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Esta obra es un ¡escándalo!

A lo largo del tiempo algunas obras de arte han tenido dificultades para ver la luz del público, siendo perseguidas o prohibidas por diversas razones. Los primeros casos de censura de obras literarias se remontan a las antiguas Grecia y Roma donde el poder, sobre todo de algunos emperadores, controlaba la difusión de ideas que pudieran oponerse a las dominantes. Más adelante se creó el Índice de libros prohibidos, un mecanismo creado por la Inquisición en el que se incluían obras que iban contra la doctrina. A partir de esta situación, se han multiplicado en distintos regímenes y sistemas de gobierno las instituciones que determinaban la censura de libros y otros tipos de obras de arte como películas.
Temas como la ideología, la identidad racial, la religión o la sexualidad han sido los más señalados como censurables en estos distintos gobiernos. 
Pero en otras ocasiones no ha sido solo esta censura, cada vez más extendida en la actualidad en muchos países, la que ha suscitado el rechazo. Leer, ver una película, escuchar una obra musical o apreciar un cuadro o una escultura nos sirven para afirmar nuestros juicios o a confrontar puntos de vista e ideas diferentes a los nuestros que nos ayudan a desarrollar nuestro pensamiento crítico.
De esta forma, hay una serie de obras de arte que causaron grandes escándalos en su momento, no por las razones de censura antedichas, sino porque supusieron la aparición de un pensamiento muy avanzado para su época, por una estructura formal divergente con las predominantes o porque no se amoldaban a las ideas y gustos sociales convencionales en el momento de su aparición.
Muchas de las obras que causaron algún tipo de escándalo en su momento no han pasado el filtro del tiempo y han quedado relegados al olvido, por lo que su fuerza consistió más en el escándalo que provocaron que por su valor intrínseco. 
En esta publicación no voy a tratar de obras que fueron prohibidas por razones de sexualidad, ideología o religión, sino de libros y músicas que en su tiempo causaron escándalos en sus estrenos y actualmente son reconocidas como obras importantes y admitidas en los circulitos literarios y musicales gracias a su valor. Son muchas las obras que cumplen estas condiciones, por lo que en esta publicación me centraré en cuatro de ellas. Quizás en otro momento vengan algunas más.
Te propongo acercarte a libros y obras musicales que en su momento causaron algún tipo de escándalo y hoy tienen una aceptación como obras maestras. Nos acompañan obras de Zweig, Stravinsky, Flaubert, Schönberg, Joyce, Fernando Argenta y Alex Ross. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!  


Antes de comenzar con la primera obra que causó escándalo te invito a fijar la mirada en un tiempo convulso, tanto quizás como el momento en que vivimos, los primeros años del pasado siglo XX. Dos de las obras que causaron escándalo vieron la luz en 1913, mientras que otra lo hizo unos años más tarde y la primera de ellas en el tiempo fue una suerte de precursora de lo que ocurriría con las siguientes años más tardes.
Este ambiente de cambio del tiempo de los grandes imperios europeos con sus colonias que se resistían a desaparecer, iba en paralelo con la cultura. Algunos jóvenes buscaban autores y obras nuevos que mostraran el tiempo del presente y del futuro, alejado de las obras que perpetuaban el mundo que estaba tocando a su fin y que pertenecían a sus antecesores.
En este sentido, uno de los autores más importantes de aquella época -y quizás demasiado olvidado actualmente- nos dejó uno de los más grandes retratos de su tiempo. En Die Welt von Gestern (El mundo de ayer), Stefan Zweig echa su mirada atrás para ofrecernos uno de los más certeros y conmovedores testimonios de ese tiempo.
Desarraigado, exiliado en Petrópolis (Brasil), donde acabaría con su vida en ese mismo 1942, Zweig nos muestra el inmenso caleidoscopio de un imperio y un mundo que estaban llegando, irremisiblemente, a su fin en el que propia vida corre en paralelo con la de ese mundo.

Edificio de la Secesión de Viena en una postal de 1901
El texto que he seleccionado se refiere a esa búsqueda constante que su generación hacía del pensamiento y las obras nuevos que reflejaran un mundo distinto del de sus padres, en el que ellos se sintieran protagonistas. Centra su reflexión en ese olfato y el instinto que les hacían buscar autores que rompían los moldes establecidos con unas obras nuevas y frescas.


El año 1913 está repleto de escándalos musicales y refleja ese tiempo que nos acaba de mostrar Zweig, estando el propio escritor presente como acabas de leer en alguno de ellos como el primero que nos acompaña.
El último día de marzo se celebró en la sala del Musikverein de Viena un concierto que acabó en un escándalo tal que hubo peleas entre el público, no pudo finalizar y algunos de sus protagonistas acabaron en pleitos ante el juez.
En esa velada se interpretaban algunas piezas relacionadas con el incipiente dodecafonismo y atonalismo de Arnold Schönberg y algunos de sus discípulos, combinadas con obras de diversos autores de comienzos del siglo. La mezcla de piezas que se basaba en el estilo que promovía esa escala musical a cargo de Schönberg, Berg o Webern provocó el alboroto entre adeptos y adversarios tan furibundos en ambos bandos.


En su monumental obra El ruido eterno. Escuchar al siglo XX a través de su música, Alex Ross nos recrea cómo se desarrolló aquella sesión que fue conocida como Skandalkonzert (Concierto escándalo) por, entre otros, el diario Die Zelt. ¿Piensas que tiene alguna relación con nuestro tiempo?

Antes de que llegaran los altercados del público con la canción de Alban Berg, se había interpretado la Kammersymphonie (Sinfonía de cámara), nº 1, Op. 9 de Arnold Schönberg, el creador y aglutinador del dodecafonismo. 

Caricatura del Skandalkonzert publicada el 6 de abril de 1913 en el diario Die Zelt
Te acompaña el quinto y último movimiento, Recapitulación y Final en una versión de la Berlin Philharmonic Orchestra dirigida por Giuseppe Sinopoli para un disco de la Deutsche Grammophon GmbH, editado en 1982 en Berlín.


En el fondo, estos movimientos que provocaban escándalos con nuevas obras tanto musicales como literarias o de cualquier otro tipo de artes había tenido su inicio medio siglo antes. 
Entre el 1 de octubre y el 15 de diciembre de 1856 aparecieron en La Revue de Paris los fascículos de Madame Bovary: Moeurs de province (Costumbres de provincias). Alejada de la capital y sus costumbres cosmopolitas, el desarrollo en una localidad de provincias provocó que en enero el fiscal Ernest Picard citara a su autor para que rebajara el contenido de las escenas sexuales antes de editar el libro, ya que publicar era un ejercicio que debía favorecer los buenos usos y la moral. Gustave Flaubert se negó a que la ley marcara el comportamiento de su personaje y fue llevado a juicio por ofender las costumbres morales y religiosas de la sociedad.


Su abogado, Jules Senard arguyó que la novela no ensalzaba el adulterio, sino que lo ponía en escena para sacar a relucir qué mostraba y qué decía de la sociedad. También planteaba si se puede juzgar al arte y a los personajes de una novela. El fiscal esgrimió la idea del crimen ideológico y del daño que las letras podían hacer a la moral.
Finalmente, los jueces desestimaron el caso y aceptaron la publicación del libro, consideran que, si bien algunas escenas podían provocar escándalos, la novela no era obscena ni corrupta. Algunos estudios apuntan que fueron las presiones de Napoleón III las que inclinaron la balanza a favor de la novela, ya que no quería arriesgar que tuviera problemas en las siguientes elecciones.

Portada de la primera edición de Madame Bovary (1857)
De todas formas, lo que escandalizó al fiscal, una mujer que luchaba por su pasión, sus anhelos y deseos frente a la insatisfacción y la rutina de la vida de provincias, fue lo que ha convertido esta obra en un clásico: Sacar a la luz la realidad en la que vivían las mujeres a las que se les otorgaban menos capacidad a sus deseos, sueños y ambiciones que a los hombres, para lograr que esta obra fuese uno de los primeros pasos para su liberación.


