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Ojos que me miráis

Raquel Andueza, La Galanía y los ojos en el Barroco

¿Que sería de nosotros sin los ojos? Como órganos del sentido de la vista tienen una importancia sin igual, siendo, casi con toda seguridad, el que más configura nuestra forma de aprehender el mundo en el que nos desenvolvemos, de la misma forma que animales como los perros utilizan fundamentalmente el olfato.
Pero no solo tienen la importancia de observar aquello que nos rodea, las formas, los colores e incluso las distancias, sino que nos hacen sentir la belleza de lo que vemos, las proporciones, las gamas de colores o las formas que apreciamos.
Los ojos tienen una importancia afectiva capital en cuando nos transmiten las emociones, la forma de ser o incluso, podríamos decir, el alma de la persona a quien observamos. Sucumbimos ante el poder de una mirada en muchas ocasiones antes que a otro aspecto de las personas como la sonrisa o el carácter. Los ojos son como la puerta de entrada al interior de la persona.
Mas también se nos presentan como reflejo. Si el poder de los ojos y de una mirada nos atrae, cuando hay correspondencia en ellos la dicha se multiplica, de la misma forma que cuando esa mirada no tiene la respuesta esperada puede hacernos llevar a la desdicha.
Por su importancia, los ojos se han utilizado con mucha frecuencia en la literatura, siendo inabarcable la cantidad de referencias que hay en ellos. ¿Quién no recuerda algún poema o novela en que no aparezcan?
En esta entrada nos vamos a fijar en el periodo del Barroco, que se corresponde con el Siglo de Oro de nuestra literatura, el periodo más brillante de nuestro idioma por la cantidad y calidad de los autores que lo forman, así por los estilos y recursos literarios que utilizan. 
En esta entrada te propongo una mirada al poder de los ojos, y su importancia en cuanto que nos corresponden o no. Nos acompañan la voz y el sonido inconfundibles de Raquel Andueza & La Galanía y uno de los poemas más conocidos del periodo barroco. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere! 



Una de las voces más bellas y personales del panorama actual es la de Raquel Andueza. La soprano pamplonesa ha colaborado con algunos de las mejores agrupaciones relacionadas con la música antigua, especialmente la barroca como L'Arpeggiata, Al ayre español, la Orquesta Barroca de Sevilla, Orphénica Lyra o Hippocampus entre otras muchas. También ha colaborado con la mayoría de los directores que se mueven en este tipo de repertorio a nivel mundial: William Christie, Fabio Biondi, Christina Pluhar, Ottavio Dantone, Sir Colin Davis, Jacques Ogg o algunos más cercanos a nosotros como Pablo Heras-Casado o José Ramón Encinar.
En 2010 fundó junto con el tiorbista de Estepa (Sevilla) Jesús Fernández Baena el grupo La Galanía con el que se especializaron tanto en música barroca española como en la italiana del siglo XVII, un tipo de composiciones en los que la tiorba y la voz conforman un empaste muy especial. 
Su trabajo discográfico, Yo soy la locura recopila canciones del siglo XVII en español, la mayoría de nuestro país y algunas de otros lugares europeos, lo que demuestra la importancia de nuestra música de la época y las versiones que se llegaron a realizar de las mismas, algunas de ellas inéditas en disco hasta su grabación. Cuenta con la voz de Raquel Andueza, con Jesús Fernández Baena a la tiorba y Pierre Pitzl a la guitarra barroca.

La Galanía en una actuación en la Fundación March
José Marín fue un tenor y compositor español que vivió en el siglo XVII. Tras cantar en la capilla real de Felipe IV marchó a Roma (donde se ordenó sacerdote) y a las Indias para regresar de nuevo a España. Compuso el Cancionero de Marín, una obra que recogía medio centenar de Ayres o tonos humanos. Estos tonos humanos son obras para distintos conjuntos de voces, desde cuartetos a tríos, de dúos a solistas con temática de tipo no religiosa y basados, en esta ocasión, en temas populares. De vida turbulenta fue detenido por robo y homicidio, encadenado tras varios intentos de fuga y secularizado de sus órdenes. Tras el arrepentimiento de su vida delictiva le devolvieron las licencias religiosas, llevando una vida respetable hasta su muerte. 
Ojos, pues me desdeñáis, es una de las piezas con las que la obra de José Marín participa en Yo soy la locura.
Para este montaje que recoge la interpretación de Raquel Andueza con Fernández Baena y Pitzl comparto un montaje basado en pinturas de autores de la época como VelázquezCarreño de MirandaMurilloZurbarán o Claudio Coello entre otros con el denominador común de los ojos y las miradas con que nos acogen o desdeñan.


Como muchos autores de su época no tenemos la certeza del año de nacimiento de Gutierre de Cetina dudándose entre 1510 y 1520, aunque sí de su fallecimiento que sucedió en 1557 por herida de arma blanca, según consta en el Archivo General de Indias de Sevilla.
Natural de la capital andaluza, Cetina fue hijo de Beltrán de Cetina y Francisca del Castillo, nobles ricos y acomodados que fueron padres ocho hijos más, aunque no todos utilizaron este apellido, algo usual en la época.
Tras una juventud vivida en Sevilla, embarcó con las tropas del virrey de Sicilia donde comenzó una carrera militar que le hizo recorrer diversos países europeos, hasta volver a su ciudad de nacimiento, dentro del más puro estilo del soldado poeta como Garcilaso de la Vega. En 1547 embarcó hacia México con un familiar, volviendo en alguna ocasión hasta su accidentado fallecimiento.
Con el pseudónimo de Vandalio -Andaluz, según la etimología árabe: Al-Ándalus (tierra de los vándalos)- escribió versos a distintas enamoradas a lo largo de su vida a las que llamó Dórida, Laura y Amarillida. Uno de estos enamoramientos, en esta ocasión con la condesa Laura Gonzaga le inspiró uno de los poemas más representativos y editados de la época que forma parte de su Cancionero petrarquista, una obra que dedica a la mujer, según el estilo del poeta italiano.



Ojos claros, serenos quizás el poema más conocido de Cetina. Se trata de un madrigal que se mueve entre la tradición del cuatrocientos español y la poesía cortesana italiana y en el que se alternan versos heptasílabos con endecasílabos. 
La primera palabra -ojos- nos introduce directamente en el tema, ponderando en el segundo verso su dulzura e introduciendo una interrogación en el tercero a partir de una consideración negativa ligada a la mirada con ira. El primer verso se reproduce idéntico en el noveno, mientras el tercero se trata, a modo de conclusión en el décimo. Una sencilla estructura que justifica su éxito.



Tras la fundación de Raquel Andueza & La Galanía, un año después, en 2011, sacaron su primer disco en el sello discográfico que crearon para la ocasión Anima e Corpo . Yo soy la locura se convirtió en un éxito de ventas y críticas, consiguiendo el Premio Festclásica que otorga la Asociación Española de Festivales de Música Clásica.
A esta grabación se añaden otros discos como D'amore e Tormenti o In Paradiso con obras de autores italianos del XVII,  Alma mía con arias y cantatas de Antonio Cesti, Pegaso con la música de Tarquinio Merula, Yo soy la locura 2 donde siguen recopilando obras españolas del XVII, Miracolo d'Amore con piezas de ópera de Francesco Cavalli y la colaboración del contratenor Xavier Sabata. Con estas publicaciones y la participación en conciertos tanto en nuestro país como en distintos lugares de Europa y del mundo, Raquel Andueza & La Galanía son uno de los grupos que más investigan y divulgan la música del barroco español, italiano y, en cierta medida europea, de los siglos XVII y XVIII.


Robert Dowland, hijo del famoso laudista y compositor inglés John Dowland, publicó en Londres en 1610 A musicall banquet (Un banquete musical), una colección de piezas en la que recopiló una veintena de canciones de diversos autores europeos. Entre ellas se encuentra Vuestros ojos tienen d'amor no sé qué uno de esos Tonos humanos de carácter anónimo.
La última interpretación corresponde al mismo disco Yo soy la locura, así como a un montaje que utiliza imágenes de los mismos pintores de la obra anterior con el lujo de poder disfrutar de la interpretación a la tiorba de Fernández Baena y la guitarra barroca de Pierre Pitzl con la inigualable voz de la soprano Raquel Andueza.


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