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Cuando la naturaleza recupera su sitio

Si desapareciéramos los seres humanos, la naturaleza no tardaría en recuperar todo lo que le hemos ido quitando y restablecer el equilibrio en nuestro planeta.
Sabemos que la naturaleza es sabia y que, más tarde o temprano, acabaría volviendo a ocupar su espacio si la dejáramos.
Queremos creer que nuestras actuaciones son fuertes y perdurables, que somos constantes y persistentes, teniendo como pruebas o ejemplos construcciones milenarias como las pirámides de Egipto o Centroamérica, la Gran Muralla China o multitud de castillos, palacios e iglesias.
Mas, si nos fijamos con más detalles, observamos que estas construcciones erigidas por la humanidad han estado durante mucho tiempo abandonadas y casi en estado ruinoso, que muchas de ellas han desaparecido irremediablemente y, sólo a costa de un ingente esfuerzo material, personal o económico, han podido sobrevivir hasta nuestros días.
Basta observar cómo en cualquier grieta de las paredes, en los huecos entre losetas, piedras o adoquines, o en las roturas de elementos como tejas o cristales, surgen constantemente muestras del poder de la naturaleza que comienza a mostrar su fuerza invasora. Qué seria de nuestros hogares, calles, edificios, parques o carreteras si no estuviéramos constantemente manteniéndolos y luchando contra ese poder regenerador de la naturaleza.
Ese poder natural ha llegado a invadir lugares donde los seres humanos se habían asentado, pensando en la constancia y durabilidad del esfuerzo humano, en el dominio sobre las fuerzas naturales a las que ha ido arrebatando su espacio vital.
Las obras distópicas, e incluso, las de ciencia ficción nos presentan con bastante frecuencia unos escenarios postapocalípticos en los que alguna catástrofe natural o la propia acción bélica del hombre han acabado por destruir nuestras civilizaciones. En estas obras aparecen ineludiblemente lugares abandonados, destruidos e invadidos por una fuerza de la naturaleza que se manifiesta en la abundancia de plantas y animales a los que habíamos desplazado de su espacio vital.  
Cuántas civilizaciones se han perdido, mientras sus monumentos han quedado destruidos: Mesopotamia, Egipto, Grecia, Roma, por ejemplo, en la vieja Eurasia, mientras aztecas o incas han perdido ciudades, edificios o pirámides que han sido totalmente invadidos por la fuerza de la naturaleza.  
Te propongo un paseo por textos en los que la fuerza de la naturaleza ha invadido construcciones y reflejan la fuerza que esta tiene para recuperar su lugar. Nos acompañan obras de Gabriel García Márquez, Umberto Eco, Daphne du Maurier, TchaikovskyRimsky-Korsakov y Franz Waxman.

Embarcación abandonada desde comienzos del siglo XX en Sydney (Australia)

En esta publicación nos acompañan tres textos, uno sacado del comienzo de una novela, otro en el que se indica uno de los varios anuncios de la destrucción con que acabará la obra y otro que nos muestra la destrucción e invasión de un próspero lugar al final del libro. Las músicas que nos acompañan reflejan también esas invasiones de la naturaleza y pertenecen a una banda sonora, un ballet y una ópera.
Hay libros que tienen comienzos inolvidables y que una vez que los recordamos nos evocan, invariablemente, la historia que leímos. Es el caso de Rebeca, la novela de Daphne du Maurier que fue llevada al cine por Alfred Hitchcock, en una versión bastante fiel a la obra original.
Su comienzo nos lleva al sueño de la protagonista -de la que desconocemos el nombre, tal es la fuerza de Rebeca- que nos acerca a la abandonada posesión de Manderley en la que vivía.


La fuerza con que la naturaleza ha ido tomando posesión de los terrenos que antes fueron suyos, frente a la ordenada creación de jardines, setos y caminos arbolados, muestra esa fuerza arrolladora.
Pocos inicios hay tan potentes como ese «Anoche soñé que había vuelto a Manderley» de las versiones literaria y cinematográfica.


