expr:class='"loading" + data:blog.mobileClass'>

Al borde del agua

La música surge del corazón. No sólo porque nuestros sentimientos estén relacionados con ella. Antes está el ritmo que marcan nuestros latidos. La primera característica que surge con la música en los remotos tiempos de las tribus ancestrales es el ritmo. Utilizar este ritmo con fines rituales como forma de recrear el pulso cardíaco y acelerarlo como estrategia de animar en situaciones de caza o lucha es el primer uso reconocido de la música.
Pero la música vuelve al corazón cuando son nuestros sentimientos, los afetti (afectos) que señalaban en la música barroca italiana, los que acercan ese ritmo junto con la melodía a nuestra capacidad de recibir y disfrutar de ella y adaptarla a nuestros gustos, educándolos con el paso del tiempo y la práctica.
Hay una música que surge del exterior y del sonido ruidoso, desde las aglomeraciones y las fiestas populares, que se va acompasando desde el jolgorio y la emoción intensa. Es una música que llena todo tu ser en unión de quienes te rodean. Pero hay otra música que surge del silencio, de lo más profundo de cada uno de nosotros y desde ese interior nuestro la recibimos y paladeamos. 
Escuchar, sentir y disfrutar de la música que nace del silencio es una experiencia singular e intensa. Oír los primeros compases de la Sinfonía inacabada de Schubert, el primer Concierto de violín de Chopin o el segundo movimiento del Concierto 21 para piano de Mozart desde un silencio absoluto, cuando nada lo interrumpe, se convierte en una experiencia singular cada vez que se puede llevar a cabo.
Buscar el momento y el lugar adecuados para sentir por unos instantes sentimientos que nos alejen del ajetreo de la vida diaria nos ayuda a encontrarnos a nosotros mismos.
El paso de las nubes, el susurro del aire, el transcurrir de la corriente de un río, las gotas que caen y resbalan sobre los cristales o el canto de los pájaros son algunas de las situaciones y momentos que nos permiten acercarnos a esos momentos en que podemos abandonarnos y encontrarnos con nosotros mismos.

Te propongo un acercamiento a obras que recrean la sensación de tranquilidad, sosiego y soledad que podemos sentir al acercarnos a la orilla de un río con obras de Rosalía de Castro y Gabriel Fauré. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Esta entrada nace a partir de una sugerencia de Aurora Madariaga (@Auroris_), autora del blog Silly Literature, donde los relatos y la música, lo que ella vive y siente, se dan la mano de forma personal.

Rosalía de Castro es considerada una de las grandes escritoras en lengua gallega además de una de las grandes personalidades femeninas del siglo XIX español. Su obra oscila entre el gallego y el castellano, igual que su vida se desarrolló entre su Galicia natal y su residencia, junto con su esposo en Madrid, con idas y vuelvas a la región de origen.



Su obra Cantares gallegos recibe la consideración de ser la primera obra que otorga entidad literaria a este idioma. 
Con En las orillas del Sar, Rosalía de Castro deja publicada una obra en castellano un año antes de su temprana muerte que marca un hito en la poesía española, aunque no con el éxito que la obra merece. Las innovaciones en la métrica supusieron un obstáculo para su aceptación, además del hecho de haber publicado otras obras en gallego, lo que dificultaba recibir la consideración de escritora en castellano.
Además de la métrica, que se mueve fuera de la habitual en la poesía de la época, la naturaleza, de la mano del río que da título a la obra, toma protagonismo en esta obra, siendo simultáneamente el lugar agreste y exuberante en que nació y al que regresó, además de representar el interior de su alma y sus más íntimos rincones. La gama de paisajes y tonalidades, desde el verde al gris, de la explosión de colores al tamizado por la lluvia y la niebla, desde el calor del estío a la exuberante frondosidad, todos tienen cabida en los sentimientos internos de la escritora.
El silencio buscado y la soledad tienen cabida en los paisajes que transitan por el interior de Rosalía de Castro y los poemas de En las orillas del Sar.



