La tradición oral ha servido durante cientos de generaciones para transmitir una serie de valores, historias, costumbres y conocimientos. Así se han difundido la memoria colectiva y la identidad cultural a través de los años con diversas modificaciones para adaptarse, por una parte a los cambios sociales que se iban produciendo, y por otra, para acomodarse a las particularidades y singularidades de cada comunidad o grupo social (familia, localidad, región o país).
No debemos olvidad que, además en esa transmisión hay un factor particular y humano que desarrolla una interacción y conexión personal que, en muchos casos es determinante de por vida.
Las nanas forman parte de esa tradición oral que se remonta a los inicios de la humanidad y poseen una serie de patrones, claves y motivos propios que se han desarrollado en todas las culturas. Así nuestras canciones de cuna o nanas tienen su equivalencia en la ninna o nanna italiana, la lullaby anglófona, la Wiegenlied alemana o la berceuse de la cultura francesa.
Te propongo reflexionar sobre las nanas con algunas populares y otras de escritores consagrados y algunas versiones musicales clásicas. Nos acompañan obras de Federico García Lorca, Rafael Alberti, Rosa Conde, Manuel de Falla, Brahms y Arvo Pärt. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
La finalidad primordial de la canción de cuna es ayudar a conciliar el sueño a los niños pequeños. La unión de la voz maternal -el primer vínculo entre el recién nacido y su madre- con el balanceo en los brazos o de la cuna, las primeras palabras que se le dicen al pequeño y el ritmo pausado y cadencioso favorecen la llegada del sueño a través de esa voz reconocible y protectora.
Las nanas se podrían agrupar a partir de varios criterios. Por una parte, las que se cantan a los niños recién nacidos o a los que son algo más mayores. Para los primeros, es más importante el sonido de la voz materna -o de un familiar directo como padre o abuelas- que el mensaje en sí, nada inteligible en el que se usan palabras con una carga afectiva o diminutivos.
En algunos casos se atemoriza a los niños para que se duerman, aunque éstos no sean conscientes del mensaje. Es el caso de esa nana que dice:
Duérmete, niño,
que ahí viene el coco,
y se lleva a los niños
que duermen poco.
El conocimiento del niño hacia la madre viene antes por el sonido de su voz que por su propio rostro, quizás oída desde el seno materno. Poco importan las palabras en estas nanas para los recién nacidos, sino el hecho de que la madre lo acuna, lo mece y le cante en un diálogo entrañable a la hora de dormir. Forman parte de la urdimbre primigenia, según Rof Carballo y, en palabras de Gabriel Celaya, perduran en la mente y el afecto más que las que podamos aprender después.
La tradición oral de estas piezas refleja múltiples aspectos de las intenciones de las nanas. Por una parte, reflejan inequívocamente el amor de la madre -padre, abuela...- por el niño como en este caso muy conocido.
O esta segunda canción de cuna:
Con el paso del tiempo, este carácter tradicional asociado a la idiosincrasia de los grupos y culturas avivó el interés de escritores y músicos por este tema, llevando a sus textos y composiciones estos poemas cantados. Así, en algunas nanas como esta de Federico García Lorca encontramos un nuevo tema, el arrullo y el llanto, el cariño y la ausencia, el dulce sonido para dormir mezclado con el dolor convertido en sueño. En el fondo, es un poema-canción para proteger y arropar, pero sin intención de ocultar las condiciones que nos deparará la vida, que se muestra como un reflejo de los sentimientos de quienes las cantan.
Especialmente a partir de comienzos del XIX, algunos compositores alemanes se comenzaron a interesar por este tipo de obras, sobre todo a partir de Brentano, Beethoven y Brahms, como una manera de conectar con lo popular y el pasado.
Precisamente de este último, Johannes Brahms es la que seguramente es la nana más conocida de la música clásica. Se trata de su Wiegenlied, literalmente Canción de cuna, su Op. 49, nº 4, un lied para piano y soprano publicado en 1868. La primera interpretación se llevó a cabo en Viena pocos días antes de Navidad, el 22 de diciembre de 1869 con Clara Schumann al piano y la voz de Louise Dustmann. Basada en versos populares y un poema de Georg Scherer, la letra ha sido traducida y adaptada a los distintos idiomas.
Aún recuerdo la que tenía la versión que tuvimos que aprendernos en las primeras clases de música para interpretar con la flauta, una melodía y una letra fácil y simple, pero repleta del encanto de las nanas, con la habitual repetición de algunos versos:
Buenas noches, mi amor
duerme bajo el rosal
con los brazos en cruz
sobre tu corazón.
Que mañana con Dios
tú te despertarás.
Para esta nana universal he elegido una versión para dúo en el que la voz está sustituida por el chelo de Yo-Yo-Ma, mientras el piano corre a cargo de Kathryn Stott en una grabación para Sonic Music Entertainment realizada en 2015.
En la primera parte, el chelo toca en el registro grave, mientras que en la repetición lo hace en la zona aguda. ¿Te animas a cantar mientras la escuchas?
Duerme, mi niño
O bien:
Duérmete, vida mía
También encontramos las que comienzan con una onomatopeya que favorece el arrullo, el movimiento de los brazos maternos para buscar el sueño del niño. Se acompañan de apelativos cariñosos que con el tono materno y la cadencia del movimiento serán recordados durante toda la vida.
