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Un encuentro entre dos genios

Con frecuencia tenemos ideas distintas, formas diferentes de entender la vida, concepciones diversas de cómo vemos la realidad y cómo la afrontamos. El arte, como todas las manifestaciones humanas, también nos ofrece puntos de vista distintos que van, desde una evolución a lo largo del tiempo, adaptándose a las diferentes formas en que la sociedad afrontaba la realidad hasta el enfrentamiento por distintos puntos de vista en el mismo momento histórico.
Pensar en nuestros días en distintas personas conocidas del mundo de la literatura, la música, la pintura, la arquitectura o cualquiera de las manifestaciones con que expresamos la realidad es una interesante forma de entender, aprehender y respetar los distintos puntos de vista. Pensar, por ejemplo, en algunos de los cantantes que triunfan en el panorama mundial con sus giras internacionales y conciertos multitudinarios o un intérprete de música clásica y las diferencias que hay entre las formas que cada uno tiene de acercarse a su pasión a la vez que encontrar las similitudes entre ambos es una idea interesante.
De la misma forma podríamos pensar en escritores reconocidos en el panorama internacional y recrear cómo sería un encuentro entre ellos dialogando sobre cómo siente la escritura un autor de best-sellers o un poeta.
En esta entrada te acerco a un encuentro que se produjo en la realidad entre dos grandes músicos de su época. Dos personas que, además de su amor por la música y el hecho de vivir de su composición, la afrontaron de forma radicalmente distinta y con diferentes resultados. Asistiremos a una conversación entre dos grandes autores en la única ocasión en que se vieron. ¿Cómo afrontaron esta cita? ¿Qué concepto tenía el uno del otro? Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!



Mucho se ha escrito sobre Beethoven, su importancia como compositor y todo lo que aportó a los nuevos caminos por los que la música se desarrolló a partir de sus obras.
En 1822, Beethoven acababa de finalizar la composición de su Missa Solemnis y se encaminaba a dedicar todo su esfuerzo compositivo a finalizar la Novena Sinfonía, una de las obras cumbres de la música de todos los tiempos y de cuya creación tratamos en este blog en Berstein, Beethoven & Berlin.
En la interesante y profusa biografía Ludwig von Beethoven de Jean y Brigitte Massin, se narra un encuentro que el compositor de Bonn tuvo con uno de los autores musicales que más éxito tenían en aquellos momentos, Gioacchino Rossini. Beethoven tenía una opinión poco amable hacia la obra del italiano: "Rossini llegaría a ser un gran compositor si su profesor le hubiera enseñado algunas reglas", cuentan que llegó a comentar.
El caso es que Rossini triunfaba en toda Europa y en el verano de 1822 se dirigió a Viena en compañía de su reciente esposa, la soprano española Isabel Colbrán. En estas circunstancias, aprovechó la ocasión para conocer a uno de los compositores que más admiraba, junto con Haydn y Mozart.
Los Massin lo narran de la siguiente forma:


La forma en que uno y otro compositores se enfrenta a la música es totalmente diferente. Beethoven lo hace desde el profundo conocimiento de las formas y estilos para modificar sobre ellos, para crear un nuevo mundo de armonías, disonancias, estructuras que acabarán con la irrupción del romanticismo tras el período neoclásico anterior. Los caminos que abrió a partir de su Sinfonía Heroica hicieron que se le considerase el genio más original de la música europea, abriendo el camino que siguieron la mayor parte de los compositores del XIX.
Rossini es un compositor que basó su obra en la emoción y el aplauso del público, llevando la ópera bufa a su máximo desarrollo. Influido especialmente por dos personas, su esposa Isabel Colbrán y Domenico Barbaja, uno de los más habilidosos empresarios musicales de la época, a quien apodaban el "Virrey de Nápoles" y que pasó de camarero a empresario operístico nada menos que en Nápoles, Milán y Viena
El Cisne de Pésaro, como se le llamó, compuso cerca de cuarenta óperas con un estilo muy peculiar en el que predominaba lo que se llamó el crescendo rossiniano, una técnica que consiste en la repetición de diversos compases por parte de la orquesta en la que algunas secciones de instrumentos entran de forma gradual y al mismo tiempo, mientras realizan un crescendo (aumento de volumen) seguido de una aceleración en el tiempo que lo lleva hasta casi el delirio. El ejemplo más conocido es el de la obertura de El barbero de Sevilla.
Aproximadamente la mitad de sus óperas son consideradas serias, mientras quince son óperas bufas en las que Rossini muestra su genio compositivo. 
Tras el éxito de El barbero de Sevilla (1816), el año siguiente compone La Cenerentola (La cenicienta), basada en el conocido cuento de Perrault. Como muestra de su estilo, en el segundo acto de esta obra, Rossini introduce un sexteto para seis voces diferentes que van desde la soprano al bajo y en el que los personajes reflexionan sobre la trama Questo è un nodo avviluppato (Esto es un nudo enmarañado) en un aparte con el público que se mueve entre el juego de palabras y la aliteración.



