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Amores barrocos

Pocos sentimientos hay tan universales como el amor.
El amor y todas sus variantes -correspondido o no, ideal o real, físico o platónico, apasionado o sosegado- es un sentimiento fundamental para los seres humanos y como tal, una fuente de inspiración en todas las artes.
Pero no sólo ha sido objeto en todas sus facetas, como el caso de Ibn Hazm de Córdoba y su libro El collar de la paloma (del que se trató en este blog en Caro nome. Nombre querido) en que el escritor medieval andalusí enumera y desglosa las mil variantes que encuentra en el amor. También ha ido evolucionando el tema amoroso con el paso del tiempo y las distintas concepciones e ideas que hemos ido desarrollando a lo largo del tiempo. 
Así, en las ideas de orden y equilibrio propias del Renacimiento, el amor en que la figura de la amada -no tenemos escritoras que hablen del amado, salvo en la literatura religiosa- está idealizada, casi divinizada, sin mostrar esperanzas de culminación de la relación. El Barroco renunció a esos postulados para continuar con esa idealización del amor, ahondando en sus contrastes, sus luces y sombras, antes de que surgiera una variedad que aún conservamos en nuestro tiempo, el amor romántico.
Te propongo un viaje por el Barroco con obras de Lope de Vega, Quevedo, Vivaldi o Händel en las que reconocer algunos aspectos del amor que podemos encontrar en nuestros días. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


En la obra barroca surge con fuerza el contraste de elementos en los temas o los protagonistas (Quijote y Sancho, luces y sombras, cíclopes y ninfas...), sin perder la temática renacentista de los amores lejanos, imposibles, frecuentemente no correspondidos, la idealización de la persona amada y el deseo, casi imposible, de la relación física. 
Los poetas de nuestro Siglo de Oro son conscientes de que amar y sufrir son un destino inevitable en que conceptos tan antagónicos como deseo y renuncia, gloria e infierno, muerte y vida o placer y dolor conviven de forma indisoluble. Frente a una sociedad como la actual en la que la búsqueda del placer -y su alcance- es un objetivo primordial, la literatura barroca ahonda en esta dicotomía y hay una cierta complacencia en el sufrimiento como signo de engrandecimiento y ennoblecimiento de las personas.
Francisco de Quevedo, se convirtió en uno de los escritores más particulares del Siglo de Oro por su enorme versatilidad, su facilidad para la utilización de los términos con dobles significados, además de poseer un ingenio con el que dejó aflorar gran cantidad de juegos tanto verbales como mentales.


En El Parnaso Español (1648) recoge una variada gama de poesía de los diversos estilos que cultivó y que posteriormente se organizaron en diversas obras recopilatorias. En Antología poética se recoge parte de las casi novecientas obras en verso del escritor.
Clasificado dentro de los Poemas amorosos, el Soneto 48, Definiendo el amor no alude a la persona amada, ya sea idealizada o real, sino al mismo concepto del Amor, así con mayúsculas en el terceto final. Siguiendo la estructura clásica de los sonetos, Quevedo aplica los recursos semánticos que hicieron que fuera el momento más brillante de las letras en castellano: Continuas metáforas (el amor es hielo, fuego, herida...), antítesis (hielo abrasador, fuego helado, libertad encarcelada...), personificaciones (enfermedad que crece), eufemismos (la muerte nombrada como el postrero paroxismo) y el hipérbaton que se produce en las dos últimas estrofas.


