Si se pierde la honestidad, te resignas y dejas de sentir la falsedad.
Antón Chejóv
La correspondencia epistolar ha demostrado ser una interesante fuente de investigación para conocer detalles sobre personajes ilustres, sus pensamientos, las relaciones que establecen con algunos de sus contemporáneos, sus planes o algunos detalles sobre las obras que llevaron a cabo.
El intercambio de cartas ha desarrollado durante siglos una costumbre que la propia marcha de la vida ha ido arrinconando poco a poco hasta llegar casi a desaparecer. Las prisas, la invención de aparatos como el teléfono, la irrupción de avances tecnológicos, de modo especial con la aparición de internet, el correo electrónico y las redes sociales, han supuesto un punto de inflexión a partir del cual esta correspondencia, tal como se conocía, no tiene sentido.
En distintos espacios de Internet podemos encontrar diversos artículos relacionados con las cualidades que poseen -o deben poseer- las personas cultas y educadas según la apreciación de Chejóv. ¿De dónde surge esa idea? ¿En qué circunstancias y a quién fue dirigida? ¿Cómo es el escrito original en el que aparece?
Te propongo conocer las cualidades que poseen -o deben poseer- las personas cultas según el escritor Antón Chejóv a partir de su escrito original con la compañía de una de las más conocidas óperas de Mozart. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
Antón Pávlovich Chéjov (Анто́н Па́влович Че́хов) falleció víctima de una tuberculosis que arrastraba desde hacía tiempo con cuarenta y cuatro años de edad. Nieto de un siervo que compró su libertad y la de sus cuatro hijos ahorrando cada kópek con un gran esfuerzo, con uno de ellos, su padre que llegó a regentar un modesto comercio y que alternaba su religiosidad y su trabajo en el coro parroquial con un excesivo gusto por el alcohol con un carácter despótico y violento, Chéjov estudió medicina mientras dejaba florecer su pasión por las letras como cuentista, narrador y autor teatral.
Sus primeras publicaciones fueron cuentos breves que aparecieron en revistas satíricas, además de artículos y reportajes con los que colaboró en distintos periódicos, mostrando una especial rapidez en la escritura, hasta tal extremo que ente 1883 y 1885 llegó a escribir, al menos, los 588 cuentos que se le conocen.
Tras licenciarse en medicina, publicó su primera recopilación, Cuentos de Melpómene sin mucho éxito a la que siguió Cuentos abigarrados con los que llegó a llamar la atención de algún escritor que le animó a encauzar su talento con la escritura de obras más serias.
Así, tras los cuentos comenzó otra de sus pasiones, la escritura de obras dramáticas, una pasión, el teatro, que comenzó cuando asistió por vez primera a una representación cuando contaba con trece años, en una época en que este arte venía a significar en Rusia una forma de rebeldía e inmoralidad. Poco a poco fue estrenando obras que se movían entre el realismo y el naturalismo propios de finales del XIX y algunos detalles del simbolismo. La gaviota, Tío Vania, Las tres hermanas o El jardín de los cerezos muestran su pensamiento y su talento con la técnica que llamó "de acción directa" en la lo que ocurre fuera de la escena o lo que se omite tiene más importancia que lo que los personajes y la acción dramática comunican.
Nikolái Chéjov. Retrato de Antón Chéjov (1889) |
En Antón P. Chéjov. Sobre literatura y vida. Cartas, opiniones y pensamientos, Jesús García Gabaldón recoge una gran parte de sus epístolas, así como sus opiniones sobre literatura, la sociedad en que vivía, la vida en general, el teatro, la crítica, el periodismo o los propios escritores, además de algunos pensamientos sobre estos temas y que, extraídos de sus escritos, surgen como auténticos aforismos.
Entre sus cartas nos acercamos a una que Antón dirige a uno de sus hermanos, Nikolái, dos años mayor que él, un pintor de talento que se hallaba inmerso en el alcoholismo y que apenas llegó a vivir treinta y un años. El tono con que se dirige a su hermano, la descripción de sus cualidades y algunas veladas recriminaciones nos dan pautas de la relación que había entre los hermanos y las carencias y necesidades que el escritor veía en él cuando contaba con veintiocho años de edad.
Si Chéjov habla a su hermano y le señala sus virtudes evitando nombrar directamente sus defectos, Mozart adjudica en Die Zauberflöte (La flauta mágica) al personaje de Sarastro, el gran sacerdote, el papel de lograr que Tamino y Pamina encuentren su camino. Independientemente de la multiplicidad de lenguajes y significados, esta obra maestra que se mueve entre el cuento exótico y fantástico, la masonería y los grandes valores de la ilustración, nos presenta un aria con coro en que Sarastro busca para los jóvenes enamorados que encuentren la sabiduría, se fortalezcan en el peligro y alcancen la virtud.
El cantante alemán Kurt Moll, uno de los grandes bajos de las últimas décadas, interpreta O Isis und Osiris (Oh, Isis y Osiris) del Acto II de La flauta mágica de Mozart con subtítulos en castellano.
Aunque hoy en día ha desaparecido este tipo de comunicación por razones obvias, durante muchos años, siglos podríamos decir, la correspondencia epistolar ha sido una fuente constante de comunicación entre muchas personas, entre las que podemos encontrar a escritores, artistas, políticos o pensadores y que, con el paso de los años, ha servido como fuente de investigación y conocimiento de sus pensamientos, sus obras y sus vidas.
Chéjov no fue ajeno a esta situación y mantuvo entre 1879 hasta su fallecimiento en 1904 una correspondencia de alrededor de cuatro mil quinientas cartas con familiares, amigos y escritores que han llegado a ocupar doce volúmenes de entre los treinta que conforman sus obras completas. Además de fuente de intercambio de sentimientos, ideas y situaciones personales, una sociedad como la rusa del siglo XIX en la que se carecía de libertad de prensa, sin una verdadera opinión pública ni vida política y sometida a la censura, la correspondencia particular entre pensadores y la escritura de diarios personales son fundamentales para conocer la vida y el pensamiento de estos autores.
Fotografía de los hermanos Chéjov |
La parte que nos ofrece más interés de la carta de Chéjov a su hermano Nikolái se encuentra al final, ofreciendo el dramaturgo una reflexión sobre las cualidades que, siempre según él, poseen las personas cultas y educadas.
Aquí podemos encontrar un conjunto de atributos que adornan a este tipo de personas y que, más de siglo y medio después de ser escritos, aún pueden servirnos como fuente de reflexión. Podemos estar de acuerdo con ellas o disentir de algunas, pero indudablemente, nos ofrecen un punto a partir del cuál aún podemos hacer crecer nuestro pensamiento y nuestra actitud ante la vida y nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre ellas e incluso realizar un listado similar para nosotros mismos.
Finalizamos esta aproximación a la carta de Chéjov con otro momento de La flauta Mágica, protagonizado también por la figura de Sarastro. De nuevo el personaje se expresa en este lenguaje que le caracteriza cargado de grandes valores que ayudan a la consecución de las grandes cualidades que poseemos todos los seres humanos y, que en determinadas ocasiones dejan de aflorar en nosotros.
En una grabación con una potente carga sentimental para quien escribe esto, ya que fue la primera versión de ópera que conocí de forma íntegra, con el entrañable Lázsló Polgár en el papel de Sarastro, el bajo profundo húngaro interpreta el aria In diesen heil'gen en una producción del Drottningholm Court Theatre de Estocolmo y su orquesta titular dirigido por Arnold Östman en 1989.
Con el deseo de que, si es posible, lleguemos a poseer las cualidades que adornan a las personas nobles o cultas, si es que lo deseamos, no dejemos de recordar estos consejos de Antón Chejóv que son aplicables, con las variaciones que veamos convenientes, a todos y cada unos de nosotros.
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- Antón P. Chéjov. Sobre literatura y vida. Cartas, opiniones y pensamientos, Jesús García Gabaldón. Edición, traducción y prólogo de Jesús García Gabaldón. Ed. Páginas de Espuma, 2019.
Hola, yo lo encuentro subjetivo porque una persona puede callar muchas cosas pero al final se desborda, puede trabajar duro y no hallar el paraíso. En quejarse quizás nadie entienda que el que se queja es porque pide ayuda y no por echar lágrimas a ton y son. Para mi una persona educada no solo respeta a los demás para que no sufran, sino que cuenta sus desdichas y sus dichas pero especialmente las desdichas. Porque no se puede convivir sin ninguna de las dos. Buena entrada.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Keren.
EliminarCoincido contigo. Es totalmente subjetivo y dirigido a su hermano. Se puede leer entre líneas que tiene talento para la pintura, pero se encuentra perdido entre el alcohol y otros vicios que no le dejan crecer. Aún así, siglo y medio después podemos adaptar esos consejos a nuestra situación.
Un fuerte abrazo :-)