (2002), una antología de cuentos de ciencia ficción y terror, entre otros libros.
En El manuscrito Voynich. El libro más enigmático de todos los tiempos, Marcelo dos Santos describe la historia del descubrimiento de este libro autógrafo desde su compra a comienzos del siglo XX hasta la actualidad, sus características, sus misterios y los principales intentos por descifrarlo.

Nos detenemos en el segundo viaje que Voynich realizó a Italia para buscar este tipo de libros y cómo consiguió el manuscrito que ha pasado a la historia con su nombre.


Si el mensaje, el contenido y lenguaje del Manuscrito Voynich constituyen un misterio que nos invita a indagar y especular, algunas músicas de György Ligeti nos llevan por caminos divergentes. Partiendo de un texto que se reduce a sonidos, sílabas o palabras en el mejor de los casos, para sustituir a los monólogos y diálogos de la ópera tradicionales, Ligeti desarrolla lo que denomina sucesos que se basan en manifestaciones de afectos y emociones, en juegos con un sentido cómico o absurdo que nos hace pensar si son una broma o hay que tomarlo en serio, si manifiestan un humor lúdico o la incomunicación de nuestro tiempo, o si sólo se trata de renovar tanto el continente como el contenido de la música.
Después de la revolución húngara en el otoño de 1956 contra la Unión Soviética, Ligeti huyó de Budapest donde sus escasos trabajos de vanguardia musical no habían sido conocidos en el exterior. Al llegar a la Europa occidental se sintió en el centro de la creación musical con las obras de Stockhaussen, John Cage o Luciano Berio
En 1960 estrenó en Colonia Apparitions en la Fiesta Mundial de la Música de la Sociedad Internacional parla la Nueva Música (IGNM) que supuso su consagración internacional.
Pocos años después, en 1966 Ligeti estrenó en el Teatro Estatal de Württemberg Aventures y Novuelles aventures (Aventuras y Nuevas aventuras), unas obras en las que desarrolla ese lenguaje sin sentido basado en sonidos vocálicos en el que los tres cantantes y los siete instrumentos que los acompañan desarrollan entre ellos una acción incoherente, una suerte de ópera en miniatura -o, simplemente, una anti-ópera- que bebe del teatro del absurdo.
Los sonidos secos, nerviosos, inarticulados, guturales en ocasiones, saltan de un intérprete a otro, formando un mosaico de susurros, gruñidos, chillidos o risas que se funden con nerviosos silencios, asemejándose en ocasiones a los sonidos que salen de los animales de un zoológico, como si hubiéramos de adivinar qué animal lo emite y qué desea transmitirnos.

Nos acompaña un extracto de Novuelles Aventures de Ligeti, obra para tres cantantes y siete instrumentos con la soprano Sarah Sun, la mezzosoprano Truike van der Poel y el barítono Guillermo Anzorena dirigidos por Sir Simon Rattle y on miembros de la Berliner Philharmoniker en una grabación que se realizó en la sede de esta agrupación en diciembre de 2011 y se grabó para The Berliner Philharmoniker's Concert Hall.


Pero, ¿quién era en realidad Voynich? ¿De dónde provenía? ¿Trabajó siempre como librero o accedió a esta profesión tras pasar por otras? 
La historia de su vida es tan sorprendente y fascinante como la del propio y revolucionario siglo XIX en cuya segunda mitad vino al mundo.
Wylfrid Michal Habdank Wojnicz nació en Kaunas (Lituania) el 31 de octubre de 1865, hijo de un suboficial del ejército polaco. Con grandes dotes para el estudio, se graduó en Química en la universidad de Moscú, licenciándose más adelante como farmacéutico.
Con veinte años de edad llegó a Varsovia donde se unió a Proletarjat, una organización revolucionaria, donde le encomendaron la misión de rescatar de la prisión del estado a dos compañeros condenados a muerte. Al ser delatado, ejecutaron a los dos presos y Wojnicz fue condenado al destierro en Siberia. Varios años estuvo en Irkutsk, hasta que le ayudaron a escapar gracias a una familia del lugar que le buscó un contacto en Londres, donde debía dirigirse.
Al llegar a la capital inglesa, sin saber el idioma -aunque hablaba lituano, ruso y polaco a la perfección-, encontró a su contacto y se estableció allí, casándose con la inglesa Lily Boole. Juntos desarrollaron una actividad febril, viajando por varios países europeos, entre acciones revolucionarias y colaboraciones con los conjurados, establecieron una imprenta con la que tradujeron y publicaron diversos textos prohibidos de Engles y Marx e introdujeron material de este tipo en Rusia.