No sólo en las letras se trata el tema amoroso de forma directa en el período barroco. También la música, especialmente la naciente ópera, un arte aún con pocos años de vida, bebe en las fuentes literarias para llevar sus historias, al principio con personajes mitológicos y, más adelante, con héroes provenientes del mundo histórico antiguo, legendario o literario.
Así personajes mitológicos como Orfeo, Euridice, Cástor y Pólux dieron paso a héroes legendarios tales como Ulises, Dido, Eneas, Amadís de Gaula, Orlando, Popea o Nerón entre muchos otros. 
Estos personajes dieron vida a las óperas durante varios siglos antes de pasar a ser protagonizadas por personas más reales y cercanas a los espectadores, aunque los temas, la forma de tratarlos y las características musicales vinieran condicionados por el estilo artístico de aquellos años.
Así, Antonio Vivaldi, tan conocido entre nosotros por obras como las Cuatro Estaciones y una gran cantidad de conciertos que escribió para los distintos instrumentos con que contaba el Ospedale della Piettá para el que solía componer sus obras, llegó a estrenar alrededor de una cincuentena de óperas, generalmente catalogadas por el compositor como Dramma per musica y que mostraban un estilo más avanzado e innovador que sus obras instrumentales y las de algunos de sus contemporáneos.


Para disfrutar de su música nos acercamos a Orlando furioso, uno de sus dramma per musica en tres actos, estrenado en el Teatro Sant'Angelo de Venecia en 1727 y que, como solía realizar Il prete rosso (El padre rojo) -llamado así por ser un sacerdote pelirrojo-, alternaba arias y recitativos sin mucha acción escénica. El libreto de Grazio Braccioli está basado en el poema homónimo de Ludovico Ariosto y combina distintos argumentos del poeta, desde las famosas hazañas de Orlando hasta la historia de la hechicera Alcina en tiempos de Carlomagno.
Nos acompaña el aria de Ruggiero Sol da te mio dolce amore, una pieza que recuerda la estructura de un concierto vivaldiano al ser un aria con flauta obligada, convirtiéndose la pieza en un verdadero duelo entre cantante e instrumento y que deja espacio suficiente para que ambos pudieran improvisar a su placer. De texto corto, la repetición en el Da capo señala la singularidad propia de este tipo de arias.


La interpretación corre a cargo de Philippe Jaroussky, quizás el mejor contratenor al que podemos escuchar en la actualidad, un verdadero especialista en este tipo de música, con una voz y dicción claras y un timbre bello y perfectamente reconocible. Este tipo de arias da capo, verdaderas obras de arte, tienen en la repetición del primer tema un momento de improvisación sobre el tema original que Jaroussky sabe llevar a la emoción más grande, haciéndonos sentir que el tiempo se detiene. 
La grabación pertenece a una representación que se llevó a cabo en el Théâtre des Champs-Elyséss de París en 2011 con el Ensemble Matheus y la dirección de Jean-Cristophe Spinosi.


Desde el renacentista hasta el amor romántico, pasando por el barroco que nos ocupa, todos reproducen las leyes establecidas por la sociedad, con mayor o menor grado de opresión en las costumbres, aunque en la relación entre los amantes éstos no dejan de sentir cuanto definen y delimitan sus sentimientos, en esa relación de entrega y dominio que se establece en la intimidad de toda relación. 
Así, el barroco no sólo se centra en la voluntad de la relación, sino que la mente del amante busca símbolos, indicios o modelos en los que fijarse para reseñar y establecer su amor. La amada es, simultáneamente, el fin del amor y su justificación, un cristal a través del cuál se vive el mundo, una suerte de condena que el amante encuentra y acepta consigo mismo. 


De tal forma ese contraste, ese claroscuro, tan habitual en la estética del barroco, convive en cada obra acompañado de los recursos de cada arte, centrándose en la literatura en el enriquecimiento con cultismos, recursos fonéticos, semánticos y sintácticos.
Publicado en 1602, La hermosura de Angélica recoge doscientos sonetos de Lope de Vega que fueron publicados dos años más tarde en Rimas acompañados de más poemas que no tuvieron cabida en la obra primera. Allí, el Soneto 126, conocido por su primer verso, Desmayarse, atreverse, estar furioso nos muestra una de las más grandes reflexiones sobre el amor centradas, no como suele ser habitual en las ideas, sino en las sensaciones que el hecho amoroso produce en quien lo escribe, ya que, como reza el último verso, quien lo probó lo sabe.
De nuevo el poema está cargado de recursos estilísticos propios del Siglo de Oro de nuestra literatura.


