En muchas ocasiones nos proponemos ponernos en el lugar de los demás e intentamos entender sus motivos y razones, comprender sus decisiones o sintonizar con sus estados de ánimo y sentimientos.
Buscamos tener empatía con esas personas para acercarnos más a ellas y comprenderlas mejor, lo que coloquialmente expresamos con la frase «ponerse en los zapatos del otro».
Desgraciadamente vivimos en un mundo en el que buscamos esa empatía con aquellas personas, grupos o colectivos que tienen un pensamiento y unas ideas similares a las nuestras, pero como sociedad tenemos una tendencia cada vez más acentuada de buscar y difundir la antipatía hacia quienes no forman parte de quienes no piensan como nosotros. Ojalá llegue el momento en que nuestras miradas se centren más en comprender y respetar las posturas divergentes con las nuestras como forma de enriquecimiento desde la diversidad.
Con determinadas personas y situaciones, esa empatía que buscamos podemos alcanzarla gracias a nuestro interés y comprensión. Sin embargo, en múltiples ocasiones nuestro esfuerzo no llega a conocer, asimilar y entender los procesos, situaciones y dificultades con las que se han encontrado esas personas. Migrantes que han tenido que abandonar su hogar o su país de origen por cuestiones económicas o de guerra, o aquellos procedentes de familias desestructuradas; personas con discapacidad de tipo físico o mental, o quienes tienen severas dificultades económicas transitan por senderos tan complejos y áridos que, en la mayoría de las ocasiones no podemos asimilar cómo ha sido ese camino que les ha llevado al lugar en que se encuentran cuando llegan a nuestras vidas de una u otra forma.
Con todo el respeto y admiración, te propongo acercarte a algunos artistas que han tenido que superar un largo camino para llegar hasta la genialidad, superando dificultades por algún tipo de discapacidad. Nos acompañan Kenzaburō e Hikari Ōe, Ken Robinson, Thomas Quasthoff y Felix Klieser. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
La vida de Kenzaburō Ōe (1935-2023) dio un giro trascendental en 1963. Antes había ganado uno de los galardones más prestigiosos de Japón, el Premio Akutagawa por el relato La presa, al que siguió su primera novela, Memushiri kouchi, ambos en 1958.
Desde su infancia en la pequeña aldea en la que nació, se sentía extraño y diferente al resto de los niños. Cuenta que sus vecinos le veían una ropa muy rara. Su madre le cosía un bolsillo muy grande para que llevara un libro y en el otro lado uno mayor para que pudiera buscar en el diccionario cualquier palabra que no entendiera.
También desarrolló un interés por cómo encajamos el dolor y el sufrimiento. Según sus palabras en una entrevista en el periódico argentino Clarín: «Desde niño tengo interés en cómo nuestro limitado cuerpo encaja el sufrimiento. De pequeño, yo iba a pescar. Y me fijaba en el pez con el anzuelo clavado, que se movía mucho. Sufre horrores, pero en silencio: no grita. El niño que yo era pensaba: ¡Cuánto dolor inexpresado! (...) Me hice escritor para reflejar el dolor de un pez. Y me siento un profesional de la expresión del dolor humano».
Desde la posguerra su obra trata de ese dolor, de la alienación del Japón moderno tras la derrota en la guerra con la crisis existencial y la identidad cultural que trató desde sus posturas sociales de la izquierda como las ideas antinucleares y posiciones ecológicas. Estos temas los desarrolló en obras como Las aguas han inundado mi alma, Juegos contemporáneos o La torre del tratamiento.
Pero el hecho que marca su vida es el nacimiento en 1963 de su hijo Hikari, un niño que nació con una hidrocefalia que puso a los padres en la tesitura de elegir entre esperar que muriera o ser operado, lo que equivalía a condenarlo a una vida vegetal. Tras ser operado, el recién nacido quedó con autismo, epilepsia, graves problemas de visión y limitaciones del movimiento. Desde los primeros años, el pequeño no hablaba, aunque miraba fijamente lo que le llamaba la atención en una postura en que inclinaba grotescamente la cabeza pudiéndola dejar en esa posición durante horas.
Para lograr admitir esta situación se acercó al dolor inextinguible de los supervivientes de Hiroshima, lo que generó una transformación de su escritura de la que salieron obras como Una cuestión personal (1964), El grito silencioso (1967), Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura (1969) o Un amor especial (1998). En 1994 recibió el Premio Nobel de Literatura por el conjunto de su obra literaria.
Un año después del nacimiento de Hikari, Kenzaburō Ōe publicó Una cuestión personal, en el que el protagonista es su alter ego Bird, un profesor de inglés agobiado por una difícil vida cotidiana en el Japón de la posguerra que ansía viajar a África donde alcanzará el sentido de su existencia, pero que recibe la impactante noticia de que el bebé que esperaban está condenado a una muerte súbita o, en el mejor de los casos, a una vida vegetal. Esta circunstancia arrastra a Bird durante tres días y sus noches a un descenso a su abismo interior enfrentándose al dilema de aceptar o no la fatalidad y renunciar a sus planes.
