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Cuando llega el verano

Como todos los años, con puntualidad astronómica en estos días llega el verano, aunque su presencia se ha hecho notar en algunos aspectos, mientras en otros, aún está por llegar.
Con la llegada del verano volvemos a tener las sensaciones que lo acompañan: La presencia destacada del sol con el calor que lo acompaña, los días largos seguidos de unos atardeceres que se nos antojan interminables en los que el sol cae muy poco a poco, la llegada de noches en que buscamos la tranquilidad y el fresco, pese a que en algunas sea complicado conciliar el sueño por el calor, los momentos y situaciones para hablar con tranquilidad, salir a la calle o festejar. Todo en un año que nunca habíamos imaginado y no sabemos aún cómo continuará, ni qué cambios traerá a nuestras costumbres estivales.
Así, en esta publicación tendremos la oportunidad de presenciar un homenaje al sol, seguir una comparación entre un día de verano y la persona amada, asistir a las sensaciones que las llegada de la tarde puede provocarnos, sentir la presencia de las noches de verano, además de recibir, como hace siglos la llegada del verano en su momento tradicional.
Te propongo un paseo alrededor de obras que nos acercan al verano y las sensaciones que nos provocan elementos como el sol, los atardeceres o las noches estivales. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!



Si pensamos en las estaciones, o para ser más concretos, las cuatro estaciones, con seguridad, lo primero que nos viene a la mente es la obra de Vivaldi, una de las más conocidas del repertorio de la música clásica. ¿Quién no ha escuchado o, al menos oído hablar de esas Cuatro estaciones de Antonio Vivaldi? A este blog las hemos traído en la temporada pasada en la relación que tienen con los versos en los que el compositor italiano se basó para imaginarlas y llevarlas al pentagrama.
Pero hay más obras que nos acercan a las estaciones y a las que estamos dedicando espacio en este blog. Al comienzo de la extraña primavera que hemos tenido, pusimos nuestra mirada en Die Jahreszeiten (Las Estaciones), el oratorio profano que Haydn compuso tras el éxito que supuso Die Schöpfung (La Creación).
El mismo libretista de La Creación, el barón Van Swieten, propuso a Haydn adaptar la obra de James Thomson. Van Swieten, bibliotecario imperial de Viena y músico aficionado -había compuesto varias sinfonías- adaptó la obra del poeta escocés a partir de una traducción al alemán que se publicó en Hamburgo medio siglo antes. A este texto tuvo la idea de añadir tres personajes Simon, Lukas y Hanne que simplemente se limitan a expresar sentimientos o describir los paisajes que modifican el cambio de las estaciones, además de incluir textos de otros poetas como Gottfried August Bürge y Christian Felix Weisse.



Con unos setenta años de edad el barón tenía cierta influencia en los círculos artísticos y científicos de la alta sociedad en que se movía, aunque el libreto fue criticado, primero por el compositor y más adelante por los oyentes por su ingenuidad en la evocación de la vida rural y su falta de sentido poético. En Inglaterra los aficionados, que conocían la obra de Thomson, no recibieron de buen grado la obra.
Aún así, Las Estaciones es una obra donde la música de Haydn supera la debilidad del libreto y se eleva sobre él.
Tras varios años que duró la composición, el estreno tuvo lugar en 1801 cuando el compositor contaba ya con 69 años.
Dividida, como es lógico en cuatro partes, la segunda está dedicada a Der Sommer (El verano). Nos acompaña con el nº 11 de la partitura, un trío con los personajes mencionados y la intervención del coro con que se ofrece un himno al sol, el astro que se convierte en el indiscutible rey del verano tanto por su fuerza como por su luminosa presencia durante tantas horas cada día.


La interpretación de este trío Heil! O Sonn Heil! corresponde al Rundfunkchor Berlin y la Berliner Philharmoniker con la soprano Christiane Oelze (Hanne), el tenor John Mark Ainsley (Lukas) y el barítono Thomas Quasthoff (Simon), quien nos muestra que para cantar bien sólo se necesita tener una buena voz y formación. La grabación fue realizada en el Berliner Philharmoniker's Digital Concert Hall en 2009 con la dirección de Sir Simon Rattle.



La segunda mirada que nos acerca a la llegada del verano procede de uno de los grandes escritores de todos los tiempos: William Shakespeare
No se trata de ningún texto dramático, sino uno de los 154 sonetos que se conservan del escritor inglés, concretamente el Soneto XVIII en el que compara a la amada con un día de verano y que refleja de modo claro el estilo del dramaturgo más grande en lengua inglesa.
Estos sonetos no utilizan la distribución ni la rima de Petrarca que tanto se utilizó en nuestro país, sino que se forman por tres cuartetos con rima independiente y un pareado adicional: ABAB CDCD EFEF GG.





