Todos los comienzos suponen un reto.
Ponernos en marcha, pasar del reposo a la acción, afrontar el esfuerzo de comenzar un trabajo, un proyecto o una nueva actividad -llamémosle curso, temporada o, simplemente, un nuevo camino-, forman parte de nuestras rutinas y vidas.
Es un esfuerzo que se repite cada día, cada comienzo de semana laboral, cada año, o cada vez que iniciamos una nueva actividad en nuestra peripecia vital: un cambio de estudios, un nuevo trabajo, una nueva relación o un cambio de residencia.
Cada una de estas circunstancias nos aboca cuando llegan a nuestras vidas, sean en el tiempo que sean. Pero hay momentos puntuales en las que suelen suceder. El comienzo del año, el curso o la temporada en nuestra cultura suele ocurrir tras el verano, más que al comienzo del año natural.
Así, regresar del tiempo de estío con vacaciones -quienes las hayan podido disfrutar- o un tiempo más relajado o aletargado por el calor veraniego, suponen un enorme esfuerzo para la mayoría.
Afrontar ese regreso a las rutinas o a nuevos proyectos supone un esfuerzo que podemos comparar con la aventura de iniciar un libro o una obra que conocemos por referencias y en los que queremos adentrarnos.
Te propongo iniciar la temporada que comienza tras el verano con algunos principios de libros y óperas como forma de afrontar la aventura de un nuevo comienzo. Nos acompañan obras de Jostein Gaarder, J. D. Salinger, Ray Bradbury, Mozart, Verdi y Puccini. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
En algún momento de nuestra vida nos hemos planteado una de las cuestiones fundamentales de nuestra existencia: ¿Quién eres?
No tiene por qué ser de una forma tan trascendente, pero con algunas variaciones podemos planteárnosla ante cada nuevo comienzo. Esa misma emoción nos la planteó hace unos años Jostein Gaarder en su obra más conocida, Sofies verden (El mundo de Sofía, 1991), una novela que une varios aspectos como son el de ser una obra juvenil, de iniciación, sobre la historia de la filosofía y también de carácter pedagógico. El subtítulo de esta obra de la que se llegaron a vender alrededor de treinta millones de ejemplares, lo deja claro: Novela sobre la historia de la filosofía.
Con ella, Gaarder consiguió que muchos jóvenes y adultos nos adentráramos en este mundo filosófico con la intención de formar el pensamiento reflexivo a través del proceso de hacer y hacerse preguntas como forma de tener conciencia no sólo de aquello que perciben nuestros sentidos, sino también de relacionar estos estímulos externos con nuevas sugerencias y expectativas.
Así, el comienzo de El mundo de Sofía puede servirnos como marco de referencia para un inicio de temporada o curso como en el que nos encontramos.
En la emoción que experimentamos al acudir a un espectáculo en directo como una representación teatral o una ópera encontramos una relación con este inicio al que estamos dedicando esta publicación. Esa emoción que sentimos mientras esperamos que se abra el telón y comience la obra a la que hemos tenido la voluntad de asistir la relacionamos con la expectativa y la incertidumbre de cómo será la obra que vamos a presenciar. Si la desconocemos, nuestra atención estará puesta en la sorpresa con la que nos vamos a encontrar; si la conocemos, nuestro interés se dividirá en lo que sabemos y la propuesta que esperamos presenciar, sabiendo en ambos casos que el momento que vamos a vivir supone una actuación única e irrepetible.
Las músicas que nos acompañan en este inicio de temporada tienen varias características comunes. Por una parte son también inicios de obras, en esta ocasión, oberturas de óperas, además de tratarse de las más representadas a lo largo de la temporada 2022/2023 según los datos recogidos en la página web de Operabase.
La más representada a lo largo de la citada temporada ha sido La flauta mágica de Wolfgang Amadeus Mozart, una ópera que ha sido representada en este año en, nada menos que 992 ocasiones en las 172 producciones que se han realizado a lo largo de los meses que van de septiembre a agosto en los teatros de ópera de todo nuestro planeta.