El texto que nos acompaña pertenece al capítulo segundo del libro en el momento en el que el alter ego del escritor recibe la llamada del hospital. Dada la extensión del capítulo he intentado aglomerar la esencia eliminando imágenes, detalles y diálogos que lo hagan más asequible a este propósito. En la parte final de la publicación podrás encontrar, como siempre, las referencias del libro.
Thomas Quasthoff (Hildesheim, Alemania, 1959) nació con graves deformaciones físicas tras serle recetada a su madre talidomida durante el embarazo. Esta circunstancia no arredró al pequeño que se presentó en 1972 al Conservatorio de Hannover para aprender canto, opción que le fue denegada, pues una de las condiciones impuestas a los cantantes era que debían aprender también a tocar el piano, algo imposible para él dada su condición.
Aunque se preparó con diversos profesores de canto, siguió la sugerencia de que aprovechara su prodigiosa voz para trabajar como locutor de radio donde estuvo en la NDR alemana. En 1988 ganó el Concurso Internacional de la ARD, renunciando varios años después a su trabajo para centrarse en su carrera artística.
Desde entonces participó con las orquestas más importantes de Europa y América en las salas de concierto más importantes con interpretaciones de lieder, piezas de ópera y música de jazz, además de realizar multitud de grabaciones. Es uno de los cantantes que más veces ha actuado con la Filarmónica de Berlín con directores como Claudio Abbado o Sir Simon Rattle, con quienes interpretó obras de Mahler, Mozart, Gershwin, además de oratorios de Haydn o las Pasiones de Bach.
Quasthoff nunca ha querido ser un ejemplo de superación de una minusvalía, sino ser recordado por la calidad de su interpretación. Su voz de bajo barítono destaca por un vibrato natural y cálido de tonalidad oscura, una impecable dicción en alemán que lo convierten en un intérprete ideal para los lieder e incluso el repertorio italiano. Sus interpretaciones son emotivas gracias a su comprensión de la estructura musical y su relación con los textos. El excelente colorido y riqueza de matices de su voz ha logrado que se convierta en un intérprete ideal para la música de Schubert o Mozart, los papeles bachianos, piezas de Brahms o Mahler, y obras contemporáneas de Britten o Schönberg.
Más adelante compaginó sus recitales con la enseñanza en la Academia de Música de Detmold y en la Escuela de Música Hanns Eisler de Berlín. Si lo deseas, es fácil encontrar interpretaciones suyas, tanto en directo como en grabaciones en las redes.
Nos acompaña una interpretación del primer lied del Winterreise (Viaje de invierno) de Franz Peter Schubert, Gute Nacht (Buenas noches). Es una canción en un ritmo tranquilo, moderado en movimiento de caminar. Tras un corto preludio al piano, las dos primeras estrofas son musicalmente iguales, cambiándose la tonalidad en las dos últimas. El texto que comienza con «Llegué como un extraño, como un extraño me marcho», marca el aire de melancolía, tristeza y soledad que marcará toda la obra.
La interpretación de Thomas Quarthoff está acompañada al piano por el pianista y director argentino Daniel Barenboim.
Relacionado con el mundo de la enseñanza, Sir Ken Robinson (Liverpool, 1950 - Los Ángeles, 2020) fue un experto en el desarrollo del potencial humano que ha colaborado con gobiernos europeos y asiáticos, entidades internacionales y organizaciones culturales, además de trabajar con diversos sistemas educativos de todo el mundo.
Además de estos trabajos, Robinson publicó una quincena de libros dedicados fundamentalmente a la educación y a esa exploración del potencial que tenemos para desarrollar nuestras capacidades.
El elemento. Descubrir tu pasión lo cambia todo (2009) es un ensayo en el que recoge una serie de experiencias de diversos creadores de la actualidad en la que debieron enfrentarse a variados retos en sus vidas personales para descubrir y recuperar capacidades que tenían en su interior y que desarrollaron en su vida personal y laboral.
En el texto que te propongo, Ken Robinson trata de cómo encontrar ese elemento que nos ayude a fortalecer nuestras capacidades, evitando las tres limitaciones que nos solemos autoimponer antes de entrar en detalles concretos a lo largo del libro.
Nacido en Gotinga, Alemania en 1991, Felix Klieser decidió a los cuatro años que iba a aprender a tocar la trompa. Él mismo confiesa que no sabe dónde había oído hablar de ese instrumento y en su familia no hay nadie relacionado con la música. De hecho, jamás habían ido a un concierto de ningún tipo, ni sus padres sabían qué era una trompa.
Después de comenzar a tocar este instrumento, con diecisiete años se matriculó en la Hochschule für Musik und Theater, también de Hannover donde perfeccionó su técnica. En 2013, con veintidós años grabó su primer álbum en el que mostró su extraordinaria musicalidad y su brillante técnica, obteniendo excelentes críticas. En 2014 recibió el premio ECHO Klassik al artista joven del año y dos años más tarde el Premio Leonard Berstein del Festival de Música de Schleswig-Hosltein.
Kiesler afirma que la trompa es un instrumento difícil de tocar, ya que una nota necesita una tensión precisa de los labios, lo que supone recordar exactamente qué grado de tensión necesita esa nota concreta. Aunque ocurre con todos los instrumentos de viento, en la trompa, los tonos naturales están ordenados de forma compleja uno del otro.
Pese a esta dificultad, la crítica suele acoger sus interpretaciones como precisas con una gran amplitud expresiva y una belleza sonora, llena de matices profundos y agudos.
Aunque Klieser pensó desde siempre en dedicarse a la trompa, lo hacía desde una perspectiva de conjunto y orquesta, pues el repertorio solista de este instrumento es escaso. Poco a poco ha ido acercándose al repertorio que existe, además de ampliarlo con interpretaciones adaptadas a la trompa de arias de ópera que desarrolla con una gran expresividad.
A estos pequeños inconvenientes hay que añadir el más difícil de superar: Felix Klieser nació sin brazos y toca las teclas con los pies ya que, como él dice, sólo necesita una boca, aire y respiración.
Nos acompaña con su interpretación para trompa del aria Voi che sapete de Cherubino de Las bodas de Fígaro de Mozart, donde está acompañado por el Zemlimsky Quartet de Praga, con quienes participa cada año. Para Klieser, tocar arias es una experiencia muy agradable ya que el fraseo, la respiración y el apoyo son similares al cantar. La articulación y los timbres son diferentes, pero la idea musical posee los mismos requisitos para ser interpretadas
(PE)Un amor especial (1994) fue escrito por Kenzaburō Ōe como un canto a la vida, a la sensibilidad y al amor por los hijos, centrándose en Hikari, la comprensión de la naturaleza de su minusvalía y cómo la familia se volcó en él para acompañarlo, entenderlo y poder seguir adelante. Además, esta reflexión le servía para trasladarla a la sociedad y la atención que le debe dedicar a este tipo de situaciones.
Tras varios años de absoluto silencio en el que descubrieron su amor por el canto de los pájaros, Hikari pronunció sus primeras palabras sobre ellos. Más adelante comenzó a interesarse por la música, pero por su discapacidad sólo pudo ejercitar los dedos y comenzó a recibir clases de piano. Poco después comenzó a componer sus primeras obras en un estilo que recordaban la música de Bach o Mozart.
Gracias a la música, ese elemento que citaba Ken Robinson afloró en Hikari, mostrando, primero a su familia y más tarde a la sociedad, la riqueza que atesoraba en su interior y que sin ella nunca se habría sospechado. Hikari Ōe se ha convertido en un compositor de éxito, con varios discos de los que se han vendido más copias que algunos libros de su padre, lo que enorgullecía enormemente a éste.
Con textos sacados de Una cuestión personal y (PE)Un amor especial, dejo al final de la publicación un relato de audio de Martín Llade en su programa Sinfonía de la mañana de Radio Clásica titulado Retrato de Hikari Ōe, el hijo del Nobel.
El último texto que nos acompaña es una reflexión de Kenzaburō Ōe sobre la relación entre el trato familiar y social que se da a personas con discapacidad y el valor que proporciona.
No podía terminar esta publicación sin poner música de Hiraki Ōe. Nos acompañan tres de sus piezas en un audio que está acompañado con tres fotos del compositor autista en diferentes momentos de su vida: Adagio en Re menor para flauta y piano, Grief (Dolor) nº 3 para piano y Nocturno 2 para flauta y piano.
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- Ōe, Kenzaburō. Una cuestión personal, traducción de Yoonah Kim y Roberto Fernández. Editorial Anagrama, ebook (2018). ISNB: 9788433938886.
- Ōe, Kenzaburō. (PE)Un amor especial, traducción de Jordi Fibla, Ediciones Martínez Roca, Barcelona (2012). ISNB: 9788427035423.
- Robinson, Ken. El elemento. Descubrir tu pasión lo cambia todo, prólogo de Eduard Punset y traducción de Mercedes Vaquero Granados, Editorial Debolsillo, colección Clave (2010). ISNB: 9788415431381.
- Ayén, Xavi. Kenzaburō Ōe, sobre su hijo discapacitado. "Lo convertí en el centro de mi obra", entrevista en el diario Clarín, 13/3/2023.
- Llade, Martín. Retrato de Hikari Ōe, el hijo del Nobel, Sinfonía de la mañana, Radio Clásica.