Según recoge en su ensayo Marcelo dos Santos, Voynick junto a su secretaria Anne Nill se habían instalado en América en 1914 continuando su profesión de librero, mientras su esposa Lily vivía en diversos países de Europa con su amante. Una vez fallecido el poseedor del manuscrito, este pasó a manos de su antigua secretaria Nill que, en aquellos años vivía junto a Lily en Nueva York. 
En 1961 la casi centenaria Lily, la única persona viva que conocía de dónde había obtenido su esposo el manuscrito escribió una carta explicando cómo lo consiguió, dando a Nill instrucciones para que la abriera cuando falleciera, lo que ocurrió ese mismo año.
No sólo quedó con la carta y la dio a conocer, sino que fue la nueva propietaria del Manuscrito y de la Carta Marci. Decidió buscar un comprador, siguiendo el testamento de Voynich, según el cual sólo podía ser vendido si lo aprobaba un grupo de cinco personas entre los que se contaban Lily -que acababa de fallecer- y ella misma. Los cuatro aceptaron la propuesta del librero Hans P. Kraus, quien pagó en julio de1961 24.500 dólares, después de asegurarse de que nadie que tuviera copias del manuscrito las utilizara y tener él los derechos de publicación en exclusiva. 
Inmediatamente gestionó su reventa por un precio de 160.000 dólares, aunque dando a entender que entregaría la mayor parte del precio a Nill, quien falleció en 1962. Finalmente no logró venderlo, lo tuvo bien custodiado durante varios años y en 1969 decidió donar el Manuscrito Voynich a la Universidad de Yale, que lo entregó a la Biblioteca Beinecke donde se encuentra a día de hoy.


El texto que nos acompaña se centra en la ficha que el Manuscrito Voynich tiene en esta biblioteca y su descripción física, con detalles de su numeración, el tipo de páginas que posee, las que se creen que faltan y el número que se puede suponer que tendría originalmente.


Casi diez años estuvo Ligeti trabajando en su ópera Le Grand Macabre (El gran Macabro), un encargo de la Ópera Real de Estocolmo que acabó estrenándose en 1978 y que hemos traído al blog en Balada para el Apocalipsis. Se trata de una ópera extraña y compleja que trata sobre la amenaza del fin del mundo, el peligro al que la humanidad se estaba acercando con la guerra fría, los problemas ecológicos y ambientales. Para Ligeti, en El gran Macabro todo es ambiguo, especialmente en su final donde los protagonistas proclaman que ya no tienen miedo a la muerte y sobre la tierra sólo hay motivos de diversión para ellos, aunque según el propio autor, «una vida sin miedo, una vida sólo de placer, es demasiado triste.»
De El gran Macabro Ligeti arregló al comienzo de los 90 un fragmento que tituló Mysteries of the Macabre para ser interpretado en concierto por una soprano y orquesta. Misterios del Macabro ahonda en la misma línea de Aventuras y Nuevas Aventuras, con un lenguaje similar y donde se exige a la solista un registro vocal amplio, con coloraturas imposibles y una interpretación intencionalmente sobreactuada e histriónica que busca enfrentar a los grandes problemas con una actitud de burla irreverente.

Decorado para El gran Macabro. Salzburgo, 1997
La interpretación pertenece a la extraordinaria soprano canadiense Barbara Hannigan que dirige también a la Avanti! Chamber Orchestra en una interpretación para el Festival Presencies 2011.


Tras varios años de lucha de Wojnicz y Lily Boole a favor de las revoluciones, trabajos de traducción y publicación de obras prohibidas hubo un cambio fundamental. Quizás por el fallecimiento accidental de un colaborador, puede que por cierta torpeza en la acción de Wylfrid en la que ponía en peligro a sus compañeros, el caso es que dejaron en 1895 la lucha revolucionaria activa.
Fue entonces cuando Wojnicz modificó su impronunciable nombre para los ingleses y pasó a llamarse Wilfred Michael Voynich, estableciéndose como librero, comenzando a comerciar con los libros que le habían donado sobre los movimientos revolucionarios del XIX, mostrando también un talento para las gestiones administrativas y comerciales. De esta forma, el activista revolucionario se reconvirtió en el librero que acabó dando a conocer el manuscrito que más enigmas y misterios ha generado en la historia.


El siguiente texto hace referencia al tipo de escritura, la caligrafía, las letras y la claridad del texto. También a una firma borrada que aparece en la primera página del manuscrito, a palabras sueltas que aparecen junto a las imágenes y a las que los expertos han llamado etiquetas, o a lo que denominan palabras títulos, además de hacer referencias a distintas secciones en que se divide el manuscrito: farmacopea, astronomía, zodiaco o medicina.


A las Aventuras de György Ligeti (estrenada en 1964) le sigue las Nuevas Aventuras que se estrenaron en 1966, una suerte de secuela que supone un avance del escenario. Si la primera era denominada por el compositor Mimodrama, la continuación evoca referencias irónicas e históricas estilizadas con secciones más definidas como un inquietante fragmento sobre un coral, una gran escena histérica para que la soprano se haga pasar por una heroína loca de la ópera. También incluye un acompañamiento instrumental con muebles, bolsas de papel o periódicos que se revientan o rasgan y platos que se rompen. Así, Ligeti deja que el espectador construya una respuesta que forma parte de la interpretación artística.
Las reacciones afectivas se desarrollan sobre una acción imaginaria que debe inventarse para cada puesta en escena. Así, existen cinco tipos de reacciones a desarrollar: en primer lugar, uno sobre la ironía, la burla y el ridículo. La segunda sobre la nostalgia y la tristeza. La tercera gira alrededor de la broma, la cuarta lo hace sobre el erotismo, mientras el último lo hace sobre el anhelo y la exaltación.
El texto, a base de los citados sonidos, sílabas o palabras es acompañado por fragmentos de composición con pinceladas que evocan las emociones, consiguiendo una solución sobre qué tiene prioridad en la ópera, el texto o la música, al llegar a la conclusión de que ambos son imprescindibles y necesarios, ya que no hay ningún texto con demasiada música y los sonidos humanos son parte integrante de la misma. 

El enlace nos muestra una interpretación de Nouvelles Aventures llevada a cabo para el Festival Ankunft Neue Musik, grabado en la estación central Berliner Hauptbahnhof de la capital alemana en agosto de 2010, producido por Zeitdenössishen Oper Berlin con la soprano Lisa Tjalve, la contralto Annerose Hummel y el bajo Marek Kalus dirigidos todos por Jobst Liebrecht.


No se trata en esta publicación de indagar ni centrarnos en desvelar el misterio del Manuscrito Voynech ni en profundizar en la música de Ligeti, sino observar el lenguaje como forma de comunicación o de incomunicación y adentrarnos en el efecto que tiene sobre nosotros cuanto es misterioso y desconocido.
Sobre el manuscrito, la intención es detenernos en su descubrimiento, características, el personaje que lo sacó a la luz y le dio nombre o el proceso que se ha seguido para desvelar su lenguaje oculto. Periódicamente surgen noticias sobre la comprensión de su texto o el origen del mismo. Son noticias que se repiten de forma idéntica en distintas publicaciones que no aportan nada nuevo y que son replicadas de otras. En algún momento se desvelarán la mayoría de sus incógnitas y, es más que probable que al desvelarlas se pierda para el gran público la parte que más le ha atraído hacia este manuscrito: el misterio de su lenguaje desconocido, de sus ilustraciones inidentificables o el autor y el origen del mismo. Mientras, nos queda su mayor atractivo: lo misterioso y desconocido.