La novela de Daphne du Maurier fue llevada al cine por Alfred Hitchcock en la que sería su primera película americana. La música del film fue compuesta por Franz Waxman quien creo una banda sonora efectista y que se ha convertido en todo un clásico desde los primeros temas que suenan acompañando los títulos de crédito, en una partitura impetuosa y exuberante que transmite las emociones por las que atraviesan los personajes.
Dividida en Título principal, Prólogo y Escena de apertura, nos acompaña el inicio de esta banda sonora cuyos primeros compases tantas veces pudimos oírlos al comienzo de los programas de El mundo de la fonografía del inolvidable José Luis Pérez de Arteaga.
Este memorable primer tema principal, bullicioso que crece desde sus primeros acordes es seguido por Foreward, un tema secundario melancólico que  da paso al alegre y juguetón Marriage que evoca la boda y se va volviendo menos sutil al finalizar con la presentación del ama de llaves, la Sra. Danvers.


En su tesis doctoral, García Márquez: Historia de un deicidio, Mario Vargas Llosa señalaba que «Cada novela es un deicidio secreto, un asesinato simbólico de la realidad. Un escritor no elige sus temas, los temas lo eligen a él. García Márquez no decidió escribir ficciones a partir de sus recuerdos en Aracatata. Ocurrió lo contrario: sus experiencias de Aracataca lo eligieron a él como escritor». Con estos términos, Vargas Llosa se refería a la novela que fue el origen del Boom de la literatura Latinoamericana.
Publicada en 1967, Cien años de soledad posee también uno de esos inicios que se han tornado inolvidables: «Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo».
En cierto modo, Cien años de soledad es un libro de configuración bíblica, en el sentido que comienza con un Génesis y finaliza con un Apocalipsis. Además, su lenguaje y otras alusiones refuerzan esta idea. Además del Génesis, hay alusiones al Éxodo, tras los dos años de travesía que hubieron de realizar para llegar al otro lado de la sierra para encontrar su tierra prometida. Remedios la Bella asciende al cielo sin que a nadie le extrañe, salvo la pérdida de un juego de sábanas que echa de menos Fernanda del Carpio. También son mencionadas las plagas, en esta ocasión por las del insomnio, las guerras civiles y la de amnesia, mientras que no falta tampoco un diluvio de casi cinco años, desatado según todas las voces por el poderoso Mr. Brown de la compañía bananera. Finalmente, la obra concluye con un apocalipsis que se ha venido anunciando en diversos parajes de la obra como punto y final a la historia de los Buendía.

Ruinas de Angkor Wat (Camboya)
Una de estas situaciones en que se viene anunciando la destrucción de la saga nos muestra ese poder omnímodo e invasor con que la exuberante naturaleza viene a reclamar lo que le pertenece y que domina cuando las fuerzas no pueden detenerla.
Santa Sofía de la Piedad es un personaje conformista, resignado, silencioso y casi invisible a quien García Márquez otorga la «rara cualidad de no existir por completo sino en el momento oportuno» y a cuya familia Pilar Ternera entregó todos los ahorros de su vida para que acabara como la compañera de Arcadio, el hijo del José Arcadio primero y a quien le dio tres hijos: Remedios la Bella, José Arcadio Segundo y Aureliano Segundo. Santa Sofía de la Piedad es uno de los escasos habitantes del pueblo que escapan del desenlace apocalíptico.


De la música de cine pasamos a la de ballet, y qué mejor historia para evidenciar el paso del tiempo y la invasión que la naturaleza hace ocupando el espacio que uno de los cuentos infantiles más conocidos.
Basado en el conocido cuento de Charles Perrault y con un libreto del coreógrafo Marius Petipa junto con Iván Alexandrovtsch Wsewoloschsky, en enero de 1890 se estrenó en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo el ballet La bella durmiente con música de Peter Ilich Tchaikovsky, uno de tres grandes ballets del compositor ruso, posterior a El lago de los cisnes y anterior a El Cascanueces.
La historia que nos acompaña transcurre en la segunda escena del Acto II. Tras una cacería con su séquito, el príncipe Desiré queda solo y el Hada Lila le muestra una visión de la princesa que lleva dormida desde hace cien años en un lugar inaccesible por la vegetación que ha crecido durante ese tiempo. A medida que la visión se desvanece, el príncipe pida al Hada que la lleve junto a ella, logrando traspasar la vegetación y quienes la guardan, llegar al palacio y, como es obvio en esta historia, despertarla con un beso.
Cada versión y decorado son diferentes, en esta producción de 2018 del Royal Ballet del Royal Opera House de Londres con Vadim Muntagirov y Marinela Núñez (Nunez para los ingleses).