De nuevo te invito a volver a 1913, en esta ocasión dos meses más tarde, el 29 de mayo en el Théatre des Champs - Élysées de París durante el estreno del ballet La Consagración de la Primavera de Igor Stravinsky con coreografía de Nijinsky y los Ballets Rusos de Diaghilev. El escándalo fue aún mayor que el del Musikverein de Viena y ha pasado a formar parte de la historia de la música.
Te sugiero que busques un momento para acercarte a conocer cómo se desarrolló con todo lujo de detalles en la publicación que realicé con motivo del cincuentenario del fallecimiento del compositor en 50 años de la muerte de Stravinsky: La consagración.

Vestuario original de Nicolás Roerich para La consagración de la primavera (1913)
Uno de los divulgadores que nos ayudó a muchos a acercarnos a este fascinante mundo de la música clásica, Fernando Argenta, nos acerca a la figura de Igor Stravinsky y el papel que desarrolló en la música del siglo XX con su libro Pequeña historia de la música.


Para mostrar el escándalo que supuso este ballet sirvan estos dos argumentos: La consagración de la primavera es una obra que ha pasado a formar parte del repertorio habitual en los grandes escenarios sin que suponga ningún tipo de escándalo. Además, se suele interpretar también en versión orquestal, por lo que no se aprecia la fuerza violenta y el primitivismo que el autor mostraba en su obra.

Decorado de Nicolás Roerich para el estreno de La consagración de la primavera 
El vídeo que te acompaña es una recreación del Joffrey Ballet de la coreografía original de Vaslav Nijinsky. Se trata de la última escena, la del sacrificio de la joven, la Danse sacrale, en que la muchacha elegida baila hasta caer muerta. La estructura de la música y los movimientos primitivos, brutales y tan alejados de los ballets de su época nos acercan al tiempo en que se estrenó la obra.  


El último texto que viene en esta publicación sobre obras que causaron escándalos en su estreno corresponde a unos años más tarde. 
En 1920, dos años antes de publicarse como novela, The Little Review, una revista estadounidense publicó algunos pasajes del Ulysses de James Joyce. Algunos lectores se ofendieron por algunos pasajes que consideraban obscenos, por lo que acabaron llevando la obra a un juicio que finalizó con una multa a la editorial, la orden de no publicar el libro en Estados Unidos ni el Reino Unido. La propietaria de Shakespeare and Co. en París, Sylvia Beach se hizo cargo de publicar la novela en 1922, pero ésta no fue distribuida en el país norteamericano hasta 1934, tras un nuevo juicio que anuló la sentencia anterior. Hasta entonces, todas las copias que detectaban entrando en el país era requisadas y quemadas por el Servicio Postal norteamericano.
El Ulysses es un libro complejo, plagado de símbolos en el que Joyce no deja indemne a las instituciones de su país como la Iglesia y el Estado a través de una recomposición y reformulación de la Odisea. El libro relata la vida de Leopold Blomm, su esposa Molly y el joven Stephen Dedalus en Dublín durante un día, el jueves 4 de junio de 1904.


La complejidad de la novela proviene de su extensión, de la enorme cantidad de referencias, símbolos, elementos y recursos literarios que transitan por el libro. El propio autor llegó a escribir a uno de sus amigos: 

«En vista del enorme volumen y de la más que enorme complejidad de mi maldita novela-monstruo es mejor mandar... una especie de resumen-clave-esqueleto-esquema (para uso doméstico solamente)...»

Cada capítulo hace referencia a una hora, un color, personajes de la Odisea, un tipo de técnica de escritura, una ciencia o arte, un sentido, un órgano y un símbolo. Con estos elementos, tanto la complejidad como la belleza e interés del texto están garantizados. Hace muchos años lo leí -con una perspectiva diferente a cómo lo haría ahora- en la versión  traducida y comentada de José María Valverde.
Para finalizar esta publicación sobre obras que causaron escándalo en su estreno o publicación te acerco a algunos extractos del capítulo 7, que transcurre de 12 a 1 del mediodía. Se desarrolla en el edificio del periódico Freeman's Journal and National Press y desarrolla el relato en forma de epígrafes que imitan titulares de prensa, algunos de ellos tomados de números de la época de la citada revista. 


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Bibliografía y webgrafía consultadas: