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Monovocalismo, el arte de la única vocal

Nuestro idioma es rico en recursos tanto en los literarios como en los meramente lingüísticos, en vocabulario y expresiones. Los recursos literarios nos permiten conferir a la obra una mayor expresividad y belleza en su forma y significado. Así, imágenes como la comparación, personificación, metáfora, retruécano, oxímoron, anáfora o hipérbole nos aportan esa capacidad que convierte un texto meramente lingüístico en literario. 
En cambio, otros recursos nos acercan más al disfrute, al sentido lúdico que posee el lenguaje por encima del expresivo y comunicativo. Los juegos de palabras, los lipogramas, el calambur, los pangramas (textos en que se utilizan todas las letras del abecedario), anagramas, monovocalismos o las greguerías unen el sentido del juego al ingenio y la capacidad de disfrutar por encima de todo.
Dos de estos recursos están relacionados con el uso de las vocales. Por un lado tenemos los lipogramas, que son escritos en los que se utilizan todas las vocales salvo una de ellas. En pequeños textos, casi son indetectables, pero en los de mayor extensión suponen un esfuerzo grande por parte del autor y proporcionan un elemento de disfrute para el lector. 
Uno de nuestros escritores más prolíficos e ingeniosos del siglo XX, Enrique Jardiel Poncela, escribió un conocido relato con lipograma, Un marido sin vocación, en el que no aparecía la vocal E, al que siguieron otros tantos textos sin cada una de las demás vocales que fue publicando entre 1926 y 1927.
En Francia, el extraordinario (en todos los sentidos) Georges Perec escribió toda una novela La disparition sin utilizar la vocal más frecuente en su idioma, la E. Relativamente intraducible a otros idiomas, en el nuestro hay una traslación propiciada por la Universidad Autónoma de Barcelona, El secuestro, en la que es la A, la más frecuente en castellano la que se ha suprimido.
Como reacción a este reto literario, el propio Perec publicó tres años después, en 1972, Les revenentes, una novela en la que en esta ocasión solo utiliza la letra E. Dada la complejidad del texto, esta obra no ha sido traducida a nuestro idioma. 
Más complejo es este monovocalismo, un recurso que como su propio nombre indica utiliza única y exclusivamente una vocal. Para los autores es relativamente complejo de construir y suelen ser textos relativamente poco extensos los que se suelen realizar, aunque algunos llegan a extensión más grandes.
Te propongo acercarte a textos monovocálicos en los que, como su nombre indica sólo utilizan una sola vocal. Nos acompañan Rubén Darío, Rachmaninoff, Óscar de la Borbolla, Francisco J. Briz, Wojciech Kilar y León Gieco. Al agradar... ¡Acapara, habla, trata, aclara!


Lo conocemos como uno de los inspiradores y el mayor represente del Modernismo en Hispanoamérica. Apasionado lector enamorado del simbolismo francés, Rubén Darío recibió el  apodo de Príncipe de las letras castellanas por una obra entre la que destacan Azul (1888), Prosas profanas (1896 y 1901) o la más madura Cantos de vida y esperanza (1905), un libro de poemas en el que no sólo nos atrae con la belleza de sus versos, sino que le imprime un sentido para la reflexión. 
Sus alusiones a lo sensorial, el uso de la métrica tradicional -especialmente el verso alejandrino- y las palabras sonoras, combinado con un vocabulario amplio, refinado y cargado donde se encuentran lo exótico, los aristocrático y lo mitológico, hacen que sus figuras retóricas, con abundantes metáforas, el uso de la sinestesia nos acerquen a sus reflexiones sobre el arte, la política, la poesía, el erotismo o el exotismo.
En 1917, un año después de su prematura muerte antes de llegar al medio siglo de edad, aparecieron publicadas por la Editorial Mundo Latino de Madrid sus obras completas en nada menos que 22 volúmenes. El número XIV de esta colección titulado Cuentos y crónicas, recoge tres narraciones breves (El caso de la señorita Amelia, Cuento de Pascua y La extraña muerte de fray Pedro), además de nueve crónicas aparecidas en distintas publicaciones, entre las que se cuenta Poema de arte. Böcklin que apareció en la publicación del blog Desde La isla de los muertos.
En la última de estas crónicas, Curiosidades literarias, el escritor nicaragüense nos sitúa en una tertulia literaria en la que lleva la conversación hacia los hombres de letra que desde la antigüedad clásica hasta sus días llevaron su ingenio a diversos juegos con el lenguaje, desde los enrevesados acrósticos a la supresión de alguna vocal en sus escritos. Una vez intrigados los contertulios, Darío lleva la conversación al texto Amar hasta fracasar. Por último, el escritor nicaragüense plantea si alguno de los contertulios conocería al autor, un sudamericano antillano o colombiano, aunque sin desvelar que él es el propio autor.


La obra, de una extensión relativamente larga para la dificultad de la empresa, está subtitulada Trazada para la A y contiene, como suele ser habitual en sus escritos, palabras de su amplio vocabulario que en el original tienen sus correspondientes notas explicativas y que en esta ocasión he decidido prescindir de ellas para agilizar la lectura del texto monovocálico. Todo un ejercicio de virtuosismo.




