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Cuando Dickens inventó la Navidad


La Navidad es un tiempo distinto, un tiempo especial que se aleja de las rutinas que dominan nuestras vidas.
Es un tiempo que se remonta a tradiciones de raíz cristiana que ha evolucionado mucho con el paso de los tiempos, desdibujándose y perdiendo su sentido primitivo en poco más de un siglo. A este sentido, se le añade también el de la propia evolución de nuestras vidas personales. La visión, los sentimientos y las percepciones que tenemos desde pequeños evolucionan con la edad, perdiendo esa inocencia y candidez iniciales, que se van transformando con el paso de nuestra propia maduración.
Así, hemos llegado a un punto en que la Navidad tiene un sentido ecléctico en el que confluyen los creyentes y los escépticos, los encuentros familiares, la memoria y el dolor de los ausentes o la evocación de un tiempo pasado.
Quizás, los autores que más han escrito e influido en las celebraciones familiares de la Navidad hayan sido, desde puntos de vista diversos, dos ingleses, Dickens y Chesterton. En el primero de ellos nos centraremos en esta publicación, con apenas algunas escasas referencias del segundo.
Te propongo adentrarte en textos relacionados con la Navidad con obras poco conocidas de Charles Dickens, el autor que más tenemos asociado con esta época. Nos acompaña música de Tchaikovsky y de Navidad. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Pocos escritores están más asociados a la Navidad como Charles Dickens. Gilbert Keith Chesterton, el incansable escritor experto en el arte de la paradoja y creador de personajes como el Padre Brown, -ese inocente sacerdote católico que escondía una enorme capacidad de deducción y que le llevó al éxito gracias a la publicación de sus historias-, fue un gran seguidor del autor de Oliver Twist.
En uno de sus artículos periodísticos, Chesterton llegó a afirmar que «Dickens fue el inventor de la Navidad tal como la conocemos hoy.» Ningún escritor logró reflejar en sus obras el espíritu alegre, jubiloso, melancólico y lírico que nos ofrece este tiempo final del año.
Relatos que iba publicando cada año desde el inicial Christmas Festivities -que más adelante tituló A Christmas Dinner-, hasta obras como la celebérrima e infinitamente adaptada Canción de Navidad, pasando por el episodio Un bienhumorado capítulo navideño que en su primera novela por entregas, Los papeles póstumos del Club Pickwick aparece y da entidad a esta celebración, hacen de Dickens el autor navideño por excelencia.
Una anécdota recoge esta afinidad entre escritor y celebración. El día de su fallecimiento, el 9 de junio de 1870, el crítico y poeta Theodore Watts-Dunton relata que oyó a una niña de un puesto ambulante preguntando «¿Dickens ha muerto? Entonces, ¿Papá Noel también morirá?».
Esta simbiosis entre escritor y celebración hace que el autor de David Copperfield se haya convertido para los ingleses en un elemento más de la Navidad, como las felicitaciones navideñas, el árbol, el acebo o el muérdago.


Después de estas primeras publicaciones en las que Dickens muestra el sentido navideño que le ha dado fama, siguieron cada año unas publicaciones más o menos desarrolladas en cualquiera de los estilos que trabajaba, desde la novela al relato más o menos extenso, pasando por el artículo periodístico y las reflexiones sobre la temática.
No nos vamos a detener en esta publicación en las obras más conocidas, algunas de las cuales han sido tratadas en otras ocasiones, como la citada Canción de Navidad. En prosa. Cuento navideño de espectros, su título original, publicado el 17 de diciembre de 1843 y que vendió cinco mil ejemplares antes de Navidad y que desde entonces no ha dejado de publicarse. Aún hoy se nos presenta inolvidable el relato del avaro Scrooge y los espíritus de las Navidades pasadas, presentes y futuras.
Incluido en el volumen Cuentos de Navidad, el primero de los textos que nos acompaña es una publicación de 1850, un año en que ya era seguido en todos los rincones de las Islas Británicas. La revista Household words (Palabras del Hogar) en la que escribía Dickens publicó ese diciembre un número especial dedicado a la Navidad que incluía A Christmas tree (Un árbol de Navidad), un artículo en el que describía los objetos que pueblan estos árboles y que servían para deleitar los sueños de tantos niños que no tenían muchas distracciones, aparte de mirarlos.
Quizás no muy implantado aún en el Reino Unido, Dickens habla de un juguete alemán, en el que todos los objetos que nombra los convierte en amuletos o talismanes que pueblan los sueños de quienes los admiran.
En la segunda parte, el escritor inglés se desliza por el territorio del recuerdo y la evocación, la memoria de tiempos pasados en los momentos de niñez cargados con sus alegrías y algunos temores.