Estrenada en Viena el último día de 1791 -poco más de dos meses antes del fallecimiento del compositor-, la partitura fue terminada en julio, salvo los comienzos de los dos actos: la obertura que da inicio a la ópera y la marcha de los sacerdotes que abre la segunda parte de la obra.
En su estreno, la orquesta estaba formada por 35 miembros: la sección de cuerda con 9 violines entre primeros y segundos, 4 violas, 3 violonchelos y 3 contrabajos; percusión con dos timbales, y la sección de viento que estaba formada por parejas de instrumentos (flautas, oboes, clarinetes, fagotes, trompas y trompetas), además de 3 trombones que sólo aparecen en la obertura y las piezas instrumentales relacionadas con Sarastro. Precisamente es este tipo de agrupamiento por el viento el que da nombre a esta configuración orquestal típica del clasicismo: la Orquesta a dos.
Esta obertura está configurada por las tres secciones típicas de la forma sonata: Exposición, desarrollo y reexposición, en la que se mezclan temas solemnes relacionados con la masonería y el número 3, a los que se unen otros de tipo popular.
La versión que nos acompaña pertenece a una representación llevada a cabo en el Royal Opera House en 2003 con la orquesta titular del recinto londinense dirigido por Sir Colin Davis, en la que se van mostrando algunos detalles de la obra antes de abrirse el telón.
Hay ocasiones en las que comenzar nos cuesta un tiempo de adaptación. Cada inicio de temporada es frecuente encontrar reportajes, entrevistas o artículos que nos acercan consejos sobre cómo afrontar ese regreso a las rutinas. Casi, como si fuésemos incapaces de adaptarnos a nuestra realidad habitual.
En este sentido, hay libros que nos muestran una adaptación o inadaptación a ese entorno en el que nos desenvolvemos. Publicada en 1951 por Jerome David Salinger, un autor que buscó durante toda su vida el más estricto anonimato, The catcher in the rye, traducida en sus primeras versiones como El cazador oculto es su única novela.
Publicada en nuestro idioma años más adelante con su título traducido literalmente, El guardián entre el centeno, narra las peripecias con que el protagonista Holden Caulfield se resiste a entrar en el mundo de los adultos, intentando desesperadamente conservar su mundo de la infancia. Su irracional repulsa por las conductas y comportamientos que observa en los adultos y que ve imitados en los adolescentes que le rodean los narra J. D. Salinger desde sus últimas horas en la escuela de la que ha vuelto a ser expulsado hasta su resolución de marcharse a Nueva York.
Nos adentramos en la piel del inadaptado Holden Caulfield para acercarnos a esa resistencia que supone el comenzar de nuevo y adaptarnos a los cambios.
Siguiendo las óperas más representadas durante la temporada, el segundo lugar es La traviata de Giuseppe Verdi, una obra que alcanzó las 796 representaciones en 183 producciones, una obra que ha sido la más representada cada año desde hace más de una década y que en esta ocasión cede ese primer lugar.
Basada en La dama de las camelias de Alejandro Dumas hijo, Verdi utilizó el mismo recurso que el escritor francés para componer su obertura: comenzar musicalmente la historia de Violeta comenzando por el final. De esta forma, la obertura comienza con el tema de la agonía de la protagonista y su débil latido, melancólico y triste y que, poco a poco va dando paso al tema festivo y jovial que muestra la fiesta que se celebra con todos los invitados y que sirve de inicio a la acción. Verdi nos muestra desde el comienzo el triste e irremediable final de Violeta mezclado con la triste alegría de la fiesta vacía, en la que ni la alegría suena alegre y desenfadada.
El enlace pertenece a la inolvidable producción de La traviata estrenada en el Festival de Salzburgo de 2005 con un montaje impactante y celebrado de Willy Decker y la dirección musical de Carlo Rizzi. El escenario, una media luna con tonos azulado sin telón que permanece durante toda la obra aparece con un anciano que representa el paso del tiempo junto a un reloj que marca el límite de ese tiempo y la protagonista, la soprano Anna Netrebko entrando en escena en plena obertura.
