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Un encuentro entre dos genios: Beethoven y Goethe

Actualmente es fácil el encuentro entre creadores, artistas, literatos o personas que expresan su pensamiento y su concepción del mundo y la cultura que viven a través de sus obras.
En algunas ocasiones el hecho de conocerse personalmente ha desembocado en un acercamiento que ha propiciado una colaboración y la aparición de algunas obras frutos de ese encuentro de ideas, estilos y pensamientos.
En determinados casos ese conocimiento mutuo ha propiciado un desencuentro una situación en la que han influido más los puntos divergentes que los convergentes. Bien puede haber sido por sus personalidades, por el concepto vital que los mueve o por la propia concepción de su obra para servir a la concepción de la sociedad y el momentos histórico en que se desenvuelven.
De ambos casos podemos encontrar o recordar ejemplos concretos dentro del mundo de la música, la literatura, la pintura e incluso la política.
Mas en otros momentos este acercamiento apenas si era posible. Lugares de residencia lejanos, la correspondencia como único elemento de comunicación personal e incluso el desconocimiento del otro en ocasiones, impedía que estos encuentros se realizaran.
Aprovechando la celebración del doscientos cincuenta aniversario del nacimiento de Beethoven, rememoramos los encuentros que hubo entre el gran compositor y Johann Wolfgang von Goethe.
Te propongo acercarte a uno de esos casos en que se encontraron dos genios de su época como y cómo se desarrolló esta relación. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!



Por alguna razón, siempre había tenido desde hace años la idea de que entre Beethoven y Goethe había existido una relación larga y continuada, pero que el conocimiento, especialmente de Beethoven, ha ido poniendo en su lugar.
No hay constancia de que hubiera más encuentros que los celebrados en el mes de julio de 1812 en que se vieron en varias ocasiones en la ciudad de Toeplitz, Töplitz o Teplice, según esté escrito en uno u otro idioma o la versión que utilicemos. Se trata de una ciudad balneario situada en la república checa y a la que acudían la nobleza y burguesía centroeuropea, con toda la suerte de advenedizos, amantes y servidores que solían acompañarles.
Aquí recaló Beethoven a lo largo de varios veranos con la idea de tomar las aguas termales que tanto necesitaba su precaria salud. 
Beethoven adoraba a un escritor que, más de veinte años mayor que él, había ocupado su mente desde adolescente, un autor al que consideraba el más grande de su tiempo y al que intentó conocer personalmente en diversas ocasiones, de modo especial a través de una amiga común, Bettina Brentano, que intentó en varias ocasiones el acercamiento hacia Goethe de parte de Beethoven
Así, en el verano de 1812 se encontraron ambos autores en la ciudad de las aguas termales, aunque sin la presencia de Bettina.
En la biografía Ludwig van Beethoven de Jean y Brigitte Massim, los autores recuerdan, entre los detalles de una cuidada biografía, los momentos en que se produjeron los encuentros entre Goethe y Beethoven.

Amante desde pequeño de la obra de Goethe, Beethoven utilizó varios de sus poemas para ponerles música. En su Opus 52 publicó ocho lieder con acompañamiento de piano en 1805, aunque seguramente compuestos entre 1790 y 1792 en sus años juveniles en su Bonn natal. En esta obra Beethoven utilizó poemas de Claudius, Sofía Mereau, Veltzen, Goethe, Bürger y Lessing. Los nº 4 Maigesang (Canto de mayo) y nº 7 Marmotte (Marmota) son los que corresponden a textos de Goethe.
Marmotte utiliza un estribillo en francés de una canción saboyana: "Avecque si, avecque la, avecque sa marmotte". La crítica de la prensa no acogió bien este lied, siendo el Allgemeine Musikalische Zeitung bastante duro con la composición de un Beethoven que llevaba pocos años en Viena.
Se trata de un lied breve donde lo más interesante de la letra es lo que omite. El poema está cantado quizás por un cómico con organillo que viaja con una marmota. Al repetir en el estribillo "con la marmota" quiere que entendamos "y con nadie más", mostrando su soledad de trotamundos, que el compositor refleja con una tonalidad menor y el lento acompañamiento con los arpegios del piano.
La interpretación corresponde al barítono Roderick Williams acompañado al piano por Iain Burnside.



De este encuentro entre Goethe y Beethoven la información que existe se debe en su mayor parte a Bettina Brentano, amiga de Beethoven desde hacía unos años y que en aquel momento estaba casada con Achim von Arnim. Además, los Brentano frecuentaban la amistad de Goethe desde que ella era pequeña, por lo que sirvió en determinados momentos como intermediaria entre un deseoso Beethoven de cultivar la amistad de un, hasta entonces, inaccesible Goethe.
En 1835, Bettina publicó tras la muerte del poeta su correspondencia con él con el título de Correspondencia de Goethe con una niña. También dio a conocer su correspondencia y conversaciones con Beethoven que, aunque sea una gran fuente para conocer los pensamientos del compositor, en algunos casos se basan en la memoria y el recuerdo y fueron escritas muchos años más tarde.



Es el caso del texto que nos acompaña, que no se tiene la certeza de si es una carta real, una copia que hizo o una composición de ella a partir de recuerdos o una carta desaparecida.
En ella se narra la anécdota más conocida del paseo que dieron ambos artistas y de cuyo desarrollo fue el propio Beethoven quien se encargó de darlo a conocer en diversas ocasiones.
La carta continúa hablando de la relación amistosa entre Beethoven y Bettina, sin mayor importancia para esta publicación.