Georg Friedrich Händel también busca, como Vivaldi, argumentos para sus óperas en fuentes similares a los compositores de su época. En esta ocasión nos despedimos del amor en el Barroco con un aria de su ópera Amadigi de Gaula sobre el personaje de la literatura caballeresca española, con libreto de Hermann Jakob Heidegger y Nicola Francesco Haym que fue estrenado en mayo de 1715 en el King's Theatre en el Haymarket
 londinense.
En esta ocasión se trata del aria Pena tiranna de Dardano, príncipe de Tracia, el antagonista que, junto a la hechicera Melissa intenta derribar el amor de la princesa Oriana y Amadís para ser ellos quienes queden como parejas de cada uno de los protagonistas.
De nuevo, Pena tiranna es un Aria da capo en que esa vuelta a la parte inicial que le da el carácter tripartito está sustentado en la repetición con variación del primer tema. 


De nuevo es un contratenor el intérprete de este aria. Se trata del polaco Jakub Józef Orlinski, un valor emergente y en formación del que oiremos hablar en los próximos años. El enlace corresponde a una grabación en formato videoclip con el propio Orlinski como Dardano, los papeles presenciales de Kunchok Palmo como Oriana, Dominika Pasternak como Melissa y Nikodem Rozbicki como Amadigi, realizaada por Julia Bui-Ngoc y con la agrupación Il Pomo d'Oro dirigida por Maxim Emelyanychev.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:

Pájaros barrocos

El canto y el vuelo de los pájaros, sus virtuosas melodías, su elegante vuelo o sus vistosos plumajes han atraído desde siempre a los seres humanos. Desde los más remotos momentos de la presencia de los seres humanos, las aves han sido motivo de admiración mezclada con el anhelo de surcar el aire o entonar sus alegres cantos.
En todos los momentos históricos y sus correspondientes movimientos culturales, los artistas han utilizado a pájaros y aves en general, como fuente de inspiración, una mezcla de deseo de imitación, interpretación o como forma de aprehender y expresar lo que estos seres aportan a la comprensión y explicación del mundo que nos rodea y al que pertenecemos.
Periodos como el barroco están repletos de manifestaciones que nos acercan el mundo de las aves, con el conocimiento de nuevas especies de lugares remotos y exóticos, a la literatura, la música o la pintura. 
Te propongo un paseo por aves y pájaros del barroco en su representación literaria y musical. Nos acompañan, entre otros, Händel, Vivaldi, Lope de Vega y Quevedo. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!

Frans Snyders. Concierto de aves (1629-1630). Museo del Prado
Nacido en la ciudad alemana de Halle, Georg Friedrich Händel fue uno de esos grandes talentos de la música que se desplazó por gran parte del continente, trabajando por algunos principados de su país natal, ciudades italianas como Florencia y Roma y arribando a Inglaterra cuando el Príncipe Elector de Hannover, para quien trabajaba como Maestro de Capilla, fue coronado como George I de Gran Bretaña. En las Islas Británica, Händel es considerado el sucesor natural de Henry Purcell y uno de los grandes compositores ingleses de todos los tiempos.
La primera ópera con la que quiso ganarse el favor del público inglés fue Rinaldo, una revisión de la Gerusalemme liberata (Jerusalem liberada) de Torquato Tasso con libreto en italiano de Giacomo Rossi. En Rinaldo, Händel unió el gusto por obras como la semiópera King Arthur de Purcell y sus argumentos con brujas, magia y algunos efectos especiales que sorprendieran al público, con la ópera seria italiana que se estaba poniendo de moda por toda Europa.
Como en otras ocasiones, Händel aprovechó algunas de sus músicas para incorporarlas a esta obra, algo nada infrecuente en aquella época por muchos autores. Como llegó a afirmar Johann Mattheson, un antiguo conocido del compositor, "era perfectamente aceptable tomar prestado mientras se hiciera con intereses", es decir, mientras se mejorara el original.
En La música en el Barroco, Wendy Heller escribe sobre el estreno de Rinaldo y cita una anécdota sobre los efectos especiales con que Händel y el empresario idearon adornar esta obra.