Si las primeras obras literarias nos hacían movernos entre la iniciación, con ciertas dosis pedagógicas, y el rechazo al cambio irremediable, con una intención diametralmente opuesta, la siguiente obra nos lleva por otros derroteros.
Desde que a comienzos del siglo XIX comenzaron a escribirse obras que veían un peligro en los avances de una ciencia a la que no se le adivinaban los límites y en el poder sin límites, con obras y personajes como la criatura de Frankenstein y algunos relatos de E. T. A. Hoffmann, comenzó a crecer un nuevo estilo literario que derivó en distintas ramas como las de ciencia ficción -con futuros felices o apocalípticos- o las distopías que ahondan en el peligro de los totalitarismos que coartan las libertades.
En un tiempo en que nos movemos entre la Modernidad líquida que describía y analizaba Zygmunt Bauman y los extremismos populistas que dominan la situación política en muchos países, nuestra siguiente obra es una distopía que podemos calificar como clásica.
Conocemos a Ray Bradbury por sus relatos de misterio dentro de la ciencia ficción como Crónicas marcianas, además de colaborar como guionista en algunas películas como Moby Dick de John Huston.
Su obra Fahrenheit 451 obtuvo mayor popularidad gracias a la versión cinematográfica que François Truffaut estrenó en 1966.
Publicada en 153, Fahrenheit 451 lleva en el título la temperatura a la que arde el papel de los libros, mostrando un futuro distópico y asfixiante en el que el bombero Guy Montag, un estricto, disciplinado y aplicado encargado de quemar los libros prohibidos comienza a dudar sobre su libertad de pensamiento y el precio que ha de pagar con ella.
Sin alarmismos, el tiempo que vivimos está plagado de incertidumbres y amenazas, extremismos, dudas sobre temas que no deberían tenerlas (democracia, lucha por la paz, derechos básicos...), por lo que el inicio de esta novela, con su aparente tranquilidad, puede servirnos para este nuevo comienzo de temporada.
La tercera de las ópera más representadas durante la temporada 22/23 fue La Bohème de Giacomo Puccini. que alcanzó las719 representaciones en sus 146 producciones.
En esta ocasión, la obertura prácticamente no existe, al considerar Puccini que esta obra no necesita ornamentos, yendo directamente a la acción nada más iniciarse la obra.
Es Nochebuena en una buhardilla parisina, en la que el escritor Rodolfo y el pintor Marcello se hallan hambrientos y gélidos frente a una estufa, por lo que el escritor llega a quemar uno de sus escritos para entrar en calor. La obra comienza, no con una obertura, sino con el motivo musical que representará a estos bohemios y que surgirá a lo largo de la ópera una y otra vez entretejido a lo largo de la acción dramática.
Finalizamos esta publicación dedicada a los comienzos de temporada, novelas y óperas con el inicio de La Bohème en una producción dirigida por Gustavo Dudamel y con el tenor Franklin de Lima como Marcelo.
Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
- www.kareol.es: Letras y traducciones de óperas y música vocal.
- Gaarder, Jostein. El mundo de Sofía, Traducción de Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo. Editorial Siruela, 2023.
- Salinger, J. D.. El guardián entre el centeno, traducción de Carmen Criado Fernández. Alianza Editorial, 2010.
- Bradbury, Ray. Fahrenheit 451, traducción de Marcial Souto Tizón, Editorial DeBolsillo, 2021.
- Operabase. Página web con estadísticas de ópera.
Hola, Miguel. Se te echaba de menos por la blogosfera, con tus geniales entradas, espero que hayas descansado en el verano e inicies la temporada con ganas e ilusión. Pues, como dices, los comienzos, los cambios son, a veces, duros. La vuelta a la rutina es frustrante, pero bendita rutina cuando piensas que está se podría ver truncada por una enfermedad o algo peor. Así que bendita rutina.
ResponderEliminarMuy buenas obras las que recomiendas. Como siempre, una maravilla de artículo.
Un fuerte abrazo. 😊
Gracias, Merche.
EliminarDespués de unas semanas, vuelvo a comenzar y retomar de nuevo el blog con ilusión. Como dices, bendita rutina.
Un fuerte abrazo :-)