Es complicado traducir a nuestro idioma este tipo de poemas intentando reflejar la métrica y la rima, pero el resultado final, independientemente de estos tiene el valor y el encanto que sabemos apreciar en la obra de Shakespeare.

Nils Lindberg puso música a este soneto en 1933 para coro mixto a capella. En el enlace, nos acercamos a la comparación de un día de verano que Shakespeare escribió con el Gemma Choir de Budapest en una actuación dentro del 46º Certamen Coral de Tolosa celebrado en la ciudad guipuzcoana en 2014.



Otro gran escritor, en este caso francés y del siglo XIX, un gigante de las letras que ocupó una gran parte de la literatura de su siglo, Victor Hugo, también dedicó unos versos a evocar, no ya el verano, sino sus tardes. 
Hugo se centra en esos días en que disponemos de más tiempo libre y dejamos correr las horas que van de la tarde al crepúsculo, en esos atardeceres que van dando paso a la noche muy poco a poco, como deteniendo el tiempo. Así, la tarde se fija en sus palabras con la evocación de los lentos atardeceres de los comienzos de cada verano.


Amigo de Alban Berg, y ambos discípulos de Arnold Schönberg, Anton Webern fue uno de los compositores que formaron la que se denominó Neue Wiener Schule (Nueva o Segunda Escuela de Viena) en la que desarrollaron las bases teóricas del atonalismo y dodecafonismo.
Entre 1091 y 1904 compuso Acht frühe Lieder (Ocho canciones de juventud), en la que puso música a poemas de distintos autores. En el lied nº 5, Sommerabend (Tarde de verano) puso música a un poema de Wilhelm Weigand, una obra en la que también se fija la mirada en la tarde, aunque en esta ocasión anhelando que sea la noche y la oscuridad las que la sustituyan.



La interpretación corresponde a un disco de Orfeo con la interpretación vocal de la mezzo-soprano Ursula Hesse y acompañada al piano de Aglaia Bätznet



Y tras las tardes de verano llegan las noches, el momento en que el calor cede y se busca el fresco en el exterior, un tiempo que hemos ido construyendo con una mezcla de relaciones sociales, tertulias, salidas y descanso.
Octavio Paz, el Premio Nobel mexicano nos acerca a las noches de estío con un poema extraído de Libertad bajo palabra y recogido también en la antología Obra poética: Noche de veranoAquí la noche trasciende al fuego y al juego del amor



Y tras la noche, comienza un nuevo día, una mañana que volverá a repetir el mismo proceso diario durante el verano, aunque con la certeza de que cada día es distinto.
Finalizamos con lo que podría ser el principio, una mañana especial que marca el inicio del verano, la mañana del día de San Juan. Mucho se ha escrito y cantado sobre esta jornada y muchas fiestas y celebraciones se llevan a cabo en nuestra cultura.
Violinista, director de orquesta y compositor, la figura de Eduard Toldrá desarrolló una vida marcada por la música en la Cataluña de la primera parte del siglo XX, siendo quizás el máximo exponente del Noucentisme catalán y de la dirección orquestal en nuestro país.
Edvard Munch, Noche de verano en la playa (1901)
En su delicioso y delicado ciclo Seis canciones sobre textos clásicos, compuesta entre 1940 y 1941, Toldrá pone música a poemas de Garcilaso, Lope de Vega o Quevedo entre otros. Estrenado en 1941 en el Palau de la Música Catalana, la tercera de ellas pone música al conocido poema anónimo castellano Mañanita de San Juan.
La interpretación corresponde a la mezzo-soprano Juana Monsalve, doctora en Artes Musicales y profesora de canto y pedagogía vocal en The University of North Texas, donde grabó esta Mañanita de San Juan acompañada al piano por Chenshayang Huang.



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Bibliografía y webgrafía consultadas:
  • www.kareol.es: Letras y traducciones de óperas y música vocal.

2 comentarios:

  1. Es cierto, en verano, sucede toda la armonía y la calma de los atardeceres. Los atardeceres de Andalucía son especiales para mí. Ansío volver...

    Me ha gustado tu post.

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    1. Esos largos atardeceres son increíbles. Para no dejar de sentirlos. Un abrazo :-)

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