El interés de los creadores por estas obras atemporales que pasaban de una generación a otra también llegó a los escritores que los incorporaron a sus obras, bien en poemarios, bien incluyéndolos en otros tipos de obras como novelas.
Son composiciones más elaboradas, con una estructura más compleja, pero que reflejan el sentido primigenio de las nanas, entre las que podemos encontrar las celebérrimas Nanas de la cebolla de Miguel Hernández que nos acompañaron en el blog en Verduras, hortalizas, versos y sentimientos.
En esta Nana de Sevilla, del incomparable Federico García Lorca donde se mezclan varias ideas: del abandono de los primeros versos a la alusión al padre carpintero en que lo compara con Jesús en un cuarteto de versos muy reconocible.
En esta de Rafael Alberti aparece otro de los elementos recurrentes de las nanas: los animales y la naturaleza en general. No en el estilo más habitual que es el de animales muy cercanos nombrados con diminutivos cariñosos, sino con una comparación sobre el lugar de donde procede el sonido que arrulla.
No sólo los escritores de nuestro país han mostrado su interés por estas composiciones, sino que también lo han tenido los compositores en varias vertientes, por un lado, buscando entre el folclore y las composiciones populares, registrando y grabando cancioneros, Por otra parte, creando composiciones, bien a partir de esas piezas enriquecidas con las estructuras y estilos de la música culta, bien obras totalmente nuevas.
Durante su estancia en París, Manuel de Falla entró en contacto con un grupo de compositores entre los que estaba desarrollándose el gusto por lo español, creando obras en las que los temas, motivos y estilos de nuestro país tenían aceptación e interés. Después del éxito de la Symphonie espagnole de Lalo, era el momento en que se estaban fraguando la Ibéria de Debussy o la Rapsodie espagnole y L'heure espagnole de Ravel y el cuarto libro de la Iberia de Albéniz.
En París compuso sus Siete canciones en las que utilizó una mezcla de piezas folclóricas que retocó y convirtió en obras de un valor artístico y musical más elevado. La obra fue compuesta en 1914 y con el inicio de la I Guerra Mundial, Falla regresó a Madrid donde estrenó la obra en el año siguiente, alcanzando el éxito entre el público y la crítica y el reconocimiento internacional.
De las siete piezas nos acompaña la quinta, Nana, una breve canción de cuna en la que Falla reproduce las inflexiones modales orientales propias del flamenco en una partitura que oscila entre el mi mayor y el mi menor.
Para esta ocasión he elegido una versión particular interpretada por la mezzo-soprano letona Elina Garança en la que puedes apreciar el interés confeso que tiene por la cultura y la música española y la internacionalización de la obra de Falla.
La pieza fue interpretada durante la final del Cardiff Singer of the World competition del año 2001. Es curioso observar los subtítulos en inglés para un texto tan simple y popular como el de esta Nana.
Con los cambios que se están produciendo en las últimas generaciones podemos plantearnos unas cuestiones: ¿Están las nanas en peligro de desaparecer? ¿Desaparecerá esa relación estrecha, íntima entre la madre y el recién nacido con los dispositivos electrónicos que les cantan o narran esas historias que han sido fuente de relaciones y lazos de unión de sentimientos? ¿Cómo crecerán las generaciones que no hayan tenido esos lazos afectivos? ¿Qué recordarán y sentirán hacia los dispositivos cuando se hagan mayores? Es cierto que no todos los adultos han escuchado las nanas de pequeños y no han debido tener lagunas afectivas. Además, la vida continúa adaptándose a los cambios que surgen continuamente.
El último texto que te muestro pertenece a una nana de tipo literario, una nana publicada por Carmen Conde en 1985. En ella, es quien arrulla la persona que llama al propio sueño para que acuda a acompañar a la niña y la adormezca.
Con la proliferación del interés de los artistas por acercarse a los cancioneros y el folclore para inspirarse y hacer suyas las nanas como una forma culta en lo literario y lo musical, hay artistas como el compositor estonio Arvo Pärt que han rastreado y compuesto algunas obras, o nuestro paisano Jordi Savall, incansable rastreador y divulgador.
Publicado en 2002 para el sello Alia Vox, Ninna nanna es una recopilación de canciones de cuna de distintos países y épocas interpretadas por la soprano Montserrat Figueras, esposa de Savall hasta su fallecimiento. Acompañada por Arianna Savall también con su voz y al arpa triple y Paul Badura-Skoda al piano bajo la dirección de Savall y Hespèrion XXI, el disco muestra la enorme sensibilidad de los intérpretes.
Me despido de ti en esta publicación con una nana delicada y deliciosa interpretada a dos voces por la madre y la hija: Kuus, kuus Kallike de Arvo Pärt, una pieza de una belleza y dulzura intensa dentro de su simplicidad.
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- Cerrillo Torremocha, Pedro César. Amor y miedo en las nanas de tradición hispánica, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
- Savall, Jordi y Figueras, Montserrat. Ninna nanna, Hespèrion XXI, Alia Vox, 2002. ASIN. B000071XAC.