Con ese principio de globalización que supone la entrada de un elemento de origen germano en la tradición de otros países, parece que fue alrededor de 1829 cuando se comenzó a utilizarse en Inglaterra este elemento que adorna los hogares, lo que propició la publicación de Dickens unos años más tarde.
Una obra que también está ligada a las fechas navideñas, el ballet El Cascanueces de Tchaikovsky no deja de representarse también en estas fechas en los grandes recintos musicales. The Royal Ballet, el cuerpo de baile titular del Royal Opera House londinense tiene la costumbre de representar cada año este ballet, modificando las versiones, puestas en escena y decorados para no hacer repetitiva la misma producción en cada temporada.


De las distintas versiones que se suelen intercalar regularmente hay algunas en las que el vestuario y decorado homenajean a la estética y personajes dickensianos.
En las imágenes que nos acompañan se unen ambos mundos, el universo de Tchaikovsky y el árbol de Navidad importado de Alemania en ese momento mágico en que ante los ojos emocionados de la joven Clara, su padrino Drosselmeyer hace crecer hasta límites inimaginables el árbol familiar.


 La publicación especial de Navidad de aquel año 1850 supuso el inicio y posterior consolidación de una serie de números especiales navideños, distintos de las publicaciones regulares. Poco a poco entre la editorial y, sobre todo, Dickens buscaron que estas ediciones extraordinarias -nunca mejor empleado el término- se convirtiesen en un verdadero árbol de Navidad, una publicación en la que otros escritores colgasen también sus objetos y adornos en forma de relatos, poemas y reflexiones. Por allí pasaron diversos autores, siendo Wilkie Collins uno de sus más estrechos colaboradores, pese a que en algunos escritos no se distinguen si fueron realizados por invitados o por el propio anfitrión. Al menos tuvieron entidad y presencia estos relatos hasta 1867.
El texto que nos acompaña fue publicado en 1851 con el título original de What Christmas is, as we grow older y vertidos a nuestro idioma en diversas traducciones más o menos literales como Lo que es la Navidad a medida que avanzamos en años o la que nos acompaña: La Navidad cuando dejamos de ser niños.


Se trata de unos pensamientos sobre cómo el paso del tiempo afecta a nuestra percepción de la Navidad. Desde la madurez, Dickens reflexiona sobre las celebraciones de la infancia, el tiempo de disfrute de las cosas que iban a ser y nunca fueron o como nos afecta este paso del tiempo. Se trata de un texto que, aunque en algunos momentos toma un cariz sentimentaloide, nos acerca a reflexionar sobre nuestros propios sentimientos y actitudes frente a estas fiestas.


Finalizamos este paseo por la influencia de Charles Dickens en la Navidad con una mirada que nos acerca de nuevo a ese sentido ecléctico de globalización que hace que las ideas, gustos o costumbres se compartan y vayan de un lugar a otro, adaptándose a sus gustos y circunstancias. 
La música que nos sirve de despedida nos muestra como uno de esas canciones de Navidad que asociamos a la cultura anglosajona proviene de tierras lejanas. Se trata de Carol of the Bells, cuyo origen es la canción ucraniana Shchedryk, cuya traducción literal es Abundante y que se basa en una melodía popular infantil. La canción fue compuesta por Mykola Leontovich en 1906, pero no alcanzó su popularidad hasta que en 1936 Peter J. Wilhousky la publicó en inglés en Estados Unidos.


El HTHS Chamber Choir de la Hewitt Trussville High School de Alabama interpreta la versión popularizada en inglés de Carol of the bells.

Sin que llegue a convertirse en una celebración empalagosa, ¡Feliz Navidad!

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Bibliografía y webgrafía consultadas:
  • Dickens, Charles. Cuentos de Navidad, Espasa Libros, ebook, 2017. Traducción de Manuel Ortega y Gasset y C. Axenfeld.

10 comentarios:

  1. Hola Miguel. Una bella reseña sobre unas fechas que nos llaman a la reflexión, en donde no podía faltar la obra de Dickens. Felices fiestas y un fuerte abrazo 🐾

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    1. Gracias, Rosa.
      Que tengáis una felices fiestas en la que no falten unas pinceladas de Dickens.
      Un fuerte abrazo :-)

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  2. ¡Hola Miguel! Curiosamente, el otro día, realicé con mis alumnas de teatro una lectura dramatizada de Cuento de Navidad de Dickens, un resumen, para que no fuera muy pesado el audio-vídeo. Así que tu artículo me ha servido de repaso de este autor. Muy bueno, él y tu artículo. En cuanto a la música, me encanta Carol of the bells, así que he disfrutado de esta música mientras escribía este comentario.
    Te dejo, por si quieres escucharlo, la lectura de mis alumnas (no son profesionales ni tenemos medios, pero bueno, no resultó mal del todo): https://www.youtube.com/watch?v=e-Ek814eD-I&t=2s
    Un abrazo y felices fiestas. :)

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    1. Me alegra que coincidamos en los gustos sobre Dickens y el villancico, Merche.
      Me ha encantado la grabación que habéis hecho de un clásico que me encanta y que suelo recordar cada año. Lástima que lo hayas subido a YouTube Kids, donde no se puede guardar. Lo hacen de maravilla, enhorabuena.
      Un fuerte abrazo :-)

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  3. Hola Miguel,
    Has hecho un trabajo digno del propio Dickens. Tus letras deslumbran como los objetos de ese árbol de Navidad que describía con tanto detalle y emoción el autor inglés. La magia existe y se manifiesta en escritos como el tuyo, que nos ayudan a viajar a otro tiempo, a otros sentimientos que nos forjaron como somos hoy.
    Un muy fuerte abrazo y Feliz Navidad para ti y los tuyos.

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    1. Dickens es uno de los grandes de la literatura, Estrella. Por eso llega a nosotros con esa cercanía y familiaridad y, casi dos siglos después, nos ayuda a descubrirnos como somos y como fuimos y, en ese recuerdo, acercarnos más a nosotros mismos.
      Un enorme abrazo y el deseo de una feliz -y dickensiana- Navidad.

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  4. Pues fíjate que, aunque hayamos perdido la inocencia y candidez, pienso que eso no debería interferir en nuestra percepción actual de la Navidad. Lo que creo que pasa es que llevamos ya demasiados años soportando una descarga de marketing televisivo y a través de redes sociales que desvirtúan completamente el mensaje del inminente nacimiento del niño Jesús, (ya seas creyente o no, se trata de una historia, un relato mágico) de la adoración de los pastores en el portal de Belén, la aparición del angel anunciando la Buena Nueva, … ¿Y qué es lo único que dejan ahora que la gente se grabe a fuego? La visitación de los Reyes Magos, es decir, la promoción del consumo como reencarnación del espíritu de la antigua Navidad en una especie de transmutación de los Magos en promoción contínua para comprar regalos y más regalos. Si hicieran una encuesta a los niños y les preguntaran por qué se regalan cosas el día de Reyes, creo que habría muchos que no sabrían explicarlo. Sin embargo, de Papá Noel lo saben todo.
    Bien, cambiando de tercio me referiré ahora a Chesterton. Confieso que las historias del padre Brown me subyugaron cuando emitían una serie inglesa con dicho personaje como protagonista muy conocida en los años setenta. Y en cuanto a Dickens, en efecto, nadie como él para reflejar el espíritu de la Navidad.
    Me gustaría leer “Los papeles póstumos del Club Pickwick” por lo que indica este último nombre y que imagino tendrá relación con tu “Club Pickwick”.
    El comentario que con gran acierto añades de aquella niña: “«¿Dickens ha muerto? Entonces, ¿Papá Noel también morirá?» es fabuloso.
    Que David Copperfield se haya convertido para los ingleses en un elemento más de la Navidad es algo incuestionable.
    La existencia en la imaginación de Dickens de multitud de objetos que contienen los árboles para deleitar el sueño de los niños es pura magia. Pero lo que indicas acerca de ese juguete alemán que “todos los objetos que nombra los convierte en amuletos o talismanes que pueblan los sueños de quienes los admiran” me deja sin palabras.
    Bueno, no quiero extenderme más. Te deseo que el próximo año sigas inspirándote para escribir tantos buenos posts con tu buen hacer habitual.
    ¡Feliz salida y entrada de año, Miguel!