En 1814 se reunieron los mandatarios europeos para participar en el Congreso de Viena para restaurar el orden tras la época napoleónica. En esta situación, Beethoven compuso, basado en dos poemas de Goethe, Meeresstille und lückliche Fahrt (Mar en calma y Viaje feliz) es un doble lied para coro y orquesta que se estrenó el día de Navidad de 1815 en un concierto a beneficio del Fondo del Hospital junto con otras obras. 
Beethoven dedicó y envió la partitura a Goethe tras su publicación en 1822, quien anotó en su agenda el 21 de mayo que los había recibido, aunque nunca envió una respuesta de agradecimiento al compositor, posiblemente por encontrarse gravemente enfermo en aquellos momentos.



El compositor se basó en los poemas Thiefe Stille herrscht im Wasser (Profunda quietud reina en las aguas) y Die Nebel zerreissen (La bruma de disipa) para crear uno de sus más expresivos cantos corales. Meerstille hacía referencia a lo que llamamos "calma chicha" en el sentido más negativo del término, por lo que los primeros acordes se mueven en un lento y vacilante caminar antes de que el coro crezca en una explosión de fuerza que sigue mostrando la calma total. 
El segundo lied enlaza con una escala ascendente que lleva a una atmósfera triunfal con una rápida incursión de las voces y el grito de avistamiento de tierra que se transmite de una a otra voz. Quizás, si tenemos en mente la parte coral de la Novena Sinfonía, encontremos relación en el estilo entre ambas obras.
La interpretación corresponde a la Orchestre Révolutionnaire et Romantique con el Coro Monteverdi de Cambridge bajo la dirección de John Eliot Gardiner.



En Goethe y Beethoven, Romain Rolland, Premio Nobel de Literatura, traza con todo lujo de detalles una biografía paralela que se centra en las relaciones entre estos dos grandes personajes que dominaron el mundo de las letras y la música a lo largo de la primera mitad del siglo XIX.
Después de acercarnos a las obras que el compositor realizó a partir de los textos del escritor, Rolland se centra en la información escrita que ambos autores y quienes les conocieron dejaron sobre la relación entre uno y otro. Cómo no, Bettina Brentano tiene una importancia singular en esta relación.
Es ahora ella quien proporciona el texto en el que recoge la narración que Beethoven le hace sobre la serie de encuentros que tuvieron los dos protagonistas de esta publicación.
Rolland se pregunta qué ha ocurrido, por qué se ven tres días seguidos en una innegable atracción del uno por el otro, luego se ven otro más y después... el silencio. 
Entre dos cartas de Bettina -una de ellas la anterior- la correspondencia de Beethoven a Breitkopf y de Goethe a Zelter, recompone la relación. Goethe se comporta como el Geimrath (consejero privado) que es, mientras Beethoven como un espíritu libre.


Quizás la obra más conocida de Beethoven que se base en un texto de Goethe sea su Op. 84 Egmont, la obra que narra la historia del conde flamenco del mismo nombre, caballero de la Orden del Toisón de Oro y su rivalidad con el Duque de Alba luchando por la desaparición de la Inquisición y la lucha por la indepencencia respecto al imperio español que finalizará con su decapitación.
Aunque el drama de Goethe data de 1788, Beethoven le puso música entre 1809 y 1810 para ser interpretado como música incidental en una representación que se llevó a cabo en Viena el 15 de junio de 1810. 
La obra está formada por diez números musicales:
- La obertura, la pieza más conocida que está presente en los repertorios de Beethoven junto con sus sinfonías.
- Cuatro intermedios.
- Dos melodramas.
- Dos lieder para ser interpretados por Clara.
- La Sinfonía de victoria final.



De esta obra, E.T.A. Hoffmann publicó un artículo en el anteriormente citado Allgemeine Musikalische Zeitung donde escribió: "De todos los compositores, Beethoven era el único capaz de captar la esencia profunda de esta obra a la vez fuerte y delicada." Lejos de querer brillar en la partitura, Hoffmann advierte que quiso subordinarse al drama a través de sus ideas, en este caso como un héroe de la libertad.
La obertura es una pieza descriptiva que sugiere la música lenta y oscura de la tiranía a la que suceden los sonidos heroicos y los acordes brillantes que sugieren la victoria moral sobre esa tiranía.
La interpretación de la Obertura de Egmont corresponde a un concierto celebrado en la Musikwerein de Viena, el mismo escenario de los famosos conciertos de Año Nuevo con la Wiener Philharmoniker bajo la dirección de Christian Thielemann.



Tras la que Rolland denomina primera lección recibida por Goethe en el encuentro que tuvo con Beethoven, continuamos el relato obtenido a partir de las cartas de Bettina y los propios Beethoven y Goethe donde el escritor nos ofrece dos lecciones más.


En un estilo inconfundiblemente beethoveniano, finalizamos esta publicación sobre las relaciones y, de manera especial, el encuentro que hubo entre Beethoven y Goethe con la primera de las arias de Egmont.
Se trata de Die Trommel gerühret (El tambor redobla) interpretado la soprano Katharina Konrady y la Elbphilharmonie Orchester dirigidas por Thomas Hengelbrock pertenecientes a un concierto celebrado en Elbphilharmonie Hamburg en septiembre de 2017.
Ante estos encuentros entre grandes autores, cada uno de nosotros es libre de sacar sus conclusiones a partir de los relatos ofrecidos.



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Bibliografía y webgrafía consultadas: 

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