La tercera obra que nos acompaña es otra novela, en este caso de ambientación histórica medieval que transcurre en un monasterio, la excelente El nombre de la rosa de Umberto Eco.
Experto en semiótica, este filósofo y escritor italiano nos sumergió en el interior de una abadía benedictina durante siete intensas jornadas en descomunal novela en que se une la trama policiaca, la crónica medieval, la novela gótica, en la que se incluye la reconstrucción de las formas de pensar y sentir de la época, un amor por los libros y las bibliotecas y una trama policiaca a cargo de Guillermo de Baskerville, un personaje que sirve de homenaje a Sherlock Holmes (y la obra El sabueso de los Baskerville) y al filósofo Guillermo de Ockham, de los que toma nombre y apellido.

Ciudad minera abandonada de Kolmanskop (Namibia)
Contada por el joven Adson de Melk, la novela finaliza con un viaje que el narrador realiza a la derruida abadía donde transcurre la historia, el estado en que la encuentra y cómo los vestigios de lo que fuera un próspera edificación humana han sido invadidos por la flora y la fauna que la naturaleza ha llevado al lugar.


Basada en dos leyendas populares rusas, la salvación de la ciudad de Kitezh que se volvió invisible cuando fue atacada por los mongoles y la de la joven Fevróniya de Múrom, Nikolai Rimnsky-Korsakov estrenó su ópera La ciudad invisible de Kitezh también en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo en 1907.
La ópera transcurre en cuatro escenarios diferentes, tres de ellos mundanos y el otro místico. El primero de ellos, el bosque representa la naturaleza, el hogar de la joven Fevróniya, un lugar puro y lleno de armonía. El segundo, la Pequeña Kitezh es el escenario de la vida cotidiana, donde habita la gente normal, del que procede también el vagabundo Grishka Kuterma, que prefiere servir al mal, mientras el tercero es la residencia del príncipe Yuri Kitezh el Grande. El lugar espiritual es la Gran Kitezh, la residencia del bien y símbolo de la patria ideal.

Valle de los molinos. Sorrento (Italia)


Finalizamos esta publicación sobre lugares en los que la fuerza de la naturaleza le hace recuperar su sitio con el aria del príncipe Yuri entona un lamento por la posible destrucción de la ciudad que presiente, su final, ante la idea en el momento de su fundación de que permaneciera en pie durante siglos. 


Este lamento que está interpretado por la profunda voz de bajo de Boris Christoff, en una grabación discográfica de HMV de 1952 con la Philarmonia Orchestra dirigida por Wihelm Schüchter.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:
  • Du Maurier, Daphne. Rebeca. Traducción de Fernando Calleja. Editorial DEBOLSILLO.
  • García Márquez, Gabriel. Cien años de soledad. Editorial DEBOLSILLO.
  • Eco, Umberto. El nombre de la rosa. Traducción de Tomás de la Ascensión Recio y Ricardo Pochtar.

Manipulación e incomprensión con Eco y Britten

Manipular es según la Real Academia Española, en uno de sus varios significados "intervenir con medios hábiles, a menudo arteros, en la política, en el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares"
La incomprensión, por su parte, refleja la incapacidad de comprender, en este caso los argumentos, las razones, las ideas, las vivencias de los otros. Cuando esta incapacidad se agrava con la no aceptación de las diferencias o del diferente nos encontramos con situaciones tan delicadas, dañinas e incaceptables como el bullying, la xenofobia, la homofobia o simplemente con el desprecio a quien no sigue los dictados que marcan algunos grupos en nuestras sociedades. Situaciones que se sufren y agravan cuando se padecen con cierto beneplácito social y cuando ocurren de forma soterrada y no salen a la luz.
Dos formas relacionadas con la manipulación y la incomprensión extremas vienen a esta entrada del blog. Como siempre, una de tipo literario con una reflexión extraída del último libro de Umberto Eco. La otra, de tipo musical, con la que posiblemente es la ópera más conocida del compositor inglés Benjamin Britten. Esta entrada del blog quiere ser una llamada de atención y una reflexión ante estos inaceptables comportamientos. 