El enlace pertenece a un bis que se realizó en el Tchaikovsky Hall de Moscú en marzo de 2015 con la interpretación de la soprano Lucia Martin Carton, la mezzosoprano Lea Desandre, el contratenor Carlo Vistoli, el tenor Nicholas Scott, el barítono Renato Dolcini y el bajo John Taylor Ward, acompañados por Les Arts Florissants y su alma mater y director William Christie. Si la cara refleja los sentimientos, aquí quedan expresados los que Rossini quería transmitir.



Jean y Brigitte Massin continúan narrando en su biografía sobre Beethoven el encuentro entre ambos compositores. En esta ocasión Rossini entra en más detalles al recordar a Wagner el encuentro que tuvo lugar entre ambos.



Al terminar el encuentro entre ambos, Rossini se sitió deprimido al comprobar en qué condiciones vivía el mayor compositor, mientras él era admirado en toda Europa y vivía en la abundancia.
Según cuenta, esa misma noche asistió a una cena de gala en la que pudo comprobar cómo la aristocracia y la burguesía vienesa lo admiraba en la misma medida que abandonaba a Beethoven, por lo que sugirió una suscripción para asegurarle unas rentas, propuesta que no tuvo ninguna repercusión.



La única incursión en la ópera de Beethoven es Fidelio (Fidelio oder die eheliche Liebe, Fidelio o el amor conyugal), una obra estrenada en 1805 que fue varias veces revisada, presentándose la versión definitiva en 1814.
Beethoven no tiene el genio para la escena de los compositores de ópera, por lo que su obra es a la par irregular y sublime, moviéndose entre lo que podríamos llamar una ópera sinfónica o una sinfonía operística. Su acción se acerca a una novela e incluso a una ópera, pero su música tiene una concepción sinfónica, en la que podemos citar las cuatro oberturas que llegó a componer para las distintas versiones.
Basada en un hecho real ocurrido en plena Revolución Francesa en que una aristócrata se disfrazó de hombre para liberar a su esposo de la prisión, hubo una primera versión como ópera cómica de Pierre Gaveaux en 1798 llamada Léonore ou l'amour conjugal. Beethoven y el libretista Joseph Sonnleithner se inspiraron en ella para crear esta ópera que, en su estreno se tituló de esta forma en alemán, aunque, debido al poco éxito, cambió su nombre a Fidelio en la versión definitiva de 1814.
Aunque la acción está situada en una prisión cercana a Sevilla, su concepción es atemporal y se basa en el concepto de libertad, lo que propició que tras la Segunda Guerra Mundial la mayoría de teatros de ópera europeos la incluyeran en sus repertorios. 