Gabriel Fauré dedicó su vida a la música desde su vertiente como compositor, organista en la Iglesia de la Madeleine y pianista y pedagogo desde su cargo de director del Conservatorio de París, donde influyó en los intérpretes y compositores que le precedieron como Maurice Ravel, George Enescu o la influyente Nadia Boulanger.
De entre sus obras podemos destacar su Requiem, una obra original dentro de este estilo con ausencias y presencias de piezas que rompen el esquema habitual de este tipo de composiciones y en la que tuve la suerte de poder participar en varias interpretaciones. Le cantique de Jean Racine o La Pavana son algunas otras obras significativas, además de un conjunto de Mélodies, lo que vendría a ser el equivalente francés del Lied en lengua alemana. En su Opus 8, una obra temprana como indica el numeral, aparecen tres de estas canciones: Au bord de l'eau, La rançon e Ici-bas! 



En la primera de ellas y la tercera Fauré pone música a sendos poemas de René François Armand Sully-Prudhomme, el primer ganador del Premio Nobel de Literatura, mientras la segunda corresponde a un texto de Charles Baudelaire.
Au bord de l'eau (Al borde del agua) es una mélodie insinuante, con cambios de modulación que reflejan las dudas que sobre el amor tienen el paso del tiempo y la fugacidad de las sensaciones. La insistencia y repetición del último verso, junto con los cambios de modalidad entre menor y mayor sugieren que el amor puede durar.


La interpretación corresponde a una grabación en disco con la voz subyugante de Elly Ameling acompañada al piano por Dalto Baldwin. La voz hermosa y limpia, la forma de enlazar los versos según compone Fauré y la dicción hacen que oír esta mélodie nos lleve del silencio a hacer aflorar nuestros sentimientos.


Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!

Páginas web interesantes:

  • https://skemman.is/bitstream/1946/24052/1/La%20Naturaleza%20en%20O.S.%20Rosal%C3%ADa.pdf
  • http://guerraypaz-carlos.blogspot.com.es/2012/10/faure-au-bor-de-leau-3-chansons-op-8-n-1.html
  • http://www.cndm.mcu.es/sites/default/files/programa-de-mano/lied_07julio14_gens.pdf

4 comentarios:

  1. ¡Qué hermosa entrada! Me alegra que hayas considerado mi sugerencia y te agradezco por tus hermosas palabras sobre mi blog 😭❤️
    Me ha encantado el poema de Rosalía de Castro y está en la misma línea del que inspiró la canción de Fauré. Me interesaría saber el año en el que ella lo escribió.

    Cuando escucho "Au bord d'eau" (estoy enamorada de la versión de Ian Bostridge), me transporto a un tiempo en el que sentarse a contemplar la naturaleza y simplemente ser y estar allí sin más era una actividad tan valiosa como cualquiera otra productiva. Hoy vivimos con tantas distracciones y estímulos audiovisuales, vivimos con la presión de ser productivos y proactivos. Casi no nos queda el espacio para deambular, vagar, pajarear así sin destino ni razón. Simplemente admirar el paisaje, la gente, la vida y observar. No sorprende que este concepto haya sido creado por los franceses a la mitad del siglo XIX, "Flânerie" es el concepto que mejor define lo que ocurre en la canción "Au bord d'eau", y ellos, los protagonistas, son "Flâneur".

    La versión de Elly Ameling es una clase maestra en legato e interpretación. Su voz fluye como el agua del poema. ¡Un lujo escucharla! La versión de Ian Bostridge es un tanto más íntima en su típico estilo coral y libre. Te dejo el link de su versión en Spotify por si quieres escucharla (me temo que no se encuentra en Youtube):
    https://open.spotify.com/track/3IIVbKWD6QBtXmIaQMtMWY?si=sLgQJvWzRJ6ezhaXOF_RPA

    ¡Gran entrada, Miguel!

    Saludos 😊

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Aurora.
      Desde que sugeriste esta pieza no he dejado de oírla y buscar versiones, pero ninguna me ha fascinado tanto como la de Ameling. La versión de Bostridge de la que hablabas no la encontré, así que lo oiré encantado en el enlace, igual que oí su interpretación del Winterreise de la que escribiste.
      El libro de Rosalía de Castro se publicó en 1887, aunque no se conoce cuando se escribieron algunos de sus poemas. Resulta evidente que la sensibilidad artística iba por ese camino, aunque Rosalía no era una "flâneur".
      Un abrazo :-)

      Eliminar
  2. Lindo blog, se ve que eres una persona profunda, tranquila y muy viva. Bellas palabras y entradas. Has hecho música con tu escritura.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Enrique.
      Me siento halagado y agradecido por tus palabras y satisfecho de que te haya gustado.

      Eliminar