En la música cantada el lenguaje tiene una función primordial de comunicación, íntimamente unido a la música, por lo que prácticamente no hay canciones cantadas en las que se cumpla el requisito del que parte esta publicación.
Hay piezas sin letra o a bocca chiusa (a boca cerrada) como en Una palabra lo cambia todo: de Dino Buzatti a Madama Butterfly en el que una sola palabra cambia el significado del relato, mientras ninguna se utiliza en el coro a boca cerrada de la citada ópera de Puccini
Una de las piezas más bellas y delicadas del repertorio que prescinde de las palabras el Vocalise de Sergei Rachmaninoff, una obra en la que la cantante sólo emite un sonido vocálico que suele ser la A y que se adapta a la exquisita y deliciosa melodía del compositor ruso. Publicada en 1912 dentro de Catorce canciones, su Opus 34, Vocalise es la última de las piezas que la forman.
La interpretación corre a cargo de la soprano Olga Peretyatko en una grabación en la que está acompañada por el pianista Pavel Nebolsin y se realizó en la Nochebuena de 2022.


Óscar de la Borbolla (Ciudad de México, 1949) es un filósofo, poeta, narrador y conferenciante. Profesor en Metafísica y Ontología en la Escuela Nacional de Estudios Profesionales de Acatlán de la Universidad Autónoma de México, realizó su doctorado en la Universidad Complutense de Madrid.
Entre sus publicaciones se encuentran libros relacionados con la filosofía como La rebeldía de pensar, Nada es para tanto, Todo está permitido, La libertad de ser distintos o Filosofía para inconformes
También ha publicado relatos y novelas como Dios sí juega a los dados o La vida de un muerto y ha obtenido diversos premios como la Mención Honorífica en el Concurso Internacional de Cuento Esperante de 1985 por El canto de las sirenas, el Premio Internacional de Cuento Plural en 1987 por Las esquinas del azar o el Premio Nacional de Humor La Sonrisa en 1991 por Nada es para tanto


El libro Las vocales malditas es un libro poco usual en el que el filósofo y escritor incluye cinco cuentos escritos de forma monovocálica con cada una de esas cinco letras. La dedicatoria del libro no puede ser más explícita:

A mi hijo Ulises,
para que aprenda las vocales.

De nuevo nos acercamos a un ejercicio de amplio conocimiento del vocabulario en el que los cuentos con una extensión más limitada que el anterior se desarrollan con esa característica y un lenguaje poco artificioso. Muy logrados son los cuentos relacionados con la A, E y O, la narración dedicada a la letra I sortea con creces la dificultad de la empresa, mientras que la imposible misión de la letra U la supera cambiando algunas palabras al uso de esa vocal como en los juegos infantiles. Así el cuento Un gurú vudú comienza con «Un gurú vudú, un Duvulur, supusu un mundu futuru mu suyu» en lugar de «Un gurú vudú, un Duvulur, supuso un mundo futuro muy suyo».
En este ejercicio monovocálico nos acompaña su relato para la E, El hereje rebelde.


Siguiendo con el tema de la vocal única en la música nos acompaña otra pieza que en esta ocasión tiene una procedencia distinta a la música clásica como la anterior, aunque siga sus características formales. Se trata de Vocalise perteneciente a la banda sonora de la película The ninth gate (La novena puerta, 1999) una producción franco-española-estadounidense dirigida por Roman Polansky y con música del polaco Wojciech Kilar.
La interpretación, centrada en esta ocasión en un híbrido indeterminado entre AO y U, de Vocalise está a cargo de la soprano Milena Lange con la Warsaw Impressione Orchestra dirigida por Jakub Zwierz en una grabación que se realizó en diciembre de 2020.


Volvemos a la letra A. En esta ocasión el texto está tomado de una interesante página web en la que Francisco J. Briz Hidalgo muestra su afición a todos los recursos estilísticos tanto literarios como del lenguaje, utilizándolos en el sentido más didáctico y lúdico. 


En https://www.juegosdepalabras.com/index.html se pueden encontrar todo tipo de recursos, juegos y vocabulario ordenados alfabéticamente. En el apartado Textos monovocálicos encontramos, además de los de otros autores, uno suyo titulado Carta para tragaldabas que lleva el subtítulo de A zampar hasta hartar. No es necesario indicar qué vocal elige el autor para este gastronómico e ingenioso monovocalismo.


Aunque no es el estilo de este blog, no me resisto a terminar esta publicación que se mueve entre lo lúdico y el ingenio sin colorar una canción con la otra vocal habitual y frecuente que nos queda, exceptuando la I y la U más difíciles de encajar con naturalidad. 


León Gieco es un compositor, cantante e intérprete de rock argentino que suele mezclar el folclore de su país con el rock and roll, conocido también por sus letras con connotaciones sociales y políticas. Su canción más conocida, Sólo le pido a Dios fue una de las más importantes y utilizadas en su repertorio por Mercedes Sosa, además de haber sido incorporada al de Joan Báez, Sting o Bruce Springsteen, entre otros intérpretes.
En No somos como los Orozco, León Gieco monta su canción a partir del grupo de los ocho hermanos Orozco. La versión de esta ingeniosa canción nos muestra el texto, por lo que podemos disfrutar aún más de este último monovocalismo.

Al agradar... ¡Acapara, habla, trata, aclara!


Bibliografía y webgrafía consultadas:

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