Retrato de Beethoven por F. G. Waldmüller (1823), un año después del encuentro


En su lucha para liberar a su Florestán de una injusta condena a muerte por razones políticas, Leonor, disfrazada como Fidelio, entra en la prisión para ganarse la confianza de los carceleros y poder salvar a su amado.
En el primer acto Fidelio aparece en escena con unas cadenas, lo que hace pensar a Rocco que quiere a Fidelio como yerno e interpreta de forma errónea su atracción por Marcelina, hija de Rocco. Estos y Jaquino cantan un cuarteto sobre el amor que Marcelina tiene por Fidelio, Mir ist so wunderbar (Un maravilloso sentimiento me llena), al que también se conoce como El  cuarteto del canon. En ella, el tiempo se ralentiza, la acción da paso a los sentimientos, la música, las facciones de los personajes, sus palabras dejan entrever los pensamientos.



El enlace nos muestra una producción de hace varias décadas de este cuarteto interpretado por Elizabeth Gale, Elisabeth Sodestrom, Ian Caley y Curt Appelgren desde el Festival de Ópera de Glyndebourne con la London Phylarmonic Orchestra dirigia por Bernard Haitink. La expresión de los sentimientos por parte de los intérpretes hacen esta pieza incomparable con la anterior.


Como muestra del carácter de Rossini, en una de sus últimas obras, la Pequeña Misa escribió en su dedicatoria, sin duda con Beethoven en el recuerdo: "Bon Dieu: la voilà terminée, cette pauvre petite messe. Est-ce bien de la musique sacrée que je viens de faire, ou bien de la sacré musique? j'étais né pour l'opera buffa, tu le sais bien' Peu de science, un peu de coeur, tout est là. Sois donc béni et accorde-moi le Paradis"


Caricatura de Rossini por Etienne Carjat cuando el compositor vivía en París
"Buen Dios: contempla terminada esta pobre y pequeña misa. De verdad que es música sagrada que acabo de escribir, ¿o quizás algo de música maldita? Sabéis bien que yo nací para la ópera bufa. Poca ciencia, un poco de corazón, eso es todo. Sé pues bendito y concédeme el Paraíso".

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Bibliografía consultada:
  • www.kareol.es: Letras y traducciones de óperas y música vocal.
  • Batta, András. Ópera. Compositores, obras, intérpretes. Könemann Verlagsgesellschaft mbHl, 1999, Colonia (Alemania)
Webgrafía:
  • http://hispano-historia.blogspot.com/2015/01/el-encuentro-entre-beethoven-y-rossini.html (21/03/2019)
  • https://laopera.net/beethoven/mir-ist-so-wunderbar-cuarteto-de-fidelio-beethoven
  • http://www.temasdepsicoanalisis.org/2012/01/01/rossini-el-musico-de-la-voz/
  • https://www.jotdown.es/2012/02/tsevan-rabtan-el-misterio-rossini/

2 comentarios:

  1. ¡Qué buena entrada, Miguel!

    A todo esto, ¿no que la cita decía "Rossini hubiera sido un gran compositor si su profesor le hubiera golpeado el trasero lo suficiente"? ¡Jajaja!

    Había leído aquello de la profunda impresión que dejó en Rossini el departamento de Beethoven cuando lo visitó y que había intentado organizar una ayuda financiera para él creyéndolo pobre. En algún lugar leí que alguien le dijo que no se preocupara, que de hecho Beethoven no era pobre como aparentaba, que tenía mucho dinero, solo que siempre había vivido así sin tomar asunto de las cosas materiales y en el desorden vivo. Y Rossini habría quedado más confundido que antes, el pobre.

    ¡Cada uno en su estilo es un maestro!

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    1. Gracias, Aurora.
      Recibir un comentario como este de una persona tan entendida y admiradora de Beethoven es halagador.
      Desde que leí sobre este encuentro me quedé con ganas de conocer más detalles. He encontrado donde puede haber más información, pero aún no he podido acceder a ella. Ese dato que aportas también es interesante.
      Estos días, pensando en la profunda admiración de Rossini, en su intento de triunfar en París con una ópera tan seria como Guillermo Tell, su decepción y retirada de los escenarios, y esa Pequeña Misa con su dedicatoria... No dejo de creer que el encuentro con Beethoven influyó más de lo que pensamos en Rossini.
      Un abrazo :-)

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