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    1. Hola, Marcos.
      En efecto, el mensaje está desvirtuado por el marketing y las redes sociales, aparte de que hay muchas personas a las que no le interesa la historia que representa, ese relato mágico que se hunde en nuestras raíces y cultura.
      Chesterton me parece un escritor interesante, tan prolífico que podemos centrarnos en las historias del Padre Brown que dices y que hizo una peripecia vital al revés que la mayoría. Paso de ser escéptico y no creyente a convertirse al anglicanismo y terminar su vida como católico.
      En cuanto a Los papeles póstumos del Club Pickwick fue la primera novela por entregas de Dickens, un hito en su bibliografía y fue el primer libro suyo que leí, después de haber visto películas sobre otras historias suyas (David Copperfield, Oliver Twist...). Me impactó cuando lo leí por primera vez, además de ser la primera edición comentada que caía en mis manos, y lo he leído en múltiples ocasiones. En la última me despedí del libro, pero no descarto volver a retomarlo otra vez.
      En cuando a la influencia de Dickens en la Navidad y, en general, en la novela inglesa y europea, creo que no hay duda alguna. Es un autor al que siempre hay que leer.
      Te deseo también una feliz Navidad, al menos lo que queda de ella, que el año nuevo venga cargado de salud, recorridos tan diversos e interesantes como los que hacéis y que sea fecundo e inspirado en tus escritos.
      Feliz año, Marcos, para ti y tu familia.

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  5. ¡Qué maravillosa entrada, Miguel! Dickens y Tchaikovski, dos grandes genios. Mira que creía tener leído y releído todo Dickens, pero no, “La Navidad cuando dejamos de ser niños”, no lo conocía. Qué alegría haberlo encontrado aquí. El vídeo que nos has dejado de Tchaikovski es pura magia. Lo que es la navidad a medida que avanzamos en años. Me ha hecho reflexionar. Aparte del Misterio de la Navidad desde la fe religiosa, es ese disfrute de tantas obras maravillosas que tenemos sobre el tema. Es conocer la cultura tan bien representada en todas las artes. Y con qué rapidez vivimos estos días que apenas tenemos tiempo para permitirnos unos momentos y disfrutar de tanta riqueza que llena la mente y el espíritu.
    Gracias por compartir.
    Un abrazo, Miguel.

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    1. Muchas gracias por tu comentario, María Pilar.
      Estas publicaciones de Dickens nos hacen regresar a unos sentimientos que evolucionan con el paso del tiempo y que vamos dejando de lado, perdiendo el sentido que tenía en un comienzo. Son reflexiones que siempre nos vienen bien para situarnos en nuestro camino. Aunque basado en el relato religioso que celebramos algunos, nos acercan a todos a unos momentos que van mucho más allá de lo comercial que nos inunda estos días. Aunque la colección de relatos y reflexiones navideñas de Dickens no están en la cima de su producción, siempre es admirable leerla. Dickens siempre es Dickens.
      Un fuerte abrazo :-)

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