Benjamin Britten

Umberto Eco saltó a la fama para el gran público con su novela El nombre de la Rosa, una obra que, según comentó, surgió cuando le propusieron que escribiera una pequeña novela negra. Apasionado por la historia medieval y, también según él, porque le apetecía asesinar a un monje, no dudó cuando se puso a escribir esta descomunal novela, mezcla de estilos, guiños y erudición. Filólogo experto en semiótica, comunicador, filósofo y escritor, la personalidad de Eco abarca tantas facetas como sus obras o los 35.000 libros que llegó a acumular en su residencia.
Autor de un sinnúmero de ensayos sobre una gran variedad de temas y varias novelas como El péndulo de Foucault, La isla del día de antes o El cementerio de Praga, su último libro publicado fue Número Cero, una honda y polémica reflexión sobre el periodismo de los últimos años, Internet, la corrupción o la mentira.


Portada de Número cero y Umberto Eco




El libro parte de la idea de un multimillonario, el Comendattore Vimercate (¿podríamos pensar en algún antiguo político italiano?), quien pretende entrar en el mundo de las finanzas y el periodismo con el fin de aumentar su poder, desacreditar a los rivales con la amenaza de lo que podría ser el periódico Domani (Mañana, hasta el nombre indica lo que puede ser en un futuro), una publicación que no tiene intención de llegar a editar.
El fin del periódico ya no es informar y publicar investigaciones impactantes, sino dirigir, tranquilizar, confirmar a cada persona en sus creencias y opiniones, con mucho deporte y temas de vida social con la llamada prensa del corazón.
Número cero se detiene especialmente en el tema de la manipulación. Los lectores no deben conocer la verdad, les haría daño, es más idóneo fabricar un mundo irreal en que las malas noticias ocurran lejos, o cerca si interesa, en el que no se pueda conocer quién miente y quién no.
Eco se detiene a explicar cómo un periódico puede dar su opinión cuando está escribiendo sobre hechos totalmente objetivos, utilizando el entrecomillado de declaraciones contrastadas. También el procedimiento para invalidar acusaciones descalificando a quienes las han formulado. O cómo convertir en sospechosa a una persona sin necesidad de poner datos en su contra. E incluso en cómo publicar noticias que denuncien comportamientos delictivos cuando no conviene enemistarse con un determinado grupo; o la forma de sugerir elaboradas teorías conspiratorias, algo muy del agrado de los lectores, aunque no tengan una base real.


Es el periódico el que hace las noticias. Umberto Eco


La novela, calificada por su autor como "de temas rápidos" reproduce el ambiente de una redacción de periódicos, con su forma de trabajo, investigaciones variadas, como la forma en que se blanquea dinero de la mafia en un negocio casi inexistente, la manipulación de los horóscopos y la gran noticia, como la supuesta muerte ficticia de Musolini, investigando si fue sustituido por un doble llevando una vida retirada en Argentina. En suma, no es el periódico el que informa de la noticia, sino quien crea las noticias que quiere publicar.


Desde que Henry Purcell compusiera en 1689 Dido y Eneas, no se estrenó en las Islas Británicas una ópera de ningún autor inglés hasta 1945 en que Benjamin Britten llevó a la escena Peter Grimes. Más de dos siglos de ausencia operística significó para Britten que no pudo beber en las fuentes de sus antecesores: ni en los estilos, ni en la fonética de su idioma, ni en la tradición para poder componer su primera obra.
La idea de componer Peter Grimes le surgió a Britten en un viaje a California durante la Segunda Guerra Mundial tras la lectura de un poema de George Crabbe, decidiendo el regreso a su país para centrarse en la creación de la ópera en la que su compañero, el tenor Peter Pears, interpretaría el papel protagonista.
El estreno tuvo lugar en junio de 1945 en el teatro Sadler's Wells de Londres que reabría su escenario tras la guerra con una obra que quería dar continuidad a la interrumpida tradición inglesa, con un compositor novel de la tierra. El éxito fue tan grande como las expectativas y Peter Grimes se ha convertido con los años en la ópera compuesta en el siglo XX más representada en el mundo.  
Nacido en una aldea marítima, Britten quiso reflejar el mundo que tan bien conocía: "un mundo de pescadores, de hombres y mujeres que viven del mar y para la mar". Pero la grandeza de esta obra está en que trasciende este ambiente marinero para ahondar en lo esencial del comportamiento humano. 


Britten ante la maqueta de Peter Grimes. http://www.musicaltoronto.org


Obra siempre turbadora para el público, describe una sociedad que margina y desprecia al diferente, a quien no se siente completamente integrado en ella. Britten se vio muy cerca el personaje, ya que su homosexualidad le hacía sentirse muy identificado con él. Grimes es un pescador solitario, marginado, a quien accidentalmente se le mueren dos grumetes. Personaje rudo y despiadado, compra muchachos en el orfanato para explotarlos de forma cruel y miserable, haciendo que crezcan en torno a él las murmuraciones en una sociedad cerrada en sí misma.
Britten trata el drama de un marginado que se enfrenta a una sociedad hipócrita, cruel y hostil que acaba eliminándolo. Personaje con comportamientos irracionales, sumido en innumerables dudas, acosado por sus vecinos, Grimes termina con su vida. 
Otra de las grandezas de la obra reside en la ambigüedad del protagonista, héroe y antihéroe, verdugo y víctima, poeta sensible y marinero rudo, convirtiéndose en el arquetipo de la persona socialmente repudiada por su comportamiento y, sobre todo, símbolo de la opresión que la mayoría realiza sobre el diferente, conformando una ópera a la que Britten imprime un gran lirismo.
El enlace pertenece al III acto. Trascurren varios días y, al no ver al muchacho, los lugareños comienzan a sospechar que Grimes ha acabado con la vida del nuevo grumete. Los ánimos se van alterando y comienzan a exigir venganza. El texto está dividido en dos fragmentos para poder seguirlos con mayor facilidad. En el primero se van extendiendo las murmuraciones entre los habitantes de la aldea. Tras el vídeo, el texto en que el coro final que repudia a Grimes. Finaliza la escena con el VI interludio musical, La niebla, tras la que aparece la convulsa figura de Grimes.






En esta versión Sir Colin Davis dirige al Coro y Orquesta del Royal Opera House del Covent Garden de Londres.


Libreto y traducción: Kareol.es

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Tres miradas a una #biblioteca y una doble canción

Siempre imaginé que el paraíso será algún tipo de biblioteca.
 (Borges)

A los que nos gustan los libros, los que sean, siempre hemos tenido la ilusión de perdernos en una biblioteca o en una librería, y rastrear, seguir, indagar, dejarnos sorprender o evocar aquellos títulos, temas, autores, épocas o estilos que siempre hemos querido leer. 
En esta entrada del blog en abril, el mes en que celebramos el día del libro, nos centraremos en las bibliotecas.



La primera mirada no se fija estrictamente en una biblioteca, sino en el medieval Scriptorium al que recientemente fallecido Umberto Eco nos transporta en El nombre de la rosa.

 


La segunda mirada nos transporta a la imaginada biblioteca, semejante a un infinito universo, que el bibliófilo Jorge Luís Borges recrea en su relato La biblioteca de Babel. 


La última mirada, más reciente cronológicamente, nos lleva al lejano Japón del íntimo y personal, el habitual candidato al Nobel Haruki Murakami. Se trata de la Biblioteca conmemorativa Komura de su novela Kafka en la orilla.



Orlando di Lasso es uno de los más importantes compositores europeos de la última etapa renacentista. Utilizó el estilo polifónico característico de la música sacra de la época y la nueva música profana que se desarrolló en Alemania, Francia Italia. Llegó a publicar más de dos mil composiciones, lo que nos revela su importancia, dada la reciente creación de la imprenta.



Nació en Mons, en la actual Bélgica. Durante su infancia se cuenta que llegaron a secuestrarlo en tres ocasiones, debido a la belleza de su voz. A los doce años entró al servicio del virrey de Sicilia. Permaneció en Italia una década trabajando en MilánNápoles Roma. En 1556 fue contratado en Munich por Alberto V, duque de Baviera. Muerto el duque, continuó vinculado a su sucesor. 
Su obra profana incluye chansons francesas, lieder alemanes y madrigales italianos.




Matona mia cara es un madrigal con una letra vanal e intrascendente, con imágenes y comparaciones de tipo popular, algunas procaces, pero tratadas con el más puro estilo polifónico del autor y de la época.



La primera versión, en la versión original para coro mixto a cuatro voces, está interpretada por la agrupación Kammerkoret Viva en Budapest el año 2009.


La segunda, espectacular, magnífica, expresiva y limpia está interpretada por el cuarteto The New York Polyphony. Además de ser un placer escucharles, la visión de la grabación nos transmite la complicidad y coordinación existente entre los cantantes y permite comprobar el tratamiento polifónico en las mismas respiraciones (a veces al unísono, otras no), las miradas y cómo coordinan los ataques a la melodía.



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Tres miradas a una biblioteca y una doble canción renacentista

"Siempre imaginé que el paraíso será algún tipo de biblioteca" (Borges). 
A los que nos gustan los libros, los que sean, siempre hemos tenido la ilusión de perdernos en una biblioteca, o quizá en una librería, y rastrear, seguir, indagar, dejarnos sorprender o evocar aquellos títulos, temas, autores, épocas o estilos que hemos querido, o no, leer. 
Después de dedicar una entrada a los libros bajo el punto de vista de los niños en ¡Un libro! ¿Se lo contamos a los mayores?, esta vez nos centraremos en las bibliotecas.
La primera mirada no se fija estrictamente en una biblioteca, sino el medieval Scriptorium al que Umberto Eco nos transporta en El nombre de la rosa.



La segunda mirada nos transporta a la imaginada biblioteca, semejante a un infinito universo, que el bibliófilo Jorge Luís Borges recrea en el cuento homónimo La biblioteca de Babel. 



La última mirada, mas reciente cronológicamente, nos lleva al lejano Japón del íntimo y personal, el habitual candidato al Nobel Haruki Murakami. Se trata de la Biblioteca conmemorativa Komura de su novela Kafka en la orilla.



Orlando di Lasso es uno de los más importantes compositores europeos de la última etapa renacentista. Utilizó el estilo polifónico característico de la música sacra de la época y la nueva música profana que se desarrolló en Alemania, Francia e Italia. Llegó a publicar más de dos mil composiciones, lo que nos revela su importancia, dada la reciente creación de la imprenta.
Nación en Mons, en la actual Bélgica. Durante su infancia se cuenta que llegaron a secuestrar en tres ocasiones, debido a la belleza de su voz. A los doce años entró al servicio del virrey de Sicilia. Permaneció en Italia una década trabajando en Milán, Nápoles y Roma. En 1556 fue contratado en Munich por Alberto V, duque de Baviera. Muerto el duque, continuó vinculado a su sucesor. 
Su obra profana incluye chansons francesas, lieder alemanes y madrigales italianos.
Matona mia cara es un madrigal con una letra vanal e intrascendente, con imágenes y comparaciones de tipo popular.

La primera versión, en la versión original para coro mixto a cuatro voces, está interpretada por la agrupación rumana Corul Regal.


La segunda, magnífica, expresiva y limpia está interpretada por el cuarteto The New York Polyphony. Además de ser un placer escucharles, la visión de la grabación nos transmite la complicidad y coordinación existente entre los cantantes y permite comprobar el tratamiento polifónico en las mismas respiraciones (a veces al unísono, otras no), las miradas y cómo coordinan los ataques a la melodía.



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