Rinaldo se desarrolla a comienzos del siglo XII, durante la Primera Cruzada, cuando Goffredo, jefe de los ejércitos cristianos, pide ayuda al protagonista para conquistar Jerusalem prometiéndole a su hija Almirena en matrimonio. Armida. la reina hechicera de Damasco representa el aspecto mágico de la obra, en la que se desarrolla una lucha tanto en el aspecto terrenal como el espiritual. Como era frecuente, el papel protagonista de Rinaldo fue pensado en su momento para el tipo de voz que dominaba en la época los escenarios de estilo italiano, en este caso, para el contratenor Nicolini.
No traemos en esta ocasión momentos tan conocidos como Lascia ch'io pianga, Venti turbini prestate o Cor ingrato, sino uno de los momentos relacionados con las aves, el aria Augelletti, che cantate, un aria interpretada por Almirena en el que Händel utilizó el recurso de los pájaros para imitar sus sonidos mientras cubrían el espacio con sus vuelos.

Carel Fabritius. El jilguero (1654)
La versión que nos acompaña es una interpretación en concierto que transmite una pasión desbordada con la mezzosoprano americana Joyce DiDonato, Anna Fusek en la flauta barroca y Manuel Palazzo danzando con Il Pomo d'Oro dirigido por Maxim Emelyanychev, en una grabación del disco In War & Peace de Harmony Through Music que se realizó en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona en junio de 2017.


En un viaje que Quevedo realizó en 1624 a Sevilla dentro de la comitiva que acompañaba al Almirante de Castilla, el escritor envió a Madrid cuatro textos relacionados con sendos animales, el ave fénix, el pelícano, el basilisco y el unicornio. En ellos trataba sobre la naturaleza fantástica de estos animales y su fortuna y uso literarios: 

"Esas dos aves tan introducidas en todo género de escriptores, y esos dos animales soñados, que andan emboscándose las unas y los otros en los púlpitos y libros, y de concepto en concepto, invito a vueseñoría para que divierta alguna ociosidad en las siestas."

El soneto de Quevedo une la unicidad de este ave fabulosa con la única y extraordinaria hermosura de la amada Aminta. No se trata de una metáfora gratuita, ya que ese fénix que adorna a su amada hace referencia a una joya con la forma de tan fabuloso animal que pende de su cuello. 


Infatigable creador y renovador de la música italiana y autor de conciertos para todo tipo de instrumentos y agrupaciones partiendo de los intérpretes con que contaba en cada momento, Antonio Vivaldi ha pasado a formar parte del grupo de compositores de música gracias a obras como Las cuatro estaciones. Pero su labor durante los últimos años de su vida se centró en la composición de óperas, entre las que se han conservado alrededor de una veintena de obras que en la actualidad son poco representadas. Relativamente criticadas en su época por seguir un esquema similar al de sus conciertos, lo más destacado de sus obras escénicas son las arias que, en las primeras composiciones recordaban sus conciertos y en las que la voz humana seguía el criterio comportarse como solita de este tipo de obras. Poco a poco las arias vivaldianas fueron creciendo en autonomía y asemejándose más al tipo que triunfaba en los teatros: el aria da capo, la verdadera estrella de los escenarios. Una aria que constaba de tres partes, una primera formada por una estrofa brillante que concluía con la tónica, una segunda parte que contrastaba con esta en color y tiempo y una tercera que repetía la primera con la indicación del compositor de seguir al cantante en los adornos y variaciones.  
Atribuido a Frans Snyders. Concierto de aves (s. XVII). Museo del Prado
Basada en la historia bíblica, Juditha triumphans devicta Holofernis barbarie (El triunfo de Judit sobre la barbarie de Holofernes) está más cerca del oratorio que de la ópera, por lo que el libreto escrito en un latín canónico carece de un argumento que dé sucesión a la acción dramática. Está formado por una sucesión de arias da capo y coros que se entrelazan habiéndose llevado al escenario como ópera en los últimos años.
La relación con las aves no tiene nada que ver en al aria que nos acompaña con lo más o menos armonioso de su canto, sino con el vuelo de una golondrina. 


Judit canta a Holofernes esta impresionante aria de bravura, en una interpretación que exige a las cantantes lo mejor de sus capacidades. La contralto francesa Delphine Galou, acompañada por la Accademia Bizantina dirigida por Ottavio Dantone la utilizó como pieza de inicia para su álbum Agitata de 2017. 


Las aves no solo aparecen en las manifestaciones artísticas por la capacidad de los autores de recrear o imitar su canto. Figuras retóricas o literarias, comparaciones y metáforas o la capacidad de evocación son argumentos que han propiciado que muchos autores se aproximen a las aves como fuente de inspiración y generación argumentos para explicar la condición humana.
También Lope de Vega utiliza a la aves para su obra poética. En Canta pájaro amante en la enramada el pájaro y su canto le sirven para tratar sobre el olvido del amor, con un tono enamorado y melancólico. El dramaturgo y poeta de nuestro Siglo de Oro presenta varias ideas en su poema: Comienza recordando su amor, para continuar hablando cómo está perdiendo a su enamorada, en un tercer momento pasa a la etapa de recordarlo para terminar con la última idea en que da paso a su olvido. Metáforas como "canta pájaro amante en la enramada selva a su amor" o epítomes como "mas luego que los celos que recela" forman parte de este soneto que sigue las reglas más clásicas de métrica y rima.


Tras el estreno de Rinaldo, Händel continuó triunfando en los escenarios británicos. En 1718 volvió a hacerlo con su ópera pastoral Acis y Galatea con un libreto en inglés y que posiblemente dirigió personalmente en su estreno, en una nueva reutilización de material de las que tanto realizaba de otra obra suya anterior.
En esta ocasión nos acercamos no a esta revisión, sino a la obra original, Aci, Galatea e Polifemo, un oratorio escrito por encargo de la duquesa de Laurenzana para la boda de una sobrina y fue estrenado en Nápoles en 1708.
Con libreto en italiano de Niccolò Giuvo, secretario personal de la duquesa, está basado en el poema de Teócrito escrito alrededor del años 275 a. C. en que relata el amor entre el cíclope y la nereida. Al ser rechazado Polifemo en favor del pastor Acis, aquel le arroja una roca matándolo. Desesperada por el dolor, Galatea transforma la sangre de su amado en el siciliano río Acis
En un aria en que los cantos de las aves van y vienen por toda la composición, Händel muestra la imitación de los sonidos de los pájaros con que Acis quiere emular y transmitir a su amada Galatea los sentimientos de estas aves.


La pieza con que nos despedimos de este recorrido por el canto de las aves en la música barroca es este aria de Händel interpretada por la soprano italiana Roberta Mameli acompañada al oboe por Nicola Barbagli y la Orquesta La Barocca dirigidos todos por Ruben Jais y que se grabó durante el Eunescu Festival en septiembre de 2019.

Frans Snyders. Concierto de aves (1629-1630). Museo del Prado

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Bibliografía y webgrafía consultadas:

Ojos que me miráis

Raquel Andueza, La Galanía y los ojos en el Barroco

¿Que sería de nosotros sin los ojos? Como órganos del sentido de la vista tienen una importancia sin igual, siendo, casi con toda seguridad, el que más configura nuestra forma de aprehender el mundo en el que nos desenvolvemos, de la misma forma que animales como los perros utilizan fundamentalmente el olfato.
Pero no solo tienen la importancia de observar aquello que nos rodea, las formas, los colores e incluso las distancias, sino que nos hacen sentir la belleza de lo que vemos, las proporciones, las gamas de colores o las formas que apreciamos.
Los ojos tienen una importancia afectiva capital en cuando nos transmiten las emociones, la forma de ser o incluso, podríamos decir, el alma de la persona a quien observamos. Sucumbimos ante el poder de una mirada en muchas ocasiones antes que a otro aspecto de las personas como la sonrisa o el carácter. Los ojos son como la puerta de entrada al interior de la persona.
Mas también se nos presentan como reflejo. Si el poder de los ojos y de una mirada nos atrae, cuando hay correspondencia en ellos la dicha se multiplica, de la misma forma que cuando esa mirada no tiene la respuesta esperada puede hacernos llevar a la desdicha.
Por su importancia, los ojos se han utilizado con mucha frecuencia en la literatura, siendo inabarcable la cantidad de referencias que hay en ellos. ¿Quién no recuerda algún poema o novela en que no aparezcan?
En esta entrada nos vamos a fijar en el periodo del Barroco, que se corresponde con el Siglo de Oro de nuestra literatura, el periodo más brillante de nuestro idioma por la cantidad y calidad de los autores que lo forman, así por los estilos y recursos literarios que utilizan. 
En esta entrada te propongo una mirada al poder de los ojos, y su importancia en cuanto que nos corresponden o no. Nos acompañan la voz y el sonido inconfundibles de Raquel Andueza & La Galanía y uno de los poemas más conocidos del periodo barroco. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere! 



Una de las voces más bellas y personales del panorama actual es la de Raquel Andueza. La soprano pamplonesa ha colaborado con algunos de las mejores agrupaciones relacionadas con la música antigua, especialmente la barroca como L'Arpeggiata, Al ayre español, la Orquesta Barroca de Sevilla, Orphénica Lyra o Hippocampus entre otras muchas. También ha colaborado con la mayoría de los directores que se mueven en este tipo de repertorio a nivel mundial: William Christie, Fabio Biondi, Christina Pluhar, Ottavio Dantone, Sir Colin Davis, Jacques Ogg o algunos más cercanos a nosotros como Pablo Heras-Casado o José Ramón Encinar.
En 2010 fundó junto con el tiorbista de Estepa (Sevilla) Jesús Fernández Baena el grupo La Galanía con el que se especializaron tanto en música barroca española como en la italiana del siglo XVII, un tipo de composiciones en los que la tiorba y la voz conforman un empaste muy especial. 
Su trabajo discográfico, Yo soy la locura recopila canciones del siglo XVII en español, la mayoría de nuestro país y algunas de otros lugares europeos, lo que demuestra la importancia de nuestra música de la época y las versiones que se llegaron a realizar de las mismas, algunas de ellas inéditas en disco hasta su grabación. Cuenta con la voz de Raquel Andueza, con Jesús Fernández Baena a la tiorba y Pierre Pitzl a la guitarra barroca.

La Galanía en una actuación en la Fundación March
José Marín fue un tenor y compositor español que vivió en el siglo XVII. Tras cantar en la capilla real de Felipe IV marchó a Roma (donde se ordenó sacerdote) y a las Indias para regresar de nuevo a España. Compuso el Cancionero de Marín, una obra que recogía medio centenar de Ayres o tonos humanos. Estos tonos humanos son obras para distintos conjuntos de voces, desde cuartetos a tríos, de dúos a solistas con temática de tipo no religiosa y basados, en esta ocasión, en temas populares. De vida turbulenta fue detenido por robo y homicidio, encadenado tras varios intentos de fuga y secularizado de sus órdenes. Tras el arrepentimiento de su vida delictiva le devolvieron las licencias religiosas, llevando una vida respetable hasta su muerte. 
Ojos, pues me desdeñáis, es una de las piezas con las que la obra de José Marín participa en Yo soy la locura.
Para este montaje que recoge la interpretación de Raquel Andueza con Fernández Baena y Pitzl comparto un montaje basado en pinturas de autores de la época como VelázquezCarreño de MirandaMurilloZurbarán o Claudio Coello entre otros con el denominador común de los ojos y las miradas con que nos acogen o desdeñan.


Como muchos autores de su época no tenemos la certeza del año de nacimiento de Gutierre de Cetina dudándose entre 1510 y 1520, aunque sí de su fallecimiento que sucedió en 1557 por herida de arma blanca, según consta en el Archivo General de Indias de Sevilla.
Natural de la capital andaluza, Cetina fue hijo de Beltrán de Cetina y Francisca del Castillo, nobles ricos y acomodados que fueron padres ocho hijos más, aunque no todos utilizaron este apellido, algo usual en la época.
Tras una juventud vivida en Sevilla, embarcó con las tropas del virrey de Sicilia donde comenzó una carrera militar que le hizo recorrer diversos países europeos, hasta volver a su ciudad de nacimiento, dentro del más puro estilo del soldado poeta como Garcilaso de la Vega. En 1547 embarcó hacia México con un familiar, volviendo en alguna ocasión hasta su accidentado fallecimiento.
Con el pseudónimo de Vandalio -Andaluz, según la etimología árabe: Al-Ándalus (tierra de los vándalos)- escribió versos a distintas enamoradas a lo largo de su vida a las que llamó Dórida, Laura y Amarillida. Uno de estos enamoramientos, en esta ocasión con la condesa Laura Gonzaga le inspiró uno de los poemas más representativos y editados de la época que forma parte de su Cancionero petrarquista, una obra que dedica a la mujer, según el estilo del poeta italiano.



Ojos claros, serenos quizás el poema más conocido de Cetina. Se trata de un madrigal que se mueve entre la tradición del cuatrocientos español y la poesía cortesana italiana y en el que se alternan versos heptasílabos con endecasílabos. 
La primera palabra -ojos- nos introduce directamente en el tema, ponderando en el segundo verso su dulzura e introduciendo una interrogación en el tercero a partir de una consideración negativa ligada a la mirada con ira. El primer verso se reproduce idéntico en el noveno, mientras el tercero se trata, a modo de conclusión en el décimo. Una sencilla estructura que justifica su éxito.



Tras la fundación de Raquel Andueza & La Galanía, un año después, en 2011, sacaron su primer disco en el sello discográfico que crearon para la ocasión Anima e Corpo . Yo soy la locura se convirtió en un éxito de ventas y críticas, consiguiendo el Premio Festclásica que otorga la Asociación Española de Festivales de Música Clásica.
A esta grabación se añaden otros discos como D'amore e Tormenti o In Paradiso con obras de autores italianos del XVII,  Alma mía con arias y cantatas de Antonio Cesti, Pegaso con la música de Tarquinio Merula, Yo soy la locura 2 donde siguen recopilando obras españolas del XVII, Miracolo d'Amore con piezas de ópera de Francesco Cavalli y la colaboración del contratenor Xavier Sabata. Con estas publicaciones y la participación en conciertos tanto en nuestro país como en distintos lugares de Europa y del mundo, Raquel Andueza & La Galanía son uno de los grupos que más investigan y divulgan la música del barroco español, italiano y, en cierta medida europea, de los siglos XVII y XVIII.


Robert Dowland, hijo del famoso laudista y compositor inglés John Dowland, publicó en Londres en 1610 A musicall banquet (Un banquete musical), una colección de piezas en la que recopiló una veintena de canciones de diversos autores europeos. Entre ellas se encuentra Vuestros ojos tienen d'amor no sé qué uno de esos Tonos humanos de carácter anónimo.
La última interpretación corresponde al mismo disco Yo soy la locura, así como a un montaje que utiliza imágenes de los mismos pintores de la obra anterior con el lujo de poder disfrutar de la interpretación a la tiorba de Fernández Baena y la guitarra barroca de Pierre Pitzl con la inigualable voz de la soprano Raquel Andueza.


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Webgrafía consultada: