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En el principio no existía el nombre, la llamaremos...

Damos por hecho todo aquello que está consolidado, lo que ha conseguido tener una forma concreta, aquello que sigue unas reglas que se han establecido a lo largo del tiempo y es aceptado tal como permanece. 
Pero el comienzo de todo arte, ciencia, deporte, programa o cualquier relación ha estado marcado por unos inicios que han tardado en afianzarse, a veces incluso no ha llegado a adoptar una forma definitiva o no ha sido aceptado.
En esta entrada traigo una mirada a los primeros, balbuceantes pasos de una de las artes más completas que aglutinan la música, el canto, la poesía, las artes plásticas y, en ocasiones incluso, la danza.



Siempre me ha llamado la atención que un género musical tan consolidado e importante como la ópera tenga precisamente ese nombre. Ópera significa literalmente, ya lo sabemos, obra. Qué poca preocupación por el nombre para un estilo musical que apareció como una forma de expresión estilizada y refinada a finales del siglo XVII.

Hace unos meses, en mi escucha impenitente de Radio Clásica de RNE, tuve un sorprendente encuentro oyendo una entrevista con la polifacética e interesante personalidad de Laia Falcón
La soprano, doctora en sociología y en comunicación audiovisual presentaba su libro La ópera. Voz, emoción y personaje. Una delicia para los amantes de este género musical. 

Para el texto de este post, no me resisto a compartir las palabras con las que evoca los preparativos de la primera representación que se llevó a cabo.



Después de varias experiencias a cargo de distintos autores, en 1607 Claudio Monteverdi estrenó la que está considerada como primera ópera, el primer drama musical de la historia, en colaboración con Alessandro Stringgio, autor del texto. Más completa que las obras que se hicieron hasta ese momento, presenta la mayor evolución del género. Monteverdi logró transmitir las emociones de los discursos de los actores cantantes a través del uso de las inflexiones de la voz, logrando alcanzar un lenguaje con una gran libertad armónica. La orquesta no sólo acompañaba a los cantantes, ya que también ayudaba a crear los ambientes de las distintas escenas.





La música no podía se otra que la que inicia la opera prima del género. Una versión de L'Orfeo, Fávola in música, de Claudio Monteverdi con Jordi Savall y Le Concert des Nations y la Capella Reial ofrecieron esta versión con evocaciones primigenias en el Teatre del Liceu de Barcelona en 2002. 


Si tienes tiempo y ganas, aquí puedes disfrutar la versión completa.


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1 comentario:

  1. Buenas!
    Te he nominado a los Liebster Adwards, para saber que es, mira en esta entrada:
    http://seguridadymantenimiento.blogspot.com.es/2016/07/el-blog-ha-sido-nominado-liebster-award_4.html

    Muchas gracias!!

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