Terminamos este acercamiento a dos lenguajes tan enigmáticos como diferentes con una descripción de la misiva que acompañaba al Manuscrito Voynich cuando el librero de origen lituano lo adquirió. 
La Carta Marci sirvió para comenzar a realizar conjeturas sobre los propietarios del manuscrito y su autoría, dejando alguna afirmación que los estudiosos creen poco verosímiles y que les llevaron a situar el libro en la Praga de Rodolfo II



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Bibliografía y webgrafía consultadas:

El libro como protagonista

Más libros que tratan de libros

Si hay una fecha que recordarnos los amantes de los libros es, indudablemente, el día 23 de abril de cada año.
Es un día en que se cruzan y desarrollan distintas efemérides y celebraciones encaminadas a recordarnos la importancia fundamental de los libros en la vida, la evolución y los avances de la humanidad. Desde los libros de texto -queridos o aborrecidos, según las circunstancias personales, pero que ayudan a enriquecer nuestra inteligencia- hasta los que desarrollan los pensamientos que reflejan las características de cada época, pasando por los de carácter literario que desarrollan nuestro pensamiento crítico, nuestra capacidad de asociación y nuestro sentido estético.
No sólo celebramos el Día Mundial del Libro, sino que la coincidencia entre los fallecimientos de Cervantes y Shakespeare, además de el Inca Garcilaso de la Vega hace que también se celebren el Día de la Lengua Española y el Día de la Lengua Inglesa. Unido a tradiciones como la catalana de celebrar el Día de San Jordi regalando un libro y una rosa, hacen de esta jornada una celebración especial que ampliamos a todos los días que continuamos desarrollando nuestra afición y pasión por los libros.
Habitualmente dedicamos una publicación cada año a esta efeméride, aunque con la pretensión de que sea atemporal. Así, en la celebración de el Día del Libro de 2022 nos centramos en Libros que tratan de libros, fijándonos en libros que tratan sobre libros, una idea en la que abundamos en esta nueva publicación.
Te propongo celebrar el #DiaMundialDelLibro con un paseo sobre libros que tienen a los propios libros como protagonistas, con la compañía de músicas inspiradas también en libros. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Como suele ser habitual en el blog, alternamos los textos literarios con extractos musicales. En esta ocasión, las obras musicales pertenecen a oberturas de óperas que se basan en obras literarias. El hecho de que no sean piezas cantadas obedece a la idea de que faciliten la lectura de los textos que las acompañan.

El dramaturgo y poeta francés Louis-Antonine Alexander Soumet estrenó en el Théâtre de l'Odeon el 16 abril de 1831 su tragedia en verso en cinco actos Norma ou l'Infanticide (Norma o la infanticida). Ese mismo año, el 26  diciembre se estrenaba en el Teatro alla Scala de Milán la ópera Norma, una obra maestra de Vincenzo Bellini con libreto de Felice Romani basada en la obra de Soumet.
Una de las obras más importantes del periodo belcantista, Norma tiene momentos musicales inolvidables que pide para el papel de la sacerdotisa gala una soprano dramática de coloratura con grandes exigencias vocales y una gran potencia y agilidad en su voz, como en el aria Casta Diva.
La obertura que nos acompaña se compone de tres partes engarzadas entre sí con la maestría de Bellini. A una introducción de carácter marcial le sigue una parte central que oscila entre apasionada y «cantabile» con el esquema A-B-A-B-A. Una vez concluida esta alternancia, la obertura finaliza con una conclusión alargada y soñadora.


La versión que nos acompaña está interpretada por la Orchestra Filarmonica della Scala dirigida por Ricardo Chailly y pertenece al disco La Scala Overtures, Preludes & Intermezzi de Decca Music Group Limited publicado en 2017.


El primero de los libros que tienen a libros por protagonistas viene de uno de los autores de novela más leídos de nuestro país, Arturo Pérez-Reverte. Autor de más de cuarenta libros entre los que destacan Territorio Comanche, Una historia de España, El Italiano, Falcó, El capitán Alatristre, Sidi o La Reina del Sur, Pérez-Reverte encontró el éxito en el mundo literario internacional con El club Dumas, su cuarta novela tras El húsar, El maestro de esgrima y La tabla de Flandes.
El periódico inglés The Guardian publicaba hace unos meses una lista con los diez mejores libros que trataban sobre libros en cuyo primer lugar destacaba esta novela que nos acompaña.
En El club Dumas (1993) Pérez-Reverte construye un universo en el que la relación entre libro y lector se mueve continuamente. Lucas Corso, una suerte de mercenario de los libros recibe el doble encargo de autentificar un manuscrito de Los tres mosqueteros de Dumas y desentrañar el misterio de un extraño libro quemado por la Inquisición junto a su impresor en el siglo XVII. La búsqueda lleva a Corso a indagar en los archivos del Santo Oficio y sus libros prohibidos, en diversas librerías y bibliotecas de coleccionistas de libros en una trama detallada y compleja que recuerda y rinde un homenaje a las novelas por entrega, los folletines de aventura y los argumentos detectivescos.


El primer texto que nos acompaña pertenece al primer capitulo del libro, El vino de Anjou -evocación de uno de los capítulos de Los tres mosqueteros- en que se nos presentan, de modo inequívocamente literario, a los protagonistas de la historia.


Basada en la novela original de León Tolstoi, y con un libreto del director británico Colin Graham, el compositor estadounidense David Carlson estrenó su ópera en dos actos con prólogo y epílogo Anna Karenina por encargo conjunto de la Grand Opera de Florida para el estreno del Adrienne Arsht Center for the Performing Arts y del Teatro de ópera de San Luis
El encargo se basaba en otro anterior que el teatro Bolshoi de Moscú hizo a Benjamin Btitten para que trabajara con el citado libreto de Graham, pero el compositor inglés se negó a realizar el encargo debido a la invasión de Checoslovaquia por parte de la U.R.S.S. Desde entonces estuvo aparcado hasta ser retomado de nuevo. Así, el estreno mundial se realizó el 28 de abril de 2007 bajo la dirección de Mark Streshinsky, puesto que el propio Graham falleció apenas dos semanas antes de poder dirigirla él mismo.


El enlace nos muestra el prólogo de Anna Karenina de Carlson titulado La estación. Moscú, invierno de 1874 interpretada por la Opera Theatre of Saint Louis dirigida por Stewart Robertson y editada por Signum Records en 2009.


Nacido en Inglaterra en 1972 Sasha Abramsky estudió Política, Filosofía y Economía en Oxford, trasladándose posteriormente a Nueva York donde estudió Periodismo en la Universidad de Columbia. Desde su residencia en Sacramento (California), Abramsky colabora con algunos periódicos además de publicar libros sobre temas políticos y sociales entre los que destacan Inside Obama's Brain (Dentro del cerebro de Obama), Breadline USA (La línea del pan en Estados Unidos), American Turies o The American Way of Poverty: How the other haslf still lives (El camino americano de la pobreza: Cómo la otra mitad todavía vive).
Pero el libro que nos acerca a la pasión por los libros es The house of twenty thousand books (La casa de los veinte mil libros) un libro en el que nos acerca a su abuelo Chimen Abramsky, nacido en Minks, hijo ateo de uno de los rabinos más reconocidos de su tiempo, que pasó su adolescencia en Moscú antes de emigrar a Londres, donde descubrió los escritos de Marx. Tras asistir a la Universidad Hebrea de Jerusalem regresó a la capital inglesa al comienzo de la II Guerra Mundial donde se casó y regentó con su esposa Miriam una librería judía en el East End londinense. Tras la invasión nazi de Rusia, Chimen se unió al Partido Comunista donde llegó a ser un dirigente destacado del Comité Nacional Judío en el que estuvo hasta que en 1958 rompió al reconocer los crímenes cometidos por Stalin. Desde entonces y hasta sus últimos días, se reinventó como un humanista, pensador liberal y profesor universitario, además de experto en manuscritos.


En La casa de los veinte mil libros, Sasha recrea el entorno que sus abuelos construyeron alrededor de los libros que atesoraban en su casa, los encuentros que organizaron con los intelectuales de su época, la fascinante reconstrucción de un mundo perdido y los rincones repletos de libros e historia que recorre a lo largo de la casa en los que se muestra el incansable amor que Chimen muestra por los libros en todo momento y la imposibilidad de intentar conocer cuantos posee.


La última música que nos acompaña pertenece al primer gran éxito de Puccini.
Basada en la novela Historie du Chevalier des Grieux et de Manon Lescaut, publicada simultáneamente en Amsterdam y París en 1731 por el abate Antoine-François Prévost d'Exiles, Giacomo Puccini estrenó el primero de febrero de 1897 Manon Lescaut en el Teatro Regio de Turín a partir de un libreto en el que llegaron a participar más de seis escritores sucesivamente. Además, Puccini hubo de luchar contra la oposición de sus allegados que veían con malos ojos que estrenara su versión después del éxito que la ópera Manon de Massenet llevaba obteniendo en los escenarios desde hacía más de una década.
Novela de un amor escandaloso para la época, llevaba al relato la ruptura de las convenciones sociales de una joven Manon de quince años enviada a un convento de clausura y un Des Grieux de diecisiete destinado a ingresar en la Orden de los Caballeros de Malta que deciden vivir a su manera guiados por su corazón.
La música que nos acompaña pertenece al Intermezzo del Acto III y está interpretada por la Real Orquesta del Concertgebouw de Amsterdam dirigida en 2013 por Antonio Pappano.


Del mercenario buscador de libros al poseedor de una miríada de ellos nos acercamos a una última narración situada en el continente americano.
Periodista, novelista, poeta y ensayista, Christopher D. Morley (1890-1957) publicó su primera novela Parnassus on wheels (traducida en nuestro idioma como La librería ambulante) en 1917, a la que siguió dos años después La librería encantada con los mismos personajes. Autor prolífico, desarrolló todos los géneros literarios, divulgando tanto la literatura como a los autores americanos.
La librería ambulante nos sumerge en los pasajes rurales de la segunda década del pasado siglo, unos lugares en los que se cruzan los recién inventados automóviles con los antiguos carromatos tirados por caballos. 
Un librero ambulante, Roger Mifflin, busca vender su librería ambulante para regresar a Broklyn y escribir sus memorias. Así, busca venderla a un granjero convertido en escritor, más pendiente de sus escritos que de las cosechas, encontrándose con su hermana Hellen a quien convence para que le deje esperar a su hermano. El libro está contado a partir de la carta que escribe a su editor, a modo de prólogo:

Carta dirigida al señor Davis Grayson, de Hempfield, EE.UU.
Apreciado señor.
Aunque mi nombre aparezca en la portada, el verdadero autor de este libro es la señorita Helen McGill (ahora esposa de Roger Mifflin), quien me contó su historia con una vivacidad inimitable. Y en su nombre quiero hacerle llegar estas palabras de agradecimiento.
La señora Mifflin, no hace falta que lo diga, es una persona poco dotada para el arte de la autoría, éste es su primer libro y dudo que vuelva a escribir alguno más.


El texto con el que finalizamos este variopinto paseo por libros que tratan de libros pertenece al capitulo 2 del libro en el que, tras conocer a los hermanos protagonistas -el escritor novel Andrew McGill y su hermana Helen-, el librero ambulante Mifflin irrumpe en la granja para intentar vender su curioso carromato-librería. Todo un retrato de una época que desarrolló en algunos medios rurales norteamericanos que desapareció irremisiblemente.


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Bibliografía y webgrafía consultadas:
  • Pérez-Reverte, Arturo. El club Dumas. Editorial Alfaguara.
  • Abramsky, Sasha. La casa de los veinte mil libros, traducción de Ángeles de los Santos, Editorial Periférica, 2016.
  • Morley, Christopher. La librería ambulante, traducción de Juan Sebastián Cárdenas Cerón, Editorial Periférica, 2012.
  • Orchestra Filarmonica della Scala dirigida por Ricardo Chailly. La Scala Overtures, Preludes & Intermezzi, Decca Music Group Limited, 2017.
  • Batta, András. Ópera. Compositores, obras, intérpretes. Könemann Verlagsgesellschaft mbHl, 1999, Colonia (Alemania)